viernes, 9 de agosto de 2019

Estamos a tiempo de contar con un ser humano nuevo


Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

1.- La indiferencia no cuadra en la persona formada para no  adaptarse a lo que mandan las circunstancias. Demuestra no ser sumiso aquel que permanece entusiasmado y presto para enfrentar lo que considera dañino para el medio donde desarrolla sus actividades. El hombre o la mujer que vive en sociedad no debe portarse despreocupado e indolente con lo que afecta a su comunidad. Enfrentar y de cualquier forma censurar lo infecundo es aportar para la solución de las dificultades sociales.

2.- La vocación cívica la pone de manifiesto el ciudadano cuando, por los medios a su alcance, se interesa para que desaparezca todo aquello que no conviene al buen vivir. Aquellos que quieren el adelanto y la buena conducta, contribuyen a ilustrar a sus conciudadanos a engrandecer y civilizar su país.

3.- No hay duda de que inquieta la forma de comportarse la generalidad de los miembros que componen la comunidad dominicana y cómo los peores vicios se afianzan llegando a conformar la forma de pensar y actuar de segmentos sociales que no tenían un proceder distinto al que ahora exhiben. La propagación y extensión de inconductas muestran su afianzamiento y revelan que con el transcurrir de los años han sido perfectamente asimiladas y negativamente muy bien aprovechadas por sus receptores.

4.- Lo que estamos comprobando es que hay indiferencia total a las prácticas divorciadas de la decencia; tolerancia  a lo que significa indecencia, y alianza impúdica con lo que representa degradación. Ante la no repugnancia a lo que simboliza degeneración, hay que admitir que nos estamos moviendo en un medio propicio y de simpatía al fenómeno de la corrupción en todas sus manifestaciones.

5.- La realidad de nuestro país prueba en lo ético y moral que aquí hay sectores contrarios a todo lo que significa vicio y degeneración social, aunque esto no quiere decir, que como sociedad la degradación sea extraña a la esencia misma del sistema que le sirve de caldo de cultivo anda con ella mezclada, enredada hasta el tuétano.

I.- Al país le espera un futuro promisorio si salvamos la niñez

6.- Si un ordenamiento económico y social está entregado a lo dañoso  y no se vislumbra en lo inmediato un cambio que elimine lo que significa crapuloso, concupiscencia, relajamiento, depravación y degradación, estar esperanzados en lo no contaminado y salvable. En el caso específico de nuestro país lo único fiable es la niñez, siempre y cuando sea guiada por caminos de honradez, honestidad, integridad y solidez en principios éticos y morales.

7.- Debemos de ser realistas, poner nuestro reloj de razonar en hora, acorde con el signo de los tiempos, y así nos daremos cuenta de que el país está obligado a aprovechar lo que nos queda y se puede formar saludable porque está libre de los vicios que corroen la sociedad dominicana de hoy, entre los que sobresalen deshonestidad, falsía, hipocresía, traición y ambición desmedida por alcanzar la mercancía dinero sin ningún esfuerzo.

 8.- Si todavía contamos con niñas y niños que están en condiciones de ser correctamente formados, y estamos conscientes de que la enseñanza ocupa el lugar central de todo sistema de organización de la vida, debemos esforzarnos para contar en el futuro con seres humanos de buen proceder porque su formación está gestada partiendo del aprovechamiento de su disposición de aprender las buenas costumbres y todos aquellos valores que rodean a la persona y la hacen adecuada para el buen vivir en comunidad. El más profundo y alto sentido de los principios que rigen la moral del ser humano son aquellos que se adquieren en la niñez, y son los mismos que van a determinar sus potencialidades para compartir y querer a los demás por el solo hecho de formar parte de la comunidad humana.

9.- El perfecto proceder de una persona solamente es posible alcanzarlo obteniendo buenas actuaciones desde la niñez; si logramos la decente formación en los primeros años del niño, de seguro que en la adultez no incurrirá en faltas que vengan a dañar el ambiente donde viven. Un joven de correcta orientación tiene un porvenir cierto, siempre y cuando sea sometido a una educación que haga de él un sujeto acreditado por el sello que le sirve de distinción a su carácter que es la identificación de la conducta cultivada para llegar a ser modelo de ciudadano.

10.- El carácter con el cual se ha levantado la juventud nuestra de los últimos años es sumamente débil, carece de vigor y prueba haber tenido una orientación que cede ante cualquier influencia extraña. La flaqueza de que está constituida la conciencia de los jóvenes actuales revela que tuvieron padres flojos, complacientes, tolerantes; que carecían al dar sus consejos de la fuerza suficiente para influir en la mente de sus descendientes. Sus métodos educativos resultaron no ajustados a la realidad, no acertaron en el objetivo que debe perseguir todo progenitor de entregarle a la sociedad un ser humano que ajuste sus actuaciones a las normas de buen vivir.

II.- Necesitamos buenos orientadores

11.- Debemos aspirar, partiendo de la niñez dominicana actual, a formar un ser humano que por ser flamante tenga una formación contraria a la que tiene el adulto, el viejo munícipe o ciudadano de ahora. Si logramos hacer algo contrario al proceder de hoy, podemos decir mañana que pasamos de mal a bien porque nos hemos transformado en conducta.

 12.- Nos espera un futuro promisorio si ahora salvamos la niñez para que no sea tocada con inconductas indecorosas, como la generalidad de los integrantes de la generación presente cuyos miembros con sus acciones dejan una mala opinión ante sus conciudadanos. El deshonor, la humillación y la indecencia no deben continuar siendo el normal proceder de personas que quieren vivir en una sociedad civilizada.

13.- Es necesario desplegar gran ánimo a los fines de lograr que los que ahora son niñitos y niñitas, sean orientados en el sentido de que el futuro les pertenece, y que de ellos depende todo lo bueno, pero también todo lo mala que sea la sociedad nueva; que les corresponde construir siguiendo los lineamientos que les dieron sus educadores. La posteridad no debe proseguir como hasta ahora.

14.- Es una necesidad para nuestro país convertir el medio donde hoy vivimos en una especie de establecimiento donde habitan niños y niñas que deben ser sometidos a un régimen especial de prevención contra enfermedades que ya han lesionado a otros seres humanos, que en el caso específico dominicano son aquellos que están imposibilitados de restituirles la salud ética y moral porque se corrompieron por entero.

15.- Si se lleva a cabo una labor de tomar medidas para evitar que de la niñez dominicana se apoderen las taras que acompañan a muchos de los adultos, de seguro que en el mañana no van a sobresalir los deshonestos, no será posible que se esté descollando el corrompido, ni mucho menos imponiéndose los vagabundos, truhanes y canallas. Para alcanzar algo distinto a lo que ahora nos coloca como sociedad de ladrones, hay que preparar con antelación el material humano, acondicionar a los que están subiendo y todavía no se han contaminado.

16.- Nuestro pueblo debe confiar que si logramos salvaguardar a nuestra niñez para que se prepare decente y honestamente, una vez haya madurado espiritualmente, con conciencia de su compromiso social, actuará cumpliendo con su deber, respondiendo con solidez ética y moral, no sedientas a las tachas que hoy han manchado a amplios sectores de la sociedad que llegan hasta el punto de ver en la honradez un estorbo y en el robo una virtud.

17.- La buena formación de las niñas y de los niños de ahora es algo que se puede realizar. Es posible llegar a contar para la posteridad de nuestro país con mujeres y hombres delineados correctamente; perfilados para que luego ejecuten con el esmero que fueron educados y tuvieran un comportamiento acrisolado. Ante la presencia de personas que hoy nos avergüenzan por sus actuaciones indecorosas, deben llegar aquellas que prueben haber sido formadas en su niñez para tener todas las cualidades deseables en un ciudadano o munícipe magistral todo porque fue bien hecho, ausente de vulgaridades y de las taras que acompañan a los desvergonzados de hoy. Corresponde a los padres y madres darles a nuestra niñez conocimientos para crear en ella la base de principios éticos y morales para que mañana sean adultos estupendos porque darán a sus ciudadanos prueba de servir de primer modelo.

18.- Contar con individuos que hagan las cosas con mucha escrupulosidad, es demostración de que en su niñez tuvieron maestros que les dieron forma para que fueran dueños de un correcto proceder y su espíritu cultivado para actuar bien. Producir un hombre o una mujer de correctas actuaciones se logra plasmando en su cabeza una doctrina para accionar conforme las buenas costumbres.

19.- En la adecuada dirección debe estar la línea que han de seguir en el porvenir los niños ahora bien encaminados. Aquel que tiene la facultad de dirigir, le corresponde hoy pulimentar el cerebro de las niñas y los niños que mañana van a dar ejemplo de excelente comportamiento exterior. La manera como actuarán los adultos del futuro responderá a los modos de conducirse como fueron adoctrinados.

20.- Los instructores están en el deber de formarles a las niñas y a los niños en su cerebro elevados objetivos a los cuales deben aspirar para que se conviertan en sus ideales de solidaridad, sociabilidad, honradez y libertad; de paz, fraternidad y tolerancia. En la medida que el infante acumula ideas sociales sanas se forma una ideología que rechaza los vicios sociales que dañan a las personas.

21.- La grandeza de los padres ante los hijos no está en el exceso de demostración de afectos sino en enseñarles en el hogar para que luego, al ser adultos, sirvan de ejemplo cívico y ciudadano. La demasiada condescendencia que se les manifiesta a los niños no prueba la buena educación que se les está dando. El papá y la mamá dan demostración de don educativo por la enseñanza que bien reciben sus vástagos. El jovencito que sale del hogar dañado, entra al medio social a pervertir por culpa de sus guías hogareños.

22.- Papá y mamá deben ser objetivos y desapasionados; proceder como verdaderos preceptistas, además de buenos consejeros. A los niños hay que darles a conocer el criterio, la opinión certera que se tiene con respecto a una materia o asunto; hay que hacerles exposiciones comprensibles para que no guarden indecisión o vacilación de lo que han aprendido para que luego, en el accionar de sus vidas, no se comporten con inseguridad.

23.- Lo que deben procurar los padres es hacer que sus hijos y sus hijas les vean como sus mejores amigos, guías y protectores, además de sus educadores. La ternura para con los hijos debe ir acompañada de la buena educación, para que a la expresión de cariño se una la explicación con suavidad y sincero mimo.

24.- Lo que está revelando la sociedad dominicana es que los padres tienen que someterse a un profundo examen en lo que se refiere a la formación de sus hijos, y la revisión que precisan no tiene espera, porque los controles requeridos por sus hijos son de tal urgencia que más tarde sería muy triste. Los ascendientes deben someterse a una sincera autocrítica y saber que están obligados a revolver su forma de educar, darle vuelta atrás a los métodos que han utilizado para entregarles a la sociedad un material humano bien hecho, realizado adecuadamente y confeccionado a la medida.

25.- Si en verdad aspiramos a tener un mejor país, debemos comenzar a cuidar a la niñez que es la que debemos formar con una orientación exquisita. Si logramos que nuestros niños y niñas se desarrollen con una conducta depurada, de seguro que vamos a dejar a la posteridad una nación integrada por ciudadanas y ciudadanos de comportamiento excelente. Está dentro de los deberes de los progenitores formar el pensamiento de sus descendientes porque la niñez es posible guiarla correctamente siempre y cuando los padres se ocupen de mantener la dirección de la educación llevándoles a la conciencia el deber de ser disciplinados, cumplidores y correctos; comportándose con responsabilidad y actuar con prudencia y seriedad.

26.- El buen papá no es aquel que satisface los deseos de sus hijos, sino el que cumple con la función de guía, instructor, preparador y organizador de la buena conducta que les acompañará para siempre. El padre que bien enseña en el hogar hace de perfecto docente y entrega a la sociedad un ser humano digno de ser modelo de ciudadano.

27.- Todo aquel que decide asumir la calidad de padre debe saber que tal condición entraña responsabilidad no solo materiales, sino también en el orden espiritual. A los hijos hay que aportarles ideas, conocimientos y los principios que en el curso de su existencia les van a servir de guía en sus actuaciones. Aceptar ser papá quiere decir hacerse cargo del comportamiento responsable del futuro munícipe y ciudadano.

 28.- Los hijos no son del padre ni de la madre; “son la unión de ambos personificada y es afán de perfección modelada en carne y alma”. Esto se sintetiza en que el proceder de los descendientes es la realización de los ascendientes. El producto bien acabado prueba dedicación y escrupulosidad en su estructuración.

29.- En los períodos venideros de nuestro país el ciudadano que va a incidir en la vida pública desde diferentes escenarios debe haber sido instruido para que sea sumamente sensible, laborioso, honesto, colaborador, en fin, rodeado de todas las condiciones, hábitos y disposición para servirle a la sociedad. Debemos aspirar a contar con el ser humano que al obrar lo haga en forma virtuosa, para así olvidarnos para siempre de los deshonestos, inmorales y viciosos.  

 Reflexiones finales

30.- Lo menos que pueden hacer los adultos de hoy, no comprometidos con la degradación ética y moral de la sociedad dominicana actual, es preocuparse para quedar bien distantes de los que ahora, en nombre de acumular la mercancía dinero sin ningún esfuerzo, obran en forma desvergonzada, sin importarles ser calificados como sobresalientes en gamberradas. Mañana, cuando el país esté compuesto por la niñez salvada hoy, se podrá decir que en este fango social progenitores se ocuparon de dejarles al porvenir descendientes venerables.

31.- Las inconductas practicadas por los adultos de ahora, son responsabilidad de sus progenitores que no cumplieron con los deberes puestos a su cargo de formar a sus vástagos como personas íntegras. Sería un logro que la niñez de hoy, ya mañana en la adultez, pueda renegar de lo que fue el indecoroso proceder de sus ascendientes, muchos de los cuales en la actualidad simbolizan la perversión.

32.- No resulta nada fácil lograr reeducar a amplios segmentos de la sociedad que han caído en la más profunda degeneración ética y moral. Pero por muy dificultosa que se presenta una situación social, siempre es posible buscarle solución, y dentro de la degradación existente en nuestro medio, si no los adultos, por lo menos la niñez es salvable.


Santiago de los Caballeros, 5 de agosto de 2019.

Por los futuros ciudadanos y ciudadanas


Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Por una u otra razón se observa en muchos de nuestros paisanos una actitud que no refleja la parte bonita del ser humano, aquella que nos distingue como personas sensibles. Lo que estamos viendo es a individuos que expresan el proceder de los malvados, réprobos y desalmados. Las expresiones de odio, inquina y desprecio son lanzadas a cualquier alma de Dios; al bonachón que no ofende ni con la mirada; al ser humano que se compara, por lo buenazo que es, con un pedazo de pan. Debemos liberarnos del pérfido que solo aporta maldad.

2.- Hay que hacer todos los esfuerzos posibles por formar a hombres y mujeres de buenos sentimientos; que respiren paz y transmitan alegría, felicidad y plena bondad; necesitamos compartir con entes sociales de buena pasta y una sola pieza. No debemos continuar alimentando a personas censurables, dañinas y deplorables por completo; el avieso no debe tener el más mínimo espacio social porque trae pesares y maldiciones. Cambiar la junta con quien daña, por aquel que nos motiva paz, nos hace mejor personas porque entonces estamos libres de infecciones.

3.- Es una necesidad espiritual procurar estar en compañía de aquellos que nos hacen el grato momento porque los temas que abordan son de componente social y humano. Es de sabio no juntarse con los resentidos e insanos porque siempre están cargados de inconvenientes, de deterioro, menoscabo, quebranto y estragos. Quien anida en su mente cuestiones malas solo piensa en crear revés y agravantes a las personas nobles.

4.- El medio donde estamos viviendo hoy los dominicanos y las dominicanas impone la creación de personas que sirvan para avanzar, desarrollar y contribuir con su ejemplo a tener un mejor país. El hogar y la escuela deben convertirse en los centros adecuados para la formación de esa mujer y ese hombre de nobles sentimientos. Los modales de los futuros miembros de la comunidad dominicana deben ser de solidez ética, moral y humanista.

II.- Misión de buenos educadores

5.- La formación que una persona recibe la acompañará en todo el curso de su existencia; será la guía de sus actividades laborales, familiares, intelectuales, sociales y morales. De las instrucciones que asimilamos va a depender nuestra actuación en el medio donde desarrollamos distintas acciones ante los demás. Los sólidos conocimientos adquiridos hacen posible desenvolvernos y llegar a ser formales, conscientes y cumplidores con responsabilidad de aquello a que nos dedicamos.

6.- Formar a ciudadanos y ciudadanas para que en el futuro actúen apegados a principios y normas de decencia, de correcto comportamiento, es moldearlas a los fines de que ejecuten sus actos en base a como han sido configuradas para el buen actuar. Darle forma al cerebro del ser humano partiendo de la instrucción, es prepararlo para que materialice luego lo aprendido durante el aprendizaje.

7.- Todos aquellos que nos formamos conforme la instrucción escolar de la década del treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta del siglo pasado, somos testigos de los métodos utilizados por nuestros maestros y maestras para que, con ejemplos prácticos, sacados de la cotidianidad, nos formáramos la idea de cómo actuar; la forma de conducirnos en cualquier actividad. Ellos nos aconsejaban, señalaban un modelo y la forma de manejarnos.

8.- En los centros escolares de ayer, los instructores nuestros se preocupaban para que tuviéramos una formación integral, lo más completa posible, con el claro objetivo de que adquiriéramos conocimientos no solamente teóricos, sino también prácticos. Nuestros orientadores se las ingeniaban para que nos acostumbráramos a razonar, partiendo de una realidad objetiva, que fuéramos mujeres y hombres portadores de ideas con referentes a los cuales podíamos señalar para no caer en lo especulativo.

9.- Los maestros y las maestras de ayer, en las aulas nos mantenían cautivos, capturaban nuestra atención con prédicas que prendían de inmediato en nosotros. Es verdaderamente fascinante escuchar a un profesor o a una profesora en un lenguaje sencillo explicando la forma como debe actuar una persona en el arte u oficio que ejecuta. Siempre resultaban edificantes las motivaciones que nos daban nuestros instructores para que, en el mañana, actuáramos como personas hechas para hacer las cosas a la perfección o lo mejor dentro de lo humanamente posible.

10.- El niño o la niña aprende con suma facilidad si en la explicación que se le da se conectan los principios generales de la materia que se le ofrece con un ejemplo. Las ideas se fijan en la mente cuando se articula lo narrado con la estructuración de un objeto que las enlaza. El que recibe la instrucción en forma natural y sencilla, no tiene que hacer mucho esfuerzo para acoplar espontáneamente en su cerebro lo que se ha querido que comprenda.

11.- Aquel que ha tenido una buena formación educativa la expresa en la actividad habitual que realiza, sin importar que sea como triciclero, médico, abogado o payaso. El hombre o la mujer formado correctamente debe actuar para hacer sentir bien a los demás, no para sembrar cizaña, discordia y prejuicio; no como el cizañero que prueba disfrutar el chisme, y las palabras hirientes que lanza cuando comprueba que con sus actuaciones daña, estropea y perjudica a quienes son de nobles sentimientos. La maldad es de la esencia del malévolo, del perverso que se siente realizado haciendo diabluras, murmurando y echando maldiciones a los buenos, a los bondadosos.

12.- Las educadoras y los educadores deben interesarse por entregarles a la comunidad personas eminentes; excelentes ciudadanos y ciudadanas preparados para servir con calidad en cualquier actividad. La orientación recibida por un estudiante proveniente de un maestro capaz, jamás da demostración de mediocridad, exhibe vulgaridad, ni cae en ser insignificante. La fanfarronería, jactancia y presuntuosidad que observamos hoy en muchas personas demuestran estar formadas para ser fantoches, huérfanas de modestia y sencillez.

13.- La persona educada para el buen comportamiento desarrolla su actividad laboral en los marcos de la decencia y la prudencia. En el seno de la sociedad cada quien actúa acorde con la instrucción recibida, de donde resulta que el limpiabotas, el abogado o el periodista debe estar preparado para ejecutar su oficio o profesión sin convertirse en un individuo fastidioso, detestable, intolerable, pesado y de mal gusto. Es penoso tener que reconocer que en nuestro medio sin elegancia alguna el caradura, desvergonzado y fresco ha llegado a atraer con majaderías, pamplinadas y sandeces.

14.- Es una necesidad comenzar a crear conciencia en el seno de nuestro pueblo en el sentido de que se impone formar ciudadanos y ciudadanas que procedan en forma cuidadosa para que den demostración de ser escrupulosos y se desempeñen con absoluto esmero. No podemos continuar aplaudiendo, haciéndole gracia a aquellos que tratan a los demás como si en este país para todo predominara la chapucería. El ser humano hay que orientarlo para que todo lo que haga sea bien hecho, y no ejecute como el charanguero.

15.- A la niñez dominicana hay que educarla, formarla, advertirla para que lo que decida hacer lo realice con elegancia; que demuestre estilo, dandismo en lo que haga; enseñarla que es de mal gusto accionar fuera de tono, de medio pelo, con vulgaridad. El país necesita contar con personas prestas a afanarse, a remirarse para que no siga destacándose el negligente, el que actúa con dejadez y sin formalidad alguna.

16.- Es menester convencer a lo mejor de nuestro pueblo que no debemos continuar aceptando como bueno y válido, acoger como si nada, que cualquier descalificado se imponga con un estilo, una forma de actuar que desdice mucho de lo que es una comunidad de personas civilizadas. La vulgaridad, la chabacanería y la ramplonería, no deben motivar ovaciones, sino reprobación, total censura.

17.- No debemos seguir aceptando que un afrentoso cualquiera pueda estropear nuestra alegría y tranquilidad irrespetando las formas del normal comportamiento que se impone en cualquier actividad. Se hace necesario poner en su puesto a los necios que con sus actuaciones de mal gusto dañan y nos impiden reír, procurando con sus majaderías hacerse los célebres; con expresiones de mal gusto, arrebatarnos el disfrute de los pasatiempos que nos sacan del aburrimiento.

Reflexiones finales

18.- La mutua correspondencia está tan ausente en el sentir de muchos de los nuestros, que en su mente les resbala, que es algo así como una pifia al actuar. Creen que ejecutar la reciprocidad es una necedad que pasó de moda en el trato personal; un  asunto de añeja cortesía cuyo destino es el olvido.

19.- Relacionarse con alguien debe tener como objetivo llegar a comprenderse de tal forma que con el tiempo de la mutua bondad resulte la tolerancia y condescendencia. En la persona es necesaria la capacidad de entendimiento porque le permite penetrar en la conciencia de aquellos con quienes se codea.

20.- El amigo que dispensa buen trato se hace merecedor de ser bien cuidado. Asistir con gracia a quien se ha esmerado en hacerte disfrutar el momento, es tener sentido de la reciprocidad. Hay que dar atención con delicadeza a aquel que fue diligente demostrándote gran amabilidad.

21.- Aquel que no da lo que recibe es un presuntuoso que tiene la falsa creencia de que solo él es merecedor de atenciones. La petulancia impide al engreído comportarse con elegancia con quien humildemente le hizo sentir distinguido. La arrogancia nulifica al que debe correspondencia al que modestamente, con sencillez, le dio trato de excelencia.

22.- No tiene la menor idea de lo que significa corresponder, la persona que habiendo sido objeto de un trato afectivo, luego se comporta fría frente a quien le demostró calidez. La concordancia de trato solo es posible entre aquellos que son sensibles y educados; los insensibles y patanes no pueden comportarse demostrando reciprocidad.

23.- El  ser humano con sensibilidad y sano de juicio no le es difícil proceder con reciprocidad, pues le basta actuar de la misma forma como fue tratado. Ni más ni menos; simplemente servir como fue servido. La asistencia que presta el que fue asistido se convierte en un camino de dos vías, por el que se transita para ir y venir

24.- Lo que se practica voluntariamente tiene que partir de nuestra forma de proceder, de la actitud que tenemos de actuar porque así nos lo dicta la conciencia. La conducta nos manda a comportarnos ante aquel de la misma forma que nos atendió; quien nos hizo sentir amado.

25.- Lo agradable que te sentiste por haber sido bien recibido y con gusto atendido, de igual forma debes hacer sentir a quien fue tu anfitrión que merece percibir que le has dispensado la misma atención de que consideró  ser tú merecedor. Si no devuelves el gesto que te dio aquel que te hizo feliz con su trato afectuoso, puede pensar que no eres más que un inconsecuente engreído, privado de sentimientos tiernos.

26.- No es más que un aprovechado aquel que goza con sentirse altamente atendido, pero escurre el bulto cuando está en el deber de devolver  las atenciones que en su momento recibió. El ventajista no tiene las más mínimas condiciones humanas para la reciprocidad; su ausencia de escrúpulos le impide corresponder atenciones. El desaprensivo vive para ser servido, pero no sirve para servir.

27.- En el medio social dominicano ha ido desapareciendo la amabilidad en la misma medida que se ha agrietado la sociedad, la cual resulta adecuada para convivir los atrevidos, desvergonzados e insolentes. Es algo imposible lograr que proceda con correspondencia el caradura que no conoce nada de prudencia, y le da lo mismo ser considerado un fresco que un ente social lleno de humildad.

28.- El diario vivir nos está diciendo que está en extinción la persona con sentido de solidaridad, y que su lugar lo está ocupando la que procede en forma insolente, aprovechada, necia e impertinente. No es fácil encontrarse con el hombre o la mujer juiciosa, templada, dominada por prudencia y comedimiento. El entrometido se considera una figura de primer orden allí donde está ausente el decente y mesurado.

29.- Aquí se cultiva muy poco el buen trato porque abundan los sinvergüenzas, que no se molestan si son objeto de justificados temas o motivos de murmuración; muy pocos se sienten en el deber de comportarse bien  ante aquel que lo hizo sentir halagado. El deber, la obligación, la misión de tratar como fuiste tratado, desapareció aquí el código de la afabilidad y la elegancia.

30.- Una sociedad como la nuestra, en la cual la educación y el sistema educativo dejan mucho que desear, ser cortés, delicado y obsequioso es mucho pedir, y menos reclamar la cortesía, que encierra mucho de afabilidad, cordialidad y caballeroso proceder.

31.- A una comunidad humana que se mueve en un medio degradado social, ética y moralmente, es casi imposible demandar de sus miembros entrega, que tiene mucho que ver con formación familiar, buena orientación escolar y sensibilidad en los actores sociales. La elegancia en el trato a los demás no se obtiene por procuración ni a patadas; se necesita formación para ser atento, y estar curtido en buenos modales de civilidad.

32.- Aunque resulta incómodo acostumbrarse a compartir con personas de proceder diferente al suyo, hay que hacer un esfuerzo para soportar a aquellos que solamente saben ser bien atendidos, pero no tienen el más mínimo sentido de lo que es dar igual trato. Por más finas atenciones que recibe el inconsecuente, nunca llegará a unir sus sentimientos con los de quien le ha dado trato fino.

33.- Aquellos que creen y practican la reciprocidad por convicción, no deben sentirse aprovechables por quienes no sienten ni conocen la mutua correspondencia. Debemos seguir teniendo la cualidad de útil, sin que nos importe que de ella se beneficien los que anteponen la utilización a cualquier otra cosa.

Santiago de los Caballeros, 29 de julio de 2019.

Ante un ambiente de pesares, pensar en el optimismo


Por: Ramón Antonio Veras.

I.- El deseo justificado de vivir sin violencia

1.- Lo mejor con lo que cuenta nuestro país como ser humano se ha interesado por vivir en un medio social que haga posible el bienestar material y espiritual, pero lo que ha tenido es un ambiente cargado de desgracia, infortunio e infelicidad, y con la agravante de que a corto plazo no se vislumbra un cambio para quitarnos de encima un sistema que solo ha servido para traernos pesadumbre, desazón y penas.

2.- Analizar un ordenamiento económico y social con sentido crítico no es cuestión de simpatía o rechazo; que se vea cariñoso  o repugnante, que genere gracia o desencanto. Por más apasionamiento o entusiasmo que se tenga con relación a un sistema social, si está fundamentado en la desigualdad no hay forma de quitarle su naturaleza de injusto.

3.- El modelo económico bajo el cual hemos vivido los dominicanos y las dominicanas, aunque sus ideólogos se mantienen lanzándole toda clase de elogios, la realidad es que la censura debe ser  su aliada más sincera, porque lo que motiva su existencia es reprochable a la vista de cualquier persona con sano juicio y libre de prejuicios.

4.- Solamente un imposibilitado de pensar con cabeza propia puede salir en defensa de lo absurdo, irracional e inadmisible. Lo que es la sociedad dominicana en su estructura socioeconómica nos enseña que no tiene razón de ser para la existencia digna del ser humano. En lugar de aplaudirla, solo merece oponerse a su vigencia y no ovacionarla.

5.- Es una ilusión; un desvarío; tremenda quimera; es un sueño profundo creer que tiene algo de humana la desigualdad de posibilidades a que condena al pueblo el sistema que padecemos. Basta con saber que el 9.5 por ciento de la población dominicana está subalimentado. Pero, además del hambre, el padecimiento no es solo por la pobreza, sino también por otras lacras que son verdaderos tormentos sociales.

6.- Es un deseo justificado querer vivir calmado, plácidamente, quieto, completamente reposado, sin nada de agitación. Pero  una cosa es lo que el ser humano quiere, y otra la que le enseña la realidad; y nuestro pueblo está pasando por momentos de angustia, tormentos, amargura, en sí, un viacrucis por los asaltos a viviendas, empresas y bancos comerciales; el tráfico de armas, de personas y órganos;  las operaciones de sicariato, narcotráfico, robos a mano armada y descuartizamientos, etc. 

7.- Las causas generadoras de los hechos antes citados no pueden buscarse al margen de la sociedad enferma en que estamos viviendo, porque está afectada hoy  hay que curarla, o dejarla que muera por sus propias contradicciones internas, que se revelarían insolubles desde el punto de vista político, económico y social.

8.- La sociedad dominicana de hoy descansa sobre un sistema que genera violencia por todas partes, sus instituciones responden a fines violentos, y el ordenamiento social está diseñado para imponer por medios violentos la voluntad de minorías y grupos retardatarios.

9.- La violencia en sus diferentes formas, la criminalidad en sus distintas modalidades, y la delincuencia común y la de cuello blanco, son fenómenos propios de países en los cuales las estructuras y mecanismos de expresión social y política ya no sirven para fines democráticos y de convivencia civilizada.

10.- La violencia expresada en criminalidad ensangrentada alarma, aterra, inquieta; lleva miedo y sobresaltos a lo mejor de la sociedad, a los hombres y mujeres de bien. Semejante situación obliga a las fuerzas motrices a ponerse en tensión para no sucumbir ante el crimen.

11.- Constituye un cretinismo y falta de seriedad cívica decir que la violencia criminal es un fenómeno de hoy. Lo que sí inquieta  ahora es la nueva modalidad criminal ligada con el consumo y tráfico de estupefacientes, consecuencia de secuestros, atracos, descuartizamiento y torturas reflejadas en víctimas ligadas al bajo mundo del crimen con estampa internacional.

II.- Procurar medidas adecuadas

12.- Los fenómenos sociales no tienen solución con medidas represivas; por su propia naturaleza social, se precisan medidas de contenido económico, político y legal, en cuya implementación, necesariamente, el pueblo organiza sus instrumentos adecuados de lucha, además de una firme voluntad política dirigida desde las más altas instancias del Estado.

13.- Por tener la violencia y la criminalidad diferentes componentes, se deben aunar esfuerzos dirigidos a enfrentarlos colectivamente con posibilidades de éxitos, pues de lo contrario el país va a continuar viviendo en el estado de inquietud en que se encuentra hoy, que si es verdad que no estamos en un ambiente de alarma, es cierto que inquieta y genera real preocupación.

14.- Ante la realidad actual, qué pueden hacer los hombres y las mujeres de bien del país. Lo ideal fuera instaurar un ordenamiento social nuevo, diferente al que padecemos, pero por ahora esto es una simple aspiración, un deseo muy difícil de materializar, partiendo de las reglas del juego político excluyente. Para enfrentar la violencia, la delincuencia en sus diferentes vertientes debemos de buscar mecanismos posibles.

15.- Conviene elaborar fórmulas para hacerle frente a la delincuencia común, hoy entrelazada con otra más compleja, con relaciones transnacionales de la criminalidad organizada, entre las que se destacan el narcotráfico, el lavado de activos, el tráfico de personas, los secuestros y el sicariato.

16.- Se necesitan medidas preventivas, correctivas y coercitivas de seguridad, en las cuales intervengan organizaciones comunitarias, de la sociedad civil y el gobierno central. Además, de tomar en consideración métodos aplicados en otros países con estructuras semejantes a las nuestras, y retener aquellos medios con los cuales se han alcanzado éxitos.

17.- Si partimos de que la criminalidad es un fenómeno con diferentes componentes socioeconómicos, hay que utilizar métodos con los cuales se enfrenten males sociales como la pobreza, el desempleo, las desigualdades sociales y, también acciones dirigidas a la familia en sentido general.

18.- Cualquier medida que se ponga en ejecución para combatir la delincuencia y la criminalidad, debe ser objeto de seguimiento por un organismo funcional que se constituya en una estructura que rinda cuentas de las acciones llevadas a cabo, de los logros, las fallas y la reorientación a tomar con la finalidad de enfrentar deficiencias, y enriquecer aquellos logros alcanzados. Si no se establece una correlación de trabajo entre autoridades y comunidades, no se obtendrá éxito alguno en la búsqueda de la seguridad ciudadana.

III.- Consideraciones pertinentes

19.- La vida nos ha enseñado que los momentos de dificultades económicas, políticas y sociales cambian por un  futuro de mejoramiento y felicidad recurriendo a la potencialidad de las masas.
 
20.- Allí donde determinados sectores de la sociedad pretenden imponer el miedo con sus acciones delincuenciales, los ciudadanos y las ciudadanas de firmes convicciones cívicas y democráticas están en el deber de exponer ideas y organizar expresiones de rechazo con el  fin de que la confianza y la seguridad se apoderen del sentir de lo mejor de la comunidad. El delincuente debe ser enfrentado para higienizar el ambiente social.

21.- La apatía no debe ser el proceder de aquellos munícipes que se sienten comprometidos con las mejores  causas y siempre están motivados para atacar a quienes se creen con derecho a convertirse en entes de dominación recurriendo a la perturbación y así influir con sus vejaciones y agravios de toda clase.

22.- Cada dominicano que en verdad quiere lo mejor para su país, debe formarse la idea de que es un compromiso cívico suyo no desaparecer físicamente dejando la situación económica, política y social en el estado de pesadumbre que se encuentra. Los padecimientos, las penas y los lamentos no deben quedar como herencia de una generación que, en su gran mayoría, se ha preocupado para que entre nosotros predomine la  alegría, la permanente animación y el optimismo.

23.- Por muchas tropelías que lleven a cabo los pequeños grupos de malvados y resentidos  sociales, nunca llegan a imponer sus designios, porque los pueblos cuentan con personas que están formadas  para luchar contra todos aquellos que creen que con sus desafueros pueden arrodillar a los que confían en la sana convivencia, el respeto mutuo y la sociabilidad.

24.- Por más bulla que haga la delincuencia de cuello sucio y blanco, no logrará arrinconar al pueblo dominicano. La soberbia, la arrogancia del delincuente nunca llega a intimidar a los que en cada país solo creen en el trabajo digno y en el luminoso porvenir que ha de llegar por el esfuerzo mancomunado de mujeres y hombres formados para el bienestar colectivo.

25.- El hecho de vivir en sociedad genera derechos y obligaciones que deben cumplir todos los que componen el tejido social. Hacer acto de presencia allí donde el deber impone es ser consecuente y coherente en pensamiento y acción. Por lo que todo aquel que predica que los dominicanos y las dominicanas merecemos desenvolvernos en un  medio con plenas garantías, está comprometido a accionar contra todo fenómeno social dañino que haga la existencia llena de angustia.

26.- Un  ordenamiento económico que tiene por base la desigualdad de oportunidades, está llamado a producir  lacras que le son inherentes, pero ninguna persona honesta inclina la cerviz para reverenciar los males que lesionan por igual a los que apoyan el estatus quo, como a los que le son adversos. En una sociedad heterogénea desde el punto de vista clasista, la actitud de aceptación o rechazo a la malignidad define la conducta de sus integrantes.

27.- Todo aquello que representa un perjuicio para la mayoría de la población, constituye un desafío a la conciencia sana de los habitantes del país y, por tanto, debe ser combatido por los que se consideran comprometidos a enfrentar lo que no es de bien para el pueblo. Ante aquellos que están prestos para lastimar, el deber llama a que accionen aquellos que se ocupan de que prevalezca lo saludable.

28.- Aunque es notoria en el país la presencia de los perniciosos que se dedican al crimen organizado y a la corrupción en sus diferentes formas, ante ellos las personas de bien no deben  ser tolerantes. Lo  permisivo, la flexibilidad ante la criminalidad hace posible su desarrollo, continuidad y estabilidad. La  vía libre al delito y la carta blanca a la corruptela ha llevado al pueblo dominicano al atolladero.

29.- En cualquier espacio,  sin importar el escenario, no debe tener luz verde la degradación ética y moral. Posibilitar las operaciones vinculadas con el fenómeno de la corrupción presenta al país  como el lugar donde  el burlador de la ley es recibido con beneplácito; que se le da aquiescencia a quien se comporta como un malvado insano social. Aquel que no sirve como ser humano, es ese sujeto enviciado que echa a perder; el pervertido modelo de corrompido.

30.- Lo mejor de nuestro pueblo no tiene razón alguna para sentirse abatido,  en estado de aflicción por el hecho de que aquí pululan sicarios, atracadores, narcotraficantes, corruptos y delincuentes de todos los calibres. La realidad de los antisociales es la consecuencia directa del  deterioro social, que no es  responsabilidad de las mujeres y los hombres que ajustan sus actos al buen vivir, a la decencia y a la honestidad. Aquel que bien actúa está libre de congoja; siempre le acompaña la alegría, el regocijo.

31.- Lo que pinta la materialidad que estamos viviendo en nuestro país es que como cohabitamos personas con distintas formas de comportamientos, cada quien debe ser juzgado por sus actuaciones, por lo que muchos estarán orgullosos de vivir con honor, mientras que una minoría arrastrará deshonra; permanecerá aliada a la indignidad, el deshonor y el desmérito. Cada delincuente lleva como sello el vituperio.

IV.- Reflexiones finales

32.-  La preocupación en el pueblo por el desarrollo de la criminalidad es el resultado de las acciones delincuenciales llevadas a cabo en los últimos años por grupos sociales que, impulsados por distintos motivos, han ejecutado crímenes de facturas antes extrañas en nuestro medio social, fruto de la presencia del crimen organizado que ha hecho acto de presencia con su ligazón a grupos civiles politiqueros, policiales y militares.

33.- No escapa a nuestro conocimiento que el desconcierto de que somos testigos en la actualidad, es la consecuencia directa de una sociedad preñada de disgustos acumulados, insatisfacción popular por enconos, amarguras y rabias. La armonía, la concordia se hace difícil donde predomina la desigualdad social y de oportunidades.

32.- La seguridad no puede ser la obra exclusiva de las autoridades policiales; se precisa también del concurso de hombres y mujeres del pueblo con sentido de responsabilidad cívica. Las organizaciones barriales en conjunto deben convertirse en instrumentos vigilantes y de denuncias contra las actividades ilícitas. Las redes sociales constituyen un gran soporte a autoridades que estén dispuestas a hacerle frente a la delincuencia.

35.-  Sin importar el lugar de su nacimiento, origen social o identificación ideológica, el ser humano aspira a vivir en un ambiente en el cual tenga la posibilidad de satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. A las dificultades nadie se adapta voluntariamente; el entorpecimiento de la existencia no es nada agradable, porque lo ideal es poder desarrollarse como persona teniendo a su alcance todo aquello que es fruto del trabajo material o intelectual. Al desasosiego, al desvelo y a la molestia nadie se acostumbra.

36.-  Lo dañoso no está para ser aceptado por ningún ciudadano formado para compartir en una sociedad en la cual el correcto proceder sea norma de conducta de la mayoría de los miembros que la componen. Lo que lesiona vivamente a los nobles sentimientos de hombres y mujeres que ajustan sus actos a sólidos principios éticos y morales, no debe ser tolerado por aquellos que desean moverse en un medio dominado por reglas de vivir decoroso.

37.-  Una sociedad humana compuesta por mujeres y hombres de bien; que creen en el desarrollo de su país basado en el trabajo creador, bajo ningún concepto puede comportarse en estado de resignación ante el crimen de cualquier naturaleza. La perseverancia se debe imponer para vencer a los antisociales de arriba y de abajo, hay que demostrar disconformidad ante los que no aceptan vivir decentemente; la claudicación no cuadra ante las lacras. Hay que ser inflexible frente a quienes procuran imponer sus designios.

38.-  Lo que en verdad se llama pueblo dominicano está obligado a mantener la nobleza que históricamente le ha caracterizado. Pero esa cualidad que nos enaltece como comunidad de mujeres y hombres sensibles, jamás podemos reducirla aceptando a los cobardes, abyectos, roñosos y sinvergüenzas. La pulcritud cívica ha de estar reservada para compartirla entre personas con decoro y miramiento, así como probada de pureza de convivencia.

39.-  No cabe ninguna duda de que en la coyuntura actual que vive nuestro país es una realidad viva la delincuencia en sus distintas modalidades, como también es una verdad irrefutable que los infractores de la ley se creen con derecho a violarla impunemente. El ofensivo, el antisocial se considera intocable, sin riesgo alguno para delinquir. Sin darnos cuenta nos arropa el crimen; el atentado se ha hecho común; la alevosía nos desafía; las fechorías acechan; la agresión se siente y crea pánico.

Santiago de los Caballeros,
22 de julio de 2019.

Marcha verde: el 14 de julio en Santiago


Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Las marchas verdes en sus inicios

1.- Al momento del movimiento marcha verde comenzar sus actividades, escribí diciendo: “se le está dando inicio a un proceso que de continuar como va puede convertirse en el hecho político y social de mayor envergadura de los últimos cincuenta años, por la indignación presente en amplios sectores de las capas medias;  por lo firme que ha comenzado el calor de los participantes y el deterioro de la situación actual”.

2.- Me llamó  la atención ver a mujeres y hombres de cierto nivel académico marchando espontáneamente; sin la orientación de un partido del sistema, ni dominados por un politiquero. El accionar político sincero, intuitivo, demuestra determinación, posición que puede traducirse en automática logrando extenderse a medida que las marchas se hagan con mayor regularidad.

3.- Las marchas verdes contra la impunidad y la corrupción, prueban que sus actores tienen ideas propias, ingeniosas, agudas, que sirven de motivación a los convocados. En política  lo ocurrente llega aglutinar; y si los dirigentes prueban ser portadores de criterios chispeantes pueden aglutinar a su alrededor a amplios sectores de la sociedad, hasta ese momento de comportamiento tímido, indeciso o indiferente.

 4.- El medio social dominicano está saturado de actos que repugnan hasta al más indiferente. Lo mejor del país está rebosado de hechos dolosos que ocurren sin ser sancionados. De ahí que el fastidio   causado por  la corrupción sin sanción mueve, impulsa a la protesta hasta el más indolente.

5.- Una vez la indignación toma ribetes de masas, la movilización popular se hace incontenible. La repulsa a que se haga gárgaras sin consecuencias con los dineros del erario, concita, excita voluntades, agita sentimientos. Sentirse el pueblo burlado en su patrimonio económico, genera ánimo para amotinarse.

6.- A  los que se benefician de la corrupción y son protegidos con la impunidad, no les resulta fácil apaciguar a los amplios grupos sociales que consideran que el fruto de su trabajo ha sido robado impunemente. No  hay forma de contener a un movimiento de personas convencidas de que la vara de la justicia no ha alcanzado a los que se han enriquecido robando sin sanción alguna.

 7.- Aquel que se siente burlado, sin mucho esfuerzo se moviliza; le da riendas sueltas a su rebeldía; se mantiene inquieto ante la tolerancia, viendo la impunidad en su propia cara. No hay nada de sosegado en aquel que decide ponerle término a la calma, a la actitud placentera, para convertirse en el más decidido inquieto. El más bonachón se transforma en un terrible desapacible. 

II.- Un gran despegue de masas

 8.- A medida que las marchas verdes tomaban impulso expuse: “lo que estamos viendo es el comportamiento de un pueblo que ha dado un cambio absoluto dejando atrás la actitud inofensiva;   cambiando  la tranquilidad  por  actividad; convertido en  avispado, agitado, en marcha, probando ser combativo, luchador”.

 9.- Los movimientos de masas que están haciendo acto de presencia en diversos pueblos del país con la consigna contra la corrupción, demuestran que se ha operado un giro, un viraje positivo en lo que a despertar de las masas se refiere. Lo que pinta la realidad es  un andar;  moverse para hacerse sentir en la calle,  accionando y voceando, pregonando, manifestándose en la vía pública, clamando justicia y que termine el  reino de la impunidad.

10.- No es lo mismo el pueblo hablando en voz baja, susurrando, secreteando, que a todo pulmón expresar su disgusto con sentido político en el curso de una movilización popular.  Así como las masas se comportan sumisas, obedientes a los dictados del poder, también saben rebelarse, manifestarse indócil,    ingobernables. El acatamiento llega a su final una vez los de abajo rompen la sumisión y la subordinación, dándole inicio a la insubordinación.

 11.- Los momentos en los cuales los pueblos se quejan, lamentan y claman sin ser escuchados es porque se mantienen quietos, tranquilos, viviendo en la pasividad. Pero una vez dejan de ser los eternos sufridos y los querellosos,  su situación cambia una vez se activan en las calles, exigiendo con firmeza lo que antes pedían  con ruego, por piedad.

12.- El cambio de rumbo político de los pueblos se expresa cuando modifican su actitud de combatir y no continuar aceptando tranquilamente el desprecio en su contra. Las señales de transformar su proceder frente a sus adversarios, puede ser mediante la protesta cívica, como ocurre con las marchas verdes, o violentas que es la más alta expresión del accionar de las masas.

13.- La decisión del pueblo de dar una respuesta nueva movilizándose es un indicio, una muestra de que ha tomado la determinación de no limitarse a  amagar  y no dar; que quiere rubricar con su presencia en la plaza pública un  salto cualitativo diciéndole a los que han utilizado el robo de los dineros  del erario para enriquecerse impunemente.
 
14.- Las masas populares, hombres y mujeres del pueblo,  en un ambiente nuevo se movilizan rompiendo el nudo que les ataba a la resignación, el vínculo que les impedía salir adelante. Ahora con frescura y actitud diferente, en acciones innovadoras, salen al frente aquellos que hasta hace poco lucían entregados, conformistas, mansos, sumisos, tolerantes ante los excesos, desafueros y atrevimientos de corruptos de cuello blanco y cuello sucio.

15.- Las masas adquieren la conciencia necesaria y se hacen dueñas  de su destino desde el momento que por  convicción infunden energía y combatividad,  lo que les  permite despertar en la política para tomar caminos liberadores.

16.- Cuantas veces las masas movilizadas toman las calles, tienen éxitos y avanzan hacia la conquista de amplias y nuevas victorias. La realidad demuestra la acción del pueblo paraliza la prepotencia de los grupos de poder.

III.- Inmovilidad de las marchas verdes. Algo ha fallado

17.- Por la razón que sea, en los últimos tiempos se ha observado que el órgano marcha verde se ha debilitado en su accionar;  su poder de convocatoria se ha  quebrantado; luce que se ha consumido ese movimiento que probó en sus comienzos alto dinamismo, gran viveza y presteza para poner las masas populares en tensión.

18.- En las movilizaciones de los pueblos siempre hay que tomar en cuenta el contenido, la esencia, el fondo político y social que sirve de motivación a las mismas. Resulta determinante que los más calificados y lúcidos dirigentes mantengan su reloj político en hora para comprender qué sirve de motivación a los sectores que se procura que accionen. En cada momento conviene   saber el fondo que sirve de motivación a la convocatoria, porque solamente una causa con sentido social justifica la citación a un encuentro popular.

19.- La participación de ciudadanas y ciudadanos en actividades cívicas, sociales o políticas deben responder a objetivos concretos a alcanzar en una determinada coyuntura histórica porque  un reclamo vacío conduce a resultados fallidos que se traducen luego en frustración,  aniquilando el espíritu, el dinamismo  de todo lo que significa diligencia y celeridad para triunfar.

 20.- El clamor popular de las masas debe tener respuesta a los fines de que no se marchite el entusiasmo que les sirve de motivación y las impulsa a mantener vivo el deseo de obtener lo que se han propuesto con su brega. Mover al pueblo con el único fin de mantenerlo en la calle no conduce ni resuelve nada desde el punto de vista de la lucha social.

 21.- La actividad política debe responder a un programa previamente concebido, el cual ha de recoger los objetivos que se proponen alcanzar sus sostenedores. Aquellos que  tratan de  movilizar  a las masas populares están en el deber de explicarles el alcance de lo que se procura con el accionar.

 22.- El trabajo político dirigido a las masas populares debe ser lo suficientemente claro para que sea comprendido y aceptado por los mejores hombres y mujeres de la sociedad, los cuales responden con su presencia cuantas veces se les explica con claridad, en forma nítida el alcance de los puntos contenidos en la proclama que sirve de fundamento programático a la convocatoria.

23.- Los métodos de lucha política se elaboraron tomando en consideración los escenarios donde se han de aplicar, los actores que los han de llevar a la práctica y frente a quienes se van a oponer.

 24.- En política el optimismo no puede guiarnos al entusiasmo absurdo de subestimar al adversario, porque la prematura efervescencia   a veces lleva al fracaso convirtiéndose la ilusión en postración y depresión. Hay que sopesar, tantear el triunfo, así como también la posibilidad derrota. 

 25.- Poner en movimiento a una gran parte del pueblo entraña motivación a que se ponga en tensión con la finalidad de lograr el objetivo que con su pasividad no había alcanzado, de donde resulta que al ser estimulada responde a la exaltación persuadida de halagüeños resultados.

 26.- La realización de un proyecto político que aspira a ser distinto a los existentes en lo que a método y programa se refiere, debe ser dirigido para actuar con suma inteligencia, sentido objetivo y práctico; y en ningún momento perder la lucidez para mover con razonamientos convincentes, argumentos concluyentes, fines loables y alcanzables. 

IV.- Ante un nuevo llamado de marcha verde

27.- Ahora, nuevamente, marcha verde ha llamado a contribuir a la reactivación de las movilizaciones multitudinarias, tomando como base las consignas  que en su momento  impulsaron al pueblo a las movilizaciones  con entusiasmo  desbordante.

28.- Los coordinadores de marcha verde han llamado a una actividad de contenido cívico  a efectuarse  en Santiago, el día domingo  14 de julio, con el objetivo de: a)  contribuir a la reactivación contra la corrupción en todas sus manifestaciones; b) persistir en la urgente necesidad de una justicia independiente, que juzgue y condene a los corruptos obligándoles a devolver lo robado; c) denunciar  y enfrentar  los actos de corrupción en todas sus modalidades; e) contribuir a un amplio apoyo a los reclamos comunitarios por mejores condiciones de vida y respeto a sus derechos humanos; f) respaldar las justas demandas  de los diferentes sectores sociales del país; y,  g) todo aporte  a la defensa de la dignidad nacional y el estado de derecho en la República  Dominicana.

29.- En nuestro país, procede contar con el apoyo de los mejor de la sociedad dominicana toda actividad  que tenga por finalidad  el adecentamiento de la vida pública y el fortalecimiento de las instituciones   para hacer más llevadera la vida democrática.

Santiago de los Caballeros,
10 de julio de 2019.