Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Un cuerpo social enfermo y signos de su
padecimiento
1.- Para
llegar a la solución de un problema
pueden utilizarse diferentes vías, y
aplicar distintos métodos; el procedimiento eficaz será aquel que nos lleva a
obtener el resultado correcto. Para explicar la existencia de un fenómeno
social, y su comprensión no resulte
difícil, lo más atinado es recurrir a desarrollar su aclaración por medio de sencillas
comparaciones. El cotejo de ejemplos simplifica, hace explícito lo que queremos dilucidar.
2.- Así, para hacer evidente la existencia de una
sociedad enferma, la forma más fácil es
relacionarla con una persona afectada en
su salud, y un político haciendo el papel de médico, que recurre a prácticas de análisis de
laboratorio e imágenes a fin de
descubrir la enfermedad del paciente; y el dirigente político para llegar a
conocer el comportamiento de electoras y electores desde el
punto de vista de su conducta,
debe someterlos a examen, disgregar su forma de actuar.
3.- El cuerpo de un ser humano puede estar sano,
con una lesión leve o una grave enfermedad.
El facultativo, dependiendo de la naturaleza del quebranto y el grado,
determinará los medicamentos que ha de aplicar.
4.- Lo que ocurre con el organismo humano, también
sucede con la colectividad social, la
cual puede estar saludable, quebrantada o sumamente enferma, como se encuentra hoy la sociedad dominicana
afectada de una dolencia crónica. La
afección de los tejidos del ordenamiento colectivo del país es alarmante, de una envergadura de amplias
ramificaciones tumorales dañinas.
5.- En el
interior del cuerpo social dominicano
enfermo se alojan distintos
segmentos que, como células malignas, atacan a cualquier órgano todavía
benigno. El galeno que trate de darle
seguimiento a la grave enfermedad de la
sociedad dominicana debe de emplearse a fondo, revestirse de mucho tino, ser
metódico y estar dispuesto a planificar con delicadeza el tratamiento que
decida aplicar.
6.- Para caracterizar la sociedad dominicana como
paciente grave, en ella hay que destacar la imperante degradación ética y moral; criminalidad, violencia, corrupción y
narcotráfico; infuncionalidad de las instituciones y descrédito notorio de los partidos políticos del sistema; ignominia de los servicios públicos; la mentira, hipocresía y doblez como cultura,
en fin, los tránsfugas, chaqueteros y oportunistas de toda laya.
7.- Lo indecoroso, impúdico, indebido, pecaminoso,
suciedad y procacidad son lacras presentes en el cuerpo social dominicano; taras que siguen al agrietado ordenamiento
económico y social del país, y les
acompañan a todas partes como la
sombra sigue al cuerpo.
II.- El tránsfuga alojado en el cuerpo enfermo dominicano
8.- Particularmente en política, en nuestro medio
ha existido una lacra que ha
desarrollado sus habilidades en la misma
proporción que sus ambiciones, y en concordancia con la descomposición, el
agrietamiento que existe en nuestro país.
Esa tacha, esa afrenta del
accionar político es el tránsfuga.
9.- No siempre es fácil adivinar las actuaciones de
los oportunistas, chaqueteros y tránsfugas porque sus actividades políticas
en raras ocasiones las transparentan;
nunca se franquean, tienden a
encerrarse, a no explayarse expresando su verdadero sentir.
10.- Así como el médico tiene que poner a funcionar
su talento para tratar al ser humano enfermo,
en política se necesita poner en tensión
la agilidad mental para conocer
a los tránsfugas. El dinamismo hay que agrandarlo en la política, actividad en
la cual la torpeza no tiene espacio
alguno. La agudeza, la intuición, el ojo político penetrante es un gran soporte
del político sagaz.
11.- Porque históricamente la actividad política ha
sido en nuestro país el medio
eficaz para escalar socialmente
sin ningún esfuerzo, es un mecanismo del cual hace uso el oportunista
quien tiene una formación para convertirse en
adecuada mercancía política para medrar
al amparo del erario.
12.- En el curso de la actual campaña electoral, el
reiterado comportamiento de muchas personas ha sido motivo de inquietud en
amplios sectores que siguen de cerca el accionar político en la presente
coyuntura.
13.- El proceder oportunista, el movimiento
ventajista de aquellos que repentinamente pasan de un partido político a otro,
demuestra que la incidencia en la
política está, al igual que en
otras actividades, por la
conveniencia, el aprovechamiento de la ocasión para el chaquetero sacar
beneficio sustancioso en el orden económico.
14.- No cabe ninguna duda de que para ser un
insistente brincador, saltador de una parcela política a otra, se requiere
estar moralmente formado como un pelagatos, echacantos, pelafustán, en sí, ser
un cero a la izquierda, uno de tantos sinvergüenzas.
15.- De la misma forma que hay trabajadoras
sexuales que hacen de la prostitución un modo habitual de vida, en la politiquería
abundan los tránsfugas que viven de la venta de su persona para hacer el papel
de voto cautivo, bufón, utíliti o
sinvergüenza.
16.- En modo alguno pretendemos zaherir a las
trabajadoras sexuales, por eso hacemos
la observación de que hay diferencia entre la mujer que ejerce la
prostitución por necesidad, porque el sistema la obliga a ella para subsistir,
y el degenerado chaquetero que vende su
alma, cuerpo y voluntad, porque es un subproducto social que busca vivir del
presupuesto de la nación burlándose del pueblo decente y trabajador.
17.- Para la desvergüenza ser parte integral de una
persona, necesita encontrar un ser
humano formado y desarrollado en la desfachatez, el descaro y lo impúdico. El
pudoroso, respetuoso y digno no da para ser mangante, deshonorable y granuja.
18.- La abundancia de tránsfugas es el resultado de
una sociedad en estado de descomposición, en la cual la exuberancia, la proliferación de poca,
escasa o ninguna ética impera, y la moral de hojalata guía la conducta de quien
no anda con culebreo, hipocresía ni sinuosidades para con vileza y total
canallada cambiar de color político con la
misma rapidez que mueve su cara de serio a hipócrita, de golfo politiquero a hampón.
19.- La actitud asumida por los oportunistas,
tránsfugas o chaqueteros, no la podemos
ver aislada de la forma que se comportan
diferentes segmentos de la sociedad
dominicana, que hacen de la ondulación, el recoveco y el ardid medios para hacer creíbles sus simulaciones. La
doblez, la treta es materia prima del
culebreante, zigzagueante y taimado.
20.- El caldo de cultivo de quienes cambian más de
partidos que de ropa interior, es el medio social dominicano que es propio,
adecuado a las actuaciones de los
individuos que en la porquería, en la marranería se mueven como peces en aguas
tranquilas. La caca politiquera que vende su hedor para agradar a quien la
compra y a sus aliados, sirve de fragancia a
ambientes electorales como el que
estamos presenciado ahora.
21.- La porquería politiquera sirve a los políticos
que desarrollan su campaña para
obtener votos en el curso de
festividades electorales, ambiente en el cual están presentes antisociales, sin
distinguir entre alcahuetes, trataconventos o intermediarios de poca
monta, cloacas o alcantarilla de desechos políticos.
22.- Mientras tanto, que siga la fiesta de los oportunistas, la
romería de los chaqueteros, que bien se
sienten viviendo del fingimiento,
colocándose el disfraz que más dinero les aporta en la mugrienta sociedad que
hoy padecen, por lo menos, las
dominicanas y dominicanos decentes.
Reflexiones finales
a.- Procede hacer la observación de que no es lo mismo militar en firme en un partido, aunque
sea del sistema, que ser
chaquetero. El que es miembro de una organización y se mantiene en ella, no hay
nada que criticarle, diferente al oportunista, que se mueve al partido que le
toca la música que le gusta, la del dinero fácil.
b.- La basura politiquera, el tránsfuga ha
contribuido positivamente a quitarle el velo que cubre la podredumbre que se
mueve en la sucieza, en partidos que
compran cualquier mercancía política moralmente devaluada.
c.- Alrededor de la conducta del chaquetero,
oportunista y trepador político, por lo general está todo aquello que en la
sociedad no sirve como persona, o como basura social sirve muy poco.
d.- La podredumbre de una sociedad es posible
conocerla por la forma que determinados individuos se comportan en el accionar político. En nuestro medio
son muchos los que participan en política que carecen de
valor personal, porque y a lo sumo llegan a semoviente.
e.- El comportamiento que asumen aquellos que
negocian su participación en la política, no difieren en nada de las ratas que
se mueven en conductos subterráneos de aguas residuales; habitan bien en
partidos vertederos. Es su lugar ideal, acogedor.
f.- Es posible encontrar individuos chaqueteros
sólo en una sociedad enferma como la
dominicana de hoy, que ha caído en la peor degeneración y condición de
decencia; que se ha corrompido hasta la médula; degradada hasta lo indecible;
depravada sin control alguno; pervertida
de arriba hasta abajo, y viciosa con tolerancia.
g.- Todo aquel que quiera conocer a fondo lo
podrida, putrefacta y descompuesta que está la sociedad dominicana, que haga un
alto, se detenga a analizarla desapasionadamente, y comprobará que la
misma necesita ser curada, devolverle
la salud. Hay que relanzar el país, con
un cuerpo social nuevo, totalmente
restablecido, con fuerzas motrices no
contaminadas.
h.- El ambiente dominicano hay que asearlo, ponerlo
adecuado para ser habitado por gente de bien; arreglarlo, limpiarlo de las
alimañas que en él se alojan, ordenarlo, quitando del medio a los que han desordenado la nación entera. Hay que
buscar la forma de vivir en un país distinto al actual que está
marcado por el desorden y lo sucio. Estamos moviéndonos en un espacio de
disparates, de ridiculez, como si fuéramos actores de mamarrachos.
i.- Los bichos, los tránsfugas, las sabandijas
politiqueras que han contribuido a enfermar la sociedad dominicana, hay que
salir de ellas. El país no puede ni debe
continuar como hasta ahora, esto tiene que cambiar, debemos eliminar esta sociedad enferma y construir una sana, robusta; innovar el ambiente de dañado a sano; renovar el medio donde estamos viviendo que
es, algo así, como una pocilga,
transformándolo en una comunidad
decente, habitable, acondicionándolo
para gente buena y sana, que sea la gran
casa apta, donde vivan seres humanos de comportamiento ajustado a las buenas
costumbres, no como estamos ahora pernoctando en una selva con luz, calles, avenidas
y tiendas de lujo.
Santiago de los Caballeros,
20 de febrero de 2016