Por: Ramón Antonio Veras.
1.- El
accidente es algo que escapa a la voluntad
en la vida de los seres humanos; es un contratiempo no esperado ni
querido, un suceso hijo de las
circunstancias. Lo imprevisto no está
dentro de los cálculos posibles, es lo casual.
2.- Para mi hijo Jordi Veras, la tentativa de
asesinato ejecutada en su contra el 2 de junio de 2010, fue un percance,
una casualidad; el salió de su hogar
hacia su trabajo matinal, y al llegar a su destino encontró la acción criminal
que había planificado la asociación criminal que acordó matarlo.
3.- Lo que para Jordi, resultó ser pura casualidad, el operativo de
los sicarios que lo esperaron al entrar a su centro de trabajo con el fin de asesinarle para éstos, ya era algo
pensado, debidamente premeditado; aquellos que hicieron la emboscada a mi
hijo tenían todo minuciosamente
pormenorizado, puntualizada la persona de Jordi, la hora y el lugar de trabajo, y cuál de los asesinos apretaría el gatillo para que
salieran las balas que hicieron impacto en la cara de Jordi, la víctima.
4.-Jordi, el lesionado con el daño causado
por la asociación de criminales pagados por Adriano Román, no había previsto
que, además de ser el perjudicado
por la banda de sicarios y el que
la pagó, también llegaría a convertirse en víctima de las debilidades del
sistema judicial.
5.-
Jordi no escogió la vía de la justicia ordinaria para decidir legalmente
sobre la culpabilidad o no de sus
verdugos, sino que fueron estos mismos asesinos que con su acto
punible, vituperable, se hicieron merecedores
de pagar con una sanción penal por su
acto criminal.
6.- Durante 69 meses, lo único que ha hecho Jordi es reclamar justicia, además de que ha tenido que sufrir la burla de los asesinos
a la justicia, y las debilidades de los mecanismos que rigen el proceso penal
del país.
7.- Por muy tranquila, inofensiva y
pacificadora que sea una persona, en ella la tolerancia, la paciencia tiene sus límites, y es cuando
considera que se le niega su legítimo derecho
a que se haga justicia. Luego de más de
69 meses de haber sido lesionado,
y después de 44 reenvíos, la mucha calma, el estoicismo cede
ante el enojo, el aguante desaparece,
la conformidad se torna
insoportable.
8.- Debo confesar que como padre fue
sumamente doloroso, altamente lastimoso, el día 23 de febrero próximo
pasado, ver a mi hijo Jordi, en forma
piadosa, con mucha conmiseración, solicitarles
a los jueces de la Cámara Penal de la Corte de Apelación de Santiago
que, no importa el fallo, pero que conozcan el asunto.
9.- Desde el mismo día de la tentativa de
asesinato contra mi hijo Jordi, he dicho, y reitero, que quisiera ser el último
padre que tenga la obligación de darle seguimiento a un proceso penal
relacionado con un miembro de su familia, y peor aún, cuando, como
el caso que me atañe, haya sido que mi descendiente fue mandado a matar por cumplir, seria y responsablemente,
con su profesión como abogado.
10.- Nuestra familia ha sido sumamente
paciente esperando que la justicia impere; con entereza y tolerancia hemos demostrado
mansedumbre. Seguiremos poniendo en práctica la perseverancia que nos ha
acompañado desde que ocurrió la tentativa de asesinato contra Jordi, con el
convencimiento de que en la medida que reclamamos se haga justicia en el caso
que nos afecta, contribuimos a que lo mejor de la sociedad dominicana no se
frustre y crea que estamos viviendo en una sociedad sin garantías de vida ni de bienes, donde la delincuencia se ampara
en legalismos para burlar la sangre de la víctima y el dolor de sus seres queridos.
Santiago de los Caballeros,
2 de marzo de 2016.