Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
1.- La vida en sociedad
sería sumamente fácil, llevadera, si todos los seres humanos tuviéramos igual
forma de comportamiento. La comunicación se establecería sin inconveniente
alguno, porque cada quien sería asequible sin dificultad, sin cortapisas de ninguna
índole.
2.- La igualdad de actitud
entrañaría similitud, analogía en el desenvolvimiento en el medio social. Pero
ocurre que la especie humana reacciona diferente, con posturas distintas,
conforme la sociobiología que toma tópicos sociales tradicionales y los
reexamina con términos biológicos de valor adaptativo.
3.- La realidad nos
demuestra que no podemos tener como elemento para conocer a una persona un
factor, un agente denominador común como individualizador característico de su
proceder frecuente.
4.- Tratar, codearse con
una persona permite advertir su forma de proceder y la acumulación de
conocimientos sobre el sentir de ella hace posible comprenderla en sus
reacciones; la compenetración contribuye a la identificación de sus hábitos que
llevan a hacer notorias sus
actuaciones. La frecuencia nos permitirá
conocer su forma de actuar.
5.- Lo anterior no quiere
decir, en modo alguno, que por el hecho de compartir durante mucho tiempo con
una persona la llega a conocer perfectamente. Nadie escapa a ser defraudado por
un simulador preparado para aparentar y encubrir la realidad con la imitación.
I.- Necesidad de conocer a
los demás
6.- En mi comunicación con
los demás trato de ser observador para comprender sus defectos y virtudes.
Partiendo de que nadie es bueno entero ni malo entero, procuro valorar a las
personas por la región del país donde nació y se desarrolló, por su extracción
social, ubicación clasista, cualidades de sensibilidad, probidad y lealtad.
7.- De entrada, siempre
presumo que la persona es buena, sana y confiable, suposición esta que mantengo hasta que
comienzo a darme cuenta que he errado en mi conjetura inicial. En lo adelante
procuro actuar ante ella con precaución para no ser víctima de mi propio
descuido, aunque debo admitir que, en algunas ocasiones, he caído de bobo.
8.- La minuciosidad ante
las personas no impide pecar de torpe porque
la agilidad de los ladinos está por encima del más agudo de los
espectadores. Por más atención que le ponga a los gestos de un falso, este
logra confundir al más avispado.
9.- Por lo regular, mi
candidez la practico ante personas de mi generación, las cuales tengo como un gran referente de
sinceridad, lealtad y reciedumbre ética. Me comporto sumamente candoroso cuando
estoy en presencia de un individuo cualquiera de mi época, lo que en los
últimos años de mi vida me ha causado decepciones que me han llegado a lo más
profundo de mi corazón.
10.- Los desengaños
sufridos me han llevado a reflexionar en el sentido de que tengo que cambiar el
hábito de fiarme por asuntos generacionales, personas que no merecieron mi
confianza, porque su proceder me llevaron al desencanto rompiendo mi normal
ánimo de satisfacción e ilusiones.
II.- Mi reacción ante una
acción dañina que me afecta anímicamente
11.- Cuantas veces una
persona de mi confianza me falla, saco de esa situación dolorosa una
experiencia que me impulsa a meditar; a pensar de forma sosegada para no
reincidir en inocentadas. La meditación oportuna me trae calma para revisarme
y, a la vez, reponerme olvidando sin resquemor lo ocurrido.
12.- Los golpes que recibo
por la ingenuidad como me comporto ante farsantes, los supero transmitiéndolos,
no guardando silencio; no escojo el camino de la reclusión y el confinamiento
para sustraerme a la realidad. Procuro eliminar mentalmente todo aquello que
puede constituir un obstáculo a mi libertad plena.
13.- Ocultar la verdad no
es de personas sinceras; enmudecer, sigilar por conveniencia o temor no eleva,
sino que reduce; ser comunicativo para orientar a los suyos contribuye a formar
seres humanos de bien para el futuro.
14.- Callar algo que debo
decir, no forma parte de mi comportamiento; de ahí que una vez resulto
lesionado por la difamación de un canalla, mi primera reacción es responder por
medio de un escrito que elaboro pensando en mis nietas y nietos, a los fines de
que lo tomen como experiencia para que no les ocurra algo semejante en el curso
de sus vidas.
15.- Las veces que elaboro
un trabajo con tinte personal no persigo hacer labor civilista ni de pontífice.
Pura y simplemente, busco llamarle la atención a mis más cercanos continuadores
sanguíneos de menor edad para que comiencen a saber lo que es la parte fea de
la vida.
16.- A los niños hay que
inculcarles el correcto proceder, la adecuada vida en sociedad y la necesidad
de la cortesía. Si aspiramos tener un país de ciudadanas y ciudadanos educados,
cultivados en las letras y las artes; instruidos, con buenos modales, debemos
aportarles todo lo que les haga posible ilustrarles.
17.- En el cerebro de las
niñas y los niños debemos de tratar que se fijen las ideas buenas, no las
malas, lo que podemos lograr mediante la prédica; a esos inmaduros y tiernos seres humanos hay
que edificarlos para que nos recuerden como sus fructíferos predecesores, no
como fútiles antecesores.
18.- Cada abuela o abuelo
determina la forma como trata a sus nietas y nietos; unos buscan hacerles que
se sientan bien poniéndoles en sus manos cosas materiales y otros, entre los
cuales me incluyo, les aportamos ideas, consejos que sirvan para formarlos para
la adultez.
19.- Me siento bien como
abuelo cuantas veces tengo la posibilidad de transmitirles a mis nietas y
nietos las vivencias, las experiencias, los sucesos en los cuales he
participado o he sido testigo directo. Procuro exponerles lo que ha sido mi
vida en el país, mis viajes y aventuras.
20.- Estoy en el deber de
hacerles saber a mis nietas y nietos que la vida no es como quieren que sea,
sino como está en la realidad y que a ellos corresponde eliminar lo negativo y
preservar lo positivo que nos ha dado la naturaleza y los hechos buenos por el
ser humano.
21.- Cada abuela o abuelo
debe hacer conciencia de la situación de descalabro en que se encuentra la
sociedad dominicana, y partiendo de esa realidad ha de actuar en consecuencia
con relación a la conveniencia de edificar a sus nietos y nietas en lo que
deben ser las mujeres y los hombres del futuro, en el adecuado comportamiento y
la correcta conducta humana.
22.- Procede hacerles saber
a las nietas y nietos que deben corresponderles a lo que en verdad se llama
pueblo dominicano con actos positivos como hombres y mujeres de bien;
retribuirle lo que de él han recibido, devolverle con aportes de su trabajo
material o intelectual; pagarle al país cumpliendo con sus deberes como
personas comprometidas con las causas justas, sin flaqueza, apatía ni
pusilanimidad.
23.- Las abuelas y los
abuelos sensatos no pueden ignorar que los adultos, que ya nos movemos dentro
de la tercera edad, no debemos abandonar el escenario, el ambiente social dominicano actual sin, por lo menos, hacer un
esfuerzo por llevarles a la niñez mensajes que les sirvan de sana orientación;
de motivación para que reflexionen sobre la necesidad de que se levanten
abrazando, reverenciando los buenos ejemplos, que se identifiquen con un modo
de vida decorosa, digna e intachable.
24.- Los abuelos y las
abuelas de nuestro país, que se mantienen en la brega por un futuro mejor para
sus nietas y nietos, les está prohibido jubilarse en la lucha por cambiar la
realidad vigente; licenciarse ahora equivale a dejarle el camino libre a los
que hay que arrinconar para que no sigan haciendo daño.
25.- Abuelas y abuelos
consecuentes con sus nietas y nietos, son aquellos que se mantienen en la faena,
en el accionar diario enfrentando lo nocivo, las lacras sociales; aprovechando
el tiempo hábil para cuestionar los abusos, impugnando los actos de los
canallas que con sus acciones bochornosas contaminan el medio social
dominicano.
III.- Reflexiones finales
a.- Por encima de todos los
vicios que corroen a la sociedad dominicana de hoy, debemos de confiar que se
han de formar niños y niñas con buena conducta; para que en el futuro nuestro
país cuente con jóvenes que abracen ideas nuevas, de decencia; muchachos y
muchachas que se identifiquen con las causas justas y que sean continuadores
del ejemplo de los que aquí han dado sus vidas por un mejor país.
b.- Si queremos que los
dominicanos y dominicanas del futuro actúen con voluntad propia, orientada a lo
recto, lo legítimo y justo, hay que guiar a la niñez en el sentido de que la
sociedad actual no es el modelo a seguir, porque está sucia, viciada y
contaminada; que corresponde a ellos limpiarla, sanearla desde arriba hasta
abajo; que deben prepararse para hacer labor de purificación social, eliminando
lo nocivo, separando lo dañino hasta alcanzar la creación de un nuevo orden
social.
c.- En un medio social como
el dominicano de hoy, las abuelas y los abuelos que creemos que no todo está
perdido, y que algo se puede salvar estimulando a las nietas y nietos para que
crean en la dignidad, el decoro, la honestidad y el actuar con vergüenza, ante
la proliferación de la indecencia a todos los niveles, debemos destinar tiempo
para enderezar la descarrilización que padecemos.
d.- El abuelo o abuela
cumple su objetivo de encaminar a sus nietos y nietas para que se levanten como
personas de bien, actuando con firmeza y determinación, haciendo caso omiso
"al qué dirán". El mundo es de los decididos, no de los medrosos,
miedosos y tímidos. Poco importan las tachas y críticas; hay que seguir
adelante sin esperar elogios ni alabanzas.
e.- No podemos desconocer
que en nuestro medio hay personas que, como dice el refrán, "no lavan ni
prestan la batea"; "no dan ni dicen donde hay". Son los mismos
que critican a quienes, ante la podredumbre social actual, se preocupan por
llevar sana orientación a sus nietas y nietos.
f.- A mis nietas y nietos
les he dicho que no me creo dechado de virtudes, modelo de abuelo, ejemplo de
civismo, portador exclusivo de la verdad, ni el ciudadano ideal. Pura y
simplemente, soy un ser humano preñado de defectos y escasas virtudes; que en
todo el curso de mi vida he tratado de ser consecuente con mi forma de pensar y
actuar, sin buscar nunca beneficios personales con el accionar en la vida
pública.
g.- Aunque la teoría de los
premorientes no es absoluta, creo en ella. Por tal razón, vivo convencido, y es
mi deseo, que he de morir primero que mis hijos, nietas y nietos; y además,
espero partir del mundo de los vivos sin dejar nada material como patrimonio
económico. Lo que sí aspiro es que mis descendientes reciban como herencia las
reflexiones objetivas, las vivencias comprobadas y los conceptos ajustados a la
verdad que les he transmitido; los juicios expuestos que se correspondan con la
realidad y las intenciones sanas que les he expuesto para que sean para la
sociedad seres humanos sustanciales y sostenedores de un ordenamiento social
que satisfaga las más legítimas aspiraciones de nuestro pueblo.
h.- Se hace necesario
sembrar en la conciencia de nuestro pueblo la creencia de que la expresión
contraria a la verdad, la mentira, solo sirve para engañar, y que la persona
que se mueve en base a embaucar nada bueno aporta para llegar a contar con el
hombre y la mujer que dicen siempre la verdad y son dignos de confianza.
i.- El individuo con el
cual queremos participar en la actividad política es ese que nos motive a dejar
de tener presente en la memoria todos aquellos actos que han convertido la
política en algo vergonzoso. Hay que
luchar para que el deshonesto, el impúdico no siga sobresaliendo en el trabajo político. Conviene marginar a ese ignominioso
que ha hecho que el decente se aparte del accionar social y político.
j.- Somos más los que
creemos que un país mejor es posible, que aquellos que no confían en el
porvenir de felicidad que merecemos y deseamos. Debemos fijarnos la idea de que
desarrollando seres humanos de sanos sentimientos vamos a llegar a compartir
con ciudadanos y ciudadanas que hagan olvidar el pasado de pesares. El tiempo
por venir necesariamente será para convivir con personas que expresen la parte
bonita de la especie humana.
Santiago de los Caballeros
11 de noviembre de 2019.