Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Los
progenitores de nuestro país
están hoy más comprometidos que nunca a sentar las bases sobres las cuales han
de levantar moralmente a los hombres y a las mujeres del futuro. La obligación
contraída por los ascendientes frente a sus vástagos, para que mañana sean ejemplos de buen proceder, es una
responsabilidad que no pueden eludir, sin importar las dificultades que estén
llamadas a enfrentar.
2.- No escapa al conocimiento de las
personas sensatas que el ambiente en el
cual nos movemos hoy, desde el punto de la honradez, no es el mejor. Ser honrado se ha convertido en
algo difícil en el comportamiento de muchos de los dominicanos y de las
dominicanas. Las rectas actuaciones deben ser enseñadas por los padres que
aspiran a formar bien a los que serán en el porvenir personas marcadas por el
signo de la probidad.
3.- Si se orienta a los hijos para que se
desarrollen como seres humanos dignos de ser honrados, de seguro que vamos a
tener munícipes con un gran concepto de honor. Resulta muy provechoso para
cualquier país contar en su seno con
ciudadanos y ciudadanas con la suficiente calidad para por su conducta merecer
el respeto y la consideración de los
demás. Una nación con entes sociales
bien educados sirve como modelo de honra a otros pueblos.
4.- Sin mucho esfuerzo nos damos cuenta que
aquellas personas que provienen de núcleos
familiares donde el papá y la mamá se esforzaron para que sus niñas y
niños asimilaran y ejecutaran las buenas costumbres han resultado ser
comunitarios de gran estima, sobrados méritos, cargados de nobleza y siempre
actuando dentro de los principios éticos y de conformidad con las normas de
alta moralidad.
5.- La familiar, la célula principal de la sociedad humana,
debe tener como guía a padres y madres
que por sus actuaciones sirvan de modelo a sus hijos y a sus hijas. Los buenos
progenitores son aquellos que son meritorios porque hicieron posible el enaltecimiento
de sus retoños, encumbrándoles como personas honorables.
6.- Porque la familia dominicana, al igual
que la sociedad en general, se ha deteriorado, aquí abundan los sinvergüenzas,
vagabundos y truhanes de todos los calibres, haciendo posible la presencia de
turpenes que constituyen una afrenta social y que continuamente son objeto de
merecidos vituperios.
7.- Los fenómenos que dañan el medio social dominicano son
causados por el sistema dominante y la mala formación que acompaña a amplios
sectores y clases; a grupos humanos que no han sido formados para resistir las
lacras que impulsa el ordenamiento económico y social que padecemos, basado en
la desigualdad de oportunidades para la mayoría de la población dominicana.
8.- A lo mejor de la familia dominicana le
conviene ir formando miembros que sean diferentes en conducta a muchos
individuos que en estos momentos constituyen una afrentar social porque han
olvidado todo lo que significa honestidad; no se preocupan por la integridad como virtud que adorna a la
persona, y se han llegado a creer que da lo mismo ser calificado como decente
que como corrupto.
9.- A la niñez dominicana de hoy hay que
guiarla para en el porvenir contar con ciudadanos y ciudadanas distinguidos por
la estima que merecen por el prestigio bien ganado por haber llevado una vida
apegada a la probidad. Aquel que es formado en la moralidad rechaza de por vida
todo acto de corrupción. El ser humano hecho para conducirse limpiamente
permanece al margen de las acciones pecaminosas vergonzosas y censurables.
10.-
La correcta instrucción hogareña y escolar resulta edificante para la sociedad tener en el mañana a mujeres y hombres llenos
de civismo, y que tengan como línea de conducta
ser limpios por entero. Aleccionar, aconsejar a los compatriotas que
mañana van a dirigir desde el Estado a
nuestro país, es formarlos diciéndoles, entre otras cosas, qué es la
corrupción.
11.- En el hogar y en la escuela hay que bien
educar a los hijos y a los estudiantes en el sentido de que es obsceno, escandaloso, indecente y
de toda forma censurable practicar la corrupción. Debemos hacer patente,
sermonear con calidad para hacerlo, que la corrupción hace agusanado, podrido, pervertido y
despreciable al corruptor y al corrupto. Desarrollo a continuación la
depravación expresada como fenómeno que hace vil y malea la sociedad.
I.- Sistema y
fenómeno de la corrupción
12.-
Cuando hablamos de un sistema nos referimos a algo que
funciona en forma constante, uniforme; responde a una organización debidamente estructurada; diseñada de tal
forma que nada está aislado, todo va
concatenado. La uniformidad es la
esencia que identifica a un sistema.
13.- Un sistema social genera toda una serie de fenómenos que le son
inherentes, le acompaña a todas partes, como la sombra sigue al cuerpo; es
una totalidad de piezas presentes en el medio social y no
desaparecen mientras se mantenga el
cuerpo que las aloja.
14.- Al sistema capitalista, sin importar que
sea desarrollado o subdesarrollado, le
acompañan, en forma indisoluble, fenómenos que le son propios, no
puede liberarse de ellos
porque les son innatos a su existencia en cualquier sociedad.
15.- El
de la corrupción es de los
fenómenos sociales propios del capitalismo;
hay una ligadura tal que uno no existe sin el otro. La corrupción florece, brota de las entrañas mismas de ese ordenamiento económico,
político y social. No se presenta de
inmediato, sino que lo hace lentamente, poco a poco; calmadamente va siendo asimilada, suavemente
penetra en la conciencia de amplios segmentos de la comunidad.
16.- La
inserción del fenómeno de la
corrupción en la sociedad es consecuencia del deterioro del sistema que le
sirve de sustentación; así como se agrieta el ordenamiento económico, se va
cuarteando el medio social.
17.- El proceso de agrietamiento social como
es el caso de nuestro país, llega a un grado tal de descomposición que no es
posible recomposición alguna; en esa etapa la putrefacción se hace
insoportable, la corrupción toma el
imperio y domina la sociedad. Se hace imposible soportar la putrefacción, la
pudrición que se siente en el ambiente.
18.- La sociedad dominicana actual es un vivo
ejemplo de lo que es un medio dañado, en el cual la corrupción es más fuerte que todas las
instituciones que componen el Estado. La
perversión, el desenfreno se advierte
por todas partes, la degeneración es notoria, y la amoralidad es
aceptada como parte de la cotidianidad.
II.- Modalidad y poder de la corrupción
19.- La corrupción penetra en la sociedad mediante diferentes
modalidades; se desarrolla con distintas particularidades tomando en cuenta el
alto o bajo desarrollo del sistema
social que la genera, y la manera de como influye cambia de una persona a otra.
20.- Porque
sabe que actúa en forma sucia, por muy estúpido que sea o aparenta ser el corrupto, trata de no ser
chapucero en sus actuaciones; chapucear
no es normal en el corruptor ni en el
corrompido. Ambos tratan de operar con habilidad, ser perfeccionistas, nunca
desmañados.
21.- Al momento de incurrir en una acción
corrupta, el corrupto trata de perpetrarla sin dejar el menor rastro, porque
supone que la más leve señal puede ponerlo al
descubierto. La clandestinidad, ocultar, mascarar, o de cualquier forma
tapar, favorece al corrupto.
22.- A veces, la corrupción se hace notoria, se advierte sin mucho
esfuerzo, mientras que en otras
ocasiones hace acto de presencia con mucha sutileza, armada de argucia cuando su portador
es muy agudo y procede con suma
fineza.
23.- La corrupción es
ejecutada con habilidad, con alta dosis de ingenio, aunque también se
practica con impericia. La actitud del actor determina si la operación corrupta
ha sido la obra de un habilidoso o un estúpido.
24.- El corrupto, en determinadas ocasiones deja huellas y siguiéndolas es posible descubrir sus
fechorías; si la exploración da como resultado la comprobación de la operación dolosa, es posible ponerla en
evidencia ante la sociedad, aunque ésta
al final no resulte resarcida por el daño recibido.
25.- Los corruptos tratan de operar ingeniosamente para alcanzar
el objetivo delincuencial que se proponen, estar al margen de la justicia, disfrutar de impunidad; y contar
con aliados que sirven para apañar sus diabluras.
26.- El tiempo se convierte en aliado de la corrupción, hace posible
se constituya en una estructura
que sirve para sus actores moverse tranquilamente; una vez la
corrupción es un entramado
delincuencial, tiene garantizada la
impunidad.
27.- La corrupción insertada
en la sociedad, con poder, se convierte en autoridad, adquiere
jurisdicción marcando su imperio en todo
el ordenamiento social, económico y político. En lo adelante, el corrupto se considera que ha recibido poder para
representar a la sociedad, algo así como un poderhabiente vigorizado.
28.- Aquel que se mueve en el mundo de la
corrupción conoce el ámbito donde lleva a cabo su actividad;
sabe cómo moverse para tener el dominio,
la ascendencia en el medio social y no ser rechazado, y sí recibido como un
mayoral, un soberano amigable.
29.-
El que practica la corrupción, es fino en su trato, se comporta elegante, sumamente primoroso,
delicado, altamente exquisito para relacionarse; llega a confundir su roce con los demás como algo familiar.
30.- La corrupción en el medio social dominicano no es una ficción, fábula o artificio; es una
realidad que a cada instante nos da en la cara; es una verdad irrefutable; no
es una quimera ni una aprensión, es algo axiomático, es un fenómeno que está
aquí, presente por todas partes, y que
nadie con sano juicio puede
discutir.
III.- Actitud ante la corrupción
31.-
La corrupción, como todo fenómeno social, la percibimos por medio de los
sentidos, como fruto de la experiencia acumulada en el diario vivir. No podemos verla como algo pasajero, hija de las
circunstancias.
32.- En un mismo ambiente, personas de igual
clase social, pueden tener forma diferente de asimilar, captar un vicio social
determinado. A veces, lo nocivo aceptado
por un sujeto, es rechazado por otro,
aun teniendo origen social semejante.
33.- En sociedades heterogéneas, integradas por diferentes clases sociales,
los fenómenos no son asimilados de igual forma y, por vía de consecuencia, el
comportamiento no es el mismo, la conducta cambia de una clase a otra.
34.- Ante la existencia de la corrupción, no todos los que componen
la sociedad adoptan frente a ella igual actitud; unos la enfrentarán,
otros se comportarán indiferentes, y
muchos se limitarán a
sacarle provecho.
35.- Aquellos que se benefician de la
corrupción la santifican, presentándola
como algo normal, común y corriente; argumentan que siempre ha existido y existirá
y que, por tanto, hay que
convivir con ella como un mal necesario.
36.- Los indiferentes, portadores de la
ideología individualista, sólo
atienden a sus intereses, los
cuales colocan por encima de los de la sociedad. Para ellos la corrupción les resbala, no les importa, son
insensibles, se muestran desinteresados.
37.- De los que rechazan la corrupción por dañosa, inmoral, impúdica y perversa, unos creen que basta con denunciarla como negativa e
identificar corruptos, mientras otros consideran que lo
correcto es denunciarla como
formando parte del sistema y para
erradicarla de raíz proceden luchar en
su contra como un mal sistémico.
38.- Accionar contra la corrupción como un mal que puede desaparecer con
paliativos, contribuye a sembrar ilusiones en la conciencia de amplios sectores
de la sociedad que la rechazan como algo pecaminoso que merece el desprecio por
nefasta.
39.- Siendo la corrupción un tumor
que daña el cuerpo social, para
erradicarlo hay que atacarlo
en su raíz, con la finalidad
de que desaparezca definitivamente, sin posibilidad de volver a germinar.
Tratar la corrupción con métodos superficiales permite su permanencia
nociva en la sociedad; es prolongar su existencia, y con el transcurrir de su vigencia llega a convertirse en algo endémico.
IV.- Sembrando la confusión en la lucha contra la corrupción para no
enfrentar el sistema
40.- Aquellos que subestiman la inteligencia del pueblo dominicano,
utilizan todos los medios posibles para crearle confusión con relación a distintos fenómenos que se dan en el seno de la sociedad.
41.- Son los mismos que procuran hacerle
creer al país, que es igual prudente que tonto, sensato que estúpido,
atento que cándido, sencillo que incauto, en fin, se las arreglan para inducir a que se acepte que da lo mismo
ser franco que deslenguado.
42.- El error de visión para ver con claridad un problema, y
la falta de acción certera para
combatirlo, a veces es fruto de un análisis errado de la
vía para lidiar, para batallar y vencer.
43.- La confusión que lanzan ideólogos del sistema para sembrar
el desconcierto en la conciencia de las grandes mayorías nacionales, ha dado sus frutos porque las ha
inducido a equivocación, fijando un enredo de enfoque en temas que requieren
un análisis correcto, en torno a un
asunto que necesita una consideración
precisa para encauzarlo con éxito.
44.- Aquellos que siembran el confusionismo en el seno de nuestro pueblo
procuran hacerle creer que lo
sistémico, lo generado por el sistema es
algo individual, personal, coyuntural;
que no es propio del ordenamiento establecido, que es momentáneo, y
que en cualquier momento puede
ser superado. Son los que creen que
persiguiendo un corrupto se acaba la corrupción.
45.-
Constituye un grave error personificar un fenómeno social en una persona; esto desnaturaliza el
método que se ha de aplicar para la
erradicación de lo que representa una
tara social. No se acaba el fenómeno de
la prostitución eliminando las
prostitutas, ni matando los pobres se
acaba con la pobreza.
46.- La desigualdad, el hambre, la miseria,
el egoísmo, el individualismo, la
discriminación, y otros vicios sociales,
al igual que la corrupción, son fenómenos sociales inherentes al sistema
que padecemos los dominicanos y dominicanas.
47.- Enfrentar la corrupción como fenómeno social, entraña combatir el
sistema que le sirve como caldo de cultivo; de lo contrario se hace una labor
inútil, infecunda; sería proceder con torpeza, una acción innecesaria por
ineficaz.
V.- Los aliados en la corrupción
48.- Entre dos personas debe existir
afinidad para lograr la unidad, identificación en el fin perseguido y avenencia para
mantener la comprensión. El autor y el cómplice de la corrupción establecen concordancia en base a
resultar beneficiados de operaciones
corruptas.
49.- La podredumbre de la corrupción hace posible la unidad de indiferentes y
aprovechados; con su actitud hacen alianza impúdica, exhibiéndose como una
mancuerna de mamíferos
alimentados por una misma ubre.
50.- Entre el que la practica y el que
indirectamente se beneficia de la
corrupción , hay concurrencia de
beneficiados, y la identidad en sacar
ganancia posibilita sincronía en no
atacar lo que es deshonesto.
51.- No se puede esperar que los aliados de la corrupción van a identificarse como socios. Se comportan como no participes
en acciones corruptas; extraños a la
suciedad, pero unidos en socavar, excavar hasta
lo último en complicidad, y también para socapar, taparse para no ser denunciados
y sancionados.
52.- El mundo de la corrupción descansa para su ejecución
en un tejido de complicidades, sin las cuales resulta imposible llevarla
a cabo; de ahí la importancia que el
corrupto le da a su coautor.
En nuestro medio, colaboradores de
corruptos se presentan como desligados de las acciones ilícitas de sus
compinches, para no figurar como
encubridores en las maquinaciones para la depravación.
53.- Corruptos directos e indirectos, para
los fines resultan iguales, porque su alianza tiene por base delinquir,
cubriéndose como aliados con sentido de mutualidad en la repartición de lo obtenido bajo la ilicitud. La colaboración en la operación corrupta hace posible la consumación de la
trama para defraudar.
54.- El corrupto y su colaborador, lesionan
por igual a la parte sana de la sociedad, porque uno y otro, en comitiva, acuerdan depredar, o de cualquier forma despojar a alguien de lo que posee honradamente, y cuando es al
Estado se ofende a todos los miembros de
la comunidad.
Santiago de los Caballeros,
9 de octubre de 2019.