Por:
Ramón Antonio Veras.
I.-
Las inquietudes de Onelio y la coherencia
1.-
Onelio Espaillat Campos, quien en vida fuera alto dirigente del Movimiento
Popular Dominicano-MPD-, en el curso del régimen de los doce años del doctor
Joaquín Balaguer, una vez resultaba detenido por cuestiones políticas uno de sus compañeros en la Región del Cibao,
se comunicaba conmigo, y además de solicitarme encargarme de la defensa del
apresado, me pedía que le consiguiera copia del expediente para analizar las
declaraciones hechas por el detenido y así determinar cómo se había comportado
ante los organismos represivos.
2.-
Mi amigo Onelio, luego de estudiar el expediente que previamente le había
entregado, si consideraba que su compañero se había portado débil, que no
demostró firmeza ideológica frente a los investigadores, me decía; “Negro, por
piedad sigue defendiéndolo, pero quiero que sepas que al parecer le dieron una
pela para que confesara y veinte para que se callara; ese pendejo se rajó, se
degomó por completo”. Por el contrario, si Onelio advertía que su camarada se
había comportado con bravura en los interrogatorios, entonces me comentaba.
“Ese compañero es un duro, no cedió, hay que protegerlo hasta lo último”.
3.-
El objetivo de Onelio, de conocer el comportamiento de sus compañeros ya en
manos de sus adversarios, era comprobar su firmeza o debilidad ideológica, la
concordancia o incongruencia para dominar o no sus actuaciones.
I.-
La sociedad y los inconstantes
4.-
El individuo de sólidos principios se conserva inalterable sin importar
circunstancias adversas o favorables; el infortunio o la dicha no modificará su
forma de actuar; será el mismo para, conforme su creencia, responder en sentido
positivo o negativo. Los fundamentos que sirven de base a las convicciones
guían las actuaciones; el pensamiento está condicionado por las ideas que ha
asimilado el que acciona demostrando responder a lo que es su ideario, la
ideología que llega a convertirse en la conductora de sus ejecutorias.
5.-
En la medida que la sociedad dominicana se ha ido degradando, en igual sentido
se desarrollan ciudadanos y ciudadanas que acomodan su conducta, carácter y
proceder a lo que individualmente más les conviene. La utilidad y la ventaja
doblan la voluntad para que se imponga la cultura ventajista que bien cultiva
el oportunista. No se puede esperar idealismo, nobleza y espiritualidad en
quien tiene su cerebro organizado para vivir de la oportunidad que más
conviene.
6.-
Una vez las sociedades se debilitan por las taras que las corroen, comienzan a
nacer y desarrollarse mujeres y hombres que hacen de la volubilidad la cualidad
que les identifica como personas de conducta caprichosa, porque proceden sin
darle la importancia debido a las cosas que merecen especial atención; su
ligereza la dejan ver en cada acto porque personalmente son insustanciales;
demuestran no tener el espíritu que se requiere en aquellos que por su
dinamismo cambian la situación de los pueblos de negativa a positiva, y de
desesperada a esperanzadora.
7.-
Lo que a diario observamos en nuestro medio es que no abundan los hombres y las
mujeres de ideas sólidas; la entereza ha ido convirtiéndose en algo no común en
el proceder de la generalidad de nuestros coterráneos. Están predominando
aquellos que al actuar lo hacen bajo la influencia de la vacilación, dejando
entrever que la duda les lleva al titubeo y que su accionar es fruto de la
incertidumbre. La fortaleza, la entereza en las creencias se está debilitando
lo que revela inestabilidad emocional.
8.-
En la generalidad de los que participan en el accionar político nacional, sin
mucho esfuerzo se comprueba que tienen en su cerebro un vaivén ideológico
violento que no les permite mantener coherencia en sus posiciones. El balanceo
en sus planteamientos lo llevan a presentarse dando bandazos. Ese que pasa
huyendo de un partido a otro, el tránsfuga que tanto abunda aquí, es el que se
mueve alternativamente hasta ver dónde se aloja a su mejor conveniencia
económica.
9.-
Ese político vacilante que al parecer no sabe lo que quiere, muchas veces saca
ventaja a su estado de indecisión porque aunque aparenta estar inseguro, en el
fondo de su alma tiene idea fija de lo que busca y le conviene. El oportunista
de la política cubre su sinvergüencería con un ropaje de ingenuidad matizado de
vacilación. En un ambiente político donde sobresalen los cafres se utiliza
mucho el mecimiento, el traqueteo, el zigzag, porque impide conocer a fondo al camaleón, a ese que cambia de
parecer según su interés.
10.-
Así como hay muchos animales que tienen rayas o manchas en su pelaje para
camuflarse, también en nuestro país abundan profesionales de la política que
para ocultar las ideas que emanan de sus cerebros y pasar por inadvertidos, se
hacen los tontos, los despistados. Aquel que se mueve en línea quebrada, que
anda culebreando en cualquier actividad que hace habitualmente es un zafio,
aunque se presenta como todo un refinado personaje. Ese que simula sentimientos
que no tiene es el farsante que quita seriedad y encanto a la política.
11.-
El portador de ideas con doblez se maneja con ambigüedades y sosteniendo
posiciones adecuadas para ser ablandadas o torcidas a conveniencia de quien
hace de adversario. El inconsistente es fácil de suavizar, supeditar o hacer
flaquear porque está preparado ideológicamente para someterse a la voluntad de
otro. Solamente el que aguanta porque está lleno de entereza y con criterios
sólidos, se conserva firme, con tenacidad defendiendo en lo que cree por convencimiento.
12.-
Es posible salir victorioso en una lucha o competición sin tener que inclinar
la cerviz; sin deprecación obtener lo que se procura lograr. La vida nos ha
enseñado que aquellos que prevalecen en la conciencia de sus pueblos y se hacen
merecedores de elogios son los seres humanos que se imponen sin tener que
arrodillarse. No es acreedor de merecimiento alguno, sino de censura, el
ciudadano o la ciudadana que cede en sus principios para escalar en lo
político, económico o social.
13.-
Merece ser considerado consistente aquel que ha proseguido en una postura sin
desistir de sus ideas, cejar en sus convicciones ni abandonar los objetivos que
ha proclamado y por los cuales se inició en la batalla para lograrlos. La norma
de conducta mantenida sin tacha ni claudicación eleva a quien la honra.
14.-
La comunidad humana necesita contar con grupos de personas que prueben tener la
tenacidad para la realización; constancia en la continuación de la tarea
comenzada. El individuo perseverante es el que insiste en obtener lo que ha
motivado su accionar, y forma parte de los que hacen posible los cambios que
requiere la sociedad para progresar.
15.-
Ese hombre o esa mujer que tiene bien definida y organizada sus ideas, está
llamado a triunfar por el conjunto ordenado de las reglas y principios que le
sirven de orientación. Tener un plan de trabajo, una técnica para ejecutar, es
demostración de estar sometido en su forma de obrar a un sistema invariable y
metódico. A diferencia del variable y desordenado, el sistemático se acopla a
una línea de pensamiento ajustada a la razón.
II.-
Comenzar con la niñez
16.-
Nuestro país necesita formar ciudadanos y ciudadanas que sean coherentes, es
decir, que actúen de acuerdo a sus ideas y principios. Se impone producir un
ser humano instruido, que se vaya desarrollando y educando con los conceptos,
creencias y opiniones que en su conjunto constituyan su pensamiento; que su
entendimiento esté acorde con lo que va a ejecutar; que haya armonía,
combinación entre pensar y obrar.
17.-
Para llegar a contar con entes sociales que en el futuro sean consecuentes; que
piensen y obren con coherencia, es preciso comenzar a trabajar la mente de las
niñas y los niños en los hogares y en las escuelas. Educando a la niñez para
que en el mañana actúe con conexión lógica, ilación y pertinencia, es posible
llegar a tener personas que en sus ejecutorias esté el sello de su sano
pensamiento.
18.-
Si estamos conscientes de que se hace necesario contar con personas que tengan
un comportamiento distinto al de las de ahora, se impone darle forma a ese que
será miembro de una sociedad con una ética y moral opuesta a la actual. El
hipócrita, engañoso, simulador, fingidor e insincero no deben continuar
desempeñando el papel del individuo destacado de la sociedad. La franqueza hay
que rescatarla para que vuelva a ser una virtud y no una simple pose.
19.-
Necesitamos preparar jóvenes de carácter, con esa manera de ser que distingue a
una persona de otra, y así saber que cuando hablamos con una ciudadana o un ciudadano lo estamos
haciendo con alguien de solidez de pensamiento, que merece ser escuchado porque
lo que dice es verdad, aunque pueda estar equivocado. En la actualidad no
sabemos cuándo escuchamos a un farsante o a un ser íntegro, porque abundan los
simuladores y los inestables.
20.-
No debemos continuar departiendo con personas de proceder vergonzosos,
censurable, que hoy se presentan como santos y mañana como demonios. Es bueno
contar con individuos sin tacha, honrados, rectos, probos, que se venden como
intachables y realmente lo son. Lamentablemente, en la actualidad nos estamos
moviendo al lado de grupos humanos que por sus actuaciones revelan que tienen
problemas de conducta; que les hace falta educación domestica; adiestramiento
familiar; enseñanza cívica y disciplina para hacerle honor a principios éticos
y morales.
21.-
En el país está haciendo falta el munícipe que inspire respeto por su coherente
comportamiento y esté hecho de una sola pieza. Necesitamos contar con ese ser
humano sin dobleces; que no engañe simulando y burle fingiendo; no tome el pelo
al amigo; no haga del fraude una habitualidad; que sea original por entero y no
mitad farsante y medio sincero; que no se comporte como un canalla por la
mañana, decente por la tarde y en la noche una mezcla de honesto y truhan. El sinuoso y el recto
no deben merecer igual trato; el bribón y el discreto deben ocupar espacios
diferentes en la vida pública.
22.-
La manera de portarse debe servir para identificar a los hombres y a las
mujeres con los cuales contar para construir la República Dominicana a que
aspiramos y merecemos tener; que esté compuesta por ciudadanos y ciudadanas con
un estilo de vida que sea la expresión de su proceder para así honrar la idea
de que “la conducta es un espejo en el que cada cual muestra su propia imagen”.
A las niñas y a los niños en el hogar y en los centros escolares hay que
enseñarles que: “He de portarme siempre como si la norma de la conducta de mis
actos hubiera de convertirse en ley universal”.
Santiago
de los Caballeros,
15
de octubre de 2018.