Ramón Antonio Veras
I.- Una época de intelectuales
brillantes
1.- No sé, a lo mejor, quizás.
Podría estar en parte o totalmente equivocado, pero es mi creencia que la
sociedad dominicana de hoy tiene en su seno las mujeres y los hombres de más
alto talento, mayor preparación académica y destreza para todas las
actividades. El país dispone de personas que se pueden desempeñar con superior
calidad; son excelencias en lo que ejecutan.
2.- Precisamente, por el gran
nivel de inteligencia y capacidad que le atribuyo a la intelectualidad
dominicana, me sorprende la forma como algunos plantean problemas inherentes al
ordenamiento económico, y en lugar de decir claramente dónde reside la
sustancia principal del fenómeno, el meollo del asunto, recurren a lo marginal.
3.- Sorprende que intelectuales
brillantes, escudriñadores de relevante categoría, así como políticos de fuste,
no expongan con claridad cada uno de los pequeños elementos que componen los
fenómenos sociales que vivamente lesionan a nuestro pueblo.
4.- El motivo por el cual he
hecho referencia a la gran cantidad de personas sobresalientes con las cuales
contamos, y el hecho de no decir cuál es real y efectivamente la causa
fundamental que hace posible la existencia de toda una serie de lacras, es
porque creo que nuestro pueblo merece que le sea descifrado lo que se le está
presentando como un enredo que no puede ser explicarlo en forma sencilla,
aunque en verdad no hay tal maraña, sino interés en no ponerlo todo claro y
ordenado.
5. Hace unos meses, en los marcos
de la reunión de cancilleres de los países que integran el Sistema de
Integración Centroamericano (SICA) efectuada en el país, uno de los cancilleres
planteó “la creación de políticas para enfrentar los retos y desafíos y lucha
contra la pobreza”.
II.- No basta señalar la
enfermedad, sino también la causa
6.- No es posible resolver el
hambre de comida allí donde predomina un sistema social que descansa en la
desigualdad de oportunidades. El salario que devenga un trabajador no
representa el real poder adquisitivo para adquirir los alimentos nutritivos
indispensables para conservar buen estado de salud y una subsistencia digna, y
en peor situación se encuentra la gran masa de trabajadores que no están
insertados en el mercado laboral.
7.- Es algo pensado sin
fundamento hablar de la solución de la escasez de comida como algo que se puede
resolver con simples pronunciamientos y buenos deseos. Una cosa es exponer la
falta de alimentos y otra, muy distinta, encontrarle solución bajo un sistema
que genera miseria.
8.- El sistema social bajo el
cual vivimos hoy los dominicanos y las dominicanas, es causante no solo del
fenómeno del hambre, sino también de otros que nos afectan por igual. Los males
que padece nuestro pueblo, entre los que se destacan desempleo, analfabetismo,
insalubridad y falta de techo, así como corrupción y prostitución, solo pueden
desaparecer mediante una transformación profunda que rompa por completo con el
estado de sostenimiento actual.
9.- De la misma forma que se
elaboran discursos para supuestamente acabar con el hambre, también se llama a
la lucha contra la prostitución ejecutada por mujeres, como si estas vendieran
su cuerpo y caricias porque es su deseo, y no por necesidad para satisfacer
necesidades de subsistencia. La eliminación de la prostitución, al igual que el
hambre, no es cuestión de simples deseos y consignas, sino de cambios efectivos
en la base económica que la hacen posible, de donde resulta que el fenómeno de
la prostitución tiene raíces económicas y sociales, lo mismo que el hambre.
10.- El cantaletear para
enfrentar el hambre y la corrupción, sin llamar a combatir aquello que las
genera, también se utiliza para motivar la brega por la igualdad del hombre y
la mujer, cuando lo correcto es decir que el problema femenino es tan solo un
aspecto del problema social general, que solo puede tener solución definitiva
con la destrucción de los contrastes sociales y la eliminación de los males
derivados de ellos. No basta con ubicar la enfermedad y definirla, si no cuál
es su caldo de cultivo.
11.- El régimen actual está
estructurado en lo económico y social para tener como aliadas incondicionales
todas las tachas que dañan al ser humano y a la sociedad en general. El hecho
de que el ordenamiento actual esté acompañado por lacras que le siguen como la
sombra al cuerpo, manda el mensaje de que para liberar el cuerpo social
dominicano de iniquidades y degeneración, se impone un cambio real que vaya al
fondo del problema, no a tocarlo por las ramas.
12.- Aunque hay fenómenos
sociales nocivos impulsados por el sistema actual que llaman la atención, hay
otros que no se advierten con facilidad y que, al igual que el hambre, la
corrupción y la pobreza, están presentes en nuestro medio, como es la
imposibilidad del desarrollo integral del ser humano. En el medio nuestro no es
posible la verdadera igualdad entre las personas porque no existen las premisas
materiales indispensables para que exista. Mientras tanto, la igualdad jurídica
andará por su lado, y la de las oportunidades está en veremos.
13.- En el medio dominicano la
igualdad se convierte en apariencia, en una simulación, porque el orden
económico se encarga de impedir el desarrollo de las capacidades de las grandes
mayorías, mientras posibilita la completa formación y preparación de una
minoría. Por mucho tiempo seguirá siendo un ideal alcanzar la igualdad de
oportunidades.
III.- La ideología como guía
lleva a la conciliación o a la lucha social
14.- La lucha por conquistas
sociales tiene muchas aristas, por lo que siempre existe la posibilidad de
manejarla dependiendo de la conveniencia de aquel que la ejecuta. El conjunto
de las ideas que abraza el que plantea la necesidad de los cambios económicos,
políticos y sociales, encierra un ideario que es su guía para accionar. La
doctrina le dice al activista social el enfoque que le debe dar a determinado
fenómeno para orientar en uno u otro sentido. Cada persona tiene en su cabeza
una forma para realizar el mandato de su conciencia.
15.- Algunos cientistas, muy bien
instruidos en las ciencias sociales y ampliamente entendidos en el
desenvolvimiento de la realidad del país, se les hace difícil decirles a
aquellos a quienes se dirigen que hambre, prostitución y corrupción, lo mismo
que la desigualdad de que es víctima la mujer, tienen carácter sistémico, es
decir, están en la estructura que los engendra.
16.- Un ciudadano cualquiera,
político profesional o no, puede tener la opinión de que la solución de los
problemas de su país está en implementar reformas que representan una
innovación parcial que conserve la esencia de la situación existente, sin
afectar los fundamentos del régimen social vigente. El reformador social está
bloqueado ideológicamente para enfrentar de raíz los fenómenos nocivos de la
sociedad, aunque rechace la corrupción, la prostitución y el hambre.
17.- En nuestro país hay un
sinnúmero de personas que conforme a su criterio ideológico enfocan los
problemas sociales, y partiendo de su concepción plantean el fin de los mismos.
De ahí que determinados sectores consideran que regalándole un plato de comida
a un hambriento ya se soluciona el problema de comer, lo mismo que otros creen
que cerrando los prostíbulos y apresando a las que entregan sexo por dinero se
elimina la prostitución. Pero los que piensan en forma distinta son de opinión
de que para que desaparezca el mal hay que acabar con el causante que lo hace
posible.
18.- En el interior del
movimiento obrero, lo mismo que en el accionar político partidista, existen
corrientes cuya misión es negar la existencia de la lucha que se da entre las
diferentes clases sociales, y sostienen la tesis de la colaboración de las
mismas; cifran sus esperanzas en que por medio de reformas es posible convertir
el capitalismo en una sociedad de prosperidad general. Criterio contrario al de
los que creen que es posible acabar con la explotación perfumando y amansando
el sistema, tienen los que ven el accionar de la brega en los sindicatos como
asociación de obreros creada con el fin de defender sus intereses ante los
patronos por mejoramiento de salarios y de condiciones de trabajo en general.
También luchan ante el estado por determinadas leyes.
19.- Aquellos que en cada país
abrazan la línea del sindicalismo mantienen como norma oponerse a la
participación de los sindicatos y de los obreros en la lucha política. La
generalidad de los sindicalistas consideran el movimiento sindical y la lucha
económica como la única vía para la liberación de la clase obrera de la
opresión social, restándole eficacia a la lucha de los trabajadores desde su
partido político clasista e impidiéndole así llevar a feliz término de cumplir
con su misión histórica de liberarse ellos y a todo el pueblo.
20.- El reformador va de la mano
con el reformista que se interesa por llevar a la práctica posiciones
conciliadoras con el fin de suavizar contradicciones clasistas que pueden
llegar a ser insuperables. El interés del reformista es colaborar con las
clases dominantes para, a lo sumo, hacer tímidas reformas que no lesionan en lo
absoluto el orden social predominante y su naturaleza de clase. Aquellos que se
identifican con posiciones reformistas se pronuncian contra las taras sociales,
pero no contra el causante de ellas.
21.- No es cuestión de tiempo ni
de buena voluntad erradicar las lacras de un sistema social como el que impera
aquí, porque los vicios sociales son los últimos vestigios que desaparecen de
un régimen que, como el que padecemos, se ha hecho añejo y está degradado hasta
lo último. Es más fácil quitarle el poder del Estado a los grupos que
históricamente lo han detectado en su provecho, que erradicar la corrupción y
la prostitución.
22.- No basta con señalar las
enfermedades que lesionan el enfermo orden social, económico y político bajo el
cual estamos viviendo y hemos vivido durante más de doscientos años; lo que
importa es, además de identificar la alteración de la salud incurable del
cuerpo social, decir que contagia a todas las personas que giran alrededor de
su dominio.
23.- Denunciar los males sociales
para que sean conocidos por el pueblo y ponerlos en evidencia enriquece el
conocimiento de la realidad que vivimos, pero mostrar su esencia hace posible
que elaboremos métodos de lucha para enfrentarlos con posibilidades de éxitos y
así liberarnos de ellos. Revelar las causas que motivan los fenómenos sociales
entraña compromiso social y, a la vez, prueba coherencia y fidelidad a las
ideas de verdadera liberación de la opresión social.
Santiago de los Caballeros,
12 de noviembre de 2018