Por Ramón Antonio Veras
Introducción
1.-
Las distintas clases sociales que convergen en nuestro país, por estar
alimentadas de idénticos vicios
sociales, tienen igual forma de comportamiento. Las inconductas notorias en
amplios segmentos de la sociedad dominicana es una demostración de que hay
homogeneidad en el incorrecto proceder;
la igualdad en el mal actuar se profundiza cada vez más,
en la medida que se hace más degradante el actual ordenamiento social.
2.-
Cuantas veces en nuestro país se realizan actividades en las cuales participan
amplios sectores de la comunidad, observamos que la forma perniciosa de operar
es la misma, se da una especie de sintonía plena; se mueven con una similitud
que cualquiera llega a pensar que se han puesto de acuerdo para no discrepar en nada.
3.-
Para un conglomerado moverse en igual sentido tiene que haber unidad de
pensamiento; un gentío no acciona colectivamente a no ser que exista
coincidencia en el objetivo a alcanzar, en la meta trazada. La analogía en el sentir hace posible el común
accionar; la semejanza de propósitos
permite dirigir los pasos por iguales
caminos.
I.
El actual proceso electoral
4.- Los procesos electorales dominicanos
contribuyen a que se conozca el grado de descomposición social que desde hace muchos años existe en
el país, y se agrava más cada día. Las actividades que realizan los diversos
partidos y candidatos, como reuniones, caravanas, concentraciones, bandereos,
etc., dibujan la realidad, es una
especie de radiografía del cuerpo social
dominicano.
5.-
En los periodos electorales sale a flote la podredumbre presente en el ambiente
dominicano, que solo espera la ocasión para
dejarse ver, hacerse sentir como
porquería social. El individuo curtido en la vagabundería, ese personaje
facineroso, esencia de lo nocivo, y el descaro, se exhibe para ponerse en venta
a cualquier precio y por lo que ofrezca un candidato de catadura moral igual a
la suya.
6.-
Durante los comicios dominicanos, al
casquivano, liviano y veleidoso es común verle haciendo acto de presencia como elector ofertante de
su voto. No es casual que el sinvergüenza adquiera notoriedad política cada
cuatro años; su importancia como
mercancía electoral es coyuntural, con la ventaja de que
no importa que esté achacoso o flamante, estropeado o nuevo, agrietado o
entero; conserva su valor porque en votaciones de iguales, en elecciones de negocios, todo tiene valor,
hasta el papel higiénico usado como
desprecio al voto o papeleta.
7.-
En nuestro país, el voto y la generalidad de los votantes han sido desvaluados
por los mismos actores políticos que participan en las elecciones, porque las
han convertido en mercado de la politiquería. De ahí que cada vez más se
presentan descoloridas, desteñidas, pálidas y desvalidas. Hace falta que surjan
procesos electorales, vivos, intensos, en los cuales el pueblo se sienta como
actor político, no como ocurre ahora, que se le trata como un artículo de poca
monta.
8.-
En la actualidad, el pueblo dominicano está siendo testigo de un proceso
electoral que ha hecho posible desnudar, destapar el sistema; descubrir su
infuncionalidad; lo destartalado que está;
lo escacharrado y menguado que se encuentra. Las masas populares no se
sienten motivadas políticamente porque están viendo más de lo mismo.
II.
Lo que pinta el actual proceso electoral
9.-
En el proceso electoral lo único que
está sirviendo de estímulo es el pago, la donación. No se observa causa
decente, generadora de movilización
popular; no existen razones
fundamentadas en conquistas sociales, ni impulsos por causas liberadoras. El
votante se desplaza por dádivas; no se
agita por las palabras de un líder motivador; no se siente inducido por un cambio serio, ni impresionado por un
programa político efectivo.
10.-
El ambiente electoral actual es propicio para la persona que se presta a las triquiñuelas y al engaño; no hay espacio para quien se respeta políticamente como decente y honesto. El terreno es adecuado para los apegados a las
bellaquerías y maldades; esto es para el tremebundo, el siniestro de proceder
morboso.
11.-
Los actuales comicios están empañados
por el tigueraje chaquetero; confusos por los acuerdos de aposentos;
sospechosos por los engaños entre los compañeros; embrollados por los
conciliábulos, y descansando en ser ruidosos, escandalosos y desordenados. Así
no se hace política de altura; lo que
estamos viendo es, más que una contienda electoral en un país civilizado, una
lucha de fieras en la selva.
12.-
No podemos desconocer, comportarnos con ingenuidad, sabiendo que lo que estamos
viviendo hoy en la politiquería
dominicana es fruto de la mala semilla que sembramos en un sistema que no
sirve, fundamentado en la desigualdad y en la moral de cafres. El país padece
un ordenamiento económico y social desprovisto de sentido humano, carente de los
valores que elevan a la persona por sus virtudes cívicas y ciudadanas. Estamos
en un medio en el cual se ha impuesto la
mercancía dinero sobre el decoro, la dignidad y la vergüenza.
13.-
Aquí, algunos sectores se sienten alarmados porque cada día se dan cuenta que
estamos viviendo en un país moralmente destruido, políticamente despedazado;
económicamente quebrado; con el sentido
de comunidad estropeado; los servicios públicos inservibles, en fin, la
sociedad dominicana está aniquilada, sacrificada, arruinada económica, social,
política, ética, institucional y moralmente.
III.
La triste realidad que vivimos
14.-
La triste realidad dominicana no puede
taparse con una hoja de uva de parra; una cosa
es lo que anhelamos, ansiamos y aspiramos disfrutar, y otra la que no
podemos desconocer aunque sea fea,
dañina y degradable. Debemos ser
consecuentes y con claridad decir lo que sabemos y vemos, lo que no podemos
olvidar porque lo vivimos a diario.
15.- La realidad es que el sistema social que
padecemos genera desigualdad, miseria, pobreza, corrupción, violencia,
criminalidad y por qué no decirlo, procesos electorales que más que escenarios
políticos, son mercados donde todo se compra y se vende, desde la desvergüenza,
la inmoralidad y el transfuguismo, hasta los votos.
16.-
Es pura hipocresía pretender comparar la sociedad en la cual aspiramos vivir,
con la que ahora padecemos. Toda persona
de bien quiere desarrollar sus
actividades en un círculo de hombres y mujeres decentes, y no como el
dominicano de hoy que da lástima, motiva pena y asco.
17.-
Quiere engañarse a sí mismo y confundir a los demás, aquel que cree que nuestro
país está formado por una mayoría de íntegros, honestos y virtuosos, y no como
realmente existe, compuesto por corrompidos, corruptos, deshonestos y
degenerados. No nos engañemos, aquí se está respirando un aire horroroso,
sumamente horrible, nada apetecible para quienes aspiramos a vivir en un medio
maravilloso.
18.- Es un soñador despierto, idealista
trasnochado y utopista de siglos pasados, aquel que busca sustraerse a la
realidad de nuestro país, y pretende no ver lo que está a la vista de todos y
todas. Lo ideal fuera que nos
acostemos una noche con la
sociedad que tenemos hoy, y después de
una larga pesadilla despertemos con una comunidad humana nueva en la cual
podamos vivir como seres humanos
sensibles y no como bestias.
19.-
Seria muy saludable que los dominicanos y las dominicanas que todavía creen
vivir en un país viable, indaguen un poco, pregunten, procedan a tantear a
personas sensatas con relación al medio social donde estamos viviendo, y sí el
mismo está sano o enfermo, es acogedor o insoportable, atractivo o repugnante.
20.-
Todos aquellos que nacimos en este país,
y los que lo han asimilado como suyo, quisiéramos decir en alta voz que nuestra
nación es acogedora, ideal para vivir con garantía personal, altamente
celestial, que es algo así como un paraíso terrenal; que somos bienaventurados
por haber nacido y vivido en este
territorio, libre de políticos ladrones, criminalidad, mentirosos,
corruptos y truhanes de todos los calibres, y nos sentimos felices por estar en
este agradable terruño.
21.-
Los politiqueros hipócritas, farsantes, simuladores y manipuladores, quieren
hacerles creer al pueblo dominicano que merece vivir en el pantano social que
está viviendo, y que cada día se hunde
más en el fangar que lo han metido los insaciables que han controlado el país y
se mueven muy bien en cualquier atolladero.
22.-
En el medio social dominicano se han entrelazado factores diferentes que
han posibilitado la presencia de
políticos influyentes por la
práctica de la mentira, el engaño, el
chisme y desarrollan a su más alto nivel el chanchullo politiquero. Con
semejante material humano, viciado hasta el tuétano, no le es posible a un país
disponer de ciudadanos y ciudadanas veraces, auténticas con calidad para servir
de buen ejemplo.
Reflexiones
finales
a.-
Al expresar mi sentir con relación del penoso cuadro que pinto de mi país no
estoy dominado por el desánimo, desaliento, pusilanimidad, ni abatimiento
alguno; por el contrario, vivo lleno de energía y con mucho entusiasmo; me
sobran los bríos, la firme decisión y la sana voluntad de ver mi pueblo
liberado, viviendo en condiciones diferentes a las de ahora.
b.-
Es duro decirlo, pero si no queremos faltarle a la verdad, con franqueza
tenemos que admitir que la buena conducta, el honor y la hidalguía han
desaparecido de nuestro ambiente; que hay escasez de moralidad y ética;
insuficiencia de honorabilidad, déficit de civismo; se ausentó la honradez y le
dio paso al robo; ha triunfado la desfachatez sobre el respeto, el descaro
sobre la prudencia, y el cinismo sobre la sinceridad.
c.-
Lo de nuestro país y su deterioro material, espiritual, ético, moral y de
civismo es más grave de lo que algunos
se resisten a creer, aunque la verdad les da a cada momento en su cara. Aquí está dominando el sinvergüenza, canalla,
granuja y el vagabundo en toda su extensión. El decente y recatado perdió su
espacio frente al desfachatado y desvergonzado.
d.-
El pus que supura el rampano que es la sociedad dominicana, se observa con
claridad en el curso de las campañas electorales, cuando sale a la calle mucha
de la porquería política; se ve la secreción que emana de cada órgano podrido
del medio social del país, que
son las heridas purulentas infectadas y, como es natural, sobresalen
malolientes en el ambiente contaminado que estamos viviendo.
e.- La resquebradura que afecta a nuestro país se
extiende a todas las clases, capas y
sectores. La enfermedad ha penetrado profundamente, contaminando a los de arriba,
a los del medio y a los de abajo. De ahí que la labor de sanación que se haga
tiene que ser de una profundidad tal que elimine la tumoración que ya ha hecho metástasis. Cerrar los ojos
ante la gravedad del paciente es aceptar que siga agonizando en su
muerte lenta, pero inexorable.
New
York, 06 de Mayo de 2016.