Por: Ramón Antonio Veras.
Ciertamente, el Parque Duarte de Santiago, fue en el pasado un lugar de sano
esparcimiento, agradable espacio de pasatiempo, sitio ideal para eliminar el
aburrimiento.
Pero, además, si usted tenía interés en utilizar los
servicios de un cochero reconocido como respetuoso, un limpiabotas decente, o
utilizar un vehículo público con un chofer distinguido, se dirigía al Parque
Duarte, y allí iba a encontrar a Cundo
el cochero, a Julito el lustrador de
zapatos, y a Guillermo La Guapa, todos y cada uno debidamente
uniformados.
En el Parque Duarte de hoy la situación es totalmente diferente,
porque en él encontrara de todo lo que
usted quiere; su voluntad es su medida.
Si desea adquirir algunos gramos de marihuana o
cocaína; servirse de una prostituta;
tomarse un coco, un mabí, o un trago de alcohol puro con azúcar; comprar
zapatos, ropa interior de hombre o de mujer; carne asada, camisas y pantalones
nuevos y usados; chicharrones; así como
empanadas, pastelitos, sopa, asopao, etc., visite el Parque Duarte.
Los alimentos están listos para consumir porque se conservan calientes encima de los anafes
encendidos con carbón o en pequeñas estufas
alimentadas por gas propano.
Lo que acabo de describir es el ambiente de un día normal en el Parque Duarte de lunes a viernes,
porque los fines de semana esa plaza es un verdadero mar humano con personas
comprando las mercancías que llegan al
país, de medio uso, en las conocidas pacas.
El Mercado Yaque, comparado con el Parque Duarte, es poca cosa como mercado sucio. En el Duarte,
hoy convertido en un mercadillo de mala
muerte, se dan cita distribuidores de
drogas, maipiolos, buhoneros, delincuentes calificados, traficantes y mercaderes de toda calificación.
Para bien ubicar a santiagueras y santiagueros que hace
algunos años no visitan el
Parque Duarte, procede hacerles la observación de que el Duarte ya no es
una unidad como lo era antes, sino que está deslindado en dos partes: una
ocupada y cercada por el obispado de Santiago, y la otra es tierra de nadie,
sin control alguno, donde opera el mercadillo ya descrito.
Santiago
de los Caballeros,
20 de febrero de 2014.