domingo, 2 de febrero de 2014

COMENTARIOS DEL DR. RAMÓN ANTONIO VERAS. AL LIBRO “VIVAS EN SU JARDIN”, MEMORIAS DE DEDÉ MIRABAL.

  


                       Soliloquio a  Dedé Mirabal.


Por: Ramón Antonio Veras.

Mi querida Dedé:

En el curso de la tarde de ayer,   sábado, fui informado de tu fallecimiento; de inmediato  me preparé para  hoy domingo trasladarme a la ciudad capital para despedirme de ti y darte el último adiós, y  también  estar al lado de tus familiares y demás seres queridos.

Hoy,  al llegar al lugar de tu velatorio  alrededor de las diez  horas de la mañana, todavía no te habían puesto en la sala, lo que hicieron,   más o menos, como a las once.  Aproveché para compartir su aflicción  con Jaime David, Minou y otros de tus familiares.

Cuando  me  acerqué  a tu ataúd y  te vi,  me pareció que tú estabas durmiendo; en ese momento se me vinieron  a la mente muchas de las  conversaciones que sostuvimos recientemente, principalmente  cuando tocamos  el tema sobre mi último libro, y lo emocionada que me  dijiste: “Negro, para escribir un libro así hay que estar libre de prejuicios y querer que el pueblo conozca a quien lo escribe”.

Mi querida Dedé,  luego de  despedirme de ti y   haber acompañado a  tus familiares en la funeraria,  ahora he regresado a Santiago a escribirte estas líneas,  y decirte, entre otras cosas, que siempre te recordaré,  que fuiste un gran ser humano  y un modelo de lo que es una dominicana sensible y solidaria. Me siento bien por haberte conocido, tratarte y admirarte.

Por último, Dedé, quiero  hacer de tu conocimiento que voy  a poner al alcance de   mis amistades, amigos y familiares, las ideas que expuse en tu presencia aquella inolvidable noche del 4 de agosto de 2009,  cuando procedí a comentar tu libro: “Vivas en su jardin”.
Sólo me resta decirle, hasta luego Dedé.

Te quiero.
Negro Veras.

2 de febrero de 2014.








 DIA: 04 DE AGOSTO DEL 2009
LUGAR: GRAN TEATRO DEL CIBAO EN SANTIAGO.
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Amigos y amigas:

En determinados momentos, a los seres humanos en su vida les corresponde pasar por espacios que les mantienen en permanente estado de emotividad.

Precisamente, en estos últimos días a mí me ha tocado vivir espacios sumamente emotivos porque he tenido que manejar temas que llegan a lo más profundo de mi alma. Por ejemplo, estoy trabajando en la elaboración de un pequeño folleto con relación a mi finada compañera Carmen. El día 25 de junio, y los días 23 y 26 de julio próximo pasado, fue la presentación en New York y el país –en la capital y Santiago respectivamente- del documental “Los Panfleteros de Santiago”  y ahora, Dedé y Minou me solicitan que haga un comentario con respecto a la obra “Vivas en su Jardín”.

Luego de tener estructurada mi exposición, la coordinadora de esta presentación me comunicó que mi participación en el programa estaba limitada a veinticinco minutos; le pedí que la extendiera a treinta y lo aceptó. En ese tiempo voy a sintetizar mis comentarios, los cuales van a estar divididos en dos partes: la primera, con relación al contenido del libro, y la segunda, a mis reflexiones de la obra.

EL CONTENIDO DEL LIBRO

Quiero hacer constar que la misma pregunta que me hicieron varios de los asistentes a la exhibición del documental sobre “Los Panfleteros de Santiago”, de por qué a mí no me mataron, también se la han hecho a la autora de la obra “Vivas en su Jardín”, Dedé Mirabal, “¿Por qué a usted no la mataron?

QUEDAR VIVA

Así comienza Dedé la obra en el capítulo con el título “Quedar Viva”, cuando trae a colación una anécdota que narra así: “temprano, cada mañana, me afano en la limpieza del jardín. Generalmente me sigue el hijo de una señora que trabaja conmigo. Recojo cada hojita seca, limpio aquí y allá, mientras él me hace diversas preguntas: “Y las Mirabal? ¿Dónde están las Mirabal?”. Me detengo y le señalo las mariposas —unas hermosísimas, grandes, amarillas, anaranjadas, marrones — volando entre los anturios, los caprichos, las rosas y las orquídeas saludables, porque nuestra agricultura es orgánica. “Son ellas?”, pregunta él con los ojos muy abiertos. Yo le respondo: “Sí, son ellas. Ponte a recoger las hojitas para que ellas lo encuentren todo limpio”. Día por día, al caminar detrás de mí, el niño exclama: “Llegaron ellas! Mira, las mariposas!”. En otras ocasiones, me mira y me pregunta: “Las Mirabal vendrán hoy?”.


“Para los niños y jóvenes, la historia de la lucha antitrujillista y el trágico final de las hermanas Mirabal suele tener un fuerte
atractivo, tal vez porque la han estudiado en la escuela, o porque han oído, aunque sea con vaguedad, a los adultos referirse a ella.” (Pág. No.17 y 18)

La autora, refiriéndose al libro dice: “mis memorias ubicarán a los lectores en un camino veraz”. Realmente es así, porque al leer su trabajo nos damos cuenta que tenemos a la vista un relato completo de lo que ha sido la vida de la Hermanas Mirabal en su conjunto.

Dedé divide sus memorias en cuatro (4) partes. Las tres (3) primeras abarcan tres (3) etapas de su vida, y la cuarta a la labor para terminar de levantar a sus sobrinos, hijas e hijos de sus hermanas asesinadas.

I.- NUESTRA FAMILIA. II. LA INFANCIA, EDUCACIÓN Y AMISTADES.

En el primer tema se refiere a la familia y su desarrollo. La segunda la inicia con la fiesta de San Cristóbal en 1949, cuando Minerva desafío políticamente a Trujillo y termina con el asesinato de Manolo Tavares Justo en 1963.

La tercera parte corresponde a la muerte de sus hermanas, incluyendo el esclarecimiento del asesinato y la sanción ante el tribunal. 

Para hacer referencia al origen de su familia, Dedé comienza en la página No.25 relatando el origen y lugar de nacimiento de su padre Enrique Mirabal Fernández, y de su madre Mercedes Reyes Camilo, mejor conocida como doña Chea.

Al hacer mención de la infancia suya y de sus hermanas, Dedé destaca el nacimiento de cada una: Aida Patria Mercedes, el 27 de febrero de 1924; Bélgica Adela, 1ro. de marzo de 1925; María Argentina Minerva, el 12 de marzo de 1926 y Antonia María Teresa, el 15 de octubre de 1935.

III.- TEMPERAMENTO, IDEAS Y CAMINOS

Con el título “Temperamento, Ideas y Caminos”, Dedé inicia, en la página 57 de la obra, definiendo el temperamento, la actitud, el comportamiento de cada una de sus hermanas.

Comienza preguntándose ¿Cómo era María Teresa? Y dice “trato de imaginarla, pero termino llorando al comprobar que por alguna razón inexplicable numerosos detalles de su personalidad o de su apariencia se han borrado de mi memoria. He llegado a pensar que esa especie de vacío mental es un mecanismo de defensa contra el dolor y la impotencia de no haber podido hacer nada para evitar que la vida útil de nuestra hermanita, mi bebé, el “nidal” adorado de toda la familia, fuera tronchada cuando empezaba a florecer.”

“A Patria y a Minerva, por el contrario, las recuerdo con mayor claridad. A veces me parece ver a Patria en la terraza con un pantalón gris, estrecho en las piernas, y una blusita roja de tirantes amarrados. Así estaba vestida la última vez que estuve con ella.”  (Página No. 57).

La autora se extiende haciendo mención del temperamento de sus hermanas, desde la página número 57 hasta concluir en la 93 hablando de sí misma cuando dice: “que uno de sus admiradores una vez le dio una serenata y hasta le dedicó una película en el cine de Salcedo. El vió la película basada en una canción que decía “si a tu ventana llega una paloma, trátala con cariño que es mi persona”.

Dedé concluye, refiriéndose a su matrimonio con el padre de sus hijos, destacando: “entre Jaimito y yo pasaron cosas. En aquella época era un verdadero dictador en el hogar… hoy que nuestras vidas tomaron caminos distintos, que él es feliz y yo soy feliz, nos hemos hecho buenos amigos.”, aunque antes en la página número 88 dice: “cuando Jaimito empezó a enamorarme me dio una serenata. Trajeron un piano, me cantaron: En un beso, la vida… para Dedé Mirabal, la más bella canción hecha mujer, fue la dedicatoria.



IV.- EN DESGRACIA. FIESTA DE SAN CRISTÓBAL 1949

Luego de referirse al temperamento de sus hermanas, en la página número 95, con el título “Tiempos de Tormentas, Lucha, Tragedia y Cambios”, Dedé comienza en la página número 97, con el título “13 de Octubre de 1949: La Fiesta en San Cristóbal”. Y a seguidas escribe:

“13 de octubre de 1949: la fiesta en San Cristóbal. Para que se comprenda mejor la importancia de lo ocurrido en la famosa fiesta de San Cristóbal, me parece necesario referir algunos detalles y acontecimientos que tuvieron lugar”.

“Por aquellos años Trujillo se empecinó en celebrar fiestas en los pueblos, y le dedicó una a la sociedad “más prestante” de Moca, y Salcedo que todavía era una común de la provincia Espaillat.”

“Minerva y Trujillo se habían conocido en la inauguración del Palacio Municipal de Santiago, antes de la fiesta en San Cristóbal. Luego la invitaron a una fiesta en el hotel Montaña, donde tuvo que bailar con uno de los Trujillo, no recuerdo bien si fue con el dictador o con su hijo Ramfis”.

Y sigue escribiendo Dedé: “nada más entrar a la fiesta vimos a Manuel De Moya Alonzo, famoso por su rol de maipiolo oficial, y nos dijo: “saludos, saludos, con una voz como de ultratumba, dirigiéndose directamente a Minerva. La había visto varias veces: una en La Vega y otra en la ocasión en que mi hermana representó la patria vestida del Escudo Nacional en una actividad organizada por Petán Trujillo en Bonao”.

Y sigue diciendo Dedé:

“Bueno, nos acomodaron en una mesa, que a Jaimito le pareció que estaba reservada para nosotros. Había muchas personas conocidas de Moca y de Salcedo. En un momento oímos un
alboroto. Muchos se levantaron de sus asientos. Yo volteé la cabeza y ahí estaba Trujillo. La única vez que lo vi en mi vida.
Había entrado por otro lado. Se mantuvo parado, no se sentaba. Empezó la orquesta a tocar “Ay, Tana, la maricutana” y “El jarro pichao”, mientras Trujillo condecoraba a militares, ascendía a otros y, en fin, hacía todo el show que estaba acostumbrado a representar. Recuerdo que aunque vestía de militar, no llevaba el famoso bicornio. La orquesta tocaba del otro lado y él seguía parado ahí. Se me quedó grabada la imagen de una señora que alcancé a ver cerca de él, vestida con una extravagantísima estola de plumas de marabú.”

“Al poco rato Manuel de Moya vino a sacar a bailar a una de nosotras. Patria dijo que no bailaba y Minerva se negó. Pero el hombre siguió insistiendo hasta que a Minerva no le quedó más remedio que acceder, por educación. Cuando estaban bailando en la pista, De Moya se la pasó a Trujillo y bailaron varias piezas. Serían uno o dos sets que nos parecieron interminables. Se terminaba una pieza y Trujillo se quedaba parado; ahí se quedaba, Minerva, al igual que otras parejas. Nosotros, además, estábamos preocupados porque ella no fuera a tomar de una copa
que supuestamente el dictador brindaba, y sobre la que circulaban rumores de que contenía una especie de droga que hacía que las mujeres cayeran rendidas en sus brazos. Por eso tratábamos de mirar desde nuestra mesa, pendientes de la tal copa, rogando que Minerva no fuera a probarla.

“En un punto, Minerva le dijo a Trujillo: “Quiero regresar a la mesa”. Entonces él se la pasó a Negro Trujillo y éste a Manuel de Moya. Cuando se sentó nos tranquilizó: “Yo no tomé nada”. Después de ese incidente permanecimos un rato más allí, Yo me paré a bailar varias veces. De repente empezó un aguacero, y como estábamos bailando en la concha acústica, al aire libre, todo el mundo se metió a la casa. A Patria le dolía la cabeza y le pidió un calmante a Pedrito. Ya todos nos habíamos amargado, imagínense, Minerva había bailado con Trujillo. En ese momento nos dijo que Trujillo le había preguntado si ella tenía novio, a lo que había respondido no. El le preguntó: “Y a usted no le interesa mi política o no le gusta?”. Minerva contestó: “No, no me gusta”. Entonces Trujillo le dijo: “Y si yo mando mis seguidores a conquistarla?”. Su respuesta fue: “¿Y si yo los conquisto a ellos?”. Entonces, aprovechando el desorden que se armó con el aguacero, papá decidió: “Vámonos de aquí.”

 “Nuestro vehículo estaba bien cerca de la puerta. Arrancamos para la capital, allí echamos gasolina y continuamos viaje hacia Salcedo. Cuando Trujillo preguntó: “Dónde está la joven Mirabal?”, todos salieron a buscarla: el gobernador, el senador, las autoridades de Moca, preocupados por la situación creada. Al cabo de un rato tuvieron que informarle a Trujillo que Minerva y su familia se habían ido. Llamaron a La Cumbre para que nos detuvieran, pero parece que ya habíamos pasado por ese puesto de chequeo. Dicen que cuando a Trujillo le confirmaron que no estábamos pateó de rabia, armó un escándalo y desarmó a Antonio de la Maza, gobernador de Moca, y al senador Juan Bautista Rojas, un abogado eminente y de mucho prestigio, oriundo de Salcedo.”


“Mientras tanto, nosotros veníamos felices de haber podido salir de allí. Patria hablaba sin parar con su compadre Jaimito para evitar que se quedase dormido, mientras él manejaba a toda velocidad.”

“Es cierto que habíamos escuchado que estaba prohibido abandonar una fiesta antes de que lo hiciera Trujillo; sin embargo,
de camino nos olvidamos de eso, por lo que ni siquiera sospechamos las consecuencias que tendría nuestra conducta en el futuro inmediato”
 

“Yo recuerdo que doña Paulita y su esposo, el médico Renán González, salieron de la fiesta junto con nosotros. Pero a ellos no los molestaron, ni les reclamaron. No les hicieron nada. Solo la emprendieron contra nosotros.”

“Sobre lo que se dijo después, que Minerva le había dado una bofetada a Trujillo y lo había dejado plantado en la pista de
baile, no ocurrió así. Pero creo que sí hubo lo que llamamos una galleta sin mano. A Minerva le bastaron sus palabras y su actitud. No necesitó sus manos para darle la bofetada.”

“Mientras bailaban, ella trato con abierta hostilidad a un hombre acostumbrado a que la gente se arrodillara a sus pies.
Trujillo percibió su disgusto, la ubicó como lo que ella en realidad era: una hermosa mujer de veintidós años, culta, capaz... y
enemiga de su gobierno. El, un todopoderoso, un hombre temido por todos, al que nadie contradecía, por miedo, porque mandaba a matar a cualquiera que se le opusiera, y aparece Minerva, una muchacha, una mujer temeraria, que se atreve a decirle que conquistaría a quienes él mandara a convencerla.”

¿Sabía Trujillo que nosotros iríamos a la fiesta? ¡Claro que sí! El mejor testimonio de que sí lo sabía lo dio doña América,
la esposa de don Juan Bautista Rojas, una mujer muy expresiva, muy extrovertida. Después que desconsideraron a don Juan, pues
como dije Trujillo mismo lo desarmó esa noche, ella contó que le había advertido a su esposo que no invitara a Minerva a la  fiesta, a lo que él respondió que no tenía esa opción, que estaba obligado a llevarla.” (Págs. Nos. 97-98-99-100-101).

Todo aquel que tenga la posibilidad de leer el libro “Vivas en su Jardín”, se dará cuenta que con esa fiesta en San Cristóbal y el comportamiento de Minverva se inició el martirio de la familia Mirabal – Reyes.

Luego de narrar lo ocurrido en la fiesta de San Cristóbal, Dedé, en la página número 101 con el título “El Inicio de la Represión Contra la Familia”, se extiende hasta la número 108 explicando la prisión a que fue sometido su padre.

V.- ACONTECIMIENTOS EN EL ENTORNO FAMILIAR

En el Capítulo V, y con el título “Acontecimientos en el Entorno Familiar”,  Dedé narra hechos de relevancia ocurridos en torno a su familia destacando la misteriosa muerte de un primo suyo que formando parte de la Marina de Guerra Dominicana se enamoró de una joven que había sido amante de Trujillo y terminó, el primo siendo víctima de una muerte con estampa de crimen.

Expone también, en el mismo Capítulo V, su dedicación a los negocios, el ingreso de Minerva a la Universidad de Santo Domingo, la muerte de su padre al final del año 1953 y se extiende con el diario de María Teresa Mirabal hasta la página número 118 inclusive.

VI.- ENCUENTROS AFORTUNADOS, ENLACES Y MUDANZAS

En el Capítulo número VI, con el título “Encuentros Afortunados, Enlaces y Mudanzas”, Dedé hace referencia a los amores de Minerva y Manolo Tavares, la timidez de éste, y la comunidad de ideales de Minerva y Manolo, aunque habla de una aventura amorosa de Manolo que indignó a Minerva, y la detalla así:

“Claro que no todo entre ellos fue color de rosa. Hubo pequeño inconveniente en su matrimonio que quizás deba contar aquí. Minerva tenía ya a Minou y estaba embarazada de nuevo. Viajaba a la capital con muchos sacrificios a terminar su carrera. En eso pasó lo inesperado e inconcebible para ella. En las semanas en las que ella había venido a Conuco a dar a luz, Manolo había tenido un embullito con una joven empleada en un recinto de la justicia, donde él ejercía como abogado en Montecristi.”

“Cuando Minerva se enteró, se puso como el diablo, furiosa. Ella y mamá eran muy celosas, aunque lo disimularan. Minerva le escribió a Manolo, le reclamó, le dijo que se iba a divorciar, hizo de todo. Yo trataba de calmarla: “Minerva, tú estás embarazada.  El hombre a veces se comporta así”. No aceptaba ni toleraba esa conducta. A su juicio, la lealtad era obligación común para ambos miembros de la pareja, no sólo para la mujer, y confiaba en que su marido nunca miraría a otra mujer. Ese era su concepto del matrimonio.”

“Por estar de testaruda y obstinada hizo desarreglos que le provocaron una hemorragia durante el parto. Tuvo que permanecer en Conuco durante varios días más, reponiéndose.” (Págs. Nos.134-135)

“Para Manolo, el matrimonio con Minerva no estuvo nunca en juego. Pero ella, mujer al fin, quedó resentida. Se sintió traicionada. Le dolió demasiado, aunque fue evidente para mí que con el tiempo la crisis se subsanó”

Más adelante, en la página número 141, Dedé se refiere a María Teresa, sus estudios universitarios y su enlace matrimonial con el Ingeniero Leandro Guzmán. Concluye, en la página 146 con un relato que hace Leandro en su obra “1J4. De Espigas y de Fuegos”.

El Capítulo VI concluye, en las páginas 147 y 148, Dedé narrando lo que dice con el título: “Finalizan los Año Cincuenta”, y escribe:

Finalizan los años cincuenta

Trujillo nunca dejó de vigilar a Minerva, de seguirle los pasos hasta tal punto que cuando se graduó de abogada en 1957, aunque sus calificaciones fueron sobresalientes, la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo le negó todos los reconocimientos académicos. También le negó el derecho a ejercer. La Facultad de Derecho de la UASD hoy lleva el nombre de Minerva Mirabal y el claustro de profesores, en un acto de desagravio, decidió otorgarle casi tres décadas más tarde el título que realmente le correspondía por sus altísimas calificaciones: Doctora en Derecho Summa Cum Laude.”

“Desde muy joven mi madre había adquirido fama entre la familia de tener facultades premonitorias. Papá lo decía: “Chea
tiene boca de chivo. Cuando le coge con una cosa...” Irenita, una trabajadora de casa, decía: “Esa gritó en el vientre de su madre”,
porque cuando mamá predecía una cosa, pasaba porque pasaba. Por eso no debe sorprender que los acontecimientos de los
que estaba siendo testigo la hicieran sentir tan temerosa. Hablaba de unos franceses dueños de una finca en Rincón de La Vega, quienes fueron asesinados lo mismo que un señor de apellido Pimentel que también vivía por ahí. Se decía que el autor del crimen había sido Virgilio Trujillo.”

“Los franceses iban al hotel Jaragua, en la capital, a jugar. Una noche aparecieron sus cuerpos en un precipicio, por Rincón. Mamá le recordaba esa historia a mi hermana: «Minerva, ten cuidado. Te van a desricar con los catarey*. Te van a hacer como a la pareja de franceses y como a Donato Bencosme». Hijo de Cipriano Bencosme, de Moca, Donato era un enemigo acérrimo de Trujillo. Luego de haber asesinado a Cipriano, Trujillo nombró a Donato gobernador de Moca. ¡Qué burla! Poco después lo apresaron cuando regresaba de Puerto Plata. En La Cumbre lo cogieron, lo mataron y lo arrojaron por el mismo precipicio por el que años después tirarían el jeep con los cuerpos de las muchachas y de Rufino.

VII.- INICIO DE 1960, MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 14 DE JUNIO, CRECE LA REPRESIÓN


El Capítulo número VII lo identifica Dedé en su libro con el título “Inicios de 1960, Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Crece la Represión.
En la página número 150, en un párrafo central Dedé explica la reunión en la cual se expuso la idea de constituir el movimiento clandestino 14 de Junio. Ella lo explica así:

“Hay coincidencias que pueden cambiar la historia. Así sucedió el 6 de enero de 1959, en casa de Josefina Ricart y de Guido D’Alessandro (Yuyo), un sobrino de Manolo. En principio se trató de un encuentro social para celebrar el nuevo año, al que estaban invitados Minerva, Manolo, Leandro y Juan Bancalari, un italiano socio o empleado de Yuyo en la Distribuidora Olivetti, propiedad de los D’Alessandro. Sólo habían transcurrido unos días del triunfo de la Revolución cubana. Algunos de los que asistieron a ese encuentro han contado que fue Minerva quien dijo: “¿Por qué nosotros en nuestro país no formamos un movimiento similar; si aquí hay tanta gente maltratada y antitrujillista? ¿Por qué en otros países pueden y nosotros no? Vamos a hacer un compromiso, para que cuando salgamos de aquí cada uno empiece a establecer contactos”.


“Josefina Ricart, que además era cuñada de Ramfis Trujillo, consciente de la gravedad de una conspiración de ese tipo, se asustó y les advirtió que “no jugaran con candela” porque podía ser sumamente peligroso. Ese encuentro fue el embrión de lo que luego se denominaría Movimiento Revolucionario 14 de Junio. La idea, según los testimonios, partió de Minerva.”

Más adelante, en la página No.151, Dedé se refiere a la constitución del Movimiento 14 de Junio, haciendo mención de una reunión efectuada el día 9 de enero del año 1960, en la casa de Patria y Pedrito. Destacando, ya en la página No.152 que al Movimiento 14 de Junio se le puso el nombre el día 10 de enero del año 1960, en Valverde Mao, en una reunión efectuada en la finca del señor Charlie Bogaert.

Luego, en la página número 155, narra la primera persona detenida de los integrantes del 14 de Junio, identificada como Marcos Pérez Collado.

Manolo Tavares fue detenido el 13 de 1960 en Monte Cristi. A Leandro Guzmán lo apresaron el 19 del mismo mes y año.

Después del apresamiento de Manolo y Leandro el servicio de inteligencia hizo una verdadera cacería en la que resultaron detenidos los esposos y las hermanas Mirabal. Esto se narra desde la página número 156 hasta en la concluir en la página número 177.

VIII.- LA TRAGEDIA

La Tragedia” es el título del Capítulo número VIII de la obra “Vivas en su Jardín”, y comienza con un relato de lo declarado por Manolo Tavares ante el juez de instrucción en diciembre del año 1961.

En la página número 180 podemos leer lo siguiente:

“A Pedrito lo dejaron en La Victoria porque no era considerado dirigente del movimiento, y por un comentario que hizo Américo Dante Minervino Matías, un hombre muy cruel ”que llegó a ser el jefe de La Cuarenta. Su padre se había casado con una mujer de Tenares emparentada con Pedrito, de manera que Minervino era hijastro de ésta. Cuando vio a Pedrito en la cárcel, dijo: “Ese es un infeliz, un agricultor, fueron los otros los que lo metieron en eso.”
“Minerva y María Teresa seguían en prisión domiciliaria. Sólo tenían permiso para visitar a sus esposos prisioneros, pero antes debían pasar por una casa propiedad de mi madre, ocupada por el SIM en Salcedo, frente a la gobernación, a informarlo. A nosotros nos prohibieron visitarlos. Solamente ellas podían ir.”

“Desde finales de octubre a Trujillo le cogió con visitar los pueblos. Vino a Salcedo el primero de noviembre. Se comentó que cuando en una de las varias casas que visitó él preguntó:

“¿Cómo está Salcedo?”. Un militar, o un adulón, no se sabe quién, dijo: “Ahí, esas mujeres nada más jodiendo”. Al otro día, en Villa Tapia, Trujillo expresó: “Sólo tengo dos problemas políticos por resolver, la Iglesia Católica y la familia Mirabal”. Eso se regó como pólvora por toda la zona y por supuesto llegó a nuestros oídos. Antes, el 15 de mayo, había declarado en Santiago que donde los Testigos de Jehová y los comunistas habían echado raíces más profundas era en Conuco, Salcedo, y entre otras mencionó a la familia Mirabal, lo que fue recogido en primera plana por el periódico El Caribe del día siguiente)”

En las páginas siguientes, desde la 182 hasta la 194 en el libro se lee el traslado de Manolo y Leandro a Puerto Plata y el asesinato de las Hermanas Mirabal.

En la página número 195, Dedé narra un hecho que demuestra, como ella misma lo dice, la crueldad de la dictadura de Trujillo. Se refiere a una carta que Peña Rivera le llevó a la madre de las Hermanas Mirabal para que la firmara en la cual reconocía que Minerva, Patria y María Teresa habían muerto en un accidente automovilístico.

Dedé explica la indignación que produjo esta situación en su madre y concluye que su mamá se vió obligada a firmar el documento. Es evidente que esto lo hizo Trujillo para confundir a la opinión pública internacional.

IX.- EL PUEBLO LLORA

El Capítulo número IX de la obra comienza en la página 199 y se extiende hasta la número 213. En este capítulo la autora explica como después del asesinato de sus hermanas, Manolo y Leandro fueron trasladados desde Puerto Plata a la ciudad capital, específicamente a La 40. Dedé en la página número 202 transcribe un relato hecho por Manolo Tavares al juez de instrucción encargado de instruir el caso de las Hermanas Mirabal y lo destaca así:

“El 28 de noviembre del año 1960, a las 10:30 de la noche, mi compañero, ingeniero Guzmán Rodríguez, y yo fuimos trasladados a la cárcel del Servicio de Inteligencia Militar dominicano, denominada “La Cuarenta”. El día 4 de diciembre de ese mismo año llevaron a nuestro concuñado señor Pedro Antonio González Cruz a la celda número seis de la cárcel ya mencionada, donde nos encontrábamos el ingeniero Guzmán Rodríguez y yo.”

“El día anterior, es decir, el 3 de diciembre, a las cuatro de la tarde, introdujeron a esa celda un agente del Servicio Militar de apellido Núñez.
El día 4 de diciembre a las 12:00 del mediodía se presentó ante nosotros el capitán de la Policía Nacional, Miguel del Villar Alvarez, en compañía de otros agentes destacados al servicio de esa cárcel y nos dijo, dirigiéndose a mí: “Doctor Tavárez, usted sabe que en las cárceles del país a los presos políticos no se les permite la entrada de periódicos, pero en este periódico —mostrándome un ejemplar de El Caribe, de la edición de fecha 27 de noviembre— hay algo que puede interesarle” y en actitud cínica, burlona y cruel nos lanzó el periódico dentro de la celda, soltó una grosera carcajada, cerró la puerta y se retiró.”

“Entonces nos enteramos de la muerte de nuestras esposas. Transcurrida más o menos media hora volvió el capitán Del Villar en compañía de los mismos agentes, y en la misma actitud que he referido nos preguntó: “¿Se enteraron, eh?”, soltando otra carcajada, y luego nos dijo: “Eso hace este gobiernazo con
los desgraciados que como ustedes pretenden derrocarlo. Eso no es nada, aquí van a suceder cosas terribles, porque estamos dispuestos a seguir matando, quizás las próximas víctimas sean ustedes.” Y diciendo esto se retiró tirando la puerta de la celda. Al día siguiente sacaron al calié de apellido Núñez.”

Luego en la página número 203, Dedé transcribe un párrafo del libro del Ingeniero Leandro Guzmán, titulado “1J4 De Espigas y De Fuego”, del cual se lee lo siguiente:

“Seguíamos considerando que un crimen de esa naturaleza no era posible, que el tirano no llegaría a tal nivel de infamia, que aquello sería un horror y un desafío a la opinión pública a los cuales Trujillo no se arriesgaría.”


“A medida que iban llegando más detenidos a La Cuarenta crecía nuestra desesperación. A todos les preguntábamos si sabían algo de las hermanas Mirabal. La mayoría lo ignoraba todo. Pero uno de ellos, Hugo Rivas, reincidente en la lucha contra Trujillo y miembro de nuestro Movimiento, aseguró que las había visto en la cárcel La Victoria. El ánimo subió. Queríamos aferrarnos a aquella posibilidad. Nos convencimos uno al otro de que aquel periódico El Caribe era una simulación.”

Finalmente comprobaron la realidad del asesinato de las hermanas Mirabal al concluir el capítulo en la página 203, no sin antes relatar en la página 209 el Final de la Era de Trujillo donde consta el momento en que el doctor Joaquín Balaguer se asiló el 31 de diciembre del año 1961 en la Nunciatura para después escribir:

“Luego se formó el Consejo de Estado presidido por Rafael Bonnelly, que gobernaría hasta las elecciones, celebradas en diciembre de 1962. Bonnelly, en mi opinión, organizó unas elecciones honestas en las cuales su partido, la Unión Cívica, el partido de la clase “bien”, perdió. Juan Bosch, con un discurso sencillo, conciliador, que el pueblo escuchaba y entendía a través de la radio, y con el último debate que sostuvo con el padre Láutico García, las ganó. El nuevo presidente se juramentó el 27 de febrero de 1963. Duró sólo hasta septiembre, pues aún persistía la maquinaria del ejército de Trujillo, y las manos de los norteamericanos jugaron su papel para derrocarlo.”

“Pocos días después de que mataran a Trujillo, Alicinio Peña Rivera desbarató la casa de Patria y quemó las ruinas. Cuando en el juicio, que estaba siendo transmitido a todo el país, declaró que había utilizado esa madera para construirse una vivienda en la avenida Estrella Sadhalá, en Santiago, una multitud indignada se dirigió hacia allá y la destruyó.”

“No hace mucho fui donde Pedro Ramón Rodríguez Echavarría a darle las gracias, porque él fue quien apresó a Alícinio Peña Rivera y le impidió irse con Ramfis, como tenía planeado. Rodríguez Echavarría me contó en esa ocasión: “Yo llegué a dar el contragolpe. Ahí encontré a Alicinio. La situación era: me mata él o lo mato yo. Le quité la ametralladora y lo apresé”. Para entonces ya Manolo había investigado y sabía quiénes habían sido los asesinos directos de las muchachas y de Rufino.”

A seguidas, en la página 211 de la obra, Dedé explica la salida de Manolo de la cárcel y la situación en que se encontraba la casa de su hermana Patria.

X.- MANOLO, 1963

El Capítulo número X de la obra “Vivas en su Jardín”, con el título Manolo, 1963, Dedé expone parte del pronunciamiento hecho por Manolo en un mitin efectuado en la ciudad capital cuando dijo:

“los hombres del 14 de Junio saben muy bien dónde quedan las escarpadas montañas de Quisqueya”.



En la página número 216, Dedé escribe:

“Otra parte de los compañeros de Manolo estaba en desacuerdo con la decisión de irse a la montaña a pelear, en reclamo de la vuelta a la constitucionalidad. Benjamín Ramos, médico; Máximo Bernard, baloncestista y famoso miembro del buró; Vinicio Echavarría, Pucho García Saleta... Esos y otros más no estaban de acuerdo. Manolo se vio presionado entre los que sí creían necesario irse a la montaña y los que no estaban de acuerdo. Puede ser que no estuviera convencido del todo, pero sintió que debía cumplir con su palabra.”

“Yolanda Vallejo, en cuya casa estuvo escondido Benjamín, me lo confirmó. Ella guarda actas de las resoluciones tomadas en
algunas reuniones en las que participó.
Mamá y yo sabíamos que Manolo estaba comprometido con la vuelta a la constitucionalidad, pero no imaginamos que se iría para las montañas. El mismo día que mataron a John F. Kennedy en Estados Unidos, el 22 de noviembre, partió Manolo a Santiago y de ahí siguieron para la Cordillera Central. Ya en la montaña, se enfermaron. No había armas y las que tenían estaban dañadas, no servían. Fue un desastre.

“Yo no lo critico, porque Manolo vivió en una dictadura y estuvo dispuesto a dar la vida por conseguir la libertad. Tenía casi 33 años de edad. Demasiado joven. Toda su vida había transcurrido durante la dictadura. En la juventud se pueden tomar decisiones que responden a un ideal, pero que luego no resultan tan oportunas como se suponía.
Manolo fue un líder de gran carisma que aglutinó a todo el pueblo dominicano. Irse a la montaña fue cumplir un compromiso con su pueblo, y yo diría que con sus compañeros. Tomó la decisión consciente de que le costaría la vida.”

Esa fue la realidad. Manolo cumplió con su palabra. Fue asesinado el 21 de diciembre de 1963.
XI.- UN JUICIO PARA LA HISTORIA

Me ha llamado mucho la atención del libro “Vivas en su Jardín”, todo el contenido del Capítulo XI que tiene por título “Un Juicio Para la Historia”.

Pero no es solamente a mí que me ha inquietado la narración de Dedé en el aludido capítulo. Ella misma dice, en la página 223:

“hay detalles que hasta ahora no había tenido el valor o la fuerza de investigar. Pasó un tiempo en el que yo estaba como atemorizada, incapaz de enfrentarme con ciertas situaciones.  Pero ahora quiero la verdad. Y quiero dejar mi testimonio porque puede arrojar luz sobre la época más tenebrosa de la historia de nuestra patria. Por eso escribo estas memorias: para que no se olvide y para que nadie en mi país vuelva a ser víctima de tanto horror, de tanto dolor.”

Cualquiera se pregunta ¿por qué Dedé expone lo que se cita anteriormente? La respuesta es muy sencilla: desde la página número 224 hasta la 257 están las informaciones relacionadas con el apresamiento y asesinato de Patria, Minerva, María Teresa y Rufino.

XII.- EL DESTINO DE LOS ASESINOS

“El Destino de los Asesinos” es el título del Capítulo número XII y en el mismo Dedé narra la forma como salieron de la cárcel los asesinos de las Hermanas Mirabal y cuál ha sido su destino.  La escritora al respecto nos dice lo siguiente en las páginas números 261 y 262:

“Candito Torres, el que trajo la orden de la capital a Santiago y que se fue del país cuando salieron los Trujillo, aún reside
en Estados Unidos. Cuando estuve en Nueva York, en el año 1961, fui invitada por una amiga a una casa en Queens. Al llegar
encontramos a los presentes muy nerviosos.”
“Luego, la misma amiga me contó que Candito Torres había estado en ese mismo sitio y que se había marchado a toda prisa cuando le dijeron que yo iba para allá.”

“Durante el gobierno provisional posterior a la revolución del 1965, Neit Nivar Seijas soltó a los asesinos de mis hermanas
que aún permanecían en prisión. Nosotros nos alarmamos, escribimos cartas de protesta. No nos valió de nada. El jefe de la guardia en La Victoria, un militar de apellido Despradel, declaró cínicamente que alguien con una voz parecida a la del Presidente
llamó y le ordenó liberar a esos presos. Se marcharon del país y la mayoría de ellos se fue a vivir a Estados Unidos. ¿Cómo consiguieron visas y residencias en ese país si eran prófugos de la justicia dominicana?”

“Aquí sólo permaneció el llamado Rojas Lora, quien era nativo de Salcedo. Le decían Caifás. Recuerdo que el día del juicio
Jaimito le gritó «Caifás!», y él volteó la cara, nervioso. Ese hombre fue el que mató a María Teresa. Nos enteramos que había
sido policía en La Cementera porque el esposo de una hermana de Jaimito tenía un cargo importante en esa empresa. Cuando se lo informó a su jefe, éste lo que le respondió fue: “Vaya usted y denúncielo!”. Eso nunca se hizo. Pasó el tiempo y no volví a saber
nada más de él.”

“Hace unos cinco años vino a visitarme un señor y me informó que Rojas Lora había muerto, que se cayó en Los Mina,
donde vivía, y que murió a consecuencia del golpe. Más recientemente, el doctor Alcibíades González, quien es oriundo de Salcedo y ha escrito un libro sobre las hermanas Miraba! y Rufino me contó algo distinto. Un día llegó a su clínica ubicada en la zona oriental de Santo Domingo, un hombre enfermo, recomendado por un médico militar de alto rango, el doctor Clarence Charles Dunlop, asesor médico de Balaguer.”

“La recomendación estaba dirigida a otro doctor González, que no estaba en ese momento de servicio, por lo que el doctor Alcibíades lo atendió. Al enterarse del nombre, Emilio Rojas Lora, quedó profundamente impresionado por la coincidencia. El enfermo vivía en Villa Faro y sufría de un cáncer avanzado del que poco después murió. Pasado un tiempo, un día llegó a la clínica una joven en labor de parto. Había que hacerle una cesárea y no tenía dinero. Ocurre que era hija de Rojas Lora. El doctor Alcibíades escuchó las amargas quejas de la mamá de la joven:
Rojas Lora no le había dejado nada, salvo muchos problemas. El doctor Alcibíades, fervoroso admirador de las Mirabal, le hizo la cesárea a la joven, pensando para sus adentros en las vueltas que da el destino.”

“A Rojas Lora lo enterraron en el cementerio de San Isidro. Pérez Terrero está enterrado en Enriquillo. Ciriaco de la Rosa y Estrada Malleta vivieron juntos durante un tiempo en Lawrence, Massachusetts. Ambos eran adictos a los juegos de azar, peleaban, discutían en los casinos, hasta que finalmente se separaron, y Estrada se fue a vivir a Miami. Allá lo entrevistó Freddy Beras Goico, también en la misma ocasión en que entrevistó a Angelita Trujillo y a Alicinio Peña Rivera. Vi esas entrevistas y se me revolvió el estómago porque casi son ellos los que aparecen como víctimas. ¿Qué se les está trasmitiendo con esos reportajes a las futuras generaciones?”


“Alicinio Peña Rivera se fue primero a vivir a Puerto Rico, pero después se radicó en Miami. En 1992, siendo Balaguer presidente, se atrevió a venir públicamente al país con la intención de presentar un libro sobre Porfirio Rubirosa en la Biblioteca Nacional. Es decir, un asesino de mujeres escribiendo una apología sobre un gigoló, un vividor de mujeres.”

Ciriaco de la Rosa murió en Lawrence, Alicinio Peña Rivera falleció de cáncer en Puerto Rico.

Recuerdo ahora que cuando Dedé supo de la muerte de Peña Rivera, me llamó desde Salcedo para que celebráramos juntos la muerte de Alicinio, así lo hace constar ella en la página número 269 de la obra que comentamos.

CAPITULO XIII. LOS ACONTECIMIENTOS POLÍTICOS SIGUEN TOCANDONOS

En el Capítulo número XIII, con el título “Los Acontecimientos Políticos Siguen Tocándonos”, que se inicia en la página 271 y termina en la 278, Dedé se remonta al año 1965 y hace mención de lo ocurrido a un grupo de revolucionarios.  Ella lo dice así:

“En 1965, en medio del fragor de la Guerra Civil, en la finca de Pedrito mataron a cuatro revolucionarios que habían venido a atacar el cuartel de San Francisco de Macorís y fueron delatados por el trabajador que llevaba la leche desde la finca al pueblo. En el cuartel asesinaron a otros dos. Ahí murieron Edmundo Díaz Moreno, hermano del ingeniero Rubén Díaz Moreno, catorcista que había caído con Manolo, y Sóstenes Peña Jáquez, otro destacado catorcista.”

“Militares, comandados por un coronel de apellido Perelló, penetraron a la casa de Pedrito y destruyeron todo. El tuvo que salir huyendo con su nueva esposa y con Raúl. No encontraban adónde ir y se refugiaron en casa de mamá. A pesar del distanciamiento y de las fricciones que habían surgido entre nosotros, él pensó que era el lugar más seguro. De aquí siguieron a casa de tío Fello en Jarabacoa. Fueron momentos muy tensos y difíciles para mamá y para mí.”

“Jaimito, de su parte, convirtió su camioneta en un medio de transporte para llevar a la capital a la gente que quería ir a sumarse a la lucha por el retorno a la Constitución de 1963. También llevaba plátanos y otros alimentos para los constitucionalistas, con muchísimo trabajo y riesgo para su vida.”

También relata Dedé, en este mismo capítulo trece la llegada del doctor Joaquín Balaguer al gobierno en el año 1966.

Indica también que durante el régimen de los doce años de Balaguer, su casa, en Ojo de Agua fue constantemente allanada buscando, supuestamente, las armas del 14 de Junio.

CAPÍTULO XIV, CON EL TÍTULO “CRIAR LOS NIÑOS NOS DIO VIDA”,


En el capítulo XIV, con el título “Criar los Niños Nos Dio Vida”, la autora se extiende explicando su relación con los hijos de sus hermanas asesinadas y con los suyos, concluyendo este capítulo con la indicación, en la página número 294, de “Mamá se apaga”. Dedé narra con un pesar que le sale del alma el día que su madre el 20 de enero de 1981, le dijo a Tonó que se sentía mal, con nauseas. Al poco rato ya su madre no respiraba.   

CAPITULO XV. EL VALOR DEL TRABAJO

Un capítulo que no se podía quedar es el que se refiere a lo que ha hecho al ser humano: “El Valor del Trabajo”. En este capítulo XV, Dedé explica su sentido de laboriosidad, las distintas tareas que ha realizado en el área laboral la que heredó, de seguro, de su padre, con quien trabajó en los primeros años de su vida hasta convertirse en una activa vendedora de seguros lo que le permitió desarrollarse plenamente.

CAPÍTULO XVI AMOR, MATRIMONIO, DIVORCIO Y ESTABILIDAD.

Para que no se quedara nada de su vida, Dedé, en el capítulo XVI: “Amor, matrimonio, divorcio y estabilidad”.

Con un lenguaje muy directo, sin rodeos, Dedé expone sus relaciones con el que fue su único novio, el padre de sus hijos, Jaimito, con quien comienza el primer párrafo de este capítulo, para luego continuar diciendo: “he olvidado los agravios y penas porque hoy Jaimito y yo hablamos normalmente. Comemos juntos, lo invito a las celebraciones familiares y comparte con todos nosotros. El está bien, yo estoy feliz, hago lo que deseo, voy donde quiera, económicamente me he estabilizado, y puedo viajar y conocer otros países y otras gentes.  El tiempo lo cura todo, dicen y así debe de ser porque ahora pienso en esos días y me río a carcajadas: ¡de las que me salvé al divorciarme!”

Conviene dejar a la imaginación de los lectores y lectoras del libro “Vivas en su Jardín”, lo importante que es este libro de Dedé el cual concluye en la página número 313, con el capítulo XVII “Ya No Hay Lugar Para Dictaduras”,

Dedé nos deja en su obra un mensaje final: “El deber de quienes vivimos el horror de la tiranía es educar a esas generaciones jóvenes con el fin de que aprecien el justo valor de quienes se sacrificaron por la libertad y, sobre todo, para prevenir que se repita tanta desgracia y humillación para nuestro pueblo.”

Habiendo concluido con el contenido del libro “Vivas en su Jardín, Memorias”, me muevo ahora a hacer algunas reflexiones con respecto al contenido de la obra.


R E F L E X I O N E S

La obra “Vivas en su Jardín, Memorias”, no es para coleccionar, sino para asimilar y aprovechar en su totalidad; está hecha para nutrirnos, edificarnos de hechos ocurridos en un pasado reciente que forma parte de la historia política y social dominicana.

El libro, aunque ha sido presentado como las memorias de Dedé Mirabal en sí no lo es porque en él se recogen episodios de la vida política del país que van más allá de la autora y sus familiares. Son hechos que han marcado a todo nuestro pueblo.

Una vez Dedé escribe las líneas de ¿Por qué a usted no la mataron? Está ubicando al lector o lectora en un punto histórico de contenido político porque ella, Dedé, al quedar con vida luego del asesinato de sus hermanas tenía un compromiso con su pueblo, que consistía, precisamente, en contar la vida suya y de su familia que es, sin quererlo una familia de contenido y sentido histórico.
Cuando Dedé escribe en el primer capítulo haciendo recuerdos de tiempos felices, lo expone con familiaridad, franqueza, demostrando la intimidad familiar, la confianza que hay entre la familia. La parentela permite que Dedé ponga en conocimiento de los lectores y lectoras todo de lo que solamente es posible conocer por quien está ligado por la sangre y la intimidad de vida familiar.

Al abordar el asunto familiar nos permite ubicarnos de inmediato en un relato sencillo, conocido. De ahí que Dedé desarrolle el tema de su familia con llaneza, con naturalidad.


De la infancia, educación hogareña y las amistades de infancia solamente puede hablar con propiedad, a nivel familiar, quien ha convivido y compartido con aquellos a los que se refiere.

La autora de la obra “Vivas en su Jardín”, con suma facilidad nos habla de la precocidad, de la niñez, de cómo se desarrolló su vida. Describe los juegos de muñecas, los bailes de niñas, los cantos y hasta los cuentos que les hacía Irenita la cocinera de su casa sobre Juan Bobo y Pedro Animal.

La vida familiar que nos cuenta Dedé en su libro recrea la realidad de su familia, la inquietud de su madre por la salud, la educación y por orientarlas por el camino de la decencia y la vida ejemplar.

El lazo familiar hace posible que Dedé pueda exponer en forma brillante con relación al temperamento, las ideas y los distintos caminos transitados por sus hermanas Patria Teresa, Minerva y María Teresa.

Ella, Dedé, edifica a la presente y futuras generaciones de dominicanos y dominicanas con respecto a la forma de ser, a la actitud ante la vida de sus hermanas.

Dedé pone en claro cosas que se comentaban sin base. Así, por ejemplo, describe con detalles y precisiones las relaciones políticas y de amistad sincera que mantuvieron Minerva y Pericles Franco Ornes, en las cuales todo fue siempre de amista y con ribetes políticos. Para que conste bien claro Dedé lo escribe en la página número 77, así: “Uno de los episodios de la vida de Minerva que más se ha mencionado es la relación que sostuvo con Pericles Franco Ornes, a quien conoció alrededor de 1947. Lo voy a contar porque la gente dice que ella tuvo amores con él, y no fue así. Manolo fue su único novio”

También, para describir lo inteligente y bondadosa que era su otra hermana María Teresa, Dedé en un lenguaje sencillo nos expone en la página número 83: “los estudiantes y los niños que vienen al museo a veces me preguntan por la cualidad que definía a cada una de mis hermanas. Lo primero que destaco de María Teresa es esa bondad suya increíble. Desde pequeñita era tan buena, tan sana. De ese tipo de personas confiadas que piensan siempre lo mejor de los demás, hasta el punto de que algunos se aprovechan de ellas.”

A Patria, Dedé la define con pocas palabras en el primer párrafo de la página número 58, así: “¿Como definir a Patria? No hace muchos años salió un rostro en un Listíngrama. La semana siguiente busqué la definición que daban de ella: “mujer perínclita. Persona excepcional. Eso era Patria, una mujer excepcional”.

Real y efectivamente, Dedé explica el proceder no solamente suyo, sino también de sus hermanas. Tenía que ser Dedé, y nadie más, que explicara con tantos detalles y precisión el proceder, el comportamiento, la conducta de Patria, Minerva y María Teresa.

El modo de actuar del ser humano solamente puede ser conocido en esencia por aquel que ha convivido con el que busca definir. Las actuaciones, las conductas humanas no se conocen de la noche a la mañana. Dedé podía definir, como lo hace en su obra, a sus hermanas porque nacieron y se desarrollaron juntas, en el mismo hogar y con la misma disciplina y orientación de sus padres.

La misma Dedé Mirabal, que en su libro “Vivas en su Jardín”, nos habla de los momentos dulces, agradables, del comportamiento suyo y de sus hermanas, es la misma que relata la parte amarga, desagradable y fea que vivió su familia o, como ella misma los identifica: Tiempos de Tormentas, Lucha, Tragedia y Cambios.

En las sociedades humanas la vida de los hombres y mujeres que las integran no se desarrollan en forma rectilínea, sino columpeante, con altas y con bajas y más en medios o ambientes, sociales y políticos como los que existían aquí en todo el curso de la Era de Trujillo.

Si la historia que hace Dedé con relación a la  estirpe y unión matrimonial de sus padres en el año 1923 y el nacimiento de Patria, Minerva, María Teresa y ella, Dedé, en 1924, 1926, 1935 y 1925, respectivamente, nos permite tener un conocimiento cabal de lo que fue y ha sido la formación y el proceder de la familia levantada por sus padres Enrique Mirabal Fernández y Mercedes Reyes Camilo, la sucesión de hechos que nos relata Dedé nos sirven para edificarnos en el sentido de que la obra “Vivas en su Jardín”, no se contrae a la historia de la Familia Mirabal Reyes, de la Hermanas ni a las Memorias de Dedé Mirabal.

Al leer el libro “Vivas en su Jardín”, desde la página número 97 hasta la número 296, en verdad comprendemos que la obra es la exposición clara de lo que ha sido, y es, la realidad dominicana de ayer y hoy vivida y sufrida por nuestro pueblo.

Es correcto el título “En Desgracia”, con el cual encabeza Dedé la página número 97 para darle inicio al martirio sufrido por ella y toda su familia. La desgracia, la desventura, la infelicidad, la desdicha de la familia Mirabal Reyes, tuvo sus comienzos en esa fiesta de San Cristóbal la noche del 13 de octubre del año 1949 cuando el tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina le dijo a Minerva: “¿A usted no le interesa mi política o no le gusta?”, y ella le contestó: No, no me gusta. Entonces Trujillo le dijo: “¿Y si yo mando mis seguidores a conquistarla? Su respuesta fue: “Y si yo los conquisto a ellos”.

Pero, además, si combinamos la respuesta de Minerva a Trujillo con el hecho de el padre decidir abandonar la fiesta primero que el tirano, no hay que hacer mucho esfuerzo para saber que ahí mismo quedó sellado el destino de los Mirabal Reyes ante el régimen de Trujillo.

La misma Dedé dice, en la página número 100, como reaccionó Trujillo una vez supo que Minerva y sus acompañantes habían abandonado la fiesta. Ella escribe: “Dicen que cuando a Trujillo le confirmaron que no estábamos, patio de rabia, armó un escándalo y desarmó a Antonio de la Maza, gobernador de Moca y al senador Juan Bautista Rojas”. 


Trujillo se enfureció, se comportó enojado, irritado; se vio como un hombre burlado, lo que le llenó de rabia, se puso iracundo. No era para menos. El se encolerizó, estaba ahito de rabia. Como narra Dedé en el último párrafo de la página número 111: “El, un todopoderoso, un hombre temido por todos, al que nadie contradecía, por miedo, porque mandaba a matar a cualquiera que se le opusiera, y aparece Minerva, una muchacha, una mujer temeraria, que se atreve a decirle que conquistaría a quienes él mandara a convencerla.

Trujillo manifestó su enojo comenzando por encarcelar, primero al padre y luego a la hija. A Enrique el lunes 15 y a Minerva el martes, aunque siguiendo las instrucciones del Senador de Moca, Juan Bautista Rojas, le había puesto a Trujillo un telegrama, el domingo 14, excusándose por haber salido de la fiesta antes que él.

En la persona de Trujillo se reunían toda una serie de perjuicios, vicios, bajezas y debilidades propias de los seres humanos mezquinos. En Trujillo quedó fija la idea de lo que había ocurrido en la fiesta de San Cristóbal, desde la respuesta de Minerva hasta el abandono de la fiesta.

Una demostración de lo rencoroso que era Trujillo es que no se limitó a encarcelar a Minerva y a su padre en 1949, sino que en 1951, procedió a llevar a la cárcel a Minerva, a su papá y a su mamá.

Para que Minerva y su familia recordaran que él las tenía presentes, Trujillo, aunque se fue de paseo hacia España, a su regreso, como represalia, impidió que Minerva se matriculara nuevamente en la Universidad de Santo Domingo para continuar sus estudios de derecho.

Minerva, para volver a nuevamente a la Universidad se vio obligada a leer unas palabras que le había escrito una profesora de Salcedo –Chachita Brito- con motivo de un acto efectuado en honor a Trujillo, aunque hay que reconocer que con este discurso Minerva no claudicó ante Trujillo ni le pidió perdón. Pura y simplemente le dio lectura a un discurso hijo de las circunstancias políticas y no de sus firmes convicciones políticas las cuales nunca cambió y con las que nunca hizo transacciones ante el tirano.

Con su agradable temperamento, Dedé pasa en su obra de la explicación de la situación de Minerva y la lectura del discurso en honor a Trujillo, a darnos unas pinceladas con respecto a la muerte de su padre, y extenderse en el contenido del diario de María Teresa y pasar luego a explicar los encuentros afortunados, comenzando con los amores de Minerva y Manolo, su comunidad de ideales, el matrimonio y el nacimiento de sus hijos, hasta concluir ese capítulo con María Teresa, su ingreso a la Universidad y su boda con el ingeniero Leandro Guzmán.

La página número 149, donde figura el título “Inicios de 1960. Movimiento Revolucionario 14 de Junio”.  Crece la Represión, nos anuncia la continuación de una etapa que se había iniciado el 1 de enero de 1959, con el triunfo en Cuba de la Revolución Cubana.


Las ideas no surgen de la nada, no llegan desde el cielo; ellas surgen de las realidades objetivas, de la vida social y política en un momento dado.

Para Minerva expresarse, como lo hizo el 6 de enero de 1959 en la casa de los esposos Josefina Ricart y de Guido D’ Alessandro (Yuyo), tenía que tener una vivencia real, un hecho fruto de una realidad: la Revolución Cubana que había triunfado hacía unos seis días. Por tal razón fue que ella dijo, como expone Dedé en la página númro 150: “Por qué nosotros en nuestro país no formamos un movimiento similar, si aquí hay tanta gente maltratada y antitrujillista? ¿Por qué en otros países pueden y nosotros no? Vamos a hacer un compromiso, para que cuando salgamos de aquí cada uno empiece a establecer contactos”.

Y al igual que en Minerva, su idea había calado en la conciencia de todo un abanico de la juventud dominicana, que como bien nos dice Dedé, en la página número 149:

“El período más represivo de toda la tiranía trujillista transcurrió de  1959 a 1961. Durante esos dos años la resistencia fue más intensa y variada, con la participación de la Iglesia católica y de parte importante de la juventud. En Tenares se conformó la Acción Clero—Cultural, dirigida por el padre Daniel Cruz Inoa, adscrito a la diócesis de Santiago; se gestó el Movimiento Revolucionario 14 de Junio; brotó en Santiago el grupo de jóvenes llamado Los Panfleteros, quienes, con materia fecal, escribían en las paredes “Trujillo es una mierda”, mientras que los exiliados antitrujillistas intensificaban sus esfuerzos en distintos países.”

“Fueron años de terror y carnicería, de traiciones, delaciones y destrucción, pero también fue el tiempo en que más firmemente se mostró el heroísmo de toda una generación de jóvenes. Y mis hermanas fueron parte de la juventud que se inmoló en aras de que el pueblo dominicano se liberara de la dictadura que lo oprimió por tantos años.”

La resistencia contra la dictadura trujillista trajo la respuesta del poder de Trujillo quien todavía tenía el total control de los órganos del Estado. Precisamente, los aparatos represivos se cebaron contra los adversarios más firmes del tirano. La 40 fue el lugar donde el crimen, el terror, las torturas y la muerte se hicieron aliadas impúdicas del trujillismo.

La tortura, el martirio, el tormento contra todos los que se enfrentaron a Trujillo, hicieron acto de presencia en ese escenario de La 40. El dolor, el sufrimiento y la angustia llegaron a los cuerpos de los opositores a Trujillo. Los torturadores, los verdugos que disfrutaron el martirio de hombres y mujeres indefensos, llenaron de luto a miles de hogares dominicanos, muchos de los cuales no llegaron a recibir ni el cadáver de las víctimas del terror, del crimen político instaurado en 1930 por Trujillo.

En los marcos de ese cuadro macabro se inscribe lo que en la obra de Dedé “Vivas en su Jardín, memorias”, ella comienza con el título de La Tragediaen la página número 179.

El hecho ocurrido el 25 de noviembre de 1960, no se puede ver en forma aislada. Hay que comprenderlo dentro de lo que es un régimen político de corte terrorista, un gobierno que aplicó en nuestro país métodos no utilizados anteriormente por tiranía alguna.

El libro sirve, en lo que se refiere al crimen de las Hermanas Mirabal y Rufino de la Cruz, como punto de referencia de la criminalidad trujillista, que terminó como comenzó, asesinando a sus adversarios políticos más activos.

No basta con saber la forma como se planificó y ejecutó el asesinato, sino también las circunstancias y hechos que ocurrieron con posterioridad alrededor de la familia de las Hermanas Miraba, como fue la presencia de Alicino Peña Rivera en la casa de las víctimas requiriéndole a la madre la firma de una carta para hacer creer que el crimen fue un accidente automovilístico, la forma como les dieron a conocer a sus esposos el crimen, y, por último la presencia de Trujillo en Salcedo a los tres meses del múltiple asesinato.

La obra escrita por Dedé Mirabal debe ser conservada en cada hogar dominicano para que se sepa lo que ha sido parte de la historia política del país y de las instituciones que conforman el Estado Dominicano.

Enlazando el capítulo que se identifica como “Un Juicio Para La Historia”, con el otro que lleva por título “El Destino de los Asesinos”, llegamos a darnos cuenta que aquí, históricamente, no se ha hecho verdadera justicia y cuando se ha aplicado la ley es como una forma de apaciguar a lo mejor de nuestro pueblo, para calmar su deseo de justicia. Así ocurrió con el juicio y destino final de los asesinos de la Patria, Minerva, María Teresa y Rufino. Ninguno llegó a cumplir la sanción impuesta por el tribunal.

A los jovencitos y jovencitas de hoy, y a lo mejor algunos de nuestra generación, les resulta de mucho interés leer el libro de Dedé Mirabal, porque recoge episodios desconocidos por algunos y, a lo mejor, olvidados por muchos porque la autora nos pone a vivir hechos desde la intervención norteamericana en 1916 y la nueva invasión de 1965. De igual manera, pone a los lectores y lectoras en condiciones de conocer lo ocurrido en 1965, en San Francisco de Macorís a un grupo de revolucionarios y patriotas  asesinados, precisamente, en la finca de un ex cuñado suyo.

Dedé edifica a los que tienen la posibilidad de leer su testimonio respecto a la actitud valiente y responsable de Manolo Tavarez, así como de sus compañeros del 14 de junio asesinados en 1963, en Manaclas. Manolo pagó con su vida el juramento que había hecho el 14 de junio de 1962, ante el altar de la patria, de que: “Los hombres del 14 de Junio saben muy bien dónde quedan las escarpadas montañas de Quisqueya”.

Pero no obstante los momentos amargos que ha vivido Dedé; ella nunca ha perdido su sensibilidad, su amor por los demás y las causas justas. Ella manifiesta sus grandes condiciones humanas en toda la exposición que hace en la obra, particularmente cuando nos habla en el capítulo catorce de “Criar Los Niños Nos Dio Vida”.

Habla no solamente de los hijos suyos, sino también de los de Patria, Minerva y María Teresa.  Se refiere a Nelson Enrique, Noris Mercedes, Fidel Raúl, Minou, Manolito y Jacqueline, como si fueran sus hijos biológicos. Su calidad humana se comprueba al referirse a los niños y la refleja en su libro.

Leer el libro de Dedé es edificarse, conocer la expresión viva de una mujer dominicana de verdad, de esas mujeres que hacen aportes para el desarrollo de la sociedad humana. La forma como ella se ha insertado en el mercado laboral dominicano sirve para definirla como una gran mujer. Debo confesar que quede maravillado con el análisis que hace Dedé valorando el trabajo.

En la presente coyuntura que vive el país, cuando se ha desarrollado un amplio movimiento feminista, las que lean el libro “Vivas en su Jardín”, de seguro que apreciarán la obra en su justo valor cuando al llegar al capítulo número XVI lean la narración que hace la autora de su vida en el amor, en el matrimonio, su situación como madre, el divorcio con el hombre que fue el amor de su vida y, finalmente de la estabilidad que ella disfruta en estos momentos.

Aunque Dedé está conciente de que todo ser humano pasa por un proceso natural de nacer, crecer, desarrollarse y morir, ella destaca en la primera línea del capítulo número XVII la idea de que “el único problema verdaderamente sin solución es la muerte”.

Para mí la idea central, la reflexión que Dedé pide a la presente generación, es que luchen por la libertad.

El deber de quienes vivimos el horror de la tiranía –dice Dedé- es educar a esas generaciones jóvenes, con el fin de que aprecien el justo valor de quienes se sacrificaron por la libertad y, sobre todo para prevenir que se repita tanta desgracia y humillación para nuestro pueblo.

Ya concluyendo su testimonio, Dedé habla de la Casa -Museo Hermanas Mirabal, de la fecha universal del 25 de noviembre declarado en el año 1998, por las Naciones Unidas como Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer.

Ojalá la mayoría de los dominicanos y dominicanas puedan decir, ya al final de su vida, como dice Dedé al concluir sus memorias: “Puedo decir he cumplido con la patria. Puedo decir: He levantado una familia honesta. A mis años, ¡que mayor satisfacción que decir he cumplido con mi patria y con mi familia! En el cementerio, junto a mi madre y a mi padre, está mi sitio esperándome. Mientras tanto, el día de hoy cada día, trabajo y vivo con dedicación y entusiasmo.”

Y yo, me limito a decir: El libro “Vivas en su Jardín”, es un testimonio de una dominicana para todo nuestro pueblo, y quisiera que todos los dominicanos y dominicanas que coincidan con las aspiraciones de Dedé retengan estas palabras suyas:

“…Como ciudadana responsable, como dominicana, entiendo que las tareas de saneamiento económico e institucional continúan inconclusas y que nuestros esfuerzos en la política deben estar encaminados a mejorar la vida de dominicanos y dominicanas; a construir la institucionalidad debilitada por la dictadura y por la mayoría de los gobiernos que la sucedieron, y, sobre todo, a trabajar para que el Estado sea eficiente ofreciendo los servicios universales que le corresponden a cada uno de los nacidos en esta tierra. Por esas ideas me levanto a trabajar cada día y seguiré levantándome mientras me lo permitan la salud y la edad.”

Buenas noches, y gracias por escucharme.