martes, 18 de marzo de 2025

La mentira y sus usos nocivos (1 de 2)

Explicación

  1. A la víctima de la mentira solo le queda indignarse y luego calmarse. Nunca dejarse sacar de quicio y montar en cólera.
  2. Recientemente, un amigo y yo fuimos perjudicados por una persona que utilizó la mentira para defenderse y justificar una falta suya.
  3. Como respuesta a esa mentira utilizada publico este escrito que le cuadra a la persona mentirosa.

I.- La mentira en el medio social dominicano

  1. El ordenamiento económico que predomina en nuestro país genera, en la conducta de los dominicanos y las dominicanas, toda una serie de vicios que se observan como habituales.
  2. La rutina en la ejecución de algunos actos evidencia en muchos miembros de la comunidad dominicana una especie de adicción a los mismos. Uno de esos vicios frecuentes es la mentira que está como una dependencia; se hace uso de ella con una espontaneidad que prueba la naturalidad, la familiaridad en quien la ejecuta.
  3. La mentira está tan ligada a algunas personas que las convierten en adictas a su manejo; la consideran como un soporte, un pilar de su modo de vida y sin el cual no pueden manejarse en sus relaciones con los demás. Mentir viene a ser, para el que cultiva la mentira, una especie de cualidad virtuosa.
  4. Aquel que se aclimata a practicar la mentira, se capacita para utilizarla tanto que la adecúa a su forma de ser, procurando acreditarla dándole valor de confianza absoluta a lo que en ella se ha fundamentado. El mentiroso busca que su mentira adquiera categoría de documento auténtico; quiere que lo espurio se conozca como fidedigno.
  5. El que profesa la mentira la cultiva en un grado tal que la abraza como una religión; llega a tenerla como una doctrina para sus relaciones, para su accionar en el medio donde vive. La reconoce como si fuera un don divino, y su convicción por ella no tiene límites.
  6. Mientras la mentira es utilizada por quien la practica como un simple medio de persuasión y penetración, no lesiona. Basta con tomarla como un simple vicio de su portador, su agente transmisor. Pero ocurre que el artífice de la mentira no se limita a usarla para cosas triviales, sino que también la emplea para dañar, herir, fastidiar y de cualquier forma perjudicar a otros.
  7. Una vez el profesional de la mentira decide hacerla dañina, se convierte en algo peligroso; en alguien capaz de hacerle la vida imposible a todo aquel que no es de su agrado, sin importar el nivel de daño que produzca la mentira empleada como arma de destrucción de honras, virtudes y méritos.
  8. Hace efectos dañinos como si fuera un producto tóxico, con la agravante de que la mentira diseñada para afectar a un tercero siempre está acompañada de los más diversos componentes generados por cerebros perniciosos.
  9. El mentiroso, para su misión dañina, hace un estudio minucioso de cómo difundir el veneno con el que rodeará sus argumentos lesivos, la profundidad y sistematización de su falsedad y cuándo considera concluido su objetivo nocivo. Mientras más ponzoñosas sean sus mentiras, más bien se siente el falseador. Lo ultrajante desempeña una función fina contra quien la mentira deshonra y mancilla a quien goza de aprecio.
  10. El mentiroso disfruta su labor destructora; se comporta siempre elocuente, efusivo en el desarrollo de su diatriba; con firme vehemencia se refiere a su víctima, siempre busca que su dardo venenoso le caiga directamente a su ofendido; en forma intencional esquilma a su lesionado, a quien estruja con calma y en forma calculada sus aviesas calificaciones, las cuales trata de que sean las más retorcidas para causarle más y peores pesares.
  11. Por lo regular, el mentiroso se expresa en forma pausada para que su falso mensaje llegue en forma nítida a su interlocutor. Procura adornar su elocuencia a los fines de llamar la atención, y que su vocablo sea apreciado como sincero; se esmera por utilizar palabras que cuadren perfectamente con la idea que desea vender y que sea fácil de asimilar. Mientras más incorpora sus falsedades al cerebro del público, con más rapidez logra el mentiroso el fin que persigue.
  12. El mentiroso, en el desarrollo de sus ideas dañinas, no quiere ser interrumpido. Se molesta cuando es interferido por alguien; quiere tener cautivo de su conversación a quien ha escogido para que reciba la aviesa versión que tiene contra la persona que ha decidido ofender con sus maquinaciones; no quiere que nadie obstaculice su conspiración para que su falacia pueda calar con más profundidad.
  13. El calumniador se siente triunfador cuando la mentira se ha propagado ampliamente, y más aún si ha llegado a penetrar a los círculos más cercanos e íntimos del difamado. El falsario celebra en grande cuando su opinión malsana es aceptada como cierta con relación a aquel contra quien va dirigida.