Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
a) Mi vida, al igual que la de cualquier otro ser humano con semejante
origen social, nacido y desarrollado en una sociedad atrasada y dependiente de
América Latina y el Caribe, no ha estado libre de sinsabores y pesares, aunque
batallando también la he rodeado de alegría, por lo que puedo decir que he llevado mi existencia entre accidentes
perjudiciales e inesperados, tropiezos y triunfos.
b) Los avatares, los constantes problemas que me he visto en la
obligación de enfrentar, deben ser conocidos por aquellos de mis descendientes
que, luego de mi desaparición física del mundo de los vivos, quieran conocer
las motivaciones que me llevaron actuar en una u otra forma en una determinada
coyuntura. Además, estar moviéndome de un continente y de un país a otro, hizo
de mi condición de existir algo para explicar mientras pueda hacerlo.
c) El ambiente en el cual he vivido no ha sido el más acogedor,
combinado con la situación de que me ha correspondido actuar dentro de un
ordenamiento económico y social con el cual chocan las ideas que he sostenido y
mantengo a las cuales debo fidelidad de por vida y no renunciaré jamás. Mi
ideología política me acompaña como la sombra al cuerpo.
d) En los últimos años, al acercarse la fecha del aniversario de mi
nacimiento, he procedido a hacer algunos relatos de episodios del tiempo que he
vivido, procurando destacar acciones que en el mañana puedan servir como
referencia a mis nietas y nietos. Estoy consciente que no voy a tener la
oportunidad de exponer por completo lo que he hecho en mi país y en el
extranjero con motivo de mi vinculación con el movimiento por la defensa
mundial de la paz y la liberación nacional de los pueblos oprimidos por el sistema
colonial e imperialista.
e) He partido de que algo es algo, y más vale algo que nada. Aunque sea
una pizca de mí accionar puede servirle de luz a un nieto o nieta mío para
después de mi muerte poder decir la verdad de lo que hice y la realidad de mi proceder
ante un fenómeno social cualquiera. A falta de nada una gota vale, porque
muchas partículas recolectadas sirven para hacer conciencia.
I.- He continuado la línea de conducta trazada por mi mamá
1.- Aunque han transcurrido más de cuatro décadas de haber fallecido, a
mi madre la tengo siempre presente, fija en mi conciencia, con la misma
admiración y veneración; cada día la glorifico más y más; sigue siendo mi ídolo
y guía espiritual.
2.- Tengo más que justos motivos para ensalzar y mirificar por entero a
mi progenitora; una mujer de origen campesino, analfabeta funcional, y con una
inteligencia fuera de lo común, sumamente aguda, que en sus ojos expresaba su
agilidad mental.
3.- A los 81 años he permanecido como me formó mi madre; libre de
hipocresía; sin estar dominado por el engaño; liberado de todo lo que significa
encubrimiento; sin saber lo que es ser ficticio, con mi conciencia tranquila
porque no me siento contaminado por la simulación que forma parte de la cultura
del dominicano de hoy. He tratado de mantenerme sincero, natural, sin ser
tocado por los vicios que rompen con la transparencia, la claridad y la
sencillez.
4.- Haber llegado a los 81 años de edad haciendo caso omiso a la insidia
que fastidia; ignorando las estratagemas que desdicen de la persona recta;
rechazando la intriga que pone pequeño al individuo; manteniéndome extraño a
las celadas que abundan en esta época, y de la traición que es aceptada como
común en el medio social dominicano. Por el contrario me mantengo fiel a las
ideas de lealtad, bienintencionado y no puedo ser de otra manera.
5.- Me mantengo sumamente agradecido porque mi progenitora me educó para
que hoy a mis 81 años de vida poder continuar la línea que me trazó para no
llegar a ser en la sociedad humana un inservible que no aporte al desarrollo
social; ineficaz como ciudadano y munícipe que no contribuye al bien común; a
no ser como el infecundo que nada positivo genera. Mamá me trajo al mundo de
los vivos para ser un hombre productivo, servible y útil en lo que conviene a
mi país.
6.- Tengo que permanecer vivamente celebrando haber llegado a los 81
años actuando con sensibilidad; comportándome como fue el deseo de mamá, de que
fuera siempre animado, entusiasta hasta lo último; que incidiera en la vida
pública de mi país con sentido social impulsando causas justas y manteniéndome
firme en mis convicciones, sin flaquear, y nunca dar demostración de
frustración ni de entrega; que luchar sea mi norte y jamás caer en debilidades.
7.- En ningún momento puedo olvidar los certeros consejos que mamá me
dio para que me sirvieran de guía en mis actuaciones. Por tanto, a mis 81 años
debo hacerle honor a esa mujer que me trajo al mundo terrenal el 25 de
diciembre de 1938, y fijó en mi cerebro
las ideas que debía honrar con pleno juicio, alta sensatez y pura nobleza. Los
lineamientos que me señaló mi querida madre me han permitido actuar haciendo
del correcto proceder una norma de vida bajo cualquier circunstancia.
8.- La perseverancia que me inculcó mi vieja, la que me parió hace 81
años, he hecho lo posible por mantenerla. No acepto la vida sin persistir en la
tarea que he iniciado, el fin perseguido o la obra proyectada. Me siento
diseñado para la persistencia; estar renovándome en los ánimos para llevar a
feliz término lo que me propuse ver realizado. No acepto la inconstancia, en la
renuncia, desistir en la ejecución de aquello que me formé la idea de que debía
concluir con éxito. Hay que comenzar y mantenerse obstinado en concluir lo
iniciado.
9.- Mamá me orientó en el sentido de que hay que moverse con agudeza y
hoy, al llegar a mis 81 años de existencia, valoro mucho lo que ha sido para mí
trabajar con lucidez, fino tacto y acierto. Al accionar procuro no actuar con
torpeza, haciendo estupideces que solamente conducen al fracaso. Mantenerse
avispado es un recuerdo, algo así como un mandato de mamá para no llegar a
tomar decisiones absurdas, fuera de toda lógica.
10.- Porque mamá fue para mí la gran maestra que no puedo defraudar, sé
que la sociedad en la cual vivo está dañada moralmente, y que estoy en la
obligación de censurar todos aquellos actos contrarios a la honradez; que debo
ser un ciudadano pertinaz, contumaz, recalcitrante en la lucha contra todo lo que
significa corrupción; cabezudo ante los fenómenos nocivos que corroen el
ambiente social del país, en sí, infatigable luchando contra todo lo que daña
la conducta de los que mañana van a dirigir nuestro país, la niñez.
11.- Por respeto a la memoria histórica de mi madre tengo con ella el
compromiso de comportarme coherente, mantenerme a los 81 años y siempre el
mismo que he sido hasta ahora, en conexión mi pensamiento con la práctica;
actuar en todo acorde; correspondencia entre lo que pienso, digo y hago. Debo
ser una persona análoga de lo que predico y ejecuto, demostrar enlace entre mis
ideas y mis acciones.
12.- Al llegar a mis 81 años
hubiera sido un renegado de los principios éticos y morales que María Idalia
Veras, mi madre, me mandó a seguir mientras forme parte del mundo de los vivos. De ahí que, aunque me ha tocado
vivir en un medio donde se impone la sinvergüencería, estoy impedido de ser un
procaz, vagabundo o truhan, y actuar como si mamá no me hubiera enseñado a ser
vergonzoso; un individuo íntegro y de rectas actuaciones en la vida privada,
pública, profesional y familiar.
13.- Por respeto a la prédica política de mamá, debo continuar
oponiéndome con justas razones al sistema social imperante injusto que
predomina en mi país. De la misma forma que mi madre se mantuvo atacando,
censurando, contradiciendo el odioso régimen que, en su momento la llevó a
prisión por tres meses, yo no tengo otra alternativa que seguir, como ella,
objetando un orden social que genera desigualdad y privilegios irritantes.
14.- A mis 81 años de vida puedo decir que no soy un improvisado
accionando en la política de mi país; no actuó políticamente de repente; lo que
hago y he hecho ha sido debidamente pensado; nada de actuar en forma repentina,
de improviso. El actuar sin prudencia no está en el código de mis acciones en
el quehacer político y social. Lo inadecuado lo considero un infantilismo, que
necesariamente conduce a lo incongruente, a lo absurdo.
15.- Al cumplir ahora 81 años de edad, el mejor homenaje a mi madre es
continuar la lealtad a las ideas y principios que me inculcó, y a los cuales he
jurado devoción, completa fidelidad, ciega adhesión. Nunca, jamás, en ningún
momento debo traicionar lo que mamá me enseñó de viva voz con su ejemplo y
abnegación. Lo que aprendí de mi maestra, de mamá, ha sido una lección
inolvidable e imborrable.
II.- Mamá me educó para con firmeza resistirlo todo
16.- Mamá me formó la idea, de que estoy vacunado contra todo,
incluyendo insultos, anatemas, injurias, envidia, difamación,
descalificaciones, acumulos y bellaquerías, es una realidad en mí, no por
efecto de las vacunas, sino porque su preocupación me creó la convicción y
disposición de soportar al maldiciente, malcriado y malvado descalificador
profesional.
17.- Estoy formado para hacerle caso omiso a la condenación; soportar a
los que sueltan sapos y culebras por sus bocas, a quienes me maldicen con barbaridades
y a aquellos que me odian porque son escorias sociales, basura, y de mi dicen
pestes. Me mantengo en paz espiritual, exento de las porquerías que anidan en
su mente los mediocres de esta sociedad.
18.- Al ser inexpugnable a la intención del asqueroso y perverso
blasfemo, me muevo tranquilo a sabiendas de que despotricar contra mí no es más
que el maldiciente perder su tiempo, arar en el mar, ladrarle a la luna,
comportarse como un mal encaminado,
desnortado, en sí, un despistado.
19.- La confianza y el amor que le guardo a mi madre, fortalece mi
estado mental para vivir con la creencia de que en verdad estoy liberado de que
sobre mi caiga algún perjuicio, agravio, injuria, ultraje o cualquier acción
que se ponga en movimiento para lastimarme, mortificarme, sacarme de casilla,
dañarme personal y moralmente.
20.- La alegría que me impregnó mi madre, para que por nada me amargue
la vida y nunca la tristeza se apodere de mí; la congoja, la agonía ni el
desaliento me rosen; vivo gozoso, no prisionero de pesares, y la consternación
sólo la tomo en cuenta cuando alguien resulta afectado.
21.- Soy un hombre libre entero, nacido y formado para no guardar
rencores; presto para dispensar y no condenar; excusar, no inculpar; comprender
y no vengar. No conozco los resentimientos que solo guían al ser humano a
estigmatizar, satanizar, señalar con el dedo para deshonrar a quien ha llevado
una vida digna.
22.- Hacer mía las orientaciones de mamá me ha servido para no estar
atado ni limitado por nada, Cuantas cuestiones expongo por medio de mis
escritos es porque considero que al hacerlo contribuyo en algo a llevar a la
opinión pública mi criterio sobre lo planteado, aunque puedo estar o no
equivocado.
III.- A mis 81 años sigo fiel a mis ideas
23.- Cualquier hombre o mujer
nacido, formado y desarrollado en un determinado país de América Latina y el Caribe, con su
origen social en las clases marginadas; y que accione en la brega social y
política con sentido progresista ante las oligarquías nativas y el imperialismo;
y además haga causa común con los pueblos que llevan a cabo su lucha contra el
colonialismo, se puede considerar un suertudo si llega a los ochenta y un años
de edad.
24.- Precisamente ahora, al cumplir mis 81 años de edad, puedo gritar a
todo pulmón que soy un ser humano que
tiene mucha suerte. Soy muy dichoso porque habiendo nacido en el fango de la
sociedad dominicana no me he contaminado con las lacras que genera el sistema
bajo el cual me ha correspondido vivir, y desde mi adolescencia he incidiendo
en la política nacional e internacional, defendiendo lo que desde mi óptica
ideológica considero justo y correcto aprobar.
25.- En el curso de mis 81 años no me he dedicado a llevar una vida
contemplativa ni a contemporizar, a armonizar intereses; a transigir en mis posiciones ante los que a
ellas se oponen; ni a mucho menos
tolerar ofensas; ceder ideológicamente ni acomodarme a las circunstancias del
momento. He confrontado mis ideas con altura y sin herir a mis adversarios
ideológicos. He difundido las doctrinas
del socialismo científico en organizaciones sindicales, y partidos de la clase
obrera; en el seno del movimiento sindical, en la cátedra universitaria; en
los clubes culturales, feministas de la
juventud y de servicios.
26.- Me siento bien, satisfecho de a mis 81 años de edad, haber hecho uso de mis condiciones intelectuales
para desarrollar mi entendimiento y exponer mis ideas, de viva voz, en escenarios y foros nacionales e
internacionales para defender la paz
mundial, las libertades públicas, los derechos humanos, la independencia
y soberanía de los pueblos oprimidos, a los perseguidos y presos políticos. De
igual manera, he puesto en ejecución mi posibilidad de escribir para, por medio
de la palabra escrita, hacer labor de orientador cívico, ciudadana y
orientación política. Está plasmada mi colaboración escriturada durante 60 años
de mis 81 de vida, en más de 25 mil artículos, en más de 10 periódicos, en 8
libros publicados y 64 inéditos reposando todo en el Archivo General de la
Nación, en la Colección Ramón Antonio
Veras.
27.- Satisfacción me produce, aterrizando ya a mis 81 años de edad, el
hecho de haber puesto mis conocimientos técnicos como profesional del derecho,
al servicio de todo aquel que ha requerido mis servicios, sin importarme que
fuera a recibir honorarios como contrapartida al trabajo realizado como
abogado. He aprendido que se puede ser abogado, cumplir con los postulados de
esa profesión, vivir económicamente decente de ella; mantener posición
ideológica de abrazo al socialismo real y no dejarme arropar por las lacras que
acompañan al ordenamiento económico, jurídico y social vigente.
28.- A los 81 años de edad, debo
darle las gracias a mi madre que en condiciones sumamente precarias en lo
económico, me permitió desarrollar como ser humano; hizo ingentes esfuerzos para que me levantara como hombre y me formara
como un ciudadano del mundo sin
prejuicios, odios ni rencores, siempre dispuesto a luchar por lo que signifique
liberación de la especie humana de toda clase de opresión material y
espiritual.
29.- Por último, debo confesar que soy propenso a enamorarme con pasión,
en forma ardiente, de todo aquello que me alegra el alma. He sentido amor por
las mujeres que con lealtad me han hecho feliz; ferviente, con pleno entusiasmo
quiero a mis hijos, nietas y nietos; procuro ser efusivo con mis sinceros
amigos y amigas, y al llegar a mis 81 años sigo plenamente convencido y apegado
a las ideas socialistas, que cada día alimentan mi espíritu y me sirven de motivación para continuar con bríos
cumpliendo muchos años más de vida.
Santiago de los Caballeros,
23 de diciembre de 2019.