viernes, 29 de diciembre de 2017

Mi vida al cumplir 79 años de edad

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Mi vida: un laberinto

1.- El próximo lunes 25 de diciembre, cumplo setenta y nueve (79). Mi progenitora no me trajo al mundo como un ser predestinado para ser bueno o malo; un santo o un demonio, ni para llevar una vida placentera o llena de dificultades. Lo que salió del vientre de mamá nadie podía vaticinar lo que llegaría a ser durante su pervivencia.

2.- Aunque mamá no podía adivinar lo que sería su niño en el curso de su existencia, de seguro que añoraba para él una vida fácil, cómoda, soportable en el más amplio sentido de la palabra; sin tropiezos de ninguna clase. Lo que una madre quiere para sus hijos es digno de alabanza, pero no siempre se materializan los deseos por muy encomiables que sean.

3.- Por el trato amoroso que siempre recibí de mi madre, sé que quiso lo mejor para mí, y que su mayor aspiración fue que mi vida fuera todo lo agradable posible; que nada perjudicial se cruzara en mi camino por alcanzar la felicidad. Pero por encima de los buenos deseos de mi progenitora está lo que ha sido la materialización en que he tenido que moverme en condiciones desventajosas y favorables.

4.- La mía ha sido una vida como una línea quebrada. No escogí la forma como se desarrollaría mi existencia; el medio donde nací y me he desenvuelto ha ejercido influencia en mí trajinar. Los hechos me han mantenido de acá para allá, moviéndome de un lado a otro. Las circunstancias me han zarandeado; zangoteándome, sacudiéndome como una tela cualquiera; imponiéndome estar sosegado o exasperado.

5.- En el diario vivir me he formado tratándome con personas inteligentes; de ojo clínico; llenas de sagacidad y fina penetración, pero también observando a las ingenuas, estúpidas y simples. He aprendido a no estar fuera de la realidad, para no ser sorprendido y quedar con la boca abierta; trato de conservarme esquivo para que no me tomen desprevenido.

6.- He tenido que aprender a lidiar a seres humanos de las más diversas ubicaciones clasistas y conductas. La vida en sociedad no puede verse estática porque las personas tienen diferentes formas de manifestarse, y para convivir con ellas no se puede ser dogmático para no caer en inflexibilidad, intolerante y fanático.

7.- Mi estructura mental no está diseñada para manifestarme conforme con lo que la conciencia me manda a disentir. La aprobación ciega no está en mí, porque la resignación la veo como la entrega a la voluntad de quien pretende erigirse en orientador de los conformistas, de aquellos que se mantienen contentos, coincidiendo sin saber por qué, aunque en el fondo están insatisfechos con lo que han consensuado.

II.- Una existencia de tensión y sosiego

8.- He tenido una vida llena de intensidad y de debilitamiento, alegría y tristeza, disfrute y padecimiento, entusiasmo y desánimo; de ejercicio pleno de mis libertades y de encierros carcelarios. En ocasiones sintiendo manifestaciones de amor, y por momentos gestos de odio; en etapas padeciendo hambre, y en otros períodos saciado de abundantes alimentos.

9.- En mi niñez pasé situaciones de disgusto porque me vi obligado a dormir en un catre; en mi juventud enfadado porque guardando prisión me impusieron reposar desnudo en el piso frio de una solitaria. Pero en mi adultez me he sentido muy cómodo al poner a descansar mi cuerpo en confortables camas ubicadas en los mejores hoteles y castillos de los distintos continentes.

10.- Con saña he sido física y moralmente lastimado, difamado, agraviado, altamente ofendido por personas desaprensivas que con sus acciones han procurado dañarme. Pero también he sido elogiado, enaltecido por entes sociales que han valorado mis actuaciones en el medio donde he incidido como ciudadano.

11.- Sé lo que es vivir en una choza, como también en una lujosa residencia de tres niveles, construida con los materiales más finos del momento. De igual manera, me he bañado en lebrillos a la intemperie, como también en lujosas piscinas ubicadas en lugares exclusivos de hermosas mansiones.

12.- Personas cálidas, por mi cuerpo han deslizado sus manos con suavidad,  por lo que me he sentido acariciado y lleno de cariño; pero en otros momentos he sufrido el golpe áspero; rudamente atacado; herido con furia; tratado a patada, pisoteado hasta llegar a tener mi vida al borde de la muerte.

13.- En mi niñez no supe lo que fue vestirme con ropa nueva, porque siempre me la puse de medio uso; pero en mi adultez he cubierto mi cuerpo con prendas de vestir hechas a mi gusto; de colores de mi predilección y a la última moda. He disfrutado estar ataviado con paños fabricados especialmente para mi gusto.

14.- Por las mismas calles de mi ciudad natal que ayer me moví a pie, descalzo vendiendo periódicos y haciendo de lustrador de zapatos, hoy circulo en mi elegante vehículo adquirido con recursos económicos obtenidos en forma licita.

15.- Me he tratado con personas íntegras, pero también he departido con deshonestas. He sentido agrado al conocer a individuos de buen corazón, que generan bondad, pero he maldecido el momento cuando me comuniqué por primera vez con aquellos que su presencia demuestra malignidad.

16.- He tenido la dicha de tener a mi lado amigas y amigos que simbolizan lealtad, franqueza, honradez y absoluta fidelidad, pero también he sufrido la infelicidad por haber establecido relaciones de amistad con desleales, traidores, innobles, ejemplos vivos de la falsía, la simulación y total doblez.

17.- Con mis hijos he tratado de mantener relaciones afectivas, cordiales y respetuosas, pero he tenido diferencias con aquel que ha pretendido imponerme sus designios y prejuicios. No sé combinar el cariño con el irrespeto hacia mí.

18.- De todo corazón he puesto mis sentimientos, depositado mis afectos amorosos en mujeres que me han llenado de felicidad, demostrándome auténtico, profundo querer y un trato exquisito. Pero con todo pesar confieso que he entregado amor, franca devoción a féminas que nunca debí de haber conocido y mucho menos dispensarles cariño. No he sido mujeriego, ni me he creído un playboy. Siempre he tratado de respetar los sentimientos de las que me han demostrado amor sincero.

19.- En el ejercicio de la profesión de abogado he postulado ante magistrados probos, y litigado frente a colegas honestos, aunque también he expuesto a jueces venales y he tenido como adversarios a abogadas y abogados corrompidos. Trabajar en la abogacía me ha hecho vivir momentos de alegría, pero también de pesares, tormentosos y angustiosos. Comencé mi ocupación cargado de ilusiones, con mucho entusiasmo, pero he terminado desencantado, más por el medio social que por la actividad en sí.

20.- Creo que el buen abogado no es aquel que pone sus conocimientos del derecho para timar; quitar lo de otro con malas artes y dar gato por liebre. El engañabobos no tiene nada de letrado, nunca será jurista, y a lo sumo llega a granuja, a ser modelo de rufián. Lamentablemente, con muchos de estos embaucadores me ha correspondido bregar en los últimos años de ejercicio.

III.- En política sin queja

21.- Por el trajinar político que he llevado desde muy joven, de lo que ha sido mi vida no tengo nada de qué quejarme. No puedo, en lo absoluto, estar refunfuñando, echando pestes ni darme por lastimado. No me cuadra vivir poniendo el grito al cielo por las consecuencias adversas que me han generado mis actividades en el accionar político y social.

22.- En lugar de permanecer contrariado, insatisfecho, dándome por ofendido, me conservo contento, sin disgustos de ninguna clase. He procedido en la brega política con el pleno convencimiento de que aquel que abraza con sinceridad y seriedad la lucha por los cambios políticos y sociales, debe aceptar los resultados sin importar que sean los peores. Estar de querelloso y lamentoso no es propio de quien hace de sus convicciones una doctrina armónica.

23.- En el curso de mi existencia he actuado en procura de obtener provecho para la sociedad porque entiendo que obrar para beneficio de la comunidad entraña realizar para el bien común. La práctica de hacer lo que es de utilidad se traduce en beneficioso para lo que en verdad se llama pueblo, por lo que producir, crear y formar, es eficaz en la medida que tiene sentido y componente social.

24.- Solamente me siento útil cuando convierto mi dinamismo en ajetreos que traduce mi esfuerzo en un producto de alcance humanista. Es válido como ser humano el que desarrolla, motiva, origina, suscita en el medio donde vive que las personas se preocupen por los cambios en el orden económico, político y social, a los fines de crear un nuevo orden que haga el ambiente acogedor en lo ético y moral.

25.- Durante toda mi vida lo que he hecho o dejado de hacer ha sido fruto de mì libérrima voluntad. Al ejecutar procedo con absoluta complacencia. No estoy formado para actuar bajo disgusto. Mucho menos acciono con titubeos, impulsado por la vacilación, duda o indecisión. Me siento bien poniéndome en acción sin que en mí prime la dubitación. Hacer las cosas por decisión es para mí sentirme un hombre libre de reacciones caprichosas rodeadas de veleidades.

26.- Luego de mi familia, la pasión de mi vida es el accionar político con sentido social. No tengo razón de existir si no es accionando por los cambios políticos y sociales que precisa mi país y otros con estructuras semejantes a las que predominan aquí.

27.- Activar en la política me entusiasma, emociona y me motiva fogosidad. Con vehemencia he actuado en la política desde muy corta edad y el fervor sin límite lo he conservado. La política la vivo; ella me mantiene activo, con los ánimos encendidos. No resisto estar paciente porque sentirme contemplativo me hace creer que no existo.

28.- En la política no he buscado maravillar, impresionar ni ser admirado. Llegué a la política como combatiente contra la injusticia, y así me he mantenido; fijando mi posición tanto en mi país como en el extranjero. No he usado la política como pasatiempo, distracción o un medio para hacer dinero y escalar socialmente.

29.- Abracé la política por convicción y así la he ejercido estando dentro o fuera de un partido político. El quehacer político y social no lo acepto en forma pasajera, transitoria ni como algo furtivo. Mi vida ha sido y será la política, y lo mío con ella es permanente, persistente, consistente y sin tregua, es perpetuo. Ella llegó a mí para quedarse porque está estacionada en lo más profundo de mi cerebro. Le he sido fiel a la política y a mis ideas, y así será por secula seculorum.



 Santiago de los Caballeros,

 23 de diciembre de 2017

Ataques personales no generan lucha social

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Algunas dificultades de pensar libremente

1.- Algunas personas, a lo mejor, no se dan cuenta lo difícil que resulta pensar libremente en un medio social en el cual muchos quieren imponer la forma como deben actuar los demás; la libertad esté condicionada al capricho y antojo de quien se considera portador de poderes divinos que lo han escogido como prodigioso, y a quien no se está permitido cuestionar.

2.- Expresar una opinión diferente a la que sostienen aquellos que se creen pontífices, es un sacrilegio, una violación a la verdad absoluta de quienes se creen merecedores de ser calificados incontestables en los juicios que emiten porque tienen el monopolio de la veracidad.

3.- Aquel que quiere comportarse como pensador sincero, mantenerse fiel a sus ideas, no se siente satisfactorio cuando debe ajustarse a lo que otro cree que es lo que debe exteriorizar, comunicar por escrito o de viva voz. Es mejor callar, reservarse lo que se quiere decir, antes que revelar el pensamiento presionado, condicionado; que se vea que está arrinconado, que responde a sumisión.

4.- Actuar con libertad entraña comportarse con franqueza, desenvolverse respondiendo a lo que le dicta la conciencia, sin más sujeción que las que resultan de las leyes, las buenas costumbres y la consideración que merecen los demás miembros de la comunidad. Ejercer la libertad no es lo mismo que el libertinaje, la  que bien disfrutan aquellos que se sienten a gusto ejecutando todas clases de excesos.

 5.- En nuestro país, muchos de los que escribimos y accionamos en la política, llegamos a esta por convicción, y la ejercemos como una actividad noble, honrosa y digna, por medio de la cual procuramos materializar las ideas que con tanto amor abrazamos desde la pubertad, y  a las que no renunciaremos ni traicionaremos jamás,  porque queremos permanecer honrándolas limpiamente.

6.- Exponer el pensamiento por medio de la palabra escrita solo tiene sentido cuando lo hacemos con la finalidad de cumplir una función social, no así para satisfacer prejuicios, resentimientos y herir conductas. Es contrario al buen uso del intelecto manifestarse despreciando, deshonrando y perversamente lesionando, o de cualquier forma envileciendo.

7.- Hacer uso de términos hirientes para lanzar críticas de contenido político revela que quien los utiliza no es más que un limitado mental en lo que a política de altura se refiere, llegando a convertirse en un impertinente e insolente. Es muy propio del desvergonzado ganar espacio social con sus atrevimientos, sinvergüencerías e impudicias, las que muy bien dejan ver su ausencia de escrúpulos.

8.- Todo aquel que recurre a los ataques políticos con ribetes personales se expone a recibir respuestas no esperadas ni deseadas, porque quien se siente lesionado en su persona, honor y consideración se cree con derecho de contestarle a su atacante con las mismas armas, y a lo mejor peores. De ahí que es muy delicado caer en la diatriba; la censura politiquera y artera.

9.- Las consecuencias de los daños causados con la calificación que genera aflicción son impredecibles, porque van a depender del temperamento de quien se considera ofendido. Los resultados, el desenlace que trae la imputación, el enjuiciamiento mediante la palabra ofensiva, pueden quedarse en la discusión o al enfrentamiento, a la confrontación acalorada matizada por la exasperación y el enojo.

II.- Censurar el sistema con palabras  respetuosas

10.- No resulta difícil aportar a la lucha contra un sistema social injusto, y procurar lograr la instauración de uno diferente que satisfaga las aspiraciones más sentidas de las grandes mayorías nacionales. Las lacras sociales son de identificación fácil,  y para señalarlas existen cientos de palabras que pueden ser comprendidas por aquellos a quienes queremos orientar con lo que predicamos, por lo que no hay necesidad de rebuscar expresiones para lanzarlas contra aquellos que se identifican con el ordenamiento vigente generador de las tachas que combatimos.

11.- Si lo que perseguimos es contribuir por medio de la palabra oral o escrita para cambiar la realidad actual, que está preñada de iniquidades, tenemos la posibilidad de hacerlo sin limitación, y ninguna persona pude considerarse ofendida. Señalar que el sistema actual genera hambre, miseria, desempleo, insalubridad, marginación y corrupción, no afecta, ni pueden sentirse atacados personalmente los defensores del statu quo.

12.- Si nos asiste la razón y estamos convencidos plenamente de que es inexorable el hundimiento del sistema, basta con darle riendas sueltas a la inteligencia, ejercitar el pensamiento y con lucidez y elegancia sacar de nuestra garganta razonamientos que sean asimilados por los destinatarios que buscamos convencer mediante discursos acertados y atendibles, ausentes de sofismas y contrasentidos.

13.- Al adversario político no hay que acorralarlo mediante el insulto, la diatriba y la injuria, sino demostrándole con lenguaje depurado que está equivocado; que la posición que sostiene es absurda y su causa no tiene base de sustentación.

14.- El debate político de altura, aquel que se desarrolla en los marcos de la decencia y el proceder respetuoso, necesita  del  contendiente que exhiba consistencia ideológica y facilidad de exposición. El que hace de rival en el fragor político, debe estar consciente de que la discusión no es para maquinar ni trapisondear, sino dilucidar para saber de qué lado está la razón.

15.- En nuestro medio está probada la poca profundidad en el dominio del lenguaje para polemizar, lo que motiva que con frecuencia se recurra a lo personal, evidenciando la escasez de formación y estructuración ideológica. A falta de preparación política se busca desesperar y exasperar al contrincante sacándolo de casilla, llevándolo al terreno que conviene al patán.

16.- Aunque muchas personas talentosas intervienen en el quehacer político, llama la atención el hecho de que es muy poco lo que en nuestro país se ha avanzado en lo que se refiere a la crítica política civilizada. Lamentablemente se ha perdido más tiempo en la politiquería de baja estofa, que en demostrar la calidad humana, el desprendimiento y el  sentido de incidir en política con el fin de construir un mejor país.

17.- Aquí se está dando el caso que individuos con una inteligencia fuera de serie, utilizan su talento para participar en el debate político haciéndose los graciosos, bromistas y sandungueros en base a estigmatizar a personas, desconociendo que con semejante proceder no contribuyen a la lucha por los cambios sociales que es la que da valor a la participación política.

18.- El luchador social que hace labor de orientación por medio de sus escritos en órganos de difusión masivos, no puede desconocer que su trabajo debe estar orientado a instruir, no a destruir honras. El accionar político basado en preparar y disciplinar no puede caer en el proceder pervertidor e insolente.

19.- Redactar mensajes para que sean asimilados por mujeres y hombres del pueblo con sensibilidad, interesados en construir un orden social, económico, ético y moral, ha de ser la misión de quienes no están prejuiciados, condicionados para escribir con inquina, odio y prejuicios. El que está educado para dañar la honra ajena por medio de la escritura, no es merecedor de ser tomado en cuenta en lo que expone, porque en lugar de encarrilar y enderezar, lo que hace es descarriar y desaconsejar.

20.- Al poner el cerebro y las manos en función debemos hacerlo para mejorar, arreglar o renovar, no para desarreglar, descomponer y retroceder. La inteligencia y la escritura hay que unificarlas para enriquecer y engrandecer el país, no para mantenerlo aniquilado y en crisis permanente. La mejoría se alcanza con  el trabajo estimulado por aquellos que confían en que la prosperidad nunca ha sido obra de quienes solo saben generar tristeza, pesimismo y pesadumbre.

21.- Conviene hacer caso omiso a los que usan su tiempo haciendo mal uso de los medios para hacer mención de ciudadanos y ciudadanas decentes y de honradez probada, poniéndoles motes degradantes; apodos hirientes; alias llenos de tirria, procurando mortificarlos, en fin, flagelarlos hasta llegar a enjuiciarlos, ponerlos en condición de ser condenados por la opinión pública, antes de ser  juzgados por los tribunales.

22.- Aquí se está necesitando una especie de profilaxis en el lenguaje que se utiliza para dirimir las diferencias políticas; una enjuagadura mental y un aseo en la escritura; un laboratorio de los términos empleados en las polémicas, porque solo así se podría lograr eliminar la suciedad en las conversaciones.

23.- Las diferencias en las opiniones no deben solucionarse recurriendo a infectar al contrario; lacerándolo por medio de la injuria; estropeándolo con la calificación afrentosa; la crítica mordaz; lastimándolo con murmuraciones utilizando la lengua como látigo implacable y venenoso.

24.- Si por medio de la escritura o la elocuencia tratamos de convencer para con elegancia conquistar, lo que procede es fascinar a quienes enviamos nuestros mensajes, pero nunca contradecir con ofensas a quienes no logramos imbuir, o de cualquier manera inspirar. El convencimiento es fruto de la persuasión lograda con la argumentación, el análisis correctamente fundamentado. La expresividad sincera y respetuosa hace posible que la dialéctica nuestra se imponga en forma seductora y con eficacia, sin nada de pesadez odiosa.

25.- Se hace necesario sacar del ambiente la diatriba que tanto daño hace al accionar político que deseamos tenga estampa de limpieza. Se impone imprimir las ideas renovadoras que tenemos atesoradas, fruto del largo batallar por alcanzar un feliz destino para nuestro país. Lo que conviene es que nuestro pensamiento penetre voluntariamente en la mente de quienes aspiran a disfrutar de un medio acogedor en lo material y espiritual, para así acercarnos al progreso que aspiramos, necesitamos y merecemos.

26.- Si hemos planteado y difundido, porque así es y lo creemos, que las ideas liberadoras no necesitan de la mentira ni de la violencia para triunfar, debemos demostrar que estamos en condiciones favorables para derrotar, aislar, hacer desechar a los que con un lenguaje soez y una escritura ponzoñosa quieren confundir, desorientar y desconcertar a personas sanas dominadas por ingenuidad y espontaneísmo.

27.- El diario vivir es lo que más enseña. Ejercer la política con sentido social nos convierte en ejecutantes por los mejores intereses del país, a la vez que honramos las ideas que hemos abrazados con sinceridad y disposición.

28.- Solamente quienes confían en que el pueblo movilizado es dueño de su destino, hacen de la política un ejercicio honesto, consecuente y libre de resentimientos. Las masas populares no requieren para vencer de inmoralidad, perversidad, canalladas, ni de actores mentalmente corrompidos. El ataque personal hay que eliminarlo en el debate político del país.


29.- Ha de ser una gran aspiración de hombres y mujeres decentes del país, que la actividad política sea ejercitada con altura para que en ella solo participen quienes crean en principios,  y no moverse por simples apetencias personales.

Debemos practicar la reciprocidad

Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

1.- La sociedad humana es una especie de laboratorio en la cual es posible examinar diferentes fenómenos y someterlos a prueba; escudriñar conducta, juzgar el proceder de las personas con las cuales compartimos. Es el ambiente ideal para averiguar cuidadosamente la forma de cada quien reaccionar.

2.- El medio social ejerce influencia en las relaciones humanas, por lo que en la medida que se deteriora el ordenamiento económico vigente, se trasgreden las reglas; se vulneran los preceptos que sirven de base a los vínculos afectivos y se dañan hasta los sanos sentimientos.

3.- Los seres humanos se comportan diferentes, dependiendo de su ubicación clasista y la influencia  positiva o negativa de cómo asimila los fenómenos sociales que hacen acto de presencia en una coyuntura determinada.


I.- La pérdida de la reciprocidad

4.- Recientemente escribí un artículo con el título “Mi código de la amistad”, en el cual expresé mi criterio con relación a lo que es la amistad y la forma de llevarla a la práctica. Ahora, en este trabajo, expongo cómo siento y practico la reciprocidad.

5.- Por haber llegado con vida a la tercera edad, he tenido la oportunidad de tratarme con personas pertenecientes a diferentes clases sociales y de distintas formas de pensar y comportarse. Al relacionarme puedo conocer, más o menos a fondo, a quien estoy tratando, aunque no siempre resulta así.  Por temperamento me gusta cultivar la amistad para que llegue a ser pura, abierta, nada de sinuosa. No creo en los lazos amistosos zigzagueantes porque ocultan fines cargados de simulación, hipocresía y alto disimulo.

6.- La amistad tiene componentes que surgen de los sentimientos de la persona, de donde resulta que dentro de los vínculos amistosos está la reciprocidad, sin la cual considero que no puede existir fraternas relaciones. El apego simultáneo tiene que estar ahí, en el alma de entre quienes existe afinidad de trato.

el medio donde vivimos, o por haber cambiado de estatus social por completo la facultad de proceder con reciprocidad. Al conducirse muestran discordancia respecto al trato que han recibido o reciben.

8.- Lo que estoy viendo en muchos de nuestros paisanos es una relajación de la reciprocidad. El trato reciproco se ha flojado en la misma medida que se hace predominante en la conducta de los nuestros una fuerte asimilación de la degradación ética y moral.

9.- Percibo que la mutua correspondencia está tan ausente en el sentir de muchos de los nuestros, que en su mente les resbala, que es algo así como una pifia al actuar. Creen que ejecutar la reciprocidad es una necedad que pasó de moda en el trato personal; un  asunto de añeja cortesía cuyo destino es el olvido.

10.- Mi creencia es que relacionarse con alguien debe tener como objetivo llegar a comprenderse de tal forma que con el tiempo, de la mutua bondad resulte la tolerancia y condescendencia recíproca. En la persona es necesaria la capacidad de entendimiento porque le permite penetrar en la conciencia de aquellos con quienes se codea.

11.- El amigo que dispensa buen trato se hace merecedor de ser bien cuidado. Asistir con gracia a quien se ha esmerado en hacerte disfrutar el momento, es tener sentido de la reciprocidad; dar atención con delicadeza a aquel que fue diligente demostrándote gran amabilidad.

12.- Tú desconoces la reciprocidad si desatiendes a quien ha tenido para ti toda clase de atención; das demostración de no saber valorar el miramiento de quien se preocupó para que sintieras que tu presencia era del agrado y merecedora de finura.

13.- En el fondo de su alma, aquel que no practica la reciprocidad es un presuntuoso que tiene la falsa creencia de que solo él es merecedor de atenciones. La petulancia impide al engreído comportarse con elegancia con quien humildemente le hizo sentir distinguido. La arrogancia nulifica al que debe correspondencia al que modestamente, con sencillez, le dio trato de excelencia.

14.- No tiene la menor idea de lo que significa reciprocidad, la persona que habiendo sido objeto de un trato afectivo, luego se comporta fría frente a quien le demostró calidez. La concordancia de trato solo es posible entre aquellos que son sensibles y educados; los insensibles y patanes no pueden comportarse demostrando reciprocidad.

15.- Aquel que presta su asistencia a otro se hace merecedor del auxilio de quien ha sido, en su oportunidad, respaldado, pues solo así responde del socorro de que fue objeto. Amor con amor se paga, es una máxima que se ajusta perfectamente a la reciprocidad.

16.- A un ser humano con sensibilidad y sano de juicio no le es difícil proceder con reciprocidad, pues le basta con actuar de la misma forma como fue tratado. Ni más ni menos; simplemente servir como fue servido. La asistencia que presta el que fue asistido se convierte en un camino de dos vías, por el que se transita para ir y venir. En la atención reciproca se le hace honor a la correspondencia, es devolver la atención voluntariamente recibida, retribuir la acción de que fuiste objeto y que con tanto gusto recibiste.
17.- Lo agradable que te sentiste por haber sido bien recibido y con gusto atendido, de igual forma debes hacer sentir a quien fue tu anfitrión, que merece percibir que le has dispensado la misma atención de que consideró  ser tú merecedor. Si no devuelves el cuido que te dio aquel que te hizo feliz con su trato afectuoso, puede pensar que no eres más que un inconsecuente engreído, privado de sentimientos tiernos.

18.- La persona debe estar dotada de sensibilidad y mucho tacto para poner en ejecución la reciprocidad, porque algo que se practica voluntariamente tiene que partir de nuestra forma de proceder, de la actitud que tenemos de actuar porque así nos lo dicta la conciencia. La conducta nos manda a comportarnos ante aquel de la misma forma que nos atendió; quien nos hizo sentir amado, merece de nuestra parte ser querido. Es normal dejarse querer por el que fue mimado por ti. El bienquerer a otro es en correspondencia a quien nos supo cotejar.

19- La persona que hace de la sociabilidad una habitualidad debe estar siempre presta a ser amable; lista para compartir alegremente con aquellos que la tratan con cortesía y gran gentileza. No le cuadra ser aborrecible a aquel que le gusta disfrutar las atenciones de que es objeto con esmero por sus cuidadores.


III.- Recuperar la reciprocidad

20.- Es mi creencia que no es más que un aprovechado aquel que goza con sentirse altamente atendido, pero escurre el bulto cuando está en el deber de reciprocar las atenciones que en su momento recibió. El ventajista no tiene las más mínimas condiciones humanas para la reciprocidad; su ausencia de escrúpulos le impide corresponder atenciones. El desaprensivo vive para ser servido, pero no sirve para servir.

21.- En el medio social dominicano ha ido desapareciendo la reciprocidad en la misma medida que se ha agrietado la sociedad, la cual resulta adecuada para convivir los atrevidos, desvergonzados e insolentes. Es algo imposible lograr que proceda con correspondencia el caradura que no conoce nada de prudencia, y le da lo mismo ser considerado un fresco que un ente social lleno de humildad.

22.- El diario vivir nos está diciendo que está en extinción la persona con sentido de reciprocidad, y que su lugar lo está ocupando la que procede en forma insolente, aprovechada, entrometida, necia e impertinente. No es fácil encontrarse con el hombre o la mujer juiciosa, templada, dominada por prudencia y comedimiento. El entrometido se considera una figura de primer orden allí donde está ausente el decente y mesurado.

23.- Aquí se cultiva muy poco la reciprocidad porque abundan los sinvergüenzas, que no se molestan si son objeto de justificados temas o motivos de murmuración; muy pocos se sienten en el deber de comportarse recíprocos ante aquel que lo hizo sentir bien. El deber, la obligación, la misión de tratar como fuiste tratado, desapareció aquí del código de la cortesía, la afabilidad y la elegancia.

24.- Una sociedad como la nuestra, en la cual la educación y el sistema educativo dejan mucho que desear, ser cortés, delicado y obsequioso es mucho pedir, y menos reclamar reciprocidad que encierra mucho de afabilidad, cordialidad y caballeroso proceder.

25.- A una comunidad humana que se mueve en un medio degradado social, ética y moralmente, es casi imposible demandar de sus miembros reciprocidad, que tiene mucho que ver con formación familiar, buena orientación escolar y sensibilidad en los actores sociales. La elegancia en el trato a los demás no se obtiene por procuración ni a patadas; se necesita formación para ser atento, estar curtido en buenos modales de civilidad.

26.- Aunque resulta incómodo acostumbrarse a compartir con personas de proceder diferente al suyo, hay que hacer un esfuerzo para soportar a aquellos que solamente saben ser bien atendidos, pero no tienen el más mínimo sentido de lo que es la reciprocidad. Por más finas atenciones que recibe el inconsecuente, nunca llegará a unir sus sentimientos con los de quien le ha dado trato exquisito.

27.- Aquellos que creemos y practicamos la reciprocidad por convicción, no debemos sentirnos aprovechables por quienes no sienten ni conocen la mutua correspondencia. Debemos seguir teniendo la cualidad de útil, sin que nos importe que de ella se benefician los que anteponen la utilización a cualquier otra cosa.

28.- No debe sorprendernos que aquel que no ejecuta la reciprocidad, se cree que existe para ser servido. Su petulancia ciega lo lleva a ver a los demás como humildes nacidos para estar al servicio de los atrevidos. El hombre o la mujer sencilla está preparada para saber tratar a los que se creen estar por encima del bien y del mal.

29.- A mis familiares, amigas, amigos y amistades siempre les recuerdo que solo aspiro a que me quieran como les quiero, ni más ni menos. Me siento sumamente bien cuando le sirvo a otro, y disfruto recibir el mismo trato de aquel a quien con amor serví. Mantengo mis brazos abiertos para abrazar y dar calor humano a quien lo necesita; me comporto regocijado cuando necesitando alivio lo recibo de aquel que le di ternura.

30.- Para mis gentes siempre estoy a su disposición. El tiempo de que dispongo, si lo tengo ocupado, lo extiendo para compartir con el amigo o la amiga. De igual forma, me gusta que el amigo o la amiga que distingo tenga para conmigo distinción, que me haga sentir bien, como bien se sintió con mi fino trato hacia él o ella. Así practico y siento la reciprocidad.



jueves, 7 de diciembre de 2017

La juventud dominicana en la política y su actitud ayer y hoy

Por: Ramón Antonio Veras.

I.-Esos jóvenes de ayer

1.- La postura que asume un sector de la sociedad en un período determinado de la historia de su país sirve para examinar semejanzas o diferencias de actitudes, y de la comparación de la forma de conducirse unos y otros podemos llegar a formarnos una idea acabada del comportamiento correcto o incorrecto. La correlación de hechos permite establecer la diferencia entre quienes han obrado de acuerdo a las circunstancias y aquellos que no han actuado como manda el momento.

2.- El pueblo dominicano cuenta en su seno con mujeres y hombres que desde su adolescencia hicieron suya la causa de los oprimidos y la liberación del ser humano de toda forma de opresión. Ellos, con esa posición asumida desde la pubertad, han sido constantes, demostrando fidelidad a sus ideas y principios.

3.- El tiempo ha transcurrido, y los que ayer fueron bisoños soñadores de utopías, hoy son ancianos que, no obstante los años vividos, arrugas en sus caras y canas sobre sus cabezas, se mantienen incólume, invariables en sus principios. Además, siguen siendo fieles enamorados de la lucha política que ha sido y es la razón de su existencia.

4.- Aquellos que hoy tienen más de 60 años incidiendo en la política del país, sin renunciar a sus convicciones, están  serenos e imperturbables; con el convencimiento y la fortaleza que les dan sus ideales para conservarse libres de la penetración de todo aquello que les haga inquietarse y llevarles a la desesperación.

5.- El pensamiento político de los que se hicieron políticos en la brega social al lado de lo mejor de nuestro pueblo, se ha conservado sin alteración en lo que se refiere a los objetivos que se propusieron alcanzar. Su forma de actuar ha estado acorde con lo que  han demandado las circunstancias. Solo han alterado su accionar para ajustarlo a lo que requiere el momento histórico cuando impone un retocar para avanzar en los planes trazados.

6.- Aquellos jovencitos y jovencitas que ayer, desde los establecimientos de segunda enseñanza y de los centros universitarios, se movilizaron levantando las banderas de sus partidos y organizaciones, y mediante consignas demandando lo que en la ocasión fue de interés para las masas populares, todavía están ahí, bregando, batallando. Los combatientes de tiempos pasados, siguen en el forcejeo, procurando hacer menos pesada la vida de lo que en verdad se llama pueblo; afanando por seguir aportando a la contienda por un espacio real y efectivamente democrático.

7.- Mujeres y hombres que anteriormente se pusieron al lado de los que reclamaban  democracia real, luego de varios años siguen presentes, demostrando que sus creencias políticas son persistentes. Los demócratas dominicanos sinceros, con su proceder prueban que su llegada a la política será perenne, no pasajera; nada de transitoriedad; que  llegaron a la lucha social para quedarse y permanecer en el lugar que requiera su persistencia y trabajo político.

8.- Los muchachitos y las muchachitas que desde hace casi 60 años se hicieron luchadores políticos y sociales, prosiguen su batallar con la misma alegría; contentos y con jovialidad; sin manifestar tristeza, abatimiento, nada de nostalgia. No dan muestra de frustración, desilusión ni desengaño, porque están conscientes de que políticamente han actuado para ser útil al proceso democrático del país, y sin procurar ningún beneficio para sí ni para los suyos. El desprendimiento ha caracterizado a la generación de los que fueron a la política a ejecutar y honrar ideales, no movidos por la codicia, la avidez de dinero.

9.- Aquellos mozalbetes que en sus inicios exhibieron sus energías, pusieron en tensión sus músculos y han demostrado cualidades políticas relevantes, no han logrado los fines que se propusieron obtener cuando eran unos chavalitos, pero todavía hoy, ya en la tercera edad, siguen beligerantes; impugnando con tenacidad; probando inclinación natural a la lucha; respondiendo a sus adversarios con acometividad; siempre en condiciones de contravenir y refutar a los contrarios ideológicos. Prueban hasta la saciedad que son contrincantes, que no rehúyen batallas por sus ideales. Que son antagonistas ante todo aquel que no es su aliado en la defensa de los intereses de nuestro pueblo.

10.- La actividad política de los dominicanos y las dominicanas, en el curso de los últimos 55 años o más, está ahí, y puede ser narrada en forma objetiva. La reseña detallada de los acontecimientos y de sus actores está debidamente documentada y su autenticidad comprobada. No hay forma de confundir a nadie con supuestos ni fabulas para embrollar. Los hechos son los hechos y no se derriten, aunque así lo quiera un histrión o saltimbanqui cualquiera.

11.- Los jóvenes que hicieron pinitos en la política dominicana desde los primeros años de la década del 60, o antes, tienen su historial de lucha; no se limitaron a tanteos o ensayos producto de su tierna edad, sino que los que fueron cortos pasitos en la política, con el tiempo se han convertido en pasos agigantados, en zancadas, dejando huellas impresas que marcan sus pisadas como señal de su firme transitar en las batallas políticas y sociales que han intervenido.

12.- El hecho de la mayoría de las jovencitas y los jovencitos, que se hicieron políticos en los albores del 60 de la centuria pasada, haberse mantenido firmes en sus ideas, prueba que no llegaron a la actividad política por exageración de simpatía con el proceso que estaba de moda en ese momento por el triunfo de la gloriosa Revolución Cubana. No fue esnobismo su accionar, lo que se comprueba porque han estado fuertemente agarrados de las ideas a que se aferraron voluntariamente.

II.- Los jóvenes de hoy en la política

13.- El pueblo dominicano contó con jóvenes ayer y también tiene hoy en cuenta a jovencitos y jovencitas, lo que hace posible establecer cuál ha sido el comportamiento de ese sector en el pasado reciente y el que exhibe ahora. El resultado del análisis nos va a servir para comprender si la juventud dominicana ha actuado en los últimos años llenando su cometido.

14.- Lo que estamos viendo en la actitud de la generalidad de los jóvenes de hoy, en lo que a participación política se refiere, dista mucho del proceder de aquellos que abrazaron la lucha política antes o en los inicios de los años 60. Hay una diferencia profunda en el compromiso social con sentido político tomado por el joven de ayer con la integración a la política hoy de ese mismo segmento. En el pasado, el político joven, por el sentido que tenia de cumplir con su deber de transformador, no le importaba el riesgo o perjuicio al que se exponía.

15.- Los jovencitos y las jovencitas de hoy no dan demostración del amor y gran entusiasmo que probaron tener los de ayer, que se caracterizaron por su fogosidad y la vehemencia como desarrollaban sus actividades encaminadas a lograr cambios económicos y sociales en provecho de la mayoría del pueblo. Esa juventud tímida de ahora, fría hacia la actividad política, no tiene parecido alguno con la impetuosa y ardorosa del pasado.

16.- Los muchachos y las muchachas del presente ven su participación en la política como algo que le compete particularmente a su persona, y en razón de su interés individual. Lo colectivo, lo social no lo ven vinculado con su accionar en la política. No se motivan a estar unidos en interés de que se favorezcan grupos humanos en general. La individualidad está predominando en la mente de muchos de nuestros jóvenes.

17.- En amplios grupos de jóvenes es notorio mantener un estado de ánimo con el que demuestran que no se sienten inclinados a aceptar o rechazar el orden establecido, que se mantenga como que desaparezca. Proceden con apatía, les da lo mismo que siga el ambiente de degradación ética y moral, o que sea eliminado. Exhiben un despego que asombra; en sus actuaciones sobresale la displicencia; está ausente el apasionamiento, la devoción por cambiar la realidad que vive que no tiene nada de humanismo. 

18.- Lo que pinta el medio dominicano con relación a la actitud de la juventud de hoy hacia la política es que está predominando en ella la cultura de lo mío; obrar conforme lo que es el interés suyo sin tomar en cuenta a los demás, un proceder que conduce al aislamiento, al individualismo que se aproxima al egoísmo.

19.- A diferencia de lo que ocurría en el pasado, ya no vemos a los jóvenes con espíritu colectivo y creador integrarse a las asociaciones, gremios y sindicatos para la defensa de intereses colectivos, o procurando instruir para que de ellas surjan los futuros líderes con vocación democrática.  El joven o la joven está hoy, en su mayoría, al margen del movimiento obrero, sindical y clubístico.


III.- La esperanza que tenemos

20.-  Aunque los jóvenes dominicanos de hoy no están cumpliendo con  la misión  que la edad y el momento les impone, por  encima de su voluntad hay una serie de condicionantes que, por necesidad histórica y social, les  impulsarán a cambiar la actitud que mantienen con relación al accionar político, y esto así porque:

a.- Tiene importancia la incidencia de la juventud en la lucha política y social porque los rasgos que la caracterizan, como son su dinamismo, su percepción de lo nuevo y la importancia que asume en el desarrollo social, mueven hacia ella la atención de los grupos sociales fundamentales. La juventud, por su esencia misma, se manifiesta casi en forma unitaria, en sentido condenatorio contra las injusticias, contra el despotismo, a la vez que expresa con franqueza su apego a la lucha por la libertad demostrando entusiasmo y disposición al sacrificio.

b.- La juventud comprende con facilidad el rol que está llamada a jugar en cada sociedad. Ella es la expresión del futuro, porque el futuro es su mundo y de la lucha que libre en el presente va a depender cómo han de vivir las futuras generaciones, con un mañana de paz, alegría, felicidad y progreso social o, por el contrario, de guerra, tristeza, angustia y atraso.

c.- Corresponde a la juventud impulsar cambios para democratizar la vida institucional, para poner la cultura, la ciencia, las artes, la educación, la salud al alcance de los que en cada país son los más, en fin, la juventud tiene que estar a la vanguardia para situar al ser humano como objetivo del desarrollo de la sociedad a la vez que como supremo valor social.

d.- Si jóvenes de  ayer, ya ancianos hoy, promueven relanzar el país, esto debe motivar a los jovencitos y a las jovencitas de ahora  a ser militantes políticos.


Santiago de los Caballeros,

5 de diciembre de 2017.

Por unas relaciones armoniosas para el futuro

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Las actuaciones son tomadas en cuenta

1.- En el medio donde vivimos están presentes personas de diferentes etnias; de opuesto pensamiento religioso y distinta formación familiar y educativa. Además, una composición clasista muy diversa con la que estamos llamados a compartir, coincidir, o dejar de juntarnos. En el mismo territorio cohabitamos segmentos que nos mantenemos mezclados, aunque cada quien tiene la opción de conservarse separado, alejado del conglomerado si así es su deseo y decisión.

2.- En un montón de gente cada individuo tiene su forma de actuar dependiendo de su educación; su proceder le permitirá ser merecedor del bien decir por su actuar acrisolado, o despreciable por ser indigno. Al compartir con los demás, cada quien sabe a lo que se circunscribe al comportarse correctamente, o salirse de las normas del buen vivir.

3.- En la sociedad, el accionar del ser humano está regido por normas, principios, reglas que marcan las pautas; indican la línea a seguir; la directriz que señala la trayectoria que al transitarla sin violarla demostramos ser merecedores de consideración.

4.- Si no ajustamos nuestros actos a los principios aceptados como correctos y válidos por la mayoría de los miembros de la comunidad, al quebrantarlos, desobedecerlos, vulnerarlos, desoírlos o de cualquier forma hacer caso omiso a los mismos, en lugar de distinción nos hacemos merecedores de desconsideración.

5.- En su proceder los miembros de la comunidad no pasan desapercibidos. Lejos de ser ignorados son tomados en cuenta y por la suma de sus realizaciones llegan a hacer posible la percepción, el juicio con respecto a la conducta exhibida.

6.- Las buenas actuaciones, lo mismo que las nefastas, producen sus efectos, traen sus consecuencias. El resultado, la secuela de la buena o mala conducta se ve reflejada en la persona que ha operado, y más concretamente en el merecimiento o el desprestigio que tiene en su medio.

7.- La persona que interviene correctamente, su actuación le será de mucha significación en toda la evolución de su vida, hasta llegar a tener el respeto de la sociedad y ser modelo para sus descendientes. Su forma de actuar ayer la va a endosar a aquellos a quienes sirva de orientación en el futuro.

8.- El padre o la madre que ha llevado una vida apegada a la decencia, reúne condiciones para ejercer labor de adiestramiento; difundir en el hogar lo que ha sido su práctica de vida. En el mañana sus hijas e hijos no darán traspiés ni tropezones, porque han tenido como guía a quien se mueve por la línea sin desliz ni desacierto.

9.- Para cualquier ser humano desarrollarse y llevar a cabo una vida de actuaciones correctas, es un logro que le acompaña como la sombra al cuerpo; se convierte en algo muy importante de su acervo moral; parte de su patrimonio con un valor ideal, que con el transcurso del tiempo al ser capturado por las futuras generaciones se convierte en material de valor tangible.

10.- Una vez la conducta del ciudadano o la ciudadana es bien estimada por las personas sanas de la comunidad, la misma debe ser respetada, y gozar de toda la consideración al igual que su titular, el poseedor, el que se ha hecho de ella merecedor.

II.- La sociedad se fortalece con la buena formación de sus integrantes

11.- Los padres deben hacen comprender a sus descendientes que es de singular importancia el hecho de mantener un buen comportamiento en el medio donde viven, porque de sus actuaciones va a depender el lugar a ocupar en el mañana, la trascendencia de cómo será valorada su persona. La dignidad se logra actuando con calidad; demostrando nobleza que es la que da al individuo  certera determinación de un ser humano con crédito para servir de buen ejemplo.

12.- Es aleccionador infundir en los niños y en las niñas que es de bien para el futuro de su vida apropiarse de las ideas que van a servirles de guía en sus buenas actuaciones. En la medida que las personas se adiestran para accionar correctamente, contribuyen a formarse y poseer una manera de ser que caracteriza su personalidad con condiciones de alto concepto. El beneplácito, la buena aceptación del ciudadano por su comunidad solamente la puede obtener satisfactoriamente cuando ha sido fruto de su existencia meritoria, encomiable.

13.- La sociedad se fortalece en la medida que sus miembros se preocupan por ser poseedores de una sólida formación educativa, la que con el tiempo hace posible los conocimientos para desenvolverse correctamente en el medio social. Aquel que se integra a la sociedad bien formado aporta, probando así que es un ente instruido, contrario al ignorante que nada proporciona a la colectividad.

14.- El hombre o la mujer que alcanza una adecuada instrucción cumplirá fielmente con sus deberes cívicos por el modo de comportarse y obrar con seriedad y compostura, exhibiendo así responsabilidad de civilidad ante los demás. El cumplidor demuestra ser formal, lo que le acredita estar dominado por la sensatez y ser de actuaciones reflexivas, equilibradas.

15.- La realidad está demostrando que en el ambiente dominicano no abunda la persona con la capacidad necesaria para con elegante proceder hacer sentir complacido a aquellos con quienes comparte, porque agradar, contentar está en el alma de aquellos que son inclinados a la compasión, a la ternura con exquisita delicadeza. La persona sensible la conocemos actuando, dejando ver lo fino de sus sentidos, algo que no está en aquel que con su accionar solo sirve para generar sentimientos de dolor e infortunios.

16.- En la medida que la sociedad humana prepara bien a sus integrantes, hace posible contar con aquellos que van a servir de ejemplo ennoblecedor, y que no son otros que los que engrandecen, glorifican y honran por sus decorosas  actuaciones. La falta de dignidad en muchos de los nuestros ha contribuido a la degradación que hoy observamos, y que nos coloca en una situación humillante que nos envilece como pueblo civilizado.

17.- Si los grupos dominantes en el orden económico, político y social, no se interesan por formar niñas y niños con fina y correcta educación, no podemos esperar contar en el mañana con ciudadanos y ciudadanas de agradable trato; por el contrario, vamos a seguir compartiendo con la persona ácida llena de enredos y dificultosa; complicada y embrollada, propensa al chismoteo, a comportarse enrevesado de cuerpo y alma. La escasa o mala formación educativa genera personas difícil de entender, de temperamento complejo.

III.- Un orden social injusto daña al ser humano

18.- Un ordenamiento social injusto, con taras sociales de toda índole, y con un sistema educativo que no reúne las más mínimas condiciones para formar adecuadamente a personas integras ética y moralmente, va a contar con una comunidad de individuos de carácter no franco. La sencillez, el proceder espontáneo es fruto de una instrucción orientada a desarrollar ideológicamente a grupos sociales que en el trato mutuo se comporten sin altanería, libres de fanfarronería y arrogancia.

19.- Las personas finas en sus actuaciones manifiestan toda una serie de conductas que en el curso de su existencia las condicionan a comportarse de una u otra forma. Lo que en su proceder revelan amplios segmentos de la sociedad dominicana es el resultado de haberse formado en un ambiente propenso a condicionar al individuo a ser exaltado; a permanecer enojado; lleno de indignación, cargado de rabia y atraído por la saña. Allí donde predominan las injusticias, está presente el arrebato, no la calma; la vesania, no la cordura. Las rígidas estructuras conforman a seres humanos inclinados a la dureza, no al trato refinado.

20.-La forma como actúa una gran parte de los integrantes de la sociedad dominicana es la consecuencia, el efecto, la derivación de la formación que hemos recibido, combinada con el ambiente donde nos hemos desarrollado. Criminalidad, violencia, odio y otras taras están presentes en un medio adecuado para que surjan fenómenos nocivos. De igual manera, una persona con tendencia a la realización de acciones repugnante solo existe allí donde no se ha educado en la grandeza de ánimo, en la nobleza, en la magnanimidad. La educación general, la formación integral del individuo hace posible contar con una colectividad libre de vicios.

 22.- Para que la sociedad dominicana cuente en su seno con grupos dedicados a llevar a cabo crimines espeluznantes, salvajes, tenía que haber desarrollado personas sin conciencia, despiadadas, sin alma, que han hecho de los robos con violencia, los asaltos y otros actos delincuenciales atroces una habitualidad. Acostumbrarse a actuar con maldad no surge de un momento a otro, y la frecuencia como ocurren aquí hechos abominables prueba que estamos viviendo en una sociedad averiada y con personas dañadas.

23.- Hemos sido testigos de la forma como nuestro país ha ido cambiando de viable a difícil de vivir, y donde la calidad de vida se hace insufrible. El ambiente en el cual vivimos constituye un viacrucis, un padecimiento prolongado, para lo que no está condicionada la especie humana. Si como país civilizado creíamos haber superado el atavismo histórico que nos ligaba a la barbarie, con el proceder de algunos de nuestros paisanos hemos retrocedido, volviendo a etapas superadas, reculando a lo que creíamos un nunca más.

24.- Sin pretender construir con los dominicanos y las dominicanas de hoy, el ambiente bucólico del campo y el amor, por lo menos debemos esforzarnos para sentar las bases para la formación de un ser humano inclinado a elevarse por encima de la realidad que vivimos, a fin de engrandecernos como comunidad de personas de proceder correcto, de actuaciones ajustadas a la decencia, el honor y el decoro, con un estilo nuevo de proceder; manera distinta de comportarse; actuar acorde con una ética y una moral que sirvan para prevenir como debe ser la vida del hombre y la mujer que adivinamos, el ciudadano y la ciudadana que pronosticamos han de llegar.

25.- Constituye una necesidad de primer orden relevar la base material que sirve de sostén al vigente orden social que es el que genera los vicios que han hecho de muchos de los nuestros entes sociales que no ajustan sus actos a normas de buen vivir, con inconductas que revelan la degradación que está haciendo el ambiente difícil para convivir.

26.- Corresponde a los mejores hombres y mujeres del país, comenzar con decisión, firmeza, laboriosidad y entusiasmo, a sentar las bases sobre las cuales debemos levantar un nuevo modelo económico y social, para así contar con un material humano poseedor de una concepción de la vida, el mundo, la ética y la moral que ponga por delante el correcto proceder con relaciones humanas armoniosas, libres de perversidades.


Santiago de los Caballeros,

28 de noviembre de 2017.

Nuestro país, dos épocas y dos conductas

Por: Ramón Antonio Veras.

1.- El más profundo analista político no podía llegar a predecir  que  desde la desaparición física de Rafael Leónidas Trujillo, hasta ahora, la sociedad dominicana llegaría a encontrarse en el estado de  deterioro a que ha llegado. Lo que está ocurriendo aquí a nivel de degradación de seguro que resultaría imposible, difícil, muy difícil, de adivinar; algo engorroso de pronosticar. Ni el más perspicaz se acerca a hacer profecías de lo que ocurre.  No hay punto de comparación  entre lo que fue nuestro país ayer y lo que es hoy. Lo de ahora es totalmente opuesto a lo anterior, por lo que no hay posibilidad de establecer parangón.

2.- Hablar de lo que fue el medio dominicano anteriormente y lo que es hoy, es opinar de épocas diferentes y de un mismo país.  El periodo que vivimos ayer es contrario al que ahora estamos viviendo. Hay una contraposición evidente. La comprensión solo es posible por parte de quienes hemos vivido la etapa pasada y  la actual, porque llama la atención el cambio que se  ha producido en lo que se refiere al comportamiento de las personas.

3.- Los dominicanos y dominicanas que tenemos la dicha de haber vivido sesenta años o más, por experiencia propia sabemos que nuestro país no es hoy el mismo en lo que se refiere a cómo se comportan las personas en las relaciones que establecen en el diario vivir.

4.- El ser humano con el cual nos tratamos en nuestra niñez, fue sumamente bonachón, altamente bondadoso; en la cara se le veía su sentir humanitario, cordialidad y afabilidad. El trato apacible y de excelente suavidad nos decía que teníamos de frente a un individuo formado en la magnanimidad, en nada reflejaba perversidad.

5.- Anteriormente compartíamos con un individuo  presto a decir la verdad; veraz en el sentido amplio de la palabra. La franqueza la dejaba  ver en cada palabra que pronunciaba  en un lenguaje lleno de autenticidad, sinceridad y lealtad, lo que nos decía que estábamos hablando con un ser libre de mentiras, de doblez.

6.-  Antes contábamos  con mujeres y hombres que se comportaban con honradez y suma rectitud. La honestidad la manifestaban  en cada una de sus actuaciones; la decencia y la integridad, adornaban al ente social con el cual compartíamos. Las virtudes formaban  parte integral de su  personalidad que se evidenciaba moralmente inmaculada.

7- La comunidad dominicana en la cual nuestra generación nació y  se desarrolló,  estaba hecha de un material tallado en la responsabilidad. Creía firmemente en el deber de cumplir, llevar a efecto, acatar lo que había prometido hacer o no hacer. Ese ser humano del pasado, en nuestro medio obedecía a lo que su conciencia le recordaba que estaba comprometido a no contravenir, a no desobedecer lo que se había impuesto responsablemente a ejecutar.

8.- El de ayer fue un munícipe dado  por entero a la colaboración desinteresada; decidido siempre a ir  en auxilio; estar en el lugar donde fuera necesaria su ayuda en interés del medio donde vivía. Se podía contar con su contribución en cualquier ocasión porque participar estaba en la esencia de su formación cívica.

9.- Años  han pasado cuando contábamos con un sujeto  lleno de bondad; que   hacía de la cordialidad su razón de ser. Su magnanimidad y tolerancia las exhibía como prueba de su sensibilidad. No existía  el granuloso, desabrido y áspero, ni conocíamos al desagradable, al difícil de tratar.

10.- En tiempos pasados tuvimos la dicha de que se formara   un ciudadano para vivir orgulloso, presumido de existir para ser positivamente valorado; enorgullecerse de actuar correctamente; alardear de contar con una educación doméstica que lo hacía honorable y para que sus progenitores jamás se avergonzaran por ser una afrenta.

11.- En otros  períodos  de la vida dominicana  contábamos con comunitarios comunicativos, que disfrutaban y hacían gozar la agradable conversación. Comunicarle al familiar o amigo algo de interés personal o colectivo era signo de confianza, a la vez  con gesto de estrecha y franca relación; prueba de trato afable y vínculos que descansaban en el intercambio mutuo que fortalecía la unidad entre familiares y amistades.

12.- Las generaciones anteriores procuraban realizar reuniones familiares, sociales o privadas, con el fin de  mediante los encuentros mantener la sana convivencia, la fructífera congregación. Las tertulias se hacían como forma de esparcimiento y solidificación de afectos sinceros, utilizando una celebración como medio de asociación de afines contertulios.

13.- Ayer nos tratábamos con personas que se comportaban con honradez, tenían conciencia de la decencia, de la honestidad. Aquel  que sustraía lo ajeno, el ladrón, era visto como una persona que no cabía en el ambiente, porque se tenía la idea de que se comportaba como un extraño. El ratero, el mangante no tenía espacio; su proceder lo marginaba y lo hacía indeseable  a la vista de la mayoría de sus conciudadanos.

14.- En el pasado se sentía mal aquel que ejecutaba un acto que lesionaba su amor propio porque  su actuación se consideraba un bochorno. El descaro, la desvergüenza se tenía como un deshonor, que iba contra el orgullo de quien hacia algo oprobioso. El  indeseable por acciones pecaminosas arrastraba consigo una mancha imposible de lavar, por lo que se convertía en un muerto en vida.

15.-  En nuestro país, la persona del pasado fue bienintencionada; en ella se podía depositar absoluta confianza porque en el fondo de su alma no guardaba lo maligno ni lo perverso. Nos tratábamos con lealtad porque la baraja marcada no formaba parte de las relaciones que se desarrollaban en forma recta, libre de sinuosidad; ausencia de ardid y disimulo.

16.- El afecto, la inclinación entre los integrantes de la comunidad, era algo mutuo. Las personas de ayer, por  su forma de  ser y carácter, se hacían agradables, generaban atracción, gracia. El  individuo hosco era poco común en nuestro medio. Por lo general, nos encontrábamos con entes sociales que siempre exhibían cordialidad y llana simpatía.

17.- Anteriormente, en el ambiente nuestro primaba la camaradería; el compañerismo fue la base sobre la cual  descansaban las relaciones fraternas entre amigas y amigos. Aquel que desde niño  conociste en la escuelita, o fue tu condiscípulo en la intermedia o secundaria, de seguro que se ha mantenido ese afecto resultante de la fraternización. Entre los cofrades del pasado no había fisura que llegara a la hostilidad.

18.- La armonía era la línea, la norma que regulaba las anteriores relaciones entre los hombres y las mujeres. Existía la voluntad, el buen deseo de armonizar para construir una sincera amistad que perdurara con cordialidad, efusividad y sencillez, rodeada de cariño y franqueza. El trato posibilita la permanencia de mutua simpatía.

19.- El ser humano dominicano de ayer se desarrolló y formó  en un ambiente sano, libre de perversidades, ausente de maldades. En la conciencia de los nuestros no estaba la intención rencorosa,  la crueldad, la inquina ni la fobia. Sobresalía el sentir afectuoso, dulce, cariñoso y bondadoso.

20.- Compartíamos  personas no propensas al rencor ni al estado de rabia. A cada momento nos encontrábamos con compueblanos pacíficos, que no conocían la maldad para aplicarla a los demás. El sanguinario y vengativo no fue integrante de la sociedad nuestra del pasado. El cruel no estaba en la codificación del dominicano, por lo que el desalmado, despiadado y sádico tampoco formaba parte de la comunidad en la que nos formamos.

21.-  Nuestra vida se desarrollaba calmada y alegre. No vivíamos en sobresaltos, espantos ni con  el miedo escalofriante. Nadie se sentía intimidado por el delincuente común, el atracador, el asaltante. La presencia en el hogar de un ladrón nocturno o diurno no era motivo de inquietud.

22.- Una existencia excitada en demasía, no era posible por la alteración del estado de ánimo  generado por la continuidad de la criminalidad, ni por la existencia de acciones criminales salvajes permanentes. Las operaciones de sicariato, secuestros, narcotráfico y el feminicidio no eran habituales en nuestro medio. El malhechor no fue un delincuente vinculado con los crímenes que ahora causan terror en la sociedad dominicana.

23.- Al hacer referencia del medio social dominicano de ayer, no queremos pintarlo como el  ideal, que tenía todas las cualidades deseadas o requeridas. Aquel ambiente no era la excelencia, pero era viable, y con imperfecciones que no lo convertían en un infierno, insufrible e irritante.

24.- El entorno que compartimos  hoy las dominicanas y los dominicanos no es el mismo que disfrutamos aquellos que nos formamos en épocas pasadas, el cual, con todas sus limitaciones, contaba con un mejor ser humano.

25.- El país que estamos viendo hoy difiere en lo absoluto del nuestro en el pasado. La persona noble y digna con la cual compartíamos anteriormente, se ha convertido en extraña, porque ese ser humano sano ahora está en desuso, y cuando hace acto de presencia le vemos como un advenedizo, pura y simplemente un ajeno al medio.

26.- Al recordar lo que fue la colectividad dominicana en el pasado, no estamos siendo románticos, idealistas ni soñadores. Tratamos de pintar la realidad pasada y la presente, sin querer embellecer el ambiente en el que nos formamos, ni degradar el actual.

27.- No aspiramos a tener idéntica sociedad dominicana ahora, que aquella que estaba organizada hace sesenta años. Lo que hemos querido destacar es el cambio negativo que se ha efectuado en el ser humano de hoy, en comparación con el proceder positivo del de ayer. No resulta difícil identificar lo que fue el hombre y la mujer del pasado en nuestro país, con los entes sociales de ahora. La conducta ejemplar, instructiva y emblemática de los nuestros ayer, ni por asomo puede equipararse con la de hoy.

28.- La dialéctica nos dice, por las leyes que rigen el desarrollo de la  sociedad humana, que un hombre y una mujer nueva van a surgir con la llegada de un sistema social diferente al actual. El ser humano maravilloso, fascinante, será el del futuro, que necesariamente va a venir lleno de amor, comprensión, sensibilidad y total expresión de solidaridad.

29.- Con un  ser humano nuevo vamos a contar una vez cambie la superestructura levantada sobre el actual ordenamiento económico y social; nuevas ideas sociales, instituciones  y órganos políticos estarán presentes por el cambio de régimen económico que inexorablemente  ha de llegar.

 30.- El comportamiento de la generalidad de los dominicanos y de las dominicanas de hoy, solo será recordado como triste recuerdo de lo que nunca debió ser el proceder de la especie humana. Lo dañino, perjudicial y desfavorable no debe prevalecer sobre lo beneficioso y bondadoso.


Santiago de los Caballeros,

20 de noviembre de 2017.