martes, 30 de junio de 2015

Los haitianos inmigrantes, salen bajo estado de necesidad, no voluntariamente


Por: Ramón Antonio Veras.

1.- He leído, por distintos medios de comunicación, que  miles de nacionales haitianos,  que vivían aquí en condición de trabajadores migrantes, al no regularizar su situación legal, han  decidido regresar voluntariamente a su país de origen.

2.- Lo  espontáneo  existe cuando el ser humano es dueño de actuar, escoger, decidir libremente lo que ha de hacer o no hacer.  Es  libre una voluntad  cuando  la intención,  el ánimo que sale del cerebro  se combina con la disposición, con el deseo de actuar en forma consciente, con absoluta lucidez, reflexivo.

3.- No sé si estoy confundido con la palabra voluntariamente porque, a mi humilde entender, voluntariamente quiere decir actuar, proceder en forma  espontánea, sin coacción;  en forma natural, algo así como en forma mecánica. No es lo mismo actuar voluntariamente que hacerlo forzado, con la voluntad viciada por  circunstancias adversas.

4.- Los haitianos que no tuvieron la posibilidad de regularizar su situación  de estadía legal en el país, una vez  vencido el plazo  se  sentían    bajo  un estado de necesidad por no tener la posibilidad de regularizar su situación migratoria.

5.- No es lo mismo actuar voluntariamente que bajo constreñimiento; imponer y apretar, no es lo mismo que liberar y abrir; se coacciona la voluntad desde el momento que  el ser humano tiene que ejecutarla cohibido, ceñido a algo, apretado, condicionado.

6.- Actuar  con soltura; con autodeterminación,  es proceder voluntariamente; pero lo voluntario  cede ante la obligación, el condicionamiento a la sumisión; supeditar la libre decisión a la condición  que imponga  otro entraña viciar la libre voluntad, imponer su mediatización  que no es más que una prohibición al ejercicio voluntario.

7.- El ser humano siente condicionada  su voluntad una vez su espíritu, su ánimo  recibe desde el exterior una influencia que toca su psiquis, le hace actuar envilecido, degradado o de cualquier forma humillado.

8.- La persona está abatida e impedida de proceder voluntariamente si  previamente  su hábito de vida, su razón  ha sido dirigida, condicionada, subordinada a algo. La resignación condicionada es la renuncia a actuar libremente, sin ligazón alguna, con ausencia de traba.

9.- Proceder  voluntariamente entraña, necesariamente, libertad; autonomía en la acción, en la decisión a tomar,  albedrio en la determinación sin cortapisas. Las restricciones para decidirse cercenan la facilidad de  pensar, reflexionar con tranquilidad, proyectos para escoger lo que  más conviene. El haitiano que no alcanzó  la regularización, quedó inhibido, ofuscado en sí, enajenado, sin  equilibrio mental para decidir voluntariamente.

10.- Es de suponer el estado de angustia que se apodera del  inmigrante haitiano  que se encuentra  sin documentos de estadía legal,  y le dicen que el plazo para permanecer en el territorio nacional se ha vencido. Le están diciendo,  con pocas palabras: tú tomas ese vehículo que te ofrezco,  o  la “camiona”.

11.- Aquel inmigrante haitiano que no califica como regulado,  para no perder sus ajuares,  ser expulsado en la “camiona” o en el medio de transporte ofrecido por el gobierno,  bajo estado de necesidad, no voluntariamente, abandona el territorio nacional.

 12.- Por ejemplo, el inmigrante dominicano  indocumentado, sorprendido por  la “migra”,   en una redada  ejecutada en Manhattan, en la esquina 181 con Saint Nicholas, si se   le conmina a que compre un vuelo para la  República Dominicana, o saldrá   deportado, no abandona voluntariamente el territorio norteamericano, 

13.- El propietario de un inmueble,  declarado de utilidad pública  mediante Decreto   del Poder Ejecutivo,  aunque firma  la venta y recibe el precio,  no ejecuta  voluntariamente la venta de su propiedad, sino por una disposición legal.  Su voluntad  ha sido coaccionada y condicionada.

14.- No sé cuándo, pero espero que más temprano que tarde,  la generalidad de las dominicanas  y los dominicanos comprendan que no se actúa   voluntariamente,  si hay exigencia, requerimiento u obligación de ejecutar.

15.- Tal vez por el  hecho de residir en un pueblo del interior, fuera de la ciudad capital, como provinciano al fin, tengo un criterio errado de lo  que significa voluntariamente.   Para mí, procede voluntariamente el que ejecuta, acciona espontáneamente, en forma consciente, libremente, discrecional;   no actúa voluntariamente el que acciona forzado física o anímicamente; obligatoriamente porque no tiene opción; bajo imposición, disposición o mandato.

Santiago de los Caballeros,

30 de junio de 215.

Una respuesta a un iracundo antihaitiano



Por: Ramón Antonio Veras.

Tengo por norma no opinar   sobre algo de lo que no tengo conocimiento. El  sentido común me dice que  de lo que ignoro debo abstenerme de emitir cualquier criterio, porque en caso  de hacerlo no sería más que un  atrevido temerario desinformado que en forma imprudente trata de desorientar en lugar de aclarar, despistar y no encauzar.

Recientemente, con motivo de un artículo que   escribí  con el título  “Inmigrantes haitianos negros y pobres en un dilema”, un señor que  se identificó como José,  me  abordó en plena calle Del Sol de Santiago de los Caballeros, en forma iracunda  y totalmente colerizado, me dijo que había leído  mi trabajo  y que del mismo  había sacado la conclusión de que estoy  inventando, porque del asunto migratorio  haitiano no sé nada, que con mi publicación no hacía  otra cosa que demostrar mi prohaitianismo e ignorancia, sobre   la inmigración haitiana en nuestro país.
Después de escuchar al  enfurecido señor, con toda calma le manifesté que él me lucia que  estaba algo perturbado, que en semejante condición no podía  responderle; que en su oportunidad lo haría, para que supiera que tengo conocimientos de lo que  había escrito en torno al fenómeno migratorio haitiano aquí.

En un medio social como el nuestro, en el cual abundan los farsantes, charlatanes, embaucadores y falaces de todos los pelajes y calibres;   y los descalificadores y lenguaraces están por montones, considero  oportuno y provechoso  aclararle a José,  y con él a cualquier otro equivocado, ignaro o desorientado, que no soy   un repentino en el asunto migratorio, y en particular de  la inmigración haitiana en el país. Veamos.
 En el año 1983 escribí el libro: Inmigración, Haitianos y Esclavitud.  Sobre esta obra, uno de los más brillantes escritores haitianos, Gerard Pierre Charles, escribió: “El estudio del doctor  Ramón Antonio Veras,  sobre la situación de los trabajadores haitianos en la República Dominicana, constituye un aporte de excepcional valor, al conocimiento de este tema tan trascendental en las relaciones dominicano-haitianas. Cierto que en los últimos años, destacadas contribuciones  periodísticas, literarias o científicas, han logrado sensibilizar, respecto a ese tópico, a los  sectores más ilustrados de ambos países, así como a la opinión internacional, con informaciones, análisis o testimonios de particular fuerza impactante”.

“Ejemplo de ello, son los libros, El Masacre se pasa a pie de Freddy Prestol; Azúcar Amargo del publicista francés Maurice Lemoine, Migración y Relaciones Internacionales (El caso haitiano-dominicano) de la historiadora haitiana Suzy Castor. El mismo doctor Veras, en columnas de la prensa de su país, ha venido desempeñando una labor pionera, tratando tal problemática con un caudal  de datos que para la brutalidad del universo que plasmaban parecían  inverosímiles… Sin embargo, todas las producciones anteriores referidas a la presencia migratoria haitiana en tierra dominicana no habían  alcanzado penetrar, desde una perspectiva tan amplia y hasta nivel tan profundo, en ese mundo”.

“La obra del doctor Ramón Antonio Veras, superando sus anteriores aportaciones y llegando más lejos que la de sus predecesores, combina el rigor analítico con una riqueza informativa que permite abarcar  toda la extensión, profundidad y complejidad del objeto de estudio. Resultado de ello es una obra multidimensional que se centra en la matriz económica del problema migratorio, con una valoración cualitativa y cuantitativa de los mecanismos de explotación, el análisis pormenorizado de la extrema deshumanización de los emigrados y el examen de las derivaciones y consecuencias de la migración en el plano social e ideológico”.

“La versión original de este trabajo fue presentada  en el Coloquio sobre Migración y Relaciones Internacionales en el Caribe organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en el mes de octubre de 1981. Esta ponencia fue acogida con unánime  admiración por los científicos sociales que concurrieron al evento. Asimismo   dio lugar a un apasionado debate en el que, al través del caso considerado,  se lograron captar los alcances extremos de la super-explotación de los trabajadores provenientes de un territorio dado, por  la burguesía del país receptor,  en acuerdo con las autoridades gubernamentales de ambas naciones”.
“Se destacó así el papel del  estado como agente de compra/venta de la fuerza de trabajo de los emigrados en beneficio propio o en interés del capital internacional y cómo   dicha función  del Estado, da lugar a la coerción más despiadada. Se reveló que tales mecanismos de opresión  y discriminación  se dan siempre que entre  países de procedencia y de recepción de migrantes existan  determinadas   diferencias sociológicas en términos de niveles de desarrollo, características étnicas, culturales y religiosas”.

“Tal realidad se  remite a una problemática más amplia que, extendiéndose en el ámbito del Caribe, lo rebasa y se integra a la sociología de las migraciones en el mundo. Se refiere a una situación que tiene mucho que ver con la problemática de los migrantes de la isla anglófona de Dominica, de los granadinos en Barbados o Trinidad, de los puertorriqueños a Estados Unidos, así como con las emigraciones árabes y españolas, africanas y portuguesas  a Francia, Alemania o Suiza. Al fin ilustra, con  inusitada nitidez, la problemática de la acumulación a través  de la cual  el capital transnacional, las burguesías respectivas y el Estado a su servicio, además de aprovechar el trabajo de los proletarios locales, se valen del sudor de los trabajadores emigrados para aumentar la tasa de ganancias”.

“Y, como  efecto del aumento de la  producción social resultante del trabajo emigrado, la población de los países receptores, en su conjunto, recibe algún beneficio en términos de división del trabajo, ingresos o nivel de vida;  situación que objetivamente propicia una mayor receptividad, una mayor vulnerabilidad de amplios sectores populares a las ideas, prejuicios, estereotipos difundidos por las clases dominantes  respecto a lo emigrado”.
“En medio de sus numerosos aportes, el principal mérito de la obra es el sentido de responsabilidad de que  hace muestra su autor en el análisis  científico y crítico de esta tan delicada cuestión”.

“Haciendo a un lado todo eufemismo  así como toda complicidad con el statu quo, se asoma a la verdad, asumiendo así posiciones de elevado nivel ético que contrasta con la postura de muchos intelectuales dominicanos que tradicionalmente han visto las relaciones entre los países a través del prisma de los intereses oligárquicos y de los prejuicios de los sectores de poder, pretendiendo dar viso científico o legitimar las ideologías dominantes y las elucubraciones de un nacionalismo mal entendido. Así, cuando no desvirtúan  su sentido, cierran los ojos sobre  una situación  que constituye el mayor elemento de retroalimentación de rencores y errores del pasado; así como un generador de contradicciones y conflictos entre dos pueblos hermanos”.

“El doctor Veras, al asumir una postura científica y humanista que se apega a la verdad, trasciende los lugares comunes en la ideología  dominante, rompe la hipoteca del pasado, se enfrenta al presente, hace obra de  futuro. Un presente de desigualdades e injusticias que demanda objetividad y  también solidaridad del pueblo dominicano, que, por haber conquistado  con tantos sacrificios las libertades democráticas de que disfruta hoy, tiene la sensibilidad para entender los reclamos de un pueblo cercano y rectificar un conjunto de relaciones que hiere la dignidad de nuestras dos  naciones”.

“Un porvenir en que sólo el respeto mutuo, la justa valoración de las semejanzas y diferencias sociológicas, el apego a los intereses de los pueblos y no de las oligarquías, pueden asegurar una coexistencia y una cooperación fructífera en aras de los ideales comunes de democracia, soberanía nacional y progreso”. 

Posteriormente, en el año 1985, publiqué el libro Inmigración  Caribeña y un  Capítulo Haitiano, del cual  el prólogo es   de la destacada historiadora Suzy Castor,  que textualmente lo escribió así: “Después de su primer libro –Migraciones, haitianos y Esclavitud- Ramón Antonio Veras, ofrece al público esta nueva investigación sobre Derecho del Trabajo de los Trabajadores Migratorios, el cual aborda, desde el aspecto legal, el fenómeno de los trabajadores emigrados. Dicha obra constituye, no hay duda, una gran originalidad, ya que pocos estudios destinados a un público amplio consideran este tema desde esta perspectiva. El autor hace acopio de un valioso material que recoge las leyes que rigen la contratación,  las condiciones de trabajo y la situación de los trabajadores emigrados en los países del Caribe y de América Central”.

“La problemática que se aborda en el libro representa uno de los fenómenos más complejos del mundo moderno. La emigración laboral aparece a primera vista como el resultado de la decisión de un individuo o de un grupo de personas, sin embargo está íntimamente ligada al desarrollo del capitalismo. 

En la nueva división internacional del trabajo impuesta por el imperialismo, se presenta como “la transferencia capitalista de la fuerza de trabajo de una región a otra”. Los países capitalistas desarrollados se aprovechan no solo de los productos primarios de las regiones subdesarrolladas y periféricas, sino también de su mano de obra barata y abundante: ya sea importando la fuerza de trabajo como tradicionalmente se viene realizando, o exportando en los países del tercer mundo ciertos tipos de industrias. Esos dos aspectos de un mismo fenómeno constituyen, en definitiva, la expresión de las nuevas modalidades de adaptación del capital monopólico en busca de una plusvalía cada vez mayor”.

“La importación de mano de obra en los grandes centros industriales se presentan hoy día como un fenómeno irreversible ya que se revela indispensable para el funcionamiento de dichos centros; a la vez que para muchos países subdesarrollados, la expulsión de trabajadores hacia el exterior se vuelve una válvula de seguridad cada vez más importante. Mientras subsisten las desigualdades en el desarrollo, la emigración seguirá reproduciendo a escala internacional las relaciones de dominación y explotación de los países más pobres por los países más ricos”.

“Otro aspecto de la obra de Ramón Antonio Veras,  que merece ser destacado es su enfoque de la emigración intracaribeña  y caribe–Centro América. En otras palabras, la investigación considera, a partir de la contemplación de las leyes laborales, un aspecto de las relaciones entre países del Tercer Mundo, sin perder de vista el contexto global en que se encuentran envueltos dichos países. En efecto, cuando el autor estudia, por ejemplo, los mecanismos de explotación del trabajador emigrado jamaiquino o haitiano en República Dominicana o en Panamá, ilustra con luz meridiana lo que hemos llamado,  en otro trabajo, la constelación de la explotación, ya que en el mundo capitalista los países de menos nivel de desarrollo, tienden a reproducir los esquemas de explotación de los países más desarrollados. Además, el trabajo muestra, a  nivel de la legislación, el entrelazamiento de los intereses del capital extranjero con las oligarquías locales”.

“El fenómeno migratorio está muy ligado a la evolución histórica de los países caribeños. Baste recordar que el capitalismo europeo al desarrollar la economía de plantación en esta área, recurrió mediante la trata de negros a la inmigración masiva de africanos. El fenómeno de la esclavitud se identificó entonces en la región con la raza negra. La propia explotación del esclavo, así como todo el ordenamiento social colonial, se acompañó por el fenómeno del racismo en su más brutal expresión. En el crisol de la plantación se gesto una nueva cultura, una nueva nacionalidad. La abolición de la esclavitud en forma violenta en saint–Domingue (Haití) o legal en otras colonias {inglesas, francesas, etcétera} exigió una acomodación de la sociedad postesclavista. En Haití, la estructuración del Estado nación se realizó de manera temprana desde 1804, mientras que en las otras colonias los desajustes de la abolición provocaron, entre otras consecuencias, la falta de mano de obra. A raíz de ellos, se produjo una inmigración masiva de orientales (chinos, hindúes, japoneses, etcétera), hacia el área antillana.se gesta a partir de entonces una sociedad multirracial y multinacional en muchos de los territorios”.

“Sin embargo, a partir del siglo XX, se empiezan  a manifestar otros fenómenos en la zona. El Caribe tradicionalmente receptor de inmigrantes se vuelve un área de emigración. La construcción del canal de Panamá, la instalación de compañías azucareras norteamericanas al amparo de la política del ”Big Stick”, el renovado esquema de dominación imperialista conllevó un desarrollo hacia aquellos que experimentaban una fuerte expansión debido a la colocación masiva de capital norteamericano. Haitianos, jamaiquinos ,granadeses, barbadenses ,dominicos y otros ,emigraron hacia Cuba, República Dominicana, Centro América, Venezuela,  Antillas Holandesas, mientras que otros –los menos- iban hacia las metrópolis europeas y hacia los Estados Unidos. A este último país acudieron particularmente los puertorriqueños”.
“A partir  de la Segunda Guerra Mundial, las deformaciones estructurales de las sociedades caribeñas, las modalidades de la explotación imperialista, y las transformaciones globales del mundo capitalista introducen nuevos elementos en la conformación histórica de la región. El fenómeno migratorio adquiere características diferentes. El Caribe se vuelve una de las regiones de mayor emigración hacia los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia  Holanda y Canadá. La emigración se transforma en un componente en la estructura de las naciones y de dominación neocolonial, que conlleva a consecuencias económicas, políticas, sociales e ideológicas de gran alcance”.
“Sin embargo, pese a esos aspectos tan importantes del trabajo de Ramón Antonio Veras, quisiéramos destacar otro ligado a las relaciones haitiano-dominicanas. Para quienes le conocemos no nos es difícil deducir que llegó al estudio jurídico-legal del fenómeno de la emigración en su globalidad caribeña para entender mejor la presencia y la situación de los trabajadores haitianos en República Dominicana; para asentar con bases científicas la denuncia de ”esa nueva esclavitud”. 

He aquí un episodio que para nosotros ilustra la constante preocupación del doctor Ramón Antonio Veras, independientemente del tiempo y del lugar .En septiembre de 1980, asistió al Congreso del Parlamento Mundial de los Pueblos para la paz, en Sofía, Bulgaria. Este evento tuvo como objetivo plantear las cuestiones de la Guerra y de la Paz, ya que en la primera elección de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos se habían recrudecido los peligros de guerra, teniendo en cuenta las declaraciones cada vez más claras del equipo de Washington contra la paz mundial. En la Sesión de Clausura de los trabajos del parlamento, decenas de niños de todas las razas y de todos los rincones de la tierra cantaron un himno a la paz, reclamando su derecho a la vida y al desarrollo en un mundo de justicia social y de tranquilidad. En medio de sus cantos y de sus sonrisas, en las cuales comunicaban el optimismo del futuro, repartieron flores a los delegados,  al recibir un clavel rojo de un niño angoleño los ojos de Ramón Antonio Veras,  se humedecieron y me dijo con voz emocionada estoy pensando en nuestros niños dominicanos y haitianos que viven en los bateyes;  así es el  doctor Veras, un hombre de pasión y de gran sensibilidad. Tantas preocupaciones no expresadas pero que afloraban tras esa reflexión… el batey…la industria azucarera…el trabajador haitiano, sus vinculaciones con el trabajo dominicano, las relaciones haitianos-dominicana, el futuro de la isla en la cuenca del Caribe y en el contexto latinoamericano…”

“Al referirse al fenómeno de la emigración en general y al colocar dentro de un contexto global la situación de los trabajadores haitianos en República Dominicana, Ramón Antonio Veras rebasa los aspectos concretos de una situación –presentada muchas veces como muy peculiar, muy suigeneris –y resalta las constantes del fenómeno-desmonta su mecanismo, su funcionamiento y sus consecuencias. En este sentido el trabajo adquiere un valor incomparable en la lucha ideológica en contra del antihaitianismo en República Dominicana…”

“Es  necesario recordar aquí los esfuerzos de muchos sectores progresistas dominicanos para cuestionar y combatir el complejo fenómeno del antihaitianismo en República Dominicana. Con esta postura, la cual se manifiesta sobre todo después de los años  sesenta con la caída de la larga dictadura trujillista, trata de reinterpretar bajo una luz más científica la problemática de la evolución histórica de esos dos pueblos que comparten una misma isla. Estos estudios cuestionan y combaten el antihaitianismo que ha alimentado la ideología dominante dominicana por largos periodos históricos y que fue recrudeciendo durante el trujillismo”.

“Se ha avanzado bastante en este sendero por casi un cuarto de siglo, pero el camino que habrá que recorrer es todavía muy amplio. Solamente encarando con mucho valor el problema del antihaitianismo, buscando como explicarlo, comprenderlo, desentrañar sus causas, estudiar sus manifestaciones desde los más brutales hasta los más sutiles y derribar los tabúes con una actitud científica-lo cual no significa indiferencia-se llegará a superar dicha ideología, la cual todavía, no sólo se presenta a nivel de las clases altas sino que permea  la mentalidad de la sociedad toda,  es decir alcanza, en grados diversos, capas del campesinado, del proletariado y de las pequeñas burguesías”.

“Los artículos de periódicos o de revistas, los libros que encaran el problema del antihaitianismo a través de una posición científica, y esta obra que nos entrega hoy Ramón Antonio Veras, adquiere un significado mayor, cuando, en la actualidad, se observa, la República Dominicana, un esfuerzo por parte de ciertos sectores para reavivar a toda costa la ideología antihaitiana. Para plantear en los términos más atrasados la cuestión haitiana, con los mismos argumentos repetidos y desgastados desde la década de los treinta por los Américo Lugo, los Carlos Sánchez y Sánchez, e incluso, del propio Joaquín Balaguer, como si la historia no hubiera avanzado”.

“El libro del doctor Ramón Antonio Veras, constituye un aporte que enriquece el acervo de los estudios sobre el fenómeno de las migraciones y más específicamente la emigración haitiana en República Dominicana”. 

 En otro orden, en el Archivo General de la Nación, en la Colección doctor Ramón Antonio Veras, está al alcance de los lectores un trabajo, inédito, en seis (6) tomos, que recoge charlas,  conferencias y declaraciones mías con relación a los haitianos en el país en condición de inmigrantes y de  exiliados.

Cuando opino de la conducta, dignidad, hidalguía y sensibilidad de los haitianos, lo hago porque he compartido muy de cerca con muchos de ellos, llegando a establecer profundos vínculos afectivos,  ideológicos, de amistad rayando en lo familiar. En ese sentido basta con leer en el libro  de mi autoría “Carmen, cáncer y lucha, lo expuesto por tres exiliados haitianos que vivieron en nuestro país durante la dinastía duvalierista:

Joseph Pierre Lamothe (Simón) dijo:
“De los camaradas haitianos que habían estrechado en la misma  época la amistad con los Veras, éramos  cuatro: Jacques, Andrés, Antonio y yo, Simón. No hace falta hablar de las relaciones de cada uno en la casa de doña Carmen, ni de la consideración que se le brindaba a cada uno, pues la expresión tan dominicana: “Estas en tu casa!” cogía fuerza objetiva para cada uno de nosotros. Sin embargo, hay que hacer hincapié sobre el hecho de que Antonio, por algún motivo relacionado con su situación de clandestinidad, era considerado como el hermano de doña Carmen. No recuerdo el motivo de aquella leyenda, pero sí, Antonio tenía que hacerse pasar como el hermano de doña Carmen. Había que ver de qué forma tan natural,  tan cómoda  que lo aceptaba y que jugaba su papel de hermana de nuestro compañero  Antonio.  Cuando nos tocó separarnos, para regresar en Haití después de  la caída de Jean Claude Duvalier, se le notaba  en doña Carmen una mezcla de alegría y de tristeza: Alegría, porque sabía que era un momento que esperábamos desde hacia muchísimo tiempo, y que todas nuestras luchas tenían como objetivo primero el derrumbe de la dictadura de los Duvalier, y que teníamos que marcharnos para nuestro país.  Una lucha por la cual ella y su marido, Negro Veras, se habían sacrificado tanto, habían experimentado tantos peligros. Era un momento de gran alegría que esperábamos todos, pues la vida en la República Dominicana imponía grandes sacrificios no solamente por parte de los luchadores haitianos, pero también de los amigos dominicanos que no escatimaban esfuerzos para acompañarnos  en aquella lucha y nos ayudaban a aguantar y también a denunciar el antihaitianismo que se manifestaba en tantos dominicanos. Carmen hacia parte de aquellos que entendían  que hacía falta ayudar al pueblo haitiano a deshacerse de la dictadura de los Duvalier. Aquel calor humano que se desprendía de la acogida que nos daba cada vez que íbamos a su casa, era también una expresión manifiesta de su compromiso con la lucha del pueblo haitiano; sabía a cabalidad que así también podía contribuir, hacer un aporte importantísimo”.                   


Andrés y Jacques, expusieron:
A esa familia le debemos mucho por su apoyo moral siempre brindado, no importaba el día y la hora, a la lucha de los exiliados antiduvalieristas, a la Unión Democrática de los Emigrantes Haitianos (UDEH), en la República Dominicana, durante todo el reino en Haití del despotismo criminal y corrupto de los Duvalier. 

Debo aclarar que para escribir los libros Inmigración  Haitiano y Esclavitud y Inmigración  Caribeña y un  Capítulo Haitiano, no me senté en mi oficina de abogado, sino que durante años conviví con los braceros haitianos en distintos bateyes de ingenios azucareros establecidos en diferentes lugares del territorio nacional dominicano.

A lo mejor, luego de leer esta exposición, si le place,  el iracundo José comprenda la razón por la cual creo  tener algunos conocimientos para  intervenir  en los temas  relacionados con la inmigración haitiana presente en la República Dominicana.


Santiago de los Caballeros,
29 de junio de 2015.



Fuentes de citas.

Inmigrantes haitianos negros y pobres en un dilema



Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
Por formación familiar, personal  e ideológica  me repugna  ver a un  ser humano  humillado, degradado, o de cualquier  forma vejado. Reacciono mal si observo que una persona es ultrajada física o moralmente. Una prueba de esto es que no acepté  hablar con el que organizó el asesinato de mi hijo Jordi, cuando me lo presentaron esposado; reclamé y logré que sólo cuando  le quitaron las esposas    hablé con él.

He escrito la introducción anterior para explicar la indignación que me genera el trato que en mi país reciben  los haitianos inmigrantes  negros y pobres.
Me voy a permitir exponer algunas ideas que cuadran perfectamente con la situación de los inmigrantes haitianos negros y pobres  que llegan a nuestro país en como  olvidados de la especie humana.

I.- El fenómeno migratorio. El caso de los haitianos aquí.
1.- Los seres humanos se sienten sumamente bien allí  donde han nacido,   formado y desarrollado; solamente razones muy poderosas les  impulsan  a trasladarse para vivir en otros lugares.

2.- Pero en todo el curso de la historia de la humanidad se ha dado el fenómeno  migratorio, y las razones han sido diferentes; van desde las motivaciones religiosas,  pasando por  las políticas hasta llegar a las económicas. Estas últimas son las que más se han desarrollado en los últimos tiempos por la búsqueda de mejores condiciones de vida: es por ello que el fenómeno  migratorio  se da con una orientación marcada: de los países menos desarrollados hacia los más desarrollados.

3.- La movilidad de dominicanos, ecuatorianos, guatemaltecos, salvadoreños, y de  otros países de América  Latina y el Caribe hacia los Estados Unidos de Norteamérica,  tiene su razón de ser en el desarrollo desigual entre la generalidad de estos  países con respecto a los Estados Unidos de Norteamérica.

4.- En particular, para darnos cuenta por qué millones de caribeños abandonan su propio territorio para incorporarse  a la producción de  otros países, se impone conocer el nivel de desarrollo  del capitalismo en las fuerzas productivas y en la industria;   la situación del  mercado interno de cada país respecto a la metrópolis, principalmente norteamericana; el mercado de la fuerza de trabajo, el grado de desarrollo económico, social y político del país desde donde parte  el inmigrante y el de recepción, y la clase dominante que sirve de sostén a los monopolios en los países dependientes.

5.- Esa es la misma razón que se puede dar para explicar lo que impulsa a los nacionales haitianos a venir a la República Dominicana a vender su  fuerza de trabajo en condición de inmigrantes.

6.- La inmigración de los haitianos hacia la República Dominicana tiene un  aspecto  especial por  la  opción de:   se lanzan al Océano Atlántico, o cruzan hacia la República Dominicana.  Pero ocurre   que el inmigrante haitiano negro  y pobre que llega a nuestro país cae en una encerrona que le coloca de inmediato en un dilema, en una situación sin alternativa, porque si es ilegal  es rechazado como indocumentado, y si tiene sus papeles en regla es impugnado por negro; portador de enfermedades;  desnaturaliza la cultura   original española;  no es higiénico;  practica la brujería, despide de su cuerpo un mal olor;  es depredador porque acaba con la foresta, le quita el espacio laboral a los nacionales y deprime el salario.

II.- Los prejuicios y el trato a los inmigrantes haitianos negros y pobres.

7.- En cualquier lugar del planeta tierra donde se mueve un prójimo, lo hace en procura de alcanzar su  bienestar  material o espiritual.  Sólo se pone en tensión para lograr una satisfacción, no para estar atribulado, o de cualquier forma afligido, castigado. Pero no todos los integrantes de la sociedad que hace de receptora de inmigrantes les dan la misma acogida; prejuicios de todas clases se manifiestan contra el que arriba a un país extranjero en procura    de ocupar  un espacio en el mercado laboral. En nuestro país el inmigrante haitiano negro y pobre no es del agrado de  grupos prejuiciados.

8.- El inmigrante haitiano negro y pobre  es visto aquí, por algunos, como un intruso; un necio que ha llegado en condición  de entrometido a quitarle el empleo a  un nativo; un forastero que penetra a deprimir los salarios;  advenedizo que viene  a suplantar la cultura nacional, en fin, el que hace  acto  de presencia para vender su fuerza de trabajo por un salario, es considerado como un necio que se ha introducido en un lugar sin derecho y sin ser  requerido.

9.- Ese inmigrante haitiano negro y pobre es considerado por algunos sectores  retardatarios como un estigma, una mancha para el medio social dominicano; una afrenta para los demás miembros de la sociedad, una tacha  que ha incursionado para convertirse en una infamia.

10.- Aquel haitiano negro y pobre que vive en el  país en condición de inmigrante,  se le aplican los epítetos  más  afrentosos,   apelativos degradantes; adjetivos insultantes; se le reservan términos peyorativos, hirientes,  con el fin de  hacerlo sentir despreciado como persona.

11.- Una vez un individuo hace acto de presencia en un sitio donde están presentes otras personas, puede comprender si su  llegada ha caído bien o mal, agrada o repugna; puede divisar  que asquea, que su ida hace bien, que si se marcha  hace sentir muy bien a los demás. Los inmigrantes haitianos  negros y pobres en nuestro  país  así lo perciben 

12.- Pero los inmigrantes haitianos negros y pobres, no son tontos.  Aunque el ejercicio de la simulación  de parte de algunos de nuestros nacionales hace posible que el recién llegado no asimile la impugnación  en su contra, los gestos con la boca, los signos transmitidos con los ojos, los ademanes con otros órganos del cuerpo pueden hacer comprender al visitante el rechazo el rechazo a su presencia.

13.- El alma no engaña, y el corazón no traiciona a su dueño; la conciencia le dice al  ser humano que  la expresión del rostro,  el semblante de aquel con quien comparte no lleva gusto en comenzar o seguir tratándolo,  su estadía  genera pesar. Los inmigrantes haitianos negros y pobres así lo entienden, pero callan aunque  sufren.

14.- La especie humana está formada para sentirse  bien, y los inmigrantes haitianos pobres y negros,  no son la excepción.  El bienestar les  llena de bondad, mientras que la calamidad  les quita el sentido de la dicha; la adversidad les  perturba; quebranta su deseo de vivir en nuestro país, y sólo lo hace por un estado de necesidad extrema.

15.- Moverse en un ambiente acogedor alimenta el espíritu de las personas, las convierte en entes sociales halagados, satisfechos, encantados de formar parte de un medio que las seduce para mantenerse haciendo vida social con sus semejantes fascinantes, cautivadores. Pero este no es el caso  de algunos dominicanos hacia los inmigrantes haitianos negros y pobres.
16.- De tanto considerar a los haitianos negros y pobres  una nadería, como algo menospreciado que sólo merecen ser maltratados para que se larguen  porque ennegrecen el ambiente y oscurecen el  país;  aquellos que dentro de su  ofuscación chauvinista y alucinación de superioridad racial frenética, se ciegan   ante el inmigrante haitiano negro y pobre, a quien ven como excremento de la sociedad dominicana

Tres reflexiones.
a.-) La hipocresía  no puede imponerse a la autenticidad, ni la estratagema a la veracidad. Las maniobras politiqueras contra los inmigrantes haitianos negros y pobres, no deben confundir a las dominicanas y dominicanos que vivimos abrazados a la realidad objetiva; que estamos  liberados de la cháchara pueril, de la futileza engañosa, la nimiedad y bobada confusionista. La falsa, el ardid como propaganda ha de caer ante las evidencias, la legitimidad.

b.-) La franqueza debe tomar su imperio. Debemos ser sinceros y decirles al pueblo  haitiano y al dominicano, que  las masas populares haitianas y dominicanas son víctimas de las maquinaciones ideológicas impulsadas por los intereses monopolistas extranjeros y  las minorías insaciables de ambos países  que,  históricamente, han estado interesadas en mantener a los dos pueblos  oprimidos, divididos y  confundidos  bajo intrigas   politiqueras.

c.) Lo mejor del pueblo haitiano  y del dominicano,  sus fuerzas motrices  sensibles,  progresistas  y democráticas, deben acercarse mutuamente para analizar con sentido realista y sin sectarismo,  lo que conviene o afecta a dos países  que, como Haití y la República Dominicana, deben permanecer unidos en la fraternidad, la comprensión y la solidaridad,  que es la más alta expresión de los seres humanos. 

Santiago de los Caballeros,
26 de junio de 2015.


lunes, 22 de junio de 2015

La parte humana ante la regularización


Por: Ramón Antonio Veras.

1.- No se discute la naturaleza social del fenómeno  migratorio como consecuencia del desarrollo desigual de dos países,  como tampoco se pone en entredicho el derecho soberano de cada Estado de regular la presencia  de extranjeros  en su territorio.

2.- La parte social de la inmigración  entraña, necesariamente, a seres humanos como actores; de ahí que al momento de tomar cualquier medida relacionada con ella  debe primar  el humanismo.

3.- Al parecer, entre los dominicanos  se ha perdido el  lado humano de ver las cosas.  Se hace cuesta arriba creer que el sentido  caritativo que históricamente  nos  ha caracterizado está desapareciendo al no actuar en forma compasiva, que  estamos olvidando la sensatez, la generosidad y lo agradable que hemos sido.

4.- No quisiera ni por asomo pensar que de nosotros se está apoderando la parte fea de la especie humana, el egoísmo, la insensibilidad, la  dureza y lo desagradable. Sería muy duro que predomine   la miseria humana de la arrogancia, el orgullo vano y la insolencia presuntuosa.

5.- Debo decir con toda franqueza que  cada día  me siento más y más preocupado por el comportamiento de amplios grupos humanos de mi país; por la forma  como reaccionan ante la desgracia y el pesar de los demás.  No  podemos  olvidar que  el sentir solidario se manifiesta de distintas maneras y su apreciación en contrario  se  expresa  cuantas veces somos testigos de hechos que afectan a otros y  no los  tomamos como nuestros.

6.- El estado de angustia que he visto  en la cara de miles de inmigrantes haitianas y haitianos que muestran   dolor, nerviosismo y tristeza por no haber podido registrarse  dentro de las exigencias para la regularización de extranjeros,  en los plazos establecidos, me ha hecho  sentir vivamente lesionado, golpeado como ser humano y como dominicano; de mi  se ha apoderado el dolor, la impotencia y  el desanimo; me produjo indignación escuchar a una señora con lágrimas en sus ojos,  y un niño de meses en sus brazos,  desesperada   porque se  sentía  en la obligación  de abandonar su hogar y sus ajuares.

7.- Lo que vi en la señora llorando, con su bebe cargado y lamentándose por perder su techo y muebles, me hizo sentir que vivía en un país de insensibles, soberbios, ufanos y petulantes;  con condiciones para humillar, rebajar a los más débiles,   llevados a la impotencia por algunos de los que aquí  gozan  vanagloriándose de cristianos y demócratas.

8.- La desesperación de los demás me hiere y  empequeñece  como persona.  No estoy   formado para aceptar tranquilamente que el ser humano sea anímicamente azotado, vapuleado, castigado por cuestiones que tienen distintas soluciones legales, sociales y políticos.

9.- En los marcos de la complejidad que entraña el asunto migratorio,  por su carácter social, hay que buscarle una salida armoniosa y comprensiva; rodeada siempre de claridad y flexibilidad, en procura de que exista un equilibrio para no lesionar los derechos de personas que,  por necesidad económica,  han abandonado su lar nativo  en busca de una vida menos pesada en lo material y espiritual.

10.- La ley ha de ser aplicada con sentido humano. Compelir a que en estado de desesperación salgan del país  aquellos que con su fuerza de trabajo   han contribuido al desarrollo nacional, no es justo; impulsar, constreñir, o de cualquier forma imponer una salida angustiosa a los inmigrantes haitianos, nos hace ver como un pueblo que ha perdido el juicio, la compostura civilizada, el sentido de la transigencia digna y la tradición de pueblo hospitalario; de  nación refugio de los desamparados, país receptor de los desabrigados.

11.- Por muy difícil que se presenta la situación económica y social  nuestra, y por más que nos podamos amparar en disposiciones constitucionales y legales, no podemos perder la delicadeza como pueblo civilizado; la ternura, el miramiento  total  hacia los demás; debemos caracterizarnos como personas exquisitas, con miramientos;  extraños a la indiferencia, a la desatención, rudeza, vulgaridad y desconsideración.

Santiago de los Caballeros,

22 de junio de 2015.

Honrando La Memoria de: José Ramón Guillen-Tito.


Por: Ramón Antonio Veras.

José Ramón Guillén  Ureña-Tito-, quien fuera mi vecino, amigo y compañero en la lucha por  el  socialismo real, falleció   hoy  en la ciudad de Santiago de los Caballeros;  sus restos están expuestos  en la Funeraria Blandino, y mañana domingo será sepultado,  por voluntad suya, en Villa González.

Todos aquellos que tuvimos la dicha de conocer y compartir con Tito, sabemos que con su  desaparición física pierde el movimiento democrático, popular y progresista, a un consecuente revolucionario que durante su existencia  aportó,  en  el  accionar político y socialista,  para  liberar a los oprimidos de las cadenas de toda clase de opresión.

Tito y yo nos conocimos al final de la década del 50 del siglo pasado. Conjuntamente  con Geraldo Marmolejos y Juan Persia,  en los primeros meses de 1962, integramos  la primera célula en Santiago y el Cibao, del Partido Socialista Popular-PSP-. Con el tiempo,  Tito fue tan conocido como miembro de su partido, que en los círculos políticos  revolucionarios   de la época  se le identificó como  Tito PSP.

Con la partida  del compañero Tito, el movimiento democrático  y progresista pierde a un  ser humano sumamente sensible,  honesto, generoso, íntegro, valiente, internacionalista  y de firmes convicciones; formaba parte  de una generación de mujeres  y hombres  que se integraron  a la lucha social y política  inspirados en los ideales de liberación,  libertad y progreso.

En este momento de aflicción para mi,    quiero recordar a Tito, con  dos estrofas   del himno que él y otros compañeros entonamos el día jueves 12 de julio de 1962,  en  la glorieta  del Parque Duarte de Santiago,  y que siempre llevó  con apego en su corazón, y que rezan así.

Arriba los pobres del mundo
de pie los esclavos sin pan
y gritemos todos unidos
viva la internacional

El día que el triunfo alcancemos
ni esclavos ni hambrientos habrá
la tierra será el paraíso
de toda la humanidad

Finalmente, en mi nombre y el  de todos los amigos y  amigas;   compañeras y compañeros históricos que compartimos  diversas jornadas  patrióticas y por el socialismo real,  con Tito,  les extendemos un abrazo caluroso, fraterno y solidario a la hija, a los hijos y a la compañera esposa de Tito, quien vivió para luchar y servir a los demás.

Tito, te recordaré siempre.

20 de junio de 2015.





jueves, 18 de junio de 2015

Para conocer a una persona y las reflexiones de un abuelo


Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

1.- La vida en sociedad sería sumamente fácil, llevadera, si todos  los seres humanos tuviéramos igual forma de comportamiento; la comunicación se establecería  sin inconveniente alguno; cada quien sería asequible sin dificultad, sin cortapisas de ninguna índole.
2.- La igualdad de actitud entrañaría similitud,  analogía en el desenvolvimiento en el medio social. Pero ocurre que la especie humana reacciona diferente, con posturas distintas, conforme la sociobiología  que toma tópicos sociales tradicionales y los reexamina con términos biológicos de valor adaptivo.
3.- La realidad nos demuestra que no podemos tener como elemento para conocer a una persona un factor, un agente denominador común como individualizador característico de su proceder frecuente.
4.-  Tratar, codearse con una persona  permite advertir su forma de proceder;   la  acumulación  de conocimientos sobre el  sentir  de ella, hace posible comprenderla en sus reacciones;  la compenetración  contribuye a la identificación de sus  hábitos que llevan  a   hacer notorias  sus  actuaciones.    La frecuencia nos permitirá conocer su forma de actuar.

5.- Lo anterior no quiere decir, en modo alguno, que por el hecho de  compartir  durante mucho  tiempo con una persona  la  llega a conocer perfectamente. Nadie escapa a ser defraudado, por un  simulador preparado para aparentar, encubrir la realidad con la imitación.

II.-  En procura  de conocer a una persona

6.-  En mi comunicación  con los demás trato de ser observador  para comprender sus defectos y virtudes. Partiendo de que  nadie es bueno  entero ni malo entero, procuro valorar a las personas por la región del país donde nació y se desarrolló, por su extracción social,  ubicación clasista, cualidades de sensibilidad, probidad y lealtad.

7.- De entrada, siempre presumo que la persona es buena, sana y confiable; esa suposición la mantengo hasta que comienzo a darme cuenta que he  errado  en mi conjetura  inicial.  En lo adelante procuro actuar ante ella con precaución, para no ser víctima  de mi propio descuido,  aunque debo admitir que,  en algunas ocasiones  he caído de bobo.

8.- La  minuciosidad ante las personas  no  impide pecar de torpe;   la agilidad de los ladinos  está por encima del más agudo  de los espectadores. Por más atención que  le ponga a los gestos de un  falso, este logra confundir al más avispado.
9.- Por lo regular, mi candidez la practico ante personas de mi generación,   las cuales tengo  como  un gran  referente de sinceridad, lealtad y reciedumbre ética. Me comporto sumamente  candoroso cuando estoy en presencia de un  individuo cualquiera de mi época lo que  muchas veces  en los últimos años de mi vida me ha causado decepciones que me han  llegado a lo más profundo de mi corazón.

10.-  Los  desengaños sufridos me han llevado a reflexionar en el sentido de que tengo que cambiar  el hábito de fiarme, por asuntos generacionales, de personas que no merecieron  mi confianza porque su proceder me llevaron  al desencanto rompiendo mi normal ánimo de satisfacción  e ilusiones.

III.- Mi reacción  ante una acción dañina que me afecta anímicamente. Mensajes para mis nietos y nietas


11.-  Cuantas veces una persona de mi confianza me falla,  saco de esa situación dolorosa una experiencia que me impulsa a meditar; a pensar  de forma sosegada para no reincidir en  inocentadas. La meditación  oportuna me trae calma para revisarme y, a la vez,  reponerme olvidando sin  resquemor lo ocurrido.

12.- Los golpes que recibo por la ingenuidad como me comporto ante farsantes,   los supero transmitiéndolos,  no guardando silencio; no escojo  el camino  de la reclusión, el  confinamiento para sustraerme a la realidad. Procuro eliminar  mentalmente de todo  aquello que puede constituir un  obstáculo a mi libertad plena.

13.- Ocultar la verdad no es de personas sinceras; enmudecer,  sigilar por conveniencia o temor no eleva,  sino que reduce;  ser comunicativo para orientar a los suyos contribuye a formar seres humanos de bien  para el futuro.

14.-  Callar algo que debo decir, no forma parte de mi comportamiento; de ahí que  una vez resulto lesionado por la difamación  de un canalla, mi primera reacción  es responder por medio de un  escrito  que elaboro pensando en  mis nietas y nietos, a los fines de que lo tomen como experiencia para que no les ocurra algo semejante en  el curso de sus vidas.

15.- Las veces que elaboro un trabajo con tinte personal no persigo hacer labor  civilista ni de  pontífice.  Pura y simplemente,  busco llamarle la atención  a mis más cercanos continuadores sanguíneos de menor edad, para que  comiencen  a saber lo que es la  parte fea de la vida.

16.- A los niños hay que inculcarles el correcto proceder, la adecuada vida en sociedad, la necesidad de la  cortesía. Si aspiramos tener un país de ciudadanas y ciudadanos educados,  cultivados en las letras y las artes; instruidos, con buenos modales, debemos aportarles todo lo que  les haga posible afinar, ilustrarles.

17.-  En el  cerebro de las niñas y niños debemos de tratar que  se fijen  las ideas buenas, no las  malas; esto lo podemos lograr mediante la prédica;   a esos inmaduros y tiernos seres humanos hay que  edificarlos para que  nos recuerden  como sus fructíferos predecesores, no como  fútiles antecesores.

18.- Cada abuela o abuelo determina la forma como trata a  sus nietas y nietos; unos buscan  hacerles  que se sientan bien  poniéndoles  en sus manos cosas materiales, otros, entre los cuales  me incluyo, les aportamos ideas, consejos que sirvan para formarlos  para la adultez.

19.- Me siento bien como abuelo cuantas veces tengo la posibilidad de transmitirles a mis nietas y nietos las vivencias, las experiencias, los  sucesos en los cuales he participado o he sido testigo directo. Procuro exponerles lo que ha sido mi vida en  el país, mis viajes y aventuras.

20.-  Estoy  en el deber de hacerles saber a mis nietas y nietos que la vida no es como quieren  que sea,  sino como está en  la realidad y que  a ellos corresponde  eliminar lo negativo y preservar lo positivo que nos ha dado la naturaleza y los hechos buenos  por el ser humano.

21.- Cada abuela  o abuelo debe hacer conciencia de la situación de descalabro en que se encuentra la sociedad dominicana, y partiendo de esa realidad  ha de actuar en consecuencia con relación  a la conveniencia de edificar a sus nietos y nietas en lo que deben ser las mujeres y los hombres del futuro, en el adecuado comportamiento y  la correcta conducta humana.

22.- Procede hacerles  saber a las nietas y nietos que deben corresponderles  a lo que en verdad se llama pueblo dominicano  con actos positivos como hombres y mujeres de bien; retribuirle lo que de él  han recibido, devolverle con aportes de su trabajo material o intelectual;  pagarle al país  cumpliendo con sus deberes como personas comprometidas con las causas justas, sin flaqueza, apatía ni pusilanimidad.

23.- Las abuelas y los abuelos sensatos no pueden ignorar que los adultos, que ya nos movemos dentro de la tercera edad, no debemos abandonar el escenario, el ambiente social   dominicano actual sin, por  lo menos, hacer un  esfuerzo por llevarles a la niñez,  a los impúber, mensajes que les sirvan de sana orientación; de motivación para que reflexionen  sobre  la necesidad de que se levanten abrazando,  reverenciando  los buenos ejemplos de comportamientos, que se identifiquen con  un modo de vida decorosa, digna e intachable.

24.- Los abuelos y las abuelas de nuestro país, que se mantienen en la brega por un futuro mejor para sus nietas y nietos, les está prohibido jubilarse en la lucha por cambiar  la realidad vigente; el retiro no les cuadra; licenciarse ahora equivale a dejarle el camino libre a los que hay que arrinconar para que no sigan haciendo  daño.

25.- Abuelas y abuelos consecuentes con sus nietas y nietos,  son aquellos que se mantienen en la faena,  en el accionar diario enfrentando lo nocivo, las lacras sociales; aprovechando el tiempo hábil para cuestionar los abusos, impugnando los actos de los canallas que con sus acciones bochornosas contaminan el medio  social dominicano.

Reflexiones finales
a.- Por encima de todos los vicios que corroen a la sociedad dominicana de hoy, debemos de confiar  que se han de formar  niños y niñas con buena conducta; para que en el futuro nuestro país cuente con jóvenes que abracen ideas nuevas, de decencia; muchachos y muchachas que se identifiquen  con las causas justas, chicos  que sean continuadores del ejemplo de los que aquí han dado sus vidas por  un mejor país.

b.- Si queremos que los dominicanos y dominicanas del futuro actúen con voluntad propia, orientada a lo recto, lo legitimo y justo, hay que  guiar a la niñez en el sentido de que la sociedad actual no es el modelo a seguir, porque está sucia, viciada y contaminada; que corresponde  a ellos  limpiarla, sanearla desde arriba  hasta abajo; que deben prepararse para hacer labor de purificación social, eliminando  lo nocivo, separando lo dañino, hasta alcanzar la creación de un nuevo orden social.

c.- En un   medio social como el dominicano de hoy, las abuelas y los abuelos que creemos que  no todo está perdido, y que algo se  puede salvar estimulando a las nietas y nietos para que  crean en la dignidad, el decoro, la honestidad y el actuar con vergüenza, ante la proliferación de la indecencia a todos los niveles, debemos destinar tiempo para enderezar la descarrilización que padecemos.

d.-  El abuelo o abuela cumple su objetivo de encaminar  a sus nietos y nietas para que  se levanten como personas de bien, actuando con firmeza y determinación, haciendo caso omiso “al  qué dirán”.  El mundo es de los decididos, no de los medrosos, miedosos y tímidos. No importan las tachas y críticas; hay que seguir adelante sin esperar elogios ni alabanzas.

e.- No podemos desconocer que en  nuestro medio hay personas que,  como dice el refrán, “no lavan ni prestan la batea”; “no dan ni dicen donde hay”. Son los mismos que critican a quienes, ante la podredumbre social actual, se preocupan por llevar sana orientación a  sus  nietas y nietos.

f.- A mis nietas y nietos les he dicho que  no me creo dechado de virtudes, modelo de abuelo, ejemplo de civismo, portador exclusivo de la verdad, ni el ciudadano ideal. Pura y simplemente, soy un ser humano preñado de defectos y escasas virtudes; que  en todo el curso de mi vida he tratado  de ser consecuente con mi  forma de pensar y actuar, sin buscar nunca   beneficios personales con el  accionar en la vida pública.

g.- A  mis nietas y nietos les digo que  su abuelo no es ni  cree ser inteligente, talentoso, genio,  ni sabihondo de nada; que sólo procura analizar  los fenómenos partiendo de la realidad concreta,  y aplicando  el sentido común, en base a la experiencia acumulada por los años vividos y  las coyunturas en las cuales   ha sido actor o testigo.

h.- Por último, aunque la teoría de los premorientes no es absoluta, creo en ella. Por tal  razón, vivo convencido, y es mi deseo,  que he de morir primero que mis hijos, nietas y nietos; y además, espero  partir del mundo de los vivos sin dejar nada material como patrimonio económico.  Lo que sí aspiro es que mis descendientes reciban  como herencia las reflexiones  objetivas, las vivencias comprobadas y   los conceptos ajustados a la verdad que les  he transmitido;  los juicios expuestos que se correspondan con la realidad y las intenciones sanas que les he  expuesto para que sean   para la sociedad seres humanos sustanciales, sostenedores de un ordenamiento social que satisfaga las más legítimas  aspiraciones de nuestro pueblo.


Santiago de los Caballeros,

18 de junio de 2015.

miércoles, 10 de junio de 2015

La indiferencia como sanción a la deslealtad


Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

El ser humano tiene diferentes formas para expresar su sentir con relación a cualquier actuación en su contra realizada por alguien a quien creía su amiga o amigo sincero; ante semejante situación puede inhibirse o de cualquier forma abstenerse de responder.

La reacción para rechazar un ataque infamante conviene que sea atinada para evitar cualquier error o insensatez; se ha de actuar con energía, pero con suma prudencia.  Proceder con violencia no es lo más aconsejable  para contestar una agresión física o moral; actuando en forma inofensiva, pacifica, con toda mansedumbre, también logramos obtener la reparación del  daño que recibimos, sin reclamar explicación, reconciliación ni venganza

I. Consideraciones sobre la indiferencia

1.- La sociedad dominicana, en la cual por accidente nos ha tocado vivir, por su propia naturaleza no es homogénea, sino  heterogénea; y diferente en su composición de clases sociales. Por tanto,  en su seno se alojan personas con sentimientos diversos.

2.- La diversidad clasista trae consigo la multiplicidad  de conductas, y de ahí que está presente lo bueno y lo malo; el virtuoso y el malvado;  el infame y el bondadoso; el ingrato y el agradecido, en  fin, quiéralo o no, en  el medio social  encontramos  al agradable y  al desagradable, al intrigante,  al leal y al discreto.
3.- En pocas palabras, nuestro entorno debemos  verlo como una gama, un  surtido  de personas con formas diferentes de proceder.  Esa mezcla humana en las relaciones  debemos  aprender a diferenciarlas. 

4.- El que  viola la regla de la lealtad, de la fidelidad, merece una sanción por infame, por traicionero;  pero el correctivo, el castigo, la punición ha de ser aplicada con altura, en forma civilizada, con donaire. La condena debe ser  la indiferencia.

5.- La persona civilizada y decente hace labor de sanación correcta cuantas veces aplica la indiferencia  a los que con su comportamiento nocivo dañan a los hombres y mujeres de bien. Las expresiones de desprecio sirven de alivio a la indignación que producen los  hechos despreciables ejecutados por los perniciosos, insignificantes y vulgares.  Sólo los dignos y nobles pueden ser objeto   de gestos de agrado, complacencia y manifestación de satisfacción.

II. Comportamiento ante los desleales

6.- No todas las personas están formadas para llevar a la práctica  la indiferencia, porque para ejecutarla, quien  no está habituado a ella,  ha de hacer un esfuerzo; debe cambiar su forma normal de ser para adaptarla, acondicionarla al trato con un individuo en específico.

7.- Aquel que sin estar acostumbrado a la indiferencia decide aplicarla a quien creía su amigo, de seguro que se  va a sentir transformado, modificado en su accionar, porque  no va a ser ácido,  áspero ante el sancionado, pero tampoco dulce, con cara de meloso.

8.- Ante el farsante hay que proceder con cierta naturalidad; no  demostrar entusiasmo con su presencia; mientras más es ignorado más valor tiene la sanción; el apasionamiento se reserva para el amigo sincero, no para el traidor.

9.- Hay que tratar de no coincidir  en ningún lugar con el despreciado; entre más alejado del indigno, mucho mejor; no ocupar el mismo escenario  es provechoso, pues así se evita compartir con quien  no merece comunicación sana; juntarse con lo nocivo contagia, daña. Enlazar con quien debe estar aislado, es un error; nada de atadura con quien  hay que tener alejado, mientras más separado mejor.

10.- Conviene abstenerse de exponer cualquier idea en presencia del falso amigo; hay que  tratar de que él no tenga posibilidad alguna de interactuar; la reciprocidad hay que evitarla en lo absoluto; con el sancionado no  se inicia ni se continúa conversación alguna, la indiferencia ha de ser  permanente, sin pausa, sin tregua.

11.- Hay que hacerle creer al traidor que quien  lo está tratando con indiferencia se ha transformado en  indescifrable; que de persona fácil, clara y transparente, se ha tornado oscura, indefinible, insondable e ininteligible; que ha modificado  en absoluto su trato de comunicativo, sociable y efusivo, en taciturno, reservado y hosco.

12.- Para hacer escarmentar a los desleales, todas las formas de condenas mediante la indiferencia son válidas; el castigo  menor que se le puede aplicar al que traiciona es hacerle saber que la  presencia de su persona molesta, que  es un  freno al  buen ambiente; un impedimento, un  estorbo para el agradable compartir con las personas de bien. 

13.-  Se han de idealizar distintas  modalidades para producir con éxitos  las acciones que, mediante la indiferencia, alcancen el fin perseguido frente al traidor; generar, agenciarse actos que hagan  de fácil comprensión al desleal que se procura sancionar; concebir métodos que resulten efectivos; que lleguen directamente a la conciencia del pernicioso traidor.

14.- Cualquier ocasión es oportuna para hacerle saber al ladino que sus actos de traición están siendo reprobados con la indiferencia; todas las  oportunidades  deben  ser aprovechadas a los fines de demostrarle que su figura es abominable.

15.- Como demostración de que su actitud indecorosa no va a lograr el fin perseguido de  lesionar a  su víctima llevándola al pesimismo, constituye una sanción  al desleal  demostrarle buen estado de ánimo,   alegría y ausencia de pesar; en su presencia exhibir confianza en sí mismo  y la grata ilusión  de seguir cultivando sanas amistades para el futuro.

16.-  Frente al desleal  se ha de predicar la sinceridad, y cuantas palabras  significan lo contrario de lo que practica el traidor. Se sanciona al farsante  hablando ante él de lo positivo de lo honesto, la fidelidad,  de la franqueza y de la nobleza, combinándolas con disertación  sobre la hipocresía, el disimulo, el engañoso  y cuantas expresiones le cuadran al traidor.

17.-  Para que la indiferencia llegue con precisión al que se busca sancionar, procede conducirse  con mesura y total sensatez; demostrarle que no se  está actuando en forma desenfrenada, sino con absoluta moderación y sentido de prudencia. Ante el descaro y la desfachatez del traidor, se impone la debida    compostura. Mientras más cautelosos nos comportamos,  con más efectividad siente el despreciado la sanción de que es merecedor; los actos irreflexivos demuestran precipitación, la cual es mala consejera.

18.- Por lo implacable que es el traidor en su misión disociadora e infame, la  indiferencia hacia él ha de ser firme y segura; el método que se le aplique debe ser rígido, de total consistencia; por lo perverso que es el bellaco desleal, amerita en su contra una pena rígida; nada de complacencia hacia su persona,  para que en el futuro no vuelva a dañar a otros; comportarse manejable con el sinvergüenza contribuye a  prolongar  su lacerante comportamiento.

19.- Procede no tener  ningún  tipo  de roce con aquel que tratamos de sancionar con la indiferencia;  mientras más alejado lo mantenemos, mucho mejor; hay que esquivarlo, eludir cualquier contacto;  es un logro tenerlo fuera de nuestra presencia;  un tropezón con el desleal  no conviene. Lo mejor es comportarnos como extraviados en el mismo medio.

20.- La punición surte adecuado efecto contra aquel que decidimos aplicarle la indiferencia, si logramos guardar absoluto silencio con relación a la motivación  de nuestra actitud; en ningún momento informarla;  no hacerle saber nada,  que se entere por otra vía o saque él sus propias conclusiones.

21.- La indiferencia como condena al desleal no debe ser expresada con saña o actitud de hostilidad agresiva; el disgusto, la decepción que genera un acto de traición merece conmiseración, pena, hacia el traidor, pero jamás odio; el que falla como amigo se hace acreedor del desprecio; el nocivo, el dañino hay  que  verlo como un ser humano que se ha dañado y busca dañar anímicamente a los demás.

III.-  Reflexiones

A.- Aquel que no merece ninguna clase de consideración, hay que  mantenerlo en el anonimato; tratarlo  como un desconocido, ignorado e inexistente; como algo insignificante, fútil e insubstancial.

B.-  Quien no es merecedor de la confianza que en su condición  de amigo le fue depositada, una vez descubierta su felonía,  desciende como persona; su desvalorización  hace posible continuar  su depreciación hasta reducirlo a una chuchería humana, una cosa viviente despreciable, merecedora de la más profunda indiferencia.

C.- El que traiciona al amigo hay que verlo como algo banal, un individuo insustancial  que no debe tener espacio en el corazón  de las personas sinceras; el que se caracteriza por insípido,  superficial y corriente, siempre lo vamos a encontrar merodeando por el lugar donde están  presentes las víctimas   de sus deslealtades; y galanteando una sinceridad que no siente, al  acecho para sembrar la traición que lo hace merecedor del desprecio.

Ch.- Al infiel sólo lo vamos a conocer en verdad cuando ya ha defraudado a quien en él había depositado confianza. El apostata, el felón,  con su actitud innoble cultiva relaciones cordiales para después renegar;   y solo desechándolo como  basura se le hace pagar su actuación  infame.

D.- Quien hace de la felonía un hábito hay que castigarlo  con una especie de galleta sin mano, tratándolo con desdén porque nunca  se ganó  nuestra sincera amistad; ha de recibir el menosprecio que amerita como desdeñable  persona; el insignificante no se hace digno de otro trato que el desaire.

E.-  La ingratitud demostrada por quien había sido favorecido con  la gratitud,  debe considerarse adversario de honra y, por tanto, merece  la total degradación  por ser una afrenta para las armoniosas relaciones, un oprobio en el medio en el cual desarrolla sus actividades.

F.- El  que  con su actitud repelente hace sentir mal a las personas nobles,  no puede esperar gratitud, sino el olvido como respuesta a su funesta actuación; el proceder nebuloso no ha de recibir  nada brillante, sino lo gris que es lo que se ajusta adecuadamente a su malvado sentir.  A los que no sirven, o sirven poco como personas, es pertinente excluirlos mentalmente del mundo de los vivos.

G-. El traidor  procura ventajas cultivando amistades para luego traicionarlas; se mueve con el sentido de la oportunidad;  desarrollando su habilidad de ladino; hacia él se ha de llevar a cabo indiferencia firme, para que comprenda que es un oprobio, que marchita la alegría;  que es la degradación hecha persona,   que  es baldón, una ignominia. 

H.-  Conociendo la desfachatez de quien se ha hecho merecedor de la indiferencia como sanción, hay que estar preparado para defenderse de sus maquinaciones, una vez se dé  cuenta que está siendo despreciado por su traición, de él  hay que esperar lo peor;  la nadería humana es toda perversidad, y como tal se comporta.

I.- Una vez el traidor sancionado inicia campaña sucia contra quien  le ha impuesto la sanción por traidor no se le debe hacer caso; lo correcto es seguir ignorándolo como sujeto insignificante, minúsculo y descalificado;  el granuja ha de ser considerado como  lo que es, sin importar lo que  difunda; la respuesta debe ser callar; continuarle la sanción en silencio, con total  mudez, con disimulo; nada de franqueza, la cual está reservada para los amigos leales, no para los traidores.

J.- Con quien ha fallado violando las reglas de una verdadera amistad, no hay que tener tolerancia alguna; no es merecedor de aminorarle, disminuirle ni amortiguarle la sanción; por el contrario, a medida que el tiempo transcurre,  la indiferencia hacia el traidor  ha de hacerle comprender que no debe reincidir en su conducta; que su persistencia en la traición lo ha llevado por mal camino y  debe dar demostración  de arrepentimiento, no de reincidencia.

K.- Por su esencia perversa, el traidor desarrolla las más bajas pasiones para hacer sentir  un nada  a quien  le ha prohijado cariño sincero; con su actuación procura  fastidiar hasta el cansancio, irritar, crear inconvenientes para hostigar  hasta  llenar de angustia y desasosiego  a quien le había dado tranquilidad, calma y paz.

L.-El ficticio en la lealtad, lleva sobre si la traición como una enfermedad incurable, irremediable; su forma normal de actuar, como espurio que es, sólo ignorándolo puede ser correctamente sancionado.
 
M.- Si ante la indiferencia que se aplica como sanción al desleal, este pretende hacer en su provecho algún alegato o defensa, debemos de guardar silencio como demostración  de que no estamos interesados en su explicación, justificación, disculpa o excusa; que no estamos perturbados ni angustiados; que estamos preparados para tratar con los perversos sin alterarnos, conservando la serenidad con despreocupación.

N.- A los perniciosos e insanos de sentimientos hay que demostrarles que por muchas maldades que hagan para fastidiar con sus pecaminosas inconductas, no lograran imponer sus designios; que las personas buenas siempre van a disfrutar de la paz interior que les genera el bien obrar; y que la malevolencia no va a triunfar sobre la bondad, ni la malquerencia frente al cariño y la simpatía mutua. 

Ñ.- Los desleales no sólo traicionan a los amigos, sino que hacen labor de intrigantes para malograr las cordiales relaciones que mantiene la victima de su falsedad con otras personas. El indisponer, echar a perder una buena amistad, lo disfruta en grande aquel que merece como sanción la indiferencia.


Santiago de los Caballeros,

10 de junio de 2015.