Por:
Ramón Antonio Veras.
Luego de un largo asueto que cada quien
aprovechó conforme sus posibilidades y deseos,
ha concluido la Semana Santa para la mayoría de nuestro pueblo que es católico,
Ahora
se impone reflexionar en torno a qué hacer cada dominicana y dominicano,
de acuerdo a sus pretensiones y quehaceres. El ocio no ha de tener espacio en
el ser humano que piensa en el porvenir, en la necesidad de activar proyectos
que generen progreso personal o para la sociedad en general.
Cada quien está en el deber de lanzar
una mirada hacia el futuro; pensar en lo que quiere para nuestro país; el
método que debemos aplicar para avanzar por nuevos caminos que nos permitan
transitar hacia un destino de progreso, para así salir del estado de opresión social
que mal vive la mayoría del pueblo dominicano.
Que la pausa en nuestras actividades con
motivo de la Semana Santa, sirva para darnos nuevos bríos y así impulsarnos
para poner a nuestro alcance lo que es
posible con capacidad, esfuerzo y laboriosidad.
Las
tragedias en Semana Santa (II)
Los seres humanos han de sacar
conclusiones positivas hasta de los hechos que les producen pesares;
transformar la aflicción en alegría es signo de que no nos dejamos abatir por
las adversidades, y que ponemos en tensión nuestras energías para responder al
abatimiento con júbilo.
He expuesto lo anterior para reflexionar
en el sentido de que las pérdidas de vidas ocurridas en el país con motivo de
la pasada Semana Santa, no nos debe amilanar, sino motorizarnos para
hacernos comprender que no podemos seguir viviendo como hasta ahora, como
chivos sin ley, no respetando nada, ni el derecho a seguir con vida.
Las informaciones de los organismos encargados
de velar por la seguridad de las personas que se desplazan por autopistas y
carreteras revelan que el abuso del alcohol, la conducción temeraria de los
vehículos, las violaciones a las leyes y
reglamentos de tránsito terrestre, fueron
las causas generadoras de los accidentes que motivaron las muertes y lesionados
en el curso de la pasada Semana Santa.
Los accidentes de tránsito siempre son
evitables; basta con que los choferes y conductores cumplan con las
leyes que regulan el tránsito de vehículos de motor. La temeridad no es excusa
para llevar dolor, lágrimas y luto a los hogares del país.
La Semana Santa no puede convertirse en
un período de pesar, dolor, y angustia para lo mejor de nuestro pueblo, que
siempre espera ese espacio de nuestro calendario para recordar a un hombre que,
como Jesús, trajo un mensaje de alegría, paz y amor a una gran parte de la
humanidad.
Santiago de los Caballeros,
21 de abril de 2014.