lunes, 21 de abril de 2014

Al finalizar la Semana Santa (I)


Por: Ramón Antonio Veras.
Luego de un largo asueto que cada quien aprovechó conforme sus posibilidades y deseos,  ha concluido la Semana Santa para la  mayoría de nuestro pueblo que es católico,
Ahora  se impone reflexionar en torno a qué hacer cada dominicana y dominicano, de acuerdo a sus pretensiones y quehaceres. El ocio no ha de tener espacio en el ser humano que piensa en el porvenir, en la necesidad de activar proyectos que generen progreso personal o para la sociedad en general.
Cada quien está en el deber de lanzar una mirada hacia el futuro; pensar en lo que quiere para nuestro país; el método que debemos aplicar para avanzar por nuevos caminos que nos permitan transitar hacia un destino de progreso,  para así salir del estado de opresión social que mal vive la mayoría del pueblo dominicano.
Que la pausa en nuestras actividades con motivo de la Semana Santa, sirva para darnos nuevos bríos y así impulsarnos para poner a nuestro alcance lo que  es posible con capacidad, esfuerzo y laboriosidad.

Las tragedias en Semana Santa (II)
Los seres humanos han de sacar conclusiones positivas hasta de los hechos que les producen pesares; transformar la aflicción en alegría es signo de que no nos dejamos abatir por las adversidades, y que ponemos en tensión nuestras energías para responder al abatimiento con júbilo.
He expuesto lo anterior para reflexionar en el sentido de que las pérdidas de vidas ocurridas en el país con motivo de la pasada  Semana Santa, no  nos debe amilanar, sino motorizarnos para hacernos comprender que no podemos seguir viviendo como hasta ahora, como chivos sin ley, no respetando nada, ni el derecho a seguir con vida.
Las informaciones de los organismos encargados de velar por la seguridad de las personas que se desplazan por autopistas y carreteras revelan que el abuso del alcohol, la conducción temeraria de los vehículos, las violaciones a las  leyes y reglamentos de tránsito terrestre, fueron  las causas generadoras de los accidentes que motivaron las muertes y lesionados en el curso de la pasada Semana Santa.
Los accidentes de tránsito siempre son evitables;  basta con  que los choferes y conductores cumplan con las leyes que regulan el tránsito de vehículos de motor. La temeridad no es excusa para llevar dolor, lágrimas y luto a los hogares del país.
La Semana Santa no puede convertirse en un período de pesar, dolor, y angustia para lo mejor de nuestro pueblo, que siempre espera ese espacio de nuestro calendario para recordar a un hombre que, como Jesús, trajo un mensaje de alegría, paz y amor a una gran parte de la humanidad.



Santiago de los Caballeros,

                                                                               21 de abril de 2014.