La falta de los hijos, salpica a papi y mami
- La satisfacción de los padres por el deber cumplido para con los hijos y las hijas, es el correcto proceder de estos, ya adultos, e independizados en el seno de la sociedad.
- La compensación que esperan mamá y papá, de parte de los hijos, con su buen actuar, en ocasiones, no es posible de alcanzar porque no siempre se logra la igualación. Acecha el desequilibrio.
- Si los descendientes se portan bien ajustando sus acciones a la decencia, los ascendientes resultan agraciados por el esfuerzo realizado, porque pueden decir misión cumplida.
- La frustración le llega a papi y mami cuando creen haber entregado a la comunidad lo mejor, y luego resulta que es lo peor, una afrenta familiar, un insulto.
- La niña o el niño que, luego de ser bien tallado por sus padres, se daña, se convierte en un ataque, una arremetida al correcto proceder de papá y mamá.
- Por más que los progenitores quieran quitarse de encima las consecuencias de las faltas de sus hijos, algo se les pega de las culpas de sus vástagos.
- No es más que pura ilusión paternal suponerse al margen de la mala conducta de uno cualquiera del seno familiar. Liberarse es un legítimo deseo, pero nada exonera de llevar la carga.
- Lo mal hecho por los hijos se le pega a los padres, porque es una presunción fundada que en algo fallaron los progenitores. Flaquearon papi y mami que no han logrado el perfecto fin perseguido.
- Error, descuido, negligencia o el más pequeño desliz de papá y mamá, da como resultado la deficiencia en la conducta de los hijos, la perfección idealizada no siempre es obtenida.
- Mami y papi procuran sacar de sus hijos lo perfecto, lo excelente, pero hasta el exceso de cuidado en ellos lleva a lo defectuoso, a lo incompleto.
- Por muy cuidadosos, meticulosos y exigentes que sean papá y mamá en la educación de los hijos o hijas, no siempre se llega a tener lo esperado, lo muy bueno, lo divinamente maravilloso, lo intachable.
- El papá y la mamá, en el conjunto de hijas o hijos, deben estar preparados para cuando llegue la dificultad, esa que constituye tropiezo, el lamentable escollo de la familia.
- Hay que tener presente que los descendientes no se desarrollan en el espacio sideral, sino en un medio social que se impone al buen deseo, a las diligencias de los ascendientes.
- Lo que nos enseña la realidad de la vida es que el padre y la madre deben prepararse, acondicionar la mente, estar sobre aviso, para lo que posiblemente pueda venir con el mal proceder de los hijos.
- No es cuestión de querer o no querer. Es que quiérase o no, nadie escapa a la influencia del medio social, y si es nocivo, preñado de vicios sociales sistémicos, el más bien hecho en el hogar puede dañarse, y su falta salpica a papi y a mami.