lunes, 14 de enero de 2019

Por una sociedad llevadera y no intolerable

Por: Ramón Antonio Veras.

1.- El ser humano permanecer con vida le posibilita adquirir conocimientos que, acumulados, con el transcurrir de los años le permiten tener una idea de lo que es la realidad del medio donde desarrolla sus actividades, saber cómo son las personas con las cuales se trata y cuál es su proceder. Las vivencias son las lecciones que nos ayudan a aprender y sacar reales conclusiones de las experiencias.

2.- Recientemente, al llegar a mis ochenta años de edad he pensada en lo difícil que resulta vivir en una sociedad como la dominicana de hoy, en la que convergen clases que ocupan diferentes posiciones en el abanico social y, por vía de consecuencia, tienen conductas diametralmente opuestas. La diversidad en la forma de actuar las personas dificulta la sana convivencia.

3.- No hay que ser muy inteligente, estar dotado de mucha materia gris, ni creerse por encima de la luz de la razón; para darse cuenta de lo que es el medio social en el cual estamos viviendo los dominicanos y las dominicanas en la presente etapa. Basta con darle riendas sueltas al pensamiento para saber en el ambiente que nos estamos moviendo.

4.- Con pequeños detalles podemos formarnos una clara idea de que la generalidad de las personas con las cuales a diario nos tratamos tienen un proceder rígido, recio, muy severo con respecto a cómo manejarse ante los demás. En lugar de relacionarse suave, muchos de los nuestros intiman inflexibles, procurando codearse implacables en lugar de accionar con simpatía y afectos.

5.- Lo que sale de la garganta de algunos de nuestros paisanos desdice mucho de quien está hecho para departir recurriendo a un lenguaje agradable. La infamia censurando se ha convertido en la actuación común de aquellos que solamente saben condenar, reprochar y ofender, pero jamás encomiar. Para el que disfruta denostando no hay ser humano digno de exaltación y merecedor de ponderación.

6.- Genera grima saber que estamos en la obligación de tratarnos con individuos de malas intenciones que, al parecer, están dominados por ideologías malignas, ideas funestas que solo sirven para hacer infeliz al más venturoso. No es nada fácil tener que soportar tranquilamente a aquel que actúa para divertirse con los daños que causa otro.

7.- Aquel que guarda algún resentimiento se está convirtiendo en el hombre o la mujer con la que en forma habitual charlamos, aunque ignoramos que es una mala compañía marcada por la tribulación, y amargura que aunque no expone, la mantiene atormentada, haciéndola ausente de alegría e incapaz de demostrar cariño.

8.- Una sociedad humana no debe mantenerse en estado de esquivez porque así lo quiere un sector que no está formado para comportarse con franqueza. La aspereza no motiva compenetración entre los llamados a compartir en el mismo círculo o ámbito social. El huraño impulsa a que se desarrollen los individuos desabridos, individualistas y de mala calaña.

9.- Lo que pinta el medio en el cual estamos viviendo es que están haciendo falta voces con condiciones para infundir aliento. Ante tanto desánimo por el descalabro ético y moral que se observa, se hace necesaria la exhortación a que las fuerzas motrices sanas se armen de optimismo para motivar a confortar espiritualmente a los mejores hombres y mujeres del país. Si se vigorizan a los que creen que es necesario y posible la convivencia civilizada y armoniosa, de seguro que llegará a materializarse el deseo de las grandes mayorías nacionales de contar con una comunidad de mujeres y hombres con ideas que descansen en lo honesto, virtuoso y provechoso.

10.- Si ciertamente la mayoría del pueblo dominicano está interesada en la coexistencia fraterna, en la sincera comprensión, lo que procede es impulsar la conjunción de las aspiraciones más sentidas para lograr fomentar opiniones de munícipes que tengan la firme convicción de que lo mejor de la sociedad dominicana está en condiciones de sentar las premisas materiales para sobre ellas construir un entorno en el cual se respire aire de respeto, consideración, solidaridad y mutua comprensión.

11.- Perseguir el abatimiento de otro mediante calificativos mal intencionados, debe ser eliminado del proceder de los nuestros, porque con métodos perversos solo se logra dañar y generar odio en víctimas de las acciones aviesas. Las personas de actuaciones siniestras son las que han puesto agrio el ambiente nacional dominicano. Es necesario cultivar el afecto recíproco entre todos los que aquí vivimos, porque de lo contrario vamos a terminar como si fuéramos animales salvajes debatiendo el control de una jungla.

12.- Se impone hacer un acto en el camino por donde van muchos de nuestros coterráneos sembrando maldiciones a diestra y siniestra, recurriendo a la murmuración y a la calumnia. El injurioso, descalificador e impertinente no debe continuar con la falsa creencia de que puede alegremente estar de deslenguado, grosero y procaz llevando mal humor a cualquier ciudadano decente. La malevolencia y la perversidad no pueden ser santificadas por ninguna persona que se aprecie de respetuosa.

13.- No deben ser celebradas nunca las acciones de aquellos que en el medio nuestro se caracterizan por deshonrar con el fin de afrentar en forma gratuita. La tacha que proviene de un malvado para estigmatizar a una persona de bien, hay que ignorarla para que el malicioso no logre el fin que persigue con su agravio. El ultraje inmerecido sale de un cerebro enfermo para lesionar la honra bien ganada con el correcto proceder.

14.- Hay que predicar ideas sanas para que en el seno de nuestro pueblo tomen su imperio las expresiones de aliento, aquellas que hacen sentir bien a la especie humana. Hay que obrar en firme para que no prosperen los mensajes que tienen por objetivo ultrajar, menospreciar, menoscabar y de cualquier forma herir el amor propio. Debemos ocuparnos de que el bochorno, la mortificación, la ignominia, la vileza y el desdén no sigan siendo armas utilizadas con provecho por el insolente contra el agradable en el trato.

15.- Lo que manda el momento que hoy viven los dominicanos y las dominicanas, en lo que respecta al trato, a la forma de convivencia, es que debemos apoderarnos, adueñarnos de todo aquello que haga posible las buenas relaciones para concordar intenciones y enlazar agradables sentimientos, vincularnos por el buen proceder para así quitarnos de la mente todo aquello que hoy está haciendo difícil fraternizar; excluir de la comunicación lo que traiga como consecuencia el antagonismo, la discordia y las desavenencias que representan un obstáculo para restituir la armonía que en el pasado ponía buen tono para juntarse y socializar con agrado.

16.- Por muy profunda que sea la descomposición social, ella no debe servir de fundamentación para que los miembros de la comunidad mantengan el odio, los resentimientos y otras taras sociales como justificación de sus feas actuaciones. Cambiar para ser mejor ser humano es un aliciente, un incentivo que motoriza a cultivar nobleza y así encontrar atractivos que haga placentera la vida en común. Cualquier ocasión es oportuna para que reflexionemos en el sentido de que no contribuye al buen vivir aquel que se mantiene maquinando para con su forma de hostigar, zaherir e incomodar a quien merece trato de buen gusto.

17.- Siempre es oportuno y deseable llevar a la comunidad humana mensajes que sirvan para que los ciudadanos y las ciudadanas colaboren participando en todo aquello que signifique aporte para el mejor desenvolvimiento de las relaciones humanas. Ayudar a formar mejores personas, es coadyuvar a tener valiosos munícipes en el futuro.

18.- Los hombres y las mujeres de nuestro país que han luchado y luchan para que exista un ambiente en el cual desaparezca el odio y cuantos vicios dañinos mantienen a nuestro país en condiciones imposibles de vivir, están en el deber de aportar para modificar la situación actual hasta convertirla de insoportable a viable. Es factible llegar a disfrutar de la parte bonita que tienen las personas físicas.

19.- Por muy profundas que sean las diferencias políticas siempre debe primar el respeto entre los contendientes. La concepción ideológica defendida con elegancia es demostración de que quien la sustenta está lo suficientemente convencido de la razón que le asiste y que, por tanto, no tienen necesidad de recurrir a palabras fuera de tono para agraviar a su adversario. No se inhabilita al oponente refutándole con saña, porque las expresiones cargadas de odio lo que prueban es la sinrazón de quien hace uso de ellas.

20.- El ambiente nacional es posible adecentarlo si aquellos que intervienen debatiendo los problemas económicos, políticos y sociales se ponen a la altura de ideólogos educados para cambiar de impresiones correctamente, no procurando descalificar con el insulto y la denigración. Las ideas descabelladas, irracionales e ilógicas son propias de los que hablan por hablar, sin pies ni cabeza, y solo merecen ser calificados como desencaminados ausentes de una correcta orientación.

21.- Es de desear que aquellas personas que en una u otra forma tienen la posibilidad de incidir en la formación de nuestros compatriotas, se dispongan a influir para que el medio social dominicano no siga bajo los mensajes de aquellos que se han dispuesto a sembrar en la conciencia nacional la cultura del complicado, diabólico y revesado; y para que no haga acto de presencia la mujer o el hombre de proceder sin artificios ni ostentación.

22.- Cada uno de los nuestros, sin tomar en cuenta su pensamiento político, se debe formar la idea de que es posible alcanzar la buena convivencia siempre y cuando exista la buena voluntad de evitar los choques sin sentido, la enemistad innecesaria y las fricciones injustificadas. Enemistarse por puro capricho, las confrontaciones sin causa y procurar fricciones lo único que traen son mutuos aborrecimientos.

23.- Lo que impone el momento actual, en lo que se refiere al trato que debemos desarrollar con aquellas personas con las cuales departimos, es que debemos olvidarnos de todo lo que irrite, exaspere, encorajine, haga perder la paciencia, motive rabia y haga perder la calma. En lugar de las desavenencias, lo que procede es el sano entendimiento y los vínculos llevaderos.

24.- Conviene infundir ánimo para que en cada hogar dominicano los padres estimulen a sus descendientes para que su espíritu sea dirigido a ser en el futuro mujeres y hombres con vocación hacia la fraternidad; enfocados a proceder con solidaridad y prestos a hacer brotar la luz que les sirva de guía para actuar apegados a la bondad, la humildad y sin soberbia.

25.- A la niñez dominicana hay que adoctrinarla, influir en su estado de ánimo, y de cualquier forma inculcarle, que es conveniente que se mantenga apegada a ideas de contenido social y político que tengan como objetivo fomentar la camaradería; aleccionarla para que se levante instruida de conceptos y principios basados en el bien a la especie género humano.

26.- Resulta provechoso para nuestro país si comenzamos a formar positivamente a los que queremos que dejen de tener presente en su memoria lo que es la parte fea en el trato, es decir, aquello que resulta repugnante y desdice mucho de lo que es un conglomerado de personas que se supone son civilizadas y con algo de sensibilidad.

27.- No hay que ver como algo imposible la existencia de un ambiente en el cual, sin importar las profundas diferencias clasistas e  ideológicas que existan, los miembros de la sociedad mantengan relaciones de respeto mutuo. Es alcanzable la comunicación sin odio, siempre y cuando no estén de por medio las taras sociales que influyen negativamente en el proceder de las personas, y que las llevan a ser aferradas, obstinadamente a una conducta. Hay que buscar la forma de no departir con los empecinados en ser ácidos y groseros por entero.

28.- Para no pasar momentos amargos compartiendo con individuos con inclinaciones a permanecer esquivos, secos, lo más aconsejable ante ellos es actuar algo retraído, y solamente ser de fácil trato cuando rompen su rigidez de huraño  y pasan a ser abiertos, tratables y sinceramente comunicativos. No hay necesidad de relacionarse con personas que lo único que motivan es irritación porque tienen su estructura mental diseñada para el berrinche. Aquel que disfruta la rabieta es un insociable que solo merece estar con sus iguales, los urticantes.

29.- Los seres humanos merecen vivir para estar contentos; transmitir alegría; comportarse jubilosos; impulsar animación,  para llevar a los demás dicha, felicidad  y todo lo que represente satisfacción y complacencia. Hay que estar preparado para quitarse de su lado a todo aquel que con su presencia o conversación provoca infelicidad, desdicha, desventura, infortunio y malos presagios. El azaroso es hermano gemelo del ser de mal agüero.


Santiago de los Caballeros,
14 de enero de 2019.

El Glorioso equipo Azul, ha muerto

Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Los seguidores del equipo Águilas Cibaeñas, luego de su reciente fracaso se hicieron aliados del tiempo para superar el golpe que les produjo por caer de  anteriores campeones a ocupar el quinto lugar en la pasada  serie regular. Los aguiluchos hicieron suya la idea de que “el tiempo amortigua las pesadumbres y las desavenencias, porque en él cambiamos, y nos convertimos, en cierto modo, en otra persona”.

2.-  Pero si para los seguidores de las Águilas Cibaeñas el trecho que ha transcurrido desde su descalificación hasta ahora les ha calmado, no resulta lo mismo para los fanáticos del Licey, que luego de tanto presumir de que se harían merecedores de pasar la prueba del todos contra todos, han tenido que  olvidar su alarde y lamentarse por quedar desechados.

3.- El equipo azul,  que para sus seguidores goza de la gloria eterna, va a tener que conformarse con la transitoriedad de su inmortalidad.

4.- El Licey ha muerto luego de mucha batahola. El jolgorio le sirvió a los liceístas para hacer el feo papel de alentar para al final quedar en el camino. El llamado glorioso azul debe razonar diciendo: “yo quisiera ahora no ser yo. Quisiera ser una flor que se estuviese deshojando, un sonido que se fuera extinguiendo, un perfume que se perdiese en el aire…Cualquier cosa que se estuviera muriendo serenamente”.

5.-  A los seguidores del alicaído Licey, solamente les quedan las quejas de dolor, que son muy propias de aquellos acostumbrados a las lamentaciones. Debo decir con todo pesar que  comparto el dolor que con la descalificación  sufren muchos fanáticos del equipo azul.

6.- Me permito sugerirles  a los  dolientes del equipo azul, que se armen de valor, que no derramen ni una gota de lágrima por el Tigre, porque: “es peligroso dejarse llevar del placer de las lágrimas; por él se pierde el ánimo y aun la voluntad del remedio. En todo caso, el consuelo es que toda lágrima tiene su valor; es la hermana de la sonrisa”.

7.- Porque al equipo azul lo identifican como glorioso, y en vista de la pena que sé embarga a sus seguidores, me limito sugerirles que hagan suyo este pensamiento: “podéis  hacerme abdicar de mis glorias…, pero de mis tristezas, no; todavía soy rey de mi tristeza”.

8.- Por último, “Los que no han sufrido nunca no saben nada; no conocen ni el bien ni el mal…”, pero  los aguiluchos como han sufrido: “entienden el sufrimiento y por tanto extienden su mano” a los liceístas. Amén.

Santiago de los Caballeros,

11 de enero de 2019.

Optimismo en el nuevo año

Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

1.- Todos aquellos que creemos que la humanidad tiene derecho a vivir satisfecha en lo material y espiritual, también permanecemos inclinados a ver las cosas en su aspecto más favorable, confiados en que los buenos deseos serán cumplidos para la felicidad de todas y de todos. La confianza en lo positivo nos anima y llena de entusiasmo y de dinamismo.

2.- Mantenernos en estado de ejecutar proyectos nos permite convertirnos en exitosos y prestos para triunfar ante las peores adversidades. Llevar nuestras pretensiones hasta lo más alto, es demostración de la firme decisión de obrar con la entereza que habíamos concebido hacer realidad una producción material o intelectual.

3.- Por muy difícil que se presente la situación económica, política, social, ética y moral, es posible salir adelante si los mejores hombres y mujeres del país se ponen en tensión para superar las contrariedades que obstaculizan la existencia de un ambiente en el cual no prevalezcan las causas que entorpecen el desarrollo que merecemos y aspiramos para pasarla bien. Los padecimientos hay que vencerlos para que surjan los sentimientos de júbilo.
I.- Transmitir cariño en el nuevo año

4.- El nuevo año debe servir para que cambiemos para bien, comenzando por demostrar cariño a los demás. Se impone sacar de la mente de los dominicanos y las dominicanas las ideas que solo hacen posible lesionar a nuestros semejantes. Los sentimientos profundos de antipatía no cuadran en los seres humanos que buscan cultivar el afecto, la ternura y el agrado.

5.- En un mundo cada día más dominado por pequeñeces que afectan al ser humano, se debe sentir bien aquel que dispensa un trato agradable a los demás. Resulta afortunado quien recibe expresiones oportunas que motivan felicidad. La naturaleza sensitiva de las personas contribuye a que el trato bondadoso sea recibido con alegría; mientras que, por el contrario, el ultraje produce disgusto, enfado. Sentirse ofendido hace al ser humano infeliz, y lo lleva a reaccionar mal.

6.- Al oído de los seres humanos llegan bien las palabras delicadas, dirigidas con dulzura, y más en los momentos difíciles. Escuchar expresiones de aliento hace desaparecer cualquier signo de pesar que pueda afligir o mortificar. Una persona lastimada requiere escuchar bellas expresiones para elevar su estado de ánimo.

7.- Debemos mandar a los demás señales de aliento cargadas de exhortación al regocijo; hacer divertida el alma de quien precisa llenar el espíritu de lo bonito que solo puede aportar quien tiene sensibilidad y se preocupa por la felicidad de otro. Una frase fea lleva a quien se le dirige a cambiar su estado de alegría a tristeza. De ahí que el lenguaje debe ser utilizado con suma prudencia para no estropear los sentimientos de quien solo merece gestos exquisitos transmitidos con dulzura.

8.- No solo físicamente se agrede a otro; una actitud de indiferencia, de desprecio, entraña una lesión. Un desaire pesa en la conciencia de un hombre o mujer digna; el menosprecio es inaceptable para una persona de vergüenza.

9.- Demuestra indolencia aquel que en forma consciente trata con desdén a sus relacionados, amistades y amigos; un desaire hacia una persona sana y de buen proceder, es un golpe en su corazón. Una desatención, una dejadez ante el requerimiento de una amiga o amigo, es una señal de falta de distinción que daña la relación entre personas que, se supone, se tienen afecto y respeto mutuo, porque en lo adelante los vínculos afectivos ya no serán los mismos.

10.- Con este escrito no procuro convertirme en orientador cívico, sino que las ideas que expongo sirvan para que quienes tienen la posibilidad de leerlo conozcan mi percepción con relación a lo que creo podemos afianzar, modificar, o de cualquier forma transformar nuestro comportamiento, a los fines de hacer aportes significativos a la lucha social y política del país, así como mejorar o superar las relaciones con nuestros familiares, amigos, amigas, conocidos y amistades.

II.- Recibir el año nuevo con agrado

11.- El año nuevo, como todo lo fresco, novedoso y tierno, debemos recibirlo con original sentido de la vida en comunidad; poniendo por delante lo agradable que hay en cada una de las dominicanas y de los dominicanos cuando ponen su gracia en procura de la felicidad de sus semejantes.

12.- La llegada del nuevo año ha de ser acogida por los hombres y mujeres de bien del país con los parabienes que deben llegar enhorabuena para la felicidad de lo que en verdad se llama pueblo dominicano. Porque no creo en la deshumanizada tesis de que “entre peor mejor”, siempre he confiado y actuado con el convencimiento de que nuestro pueblo, más temprano que tarde, se liberará de las cadenas de la opresión.

13.- Porque los procesos sociales no están enmarcados dentro de fechas o períodos, y las masas populares tienen las condiciones para condensar veinte años en un día. Quién sabe los grandes logros políticos y sociales que el pueblo dominicano puede alcanzar este nuevo año.

14.- Aquellos que en nuestro país maltratan a los demás con actitudes, gestos, palabras o acciones, la llegada del nuevo año  les debe servir para que comiencen a distinguir  y a valorar al ser humano como tal, y a los que merecen respeto por su comportamiento en el medio social.

15.- El año que el mundo cristiano inaugura como nuevo, conviene recibirlo con la frescura que acogemos lo que nos trae inspiración, vocación, inclinación a renovarnos y a estar mentalmente de acuerdo con lo que queremos del lozano año nuevo, y en la misma medida olvidarnos del viejo, el que quedó atrás.

16.- El año que ha concluido debe quedar para nosotros como algo que pasó; referirnos a él como remoto, caduco; lo que llegó a nuestra vida como viajero fugaz. Al acoger con buen ánimo el nuevo año, el que ya se va hay que echarlo, despacharlo, desprenderlo de nuestra mente con deseo de olvidarlo, pasarlo por alto.

17.- A los fines de que el nuevo año nos llegue con agrado, hay que darle un recibimiento trascendental, demostrándole así la gran importancia que le damos a su llegada, lo mucho que significa para impulsarnos a una nueva existencia como país que procura cambiar de maltratado a cuidado, de desvalido a protegido.

18.- Para nuestro país el año nuevo ha de llegar para aplicar fórmulas que nos permitan renovar la sociedad en el plano económico, social, ético, moral e institucional, todo acorde con las aspiraciones de nuestro pueblo. Es ocasión propicia para reflexionar; pensar en el futuro, a la vez que es posible que elaboremos planes con relación al período que comienza, deseando que su nacimiento represente un albor de esperanza y un agradable amanecer.

19.- Nuestro pueblo tiene que aceptar el nuevo año con la convicción de que su tradición de triunfador, victorioso y vencedor reside en su deseo de salir adelante por encima de las pretensiones de sus adversarios tradicionales que solo quieren llevarlo al pesimismo, al fracaso. Las masas, los que aquí son los más, se han movido y se han de mover con confianza, decisión y absoluto aplomo para que el año nuevo sea el inicio, el despertar para ser dueño de su destino.

20.- En los grandes procesos del desarrollo histórico, veinte años equivalen a un día, pero hay días que condensan esos veinte años. Ojalá que un día cualquiera del nuevo año sirva para las grandes mayorías nacionales  enviar un mensaje de escarmiento a quienes desde siempre las han despreciado, burlado y oprimido.

21.- Debemos estar animados para alcanzar todo aquello que representa lo bueno; listos para accionar en procura de lo que sea útil a lo que en verdad se llama pueblo dominicano. Accionar gustosos a los fines de que el nuevo año sea bienaventurado, cargado de bienestar y plena felicidad.

22.- Todos aquellos que confiamos en las potencialidades de las fuerzas motrices que aquí simbolizan los cambios económicos, políticos y sociales, debemos permanecer con la firme creencia de que cada nuevo año puede servir para avanzar, salir adelante y progresar. Nunca debemos pensar en el retroceso que solo trae atraso. El futuro es de los que afianzan sus ideas para realizaciones.

23.- Los dominicanos y dominicanas que hemos vivido confiados en el pueblo para salir adelante, y no creemos en lo nefasto y triste, sino en lo alegre y propicio, en lo positivo y no en el pesimismo, recibir el nuevo año con buenos augurios, esperanzadores vaticinios, confiados pronósticos, anunciando un hermoso porvenir, previendo lo sano y no lo nocivo; armando la conciencia de los mejores hombres y mujeres del país, de los que luchan por convicciones democráticas y transformaciones verdaderas.

24.- He vivido armado de optimismo, siempre espero lo bueno, lo fructífero; el aliento del triunfo lo he tenido presente hasta en las coyunturas más difíciles de mi vida; el pesimismo nunca vencerá mi deseo de ver a mi pueblo con el control del poder del Estado. La ilusión y la alegría fortalecen mi espíritu.

25.- Quiero, al igual que para mis seres queridos, disfrutar de buena salud. Anhelo para el país cambios verdaderos en el orden material y espiritual, para que la vida del pueblo sea menos pesada de lo que ha sido hasta  ahora. Sueño que en lo adelante el ambiente político nacional cambie para bien.


Santiago de los Caballeros,

7 de enero de 2019.

He llegado con vida a los 80 años

Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Transcurre el tiempo; avanzan las horas y los días; suceden hechos que marcan las semanas, los meses y los años que hemos vivido. La evocación de episodios se convierte en remembranzas que me permiten reproducir parte de lo que ha sido el paso por el mundo de los vivos. Es un privilegio tener la posibilidad de transcribir el pasado.

2.- Hace varios años establecí comunicación con doña Memena, una señora costurera, pero que como comadrona asistió a   mi madre al momento de mi nacimiento, la madrugada del 25 de diciembre de 1938. Memena me hizo un relato de lo alegre que se puso mi progenitora cuando me tomó en sus brazos. En los ojos de Idalia, me dijo la comadrona, se notaba que estaba viviendo el momento más feliz de su vida.

3.- Lo que mamá no podía suponer era que ese niño que había parido le correspondería desarrollarse en diferentes ambientes y en condiciones sumamente difíciles. La vida no ha sido para mí color de rosas, pero las adversidades he tratado de convertirlas en felicidad y cualquier desgracia que pueda amargarme la tomo con tranquilidad para vencerla y hacer de ella una dicha.

4.- He tratado de comprender el medio social donde vivo hoy, convencido de que no es el mismo donde pasé los años de mi niñez. Recuerdo al amiguito encantador; ameno por entero; de conversación placentera; comunicación franca; que daba gusto tratarlo; de presencia atrayente; muy apacible, en fin, un ser humano grato que inspiraba, seducía con su proceder satisfactorio.

5.- Por provenir de un hogar en el cual siempre primó el buen trato, no me formé en la altanería, la soberbia ni en el orgullo vano. La formación hogareña la he conservado, por lo que no creo en el endiosamiento, ni andar de engreído, fanfarrón, jactancioso y haciendo bravuconerías. Mis ascendientes me marcaron para que fuera real, no fingido; para que llevara a los demás alivio, no malestar.

6.- Aquellos primeros años de mi existencia nunca los he olvidado y son los mismos con los que hubiera querido pasar mi tercera edad. Me inicié en las relaciones humanas sin ofender al amiguito; nada de ultrajar al compañerito de estudios; sin despreciar a los hijos de los vecinos, y nunca vejar a los ancianos. Deshonrar, vilipendiar e infamar no forman parte de la conducta de mi generación.

7.- El medio social de mis orígenes no fue un paraíso, como tampoco un infierno. Pura y simplemente una época distinta a la actual en lo material y espiritual. Aquel período de la vida de mi país, cuando nací y me hice un jovencito, era de camaradería, interrelación franca y de confianza plena, de coexistencia sin rose brusco. La frecuentación hacia posible el vínculo sin suspicacia alguna, no había espacio para la bellaquería y la mala pasada.

8.- Me levanté con amiguitos y amiguitas sanos espiritualmente; sin ninguna clase de picardía y libres de traumas psíquicos; de conducta recta y actitudes inclinadas a la bondad. Con esos niños de mi época aprendí a discutir sin ofender, examinar los problemas con conciencia y cambiar de impresiones sin imponer criterios. Llegué a relacionarme en base al respeto mutuo, a codearme con quienes pensaban diferente a mí y alternando conservando la prudencia sin ceder en los principios.

9.- La vida en el barrio ejecutando tareas comunes, sin importar que fuera en lo laboral, estudios o deportes colectivos, me llevó a querer a aquel que me hacía compañía, y sembró en mí la camaradería. Me ligué con el que luego fue mi camarada por identificación ideológica. Aprendí en la práctica a armonizar, corresponder y hacer del compañerismo una hermandad sin fisuras.

10.- De tanto moverme en compañía de buenos amiguitos me motivó a ocuparme de lo que preocupa a otro. Formé parte de jovencitos y jovencitas que se interesaban por lo que le ocurría al vecino o compañero de estudios. No procedíamos como los desentendidos, ni darnos por no enterados ni mucho menos hacernos los chivos locos. En la casa me enseñaron que no es de bien actuar dejar en manos de otros lo que es de nuestra responsabilidad, que escurrir el bulto es propio de irresponsables.

11.- Cuando era un niño, por mi mente nunca pasó que llegaría a vivir en un ambiente distinto al que disfrutaba en ese momento de infante. Lo idílico, lo encantador lo sentía como que siempre seria así, que nunca llegaría lo desagradable, aquello que hace la existencia de poca o ninguna sustancia. La permanencia de ochenta años moviéndome al lado de seres humanos de cataduras diferentes, me ha permitido comprender lo que es la especie humana, su lado dulce y el amargo.

12.- Lo que me han enseñado los años vividos es que cada época tiene su generación, la que se forma conforme el ordenamiento económico, social, cultural, ético y moral. Sería una pura ilusión de mi parte creer que voy a estar compartiendo hoy con el hombre y la mujer hecha con las normas y principios de cuando nací, habiendo transcurrido ya ochenta años.

13.- Por haber llegado a los ochenta años de edad, moverme por todos los continentes, y codearme con personas pertenecientes a distintas clases sociales; de diversos criterios ideológicos y costumbres desemejantes, me he podido formar la idea de que solamente relacionarse, tener trato, alternar siendo observador; mezclarse con grupos humanos de pensamientos opuestos, darse cuenta a tiempo de las pretensiones individuales y acatar lo que nos dicte la conciencia, nos hace ser decididos para actuar a pesar de los inconvenientes.

14.- Aspiro a seguir cumpliendo muchos años de vida como persona útil a la especie humana; que mis acciones resulten provechosas y contribuir positivamente para lo que en verdad se llama pueblo se libere de las cadenas de la opresión.

15.- Al cumplir mis ochenta (80) años de edad puedo decir que he pasado momentos aciagos, funestos, que me han quitado hasta el deseo de vivir, pero los he superado hasta recuperar la felicidad que siempre he aspirado me acompañe. He aprendido a reírme de aquello que me  quiere hacer un hombre desgraciado. Cuantas cosas me quieren achicar mi deseo de permanecer contento, las espanto de mi pensamiento.

16.- He llegado a los ochenta años plenamente convencido de que el ser humano está hecho para amar, no para odiar; construir, no destruir; apreciar, no aborrecer, ser solidario, no egoísta; sentir simpatía, no malquerencia. La inclinación a las buenas causas me motivan satisfacción, y el contentamiento me permite mantener regocijado.

17.- Mis ochenta años de vida los debo tomar para reflexionar con relación a lo que ha sido mi vida; detenidamente meditar si he actuado bien o mal; deliberar si he accionado como me lo ha dictado mi conciencia; examinar con cuidado si le he aportado o no a la sociedad donde he vivido, o si por el contrario le he fallado, en sí, es propicio este cumpleaños ochenta para determinadamente examinar qué ha sido mi vida.

18.- Al llegar a los ochenta (80) años, debo considerar si ha valido la pena mi existencia; meditar en torno a lo que he sido en lo social y familiar; como activista social y político; como hijo, padre de familia, amigo y profesional del derecho. Creo que el ser humano se define por su actitud ante la vida, y los hechos son la respuesta de lo que cada quien ha hecho en el medio donde le ha correspondido vivir y nadie puede ser juez de sus propias actuaciones.

19.- Nunca, en ningún momento he actuado en la vida pública procurando recibir algo por mis modestos aportes. Lo que he ejecutado es fruto de mis convicciones, razón por la cual no me creo merecedor de retribución alguna. En mis ochenta años de edad, he incidido para que mi país cambie para bien en lo material y espiritual. En mis acciones he podido estar o no equivocado, pero las he realizado con la creencia de que he obrado para bien de los que son los más.

20.- Porque soy humano he cometido muchos errores. En ningún momento me he creído portador de la verdad. Me he equivocado en algunas de mis actuaciones, pero al obrar procedo de buena fe; el yerro está dentro de las posibilidades de quien ejecuta. Siempre trato de proceder pensando en no lesionar a los demás, aunque confieso que la equivocación por momentos me ha acompañado, pero la buena intención de mi actuación me lleva a no cargar con pesar interno, a permanecer sin remordimiento.

21.- Desde lo más profundo de mi corazón quiero decir por medio de estas palabras escritas que he pasado momentos sumamente agradables compartiendo con amigas y amigos, pero también he tenido que soportar irritación, fastidio, disgustos que me han lacerado el alma. Para mi es algo agraviante cuando soy lesionado por la actuación en mi contra de un amigo o amiga.

22.- Es mi deseo seguir cumpliendo más años con vida para, dentro de mis posibilidades, aportarle a la especie humana. Solamente siendo provechoso merezco vivir; serle útil a la sociedad es lo único que justifica existir. No tiene razón de ocupar un lugar en el planeta tierra aquel que no contribuye al desarrollo social para la satisfacción de los que en cada país son los más.

23.- A mis ochenta (80) años de edad, puedo decirles a mis hijos, nietas y nietos que no tengo nada de que lamentarme; que lo que he hecho o he dejado de hacer es resultado del dictado de mi conciencia. Por mis acciones no tengo que vivir apesadumbrado, con lamentaciones ni estar compungido. Me mantengo libre de pesares; no tengo ningún motivo para darme con la cabeza contra la pared, ni morderme las manos. Tengo mi conciencia tranquila, porque he actuado ejecutando sus dictados, tranquilo, consciente de que no tengo que ser irascible ni moverme impulsado por la impaciencia que es mala consejera.

24.- He llegado a los ochenta (80) años de vida tranquilo, sin desasosiego alguno. Me siento ser un hombre libre, sin ataduras de ninguna clase. Procedo con independencia absoluta porque en mi cabeza solo mandan los principios que me acompañan como mi propia sombra. Me siento liberado de las lacras que genera el ordenamiento social bajo el cual vivo. Procuro mantener mi mente desembarazada, suelta para que nunca este obstruida por el odio, la maldad y cuentas perversidades dañan al ser humano. Mis ideas no dependen de la voluntad de nadie; las conservo sin obstáculos, exentas de aquellos vicios que desgastan lentamente la parte bonita del alma hasta llegar a echarla a perder.

25.- Por último, por ahora, solamente me resta decir que soy un suertudo porque he vivido durante ochenta años, accionando, procediendo, ejecutando con aciertos y desaciertos, pero siempre en busca de lo que sea bueno, positivo, sano, en sí, beneficioso para el ser humano sin distinción de color, credo religioso, criterio ideológico o lugar de nacimiento. Así he vivido durante ochenta años y solo pienso cambiar para ser mejor.


Santiago de los Caballeros,
25 de diciembre de 2018.


Ética y abogados como chivos sin ley

Por Ramón Antonio Veras.

Explicación Previa

Hace unos días, estando en convalecencia recibí la notificación de un acto de revisión ante el Tribunal Constitucional (TC);  y los alegatos que contiene el documento son tan perversos, malvados y falsos, que por poco regreso a mi estado de gravedad inicial. Ante tanta indignación, a lo único que atiné fue a publicar el presente escrito  el cual me sirve  como una especie  de calmante.

I.- La profesión de abogado

1.- Conociendo el medio social nuestro  comprendemos   el tortuoso camino  que ha tenido que  recorrer un  licenciado o  doctor en derecho hasta llegar al ejercicio de su oficio, luego de transcurrir un largo tiempo  para   conocer  la fuente de su actividad  la cual descansa en las costumbres,  la doctrina  y la jurisprudencia. 

2.- A los graduados en la escuela y la facultad de derecho solo el tiempo les califica como abogados, letrados, jurisconsultos, juristas, jueces, árbitros o fiscales.  Pero no importa lo que han sido o son; lo que sí hay que tomar en cuenta es si han mantenido en su ejercicio profesional, aún en los momentos más difíciles de sus vidas, los principios sobre los cuales debe descansar su actividad, y han hecho suyo el adagio: “Quien comienza en juventud a bien obrar, señal es de no errar en senectud”.

3.- El hombre o la mujer del derecho rebaja su obra o la eleva, con su actitud en la vida profesional, pública  y  privada.  La forma asumida ante un hecho va a ser juzgada no por una persona  actuando en función de juez o árbitro, sino por el pueblo, por la sociedad donde realice sus faenas, que es juez de las actividades humanas; principalmente en este ambiente, en este medio donde convergen tantos fenómenos sociales, políticos, económicos.

4.- Los licenciados y doctores en derecho en la universidad aprenden los principios generales del derecho; les enseñan lo que son las instituciones,  las personas, las hipotecas, los privilegios en general; los principales contratos, los procedimientos, etc.  Pero en el ejercicio de la profesión encuentran todo un laboratorio en el cual deberán analizar fríamente cómo actuar y proceder.

5.- El ejercicio de la profesión de abogado es un sacerdocio, y para cumplirlo cabalmente se requieren condiciones que muchas veces no dependen de las aptitudes personales del individuo. El medio influye de una manera determinante en la conducta del abogado. 

6.- La situación concreta de nuestro país, la base económica y social alrededor de la cual se levanta la estructura legal, muchas veces asfixia a algunos abogados y abogadas.  Pero aquellos que provienen de un hogar de sólidas costumbres vencen todas las adversidades, entierran las malas tentaciones, y por encima de sus necesidades más perentorias ponen los principios de la moral, la honestidad, la ética y la responsabilidad, no solamente como abogados y abogadas, sino también como hombres y mujeres de bien.

7.- Lo fundamental es que cada profesional del derecho haga un aporte al país como hijo  de este pueblo; ¿cómo servirle al país como profesionales?  Ejerciendo su profesión con altura, dentro de los principios de la ética y la honestidad, todo acompañado con espíritu de sacrificio y con mucha sensibilidad.

8.- Las relaciones del individuo con la sociedad, la combinación del interés personal y el social ha sido siempre el problema principal de la moral.  Que tienen su origen en determinados vínculos  jurídicos, económicos y que en cierto sentido son un aspecto de ella, dejan su impronta en todo el accionar del ser humano, en la forma de su trato con las demás personas.  

9.- Cada época histórica tiene su moral imperante; corresponde a cada  persona sin compromiso con el pasado, y no comprometida  con lo negativo del presente, levantar los principios sobre los cuales descansa la moral de los profesionales; la moral de un profesional sin egoísmo, sin prejuicios, sin apetencias personales desmedidas, en fin, un profesional digno de una sociedad  nueva que descanse en valores.

10.- ÉL o la profesional del derecho interesada por alcanzar la decencia debe  buscar la moral no basándose en normas, sino en la existencia social de los seres humanos; comprender en virtud de qué ceden el puesto a otros principios  de comportamiento; descubrir por qué es inevitable el triunfo de los principios y las reglas de una moral nueva; para una sociedad nueva, para un profesional  nuevo del derecho.

11.- El pueblo dominicano ha de  exigirle el máximo a sus profesionales, porque si es cierto que el sacrificio de sus padres es meritorio, no es menos cierto que la contribución del pueblo en general es determinante en  su formación, preparación y educación.   Las normas morales abarcan la conducta de las personas no solo en el marco de la vida privada, sino en todo el comportamiento del individuo respecto a las demás personas y a la sociedad.

II.- La ética del abogado

12.- Es de singular importancia  que  cada abogado o abogada  vea la ética como la  máxima expresión de la moral;  la forma específica de la conciencia social y profesional;  la piedra de toque del progreso íntegro del hombre  o la mujer que se pone  la toga,  no para hacer de ella el paño con el cual encubre sus actos negativos, sino la bandera negra que cubre el cuerpo de los hombres y las mujeres que luchan en los estrados por defender la verdad aun cuando esa verdad conlleve la puesta de su cuerpo exánime en la tumba.

13.- Los postulados de la moral y la ética han de ser  parte integrante de las convicciones personales de cada abogado y abogada;  rasgos de su carácter,  las normas que rigen   los actos de su vida; la esencia del comportamiento personal, profesional, público y privado de cada uno  de los principales actores de los tribunales, y llevadas sus actitudes a la práctica   voluntariamente, por costumbre.

14.- Las  actos corruptos, las maniobras extrañas en el ejercicio de la profesión de abogados y abogadas,  tienen  que ser eliminadas.  El ejemplo de  los profesionales  promiscuos  no puede ser imitado;  muy al contrario, frente a esas censurables conductas, portadoras de los  peores vicios de la sociedad dominicana,   los abogados y abogadas decentes deben mantenerse  vigilantes, levantando  como modelo de ética y moral a aquellos profesionales del derecho que, como el licenciado Francisco Porfirio Veras, don Lilo, y Joaquín Ricardo  Balaguer, Quinquin,   simbolizan y siguen siendo  la conciencia  y el ejemplo del abogado y la abogada  que ejerce su profesión honestamente.

15.- Aquellos que argumentando el de que “ya toda la clientela está repartida entre un grupo de abogados” y que en lo adelante será muy duro subsistir en nuestro medio, son los mismos que se colocan al margen de la decencia y de la honestidad para pisotear la ética y la moral profesional. 

16.- Esa es la tesis, poco socorrida por feliz casualidad, de los que estimulan al ejercicio del tigueraje deshonesto de la profesión.  A esos pronunciamientos hay que ignorarlos; hay que tomar el ejemplo de los colegas que han resistido todas las tentaciones mezquinas y se mantienen firmes, teniendo como norte el ejercicio honesto y honrado.

17.- El abogado o  abogada  tiene que revestirse de un espíritu de sacrificio, y saber que como miembro de la sociedad donde ejerce su profesión debe   servirle no solamente a  aquel que va a su bufete con el “buen caso” que produce altos honorarios, sino también al desamparado de la fortuna, pero que defiende una causa justa.


III.- Los profesionales del derecho.  El dinero y la ética

18- Los profesionales del derecho no  deben desesperarse  en su ejercicio por obtener amplios recursos económicos; el dinero no da talento, capacidad ni méritos. Algunas veces solo sirve para satisfacer apetencias desmedidas.

19.- La generalidad de las inconductas de los abogados y abogadas es fruto de su ambición por llegar a tener cosas materiales  utilizando como medio el ejercicio de la profesión, como si fuera tan difícil obtener dinero en un medio como el nuestro donde se ha llegado a aplicar el criterio de que todo se vale.

20.- Hacer dinero es tan fácil que hasta con un susto se logra adquirir esa mercancía, sin tener que permanecer veinte años estudiando. El que trafica con drogas pasa sustos, pero no ha requerido  estudios, sacrificios ni talento para hacer dinero.

21.- La profesión de abogado no es para hacer riquezas, sino para aportar un servicio a la sociedad donde se ejerce; ella da prestigio y permite una vida digna y decente; aquel abogado o abogada que se desespera y persigue obtener  dinero sin importar los medios, termina mal, renegando de la ética y la moral profesional

22.- Conocemos colegas sumamente inteligentes, laboriosos, organizados, y con su ejercicio profesional han hecho una gran fortuna económica, pero poniendo sus buenas cualidades profesionales  para hacer dinero a la carrera, vulnerando la decencia y la ética  profesional.

23.- Los abogados y abogadas de Santiago tienen  hoy hombres y mujeres de la toga y el birrete que pueden servirles de ejemplo de buen comportamiento a la presente y futuras generaciones; ellos han sido y son ejemplos de superación, progreso y modelo de conducta en el ejercicio de su profesión.

24.- Si ayer Santiago contó en su matrícula de abogados y abogadas   con colegas como Manuel Ramón Cruz Díaz -Moncito-, Miguel Olavarrieta, Pedro Antonio Lora -Toñito-, Marcos A. Cabral,  Ramón García Gómez, y otros; hoy también en nuestro medio hay jóvenes, y no tan jóvenes, paradigmas  de buena conducta profesional.

25.- Debo destacar, además, que la generalidad de los magistrados y magistradas que componen el Departamento Judicial de Santiago, hoy han continuado honrando con su forma de proceder el mérito  histórico que ha tenido esta ciudad de contar con funcionarios judiciales que, aun en el peor momento de descrédito del Servicio Judicial en el país, cuando el presidente de turno, doctor Joaquín Balaguer,  llegó a decir “que la justicia era un mercado”, que se vendía, la de Santiago se veía como una flor blanca en un pantano.

26.- Los jóvenes abogados y abogadas del país, deben ejercer con decencia, honradez, dignidad, lealtad y decoro; y por muy difícil que sea un litigio, jamás deben recurrir a la trampa, a las operaciones fraudulentas para engañar a la justicia, burlar la ley y también herir la mediana inteligencia de sus colegas.

27.- El  profesional  no puede ser medio serio; serio intermedio, serio mediano, o serio incompleto; debe ser,  pura y simplemente,  íntegro, honrado, probo;  de una conducta y ética intachable reconocida por sus colegas  y la sociedad en general.


Santiago de los Caballeros,
19 de diciembre de 2018.



Las dificultades de convivir con antisociales

Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Un campo adecuado para perversos

1.- Una vez la sociedad humana entra en crisis, el deterioro se manifiesta en todos los órdenes; enredos y entorpecimientos alcanzan todos los niveles; las complicaciones y las intrincaciones están a la orden del día; y los contratiempos no escapan a los buenos ni a los malos, a los sanos ni a los podridos.

2.- Es algo difícil vivir en estado mental de riesgo, porque se mantiene fija la idea de que la inseguridad acecha y la alarma cunde en cualquier momento. Cada quien se cree permanecer en un trance, en una encrucijada de la cual le es imposible salir satisfactoriamente. El nerviosismo elimina la tranquilidad espiritual.

3.- Una vez se descompone el medio social, se abre la posibilidad de cada quien, dependiendo de su formación, se cree con derecho a convertirse en juez de la conducta de los demás, y a propalar rumores maliciosos en torno a la dignidad de los otros, y hasta crucificar a quien no sea de su agrado.

4.- Allí donde el chisme, la patraña y el embuste se convierten en cultura, los perversos sobresalen hasta convertirse en fieles intérpretes de las peores lacras sociales. Pervertir, depravar y viciar es muy propio de aquellos que bien asimilan el desbarajuste y el descalabro del ámbito donde viven.

5.- El revoltillo social en el cual hoy nos encontramos los dominicanos y las dominicanas, es un campo adecuado para que se mueva a su anchura el individuo antisocial, pero también es un martirio para el ser humano honesto y de correcto proceder.

6.- La diversidad de clases sociales que convergen en la sociedad dominicana, sirve para explicar la dicotomía que resulta de como el medio favorece el proceder de quien infecta y vicia, a la vez que obstaculiza al que sana y moraliza. Esa incompatibilidad y diversidad en el proceder tiene consecuencias en uno u otro sentido.

7.- El hecho de coexistir en la sociedad dominicana grupos económicos y sociales distintos en comportamientos, hace posible que se manifiesten de diferentes formas ya sea ayudando o maltratando con la falsa idea de que aquí nadie sirve, que todos somos iguales en inconductas.

8.- Es común escuchar a determinadas personas estigmatizar a hombres y mujeres decentes, de actuar correcto. Aquí se ha convertido en algo entretenido vituperar a ciudadanos de conducta digna de elogios. El afrentar sin causa se ha hecho una diversión que alegra a malvados.

II.-Ambiente propicio para el detractor

9.- Poner en la picota a los que prueban no estar contaminados por el fenómeno de la corrupción, contribuye a sembrar la falsa creencia de que la sociedad dominicana es de corruptos, delincuentes y truhanes, procurando así que sea visto como un pervertido a quien es virtuoso.

10.- El medio dominicano es el adecuado para quien hace de irrespetuoso y atrevido, calificando como venal a todos aquellos que ajustan los actos de su vida a normas de decencia y respeto. La persona comedida está expuesta a ser víctima del descarado.

11.- Gozar de estimación, consideración y buen crédito, molesta a los que hacen de la intriga un modo de vida. Aquel que gana alta valoración por su recto proceder, es objetivo predilecto para el ataque de quienes no aceptan el merecimiento de la valía expresada por lo mejor de la sociedad.

12.- El ciudadano alabable, meritorio y valioso, debe estar preparado para los golpes bajos; el desprecio, desdén e irreverencia de quienes solo saben maldecir, detractar, desbocarse y anatematizar. La lengua viperina está lista para sembrar malhumor e impaciencia, pero nunca afabilidad, tranquilidad y sosiego.

13.- Por más honorabilidad y honestidad que pueda demostrar la persona de bien, siempre tendrá como crítico gratuito al infame, taimado y malintencionado, porque no es posible apaciguar al malévolo y perturbador que bien disfruta llevándole a otros infelicidad y malaventura.

14.- Ajustarse al proceder honrado no cae bien a quienes permanecen en constante acecho para herir, humillar y trastornarle la vida a quien se hace merecedor de alabanza, ponderación y encomio. La envidia es la mejor aliada de aquellos que carecen de altura para alegrar con palabras reservadas a nobles y eminentes.

15.- Sembrar la duda, llevar incertidumbre e incredulidad con relación a quien actúa apegado a la honradez, es la obra de aquellos que no resisten que en la conciencia pública sea bien vista una mujer o un hombre que ha tenido una existencia limpia a toda prueba.

16.- Aquel que demuestra con sus actuaciones que es un ser humano de proceder firme, irreductible, intransigente con sus principios, se la ingenia el malvado para presentarlo maleable; de actuar acomodaticio, dúctil en sus actuaciones, de carácter blando, flexible y adaptable.

17.- En un círculo de personas formadas en la crítica malsana, no se puede esperar opinión favorable con relación al individuo que se ha desarrollado, predominado y destacado por su talento, dedicación al trabajo y actuación digna en la vida pública. Siempre aparecerá el dañoso que se encarga de reducir la grandeza ganada decentemente. El sobresaliente nulifica a los insignificantes, a los de vida gris, a los monicacos.

18.- Craso error el de aquel que decide ponderar al que bien actúa en un medio dominado por la perversidad, porque siempre encontrará la opinión contraria del vil, impugnando, contradiciendo la sana versión que se  tiene de un individuo bueno. Desaprobar lo que con sinceridad se dice de quien es de buen vivir, siempre está en la mente del que se resiste a reconocer las virtudes de los otros.

19.- Lamentablemente, sin darnos cuenta estamos moviéndonos en un ambiente ideal para el detractor, campo propicio para el descarado que goza con descalificar, calumniar y ofender. Es casi imposible encontrarse con el que está formado para encomiar y honrar. Algunos creen que llegó el momento de quitar méritos, restar y desaparecer honras, y que la ocasión es para reprobar, en ningún caso ensalzar.

20.- La sociedad averiada es escenario muy deseado para quien hace de infame quebrantando, menoscabando y aborreciendo a quien predica con el buen ejemplo. Es sumamente difícil que salga de la garganta de un injurioso estimar y admirar porque lo suyo es hacer sentir mal.

21.- La situación que estamos viviendo en lo relacionado con el agrietamiento social, y el objetivo de algunos sectores desaprensivos de hacer creer que el sinvergüenza, insolente y bandido constituye un todo en el país, hay que desterrarlo para que se imponga la idea de que aquí, si es cierto que abundan los malandrines y rufianes, no es menos cierto que hay muchos hombres y mujeres dignos y rectos, no contaminados por los vicios que dañan el medio donde vivimos.

III.- Derrotar a los desvergonzados

22.- Estamos en el deber de demostrar que no todo está perdido; que por encima de la torcida voluntad de los despreciables, hampones y pillos, está la decisión de los que son íntegros de pensamiento y proceder, y están decididos a probar que en el seno del pueblo no solo existen los perniciosos y taimados, sino que también hay magnánimos, sensibles y comprensivos.

23.- La minoría insignificante, pero activa y malvada, que se ha propuesto dañar el país, hay que enfrentarla con decisión y el poder de la verdad; recurriendo a métodos nobles, poniendo en evidencia que la canallada es cobarde, perversa y que solo procura igualar, equiparar a los buenos con los malos, a los dañosos con los sensibles.

24.- Hay que testimoniar hasta la saciedad, que por muy alto que levanten la voz los que injurian, maldicen y vituperan, la realidad va a demostrar que aunque los necios hagan esfuerzos para hacer creer que no hay nada que hacer para revertir el orden actual, los mejores hombres y mujeres del país van a construir un hermoso futuro.

25.- Nuestro país no puede continuar viviendo bajo el capricho de grupos que pretenden implantar sus designios utilizando como medio de presión la difamación, la intriga y el chisme. Se impone someter a la legalidad a quienes se creen que pueden moverse impunemente deshonrando a personas de conducta acrisolada.

26.- No se le debe permitir al desvergonzado, descarado, impúdico y canalla que aprovechándose de la tolerancia que hay aquí hacia el que delinque, que personas respetuosas, pudorosas y comedidas se vean sometidas al martirio, sufrimiento y aflicción porque así lo quiso un bribón, granuja y procaz.

27.- La tirria, la rabia, la aversión, la malquerencia que tenga un vagabundo contra un hombre o una mujer decente, busca saciarla, sacando de su sucia mente calificativos afrentosos con el fin de sembrar la confusión en el seno de la sociedad, y hacer creer que a quien ataca es, al igual que él, un degenerado antisocial.

28.- Las personas de bien, aquellas que son ejemplos en su vida pública y privada, por el irrespeto que está imperando se ven sometidas a toda clase de insolencias provenientes de los que como personas no son más que insignificantes, minucias inapreciables, vulgares, poquita cosa, ni más ni menos, lacras sociales.

29.- Ningún país civilizado puede estar a merced de la voluntad de un atrevido y lenguaraz. El insociable, intratable y troglodita no tiene las más mínimas condiciones para formar parte de una comunidad humana que decide vivir en paz con el honor garantizado.

30.- A los ponzoñosos, perjudiciales y de mente envenenada hay que ponerlos en su puesto, haciéndoles saber que sus inconductas de crapulosos no tienen espacio en este medio que aunque agrietado cuenta en su seno con personas ejemplares por su buen vivir. Los libertinos y viciosos hay que marginarlos si queremos comenzar a higienizar el ambiente.

31.- Se está dando el caso que el oficial de la Policía Nacional que honra a su institución, si trata de hacer cumplir la ley, de inmediato es víctima del delincuente que, pagando sicarios morales, le denigra presentándole como aliado del narcotráfico.

32.- El abogado promiscuo, el símbolo de la porquería dentro de los profesionales del derecho, está presto a lanzar una campaña baja, sucia, denigrante, contra todo juez que no acepte sobornos, no coge presión ni acepta imposiciones.

33.- Aquel que aquí está dispuesto a enfrentar a los insignificantes que hacen de presuntuosos, arrogantes, fantasiosos y petulantes, recibe como respuesta el castigo, el flagelo de las perversidades. La basura social difamadora que nos daña como sociedad, como plaga dañina hay que aplicarle fuertes dosis de plaguicidas para amansarlas.

34.- Debemos estar convencidos de que si seguimos aceptando que los antisociales se mantengan como hasta ahora, lesionando a las personas buenas, con el tiempo ellos serán los que van a decidir quién es o no honrado.

Santiago de los Caballeros,
4 de diciembre de 2018.