Por: Ramón Antonio Veras.
Introito
a) Una vez el ser humano mantiene afianzadas y organizadas sus ideas no
debe temer exponerlas y confrontarlas sin importar adversarios o espacio
físico. Si se está consciente de lo que se va a exponer o someter a discusión,
poco importa el o los temas a discutir.
b) Sin ser muy avispado, por el tiempo que he vivido y la permanencia en
las actividades políticas, sé en el lugar donde debo estar para dentro de lo
posible aportar y a la vez aprender de los que me acompañarán en la discusión
de un asunto de interés para la comunidad.
c) El hecho de formar parte de una generación de mujeres y hombres que se
iniciaron en la política debatiendo cuestiones nacionales e internacionales en
centros estudiantiles, gremiales y sindicales, no soy cerrado a la
confrontación ni me creo portador de la verdad absoluta. Es mi creencia que el
sectarismo político es una deformación ideológica que lleva a subestimar los
diferentes métodos de lucha, a abrazar el dogmatismo, y genera comportamiento
intolerante, parcializado y fanatismo.
I.- Mi participación en un foro. El tema político
1.- He hecho la entrada anterior para que sirva de explicación a este
escrito en el cual reseño mi participación en el Foro Institucional de
Pastoral: Realidad del País y Apoyo de la Iglesia Católica Ante el Contexto
Actual, llevado a cabo en el curso de la mañana del día jueves 2 de agosto, en
la sede de Posgrado, Campus Santiago de la Universidad católica Madre y
Maestra. La actividad se materializó en cinco mesas de discusión, de las cuales
participé en la de política, dándole respuesta a las siguientes preguntas:
2.- En el ámbito de la política ¿Cuáles son las principales problemáticas
que enfrenta la sociedad dominicana actualmente? La sociedad dominicana está
organizada sobre un sistema social basado en la desigualdad, y estamos viviendo
bajo un modelo económico que genera hambre, miseria, desempleo, insalubridad,
analfabetismo, falta de techo y discriminación y que, además, trae fenómenos
nocivos como corrupción, prostitución, violencia, odio y otras taras que le son
inherentes. Estos males solo pueden ser eliminados mediante una transformación
de las estructuras socioeconómicas.
3.- Participación de la mujer en la carrera política.- Solamente bajo un
ordenamiento económico y social que esté basado en la igualdad de posibilidades
materiales y espirituales para todas y todos, pueden las mujeres participar en
la carrera política en igualdad de condiciones que los hombres. Si la Iglesia
Católica se integra al accionar social con el objetivo de que cambie el modelo
vigente estaría haciendo un significativo aporte a la circunstancia de hacer
posible que mujeres y hombres disfruten de la igualdad real y efectiva.
4.- La actitud de ver a la mujer dominicana en el goce de sus derechos,
cuadra perfectamente con el deseo de posibilitar la real igualdad. No debemos
olvidar que “el grado de emancipación de la mujer en una sociedad dada es el
barómetro natural por el que se mide la emancipación general. La verdadera
igualdad entre las mujeres y los hombres solo podrá establecerse cuando se
acabe con la explotación de unas y otros”. “Sin incorporar a la mujer a la vida
política, sin arrancar a las mujeres de la atmósfera embrutecedora de la casa y
de la cocina, es imposible asegurar la verdadera libertad, es imposible incluso
construir la democracia, sin hablar ya del socialismo”.
5.- Transparencia.-La transparencia en el accionar político personal,
partidario o estatal se materializa con el ejercicio honesto que hace posible
la diafanidad. La ausencia de principios éticos y morales impide a los que
hacen de la política una actividad habitual obrar con claridad. Ha sido y es
una legítima aspiración de los sectores democráticos del país que la
administración pública labore con limpieza porque solamente así el pueblo se
sentiría seguro de que se está administrando en forma franca y visible. Lo
perceptible hace posible que la sociedad se forme la idea de que desde las
alturas del poder se está actuando sin ocultación.
6.- Ley de Partidos, asignación de recursos.- En lo que se refiere a la ley
de partidos, creo que lo más conveniente para el ejercicio de cada partido o
movimiento político es que proceda conforme lo establecen sus estatutos. Sin
importar que sea grande o pequeño, cada partido debe cubrir sus gastos, sin que
el Estado haga aporte alguno. En nuestro país, al igual que en otros con igual
estructura, la democracia no depende de
que exista uno o muchos partidos. El aporte del Estado a los partidos políticos
de los dineros de los contribuyentes, además de fomentar el parasitismo político,
desnaturaliza la política decente porque permite que personas sin ningún
escrúpulo se vinculen a las organizaciones. Hacer posible la vida a
determinados grupos a costa del pueblo trabajador es manejar el presupuesto
mediante el derroche.
7.- Disponibilidad de recursos para políticas públicas de desarrollo social
(educación, salud, seguridad, entre otros).- Los recursos económicos que el
Gobierno Central recibe deben estar destinados a resolver problemas sociales,
dirigidos en especial a la educación, salud y obras públicas prioritarias. Es
preciso construir lo que contribuye al desarrollo para así sentar las premisas
materiales para sacar a nuestro país del subdesarrollo. Se impone la
eliminación de todo aquello que entraña distorsión de los dineros del erario.
El dinero que administra el gobierno debe estar destinado a lo que sea
provechoso para el país, no para satisfacer intereses y apetencias de minorías
insaciables. La prudencia en el gasto debe guiar a los que administran en
nombre de todos los miembros de la comunidad. El o los gobernantes están en el
deber de ejecutar el presupuesto de la nación obrando con buen juicio. Ser
equilibrado es prueba de gobernar con mesura y ser sensato a la hora de
invertir lo que es de todos y de todas.
8.- Institucionalidad.- Partiendo de que sobre la base económica se erige
la superestructura política, y la Constitución como ley fundamental del país
genera las instituciones, la institucionalidad aquí seguirá siendo una mera
ilusión mientras esté predominando el actual modelo económico que posibilita su
secuestro por grupos minoritarios. Para alcanzar la institucionalidad se hace
necesario un cambio que solo lo puedan ejecutar fuerzas motrices económicas y
sociales no comprometidas con el statu quo que mantiene marginado al pueblo
dominicano. En la debilidad institucional que padecemos tienen mucho que ver
los partidos políticos que controlan el electorado nacional. Los partidos
tradicionales, por sus objetivos y forma de hacer política, están
imposibilitados para crear la institucionalidad que queremos y merecemos. La
Iglesia Católica, interpretando el sentir democrático de nuestro pueblo, está
en condición de contribuir a crear un ambiente propicio para que en el país
funcionen las instituciones como manda la Constitución. Para cumplir tal misión
los militantes religiosos católicos activos están en el deber de vincularse con
las organizaciones políticas, cívicas, sindicales, gremiales y de masas. Sería
una gran conquista el día que la institucionalidad sea una realidad y no como
ahora que es pura ficción. Ella solamente está en la imaginación de los
verdaderos demócratas.
9.- ¿Cuál es su opinión sobre el papel de la Iglesia Católica y su
contribución ante las problemáticas analizadas previamente? ¿Cómo debería la
Iglesia Católica abordar estas situaciones para garantizar soluciones a estos
hechos? - La Iglesia Católica está llamada a contribuir positivamente en la
solución de los problemas cardinales que hoy nos afectan. Todo va a depender de
la línea de incidencia que puedan ejercer aquellos sacerdotes dispuestos a
marchar al lado de las víctimas de la opresión social. Hasta ahora ha sido
tímida la participación de la Iglesia Católica en procura de enfrentar las
dificultades presentes en el país. Todos aquellos grupos económicos, políticos,
sociales y culturales interesados en que el país cambie para bien en el orden
material y espiritual están llamados a compartir con la Iglesia Católica, sin
ninguna clase de reserva. Es cuestión de poner por delante lo que conviene a la
comunidad, accionando libres de prejuicios, sectarismo e individualismo. La
colaboración sincera en trabajos comunes hace posible cambiar la realidad que
nos lamentamos vivir en la actualidad.
10.- ¿Con cuáles de los grupos de
interés que inciden en la solución de estas problemáticas deberían tener la
Iglesia Católica algún acercamiento? ¿Cuáles mecanismos o iniciativas de
colaboración podrían surgir entre la Iglesia y estos grupos? Para la Iglesia
Católica abordar las dificultades que vivamente lesionan al verdadero pueblo
dominicano, necesita vincularse con los diferentes movimientos sociales. La
presencia de sacerdotes comprometidos con las causas de las masas populares,
haciendo labores de orientación y organización permitiría romper con la inercia
que se observa en los más humildes de la población dominicana. La Iglesia
Católica, a los fines de actuar como mandan las circunstancias, está en el
deber de vincularse con todos los sectores, clases y capas sociales que no
estén de acuerdo con que sigamos viviendo en este ambiente deteriorado en lo
económico y social, y degradado en lo ético, moral e institucional. Se impone
un trabajo en equipo que lleve a la práctica diferentes métodos de lucha con el
fin de crear conciencia cívica y ciudadana para alcanzar objetivos real y
efectivamente democráticos. En el curso del accionar social brotan las
iniciativas y surgen los mecanismos que sirven de medios para materializar
propuestas realizables.
II.- Mis precisiones finales
11.- Las diferencias ideológicas no representan un obstáculo para creyentes
y no creyentes luchar unidos por una causa justa, lo mismo que la desemejanza
de objetivos a alcanzar a largo plazo no hace imposible la unidad de acción por
puntos concretos que motorizan acciones en determinadas coyunturas. La Iglesia
Católica está en condiciones de sumar a su alrededor a mujeres y hombres con
pensamiento político muy desiguales, pero que tienen en común querer cambiar
para bien la situación actual.
12.- En la ya desaparecida Revista Ahora No.658, de fecha 21 junio del año
1976, escribí: “Siempre he pensado y actuado con la plena creencia de que para
las grandes mayorías nacionales, para los hombres y mujeres del pueblo, es más
importante la alianza real, aquí en la tierra, en nombre de la conquista de
comunes objetivos terrenales, que las discrepancias en torno al otro mundo, al
cielo. La realidad práctica ha demostrado que mientras hace más de dos mil años
el cristianismo situaba la salvación en una vida futura, posterior a la muerte,
hoy las masas cristianas están convencidas, sin renunciar a su salvación en el
cielo, que es necesario y posible luchar por un paraíso aquí, en la tierra”.
Santiago de los Caballeros,
20 de agosto de 2018.