Por: Ramón Antonio Veras.
1.- De los hechos de naturaleza penal es
posible saber el día que ocurren, no así cuándo terminarán las investigaciones
policiales y judiciales, y mucho menos el momento que concluirán con una
decisión definitiva e irrevocable. Son muchas las circunstancias, las
situaciones imprevisibles que se mueven alrededor de un proceso judicial con
ribetes penales.
2.- La tentativa de asesinato contra mi hijo
Jordi, sé que ocurrió el fatídico día 2 de junio de 2010, pero la culminación
ante los tribunales es incierta, porque para la coronación del mismo no sé el
período que falta; el lapso no depende de la voluntad de la víctima ni tampoco
de los jueces.
3.- En los procesos judiciales penales hay
que estar preparado para todo lo que pueda maquinar el o los imputados, así
como sus defensores técnicos, con el agravante de que el Código Procesal Penal, vigente en nuestro país, cuadra perfectamente con el interés que pueda
tener el acusado de que el asunto se
eternice, y con su prolongación
llevar a cabo nuevas acciones criminales.
4.- El expediente relacionado con la
asociación de criminales que se
constituyó para asesinar a mi hijo, por el pago que para tales fines le hizo
Adriano Román, en estos momentos tiene
76 meses desde que ocurrió el hecho el 2 de junio de 2010, y todavía no se sabe
cuándo concluirá; porque ahora, después de la Cámara Penal de la Corte de
Apelación dictar su sentencia, todos los imputados, con excepción de uno de
ellos, interpusieron recurso de casación.
5.- Conozco algo del medio donde me muevo, los mecanismos legales en los cuales
están enmarcados los procesos penales, así como la capacidad
de maniobra de los procesados y sus
asesores técnicos. No escapa a mi limitada inteligencia hasta dónde pueden
llegar los acusados para que el asunto
no concluya.
6.- Todos los plazos llegan a su vencimiento, y creo que falta menos tiempo por llegar a su final el proceso, que el día que se inició. Además, estoy
convencido de que la desesperación es mala consejera y, por tanto, ella jamás
se apoderará de mí.
7.- Personalmente, en todo el curso de mi
vida he tratado de ser realista y coherente. Por tanto, si durante 76 meses me he mantenido confiando en la honestidad
del material humano que en el servicio judicial conoce el caso de mi hijo,
ahora no tengo razón alguna para no
seguir abrazado a esa convicción. Sé
que la ley y el derecho se han de imponer por encima del deseo de los
imputados de que el expediente se dilate
y de que
no les alcance la vara de la justicia.
Santiago de los Caballeros,
2 de octubre de 2016.