Por: Ramón Antonio
Veras.
1.- La política
ejercida con seriedad a los fines de
hacer efectivas ideas renovadoras, requiere dignidad, respetabilidad, mesura,
rectitud, y nada de informalidad e
insensatez; hay que darle la importancia que ella tiene, tomarla en cuenta por su trascendencia.
2.- En el accionar
político hay que actuar con serenidad, sin precipitación alguna; moverse
sosegado para no dar pasos a ciegas; demostrar tranquilidad espiritual,
proceder con ecuanimidad y desapasionado. Al
tomar decisiones políticas hay que estar libre de nerviosismo, liberado de toda agitación y alteración de
ánimo.
3.- La persona que
decide abrazar la política como un
sacerdocio, debe estar preparada para ser correcta en sus actuaciones,
cumplidora en los compromisos que asume; escrupulosa, de integridad probada y
firmemente juiciosa. La función política no es para desaprensivos,
irresponsables y vagabundos.
4.- La importancia
que entraña la política ejercida en serio impone que todo lo que se
haga a su alrededor sea el resultado de un convencimiento aceptado como
una verdad, algo serio y delicado. La
broma no cuadra en los asuntos que tienen que ver con política seria, sin importar que sea pesada, medio en broma o
entre bromas. Ser político no es lo mismo que chancero, chistoso y chungón.
5.- Para incidir en
política persiguiendo objetivos de contenido social y de liberación, el actor
ha de ser un individuo de carácter y
reunir condición de dirigente; demostrar energía, gran empuje
para influir por su entereza y ejemplo.
Un desvergonzado, caradura y
sinvergüenza carece de la personalidad adecuada para ser modelo político a
seguir.
6.- Estar en
política para satisfacer una inquietud, es cosa de caprichosos que, al final, demuestran que se equivocaron, pues los veleidosos están en la imposibilidad
de cumplir una misión que sólo puede ser obra de perseverantes, constantes y
tenaces. El voluble, capitoso y antojadizo no llega muy lejos, se queda a medio
camino compartiendo con el impaciente y
desidioso.
II.- Los
indiferentes a la realidad nacional
7.- Lo que pinta la
realidad dominicana es que no hemos logrado objetivos económicos, sociales e
institucionales porque la generalidad de los actores políticos están interesados en resolver sus problemas
personales, no así los de la mayoría del
pueblo; se comportan como gestores de negocios, no como agentes interesados por
cambios estructurales.
8.- La vida nos
enseña que no todos los seres humanos están
formados para actuar en política con desprendimiento; la generosidad no
se adquiere por procuración, lo mismo
que la esplendidez no se obtiene por receta. En la persona sensible no
hay espacio alguno para la mezquindad,
avaricia y ruindad.
9.- La sensibilidad
es algo que está en la persona receptiva a lo justo, preocupada
por lo que afecta a los demás, aunque personalmente no resulte lesionada.
El desinterés no cuadra en aquellos que viven indiferentes a la
intranquilidad de la colectividad; no se puede desdeñar nada que interesa a
nuestros semejantes.
10.- El individualismo
está dominando el accionar de la gran mayoría de los que sobresalen en las
actividades políticas del país; a ellos no les importa el infortunio, la
infelicidad de las grandes mayorías nacionales. El individualista mide la
alegría del pueblo partiendo de su bienestar propio. Aquel que vive para sí
mide el progreso tomando en cuenta su particular ascenso en la pirámide social.
11.- En la mente de
los principales dirigentes de los partidos que controlan el electorado
dominicano, no hay temas de interés para electores y electoras; su objetivo es ocupar un cargo desde el cual, a costa del presupuesto
nacional, puedan darle solución a
sus preocupaciones en el orden material y espiritual. Lo que conviene a los demás no inquieta a
quienes sólo se mueven por lo suyo y nada más.
12.- Lo que a diario vemos en el cuadro político
dominicano es a una gran mayoría de
políticos para los cuales son extrañas lacras sociales como hambre, miseria,
desempleo, pobreza, penurias, corrupción y criminalidad. Su mente está
codificada para riqueza, impunidad, latrocinio y todo lo que significa avance,
progreso en su patrimonio económico.
13.- La ideología
que domina a los indiferentes políticos,
la desgracia nacional no les preocupa en lo absoluto porque para ellos es normal actuar con el mayor
descaro, total desfachatez y olímpica desvergüenza; ellos se atreven a todo con la creencia de que el
pueblo acepta lo que venga, que no
reaccionará ante tanta indecencia política.
III.- No es
cuestión de maldición divina; hay que
movilizar a todos los insatisfechos
14.- En estos
momentos resulta difícil en el mosaico
político dominicano encontrar mujeres y hombres motivados, impulsados a realizar actividades que tengan por
finalidad cambiar el actual desastroso
estado de cosas. Lo que se mueve en
el quehacer politiquero actual está
diseñado para lo particular, no para lo
general; hay mucho de impasible, y muy
poco de sensible.
16.- Los
dominicanos y dominicanas que mantienen a nuestro pueblo viviendo en la más
profunda opresión social, desprecio e inequidad, están aquí, lo mismo que se encuentran entre
nosotros los llamados a revertir la presente situación de degradación moral y
material que padecemos. Sólo falta que los comprometidos con la mayoría oprimida cumplan con su deber como
luchadores sociales consecuentes con su forma de pensar y actuar.
17.- Si estamos
convencidos de que las penurias que
lesionan a la mayoría de la población dominicana no es cuestión de maldición
divina, sino de un modelo económico que favorece a la minoría nacional y
extranjera, entonces lo que procede es accionar para cambiar la desgracia actual que nos agobia, y
construir una sociedad que sea llevadera y nos saque del drama
de que nos estamos lamentando.
18.- Por la forma
como se han comportado contra el pueblo los gestores de negocios políticos, no
resulta difícil aglutinar a las masas
populares para hacerlas dueñas de su
destino, y se pongan en tensión todos los que han
demostrado que están en política seriamente, identificados con las mejores
causas, las de los que son los más, los
oprimidos e insatisfechos con la forma degradada que está actualmente la
sociedad dominicana.
19.- Lo que en las
ciencias políticas y sociales se identifican
como condiciones objetivas aquí están más que presentes, y las subjetivas también; y si
éstas no están lo suficientemente desarrolladas, en el curso del proceso, sobre
la marcha se fortalecen. Es cuestión de activar, acelerar, estimular a todos
los insatisfechos, a los indignados de tanta
miseria humana, sinvergüencería,
oprobio y degeneración en todos los órdenes.
20.- No es verdad
que en el medio social dominicano la mayoría de los integrantes de la sociedad
están conformes con la forma como estamos viviendo en lo material y espiritual.
Por muy holgado que esté económicamente un sector de la sociedad, anímicamente
no se siente bien ante tanta y tanta
corrupción pública y privada, criminalidad e impunidad, inseguridad personal y de bienes, degradación arriba y abajo, en fin, la alegría
y el entusiasmo no cuadran en un
ambiente de tristeza.
Reflexiones finales
a.- En política hay
que combinar toda una serie de factores para que tenga éxito la acción
emprendida, y decisiva la disposición de
la persona que hace de actora, así como
sus convicciones ideológicas. La
determinación de luchar para que nuestro
país salga del atolladero que lo han metido los partidos
tradicionales, se hace necesario
impulsar acciones y movilizaciones unitarias,
libres de sectarismo y
vanguardismo absurdo.
b.- Lo importante es tomar decisiones que al
final den buenos resultados a los fines perseguidos; transitar sin dudas ni vacilaciones por el camino que
nos ha de llevar a un destino de felicidad y gozo, bienestar y optimismo.
c.- Por muy difícil
que se presenta la situación en el orden
económico, ético y moral, el pueblo
tiene las suficientes reservas y potencialidades para cambiar la realidad
actual y levantar un mejor país. La
decepción, el desencanto jamás debe apoderarse de los que vivimos entusiasmados pensando en
un futuro luminoso para todos los
dominicanos y dominicanas.
d.- No es cuestión
de unificar a los descontentos desde el punto de vista de clase social; el
objetivo debe ser aglutinar a los que no se identifican con el estado de
degradación, el envilecimiento y lo pervertido de la situación actual. Unificar a
los que aquí merecen y aspiran vivir en un país con igualdad de posibilidades para todos y todas,
y con normas de decencia, orden e institucionalidad.
e.- En todo medio
social se generan fenómenos nocivos que en una u otra forma repugnan a
amplios grupos sociales, sin importar su
ubicación clasista. De ahí que es posible coordinar acciones en torno a problemas comunes y específicos; la unidad
de acción hace posible que marchen en la misma línea y por el mismo camino actores con diferentes ideas políticas e ideológicas.
f.- Adecentar el
ambiente y recobrar la institucionalidad es una aspiración legítima que mueve y concita voluntades e intereses muy diversos. No hay un sector de nuestro país
que se oponga a levantar su voz para exigir
higienizar el medio en que vivimos, y que las instituciones sean
funcionales para que no respondan a
conveniencias grupales.
g.- Empujar en
dirección hacia la limpieza social,
posibilita que en el mismo trayecto se coloquen los dominicanos y dominicanas a los cuales repugna la porquería, el
basurero en que nos estamos
moviendo; el impulso, la energía
unificada de los que son los más hará
retroceder a la minoría que gusta medrar en ambientes contaminados,
infectados por la tolerancia de las vagabunderías.
h.- En la medida
que se logra articular a personas dispuestas a tener un mejor país, es posible
neutralizar a los que actúan tranquilamente imponiéndonos sus designios, como si fuéramos un grupo de
tarados, políticamente castrados, dispuestos a aceptarlo todo como insensibles y apáticos.
i.- Es cuestión
de que ocupen el mismo espacio político
y social los disconformes con seguir viviendo en este pantano social que nos
movemos; que se expresen aquellos que
tienen divergencia con los
politiqueros; movilizar unísonos a los
que son opuestos a continuar
soportando el tigueraje en el accionar
político.
Santiago de los
Caballeros,
06 de junio de 2016.