Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Han transcurrido 6 años de martirio, 72 meses de
aflicción, 2190 días de
padecimientos, 52,560 horas de
desasosiego, 3,153,600 minutos de
pesares y 189,216,000 segundos de
sobresaltos, desde el 2 de junio de 2010,
fecha en la cual mi hijo Jordi, fue objeto de una tentativa de
asesinato, ejecutada por sicarios pagados por Adriano Román.
2.- Amplios sectores de la sociedad dominicana, que han
dado seguimiento al proceso judicial del caso, se hacen la pregunta de por qué
el asunto ha permanecido tanto tiempo y
ha sido objeto de más de 60 aplazamientos.
3.- La parte decente de la sociedad dominicana debe saber que el largo tiempo que
ha permanecido en los tribunales el caso de mi hijo Jordi, no es
responsabilidad de los jueces, sino de las piedras que han sido colocadas en el camino para que
la justicia no tome su imperio.
4.- La eternización del
asunto judicial penal de naturaleza criminal, seguido a la asociación de
criminales que quisieron matar a Jordi, no tiene una sola explicación, sino varias.
Dentro de los diferentes razonamientos para conocer el largo tiempo del caso sin llegar a su final, se pueden citar deficiencias
en el Código Procesal Penal, de
las cuales se han aprovechado los imputados burlando así las garantías
procesales.
5.- Además de la anterior, otro razonamiento del largo tiempo del proceso y la burla de
los sucesivos reenvíos, es que defensores específicos designados por la Oficina Nacional de Defensa Pública, en interés particular del
imputado Adriano Román, han patrocinado sucesivas suspensiones del curso normal
del caso.
6.- Es bueno aclarar que Jordi, ha sido víctima, no sólo del acto criminal en su
contra, sino también del sistema social imperante en el país que ha hecho
posible el agrietamiento de las instituciones y su infuncionalidad.
7.- He dicho que el caso de mi hijo se ha
alargado ante los tribunales por
una falla sistémica, porque si existiera en el país un
Colegio de Abogados con un tribunal disciplinario útil, y un eficiente Consejo Nacional de la
Defensoría Pública, el caso hubiera concluido desde hace mucho tiempo.
8.- Pero de la
misma forma que Jordi fue víctima de una acción criminal en la modalidad de
sicariato, también ha sido perjudicado
por lo inefectivo del Colegio
de Abogados y su tribunal disciplinario,
la cooperación de la Oficina Nacional de la Defensa Pública con Adriano Román,
y la falta de vigilancia del Consejo Nacional de la Defensa Pública.
9.- Por encima
de las debilidades del Código Procesal Penal,
que favorecen a los delincuentes; la complicidad de la Oficina de la
Defensa Pública, la ineficacia del
Colegio de Abogados y su Tribunal Disciplinario, y la indiferencia del Consejo Nacional de la
Defensa Pública, el deber me ha
impuesto estar ahí, sin vacilación
alguna, al lado de mi hijo, reclamando
justicia sin importar las fallas del
sistema procesal, ni las complicidades
que se han dado con los que quisieron
asesinar a mi hijo. Además, todos los plazos se vencen, las chicanas se agotan y el momento de
Jordi respirar en paz, al igual que toda
nuestra familia, no está lejano.
Santiago de los Caballeros,
2 de junio de
2016.