Por:
Ramón Antonio Veras.
1.- La llegada de un nuevo año me da más
confianza para continuar reclamando justicia en el caso de la tentativa de
asesinato contra mi hijo Jordi; la
esperanza en alcanzar lo que es un deseo legítimo, fortalece mi convicción de que ha de imponerse la ley,
me alienta para permanecer con la creencia de que no va a imponerse la
impunidad.
2.-
La tardanza que alegremente persiguen los que se asociaron para matar a Jordi,
no será un obstáculo para que la vara de la justicia les alcance. La demora en
la sentencia final jamás me desviará del objetivo de que el que pagó para el crimen, y los que lo
planificaron y ejecutaron,
reciban la sanción que merecen. El tardar el proceso no va a
impedir que prevalezca la ley, el
derecho y la sana justicia.
3.-
Aunque han transcurrido 67 meses desde el 2 de junio de 2010, fecha que fue
ejecutada la tentativa de asesinato contra Jordi, nunca ha estado presente en
mi, la desesperación, el abatimiento ni la desmoralización; me mantengo sereno, animado y lleno de aliento.
No renunciaré nunca, ni abandonaré
jamás reclamar justicia; la
consternación producida por el hecho contra mi hijo, no me impone
la resignación.
4.-
La acción criminal contra Jordi, puso de manifiesto que una forma nueva de
delincuencia, amparada en el dinero, había hecho acto de presencia en el país,
para matar, desalentar y amedrentar a los hombres y mujeres de bien. Pero la
sociedad dominicana debe estar consciente de que el pistoletazo nunca puede
llevar a este medio social a aceptar que el crimen pagado
imponga la postración, la tristeza y
el desanimo.
5.- Por muy deteriorado que está el círculo dominicano, la criminalidad no puede
imponerse al deseo de los que
aspiramos a vivir en un ambiente de seguridad, y que el
pago de la tarifa de los sicarios
rompa el derecho a la vida, la tranquilidad, y a no estar en permanente estado
de peligrosidad, en constante sobresaltos,
dominados por el susto, horror y espanto.
6.-
De la misma forma que los que trataron de asesinar a Jordi, rompieron la existencia serena de mi
familia, el crimen organizado ha quitado a la sociedad dominicana placidez,
relajación y la quietud que merece. La responsabilidad cívica y ciudadana nos
impone no entregar el espacio de la seguridad a los asesinos por
encargo, a los que ejecutan crímenes de diferentes facturas.
7.-
Lo que en verdad se llama pueblo dominicano, tiene derecho a disfrutar de
tranquilidad, orden y sosiego; a no
permanecer trastornado e impaciente por
el crimen, el sicariato que sólo
sabe crear perturbación y contratiempo social. El fastidio de los antisociales
está llevando a la comunidad decente a
constante conmoción, con los ánimos alterados, a punto de perder el juicio.
8.- En forma reiterada he dicho que mantenerme
firme reclamando justicia en el caso de mi hijo, es una cuestión de honor. La
consideración que reclamo para todos los
seres humanos, la exijo sin limitación alguna
para mi familia, y al actuar así
no hago otra cosa que actuar
conforme mi sentido del valor de la
vida de la especie humana, sin distinción de clase, etnia o condición social.
Santiago
de los Caballeros,
2
de enero de 2016.