miércoles, 6 de enero de 2016

A los 67 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi


 Por: Ramón Antonio Veras.

1.-  La llegada de un nuevo año me da más confianza para continuar reclamando justicia en el caso de la tentativa de asesinato contra mi  hijo Jordi; la esperanza en alcanzar lo que es un deseo legítimo, fortalece  mi convicción de que ha de imponerse  la ley,  me alienta para permanecer con la creencia de que no va a imponerse la impunidad.

2.- La tardanza que alegremente persiguen los que se asociaron para matar a Jordi, no será un obstáculo para que la vara de la justicia les alcance. La demora en la sentencia final jamás me desviará del objetivo de que  el que pagó para el crimen, y los que  lo  planificaron  y ejecutaron, reciban  la sanción  que merecen. El tardar el proceso no va a impedir que  prevalezca la ley, el derecho y la sana justicia.

3.- Aunque han transcurrido 67 meses desde el 2 de junio de 2010, fecha que fue ejecutada la tentativa de asesinato contra Jordi, nunca ha estado presente en mi, la desesperación, el abatimiento ni la desmoralización; me  mantengo sereno, animado y lleno de aliento. No renunciaré  nunca, ni abandonaré jamás  reclamar justicia; la consternación  producida por el  hecho contra mi hijo, no  me impone  la resignación.

4.- La acción criminal contra Jordi, puso de manifiesto que una forma nueva de delincuencia, amparada en el dinero, había hecho acto de presencia en el país, para matar, desalentar y amedrentar a los hombres y mujeres de bien. Pero la sociedad dominicana  debe estar  consciente de que el pistoletazo nunca puede llevar a  este  medio social a aceptar que el crimen pagado imponga   la postración,  la tristeza y  el desanimo.

5.-  Por muy deteriorado  que está el círculo   dominicano, la criminalidad no puede imponerse al deseo de los  que aspiramos   a vivir en un  ambiente de seguridad,  y  que  el  pago de la tarifa de los  sicarios rompa el derecho a la vida, la tranquilidad, y a no estar en permanente estado de peligrosidad, en constante sobresaltos,  dominados por  el susto,  horror y espanto.

6.- De la misma forma que los que trataron de asesinar a  Jordi, rompieron la existencia serena de mi familia, el crimen organizado ha quitado a la sociedad dominicana placidez, relajación y la quietud que merece. La responsabilidad cívica y ciudadana nos impone  no entregar  el espacio de la seguridad a los asesinos por encargo, a los que ejecutan crímenes de diferentes facturas.

7.- Lo que en verdad se llama pueblo dominicano, tiene derecho a disfrutar de tranquilidad, orden  y sosiego;  a no  permanecer trastornado e impaciente por  el crimen,  el sicariato que sólo sabe crear perturbación y contratiempo social. El fastidio de los antisociales está  llevando a la comunidad decente a constante conmoción, con los ánimos alterados, a punto de perder el juicio.

8.-  En forma reiterada he dicho que mantenerme firme reclamando justicia en el caso de mi hijo, es una cuestión de honor. La consideración  que reclamo para todos los seres humanos, la exijo sin limitación alguna  para mi familia, y al actuar así  no hago otra cosa que actuar  conforme mi  sentido del valor de la vida de la especie humana, sin distinción de clase, etnia o condición social.

Santiago de los Caballeros,

2 de enero de 2016.