Por: Ramón Antonio
Veras.
I.- El ambiente en
que vivimos genera inquietud
1.- Aquel que vive
en un lugar que habitualmente está en
situación de perturbación, se mantiene en desasosiego; el nerviosismo le
domina; la intranquilidad le daña su existencia, porque a cada instante la
turbación le toca su conciencia.
2.- Una persona normal no soporta un ambiente
perturbado; la serenidad desaparece del lugar caótico, que solo es propicio
para los revoltosos e insensatos; quien
aspira a vivir tranquilo, el medio
accidentado le resulta azaroso y procura abandonarlo para estar sosegado.
3.- Una vez el ser
humano conoce de algún acontecimiento, una sorpresa agradable, o experimenta un
disgusto, su estado de ánimo se altera,
se siente emocionado, de igual forma, el entusiasmo provoca emoción, conmociona.
4.- Un medio
social puede convertirse en caldo de cultivo para agobiar; en un centro que
produce tensión nerviosa; lugar ideal
para causar estrés y llevar a los miembros de la comunidad a mantenerse
angustiados e inquietos.
II.- Tesis erradas
5.- La
irritación impulsa a demostrar
inconformidad y lleva a
los indignados a la desesperación, que les induce a cometer errores en el método aplicado como respuesta al hecho
que motiva el disgusto.
6.-
Históricamente, los pueblos han utilizado diferentes formas para
manifestar su indignación ante una realidad, o
fenómeno social, y el enojo
lo expresan en forma pacífica o violenta, abierta o encubierta.
7.- En el siglo
XIX, artesanos ingleses ejecutaron amplias protestas como respuesta a la introducción, en las grandes fábricas, de máquinas,
porque veían en estas las causas de sus despidos o imposible acceso al
empleo. Este se conoce en el movimiento obrero como
ludismo.
8.- Los anarquistas, abrazan el anarquismo invocando
la libertad y los derechos ilimitados del individuo, y sostienen que el
Estado es el culpable de todos los
males y que, por tanto, hay que destruirlo.
9.- El
sufragismo, un movimiento feminista bregaba por los derechos electorales de las
mujeres, pero sin enfrentar el régimen social del cual deriva
la discriminación de la mujer en
lo económico, social y político.
10.- En el
movimiento de los trabajadores, a nivel sindical, existe la corriente del
sindicalismo, que propugna por mantener la lucha de los trabajadores en el plano sindical, y no en el
terreno político, que es lo único que
libera a la clase obrera, la que
no excluye la sindical. La
acción política guía a la
liberación, la sindical a la
sujeción al sistema de dominación.
11.- El terrorismo
es una corriente aventurera, aislada de las masas populares; caracterizado por
acciones ineficaces. Sólo el movimiento del pueblo puede considerarse como
lucha política correcta.
III.- Un medio
social que irrita
12.- En diferentes
etapas de su vida política, los pueblos
pasan por momentos difíciles en
el orden social y económico,
cuando salen a flote toda
una serie de taras que ponen
de manifiesto la enfermedad del sistema social imperante.
13.- Muchas
personas, en estado de ahogo por la
intranquilidad en que vivimos,
buscan aliviarse de
cualquier manera para superar
su desaliento; tratan de encontrar una alternativa a los fines de
liberarse de la desmoralización motivada por la descomposición social que las está llevando
al abatimiento.
14.- Por lo
regular, un ordenamiento económico basado en la desigualdad, está acompañado de
toda una serie de máculas que lo manchan
por todas partes, las cuales a
su vez crean malestar, irritan a la generalidad de los que componen la
sociedad.
15.- Es difícil
vivir en un país donde no hay seguridad personal ni de bienes; la vida tiene un
precio en las tarifas de los sicarios; el narcotráfico influye en la
economía y la política; los asaltos y atracos forman parte de la cotidianidad;
es común
el secuestro de adultos y ancianos; los instrumentos legales favorecen a los delincuentes de cuello blanco y sucio; el fenómeno de la
corrupción es más poderoso que todas las
instituciones; enfermedades previsibles afectan a miles y matan a decenas; la degradación moral permea a toda la
sociedad, en fin, en una nación en la cual de 100 maestros que se someten a una prueba, el 71 % resulta reprobado.
16.- El sistema
social que padecemos los dominicanos y dominicanas, al estar fundamentado en la desigualdad, está unido en forma indisoluble a
corrupción, perversión, desenfreno, degeneración y otros vicios que le
son propios.
17.- Los
privilegios que traen consigo las
diferencias sociales, motivan desaliento
y disgustos que, unidos a los males
sociales, crean en el
seno de la sociedad un ambiente propicio para la desmoralización.
18.- La
exasperación va apoderándose poco a poco
de amplios segmentos de la sociedad,
que consideran que cualquier medio es correcto para hacerle frente a la situación. De ahí que algunos
grupos caen en abrazar la errada tesis
de que el fin justifica los medios.
IV.- En la
degradación es difícil vivir personas
decentes
19.- La
reacción del ser humano ante algo que le crea desazón se comprueba tomando en cuenta su
repulsa, la muestra de resistencia a
aceptar resignado aquello que le enoja y
le lleva a la indignación.
20.- Un análisis
sereno y desapasionado de la degradación
que está viviendo hoy la sociedad
dominicana, nos permite comprender la
forma como reaccionan algunos sectores que
indignados demuestran sentirse hastiados, cansados de las cosas feas que a diario
ocurren y que enfadan hasta el más impasible.
21.- Una persona
de buenos sentimientos y correcto proceder, no se siente a gusto viviendo en este ambiente de criminalidad,
inseguridad e impunidad. La
indiferencia, la apatía es extraña
a quien ajusta sus actos a la
convivencia decente y civilizada.
22.- Aquel que
cree en el honor, el decoro, la justicia
y la honra, se molesta cuando advierte
que se está moviendo en un fango, un medio social en el cual se santifica la
bajeza, la indecencia y la canallada.
No cuadra en la misma persona la ruindad
y la nobleza.
23.- El entorno que
nos encontramos no es el ideal para personas
educadas en el proceder con moralidad; lo que las impulsa a procurar
cambio en la situación actual. Lo mejor
del país quiere reivindicar su derecho a vivir bajo un estado real de derecho,
no en una ficción de garantías.
24.- Debemos reconocer que estamos
conviviendo el obsceno y el decente, el
indecoroso y el honrado, el decoroso y el grosero; es aceptado el que hace lo
prohibido y el justo, el
encantador y el vulgar, el digno y el repugnante, el que agrada y el que irrita.
25.- El sentir de
amplios sectores de la sociedad dominicana es que aquí se ha hecho difícil vivir, que la
felicidad se ha perdido, que
estar contento es cuestión del pasado, porque la incertidumbre está creando descontento, desventura y
tristeza.
26.- El estado de
malestar, el hastío del pueblo
dominicano ante la situación de descalabro, es el resultado del cansancio generado por tantas y tantas cosas
desagradables que han ocurrido y
ocurren sin que en lo inmediato se vea solución alguna.
V.- El pueblo está
desesperado
27.- La
intranquilidad que padece una gran parte de nuestro pueblo, fruto del embrollo
que le afecta, lo
lleva a actuar en forma
emocional; la pasión se impone a la serenidad, y lo sentimental predomina ante lo racional.
28.- El
desaliento, el abatimiento lo manifiestan mujeres y hombres del país que, desilusionados por el descalabro ético y moral, expresan pesar diciendo: “esto se jodio”;
“aquí no se puede vivir”, este país hay que dejárselo a los ladrones; hay que
cerrar el congreso; “no votaré en las
próximas elecciones”.
29.- El desaliento
lleva a quienes proceden dominados por
la emoción, a buscar salidas
desesperadas que en nada contribuyen a
enfrentar con éxito los problemas
sociales generados por el decadente
sistema que motiva angustia y
abatimiento.
30.- Algunos
grupos de alto poder económico, ante el
temor de enfrentar el poder
político, reaccionan indignados manifestándose, por órgano de sus más calificados dirigentes
empresariales, impugnando la corrupción y otras lacras sociales; mientras que otros sectores sociales,
víctimas de la marginación que les condena el sistema, llegan hasta
el suicidio, algo que ha sido
recurrente en los últimos tiempos en nuestro país.
31.- Los momentos
de degradación moral no se enfrentan actuando motivados por malhumor ni
desesperación; la tosquedad impide el análisis sereno, la impaciencia induce al
error, la irritación impide la dirección correcta, la desazón nos lleva a la
imprudencia y al fracaso.
32.- El estado de
agobio que causa lo infame hay que
superarlo con bríos, con el ímpetu que
motiva querer vivir libre de perversión,
ignominia y depravación. La deshonra, la canallada no puede estar por
encima de lo bondadoso y honorable.
33.- Caer en la
postración, en la tristeza, conduce al hundimiento; sería el triunfo del
alicaído frente al entusiasmado,
sobresalir el derribado ante el alentado;
frente a lo negativo de la
sociedad, no debemos jamás abdicar; la
renuncia equivale a la entrega, a la
aceptación de lo que estamos en el deber de enfrentar y vencer.
34.- Los fenómenos
sociales tienen solución cuando son enfrentados con acciones colectivas, por el
actuar certero de las masas populares, correctamente dirigidas por sus más
consecuentes líderes.
Reflexiones
a.- Por puro capricho no cambia el estado anímico
de un pueblo; algo muy fuerte tiene que
haber ocurrido o estar ocurriendo, para
que cambie el comportamiento de los
dominicanos y las dominicanas; la modificación de lo adquirido por costumbre
sólo es posible por una influencia exterior que lleva al sujeto a deshabituarse, para
familiarizarse con otra forma de actuar.
b.- En toda lucha
política y social debe aplicarse la vía correcta para obtener resultados
positivos, pues de lo contrario se cae en el
abatimiento, hasta llegar a la postración. Cada
momento de acción impone una
orientación certera, que se convierte en conveniente con los resultados positivos
esperados.
b.- La repulsa, el
rechazo a la situación de indignidad que estamos viviendo, no puede enfrentarse con resabios. Este ambiente asqueante hay
que combatirlo con métodos políticos
adecuados; con el apoyo de los mejores,
aquellos que les repugna lo asqueroso, el deshonor, la perversión y todo lo que
huele a corrupción.
c.- Por muy loable
que sea una actividad política destinada a enfrentar un fenómeno social,
la misma está condenada al
fracaso, si no se ejecuta en el momento oportuno y con los métodos apropiados.
Lo meritorio, lo encomiable se determina por el logro alcanzado.
d.- La desfachatez
irrita, pero no se combate bajo estado de ira. El impudor y el tupé se rechazan motorizando acciones de personas de
vergüenza y honor. Por muy descarados que actúen los vagabundos, su proceder
perturbador e infame nunca llega a predominar en la sociedad por muy averiada
que esté.
e.- El desaliento
no contribuye a generar los cambios que precisa la sociedad dominicana para
salir del atolladero que nos encontramos. Por muy nocivo que esté un medio social,
siempre es posible encontrar la
vía para que impere lo sano.
f.- Por muy
profundo que sea el descalabro moral actual, no podemos caer en la
desesperación y desaliento; debemos
accionar para superar esta situación,
sin caer en el desconcierto; no
debemos actuar influenciados por la
turbación y el desbarajuste.
g.- El pueblo
dominicano ha pasado por momentos difíciles y los ha superado; y ahora
saldrá nuevamente adelante confiando en sus propias fuerzas; su ánimo, su deseo de una vida mejor se ha de imponer con el esfuerzo de los que aquí son los más; con el vigor que le da
la justeza de su lucha por construir un
mejor país.
h.- Por muy
difícil que se presente la situación de desmoronamiento social, las
convicciones cívicas y democráticas de nuestro pueblo tienen que ponerse en
tensión para enfrentarlas, accionar para oponerse con firmeza y solidez hasta que
logremos recuperar lo decente, recatado y púdico.
i.- Ante la
embestida que ha hecho aquí la corrupción, arropando la sociedad entera,
en lugar de timidez y debilidad, a ella
hay que demostrarle que tiene
adversarios, contrincantes dispuestos a hacerle frente, acometer para eliminarla conjuntamente con el sistema
que le sirve de soporte.
j.- Los procesos
sociales transformadores son la obra de aquellos que están dispuestos al rechazo, a la impugnación de lo
vigente nocivo, que genera disgusto por decadente, indecente y reprensible.
k.- Mientras más
difícil es la situación de un país, con más serenidad hay que actuar, porque
una acción bajo impulso imprevisto conduce al desatino, a hacer disparates que hacen daño al proceso de adecentamiento
social. La disconformidad no se vence con arrebatos aventureros; la política
seria no es para aquellos que se
ciegan por la emoción, la cual guía a la
torpeza, a riesgos y contingencias.
Santiago de los
Caballeros,
16 noviembre de
2015.