lunes, 16 de noviembre de 2015

La dominicana: una sociedad asfixiante

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- El ambiente en que vivimos  genera inquietud

1.- Aquel que vive en un lugar que habitualmente está en  situación  de perturbación,  se mantiene en desasosiego; el nerviosismo le domina; la intranquilidad le daña su existencia, porque a cada instante la turbación le toca su conciencia.

2.-  Una persona normal no soporta un ambiente perturbado; la serenidad desaparece del lugar caótico, que solo es propicio para los  revoltosos e insensatos; quien aspira a vivir tranquilo, el  medio accidentado le resulta azaroso y procura abandonarlo  para estar sosegado.

3.- Una vez el ser humano conoce de algún acontecimiento, una sorpresa agradable, o experimenta un disgusto,  su estado de ánimo se altera, se siente emocionado, de igual forma, el entusiasmo  provoca emoción,  conmociona.

4.- Un medio social puede convertirse en caldo de cultivo para agobiar; en un centro que produce tensión  nerviosa; lugar ideal para causar estrés y llevar a los miembros de la comunidad a mantenerse angustiados e inquietos.

II.- Tesis erradas
5.- La irritación  impulsa a demostrar inconformidad y   lleva  a  los  indignados  a la desesperación, que les induce  a cometer errores  en el método aplicado como respuesta al hecho que motiva el disgusto.

6.- Históricamente, los pueblos han utilizado diferentes formas para manifestar  su indignación  ante una realidad,  o  fenómeno social, y el  enojo lo  expresan  en forma pacífica  o violenta, abierta  o encubierta.

7.- En el siglo XIX, artesanos ingleses ejecutaron amplias protestas como  respuesta a la introducción, en las grandes fábricas,  de máquinas,  porque veían en estas las causas de sus despidos o imposible acceso al empleo.   Este  se conoce en el movimiento obrero como ludismo.

8.-  Los anarquistas,  abrazan el anarquismo  invocando  la libertad y los derechos ilimitados del individuo, y sostienen que el Estado es el  culpable de todos los males  y que,  por tanto, hay que destruirlo.

9.- El sufragismo,  un movimiento feminista  bregaba por los derechos electorales de las mujeres,  pero sin  enfrentar el régimen  social del cual  deriva  la discriminación  de la mujer en lo económico, social y político.

10.- En el movimiento de los trabajadores, a nivel sindical, existe la corriente del sindicalismo, que  propugna por  mantener la lucha  de los trabajadores en el plano  sindical, y no  en  el terreno político,  que es lo único que libera  a la clase obrera,  la que  no excluye la sindical. La  acción  política guía a la liberación, la sindical  a la sujeción  al sistema de dominación.

11.- El terrorismo es una corriente aventurera, aislada de las masas populares; caracterizado por acciones ineficaces. Sólo el movimiento del pueblo puede considerarse como lucha política correcta.

III.- Un medio social que irrita
12.- En diferentes etapas de su vida política, los pueblos  pasan por  momentos difíciles en el  orden social  y económico,  cuando salen  a flote  toda  una serie de taras  que  ponen  de manifiesto la enfermedad del sistema social imperante.

13.- Muchas personas,  en estado de ahogo por la intranquilidad en que vivimos,  buscan  aliviarse de cualquier  manera para  superar   su desaliento; tratan de encontrar una alternativa a los fines de liberarse de  la  desmoralización motivada  por la descomposición social que las  está llevando  al abatimiento.

14.- Por lo regular, un ordenamiento económico basado en la desigualdad, está acompañado de toda una serie de máculas que lo manchan  por todas partes,   las cuales a su vez crean malestar,  irritan  a la generalidad de los que componen la sociedad.

15.- Es difícil vivir en un país donde no hay seguridad personal ni de bienes; la vida tiene un precio en las  tarifas de los   sicarios; el narcotráfico influye en la economía y la política; los asaltos y atracos forman parte de la cotidianidad; es  común  el secuestro de adultos y ancianos; los instrumentos legales  favorecen a los delincuentes de  cuello blanco y sucio; el fenómeno de la corrupción es más poderoso que todas  las instituciones; enfermedades previsibles afectan a miles y matan a decenas;  la degradación moral permea a toda la sociedad, en fin, en una nación en la cual de 100 maestros que se someten  a una prueba, el  71 % resulta reprobado.

16.- El sistema social que padecemos los dominicanos y dominicanas, al estar  fundamentado en la desigualdad,  está unido en forma indisoluble   a  corrupción, perversión, desenfreno, degeneración y otros vicios que le son propios.

17.- Los privilegios que traen  consigo las diferencias sociales,  motivan desaliento y disgustos que,  unidos  a los males   sociales,  crean  en el  seno de la sociedad un ambiente propicio para la desmoralización.

18.- La exasperación va apoderándose poco a poco   de amplios segmentos de la sociedad,  que consideran que cualquier medio es correcto para hacerle  frente a la situación. De ahí que algunos grupos caen  en abrazar la errada tesis de que  el fin  justifica los medios.


IV.- En la degradación es difícil  vivir personas decentes

19.- La reacción  del ser humano ante  algo que le crea desazón  se comprueba tomando en cuenta su repulsa,  la muestra de resistencia a aceptar resignado aquello que le  enoja y le lleva a la indignación.

20.- Un análisis sereno y desapasionado de la  degradación que está viviendo hoy  la sociedad dominicana,  nos permite comprender la forma  como  reaccionan algunos sectores que indignados  demuestran  sentirse hastiados,  cansados de las cosas feas que a diario ocurren y que  enfadan  hasta el más impasible.

21.- Una persona de buenos sentimientos y correcto proceder, no se siente a gusto  viviendo en este ambiente de criminalidad, inseguridad e impunidad. La  indiferencia, la apatía es extraña  a quien  ajusta sus actos a la convivencia decente y civilizada.

22.- Aquel que cree en el honor, el decoro, la  justicia y  la honra, se molesta cuando advierte que  se está moviendo en un fango,  un medio social en el cual se santifica la bajeza, la indecencia  y la canallada. No  cuadra en la misma persona la ruindad y la nobleza.

23.- El entorno que nos encontramos no es el ideal para personas  educadas en el proceder con moralidad; lo que las impulsa a procurar cambio  en la situación actual. Lo mejor del país quiere reivindicar su derecho a vivir bajo un estado real de derecho, no en una  ficción  de garantías.

24.-  Debemos reconocer que estamos conviviendo  el obsceno y el decente, el indecoroso y el honrado, el decoroso y el grosero; es aceptado el que  hace lo  prohibido y el  justo, el encantador y el vulgar, el digno y el repugnante, el que  agrada y el que irrita.

25.- El sentir de amplios sectores de la sociedad dominicana es que  aquí se ha hecho difícil vivir,  que la  felicidad se ha perdido, que  estar contento es cuestión del pasado, porque  la incertidumbre  está creando descontento, desventura y tristeza.

26.- El estado de malestar, el hastío  del pueblo dominicano ante la  situación  de descalabro, es el  resultado del cansancio  generado por tantas y tantas cosas desagradables que  han ocurrido y ocurren  sin  que en lo inmediato se vea solución alguna.

V.- El pueblo está desesperado

27.- La intranquilidad que padece una gran parte de nuestro pueblo, fruto del embrollo que le  afecta,  lo  lleva  a actuar en forma emocional; la pasión se impone a la serenidad, y  lo sentimental predomina ante lo racional.

28.- El desaliento, el abatimiento lo manifiestan mujeres y hombres del país que,   desilusionados   por el descalabro ético y moral,  expresan pesar diciendo: “esto se jodio”; “aquí no se puede vivir”, este país hay que dejárselo  a los ladrones; hay   que  cerrar el congreso; “no votaré en las  próximas  elecciones”.

29.- El desaliento lleva a quienes proceden dominados  por la emoción,  a buscar salidas desesperadas que en nada contribuyen  a enfrentar con éxito los problemas  sociales generados por el decadente   sistema que   motiva angustia y abatimiento.

30.- Algunos grupos de alto poder económico,  ante el temor de enfrentar  el poder político,  reaccionan indignados  manifestándose,   por órgano de sus más calificados dirigentes empresariales, impugnando la corrupción y otras lacras sociales;   mientras que otros sectores sociales, víctimas  de la marginación que les  condena el sistema,  llegan hasta  el suicidio, algo  que ha sido recurrente  en  los últimos tiempos en nuestro país.

31.- Los momentos de degradación moral no se enfrentan actuando motivados por malhumor ni desesperación; la tosquedad impide el análisis sereno, la impaciencia induce al error, la irritación impide la dirección correcta, la desazón nos lleva a la imprudencia y al fracaso.                  

32.- El estado de agobio que causa lo infame  hay que superarlo con bríos,  con el ímpetu que motiva querer vivir libre de perversión,    ignominia y  depravación. La  deshonra, la canallada no puede estar por encima de lo bondadoso y honorable.       

33.- Caer en la postración, en la tristeza, conduce al hundimiento; sería el triunfo del alicaído frente al entusiasmado,  sobresalir el  derribado ante el  alentado;  frente a lo negativo    de la sociedad, no  debemos jamás abdicar; la renuncia equivale  a la entrega, a la aceptación de lo que estamos en el deber de enfrentar y  vencer.

34.- Los fenómenos sociales tienen solución cuando son enfrentados con acciones colectivas, por el actuar certero de las masas populares, correctamente dirigidas por sus más consecuentes  líderes.

Reflexiones
a.-  Por puro capricho no cambia el estado anímico de un pueblo; algo  muy fuerte tiene que haber ocurrido o estar ocurriendo, para  que cambie el comportamiento de los  dominicanos  y las dominicanas;  la modificación de lo adquirido por costumbre sólo  es posible por una  influencia exterior que lleva  al sujeto a deshabituarse, para familiarizarse con otra forma de actuar.

b.- En toda lucha política y social  debe aplicarse  la vía correcta para obtener resultados positivos, pues de lo  contrario  se cae en el  abatimiento, hasta llegar a la postración.  Cada  momento de acción  impone una orientación  certera, que se convierte en  conveniente con los resultados positivos esperados.

b.- La repulsa, el rechazo a la situación de indignidad que estamos viviendo, no  puede enfrentarse  con resabios. Este ambiente asqueante hay que  combatirlo con métodos políticos adecuados; con el apoyo de los  mejores, aquellos que les repugna lo asqueroso, el deshonor, la perversión y todo lo que huele a corrupción.

c.- Por muy loable que sea una actividad política destinada a enfrentar un fenómeno  social,  la misma está  condenada al fracaso, si no se ejecuta en el momento oportuno y con los métodos apropiados. Lo  meritorio,  lo encomiable se determina por el  logro alcanzado.

d.- La desfachatez irrita, pero no se combate bajo estado de ira. El  impudor y el tupé se rechazan   motorizando acciones de personas de vergüenza y honor. Por muy descarados que actúen los vagabundos, su proceder perturbador e infame nunca llega a predominar en la sociedad por muy averiada que esté.

e.- El desaliento no contribuye a generar los cambios que precisa la sociedad dominicana para salir  del atolladero que nos  encontramos. Por muy nocivo que esté un medio  social,  siempre  es posible encontrar la vía para que impere lo sano.

f.- Por muy profundo que sea el descalabro moral actual, no podemos caer en la desesperación y desaliento;  debemos accionar para superar esta situación,  sin caer en el  desconcierto; no debemos  actuar influenciados por la turbación y el desbarajuste.

g.- El pueblo dominicano ha pasado por momentos difíciles y los ha superado;  y ahora  saldrá nuevamente adelante confiando en sus propias fuerzas;   su ánimo, su deseo de una  vida mejor se ha  de imponer con el esfuerzo de los  que aquí son los más; con el vigor que le da la justeza  de su lucha por construir un mejor país.

h.- Por muy difícil que se presente la situación de desmoronamiento social, las convicciones cívicas y democráticas de nuestro pueblo tienen que ponerse en tensión  para enfrentarlas, accionar  para oponerse con firmeza y solidez hasta que logremos recuperar lo decente, recatado y púdico.

i.- Ante la embestida que ha hecho  aquí   la corrupción, arropando la sociedad entera, en  lugar de timidez y debilidad, a ella hay que demostrarle que tiene  adversarios, contrincantes dispuestos a hacerle  frente, acometer  para eliminarla conjuntamente con el sistema que le sirve de soporte.     

j.- Los procesos sociales transformadores son la obra de aquellos que están  dispuestos al rechazo, a la impugnación de lo vigente nocivo,  que genera disgusto  por decadente, indecente y reprensible.

k.- Mientras más difícil es la situación de un país, con más serenidad hay que actuar, porque una acción bajo impulso imprevisto conduce al desatino, a hacer disparates  que hacen daño al proceso de adecentamiento social. La disconformidad no se vence con arrebatos aventureros; la política seria  no es para aquellos que se ciegan  por la emoción, la cual guía a la torpeza, a  riesgos y contingencias.


Santiago de los Caballeros,

16 noviembre de 2015.