jueves, 12 de noviembre de 2015

Es un deber cívico denunciar la mediocridad

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Sentimientos diferentes en un mismo espacio

1.-  En una sociedad humana como la nuestra,  con estructura clasista heterogénea, convergen personas que anidan  ideas  muy diversas, que van desde altruistas, pasando por egoístas hasta llegar a diabólicos.

2.- Así como hay sujetos  con sentimientos variados, también tenemos en nuestro medio entes sociales con conductas disímiles, por lo que no resulta fácil  establecer relaciones en base al afecto y la sinceridad recíproca. 

3.-  La desigualdad de conductas en el entorno  hace posible la existencia de miembros con los más variados vicios sociales, entre los que sobresalen intrigantes, chismosos, tergiversadores, escabrosos, incómodos, fastidiosos, puntillosos y quisquillosos.

4.- En ese mosaico de desagradables e irritantes, estamos obligados a movernos porque, quiérase o no, la convivencia civilizada impone la tolerancia. La sociabilidad manda la deferencia y llaneza, aunque sin caer en zalamería ni blandura.

5.- Partiendo de la realidad de nuestro medio social, debemos estar  preparados para tratar a quienes viven  listos para mosquear sin razón, golpear a quienes buscan acariciarles, calumniar al que trata  de ensalzar, vapulear al que procura aplaudirle, en fin, de un momento a otro nos encontramos que  somos odiados por aquel  a quien  demostramos cariño y amistad entrañable.

II.- Los que nada hacen, pero critican al que  hace

6.- He escrito los párrafos anteriores con el fin  de ubicar al lector o lectora en el sentido de que estamos en un ámbito  en el cual, sin darnos cuenta, a diario tratamos con personas a las cuales creemos bien  conocer, pero en un abrir  y cerrar de ojos comprobamos que no, que estábamos equivocados, que  a  quienes creíamos  sinceros son falsos; que son de  los quisquillosos que no  hacen  ni dejan hacer, no  lavan ni prestan la batea,  no dan ni dicen dónde hay, en sí, no son ni fu ni fa.

7.- Es el caso, por ejemplo, de muchas personas que tienen facilidad para transmitir su pensamiento por medio de la escritura, pero  no lo hacen  por falta de tiempo, dejadez o por  cualquier otra  causa de índole personal; otros no escriben por falta de talento; y algunos por falta de calidad y autoridad moral para abordar temas que,  aunque son de su interés,  se sienten impedidos de abordarlos porque  están  descalificados para hacerlo.

8.- Algunos que están inhabilitados para escribir sobre asuntos relacionados con las lacras que ponen en evidencia la podredumbre, el descalabro ético y moral de la sociedad dominicana, se contentan  con criticar en forma solapada como verdaderos socarrones, a los que  pueden escribir porque tienen la facilidad y posibilidad de hacerlo libremente, porque  de  las manos de donde salen sus escritos,  pueden ser abiertas y de ellas no cae al suelo sangre, ni dinero robado al erario ni al sector privado.

9.- Libre no es el ser humano que dice serlo, sino aquel que puede ejercer la libertad,  y cuando la practica hablando o escribiendo su palabra no vuelve atrás; porque  es la verdad o su verdad. No se puede escribir por sumisión o encargo, con limitación  y por requisito, formalismo o ejercicio intelectual.

III.- La libertad  para escribir

10.- Particularmente yo, en el curso de mi vida he escrito  exponiendo honradamente, de buena fe lo que  creo es la verdad, y cuando me he equivocado no he tenido el menor reparo en rectificar, porque nunca me he creído poseedor  de la verdad absoluta.

11.- En los últimos años,  mis escritos, los he elaborado pensando en mis nietas y nietos, más que en otra cosa. Mis ideas  las vierto con la creencia de que pueden llegarles, aunque no estoy muy  convencido de que  así sea; pero por lo menos me siento bien sabiendo que hago el esfuerzo de que mi descendencia más cercana en el mañana tenga  a su alcance las ideas que yo sostenía en la sociedad que me correspondió vivir   al final de mi existencia.

12.- Sin pensar en el  qué dirán los mezquinos y resentidos,   trato de  aprovechar el tiempo que me queda de vida y lucidez,  para hacer del conocimiento de los míos la forma como veo la sociedad dominicana ahora, la cual pinta un cuadro desolador  en  lo ético y moral, por lo menos para cualquier ciudadano o ciudadana que aspira vivir en un  ambiente de decencia,  no impúdico como el que ahora  predomina aquí.

13.- Al igual que cualquier abuela o abuelo, me siento bien  cuantas veces dirijo   mis ideas a quienes aspiro a que en el  mañana se comporten como hombres y mujeres  de bien,  que puedan ser modelo de lo que  muchos dominicanos y dominicanas queremos sea nuestro país y que  no hemos logrados  por razones ajenas  a nuestra voluntad.

14.- Sé que se sienten mal aquellos que con su  sucio proceder han contribuido  a que  el medio dominicano de hoy sea apestoso, fétido   en lo ético  y moral;  ellos maldicen a aquel que por medio de escritos quita el velo, el manto que cubre la sucieza que apesta a lo mejor y sano del país.

IV.- Los  farsantes  y francotiradores aquí

15.- Por el hecho de que los autores y coautores del desastre nacional no están  en condiciones de levantar la voz para decir  que nos estamos  moviendo en su pantano social, y  por más  anatemas y murmuraciones que lancen, no  podemos ignorar  la realidad y  actuar como veleidosos, inconsistentes y  barcinos.

16.- Aquel que se ha dedicado  a hacer diabluras, a estar de crapuloso, granuja y siniestro, debe  mantenerse tranquilito, calladito  rumiando pesares, cuantas veces vea a  los que  con legítimo derecho le decimos  al país que este ambiente decadente, dañoso y en estado de descomposición, no puede seguir como hasta ahora,  que esto  hay que  cambiarlo para bien, para que  en el mañana sea bonito, agradable, viable, acogedor, libre de indignos, degenerados y envilecedores.

17.- La actitud ante la vida define a los seres humanos. El  quehacer diario sirve para  medir  la conducta, el comportamiento de las personas ante los hechos  que se dan en el medio donde desarrollan sus actividades. Aquel que ha sido indiferente, no  tiene nada que dejarle a la posteridad; se ha manejado como si fuera un anacoreta, un anodino.

18.-  Los francotiradores  les hacen un bien  a la sociedad, si ante la actitud  firme y decidida de otros, guardan silencio digno porque  no hicieron, no han hecho ni pueden  hacer lo que  les corresponde y  por ser   degenerados  están impedidos de bien  orientar a su comunidad.

19.- En todo el país abundan mujeres y hombres que generan fragancia, mientras otros son desodorantes; los hay odoríferos  y pestilentes. Lo mismo  puede decirse  de  que hay  luchadores y conciliadores, esforzados y  haraganes.

20.- En el medio  donde vivimos, hay miembros que  creen haber cumplido  con su deber  porque han   amasado  mucho dinero y  se han   comportado  simpáticos ante  los suyos, pero  se han mantenido al margen de la higienización de la sociedad que con  su proceder han hecho posible   los vicios sociales.  

21.- No están en el plano de los coherentes, aquellos que   han hecho de su accionar político un columpio, puro transfuguismo politiquero; moviéndose, bamboleándose entre el partido que está arriba y el que posiblemente suba. El tránsfuga y el desleal  van  de la mano, conspirando contra el noble, firme y leal.

Reflexiones
a.- Las transformaciones sociales nunca han  ocurrido al azar, sino  porque fuerzas motrices incubadas en el seno del mismo sistema en decadencia, han impulsado la rueda  que activa los cambios. Los actores que promueven el avance, alientan lo nuevo, fomentan lo positivo que ha de venir,   los transformadores  son los hombres y mujeres que con su accionar han escrito la historia de la humanidad.

b.- En la acera contraria a donde están los seres humanos que buscan alterar, mudar, en todo caso cambiar la actual realidad, se encuentran aquellos que hacen  de retranca para que continúe lo mismo, se mantenga lo añejo   y no surja lo nuevo, permanezca el atraso y no llegue el progreso.

c.- Entre  los que se interesan por la vigencia del  statu quo, para que prevalezca la mugre, la porquería, se encuentran los pusilánimes, que con argucia hacen críticas  alegres contra todo aquel que en forma abierta, responsable y seria quiere que lo nuevo, lo sano y moderno se imponga para superar lo inservible de la sociedad.

d.- De los que como buitres se alimentan de la podredumbre, no podemos esperar que quieran  cambie el actual ambiente  dominicano;  su lugar propio  es el de los cerdos, no el  de los seres humanos de conciencia y proceder aseado. No todos los miembros de la comunidad dominicana están diseñados para rechazar lo apestado, la fetidez que  hoy despide  el medio social dominicano.

e.- Desde el punto de vista de la higiene política, por más vueltas que podamos dar,  debemos reconocer que el entorno nuestro  está contaminado, el ambiente se mantiene a un nivel tal que da ganas de vomitar,  genera nausea. Esto sólo es tolerado  sin repugnancia  por los que bien lo saborean  por apetecer y digerir  lo podrido de un sistema social decadente.

f.- La sociedad dominicana es un escenario donde convergen fuerzas económicas, políticas y sociales que permite ver con  claridad la pugna entre los que quieren  que todo siga como está,  un pantano infectado por todo lo podrido; y aquellos que aspiran a un nuevo orden, en  el cual el pueblo se mueva   en aguas limpias, y no en las ahora  infectadas.

g.-  En lo que a mí respecta, dentro de mis posibilidades, y sin buscar   ni esperar nada material del Estado ni de particulares, en cada coyuntura de la vida política del país he actuado de frente, de cara al sol, con transparencia, exponiendo mis ideas sin cortapisas, sinuosidades ni muletillas.

h.- Para  ser  consecuente con mi forma de pensar, mientras esté formando parte del mundo de los vivos, y pueda accionar mis manos para escribir, estaré transmitiéndoles a mis nietas y nietos, lo que a diario veo, y que  a ellos   corresponde cambiar de sucio a limpio, de deshonesto a honesto,  de este medio pocilga, a un ambiente higiénico.

i.- Continuaré escribiendo como hasta ahora lo he hecho, haciendo caso omiso a los que se han limitado a criticar sin aportar, vituperar para confundir, y dañar para ocultar su responsabilidad en el desastre material y moral del país. Seguiré  exponiendo mis ideas, impugnando el latrocinio que  callan los que desde su poltronería vagabunda  se molestan porque  le  censuro  su podrida sociedad.

j.- Siempre me voy a sentir bien exponiendo sobre asuntos que considero sirven como  aporte para que  cambie la situación  de descomposición que hoy  se encuentra la sociedad dominicana, porque contribuir con proposiciones saludables sirve para comenzar a sentar las bases  para superar la estropeada etapa  que estamos viviendo.

k.- Creo en la franqueza y  he tratado de decir lo que pienso  conviene a mi país; no conozco la murmuración, la chismografía ni la calumnia, y  por  formación  personal desprecio la maledicencia, aunque he sido víctima de ella proveniente de simulados amigos.

l.- Lamentablemente, por más sinceridad que se le demuestra al que tiene por costumbre obrar sin lealtad, al final saca la felonía; el canalla, el felón vive dominado por la traición  que es la  sustancia que eleva su estado de ánimo hasta encumbrarlo en la cima de su trastada de falso.

ll.- Porque creo tener mi cabeza algo  amueblada, no me  voy a dejar perturbar  por los que  se mantienen apesadumbrados porque no tienen calidad ni autoridad para dirigirle a la parte sana de  la sociedad  mensajes de orientación,  decencia y honradez.  Los  liliputienses  siempre  están   moral y anímicamente  debajo de los  talones  de los pies  de aquellos que ven como gigantes.

m.- Todo lo que sea necesario y posible  hacer para que nos liberemos de la situación de mediocridad  que nos encontramos, debemos  hacerlo  sin pensar en el qué dirán los mezquinos, que sólo saben censurar a los que  se comportan con sentido de firmeza  y desprendimiento, procurando elevar y no reducir, porque merecemos vivir en un mejor país.

n.- Es duro reconocerlo, pero hay que decirlo sin tapujos:   toda  persona decente que hoy se mueve en la sociedad dominicana  debe estar   consciente de  que está pisando  un terreno de personas buenas, nobles, pero que en ese mismo espacio físico hay sujetos con condiciones  para convivir con ratas en una  alcantarilla; son de  conductas adecuadas para permanecer en vertederos como semovientes con algunos rasgos humanos.

ñ.- Al escribir con relación a la necesidad de adecentar la vida pública,  no busco reconocimientos, halagos, obsequios ni elogios; lo hago por  compromiso social y responsabilidad ciudadana. Me tienen sin cuidado  las críticas de los mediocres y el desdén de los malvados.

Santiago de los Caballeros,
9 de noviembre de 2015.