Por. Ramón Antonio Veras.
1.- Las sociedades
deterioradas en el orden material y espiritual, alojan en su seno toda clase de vicios, de
taras, y uno de ellos es la criminalidad
en sus diferentes modalidades; el medio social bajo el cual estamos viviendo los dominicanos en la presente coyuntura, no
escapa a esa situación.
2.- Partiendo de la
fea realidad antes descrita, en nuestro país cualquier familia está expuesta a
ser afectada por una acción de naturaleza
delincuencial; al seno de mi círculo familiar llegó la criminalidad el 2 de junio
de 2010, cuando mi hijo Jordi Veras Rodríguez, fue víctima de una tentativa de
asesinato.
3.- Una vez ocurre un
hecho criminal, lo que procede es la
investigación policial y judicial, y luego el proceso ante los tribunales; esos
difíciles caminos los hemos recorrido en
busca de que la vara de la justicia se
extienda y alcance a los responsables del operativo delincuencial del cual fue víctima Jordi.
4.- Momentos tormentosos, de tensión y aflicción hemos
tenido que pasar para que el que pagó y
los que materializaron la tentativa de
crimen contra Jordi, sean procesados y condenados, aunque sabemos que al
crimen organizado no resulta fácil aplicarle la ley, por las maniobras que utiliza y los recursos
de todo tipo de que dispone y utiliza en procura de evitar ser sancionado.
5.- La asociación de
malhechores que coordinó matar a Jordi, cumpliendo con los designios de Adriano
Román, en todo el curso del proceso
judicial en su contra ha utilizado todas clases de maniobras a los fines de
eternizar el conocimiento del caso.
6.- En los cincuenta y siete (57) meses
transcurridos desde que ocurrió el acto criminal contra Jordi, hemos permanecido
serenos, en calma, armados de absoluta paciencia, con la firme creencia de que,
no importa el tiempo ni la tardanza, al final se ha de imponer la justicia. Así lo espera Jordi, mi familia y lo mejor de la sociedad
dominicana.
Santiago de los Caballeros,
2 de marzo de 2015.