jueves, 21 de noviembre de 2013

Los Triunfadores y Derrotados en este Medio Social

INTRODUCCIÓN


1.- Para tener conocimiento cabal de la realidad de las cosas no basta con haber pasado por escuelas o universidades; el saber se adquiere, fundamentalmente, con la práctica diaria, con el trajinar en el medio social donde desarrollamos nuestras actividades cotidianas.

2.- Llegamos a hacer conciencia, no por procuración o encargo; la intuición la sacamos luego de habernos formado una idea partiendo de una materialidad; para discernir, llegar a comprender el porqué de algo, debemos asimilar lo que desde el mundo exterior nos ha llegado al cerebro.

3.- Las suposiciones no contribuyen a edificar; se puede teorizar sobre un asunto cualquiera, pero siempre expuesto a caer en el terreno de la especulación, en presunciones sacadas de la imaginación.

4.- Aquel que quiere exponer con propiedad en torno a algo, debe haberlo oído o visto directamente. Cae en la fabulación quien para sostener lo narrado se apoya en leyendas, mitos o rumores teñidos con chismes.

5.- Es una verdad de Perogrullo: vale más creer en un “yo lo vi”, y no en un millón de “me dijeron”. Las experiencias vividas constituyen un manantial inagotable de conocimientos que hacen posible abordar hechos de cosas sacadas de la vida diaria, resultantes de las enseñanzas alcanzadas con conocimiento de causa.

I.- PROGRESAR ES UN OBJETIVO NORMAL DEL SER HUMANO


6.- La introducción anterior la he hecho porque el tema que voy a desarrollar no lo he leído ni escuchado, sino que lo he vivido; y ahora quiero airearlo para que sirva de reflexión a quien tenga la posibilidad de leer este trabajo.

7.- Progresar es un objetivo de la generalidad de los seres humanos; procurar mejorar las condiciones de vida siempre está presente; avanzar hacia metas de desarrollo material y espiritual constituye un logro; una satisfacción personal que se alcanza mediante el esfuerzo; accionando con ahínco, empeñándose para salir adelante.

8.- Aquel que no confía en sus propias fuerzas, no puede avanzar, sino que cae en la frustración. La flaqueza no conduce al triunfo, y la debilidad no hace posible el éxito; si se unen la apatía, la abulia y la desidia, se llega directamente a la derrota, a la decadencia y a la total declinación de las aspiraciones. 

9.- El éxito puede estar predeterminado por cuestiones circunstanciales; así, por ejemplo, una persona cuyos progenitores disponen de una sólida posición económica, surge a la vida con una base que le va a permitir progresar con menos esfuerzos que otra que proviene de padres con una existencia de precariedades; esto no quiere decir que el dotado de fortuna no haga esfuerzos para conservar el legado recibido; tiene que esforzarse, aunque no en la dimensión de aquel que tiene que partir de cero para, por su propia decisión, llegar al florecimiento.

10.- El que nace con una amplia cuenta bancaria debajo del brazo, como aquel que llega a la vida con su ataúd al lado de su cuerpo, ambos han de procurarse por avanzar, no para retroceder, ni involucionar.

II.- LOS TRIUNFADORES EN MI MEMORIA. 


11.-Por el tiempo que he vivido, he tenido la dicha de conocer en mi pueblo natal, Santiago de los Caballeros, a personas que pueden ser definidas como reales y verdaderos triunfadores; triunfantes ante la adversidad, ganadores en la batalla por la superación. Me voy a permitir exponer el origen social de ellas, el progreso que han alcanzado, y lo que son hoy; naturalmente sin mencionar sus nombres, porque carece de relevancia a los fines de este escrito. Veamos.

12.- De los tantos y tantos nacionales españoles que en épocas pasadas llegaron a Santiago, en situación económica muy precaria, y hoy son ejemplos de progreso, voy a referirme a uno, asturiano, que vino al país a mediados de la década del cincuenta del siglo anterior, con un solo pantalón y diez dólares en los bolsillos; y hoy es uno de los empresarios más distinguidos y prósperos de Santiago en el sector de ferretería.

13.- Un joven, que se trasladó desde la sección donde residía, en Jánico, a la ciudad de New York, donde laboró como ayudante de cocinero, en la actualidad es uno de los grandes industriales avícolas de la región del Caribe.

14.- Un señor que se ganaba la vida lustrando calzados al público, en el Parque Duarte de Santiago, se sacrificó, educó a sus hijos, y hoy uno de ellos es un gran profesional del derecho, y director de un centro universitario importante del Cibao.

15.- Desde las Sierras de San José de las Matas, muy jovencito, llegó a Santiago a trabajar en un almacén de provisiones; progresó hasta llegar a convertirse en un líder empresarial de Santiago, y por su gesto de desprendimiento fue considerado como un filántropo. Él falleció recientemente.   

16.- Quien en la actualidad es, en el país, uno de los jueces de cortes en materia laboral, más talentoso y honorable, es hijo de una madre soltera, que lo crió y educó laborando ella como despalilladora en un almacén de tabaco.

17.- Una familia de Santiago, compuesta por profesionales de todas las áreas, ejemplos de capacidad, deben su existencia, formación personal y educativa, a sus progenitores, una madre ama de casa y su padre plomero ambulante.

18.- Tres nacionales de origen chino, llegaron a Santiago desde hace más de cincuenta años, y en base a un trabajo titánico, hoy  dos de ellos son hombres meritorios con familias distinguidas; el tercero, ya fallecido, dejó descendientes que han servido de ejemplo como escritores, artistas, literatos y empresarios.

19.- Una pareja de esposos, de origen libanés, llegó a Santiago desde hace más de setenta años; se fajaron a trabajar, y bajo muchas precariedades formaron una familia, hoy muy querida y digna, compuesta por médicos, abogados, políticos, profesores, empresarios y comerciantes.
20.- Él es miembro de una familia de la línea noroeste, que se trasladó a Santiago desde hace más de cincuenta años; en la actualidad es un reconocido, meritorio y emprendedor empresario, en Santiago, dueño de empresas de distintas naturaleza, propietario de medios de comunicación, centros universitarios, clínicas, laboratorios, etc., y ha formado, en unión de su esposa, una gran familia.

21.- De la generalidad de los jóvenes que, en la década del cincuenta y sesenta, nacieron y se desarrollaron en Santiago, en las inmediaciones de La Joya, Baracoa y la Plaza Valerio, así como en los barrios Bella Vista, Pueblo Nuevo, Los Pepines, Nibaje, El Ejido, Villa Progreso, el Ensanche Bolívar y Bermúdez, sus padres fueron simples empleados, maestros, periodistas, zapateros, costureras, botiqueros, sastres, buhoneros, mecánicos, chiriperos, y pintores de brocha gorda; y hoy son verdaderos honorables munícipes, brillantes profesionales, todos reconocidos por sus condiciones de hombres y mujeres de bien. 

22.- Sin lugar a equivocación, el noventa y ocho por ciento de los jóvenes reconocidos ahora como los grandes empresarios de Santiago, provienen de hogares cuyos padres tenían condiciones económicas muy limitadas. Es más, me aventuro a decir que ninguno de sus progenitores fueron miembros del Centro de Recreo.

23.- Sería prolijo enumerar las familias que, es de mi conocimiento, tienen sobrados méritos por haberse ganado un espacio en el medio social dominicano, teniendo como ascendientes a hombres y mujeres que solamente confiaron en sus propias fuerzas, y en el trabajo para salir adelante.

III.- LOS ADVERSARIOS DE LOS QUE LUCHAN Y PROGRESAN.


24.- En el medio social dominicano de hoy, a los hombres y mujeres que se interesan, sin importar su estirpe, por alcanzar la felicidad suya y de su familia, no les basta con valorar y creer en el trabajo, y así llegar al progreso. Para su tranquilidad espiritual, para disfrutar el resultado de su dedicación a los estudios o laboriosidad, también han de enfrentar a los que, aunque se formaron juntos y simulan ser amigos, se sienten molestos por los logros de los demás. 

25.- Si observamos con detenimiento lo que es en estos momentos la vida dominicana, nos damos cuenta que nos estamos moviendo en un ambiente sumamente difícil, porque a diario compartimos con entes sociales que no sabemos cómo es que se van a sentir bien; no hay forma de que acepten y reconozcan la realidad, lo que ha sido su vida y cómo han desarrollado la suya los triunfadores.

26.- El resentido social se amarga por su atraso, y hace culpable del mismo al amigo que ha progresado; maldice a quien le ha orientado para que estudie o trabaje; promueve el odio contra los victoriosos, y motiva a los demás a que lo desprecien. Atribuye su retroceso a todos aquellos que alcanzan el desarrollo personal, intelectual o económico.

27.- Aquí resulta casi imposible vivir en estado de felicidad celebrando el triunfo del esfuerzo; porque con el mayor descaro aparece un pusilánime, y le amarga la vida a quien busca disfrutar su existencia con lo que ha hecho posible por su dedicación al trabajo. El opacado se reciente si es testigo de aquel que por su progreso ríe. 

28.- El amargado por el progreso del otro resuelve su situación de pesar soltando pena a cada momento; haciendo de su aflicción una conducta de mortificación, aunque nadie sea culpable de su tribulación; difunde su angustia buscando mortificar al merecedor de alegría ganada con dedicación y esfuerzo. 

29.- El mortificante consuetudinario toma como causante de su desgracia a quien triunfa, y si el triunfador fue su amigo de infancia, hace caer sobre él todos sus fracasos; con su actitud trata de hacer sentir mal al que triunfa, para que se crea generador de los reveses del amigo amargado sin causa.  

30.- El adversario gratuito del triunfador, se interesa por lograr que el exitoso no disfrute sus logros: goza con dañarlo, lastimarlo de cualquier forma; procura no halagarlo ni complacerlo con nada; ríe si siente desconsolado al victorioso. Mortificar es de la esencia misma de quien se apena por el bien de los otros.

31.- El enemigo de los que se levantan por su talento y esfuerzo, no pierde la más mínima   oportunidad para crear una leyenda diabólica en torno al patrimonio del triunfador; se encarga de contaminar el origen lícito de lo adquirido por el que ha ganado la batalla con el trabajo material o intelectual.

32.- Algunos que por su propia decisión se quedaron atrás y no progresaron, sacan de su cerebro todas clases de maquinaciones, para presentar al exitoso como un nada, una porquería, una basura; como un ser humano inútil, que debe su progreso al narcotráfico, al contrabando, al lavado de dinero, y a cuantas formas sucias de enriquecerse surgen en su torcida conciencia.

33.- El objetivo de quien anda por ahí rumiando penas, deseándole todo lo peor a los triunfadores, es hacer creer que solamente mediante las diabluras se puede progresar y que, por tanto, hay que descalificar como persona de bien a quien decidió elevarse por encima de las adversidades que se le presentaron.

IV.- ANTE LA DIATRIBA Y LA ENVIDIA, LOS TRIUNFADORES DEBEN DEFENDER LOS LOGROS LEGÍTIMOS ALCANZADOS CON EL ESFUERZO.


34.- No hay que andar por todas partes difundiendo la forma como se ha alcanzado el éxito, pero el triunfador tampoco debe guardar silencio, porque entonces el resentido derrotado se presenta como portador de la verdad, con su arsenal de expresiones difamatorias.

35.- Ante tantos y tantos débiles de espíritu, que no avanzaron porque no confiaron en su propio esfuerzo, los triunfadores deben estar preparados para darles las respuestas que merecen, firmes y contundentes; porque no basta con ser exitoso, hay que saber defender con altura la legitimidad y licitud de lo adquirido con el trabajo digno y honrado.

36.- En un país como el nuestro, donde el chisme es una industria; la mentira una virtud, y la perversidad signo de elegancia, los triunfadores no deben hacer caso omiso a las falsedades que salen de las gargantas de los que quedaron rezagados por su sentido agradable de la vagancia; aquellos que decidieron postergar de por vida la dedicación al trabajo, y ya hoy se le hizo tarde para la laboriosidad; hay que decirles que sigan aferrados en su prórroga a todo lo que significa esfuerzo para progresar.  
37.- Un mensaje avieso, emitido para dañar y confundir, llega a ser creído o aceptado si no se le da respuesta adecuada y oportuna. El que procede con criterio maquiavélico busca sembrar la duda sobre la conducta de alguien que ha actuado con honradez y rectitud, para que en lo adelante su persona quede reducida en el respeto que ha merecido de los demás miembros de la comunidad.

38.- Aquel que ha trabajado dignamente no tiene que esconder su progreso. Cuando se ha avanzado cumpliendo con las reglas normales del actual ordenamiento social, se pueden resistir las críticas más ácidas, retorcidas y envenenadas. Ante la verdad no prospera la mentira, la diatriba ni lo pernicioso; lo dañoso, perjudicial y letal, cae ante lo bondadoso y virtuoso.

39.- El victorioso siempre debe narrar la historia de su triunfo; bajo ninguna circunstancia puede ocultarla; porque sólo explicándola puede llevar a la conciencia de otros la idea de que se puede alcanzar el triunfo con el esfuerzo, la perseverancia, la organización y la disciplina.

V.- ANTE LOS DERROTADOS, DEBEMOS DISTIGUIR A LOS TRIUNFADORES.


40.- Muchas personas no se imaginan lo difícil que le resulta al triunfador vivir en paz en un ambiente donde abundan los resentidos, siempre interesados en contrariarles la existencia a quienes confiaron en el trabajo para levantarse, y llegar a ser lo que son hoy a nivel de personas respetadas y distinguidas, por sus méritos profesionales, empresariales, intelectuales y buena conducta pública.

41.- En un orden social preñado de vicios sociales, hay que distinguir como meritorios a quienes se diferencian de sus dañinos conciudadanos; de los que no logran escalar como hombres o mujeres de bien. En un ambiente como el nuestro, que no exige honradez, decencia ni ejemplar conducta, merece reconocimiento el triunfador, para no ser confundido con el vulgar y chabacano. Lo que sirve hay que ubicarlo aparte, mantenerlo alejado de lo nocivo.

42.- Destacarse por la laboriosidad o fama bien ganada, algunas veces viene a ser una pesadilla durante la vida del que triunfa por su tenacidad; porque el mediocre, el inútil, se mantiene al acecho del exitoso para ponerlo en aprietos, para por medio de la intriga entorpecerle su progreso. Estorbar, sacar de casilla al triunfador, es un objetivo del ser humano frustrado; mientras más y más fastidian y enredan la vida al que triunfa, mejor se siente el practicante de la indignidad y vileza.

43.- Cuantas veces una persona sobresale como emprendedor, de inmediato aparece quien interfiere en su camino para reducirlo en sus pretensiones. Ser activo, dinámico, diligente para llevar a la práctica sus ideas, constituye una amenaza para el pequeño de mente, el irresoluto, el pusilánime derrotado por su condición de abúlico.

44.- El niño hijo de la vecina lavandera, y que por su talento llegó a convertirse en un gran ciudadano, va a pagar su progreso ante el disociador amargado, recibiendo de éste los calificativos más hirientes y denigrantes. La destreza, el dinamismo, la agilidad probada por medios lícitos, es objeto de críticas por parte del perezoso, indolente y frustrado.

45.- Los hombres y mujeres que triunfan, llegan a ser calificados como petulantes, desagradecidos y ambiciosos, si no comparten su vida con los envidiosos, rencorosos, codiciosos y egoístas; porque los resentidos, además de fastidiar al que se levanta con su esfuerzo y triunfa, también quiere ser recibido como un ser humano sano, digno de las mejores y finas atenciones de parte de las víctimas de sus enconos.

46.- Cuando hablamos de los hombres y mujeres que triunfan, pensamos en aquellos que han usado su talento, sus conocimientos y aptitudes, para su desarrollo personal, pero pensando en el bienestar de su familia y del entorno en que se desenvuelven, con resultados positivos. Los que, sufriendo privaciones en aras del logro de sus objetivos, sin recurrir a las malas artes han sido coronado con el éxito personal y el reconocimiento de la sociedad.

47.- No puede ser calificado como vencedor aquel que ha vencido su miseria económica y acumulado riquezas materiales y nombradía mediática, por su accionar público en contra de los mejores intereses de la sociedad. Esos, aunque hayan logrado sus objetivos, lejos de ser triunfadores, son trepadores y oportunistas, y jamás serían objeto de mi atención.

VI.- MIS REFLEXIONES EN ESTE TRABAJO.


48.- El comportamiento del triunfador es el de un ser humano dinámico, que tiene su vista puesta en el futuro, y dirige su pensamiento hacia metas que procura alcanzar por su tenacidad; permanente consistencia en torno a lo que se dedica. La perseverancia, la constancia lo llevan al triunfo.

49.- En el lado opuesto al que por su firmeza logra el fin perseguido, está el blando, inconstante, holgazán y perezoso; el remolón que aspira a la buena vida y a ocupar el mismo espacio del laborioso triunfador. 

50.- La grandeza de un victorioso que proviene de un hogar humilde está, no sólo en llegar a tener una gran fortuna económica, sino también cuando por su conducta se gana la distinción y consideración de lo mejor y sano de la sociedad donde se ha formado y desarrollado. La gigantez del ser humano no se mide por sus logros comerciales y empresariales, sino por los significativos aportes que hace a su comunidad.

51.- Nuestro país cuenta con personas que su grandiosidad reside en la labor social que han realizado como educadoras, magistrados, civilistas, deportistas, artistas, periodistas, sindicalistas, poetas, en fin, como seres humanos que se han ganado el respeto; merecen la condición de ciudadanos ilustres por haber actuado como eminentes en las áreas donde han prestado sus servicios al pueblo.

52.- Aquellos que hacen descansar su futuro en el trabajo, y no creen en el vicio ni en la pereza, llegan a tener un porvenir halagüeño, así como el reconocimiento de los gloriosos; y son contrarios a los desalentadores, alicaídos y desconfiados del optimismo.
53.- El país ha de confiar en los emprendedores que triunfan, en los que hacen posible el desarrollo. No en aquellos que se pasan el tiempo rumiando penas, murmurando, apostando al atraso y al estancamiento; sembrando el sentido de atrofia para así justificar su estado personal en ruina. 

54.- La persona que llega a convertirse en un vencedor de la pobreza, la desigualdad y la discriminación, va a tener como críticos gratuitos a los huérfanos de iniciativas; a los cretinos, que carecen de visión, perspectiva y agudeza para triunfar en un medio social adverso.

55.- Aquel que por sus logros llega a ser un ciudadano extraordinario, debe mantenerse en tensión porque para lesionarlo van aparecer aquellos que, por llevar una vida sin esfuerzos y ser vagos profesionales, proceden como verdugos contra el ganador de batallas complicadas.

56.- Ante los resabios provenientes de los mediocres, por el triunfo alcanzado por los que creen en el trabajo, se debe imponer la continuación y multiplicación de los esfuerzos por obtener nuevos logros; los fatalistas, funestos y calamitosos, son silenciados con los triunfos y la prevalencia que llena de orgullo.

57.- Nada de flaqueza en los vencedores, ante los dardos que vienen de los que no han triunfado por su debilidad de espíritu de lucha; ausencia de dinamismo y diligencia; incapaces de brillar en su actividad laboral, artística, intelectual o de cualquier índole.

58.- La hidalguía alcanzada por una persona de origen humilde, no puede ser reducida por un parlanchín y mezquino; el amargado por el triunfo de los demás, vivirá irritado de por vida; mientras más progresa el que ha salido a flote desde el fondo social, más mal se siente el pusilánime.

59.- El insignificante, desagradable y bravucón; el vencido por su propia inacción, busca justificar sus pesares recurriendo a la ruindad y vileza; por ser parásito, gorrón, y consuetudinario sablista, no tiene nada que exhibir como logro de vida.

60.- Aquel que con esfuerzos ha alcanzado el éxito, debe vivir con alegría, y transmitirla en sus relaciones con los demás; ese sentimiento de satisfacción ha de contagiar a quienes comparten con el que ha tenido la dicha de levantarse sobre todas las dificultades, y exhibe hoy alegremente su apego al optimismo. La felicidad ha de acompañar a los vencedores que con su júbilo hacen olvidar toda clase de pesares.

61.- Los triunfadores jamás pueden expresar tristeza, sentirse desanimados ni apenados; no puede el infortunio estar presente en el estado anímico de quien ha logrado ganar la felicidad. La aflicción no puede aniquilar el calor de la alegría.

62.- Finalmente, particularmente yo vivo alegre, contento, enamorado de la vida, porque ella me ha dado muchiiiiisimo más de lo que le he pedido; ese estado de satisfacción procuro llevarlo al ánimo de todos aquellos seres humanos que compartimos el mismo origen social, sin importar las épocas. La tristeza, el resentimiento y los pesares, no tienen espacio en mi corazón.