viernes, 8 de noviembre de 2019

Una respuesta sobre el cambio


Por: Ramón Antonio Veras.

1.-  Me siento vivamente emocionado cuantas veces los jóvenes  se me acercan a formularme preguntas sobre cualquier inquietud que les pase por su cabeza. Tengo la creencia de que el ser humano no se desvela así por así;  algo debe impulsarlo  a sentirse atribulado, y cuando decide saber lo que le motiva tribulación es porque necesita conocer cuál es la razón que le lleva a estar intranquilo.

2.- Hace unos días, en horas de la tarde,  al momento de salir de mi oficina de abogados, se me acercaron jóvenes estudiantes y me preguntaron que en  vista de que muchos partidos y dirigentes políticos están hablando de cambio, cuál era mi opinión al respecto. Le respondí que en un plazo de dos días,  en horas laborables, me visitaran en el bufete que por escrito les daría el criterio que tengo con relación a los cambios en la política.

3.- En política, como en  cualquier actividad humana, cambiar es convertir la realidad vigente por otra diferente; es invertir el orden establecido por uno que no sea el afianzamiento del actual. Al cambiar el presente sistema se produce una renovación reemplazando las  actuales  estructuras; en la medida que se modifica la base económica sobre la que se sustenta el andamiaje, se alcanza una evolución para salir adelante y alcanzar el desarrollo.

4.-  Los cambios, las transformaciones en la organización económica e instituciones del país  solamente las pueden ejecutar fuerzas motrices no comprometidas con el statu quo. Romper las caducas estructuras ha de ser la obra de partidos, mujeres y hombres identificados con los cambios sociales y políticos verdaderos.

5.- En  políticos y partidos del sistema la palabra cambio es utilizada como consigna para encantar a grupos humanos descontentos con la situación actual. Cuantas veces los políticos y organizaciones tradiciones procuran administrar el presupuesto nacional, hacen uso del concepto cambio. Los politiqueros de negocio le tienen un miedo al cambio cierto como el diablo a la cruz.

6.- No hay duda de que los que negocian con la política están conscientes de la necesidad que tiene nuestro país de cambios reales para acabar con las irritantes desiguales, la degradación ética, moral e institucional. Por tal razón hablan de cambios, pero es para con el presupuesto hacer lo mismo que han hecho todos los gobiernos que hemos padecido.

7.- Es justo, legítimo, grato y sumamente beneficioso para las grandes mayorías nacionales, luchar para que cambie la situación actual para así comenzar a construir el país que queremos y merecemos, que necesariamente debe ser diferente al que, en nombre del cambio, históricamente nos han impuesto para beneficio de una minoría insaciable, hipócrita, engañosa y desalmada.

8.- Resulta muy importante para la juventud dominicana que cuando se le  acerque un político hablándole de cambio, le cuestione con relación en qué cambio fundamenta su programa de gobierno, y sí busca cambiar la forma de apropiación de los recursos del Estado, o emprender, atacar los males sociales que mantienen a nuestro pueblo indignado por el desastre espiritual y material expresado en lo moral, ético e institucional

Santiago de los Caballeros,
8 de noviembre de 2019.

Esperanza en la juventud ante la inversión de valores


Por: Ramón Antonio Veras
Introducción

a) Los dominicanos y las dominicanas que creemos que en el seno de la sociedad todavía no todo está perdido y algo se puede hacer, aunque sea aportando algunas ideas, estamos en el deber de exponer lo que creemos de la realidad de nuestro país en la actualidad.

b) Si en verdad el orden social dominicano no está enfermo de muerte, lo que se ve es que va por ese camino, y muchos de los que aquí nacimos y nos desarrollamos, y es posible que también lleguemos a despedirnos del mundo de los vivos respirando el aire de este medio ambiente, no podemos desconocer lo que a diario estamos viendo. Con el presente escrito busco llamar la atención de hombres y mujeres de bien para que conozcan la percepción que tengo del comportamiento de los dominicanos y dominicanas de hoy.


I.- Por la experiencia vivida

1.- La sociedad humana es un laboratorio social del cual se pueden extraer vivencias para luego apreciar conductas, valorar actitudes y sacar presunciones para después fijar  ideas claras y concluyentes.

2.- La práctica aporta al ser humano habilidades que lo llevan a desarrollar  una praxis  que le va a servir en el diario vivir para ser cauteloso ante otra persona y analizar un fenómeno social frente al cual ha de comportase prudente, y otras veces receloso para no pecar de imprudente  e ingenuo.

3.- Por mi extracción social, la ligazón desde los primeros años de mi vida con la política, mis relaciones directas con hombres y mujeres de los distintos continentes, el ejercicio activo y difícil de mi profesión en la materia penal, convivir en distintas cárceles del país con presos políticos y delincuentes comunes, así como los golpes anímicos que he recibido de desleales, traidores, indignos, falsos e ingratos, al llegar hoy a mi tercera edad puedo decir que si de algo me han servido es para conocer en parte  el proceder de los seres humanos.

4.- En verdad me asombra el comportamiento que asume hoy la gran mayoría de nuestro pueblo; algo que debe ser objeto de los estudiosos del comportamiento humano, de psicólogos y  de aquellos profesionales de las ciencias médicas y sociales con calidad para emitir una opinión ajustada al más amplio rigor científico.

5.- Partiendo de lo que me ha enseñado la vida, me voy a limitar a plantear algunas inquietudes fruto de mi comunicación y relaciones con otras personas como consecuencia de mi accionar político, el ejercicio de mi oficio de abogado y mi calidad de padre de familia.

6.- En el curso de mi vida he tratado de no hacer cosas de rutina, comportarme de forma habitual y a usanza. No ha sido  mi norma proceder siempre en forma tradicional ante cualquier hecho; busco el porqué de cada cosa, la causa que generó la actuación de determinada persona vinculada conmigo por una u otra razón, lo que me ha llevado a darle a cada quien el trato afectuoso, respetuoso, la estima de que se hace acreedor ante mí. La consideración, la deferencia hacia quien tiene un comportamiento honorable, se la manifiesto y demuestro en todo momento.

7.- Con lo anterior no quiero decir, en modo alguno, que en el curso de mi existencia no haya sido víctima de mi propia apreciación porque resulta muy difícil llegar a conocer en el fondo de su alma a un simulador, al que finge, al farsante.

8.- El agrietamiento de la sociedad dominicana de hoy no me motiva a comportarme ante muchas personas  con la veneración, el miramiento y estima que yo quisiera tener para todo ser humano.  La indignidad, los actos feos de la especie humana me sacan de casilla y  me llevan a comportarme como se merecen los malvados.

9.- Las actuaciones  que observo hoy en muchos dominicanos y dominicanas, me hacen testigo de acciones que desdicen mucho de un sano proceder y me mueven a pensar que algo negativo está presente en nuestro medio social. El hombre y la mujer decente están escaseando y su espacio lo están ocupando personas que reniegan de la honestidad, el pudor, la virtud y la vergüenza. El desvergonzado y el caradura van de la mano haciendo exhibición de lo que son: actores de impudicia.

10.- Llevar a un conglomerado a pesar que para subsistir tiene que aceptar las reglas de comportamiento que imponen hace reducir al ser humano a nada. Recibir con deprecación constituye una entrega a la voluntad de otro, resulta denigrativo, oprobioso e  ignominioso y deshonrado inclinar la cerviz en nombre de aceptar favores, ayuda material o espiritual.

11.- La sumisión, el sometimiento, la entrega, la obediencia por conveniencia que se observa hoy en muchos dominicanos y dominicanas está presente en muchos de los nacidos y desarrollados en la presente generación.

12.- Al sumiso lo vemos sometido hoy, no por la fuerza del poder político tiránico, sino por conveniencias personales. Es una subordinación condicionada por sentido de oportunismo que resulta del comportamiento de aquel que por tener dinero o ascender socialmente se presenta dócil, manejable, reverente como un niño o una niña, obediente ante quien genera poder económico, político y social.

II.- El oportunismo presente

13.- En nuestro país hay hombres y mujeres que se mueven por esas calles de Dios como si hubieran nacido con el membrete de oportunistas, aprovechadores, utilitaristas y pancistas, decididos a estar al servicio de quien mejor satisfaga su voluntad de naturaleza mercachifle.

14.- Lo que pinta la realidad del país es que ese comportamiento desvalorizado, de degradación de principios éticos y de decencia, esa baja en la dignidad y decoro, esa mengua en la actitud del hombre y la mujer de hoy hacia la no valoración de lo que impulsa al ser humano a elevarse, a no verse reducido por su inclinación a actuar con desvergüenza, descaro y desfachatez, y lo que lo guía con facilidad al robo, al saqueo, a las acciones pecaminosas.

15.- No podemos buscar la causa generadora de los vicios sociales que tanto daño han hecho y hacen a nuestro país, en el medio geográfico, en el ambiente, en la sangre de los distintos grupos sociales que aquí habitan, ni en un querer comportarse así por así.  Es en la base material, en las añejas estructuras que predominan en la sociedad dominicana de hoy donde está la esencia de dónde proviene el comportamiento de los dominicanos y las dominicanas.

16.- No es verdad que se han puesto de acuerdo empresarios, médicos, abogados, ingenieros, periodistas, comerciantes, políticos, religiosos, obreros, educadores, agricultores, estudiantes, etc., para actuar siguiendo la misma línea de comportamiento en nuestra sociedad. El medio en el cual desarrollamos nuestras actividades es el caldo de cultivo del comportamiento de cada uno de los que aquí habitamos, y los fenómenos que se dan van a influir, en uno u otro sentido, en nuestra forma de actuar.

17.- Partiendo del carácter heterogéneo de la sociedad dominicana no podemos aspirar a que todos los que aquí convivimos vamos a actuar y a comportarnos de igual forma. En el cerebro de muchos de los que ocupamos el mismo medio social hoy tenemos iguales ideas, reglas y normas que guían nuestras relaciones entre sí y con la sociedad en general. La conducta se manifiesta de diferentes formas, y dependiendo de cómo asimila la persona el medio social va a tener un criterio diferente de lo bueno, justo, decente, honradez, honesto y ético.

III.- Los rasgos del dominicano de hoy

18.- Los rasgos que están caracterizando al dominicano y a la dominicana de esta época, se manifiestan en la debilidad de su actitud de apreciación negativa ante un hecho que exige un firme proceder ético, ya sea en el quehacer profesional, laboral, político o ante la sociedad en general.  La liviandad, la deshonestidad y la ligereza, han hecho olvidar al ser humano que ayer se sentía orgulloso y elevado ante sus conciudadanos por su actuar con pureza y absoluta honestidad.

19.- Así, por ejemplo, aquel hombre que haciendo honor al juramento hipocrático, veía en cada enfermo a un paciente que requería un tratamiento o cura, ha cedido su espacio al galeno que teniendo ante sí a un ser humano que reclama atención, lo ve, no como paciente, sino como un cliente, porque la salud se ha convertido en una mercancía que se aporta a cambio de dinero.

20.- En la misma línea está el profesional del derecho, que ayer ponía su talento para defender dignamente al privado de libertad, o quien buscaba la defensa sana de sus intereses económicos, pero el abogado de hoy es el pillo que con su moral granuja y ética de ladino, considera que con la toga arropa todas sus sinvergüencerías.

IV.- Los jóvenes y el futuro

21.- A mí no me preocupa tanto, no le doy mucha mente, a cómo se comportan aquellos dominicanos y dominicanas que, por su edad, están más para allá que para acá porque, en todo caso, ya están formados, ahí no hay nada qué hacer ni buscar. El adulto debidamente formado es lo que es y ya no será, no es modelo de lo bueno ni de lo malo. La sociedad tiene que aceptarlo como es, con sus defectos y virtudes. Lo que sí debe llamar nuestra atención es la juventud porque en ella descansa el porvenir del país.

22.- Lamentablemente, o por feliz casualidad, todos los días del año hábiles de clases, en horas de la mañana y de la tarde, soy testigo directo del comportamiento de nuestros jóvenes, especialmente estudiantes. No soy alarmista, pero en verdad lo que veo de las actuaciones, vocabulario y gestos de esa juventud me da grima, hasta el punto de que si fuera a tomarla a ella para fijarme una idea de toda la juventud dominicana, razonara diciendo: “esto se jodió”. Pero no lo creo así. Tengo un criterio algo fijo de lo que es la juventud en sentido general, y la dominicana no es la excepción.

23.- La juventud como segmento de la sociedad humana, posee características muy propias que las distinguen de los demás grupos sociales presentes en todo ordenamiento social. Aunque no hay un criterio unánime con relación al período juvenil, partiendo del desarrollo actual del ser humano, se admite que está comprendido entre los 14 y los 25 años, lapso de tiempo que va desde la madurez biológica a la plena madurez social.

24.- En el comportamiento del joven se destaca su gran dinamismo, dentro de la coyuntura social y política en la cual desarrolla sus actividades. En los momentos en los cuales se llevan a cabo grandes batallas entre lo nuevo y lo viejo, la juventud se manifiesta con actitudes comunes, posiciones idénticas ante fenómenos de igual origen que la ubican abrazando el progreso social y libertario.

25.- Se ha admitido que en razón de su incompleta ocupación en el seno de una estructura social, la juventud recoge fácilmente el influjo de ideas y concepciones nuevas, renovadoras, adversas al orden social y político dominante. Los jóvenes por lo general rompen con las normas que las minorías imponen a la gran mayoría del pueblo y se convierte en intérprete de este.

26.- Tiene importancia la incidencia de la juventud en la lucha política y social porque los rasgos que la caracterizan, como son su dinamismo, su percepción de lo nuevo y la importancia que asume en el desarrollo social, mueven hacia ella la atención de los grupos sociales fundamentales. Por su esencia, se manifiesta casi en forma unitaria, en sentido condenatorio contra las injusticias, contra el despotismo, a la vez que expresa con franqueza su apego a la lucha por la libertad demostrando entusiasmo y disposición al sacrificio.

27.- La juventud  comprende con facilidad el rol que está llamada a jugar en cada sociedad. Ella es la expresión del futuro, porque el futuro es su mundo y de la lucha que libre en el presente va a depender cómo han de vivir las futuras generaciones, con un mañana de paz, alegría, felicidad y progreso social o, por el contrario, de guerra, tristeza, angustia y atraso.

28.- Corresponde a los jóvenes impulsar cambios para democratizar la vida institucional, para poner la cultura, la ciencia, las artes, la educación, la salud al alcance de los que en cada país son los más, en fin, la juventud tiene que estar a la vanguardia para situar al ser humano como objetivo del desarrollo de la sociedad a la vez que como supremo valor social.

29.- La juventud dominicana de hoy es la llamada a servir de motivación, demostrando ella que no está dispuesta a aceptar como buenos hechos que deben llamar a profunda reflexión y rechazo a todo hombre o mujer preocupada por el futuro de su país, ante lo que a diario estamos viendo que es el agrietamiento de la sociedad dominicana, que se está tragando a lo mejor del país.

30.- Las virtudes cívicas y ciudadanas hay que fijarlas en la conciencia de nuestra juventud, aunque con el agravante de que no veo una política dirigida a motivar a nuestros jóvenes a que se conviertan en ejemplo de lo que ha de ser la mujer y el hombre nuevo del país, los llamados a construir aquí un ordenamiento social que genere valores diferentes a los que aquí hoy muchos exhiben fruto de un comportamiento que desdice de lo que ha de ser un ser humano de bien.


Santiago de los Caballeros,
5 de noviembre de 2019.

Una realidad actual que debe ser cambiada


Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción

1.- No hay que ser un científico de las ciencias sociales para saber si un sistema social es infuncional; si no está en condiciones de dar respuesta a las aspiraciones materiales y espirituales de la mayoría de los miembros de la comunidad; y las contradicciones insolubles que manifiesta, generando así un cuerpo social bajo el cual los que componen la sociedad adolecen de vicios sociales.

2.- Partiendo de lo antes expuesto, podemos comprobar que estamos viviendo dentro de un cuerpo social enfermo, que padece enfermedades por todas partes, males sociales que están a la vista. Aunque las afecciones que evidencia nuestro ordenamiento social son notorias, algunos de los testigos directos de su grave estado no quieren reconocer las ramificaciones de los trastornos que entrañan sus malestares.

3.- Hay médicos que aunque saben que el paciente no tiene cura, con la finalidad de continuar esquilmando a sus dolientes les dicen que todavía hay esperanza de que se recupere de su situación agónica. También hay curanderos sociales que, conscientes de que el cuerpo social nuestro está moribundo, para seguir aprovechándose del mismo hablan de sus supuestas bondades, que en verdad no son más que puras quimeras, para engañar a las víctimas del sistema.

4.- Situaciones y circunstancias formadas alrededor del sistema van creando en forma objetiva sus realidades; algunos males se advierten con facilidad; otros requieren de más detenimiento para llegar a tener de los mismos un cabal conocimiento.

5.- Sería un desatino pretender que todas las dominicanas y los dominicanos asimilan por igual lo que es contenido social, es decir, lo que se refiere al accionar de las clases; el régimen económico y político del país; y otros fenómenos que ubican la organización político-social que depende de la base económica.

6.- Los fenómenos sociales, la forma de alcanzar el conocimiento nos va a permitir explicar como elaboramos en nuestro cerebro las ideas para llegar a darnos cuenta que el comportamiento de dominicanas y dominicanos expresa vicios de la sociedad dominicana enferma, deteriorada.

7.- El actual ordenamiento social dominicano no exige un profundo análisis para evidenciar males sociales que se comprueban en la desigualdad; opulencia en un polo, y miseria en el otro; semejante situación bastaría para identificar un sistema injusto, acompañado de hambre, desempleo, analfabetismo e insalubridad; sin olvidar a sus aliados la politiquería, la corrupción y la debilidad e infuncionalidad de las instituciones.

8.- Lo que procuramos destacar en este trabajo no son las causas que determinan la expresión del sistema social en sí, sino los vicios que genera, la forma de la conciencia social que se refleja y se fija en las cualidades éticas que están en cada persona, y que comprobamos por su comportamiento en el seno de la sociedad.

9.- A medida que transcurren los años, en amplios sectores de nuestro pueblo se observa un estado de angustia por los hechos despreciables que ejecutan personas desaprensivas que con sus actos contrarios al correcto proceder demuestran que han sido dominadas por los peores vicios del vigente ordenamiento social.

I.- La sociedad humana que tenemos y a la que debemos aspirar

10.- El dominicano de hoy, condicionado por un sistema inservible, no tiene condiciones para crear las facultades intelectuales, sociales y morales de una persona de bien. En nuestro medio social se han estado desarrollando seres humanos en condiciones difíciles, porque lo que diferencia a cada persona es su carácter, que es el resultado de su educación, la cual está hoy por el suelo. Poco se puede esperar de la forma de actuar de un educado en semejante situación.

11.- El comportamiento ciudadano serio, honesto y responsable, tiene como principal componente una sana orientación doméstica, buena instrucción, y una enseñanza basada en principios que persigan dotar a los miembros de la comunidad de un código de cómo actuar apegados a normas sociales.

12.- Para llegar a tener dominicanas y dominicanos que ajusten sus actos al correcto proceder, se precisa orientarlos en la formación de un carácter educado en sentimientos nobles; con condiciones y expresiones de sensibilidad.

13.- Precisamos de maestros que procuren en forma sistemática que el niño asimile una conducta moral y espiritual, a los fines de que en el futuro, cuando llegue a la juventud, y luego a la adultez, establezca y mantenga relaciones sociales armónicas para convivir en una comunidad amistosa, de fraternidad y concordia, ausente de conflictos.

14.- En la medida que se educa al niño o a la niña en el sentido de la valoración del ser humano, se contribuye a sentar las bases de edificar la sociedad del futuro, orientada en la solidaridad, cooperación y desprendimiento hacia el bien común. Si los niños y las niñas son educados en lo que representa querer a los demás, resulta fácil eliminar el odio, los rencores y quitar de su mente las negativas actuaciones.

15.- Si alcanzáramos una educación de calidad, llegaríamos a tener una sociedad correcta, de correspondencia entre sus miembros; de lo contrario seguiremos como hasta ahora, con relaciones conflictivas, desequilibradas; que son expresiones de desigualdad y que necesariamente generan discordia, dificultades, disgustos y enojos.

16.- Una comunidad que no prepara a los miembros que la integran en los fundamentos de la solidaridad, amor, comprensión y cooperación, los entrega al individualismo, el odio, la contrariedad, el egoísmo y el salvajismo.

17.- Para tratar a los demás con amabilidad y respeto hay que tener educación; los buenos modales no se alcanzan por procuración; la esmerada atención y la cortesía se cultivan en el hogar, y en las escuelas con la dedicación de maestros que se ocupan de formar mujeres y hombres atentos; no abominables, amargos y repugnantes.

18.- Resulta provechoso motivar a los miembros de la sociedad a impulsar su autoestima para que se levanten en el ideal de avance y progreso; alejados de todo lo que significa frustración, pero sin caer en la prepotencia y la intransigencia; nada de arrogancia, alardes ni jactancia, lo que no cuadra en las personas de buen proceder.

19.- Cada uno de los nuestros debe formarse la idea de que no va a dejarse tragar por este asfixiante medio social moribundo; que va a elaborar proyectos y fijarse metas a cumplir, sin importar las circunstancias, con la finalidad de cambiar la actual realidad, para hacer aportes por el bienestar de todo el pueblo.

20.- Los dominicanos y dominicanas, en un ordenamiento con estructuras diferentes al de ahora, en el futuro se formarán en la bondad, procurando el bien hacia los demás; sería un comportamiento distinto al que algunos practican en la coyuntura actual, donde la maldad se expresa como algo normal, lo que avergüenza a cualquier ser humano sensible.

21.- La ambigüedad caracteriza, en sociedades influenciadas por taras, a todos aquellos que proceden como artistas de la simulación; sirve para identificar a los que no se definen, a aquellos que no sabemos si nos están diciendo la verdad o la mentira con su lenguaje dudoso y confusionista.

22.- El día ha de llegar, y ojalá fuera más temprano que tarde, en el que la sociedad dominicana estará compuesta por ciudadanos y ciudadanas que rechacen las actitudes despreciables, esas cosas que ahora lesionan a las personas buenas.

II.- Se impone formar ciudadanos y ciudadanas ejemplares

23.- Ante la realidad que vive hoy el pueblo dominicano, se impone un orden social nuevo en el cual se formen hombres y mujeres con un comportamiento distinto al que se santifica hoy como modelo a seguir. El individualismo ha de ser mentalmente eliminado, y en su lugar cultivar el colectivismo con vocación internacionalista.

24.- Lo correcto y conveniente es luchar por la instauración de un nuevo ordenamiento social de hombres y mujeres de firmes convicciones, partiendo de una educación integral para que lleguen a convertirse en seres humanos con ideas de siempre ser libres, con condiciones de ser sociables.

25.- Si logramos tener una sociedad compuesta por mujeres y hombres disciplinados, cumplidores de las normas que regulan el buen comportamiento en la sociedad, es porque entonces hemos alcanzado un ordenamiento social nuevo; diferente al actual que promueve, estimula y justifica la desigualdad, la discriminación y el individualismo.

26.- La conducta social negativa que manifiestan diferentes segmentos de nuestro país, expresada en violencia, delincuencia, drogadicción, corrupción, indisciplina, odio, racismo, prejuicios, etc., encuentra su caldo de cultivo en el sistema dominante actual que hace del ente social su víctima.

27.- Pensar y actuar con sentido de futuro no debe ser una simple aspiración, un deseo, sino un objetivo legítimo a alcanzar por todos los dominicanos y dominicanas que se formen con la idea de la firmeza, no de la vacilación; de vencedores, no de derrotados; de triunfadores, no de perdedores; con virtudes, no con vicios.

Conclusiones
a.- En un ordenamiento social agotado, una familia deteriorada, una escuela infuncional, y un medio social contaminado e insostenible, resulta difícil la existencia del progreso de la ética y la moral ciudadana.

b.- Una sociedad humana con estructuras rígidas, atrasadas, genera personas agresivas, con tendencia a la violencia porque el impulsivo proviene del medio ambiente belicoso, propio y adecuado para provocadores, donde está ausente el inofensivo, el pacífico y el conciliador.

c.- En un medio social nocivo se acepta como ciudadano normal el que ultraja a sus semejantes, insulta a los decentes, e impone sus criterios por medio del agravio; se siente bien cuando es visto como un peligro social tolerado, no obstante demostrar con sus actos que es un ser rústico.

d.- En el ambiente que se respira en nuestro país, el ciudadano que esconde sus vicios sociales con la apariencia, vive de la simulación cubriendo sus fechorías con aires de vanidad y arrogancia, persiguiendo con cada acto suyo herir a las personas que proceden con sencillez.

e.- Las presentes y futuras generaciones de dominicanos y dominicanas deben luchar seriamente para instaurar en el país otro ordenamiento social, el cual no permita que cada quien sea portador de un rasero para medir con el mismo sentido de igualdad al inteligente y al astuto; al ingenioso y al vivo; al íntegro y al deshonesto; al juez que hace prevalecer la ley y el derecho para alcanzar la justicia, y al magistrado prevaricador que utiliza el manto de la justicia para encubrir sus acciones corruptas.

f.- Las inconductas no deben continuar siendo aceptadas tranquilamente, como si la desfachatez sea el modelo a seguir en las relaciones entre personas de una sociedad civilizada; la insolencia no puede ser tolerada bajo ningún concepto.

g- Hay que rescatar el respeto, la prudencia y la decencia; la deshonestidad hay que eliminarla del comportamiento de nuestro pueblo; hay que formar mujeres y hombres pudorosos para que nunca más surjan los impúdicos.

h.- En razón de que el modo de vida de los seres humanos nunca ha sido ni será igual, y el mismo ha cambiado en todo el curso de la historia de acuerdo con la estructura clasista, el sistema social y el modo de producción; por muy profundo que sea el relajamiento de comportamiento presente ahora en el país, debemos formarnos la convicción de que la conducta de los dominicanos y dominicanas ha de cambiar; la templanza ha de llegar para que quede en el olvido la degradación que se observa hoy en el comportamiento de amplios sectores del país.


Santiago de los Caballeros,
29 de octubre de 2019.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Correcta decisión de la Alcaldía de Santiago


Por: Ramón Antonio Veras.

1.- El día martes, 21 del mes de mayo del año en curso 2019,  con motivo de los inicios de la construcción de un hotel, en unos terrenos con el frente para la calle Del  Sol de la ciudad de Santiago de los Caballeros, se produjo un derrumbe  quedando imposibilitado el tránsito de vehículos de motor, de oeste a este, por la citada vía en la extensión que va desde  el tramo que se inicia en la Daniel Espinal hasta la penetración del elevado que queda a la  salida y entrada de nuestra ciudad.

 2.- El 29 de agosto de 2019, le enviamos al licenciado Abel Martínez Durán, en su condición de Alcalde del Ayuntamiento de Santiago, una comunicación en la que le expusimos los inconvenientes que está generando el cierre de un tramo de la calle Del Sol, luego del derrumbe y tragedia en los terrenos de un proyecto para la edificación  de un hotel.

3.- El día miércoles 23 de octubre de 2019, diferentes medios de comunicación del país publicaron la información de que: “El Ayuntamiento de Santiago, emplazó de manera urgente a una empresa constructora, para que proceda a la reapertura de un importante tramo de la calle Del Sol, que viene trastornando el tránsito vehicular y afectando seriamente las operaciones de varios negocios del área, situación causada por un derrumbe para la construcción de un edificio comercial”.

4.- Ante la atinada decisión de la Alcaldía de Santiago, se impone  que las organizaciones cívicas, gremiales y empresariales de Santiago manifiesten su apoyo  a lo decidido por la Alcaldía, en vista de que la medida tomada respecto al problema que representa la imposibilidad de tránsito vehicular  por un tramo importante de nuestra histórica calle Del Sol,  procura darle solución a una dificultad que afecta a la comunidad.

5.- En el hipotético caso de que los encargados de ejecución  y los dueños de la obra en proyecto, lugar donde ya  murieron varios trabajadores con motivo del derrumbe, no acaten la decisión de la autoridad municipal, corresponde al Ministerio de Obras Públicas, al  Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), a la Gobernación de la Provincia de Santiago,  a la Procuraduría Fiscal de Santiago, con el auxilio de la Policía Nacional, hacer que se cumpla con lo decidido por la Alcaldía de Santiago.

6.- Los hombres y mujeres que quieren  y merecen vivir dignamente en la ciudad de Santiago de los Caballeros, están en el ineludible deber de hacer causa común   con todo aquello que sea para el bien y la tranquilidad material y espiritual de nuestra comunidad.

7.-  Ocuparse de lo que conviene a su pueblo  habla muy bien de sus autoridades, así como también da mala  impresión la de aquellos que abandonan a su suerte los destinos de los habitantes. Prueban ser indolentes quienes desprotegen y de cualquier forma desatienden procediendo inadvertidos y haciendo sentirse atropellados y arrinconados a los que están en el deber de salvaguardar.

8.- Las mujeres y hombres que están al frente del gobierno central de un país cualquiera dan muestra de preocupación por el eficiente funcionamiento de los órganos del Estado, para que cada uno de ellos preste los servicios públicos acorde con sus funciones y en provecho del pueblo. De igual manera, las alcaldías dan testimonio de respetar a las comunidades que las escojan, cuando las personas que se encargan de la administración municipal se comportan como verdaderos centinelas con el mantenimiento de la limpieza, el orden en la vía pública, en el tránsito de vehículos de motor y en todo lo que sea de bien para todas y todos los munícipes. Un gobierno local debe ser el vigilante de lo que es de interés de la colectividad.

9.- No olvidemos lo expuesto por  la escritora urbanista Jane Jacobs, en su obra: La vida y la muerte de grandes ciudades americanas: “La falta de confianza es claramente incompatible con el buen funcionamiento de una sociedad; lo mismo respecto a un asunto tan práctico como la vida urbana, y la limpieza y el civismo en la calle. Si no confiamos unos en otros, nuestras ciudades tendrán un aspecto horrible y serán lugares desagradables para vivir. Además, la confianza no se puede institucionalizar. Una vez que se desgasta es prácticamente imposible restablecerla. Y ha de ser alimentada por la comunidad, la colectividad, pues ninguna persona puede imponer a los demás, ni siquiera con las mejores intenciones, una confianza recíproca”.

10.- Para que Santiago de los Caballeros se convierta en un medio social habitable, higiénico y organizado, y  tenga el respeto y la consideración de las autoridades edilicias, lo primero es que debe contar  con un movimiento de contenido cívico, teniendo al frente a hombres y mujeres de vergüenza, y que quieran a su ciudad.


Santiago de los Caballeros,
23 de octubre de 2019.


El ingrato, uno que daña a la sociedad


Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

Lo mejor del pueblo dominicano esta hastiado de soportar fenómenos nocivos que constituyen verdaderos martirios. Son suficientes las razones para que los hombres y mujeres decentes tengan que estar  compartiendo con personas cuya presencia motiva repugnancia y afecciones que con dificultad se superan. Los  portadores de vicios sociales hacen acto de  su despreciable presencia en forma de emboscada, no dan tiempo a nada porque ejecutan con apresurada celada.

Pero lo  más molesto de todo es que los malvados se mantienen cebados de cinismo cubriendo la realidad con la apariencia. Su naturaleza descarada la cubren con sarcasmo muy propio de los inverecundos. Como prueba de un tarado de la sociedad que daña con su presencia, voy a desarrollar la persona  del ingrato.

I.- Características de un ingrato

1.- Por las diversas formas de proceder los dominicanos y las dominicanas, observamos que en los últimos tiempos, acorde con el  deterioro social, se hace más notoria la presencia de un  espécimen, un modelo de persona que con su  manera de portarse lesiona las buenas relaciones y angustia a sus víctimas: el ingrato.

2.- No toda persona reúne condiciones para ser ingrata, porque la ingratitud es la suma de taras que  solo pueden acumularse en cerebros letrinos preparados para ser receptores de ideas, concepciones, estigmas y maculas  repugnantes.

3.- El ingrato es para su favorecedor, un mimado; el elegido de todas las ocasiones, el distinguido predilecto, el privilegiado de su benefactor. En su momento el hoy lesionado por la traición, agració a su favorito. Como calculador maligno, acciona siempre con alevosía, es sumamente cauto en la ejecución de su proceder venenoso, a los fines de que  su maldad sea  fruto de una maquinación meditada.

4.- Más que inteligente, el ingrato es taimado; desarrolla su bellaquería con mucha astucia, lo que impide adivinar sus infames  actuaciones. La ingratitud para alcanzar los fines perseguidos por el traidor tiene que  emperrarse con absoluta obstinación en la voluntad de un traicionero ladino.

5.- El ingrato, por su cercana familiaridad con el traicionado, no afecta a cualquier víctima; escoge entre varias personas a la que más le ha servido, la que  lo ha protegido y  auxiliado en momentos difíciles a él y a los suyos. En sí, golpea a quien lo convirtió de zarrapastroso en limpio, elegante.

6.- La acción ingrata para que cumpla sus efectos y satisfaga las pretensiones del ingrato debe  ser ejecutada  luego de que el  protector del ingrato ha hecho en provecho de este,  durante un largo tiempo, innumerables acciones,   convirtiéndole en un protegido, un favorecido, algo así como un adoptado.

7.-  El ingrato no valora; le da lo mismo recibir un trato gentil que rudo, ser idolatrado que despreciado, favorecido que desamparado. El autor a la hora de llevar a cabo la ingratitud no cree en amores ni sinsabores, consuelo  ni desconsuelo, alegría ni pena.

8.- Por la sinuosidad que caracteriza al ingrato, éste  confunde al más inteligente; es sumamente escabroso; disimula para penetrar y ser favorecido; se comporta ondulado y se hace el gracioso, no es demostrativo ante quien lo favorece; es un compendio, la síntesis del hipócrita y el solapado.

9.- El ingrato para  hacerle honor a su desfachatez,  cultiva el olvido, desprecia recordar; procura no tener presente en su mente nada que recuerde positivamente a su víctima; es un desmemoriado  por conveniencia; busca no acordarse de ningún favor; las añoranzas le molestan  cuando se encuentra con su protector; el ingrato se siente dominado por una amnesia selectiva.

10.- En el curso de una conversación cualquiera, el ingrato se molesta si su interlocutor hace uso de las palabras lealtad, hidalguía, fidelidad y rectitud; él se da por aludido, supone que se le quiere identificar como desleal, traidor y falso.

11.- El ingrato no valora gestos de atención  a su persona  ni a los suyos; se hace el loco para no tomar en cuenta deferencia, cortesía o atención; la hidalguía la considera una necedad social y la  caballerosidad una porquería,  la franqueza y la hipocresía las tiene en el mismo espacio.

12.- El ingrato carece de miramiento; está dominado por la desatención y la imprudencia; no cree en la delicadeza hacia quien le demostró solidaridad; tiene el descomedimiento como línea general de proceder ante  su protector.

13.- Al ingrato le da lo mismo comenzar o sumarse a acciones  deleznables contra aquel de quien fue favorecido o protegido; no se compadece con nadie; a quien le dio  la caridad, le paga con la crueldad; al que le  aportó compasión, le devuelve  impiedad.

II.- La sociedad dominicana, adecuada para el ingrato. Su actitud en la politiquería

14.- La ingratitud se desarrolla más rápida y ampliamente en la medida que el orden social se va haciendo cada vez más degradante en el orden ético y moral. En un ambiente podrido, sin valores de dignidad y decoro, el ingrato se siente sumamente bien, cómodo.

15.- No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender que la forma como está funcionando la sociedad dominicana de hoy,  es lo ideal  para quien abraza la ingratitud. Las relaciones que ayer se tenían  como sagradas, han sido contaminadas porque el ingrato no respeta hermandad, afinidad, ni la compenetración; para él la desunión, antipatía y la felonía es lo mismo que unión fraterna, simpatía y compañerismo.

16.- Al ingrato le da lo mismo iniciar una campaña difamatoria contra quien lo elevó hasta el último peldaño social y estatal,  que subirse en la ola que mueven los adversarios declarados de su pasado protector.

17.-  Estamos viviendo una etapa de dobleces en la cual el ingrato sobresale; en vista de la podredumbre que se observa en todo el tejido social de nuestro país, la acción del ingrato es aceptada tranquilamente; su actitud desleal se ve formando parte de la cultura,  como algo propio que nos individualiza como país.

18.- La situación de deterioro social aquí  llega a un grado tal que se santifica la conducta del ingrato, confundiéndola con neutralidad, ecuanimidad, imparcialidad y libertad de pensamiento.  Por el hecho de que el accionar político dominicano descansa, fundamentalmente, en relaciones personales, no ideológicas ni de principios, la ingratitud se destaca sacando sus garras, poniendo en evidencia la doblez, el disimulo y la falsedad de muchos politiqueros.

19.- Con frecuencia, hilachentos llevados a ocupar altos cargos burocráticos por la influencia política que ejercen en el mandamás de turno, y  a quienes  juran lealtad, luego los vemos muy pulidos; transformados  de desharrapados a perfumados, y vistiendo a la última moda.

20.- El ingrato, una vez el jefote que  le favoreció sale del poder, comienza a  censurar su administración, la misma de la cual formó parte y diseñó; se convierte en un crítico  impenitente, zarandeando la figura política que lo había favorecido,  sacándolo de  menesteroso a opulento, de incoloro a brillante, de bajo  a descollante y de desconocido a célebre.

21.- No se pretende que la ayuda, el servicio prestado y el auxilio al ingrato, tengan como contra partida la sumisión, la entrega, la deprecación ni la incondicionalidad, lo único que se espera de él es que sea consecuente; que no sea lisonjero, ni perverso;  adulador ni canalla; cobero ni ofensivo hacia su servidor.
22.-  La persona ingrata no surge del espacio sideral, sino que es un producto terrenal que ha asimilado uno de los tantos vicios que sociedades enfermas  como  la nuestra generan; la expresión práctica del ingrato, la ingratitud, lo define claramente por sus afines.

Reflexiones finales

a- Por ser un desalmado, el ingrato carece de sensibilidad, no tiene conciencia; a su guardián  lo ve como su  protector bondadoso y humanitario, pero una vez cae en desgracia  se convierte en pérfido, lo pisotea, deja de ser el compasivo que decía ser.

b.- Para el ingrato, el hecho de haber recibido el sentir humanitario de quien ahora es su víctima, lo tiene en el olvido. La ingratitud es el presente, la buena obra hacia el ingrato es cosa del pasado, no cuenta. El desleal escribe las buenas obras hacia él y los suyos sobre un pedazo de hielo.

c.- La ingratitud no es estática, se mueve por todas partes; se aloja en la cabeza del ingrato aguijoneando contra aquel a quien debía lealtad; provoca e incita a lo maléfico; es perniciosa y disfruta ejecutando sin límites la malevolencia.

d.-  El objetivo del ingrato es dañar en forma dirigida a quien lo había favorecido; si no puede eliminarlo físicamente, procura desacreditarlo, desprestigiarlo, hacer de su pasado protector una persona malmirada, desacreditada, reducirla a la absoluta animadversión pública.

e.- Como venenoso al fin, el ingrato atropella sin cesar, ultraja hasta lograr el menoscabo de aquel a quien debía gratitud; trata, por todos los medios, de no estar solo en su  accionar, por lo que lucha por lograr malquistar, encizañar hasta que indispone a aquel que le extendió  la mano solidaria en momentos de dificultad.

f.- El ingrato  se mueve sigilosamente;  le vemos en  círculos  de amigos, familiares  y políticos; penetra con el fin de perjudicar, lastimar a quien lo había protegido;  su labor funesta contamina  los ambientes, sin importar lo sano que sean; es un apostata que paga la gratitud generando daños morales y materiales.

g- Por ser una cuestión de sentimientos y por su propia formación,  con el ingrato no hay nada que hacer para salvarlo, porque es incorregible; se mantiene empecinado en la traición  y de ahí nadie  lo mueve; es un  testarudo insoportable, con su mente puesta en la falsía; es un obcecado persiguiendo a quien lo favoreció; es   un malagradecido contumaz.  Por tanto, es perder el tiempo tratar de que razone en el sentido de que deje de ser nocivo, pernicioso, perjudicial, desleal, traidor, nefasto, infame y perturbador.
h.- El ingrato,  mientras es  favorecido, es sumamente empalagoso y liviano con su protector; le falta tiempo para elogiar, magnificar y alabar a quien  luego maldice, censura, vitupera y  rebaja; de indigestar con sus exaltaciones, pasa luego a  ser un  crítico mordaz, virulento y acérrimo contra su patrocinador. Con  la misma fuerza que el farsante defiende, ataca; como alaba, vilipendia; pondera, para luego insultar.

i.- De seguro que cada quien recuerda un  ingrato que se caracterizó por dicharachero  y célebre, hasta llegar a la bufonería; pero también lo tiene presente  como triste, aburrido y apagado. Mientras está siendo protegido, el desleal es híbrido, mixto, una mezcla de persona que se comporta, cuando quiere ser beneficiado, como le agrada o convenga a quien lo apoya y beneficia. Tiene condiciones para llamar a hilaridad y diversión, como también  amargura y fastidio.

j.- El ingrato hay que mantenerlo lo más alejado posible; encierra en su persona las cualidades más despreciables del ser humano, entre las que se destacan la deslealtad y el egoísmo; también hay que identificarlo como malagradecido, infiel y taimado.

 k.- Por experiencia propia puedo decir que ninguna persona de nobles sentimientos  debe romperse la cabeza analizando cómo identificar a un  ingrato, porque este es un individuo que por su comportamiento sinuoso resulta difícil de individualizar; tiene un carácter no original, un estilo de vida oportunista; temperamento voluble y temple indefinido. Pura y simplemente, el ingrato es un engendro que tiene una personalidad sibilina.

Santiago de los Caballeros,
22 de octubre de 2019                                                

Exhortación a Santiago que luce dormido ante un atropello



Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Los pueblos, en el curso de su historia de lucha política y social, en reclamo de sus derechos y libertades, adoptan diferentes posiciones y aplican los métodos más diversos. En ocasiones observamos que las masas populares se muestran muy activas, decididas para hacer realidad sus reivindicaciones. Pero, a veces, también es posible advertir en ellas indecisiones para materializar sus exigencias.

2.- Santiago de los Caballeros, es un ejemplo claro de las variadas actitudes de las comunidades en su afán para alcanzar sus pretensiones en el orden político o social. Los santiagueros y las santiagueras históricamente han enseñado sus fibras cívicas y democráticas en su esfuerzo por ver hecho realidad sus deseos a una vida mejor en lo material y espiritual.

3.- Partiendo del tradicional fervor para hacer efectivos sus fines perseguidos, sorprende ahora la tibieza que exhiben mis coterráneos, los habitantes de la ciudad de Santiago, ante un problema que les afecta y está a la vista de todas y de todos. La frialdad se está imponiendo hoy ante el celo ardiente de nuestros comunitarios de ayer.

4.- No se explica cómo los hombres y mujeres de Santiago, han aceptado sin protestar que durante varios meses permanezca cerrado un tramo importante de su calle céntrica principal, la calle Del Sol. La indiferencia ante semejante situación desdice mucho de la sociabilidad, el respeto que debe exigir todo ciudadano o ciudadana ante el desprecio al derecho a su libre circulación.

5.- Si una libertad tan elemental como es la del libre movimiento vehicular no es demandada, ¿qué se puede esperar al reclamar otros derechos de mayor contenido y que exigen más profundidad de comprensión social y política? La pasividad envía a veces un mensaje de cansancio, pero también de una despreocupación que llega hasta la indiferencia.

6.- Cada santiaguero o santiaguera, que al conducir su vehículo de motor de oeste a este por la calle Del Sol, y se vea impedido de entrar libremente al elevado, o moverse por la parte lateral del mismo, debe hacerse la pregunta ¿por qué tengo yo que tolerar este abuso de quien sin ningún derecho me ha cercenado mi libertad de tránsito?

7.- Ante la perturbación causada por una conveniencia particular, el amor propio debe tomar su imperio para que los habitantes de la ciudad de Santiago de los Caballeros, demostrando su hidalguía, demanden enérgicamente de las autoridades correspondientes que termine el atropello que impide el tránsito de oeste a este de vehículos de motor por un espacio de la prolongación de la calle Del Sol.

8.- Lo mejor del pueblo de Santiago de los Caballeros tiene justos motivos para encabritarse; sentirse molesto; mantenerse enfurecido y altamente indignado por el abuso que constituye hacer imposible la libre circulación vehicular por un tramo importante de la calle Del Sol.

9.- Este escrito vale exhortación a indignarse a los hombres y a las mujeres de Santiago que tienen conciencia cívica, pero que ahora están demostrando despreocupación ante un abuso incalificable.


Santiago de los Caballeros,
21  de octubre de 2019.

Sacar el odio de nuestro medio social


Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Tenemos derecho a aislar al que odia

1.- Por el hecho de haber vivido en mi país, en forma ininterrumpida, por más de ochenta (80) años, y preocuparme por conocer la forma de mis paisanos comportarse, he podido llegar a comprender los cambios que se han ido operando en la mente de los nuestros con relación a sus sentimientos y  el estado de ánimo para manifestar inclinación de estima u odio hacia los demás.

2.-  Por mi edad, formo parte de una generación de mujeres y hombres con formación hogareña y escolar para sacar de lo más profundo de sus corazones el sentir de cariño  y demostrar ternura; manifestar afectos y dar trato efusivo a todos aquellos con quienes compartimos vínculos basados en la cordialidad, cualidad que nos destaca como personas con condiciones de pura franqueza, sencillez y sociabilidad.

3.-  El proceder de los nacidos aquí en otras épocas de nuestra historia como sociedad civilizada, nos lleva a tomar en cuenta que estamos viviendo en el mismo territorio, pero bajo un ordenamiento económico y social distinto, que genera ideas y conductas opuestas a las que ayer sirvieron de guía al dominicano y a la dominicana.

4.- Aquel ciudadano que en su modo de comportarse enseñaba estampa de haber adquirido sólidos  conocimientos para accionar con actitud de condescender,  ya luce en extinción; al parecer su ciclo de existencia en nuestro medio concluyó. El que existe ahora está hecho para ser indolente; no se afecta o conmueve por nadie.

5.- Es posible llegar  a pensar que la participación en el dolor ajeno se ha cambiado por el júbilo ante la desgracia del otro; la compasión no está ocupando un espacio en la conciencia del comunitario de ahora que se muestra apático, porque no da demostración de afligirse frente al tormento que motiva queja a su amigo.

6.- Herir u ofender está de moda en las nuevas generaciones porque, al parecer, viven llenas de cóleras; la irritación y el desabrimiento se les observa sin mucho esfuerzo. La alegría para estar contento y así animar a otros no la vemos con normalidad porque la aspereza está predominando. La brusquedad en el trato se destaca con facilidad.

7.- Porque la sociedad dominicana está llena de personas que han hecho de la antipatía una norma injustificada hacia los demás, hay que hacer ingentes esfuerzos para construir un sistema que sirva como desinfección social;   instaurar un orden nuevo en el cual, después  de una efectiva profilaxis, surja el ser humano nuevo, en el que no esté de por medio la antipatía, la aversión y otras tantas inquinas gratuitas.

8.- A los fines de volver a compartir sanamente con aquel coterráneo lleno de dulzura, lo mejor del pueblo dominicano debe luchar por formar a un compatriota que nos haga acabar con todo lo que signifique disgusto, es decir,  que respira amargura y transmite aflicción contaminando el ambiente con resentimientos y quejas.

9.- Los hombres y las mujeres de bien que en este país viven enamorados de la vida y aspiran a construir un futuro luminoso, están en el deber de accionar; luchar para hacerse acompañar del ser humano bueno, y para lograr tal objetivo tienen que trillar el camino que les ha de conducir a un destino sin truhanes, traviesos y cuantos educados para odiosear, mortificar, irritar y jeringar hay hoy entre nosotros.

10.- Si de  verdad  queremos ganarnos el derecho a no convivir con sectores, grupos y capas sociales que con su sola presencia anuncian todo lo contrario de lo bueno que merecemos y esperamos, entonces lo que debemos hacer es obrar para levantar una sociedad donde abunden seres humanos formados para ser amables, sociables y nos traigan cordialidad.

11.- Todos aquellas acciones que tengan por finalidad causar molestias o hastío al ser humano, deben ser eliminadas por completo en la forma de proceder. No es de buen gusto ni motiva satisfacción agobiar con gestos o palabras,  cuando existen distintas maneras para deleitar a los demás. El que motiva odio es el inaguantable que disfruta enojando  al que merece estar contento.

12.- El sujeto desagradable, burlón y ridículo goza perturbando a quienes procuran agradar con sus actuaciones. Hay que tratar de aislar a los que con sus actos odiosos se hacen repugnantes, aborrecibles y nauseabundos. La vida debe ser para compartir mujeres y hombres de corazones libres de resabios y de otros vicios que definen a los que guardan rencores.

13.- Es posible y necesario poder contar con seres humanos bonachones que en su trato con sus semejantes den demostración de estar instruidos para enseñar la condición de apacibilidad. Una sociedad no pinta nada  sana y buena si sus integrantes dan demostración de ser coléricos, iracundos e irracionales.

14.- El pueblo dominicano merece contar con mujeres y hombres que se caractericen por agradar con su proceder en las relaciones humanas. Esa persona que con sus actuaciones es causa de disgustos, enojos y molestias, es la  que en nuestro medio está preparada para con su maliciosa apariencia de inofensiva transmitir e impulsar odio.

15.- Para comprender  lo nocivo de un vicio social y tratar de que sea eliminado, resulta importante señalar los daños que produce  en los distintos grupos que componen la sociedad donde está alojado. De ahí que en los puntos siguientes procedemos a explicar los efectos que causa el odio.

II.- El odio presente aquí

16.- Lo horrible en nuestro país no es la violencia que impera, la criminalidad que acecha, ni las diversas modalidades delincuenciales de factura nueva que han hecho acto de presencia en el cuerpo social dominicano. Lo peor es el odio en la conciencia de amplios grupos sociales.

17.- En el cerebro de muchos dominicanos y dominicanas está presente el odio como divisa; predomina como distintivo, algo así como un símbolo. Está pegado, es un logotipo mental; sello que caracteriza conductas viciadas, corrompidas.

18.- Practicar el aborrecimiento no es de un ser humano formado para la convivencia armoniosa y civilizada. Detestar, abominar, tener rencor se ha convertido en algo que divierte a muchos que aquí no tienen motivo alguno para vivir con rabia, enconos y repugnancia hacia los demás.

19.- Con notoriedad y aflicción observamos a diversos sectores que no están tranquilos, en paz, si no es expresando aversión contra alguien; destilando inquina con relación a individuos que ni conocen. Maldecir al desconocido, es algo cultural en el ambiente dominicano.

20.- Lo que sale de la boca de algunos fastidiosos es candela, puro fuego. La animadversión gratuita es un deleite para aquellos que prefieren no respirar, si no es para sacar de su garganta una expresión hiriente, denigrante contra un ser humano bondadoso.

21.- Estamos viviendo en una especie de jungla, en la que abundan caníbales dispuestos a menospreciar, quitar valor y devorar a cualquier ser humano con espíritu venenoso.  El odio es aplicado en la sociedad humana por el embustero, artista de la humillación y practicante del ningunear.

22.- El código de aquel  que odia está debidamente estructurado para que cada palabra surta efecto demoledor,  por lo que mancillar, manchar, oprobiar y sambenitar tiene víctimas específicas para colocarles etiquetas deshonrosas y en especial poner malas famas, oscurecerlas o enlodarlas. 

23.- El sentimiento de aversión lo tiene reservado el que acaricia la malquerencia y es aliado de la tirria, con el fin de desmigar a quien sea merecedor de respeto en la sociedad. Mientras más detesta y rencores acumula, mejor se siente el triturador de honras y méritos bien ganados.

24.- Aquel que se dedica a odiosear hace buena alianza, con el que fastidia, aborrece, enoja y hace de la mortificación el arte de jeringar.  Solamente los dañados de mente pueden comportarse como entes dañosos que contaminan y empañan hasta a los metales preciosos.

25.- El que disfruta con la antipatía siempre está moviéndose en el círculo social donde le celebran sus acciones perversas, dirigidas a hacer sentir desconsolado, deprimido, extenuado, afligido,  y en todo caso hundirlo, quitándole el ánimo  y destrozarle el entusiasmo hasta convertirlo en un desilusionado, desesperanzado y frustrado.

26.- El medio dominicano está resultando propicio a los fines perseguidos por los que están educados para utilizar el descrédito contra  las personas de valía, la mala reputación, y todo calificativo que encierre ignominia, deslustre, en sí, aplicarle al honorable todo lo que significa leyenda negra.

27.- La persona física con méritos que sobresale es un objetivo a ser destruida mediante la descalificación y la infamación, empañándole la fama, su buen nombre y respeto. Es misión del que odia, pulverizar a los seres humanos que se elevan, aniquilar al distinguido, hacer añicos, estragos, echar abajo a todo aquel que es un triunfador.

28.- La inquina está fija en la conciencia de muchos de nuestros paisanos que se molestan con los triunfadores. La tirria, se ha apoderado del corazón de los reducidos a la nada como persona, por lo que se mantienen angustiados una vez conocen los éxitos de otros.

29.- Sorprende la forma como tantas personas están contagiadas por la malevolencia. Se ha hecho una práctica en determinados sectores de la sociedad dominicana, manifestar gratuitamente la malignidad, como si semejante tara hablara bien de los seres humanos. Pretenden desconocer que el malintencionado es visto como una rémora, un peligro social.

30.- La presencia en nuestro medio social del maldiciente cada día se está haciendo más notoria.  En la medida que se agrieta la sociedad, crecen los individuos malditos que disfrutan con los anatemas, lanzando reprobación a diestra y siniestra; andan endiablados por esas calles de Dios, en procura de injuriar a cualquiera que no sea de su agrado.

31.- El malvado que con su lengua odiosa daña a los demás, es de formación impertinente, proceder irrespetuoso y de trato malicioso. El descarado es hermano gemelo en inconductas de aquel que malacostumbrado, malvezado y grosero, se convierte en avinagrado que cultiva la astucia para, en unión de la picardía, ser insidioso, muy mal pensado.

32.- La situación que se presenta en nuestro país con las personas que lo que sacan de su boca para referirse a los otros es pura llama, su mala intención es quemar con sus descargas de odio y andanada de resabios, porque mientras en sus cerebros quede algo de combustión continuarán quemando a sus víctimas inocentes.

III.- Eliminar el odio

33.- Nuestro país no puede seguir siendo el ámbito propicio para odiar, aborrecer a los demás. Hay que cambiar el sentido de aversión y repugnancia, por el de amor, afecto, cariño, comprensión y tolerancia. La parte fea de la conducta humana no debe predominar sobre lo hermoso que puede dar la especie humana.

34.- Debemos sacar de nuestro cerebro todo lo que resulte ofensivo y fastidioso. Las diferencias de opiniones  políticas, la competencia empresarial o profesional, no puede llevarnos a permanecer armados para destruir al adversario, con rabia agrediéndolo con calificativos arteros, solapados, taimados,  para  herir, reducir y difamar.

35.- Conviene motivar a los dominicanos y a las dominicanas para que hagan suya la idea de la tolerancia; suscitar la consideración y el respeto mutuo; incentivar la condescendencia; impulsar la flexibilidad ante la ilusión de resolver los conflictos por medio de acciones de sangre. Debemos eliminar la motivación que nos guía a querer destruir a los demás por medio del chisme, la difamación y las palabras hirientes.

36.- Debemos estar preparados para comportarnos con cariño, ser amables y mimosos. Lo áspero, desagradable y brusco nos hace ver ante los demás como personas indeseables, agrias, de mal vivir y peor trato. Sin necesidad de ser melosos, podemos exhibir delicadeza, decente compostura y demostrar que estamos formados como pueblo solidario para humanizar a los nuestros con el ejemplo, transmitiendo afectos y calor humano.

37.- Con las buenas actuaciones debemos probar que estamos en condiciones de eliminar el odio y con él el miedo, la sicosis de pánico y el estado de horror. Es posible desechar el espanto y dejar fuera de nuestro medio el susto. Suprimir de nuestras actuaciones todo lo que signifique agravio y pueda ponernos los pelos de punta.

38.- Si los dominicanos y las dominicanas ponemos de nuestra parte de seguro que logramos cambiar la agresividad, la violencia y la provocación por el sano trato y el lenguaje bonito, y dejaríamos así  de ser provocadores, buscabroncas, bravucones y estimuladores de camorras, excitadores de pleitos y sugerentes de discordias. Es bueno alcanzar la concordia para evitar contrariedad, enemistad y desacuerdos dolorosos y trágicos.

39.- Algo hay que hacer para que no siga en el país estableciéndose como norma de vida la disensión innecesaria, la desconcordia provocada y el disentimiento sin sentido. La conducta de andar dándole a la lengua y procediendo a sacar de sus cabales al decente, lo único que conduce es al debate estéril, al altercado y  pugilato infecundo.

40.- Moverse odiando a los demás lo que hace es identificar al autor como individuo de baja calaña, inclinado a la crueldad, atrocidad e imprudencia; y preparado para ser ubicado como bruto, cafre y ausente de civismo. La barbarie nos señala como pueblo subdesarrollado, adecuado a comportarse haciendo barrabasadas, tratadas y cuantos desaguisados sean posibles.

41.- Podemos accionar en política sin necesidad de agraviar a los contrarios haciéndoles sentir mal en su persona y a los suyos. Al perjudicar lesionando sin justificación alguna nos hacemos daño a la vez que debilitamos la justeza de la causa que defendemos.

42.- Las verdaderas transformaciones democráticas se logran con el apoyo de las masas populares, jamás con métodos que van en menoscabo de los objetivos perseguidos, sin importar lo loable que resulten ser. El insulto, la calumnia, el ultraje y zaherir no contribuye al desarrollo de la lucha social.

43.- Los hombres y mujeres de bien se reducen una vez dirigen su lucha política al campo personal, llevando al pueblo la falsa idea de que sembrando odio contra un individuo en particular se eliminarán las injusticias y las lacras que genera el sistema social bajo el cual estamos viviendo. No alcanzamos la felicidad por vías ilegitimas, injustas y utilizando los mismos tormentos que censuramos a nuestros antagonistas.

44.- Por muy áspera, ácida y tormentosa  que se presente la lucha social y política, la persona sensible y defensora de las causas justas, no debe caer en la politiquería que es propia de los que llevan a la práctica la política para lucrarse, y carecen de sólidos  argumentos  para sostener sus posiciones.

45.- La persona que interviene en actividades políticas y sociales se eleva y gana simpatía para la causa que defiende cuando recurre a razonamientos, tesis y juicios que resultan demostrativos. La claridad de pensamiento, encerrada en la elegancia de las ideas que defendemos, se evidencia sin necesidad de utilizar la mentira, el odio ni términos insignificantes.

46.- Por último, a la niñez dominicana debemos inculcarle que el ser humano no debe odiar, porque el que odia es malo como persona; un mal bicho en quien nunca podemos confiar.


Santiago de los Caballeros,
14 de octubre de 2019.