Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Separación entre la adultez y la niñez
1.- En el medio social dominicano, como en
cualquier espacio territorial ocupado por la especie humana, habitan personas
que van desde la niñez, que es la edad de óptimas posibilidades sensitivas para
el desarrollo de cualquier aspecto de la psiquis, la enseñanza y la educación,
hasta la ancianidad que es el último período de la vida. El ciclo ideal para
iniciar la formación de seres humanos vivientes es la infancia.
2.- Partiendo de la idea anterior podemos reconocer
que en el ambiente que nos estamos moviendo, los que aquí vivimos en la edad
madura o adultez, ya tenemos nuestra forma de actuar, es decir, estamos
habituados a comportarnos la mayoría de las veces en forma normal y de la misma
manera, o lo que es lo mismo, tenemos nuestra particular forma de ser.
3.- El estilo de vida deja ver al adulto en cada
acto que ejecuta; lo acompaña porque ya está con él familiarizado; la
personalidad está definida, configurada, sería algo así como genio y figura
hasta la sepultura. El conjunto de cualidades distinguen a las personas y las
hacen únicas, les dan individualidad.
4.- A diferencia del adulto, que ya tiene definido
su carácter, su idiosincrasia, el niño, que está en el primer período de la
vida humana, que por su inmadurez obra irreflexivamente, puede ser educado en
forma correcta, provechosa, de utilidad para sí y para la sociedad en general.
De los chicos podemos sacar excelentes adultos, hombres y mujeres de bien.
5.- El objetivo de hacer en este escrito una
separación entre el adulto y el niño, es para con la desemejanza en el tiempo
vivido establecer la realidad de que mientras que con aquel dominicano que ya
está en la edad madura no hay nada por hacer porque está formado, es un
producto humano hecho, pero con el chiquillo que todavía está en la etapa
pueril, es posible con una educación general adecuada sacar un ciudadano o una
ciudadana con una formación distinta a la de hoy, con conocimientos sólidos de
lo que es actuar conforme a los buenos modales, con la presencia de las
cualidades que debe tener una persona identificada sin máculas.
II.- Futuro promisorio si ahora salvamos la niñez
6.- Por el estado de degradación que se encuentra
la sociedad dominicana, no es el momento de ver hacia atrás, sino más allá;
pensar, no en lo que ha pasado, sino en lo que debemos hacer de ahora en
adelante. Convencernos de que más tarde será peor, y lo que conviene es razonar
en lo que va a ser positivo en lo sucesivo.
7.- Cuando nos referimos a lo fresco pensamos en lo
que hasta ahora no se conoce, lo reciente. Precisamente, lo que debemos aspirar
es a que, partiendo de la niñez dominicana actual, formar un ser humano que por
ser flamante tenga una formación opuesta, contraria a la que tiene el adulto,
el viejo munícipe o ciudadano de ahora. Si logramos hacer algo contrario al
proceder de hoy, podemos decir mañana que revolucionamos de mal a bien porque
nos hemos transformado en conducta.
8.- La conciencia es la forma superior del
conocimiento, resultante de condiciones histórico-sociales en la formación de
las personas, lograda en la actividad laboral y la comunicación permanente con
otras. De ahí que es bueno fijar en el cerebro la conducta de los que mañana
van a ser las mujeres y los hombres bajo cuya dirección va a estar nuestro
destino.
9.- Contar en el país con individuos que hagan las
cosas con mucha escrupulosidad, es demostración de que en su niñez tuvieron
maestros que les dieron forma para que fueran dueños de un correcto proceder y
su espíritu cultivado para actuar bien. Producir un hombre o una mujer de
correctas actuaciones se logra plasmando en su cabeza una doctrina para
accionar conforme las buenas costumbres.
10.- En la adecuada dirección debe estar la línea
que han de seguir en el porvenir los niños ahora bien encaminados. Aquel que
tiene la facultad de dirigir-el directivo-, le corresponde hoy pulimentar el
cerebro de las niñas y los niños que mañana van a dar ejemplo de excelente
comportamiento exterior. La manera como actuarán los adultos del futuro
responderá a los modos de conducirse como fueron adoctrinados.
11.- En los períodos venideros de nuestro país el
ciudadano que va a incidir en la vida pública desde diferentes escenarios debe
haber sido instruido para que sea sumamente sensible, laborioso, honesto,
colaborador, en fin, rodeado de todas las condiciones, hábitos y disposición
para servirle a la sociedad. Debemos aspirar a contar con el ser humano que al
obrar lo haga en forma virtuosa, para así olvidarnos para siempre de los
deshonestos, inmorales y viciosos.
12.- Nos espera un futuro promisorio si ahora
salvamos la niñez para que no sea tocada con inconductas indecorosas, como la
generalidad de los integrantes de la generación presente cuyos miembros con sus
acciones dejan una mala opinión ante sus conciudadanos. El deshonor, la
humillación y la indecencia no deben continuar siendo el normal proceder de
personas que quieren vivir en una sociedad civilizada.
13.- Es necesario desplegar gran ánimo a los fines
de lograr que los que ahora son niñitos y niñitas, sean orientados en el
sentido de que el futuro les pertenece, y que de ellos depende todo lo bueno,
pero también todo lo mala que sea la sociedad nueva; que les corresponde
construir siguiendo los lineamientos que les dieron sus educadores. La
posteridad no debe proseguir como hasta ahora.
14.- Los instructores están en el deber de
formarles a las niñas y a los niños en su cerebro elevados objetivos a los
cuales deben aspirar para que se conviertan en sus ideales de solidaridad,
sociabilidad, honradez y libertad; de paz, fraternidad y tolerancia. En la
medida que el infante acumula ideas sociales sanas se forma una ideología que
rechaza los vicios sociales que dañan a las personas.
III.- Un régimen especial de prevención para salvar
la niñez
15.- La historia política y social nos ha enseñado
que sociedades humanas degradadas en lo ético y moral, se han superado tomando
medidas de profilaxis que han hecho posible que prevalezca lo sano sobre lo
podrido. Lo que todavía queda bueno en el ambiente nacional debe armarse de
espíritu de avance, adelanto y rebosamiento con el fin de que quede atrás el
fracaso, lo que hemos perdido como un pueblo que merece y ha luchado para que
el ambiente de convivencia sea compartido entre personas libres de
superficialidad y perversión.
16.- Es una necesidad para nuestro país convertir
el medio donde hoy vivimos en una especie de establecimiento donde habitan
niños y niñas que deben ser sometidos a un régimen especial de prevención
contra enfermedades que ya han lesionado a otros seres humanos, que en el caso
específico dominicano son aquellos que están imposibilitados de restituirles la
salud ética y moral porque se corrompieron por entero.
17.- Si se lleva a cabo una labor de tomar medidas
para evitar que de la niñez dominicana de hoy se apoderen las taras que
acompañan a muchos de los adultos, de seguro que en el mañana no van a
sobresalir los deshonestos, no será posible que esté descollando el corrompido,
ni mucho menos imponiéndose los vagabundos, truhanes y canallas. Para alcanzar
algo distinto a lo que ahora nos coloca como sociedad de ladrones, hay que
preparar con antelación el material humano, acondicionar a los que están
subiendo y todavía no se han contaminado.
18.- Lo mejor de nuestro pueblo debe confiar en que
si logramos salvaguardar a nuestra niñez para que se prepare decente y
honestamente, una vez haya madurado espiritualmente, con conciencia de su
compromiso social, actuará cumpliendo con su deber, respondiendo con solidez
ética y moral, no sedientes a las tachas que hoy han manchado a amplios
sectores de la sociedad que llegan hasta el punto de ver en la honradez un
estorbo y en el robo una virtud.
19.- Los dominicanos y a las dominicanas que hoy están ubicados como
ladrones y deshonestos, harían un gran aporte de decencia a sus descendientes
si les proporcionan educadores que construyan en su conciencia la idea de que
el dinero no lo es todo; que lo único que hace al ser humano digno y meritorio
es portarse con honradez; limpieza de conducta, y poder exhibir ante sus
conciudadanos una hoja de vida marcada por honestidad, decoro, integridad,
pudicia y recato indiscutible.
20.- La buena formación de las niñas y de los niños
de ahora es algo que se puede realizar. Es posible llegar a contar para la
posteridad de nuestro país con mujeres y hombres delineados correctamente;
perfilados para que luego ejecuten, con el esmero que fueron educados y
tuvieran un comportamiento acrisolado. Ante la presencia de personas que hoy
nos avergüenzan por sus actuaciones indecorosas, deben llegar aquellas que
prueben haber sido formadas en su niñez para tener todas las cualidades
deseables en un ciudadano o munícipe magistral todo porque fue bien hecho,
ausente de vulgaridades y de las taras que acompañan a los desvergonzados de
hoy.
21.- Corresponde a los padres y madres darles a
nuestra niñez conocimientos para crear en ella la base de principios éticos y
morales para que mañana sean adultos estupendos porque dan a sus ciudadanos
prueba de servir de primer modelo.
22.- Lo menos que pueden hacer los adultos de hoy,
no comprometidos con la degradación ética y moral de la sociedad dominicana
actual, es preocuparse para históricamente quedar bien distantes de los que
ahora, en nombre de acumular la mercancía dinero sin ningún esfuerzo, obran en
forma desvergonzada, sin importarles ser calificados como sobresalientes en
gamberradas. Mañana, cuando el país esté compuesto por la niñez salvada hoy, se
podrá decir que en este fango social progenitores se ocuparon de dejarles al
porvenir descendientes venerables.
23.- Las inconductas practicadas por los adultos de
ahora, son responsabilidad de sus progenitores que no cumplieron con los
deberes puestos a su cargo de formar a sus vástagos como personas íntegras.
Sería un logro que la niñez de hoy, ya mañana en la adultez, pueda renegar de
lo que fue el indecoroso proceder de sus ascendientes, muchos de los cuales en
la actualidad simbolizan la perversión.
24.- Ciertamente que no resulta nada fácil lograr
reeducar a amplios segmentos de la sociedad que han caído en la más profunda
degeneración ética y moral. Pero por muy dificultosa que se presenta una
situación social, siempre es posible buscarle solución, y dentro de la
degradación existente en nuestro medio, si no los adultos, por lo menos la
niñez es salvable.