Por: Ramón Antonio Veras.
I.- La dificultad aquí de ser juez honesto
1.- En una sociedad como la nuestra, deteriorada en
lo ético, moral y social, la de juez es
una ocupación difícil de llevar a cabo
porque para honrarla no basta con ser honesto, talentoso, laborioso y tener el
más amplio sentido de ecuanimidad.
2.- En nuestro medio, por más equilibrado, objetivo
y equitativo que sea un juzgador, se encontrará con momentos engorrosos,
sumamente pesados. La paz le será trastornada, y permanecerá en todo momento mentalmente afectado. Aquel que ejerce como árbitro en el
servicio judicial dominicano, debe estar preparado para encontrarse con los
peores percances. Debe saber que le acecha la contrariedad más desagradable.
3.- El que aquí hace de sentenciador a lo mejor
vive sin percatarse que está moviéndose en un lodazal social, y talvez no llega
a tomar conciencia que cada expediente en sus manos es un conjunto de papeles
previamente envenenados por litigantes que los aportan al proceso para que el
magistrado, sin advertirlo, se queme las manos y ensucie su limpia conciencia.
4.- Una persona honrada y honesta que aquí decide
ser juez, no debe pasar por alto que va a desempeñar una labor que en la
presente coyuntura se encuentra en un verdadero dilema, no solo por los
intereses encontrados, sino también por la conducta de los que intervienen en
los litigios.
5.- A la vista de muchos abogados promiscuos, los
jueces del país sin importar su dignidad y honradez probada, no son más que
unos pillos que se engancharon a la judicatura para enriquecerse por cualquier
vía, y para obtener dinero están dispuestos a llegar a cualquier canallada.
II.- Abogados que aspiran a tener jueces preferidos
6.- Cada oficina de abogados creada para traficar
con sentencias, quiere tener su juez conveniente, para que le falle los asuntos
de su interés en la forma de su agrado. En sí no quieren un magistrado para que
juzgue, sino para que santifique malandrinadas, no importa la cochinada
decidida.
7.- Los profesionales del derecho que hacen la
función de mercaderes, necesitan un juez dócil, porque solo así un granuja puede darle a su cliente
garantía de ganancia de causa. Su obligación profesional ya no sería de medios,
sino de resultados anticipadamente garantizados.
8.- Una vez el abogado marchante se encuentra con
un juez honesto, de inmediato lo enfrenta por todos los medios bajos posibles,
hasta llevarlo al descrédito. Aquel que es un magistrado que le da brillo a la
judicatura va a tener como adversarios a toda la basura social de la toga y el
birrete, a esa escoria identificada como
abogados y abogadas.
9.- Solamente aquellos que en el ejercicio de la
profesión creen que los tribunales son mercados, centros comerciales, plazas
para el tráfico de influencia, se ocupan de estar presentes en los despachos de
los jueces haciéndoles visitas para sonsacarles; indagando sus vidas;
sondeándoles, tanteándoles, explorando su situación económica con el fin de
hacerles propuestas corruptas.
10.- La abogada o el abogado que se obliga con su
cliente a darle un resultado satisfactorio de su caso, es el mismo que no tiene
escrúpulos, vergüenza ni reserva alguna para
asediar al juez en su hogar;
cabildear con los relacionados sin importar que sean hijos, hermanos o amigos.
Con el fin de alcanzar lo prometido a su pagador, los indignos profesionales
del derecho hacen hasta lo más vulgar.
11.- El abogado canalla no se siente a gusto cuando su caso está en manos de jueces con
sentido de honradez, responsabilidad y crédito. Es entonces cuando lanza la duda para desacreditar sus fallos,
siembra en los mismos la vacilación y la
incertidumbre; llevando incredulidad, cuestionamientos y suspicacias, persiguiendo
que las decisiones se vean dubitativas, confusas e inciertas.
12.- Aquellos que, más que profesionales del
derecho son intermediarios en favor de causas perdidas, justifican el fracaso
de sus gestiones poniendo a circular la especie de que el caso fue conocido por
un tribunal colegiado compuesto por individuos maleables, dóciles, blandos,
flexibles, que carecen de carácter para decidir situaciones que envuelven sumas
millonarias.
13.- La conducta de los magistrados honestos
permanece en un hilo, porque depende de un malvado que la somete a
conspiraciones, maquinaciones y todas clases de conjuras, hasta lograr ponerlos
por el suelo. De ahí lo complejo, dificultoso y embrollado que es para un
magistrado decente conservar buena imagen.
14.- Aquel que tiene capacidad e idoneidad para desempeñarse como juez, hoy
se encuentra en situación difícil de llegar a serlo, y si lo logra termina
convertido en un fracasado, arruinado en sus aspiraciones, porque el ambiente
para el magistrado con independencia de criterio, buena formación hogareña y
académica, representa una incomodidad, porque no está educado para hacerle el
juego a los que aquí quieren tener jueces serviles, bajunos, lavacaras,
quitapelillos y corruptos.
15.- Cada día el medio nuestro se hace más difícil
para el juez honesto, porque tiene que permanecer estupefacto, patidifuso a la espera
de que en cualquier momento un desvergonzado va hacer uso de las redes sociales
hiriéndole en su honor.
16.- Los jueces exaltados, encumbrados,
glorificados y altamente ensalzados por los abogados corruptores, son aquellos
que están dispuestos a inclinar la vara de la justicia en provecho de
quien pone en sus manos el sobre con dinero.
El que procede en sentido contrario, comportándose como magistrado
honorable, no va a vivir en paz por el fuego lanzado por el que no logra
corromperlo.
17.- Los abogados que van a los tribunales en busca de jueces
corrompidos, se sienten mal cuando se encuentran con los que no se transan
porque entraron y quieren salir del servicio judicial limpios
con la honorabilidad que han vivido. Por tal razón es que se ha convertido en
una proeza, un acto de valentía el rechazo a las tentaciones, incitaciones y
seducciones deshonrosas provenientes de los pervertidores de jueces.
18.- El traficante de expedientes que no logra
corromper a un juez, lo califica de caprichoso, abusivo, antojadizo y parcial.
Hace todo lo posible para que el juzgador
sea manchado con un mote insultante para que la calificación odiosa
quede clavada como deshonra, que haga la
función de mancillar, de ultraje.
19.- El abogado que se ufana de tener en sus manos
a los jueces; que con ellos se entiende muy bien; que tiene posibilidad de saber cuál juez es manejable y cuál no, es el
mismo que se expresa como un gran conocedor de las debilidades y necesidades de
los jueces y que le es fácil doblegar y mandar hacer las sentencias de sus
pagadores.
20.- Los profesionales del derecho que se dedican a
difamar a jueces que no les complacen
con sucias pretensiones, hacen alardes de que logran poner tribunales
a su servicio porque cuentan con amplios recursos económicos, y hacen de
dilapidadores y derrochadores para deslumbrar a jueces deshonestos. Ese abogado
intrigante es el mismo que está presto para poner en la picota al magistrado
que eleva la judicatura con sus actuaciones honestas.
21.- A los abogados deslenguados, difamadores,
murmuradores y descarados que lanzan duda sobre la honestidad de magistrados
probos, hay que ponerlos en evidencia, dejarlos ante la opinión pública como
verdaderos irresponsables y sicarios morales.
III.- Precisiones
finales
22.- La honra, el honor, la entereza y el decoro,
deben ser las virtudes que adornen la persona de los magistrados que el país
aspira se mantengan con orgullo en los órganos del servicio judicial del país.
23.- Los pesares justificados, presentes en la
conciencia de nuestro pueblo, por el mal
proceder de muchos jueces, no pueden ser extendidos a aquellos que con
estoicismo han soportado tentaciones de todo tipo, y se han mantenido firmes
poniendo por delante la honestidad y el buen nombre que merece llevar el
magistrado virtuoso.
24.- Ninguna sociedad puede aceptar callada los
cuestionamientos a la conducta de los integrantes honestos del servicio
judicial, y mucho menos deben guardar silencio los organismos llamados a
conocer del comportamiento de sus miembros, sin importar que las imputaciones
provengan de personas descalificadas. La confianza de la comunidad en la
integridad, probidad y honorabilidad de quienes administran justicia, no puede
estar en entredicho.
25.- La falta de consideración; la ausencia de
respeto; la irreverencia a lo que se llama magistratura, hay que pararlo, no
por los que han prostituido con sus inconductas la deferencia que merece el
concepto justicia, sino por las tantas personas que han dado los mejores años
de su vida a la función de juez, exhibiendo civismo y dando ejemplo de ser
ciudadanos y ciudadanas ilustres.
26.-
Mantener silencio ante el vituperio contra jueces con méritos, es contribuir a que se
acepte el falso criterio de que todos los jueces son sobornables, condicionados para ser
corruptos. Debemos levantar la voz en
nombre de los magistrados que sabemos son sanos, están limpios y seguirán así.
27.- Ante la embestida llevada a cabo contra jueces
honestos, se impone que por el bien de la parte sana de la sociedad dominicana;
de la justicia que aspiramos y merecemos,
y en particular por el respeto
a la honra de los miembros de la
judicatura más recientemente lesionados,
se impone que se pongan en tensión los organismos llamados a velar por
el adecentamiento del servicio judicial.
28.- La Procuraduría General de la República, está
apoderada de una denuncia contra la licenciada
Eunisis Vásquez Acosta, Magistrada Presidenta de la Segunda Sala de
la Cámara Civil de la Corte de Apelación
del Distrito Nacional, a los
fines de que proceda a ser investigada sobre
una serie de hechos articulados en su contra que lesionan vivamente su honor y
consideración como persona y juez.
29.- De igual manera, la Magistrada Vásquez
Acosta, le hizo al Consejo del Poder Judicial, una formal
solicitud para que realice
una minuciosa investigación sobre el
monto de su patrimonio colocado
en forma aviesa en la página web
de esa institución, y que fuera expuesto
al público. Además, le hizo la petición
de que luego de realizadas las pesquisas
de lugar los resultados fueran puestos
al alcance de la opinión pública.
30.- Solamente quienes bien conocemos el origen
familiar y correcto proceder de la
licenciada Eunisis Vásquez Acosta, sabemos los graves daños de todo tipo
que le han causado a ella, a su hijo y a su familia entera, los comentarios afrentosos llevados a cabo en
su contra por diferentes medios de comunicación, incluyendo las redes sociales.
31.- Creo
que lo que no sirve en el área del servicio judicial hay que mandarlo al zafacón, pero lo sano
debe ser conservado con nitidez y sin
sospecha alguna. Contar con jueces
confiables debe ser preocupación de los mejores hombres y mujeres del país.
Santiago de los Caballeros,
7 de octubre de 2017.