Dedico este artículo a las víctimas
de los irresponsables y anónimos en las redes sociales.
Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
1.- Ha sido un gran logro de la
especie humana conquistar el espacio sideral, y con sabiduría, conocimientos y
alta preparación poner a su disposición todo lo que se puede obtener de la
tecnología llevada a su más alto grado.
2.- Es indudable que va en favor de las personas físicas saber, entender,
estar al tanto del progreso del pensamiento a nivel universal y de lo que es su
materialización y uso para satisfacer la alimentación, la salud, la
educación y todo cuanto vaya a
ser fructífero para la preservación de una vida feliz.
3.- Lo que hace posible que las ideas de los demás se conozcan, hay que darlo por bienvenido; recibirlo con
beneplácito, algarabía, bien humorado; con una salutación que salga de lo más
profundo de nuestros corazones. Lo que viene a salvar hay que reverenciarlo;
aplaudir lo que trae avance, progreso y grato vivir. Debemos dar el visto
bueno lo que hace acto de presencia en
procura de la vida llevadera, armoniosa y tranquila.
4.- La existencia en el medio social de órganos que permiten difundir
ampliamente el pensamiento, estamos en el deber de protegerlos y garantizarles
su funcionamiento; asegurarnos de que nada llegue a entorpecer su desarrollo
hasta lo más profundo y con nitidez.
5.- Todo aquel que se preocupa por los cambios sociales, y lo que se obtiene a nivel científico, ha
visto como altamente positivo la llegada de herramientas tales como el
internet, twitter, instagram, facebook,
whatsapp y otros, para el individuo expresar libre y sanamente su pensamiento.
I.- Debemos garantizar la libertad de expresión
6.- Lo que se alcanza en base a
esfuerzo y padecimientos;
desprendimiento y entrega, necesariamente es valorado, estimado y
debidamente reconocido. De ahí la valoración de la libertad de expresión
como conquista de valía lograda con
entusiasmo, fervor y calor humano para disfrute de todas y todos.
7.- Algo tan hermoso, esplendido y maravilloso como es expresarse con
libertad, y que tanta energía, empuje y entereza ha costado, debe cuidarse con
esmero, extrema sinceridad y minucioso celo.
8.- Aquel que mucho ama la libertad
de expresión está en el deber de convertirse en su protector; encargarse de que
nadie la ofenda; procurar que se mantenga viva; andar con cien ojos para que se
conserve sin limitaciones caprichosas; ser diligente para que lo mejor de la
sociedad la goce satisfactoriamente; ser su supervisor y estar atento para que
nadie la prostituya, degrade, deshonre, vulgarice, convirtiéndola en pendanga,
en una capulina.
9.- Ante la prepotencia, la
arbitrariedad y la ilegalidad para impedir que el ser humano se exprese
libremente, con autonomía y sin cortapisas, se han levantado en distintos
periodos, millones y millones de mujeres y hombres exigiendo el respeto de su derecho a expresar de diferentes formas
sus ideas y creencias.
10.- Los pueblos con su accionar,
por su lucha tesonera, han afianzado el derecho a expresarse, llegando a
obligar a los gobernantes de turno a que concreticen, puntualicen,
individualicen y materialicen la libertad de expresión en Constituciones
políticas y leyes especiales.
11.- Lo que evidencia la historia de
la lucha por el derecho a la expresión libre, es que su realidad no ha sido una
concesión, dádiva, gracia, favor ni privilegio, sino un esfuerzo, el sacrificio
audaz, intrépido, resuelto y valiente de los que en cada etapa de las luchas
políticas han sabido interpretar el sentir de sus respectivas comunidades.
12.- La libertad de expresión y difusión del pensamiento debe ser
garantizada; preservada, pero reconociendo que ella tiene su línea de
demarcación; que está sometida a reglas y que, por tanto, no puede llegar al
colmo, a rebasar los límites para el que
haga uso de ella saciar su voluntad difamadora, calumniadora y descalificadora.
II.- El uso abusivo de las redes sociales daña a las personas
13.- Si es cierto que la libertad de expresión debe ser protegida en lo
absoluto, no es menos cierto que también la honra tiene que ser garantizada,
asegurada en toda su extensión. Una seguridad total deben tener las personas de
bien de que su buen nombre no va a irse al garete, porque así lo decidió un
sinvergüenza que se ha extralimitado en su libertad de expresión.
14.- Absolutamente nadie debe
abusar de su libertad o excederse en el ejercicio de un derecho para fastidiar
a los demás, propasándose, translimitándose, pasándose de la raya para golpear
el honor de otro. El comedimiento debe
tomar su imperio para que el vagabundo no imponga sus designios
atropellando, haciendo gala de sus desmanes.
15.- El uso abusivo de las redes sociales la hacen estorbos, un lastre para las personas de vida
ejemplar. Se convierten en rémoras, en lugar
de contribuir al más amplio ejercicio de la libertad de expresión. Nada
bueno trae lo que llega para lastimar y disgustar, y no complacer y agradar.
16.- El individuo de baja estofa, el desenfrenado, el impúdico, no está en
condiciones de comportarse con decencia al utilizar las redes sociales, porque
confunde la libertad con el libertinaje, obscenidad, y licencia para darle
riendas sueltas a sus perversidades.
17.- Las redes sociales vienen a ser
exquisiteces para los vulgares que solo se manejan bien con las
banalidades, chabacanerías, trivialidades e insignificancias. El que
se forma para contravenir, conculcar, está a su anchura haciendo diabluras con
la libertad de expresión.
18.- Resulta saludable para el desarrollo del pensamiento democrático del
país, que las masas populares actúen, desempeñen y hagan de sus derechos y
libertades una habitual dedicación; que
apliquen sus conocimientos desplegando acciones que les permitan incidir en el
debate político nacional. Para tal fin las redes sociales son un gran soporte,
por lo que hay que cuidarlas de la mala práctica que de ellas hacen uso los desaprensivos.
19.- El rastrero, vagabundo, deslenguado y terrible, pasa de pobre diablo,
de insignificante, mediocre y don nadie, a
reseñable una vez por las redes sociales pone en ejecución su mentalidad
diabólica, horrible e infernal. Cualquier desventurado logra hacerse el
simpático ante los que disfrutan lo morboso,
dañino e insano. El ambiente mugre favorece a quien carece de honor y
cultiva la difamación y la chismografía.
20.- La utilidad, lo beneficioso y el gran servicio de las redes sociales
hay que garantizarlo para que sigan siendo instrumentos de rendimiento y
conveniencia para el desarrollo colectivo de la libertad de expresión y,
además, sirvan para que hombres y mujeres del pueblo ejerciten su derecho a
manifestarse con relación a los temas más variados.
21.- A los difamadores profesionales que han encontrado en las redes
sociales un campo ideal para cometer sus tropelías, hay que objetarlos,
impugnar su participación por la vía legal. Aceptar, apoyar y aplaudir a quien
daña a otro es contribuir a que la
sociedad siga de mal en peor, de tropiezos en tropiezos; fomentando conflictos,
enfrentamientos y discordias.
22.- Mientras más se formaliza el uso de las redes sociales, más provecho
saca de ellas lo mejor de nuestro pueblo, a la vez que se aíslan los ofensivos,
irrespetuosos, ignominiosos, infamantes e indecorosos, que lo único que hacen
es afearlas, deslucirlas, desgraciarlas y estropearlas, perjudicando a quienes
denigran con sus infamias, infundios y cuantas habladurías alojan en su
cerebro.
23.- Los temerarios, irreflexivos y alocados no pierden la más mínima
oportunidad para imponer temor, hacer que la gente buena viva con el alma en un
hilo, ante las bellaquerías que hacen por las redes sociales. Hay que cerrarle
el paso a aquellos que su pobreza de espíritu la dejan ver cuando ejecutan sus
sinvergüencerías y vilezas ofendiendo, insultando y denigrando a quien solo es
merecedor de elogios.
Reflexiones finales
24.- La dinámica de como llevamos la vida,
el incansable accionar y lo resueltos que actuamos, a veces nos impiden
analizar detenidamente diversos asuntos que por su propia naturaleza nos
atañen, y su delicadeza debe impulsarnos
a tomar partida demostrando así que no somos indiferentes a lo que nos incumbe.
25.- En el medio donde habitamos cada quien actúa conforme lo que le dicta
su conciencia, y su proceder lo hará
merecedor del respeto o la desconsideración de sus conciudadanos. El que mal
se comporta debe estar separado de quien es acreedor de
respetabilidad
26.- Toda sociedad civilizada debe contar con mecanismos legales para preservar la grata imagen de que goza
una persona fruto de la opinión sensata de la generalidad de los integrantes de
la comunidad. El prestigio, la buena reputación, la fama no debe estar a merced de lo que se le ocurre decir a cualquier maleante que hace uso de
un medio de comunicación.
27.- Por muy debilitado que esté un país en el orden institucional,
algún instrumento regulador debe
funcionar para ponerle freno a los que no están calificados, mentalmente equipados para convivir con decencia, ni aptos para
ejercer sus derechos y libertades.
El incorregible, incurable, al
recalcitrante hay que buscar la forma de aplicarle un correctivo para que no
siga cometiendo sus groserías.
28.- Por más que proliferen los indecentes, inmorales y los sin escrúpulos,
las personas correctas, educadas e íntegras no pueden arrinconarse y dejar el
espacio libre para que los malandrines sigan actuando como chivos sin ley,
porque entonces aceptamos sucumbir ante
la basura social hecha persona o la enfrentamos con la ley.
29.- Aquellos que están preparados para actuar dentro de los marcos legales,
no se sentirían afectados si se legisla
para el buen uso de las redes sociales.
En la ilegalidad bien se mueven los que no tienen el menor sentido de lo
que es respetar la honra y la dignidad de los demás.
30.- Ha de ser preocupación permanente de los demócratas sinceros que
aquello que contribuye a la correcta orientación, a la instrucción adecuada, no
llegue a convertirse en algo dañino y perturbador para personas de bien. La
tranquilidad espiritual no puede depender de la voluntad de un desaprensivo que
con sus inconductas quiera lesionarla.
31.- El hombre o la mujer decente merece que su integridad, probidad y
honradez no sea afectada o de cualquier manera dañada. Los miembros de la
comunidad necesitan tener garantizada la correcta actuación que han exhibido y
que lo hacen merecedores de gran estima.
32.- El ser humano reconocido como
honesto no debe ser víctima de la impunidad que cubre hoy al irresponsable y
anónimo en las redes sociales. La ley debe amparar a quienes han llevado una
vida correcta y, de igual manera, sancionar a quienes abusan de los medios de comunicación para
herir, fastidiar y deshonrar. La indiferencia no cuadra en los ciudadanos y las
ciudadanas que aspiran a vivir en un ambiente
de legalidad y con honra.
Santiago de los Caballeros,
2 de octubre de 2017.