Por: Ramón Antonio Veras.
I.- El apego a las ideas políticas
1.- Por muy degradada que esté una sociedad,
en su seno necesariamente hay personas que no se corrompen, porque están
formadas para permanecer inmunes a los vicios sociales; intactas ante las
tentaciones que puedan presentarse; ser extrañas a las seducciones pecaminosas.
2.- La realidad histórica de nuestro país ha
demostrado que no obstante el estado calamitoso que se encuentra el medio
social dominicano, todavía es posible contar con mujeres y hombres de valía,
que pueden exhibir una página limpia, de comportamiento correcto, sin tachas.
3.- La reciedumbre de buena formación, el
vigor en el buen proceder, y la entereza de vida ejemplar se hace más notoria
en la medida que el medio social se debilita en lo ético y moral, porque es ahí
donde sobresale el aguante, el aplomo de quienes están libres de flaquezas.
4.- Aquellos que están educados para ser
íntegros; instruidos para ser probos y honrados
por entero, pueden moverse en agua y tierra firme, y nada les modifica
su carácter, porque fueron adiestrados
para vivir dignamente en la línea de ser coherentes en su pensar y
actuar.
5.- Quien predica la necesidad de crear una
sociedad justa debe mantener una conducta inquebrantable, inequívoca e
incuestionable. La concordancia de vida hace posible al actor ser visto
invariable en sus ideas, libre de duda en su accionar, sin sospecha en su
mensaje y en sus actuaciones.
6.- El apego a las ideas políticas debemos
llevarlo a cabo con firmeza; quererlas con el convencimiento de que nos
simpatizan porque son buenas, sanas y convenientes para el bien de la sociedad.
La inclinación a ellas ha de ser el resultado del cariño finamente cultivado en
nuestra conciencia, lo que nos lleva a ligarlas en forma indisoluble en nuestro
pensamiento.
7.- Aquel que en política se ha mantenido
meritorio defendiendo su ideario, debe conservar su honorabilidad, sin tomar en
cuenta lo deshonrosa que está la politiquería; lo vergonzoso, oprobioso y
afrentoso que es ser político vinculado con el sistema. El proceder
desfachatado, descarado y atrevido ha hecho que la política sea vista como algo
que degrada, propio de truhanes.
8.- La ideología que se abraza debe ser
enaltecida por quien la propaga; encumbrada por el que procura hacerla
atractiva; engrandecerla con actuaciones el individuo que la defiende como lo
correcto y adecuado para que prevalezca sobre las que se le oponen. La forma de
pensar y actuar define a la persona y a sus ideales.
9.- La persona de ideas liberadoras hace
trabajo político en base a exponer con claridad, porque procura orientar con
sinceridad, a diferencia de los politiqueros que tienen como finalidad sembrar
en sus seguidores la confusión, la vacilación y la incertidumbre.
10.- Solamente es posible la aprobación de
los pueblos a las teorías que les transmiten sus dirigentes cuando están
conscientes de dar su consentimiento a lo que es conforme a su demanda,
aspiración y sentir. Es una anuencia fruto de la conciencia.
11.- Es de fiar aquel que es consecuente con
el plan que predica demostrando así lealtad a sus convicciones y, de igual
manera, se hace merecedor de consideración en política quien por devoción a sus
creencias cumple con exactitud lo que es de interés para la generalidad de los
miembros de la sociedad.
12.- Da prueba de honradez en las actividades
políticas aquel que con el fin de materializar sus creencias llega hasta el
sacrificio. La nobleza tiene significación cuando el actor político le hace
honor levantándola por encima de conveniencias particulares.
13.- El luchador político demuestra ser
coherente en sus actividades cuando plantea, elabora planes sociales confiables
y motiva confianza en el seno del pueblo. La seriedad en política genera
seguridad, creencia y certidumbre en quien levanta sus ideas con entusiasmo,
aplomo y mensaje de esperanza.
14.- El ciudadano o la ciudadana de firmes
convicciones, que honra sus creencias y confía en la potencialidad de su pueblo
para cambiar el país para bien, tiene un compromiso ineludible; un deber que no
puede soslayar; y mucho menos transigir comportándose indiferente ante la
cochambre que nos afecta.
15.- Todos aquellos que se iniciaron en la
actividad política movidos por ideales, deben mantenerlos con la compostura, la dignidad y la mesura que
caracteriza a los que luchan sinceramente por cambios sociales, aunque hoy se encuentran haciendo política en
el pantano nacional dominicano. El estado de gravedad de una sociedad no impone
la actuación incorrecta, el descaro político.
16.- Sin importar la vehemencia y el
entusiasmo que se manifieste, el sentir político debe ser ejercido conservando
la creencia con decencia, porque ella refleja la conducta del accionante.
Actuar en forma iracunda es un reflejo de que no hay madurez y que el arrebato
se ha apoderado de quien quiere imponer su criterio a rajatablas, atropellando
sin miramientos, desconsiderando sin contemplación alguna.
II.- Predominio de las ideas atrasadas
17.- Las ideas que emanan del sistema social
predominante influyen en la generalidad de los integrantes de la sociedad, por
lo que quienes sostienen criterios ideológicos distintos están en el deber de
permanecer alerta porque pueden ser penetrados, o de cualquier forma
condicionados a actuar como conviene al orden establecido.
18.- La penetración de la ideológica
retardataria resulta dañina para aquel que está en la brega política con el
objetivo de cambiar la situación actual, es decir, el modo de vida que impone
el statu quo. Pero aunque es difícil mantener la pureza de las ideas, hay que tratar
de que no sean totalmente contaminadas por las de los adversarios.
19.- La práctica diaria nos está diciendo
que, quiérase o no, las opiniones, los pareceres, los criterios más absurdos y
aberrantes han logrado influir en
amplios segmentos de la sociedad dominicana. El modo de ver la realidad nuestra
ha sido condicionado por las ideas que buscan justificar el mantenimiento del
sistema y, principalmente, el actual modelo económico y social.
20.- Aunque es un absurdo, una desviación,
querer justificar la desigualdad y un descarrío defender las lacras sociales
que genera el orden actual, la verdad es que contra todo acierto, prudencia y
tino, se están imponiendo las consideraciones, teorías y creencias que
mantienen a la mayoría del pueblo apegado al pensamiento del atraso, de lo que
significa atavismo.
21.- Por más esfuerzo que se ha hecho, lo que
pinta la realidad es que en nuestro medio se han impuesto, y siguen
imponiéndose, las ideas conservadoras y tradicionalistas, y no han prendido las
renovadoras. Lo ancestral, lo secular está por delante de lo innovador.
III.- Las ideas nuevas que convienen
22.- Lo ideal fuera que lográramos que la
niñez dominicana comenzara a ser formada con una concepción de la vida que se
fundamente en ideas renovadoras, principios éticos y morales de nobleza,
honorabilidad y correcto proceder.
23.- Para el porvenir de nuestro país
conviene, que lo mejor de la juventud actual se interese en formar familias que
sirvan de modelo en sus actuaciones; personas a ser imitadas por tener
criterios bien acabados de sensibilidad, cultivados en valores que sirvan como
paradigmas y muestras de el buen vivir en forma civilizada.
24.- La formación de los futuros dominicanos
y dominicanas debe estar orientada para que
su proceder esté ajustado a lo que conviene a la sociedad, no a las
apetencias personales. El alma, cuando se educa en lo social, se convierte en
una fuerza que hace posible estructurar una comunidad humana con voluntad
dirigida al colectivismo, y no al individualismo que sólo conduce al egoísmo.
25.- El brillo, el esplendor de una sociedad
se evidencia cuando sus miembros han sido educados para manifestarse satisfechos
por cumplir voluntariamente con las acciones de solidaridad, revelando así su
desprendimiento, lo estupendo de su forma de proceder.
26.- Cumplir tareas en provecho de los que
representan a la mayoría se logra cuando se instruye para que se practiquen
ideas que sirven como guía para la acción de la ruptura de las cadenas de la
opresión.
27.- Para renovar una sociedad atrasada como
la dominicana, se impone llevar a la conciencia de los más lúcidos y sensibles
la idea de que no podemos continuar viviendo como hasta ahora en lo material y
espiritual, y que se hace impostergable un cambio para hacerle la vida menos pesada a lo que aquí son los
más.
28.-
Debemos actuar con el convencimiento de que no es posible modificar el
orden económico y social actual esperando que lo hagan los sostenedores de las
ideas del pasado, que no son otras que las mismas que conservan, mantienen el
statu quo, y son incapaces de remplazarlo
por otro diferente.
29.- El país nuevo que merecemos, necesitamos
y queremos debe ser obra de mujeres y hombres con criterios y conceptos
novedosos; de pensamiento fresco, cultivado, debidamente adecuado al signo de
los tiempos. El modelo que lamentamos padecer es arcaico, vetusto, no sirve ni
como pieza de museo. Su lugar es el zafacón.
Reflexiones finales
a.- A un pueblo cualquiera resulta difícil
cambiarle la ideología nociva que tiene
arraigada por la influencia de las ideas predominantes en el medio donde vive,
pero hay que hacer esfuerzos por
extirpar, desarraigar aquellos conceptos que en nada bueno contribuyen a la
sana educación y formación ciudadana y cívica.
b.- Por la ruta que vamos, en lo que a ideas
progresistas se refiere, la realidad nos está diciendo que hay que cambiar de
dirección, porque la preparación educativa en ese sentido ha resultado, si no
fallida, por lo menos deficiente, carece de méritos, lo que se evidencia por
las actuaciones de nuestros paisanos.
c.- Debemos armarnos de ánimo, empuje y
absoluto aplomo, para derrotar el atraso y el pesimismo, apoyándonos en
nuestras propias fuerzas y convicciones para salir adelante; y con la firme
creencia de que las actoras de la historia y los cambios sociales serán las
masas populares compuestas por los mejores hombres y mujeres del país.
d.- Con todo pesar hay que decir claramente
que las ideas nuevas están en desuso en la actividad política del país, porque
ya no se valora lo fidedigno, auténtico y sincero, sino lo hipócrita y
aparente. Estamos en el periodo de lo solapado, falaz y taimado y, al parecer,
mientras más falso, dudoso e inexacto, mejor.
e.- Ante los engaños de que ha sido víctima
nuestro pueblo, necesita tener en la política a personas en quien confiar. La
confianza, el tener por cierto ha desaparecido en el medio político, porque lo
que ha primado es el chismoso, el intrigante, el difamador, pura y simplemente
el infame que disfruta con el descrédito de quien lo ha ganado por un
comportamiento firme, responsable, honesto, coherente y sin pasarle factura al
pueblo dominicano.
Santiago de los Caballeros,
13 de junio de 2017.