Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Una cosa es ser coherente, y otra, aparentarlo
1.- La coherencia no resulta de un acto. Ella
requiere un accionar en forma sistemática, porque la constancia es la esencia
de la invariable conducta de quien hace de sus actuaciones una habitualidad; es
tener mentalmente estructurado el comportamiento en forma metódica.
2.- La
persona demuestra consistencia al obrar siempre atendiendo a una
reglamentación. Actuar inmutable, permanente, prueba firmeza de parte de quien
así se comporta. No hay inestabilidad en aquel que es estable al portarse
siempre igual probando coherencia.
3.- La actitud asumida por un individuo ante
situaciones concretas revela la postura que lo identifica como consecuente,
porque obra de acuerdo con sus ideas o principios; demostrando perseverancia,
obstinación en ser igual, llegando a la terquedad, manejándose con tesón en sus
convicciones. Al mantenerse siguiendo la misma línea, siendo afanoso ante los
hechos que ocurren en el medio donde vive, es una clara evidencia de que su
asiduidad lo identifica como tesonero en la forma de vida, empeñado en no
flaquear, conservar la insistencia en sus actuaciones.
4.- Conducirse siempre con la misma actitud
evidencia en el ser humano estar educado para desenvolverse respondiendo a los
hábitos que integran su código de comportamiento, algo que solo hacen los que
son coherentes en armonía con todo lo que es su práctica.
5.- Actuar en forma enlazada, exhibiendo
encadenamiento en sus actuaciones, hace posible identificar a las personas que
en el medio social poseen conducta fuera de toda pose o artificialidad, porque lo falso no cuadra en los auténticos
que son los que se manejan con naturalidad, con espontaneísmo.
6.- La vida coherente es la de quienes proceden en
forma habitual, normal y corriente; sin actitudes que los hacen ver como
extraños, incongruentes e inconsistentes. De ahí que solo la actitud mantenida
ante los diferentes fenómenos sociales sirve para definir a los seres humanos.
7.- La continuidad, la fijeza, la secuencia
haciéndole frente a los acontecimientos marcan, califican por sus cualidades a
un sujeto como consecuente, de proceder acorde con su discurso racional,
creíble.
8.- No basta una actuación aislada, inconexa y
accidental para identificar a un individuo como coherente, porque la coherencia
es una conducta, un actuar igual en forma permanente, constante. Accionar en forma continua, sostenida,
permite comprobar un proceder integrado, consecuente.
9.- Aquel que cree en la justicia y lucha por su
vigencia, limpieza y aplicación, obra con coherencia cuando procura que sea
aplicada al que resulta culpable de un acto delincuencial, sin importar quién
sea. Pero es incoherente el que solo quiere justicia por conveniencia o para
satisfacer deseos de venganza.
10.- Demuestra ser inconstante quien aspira a que
la vara de la justicia solo alcance a quienes odia por prejuicios, aunque
predica que quiere que a todas y a todos se les aplique por igual la ley. El
proceder circunstancial está muy lejos de la perseverancia.
11.- Aunque el proceso seguido a los autores de la
acción criminal contra mi hijo Jordi, ha sido aplazado en más de sesenta (60)
ocasiones, siempre he defendido que a ellos se les respete el debido proceso.
Habría obrado en contra de la defensa que he hecho toda la vida de la igualdad
de todos y todas ante la ley, si me opongo a que con ellos no se cumpla con la
ley. Tampoco es coherente aquel que predica que hay que respetar la presunción
de inocencia, pero le lanza el calificativo de ladrón a quien es acusado de
robo sin haber sido condenado.
12.- Enfrentar el fenómeno de la corrupción es
manifestarse en su contra en cualquier circunstancia, demostrando así un
proceder perseverante, coherente. Pero no hay persistencia cuando solo se
censura a los corruptos de una sola bandería política.
13.- Ser consecuente con la defensa de los derechos
humanos es defenderlos siempre, sin importar la persona víctima de la
violación. Se desenvuelve no regular aquel que solo censura el ataque a los
derechos de quien es su aliado.
II.- Sin temor a confrontar mis ideas
14.- En mi cerebro tengo las ideas debidamente
organizadas; las he educado para exponerlas libremente; enfrentarlas con las de
mis adversarios y armonizarlas con mis aliados ideológicos. En ellas confío
plenamente hasta el punto que son dueñas de mi pensamiento y accionar.
15.- Por la devoción, el afecto, apego y confianza
a mi estructura mental, mis opiniones políticas se las he expuesto a Jorge
Puello Soriano-El Men-, y al Cardenal
Nicolás de Jesús López Rodríguez; a Fidel Castro, Manuel Antonio Noriega y a Jean Bertrand
Aristide; las he discutido con Yasser
Arafat, Kim II Sung y Muamar el Gadafi; con Juan Bosch y José Francisco Peña
Gómez; don Antonio Guzmán Fernández y Salvador Jorge Blanco; Hipólito Mejía y Narciso Isa Conde; así como con Luis
Abinader y Rafael Chaljub Mejía. Son las mismas ideas, aferrado a las cuales
defendí ante los tribunales a Onelio Espaillat y a Lorenzo Vargas, y con las
mismas que reclamé la libertad, en pleno invierno, en las calles de New York,
de Marcelo Bermúdez.
16.- La concepción que tengo sobre la vida y el
mundo, y el juicio que anido en mi cabeza con relación a la realidad de mi
país, lo he examinado con Monseñor de la Rosa y Carpio, Agripino Núñez Collado,
como también con Luis Abinader, Leonel Fernández y Danilo Medina.
17.- Pensar con libertad, razonar sin prejuicios y
meditar sin condicionamiento, me han permitido entregarme por entero a ejercer
el derecho que tengo, sin consultar a mi almohada ni pedirle permiso a persona
física u organización política alguna, para reunirme en cualquier momento y
lugar, con quien sea, y sin importar que esté en la cima del poder del Estado,
o haciéndole oposición ciega al gobierno de turno.
18.- Sin darle mucha vuelta a mi cabeza, ni
procurar autorización de amigas, amigos
o familiares, he puesto en peligro mi vida defendiendo en mi país, y en otros
lugares del mundo, el derecho que tiene todo hombre o mujer a actuar conforme
se lo dicta su conciencia.
19.- Poner las ideas frente a frente, carear los
pensamientos, encarar, confrontar los criterios ideológicos con altura y sin
procurar imposiciones, solo es posible entre personas que creen en lo que
piensan y están convencidas de las opiniones que sustentan.
20.-Todo aquel que se ha preocupado por creer solo
en lo que ve; entender lo que ha asimilado de la vida práctica; juzgar sin
pasión; confiar en lo que ha reflexionado fruto de su inteligencia, de la
concentración de conocimientos y de una cavilación sin cortapisas, no tiene
nada que temer en la polémica, el diálogo, en el debate franco, en la
controversia desarrollada en un plano civilizado.
21.- Siempre he estado dispuesto a sostener
discusión política con el que se identifica con mis ideas, así como con aquel
que está en desacuerdo. La disensión no me aísla; por el contrario, me motiva a
mantenerme en el escenario de la discrepancia.
La desavenencia me impulsa a tener mis opiniones a flor de labios y
listas para el acuerdo o la discordancia.
22.- No me creo portador de la verdad absoluta, y
de la misma forma que puedo poner en duda la opinión de otro, estoy preparado
para ponerme de acuerdo o controvertirla. No es mi estilo convertirme en
espíritu de contradicción; creo en la argumentación sensata y estoy presto a
respaldar lo que equivocado he impugnado.
23.- En mi vida nunca aceptaré que se me quiera
prohibir hacer, o no decir lo que me manda mi pensamiento, y mucho menos
aceptar que se ponga en entredicho lo que ha sido el comportamiento, la
limpieza como he tratado de comportarme en la vida pública nacional e
internacional.
24.- Todo aquel que procede ajustado a sus sanas
convicciones no puede, bajo ningún concepto, aceptar en silencio el chantaje
ideológico cubierto de perversidad, alimentado por cerebros letrinos, con el marcado objetivo de ensuciar vidas dedicadas a actuar por lo que más
conviene a lo que sirve de la sociedad.
III.- Con los amigos y amigas siempre
25.- Con mis amigas y amigos estoy preparado para
compartir la alegría o la tristeza; la felicidad o las penas; cuando permanecen
recontentos o deprimidos. Poco me importa que por cualquier razón estén en
libertad o en prisión; en una fiesta o en la funeraria. Donde quiera que mi
presencia sea conveniente a mi aliado en la amistad, ahí estaré presente.
26.- Soy amigo de la persona, no de sus actos, los
cuales han de ser tomados en cuenta por la sociedad; de su proceder antisocial
no me convierto en árbitro para condenarlo o liberarlo, porque de esto se
encargan los tribunales.
27.- El amigo que se involucra en un acto de
corrupción, no justifico su actuación, ni me pongo la toga y el birrete para
defenderlo ante los tribunales; pero si es condenado voy a la cárcel a verlo
sin entrar en reproches por la acción que motivó la sanción penal de que se ha
hecho acreedor.
28.- Al igual que con el amigo, también cuenta con
mi distinción la persona que en un
momento de dificultad para mi y
mi familia me extiende la mano solidaria. No estoy preparado para la ingratitud
que tanto abunda en el medio social dominicano de hoy, donde la gratitud ha
desaparecido y su lugar ocupado por el olvido y la deslealtad.
29.- Aunque no vivo dominado por las relaciones
primarias, creo firmemente en la solidaridad y la correspondencia. Pero
lamentablemente, por el agrietamiento de la sociedad, ya hoy no tiene ningún
sentido ser apegado a la fidelidad y a la rectitud en los vínculos de amistad.
30.- Lo que es un deber en las relaciones entre
amigos, no hay que pensarlo dos veces para cumplirlo. Particularmente yo, me
siento liberado de pedirle permiso a un familiar o camarada para demostrarle al
amigo infortunado, que ha caído en desgracia, que sigo siendo su amigo.
31.- Es muy fácil compartir con las amistades en
ocasiones de dicha, prosperidad y alegría, y luego sacarles los pies cuando
están arruinadas, fastidiadas, en situaciones calamitosas. Los que son mis
amigos, pueden contar conmigo en los momentos de suerte y en los de hecatombe,
en los de triunfos y en los de derrotas, porque no estoy hecho de la doblez,
sino de una sola pieza.
Una reflexión final
Por último, debo decir que por tratar de ser
coherente, confiar en mis ideas y honrar la amistad, he tenido que escuchar
palabras salidas de las gargantas de canallas, perversos, pura y simplemente,
de toda la escoria social que tanto abunda en este país, en alianza impúdica
con personas que simulaban ser mis amigas.
Santiago de los Caballeros,
22 de junio de 2017.