martes, 30 de mayo de 2017

En el caso Odebrecht, justicia pero sin escarnio

Por: Ramón Antonio Veras.
  
1.- Ante la acción ejercida por el Ministerio Público, contra varios ciudadanos vinculados, conforme el expediente acusatorio, a actos delictivos, hoy las mujeres y los hombres del país que han reclamado justicia, deben sentirse satisfechos porque se ha dado un paso para vencer la impunidad,

2.- Conviene precisar que a cada uno de los imputados se le debe respetar su inocencia, hasta que una sentencia irrevocable establezca su culpabilidad en los hechos puestos a su cargo, partiendo del principio de la presunción de inocencia.

3.- La acusación contra los encartados no debe inducir a golpearlos en su reputación, con términos hirientes mortificarlos, burlarlos, humillarlos o de cualquier forma zaherirlos, como tampoco a sus familiares, amigos y compañeros.

4.- La sana voluntad de nuestro pueblo de que se enfrente el fenómeno de la corrupción, y su anhelo de justicia; el sueño de que se aplique la ley, no debe impulsarnos a la deshumanización, a alienarnos, a movernos como un tizón para degradar condenando por anticipado a quien se presume inocente.

5.- El momento que está viviendo el país por el sometimiento de algunas personas en el caso Odebrecht, no es para utilizar la burla como ofensa, agravio y humillación. Este espacio debe servir para que el pueblo se mantenga firmemente alerta, vigilante, a la espera de que el servicio judicial cumpla su cometido, el encargo que tiene de juzgar en base a los hechos, las pruebas debatidas, la ley y el derecho.

6.- Lo mejor de nuestro país quiere que se acabe con el manto de impunidad que ha cubierto a los que se han enriquecido con el dinero del erario, pero aspirar a que se haga justicia no significa procurar ajuste de cuentas, revancha, tomar desquite ni venganza.

7.- El expediente llamado Odebrecht, no es más que la expresión de una sociedad enferma, deteriorada, contaminada en su esencia por lacras sociales.  Es oportuno recordar que ahí no son todos los que están ni están todos los que son.


8.- Aspiramos a que la justicia impere; que los culpables respondan por sus hechos y sean sancionados como manda la ley, con una condena que guarde proporción con el hecho cometido. No deben haber culpables protegidos, ni inocentes condenados.

9.- El ambiente es propicio para continuar reclamando que funcionen los mecanismos institucionales y así vencer la impunidad.  Pero debemos exigir, demandar que se utilice la ley para juzgar sin pasión politiquera, y ausente el favoritismo para santificar delincuentes.

10.- El caso Odebrecht, debe servir de reflexión para que mediten, recapaciten aquellos que están en las instituciones y organismos del Estado, y les den vuelta a su cabeza, consultando con su almohada y su conciencia comprendan que hay que manejarse con honestidad administrando los recursos del pueblo.

11.- En lo que a mi respecta, lo que me motiva escribir estas líneas es que pienso en la angustia; lo acongojada e intranquila; el apuro por el cual están pasando los hijos, nietas y nietos, madres, hermanos y esposas de los incriminados. En mi país siempre he querido se haga justicia sin contaminación, sin odio ni el morbo de por medio. Espero se le haga justicia verdadera a todos los imputados en el caso Odebrecht. Los culpables a la cárcel, los inocentes que regresen a la sociedad sin manchas.


Santiago de los Caballeros,

29 de mayo de 2017.

lunes, 22 de mayo de 2017

Un remedio contra deslenguados

Por: Ramón Antonio Veras.


I.- He aprendido a vivir en este medio

1.- El ser humano aprende con el transcurso del tiempo; la realidad del medio donde vive la comprende por las vivencias extraídas del diario batallar; y por la suma de lo   sabido llega a tener el dominio de lo complejo y lo sencillo, de lo simple y lo embrollado.

2.- No resulta fácil entender el proceder de aquellos con los cuales compartimos el medio social donde vivimos. A veces, nunca llagamos a percibir hasta dónde llega el individuo, ni de lo que es capaz de ejecutar o dejar de realizar, por lo que hay que estar preparado para recibir la reacción, el trato agradable y también el despreciable.

3.- Particularmente, vivo convencido de que en un abrir y cerrar de ojos puedo cambiar la opinión que tengo de un individuo que creía leal, y por su actuación presente me doy cuenta que no es más que la falsía hecha persona. El trajinar por el mundo me ha permitido no asombrarme de las inconductas humanas, y mucho menos en una sociedad averiada como la que me ha correspondido vivir.

4.- Porque estoy formado para querer y tener cariño a los demás; estimar sin esperar recompensa; amar con sentido de reciprocidad, jamás he cultivado el odio, ni aborrezco a nadie. Pero no sé claudicar ante el malvado que procura aniquilarme anímicamente para que permanezca disminuido e inconsistente.

5.- El hecho de llevar en mi cuerpo el sello de la intolerancia política, expresada en el castigo corporal, me ha servido para que me resbale, se deslice de mi mente cualquier expresión hiriente, calificativos afrentosos o la descalificación elaborada por un cerebro letrino. Las injurias no me producen frio ni calor; me dejan calmado, apacible, en absoluto reposo espiritual.

6.- Por haber aprendido a vivir libre, mantengo mi mente desocupada de chismes y vacía de intrigas, pero llena de amor; colmado de todo lo útil y bueno; atiborrada de ideas que contribuyen a generar la felicidad sin importar que sea para mi aliado o adversario. Las porquerías que salen de las gargantas de los pigmeos no las retengo en mi cabeza. Las olvido

7.- Por mi forma de pensar vivo en paz; relajado porque en mi corazón no hay lugar para guardar pesares. Pierde su tiempo quien procura ponerme tenso, endurecerme y estresarme, porque jamás pierdo el estado de sosiego, la tranquilidad que me acompaña, que no acepta que se rompa mi serenidad.

8.- El tiempo que me queda de vida quiero dedicarlo a tareas relevantes, a lo que es importante para el bien de mi país: lo que puede ser provechoso a mi pueblo en lo material y espiritual. No puedo perder un segundo de mi existencia en lo inútil, en lo inservible. Mi paso por el mundo de los vivos debo concluirlo como he actuado, trabajando por lo que creo conviene al ser humano.

9.- Tengo la creencia de que lo que eleva a la persona es lo positivo que hace para la colectividad. Nadie llega a ser valorado como eminente por dedicarse a la perversidad, el deshonor y la maldad, taras que están muy presentes en estos momentos en el medio social dominicano.

10.- Solamente compasión merecen aquellos que hacen de la depravación, el desenfreno y la degeneración un ejercicio normal de vida. Hay que ver como una lástima, una pena viviente, a quien tiene como línea de conducta ser infame, diabólico y maligno.

11.- No pierdo de vista que aquellos que dañan el honor de otro por medio de la difamación, están educados para depravar, enviciar y echar a perder lo que es útil a la sociedad. La vileza se aloja con facilidad en la cabeza del maldito que es enemigo jurado de lo bueno, bondadoso y virtuoso.

12.- Mientras los que injurian permanecen llenos de remordimientos, pesarosos y abatidos, sus víctimas se conservan alegres, regocijados y contentos, porque los corazones limpios solo están en los que procuran ver la parte bonita, graciosa y valiosa de la especie humana.

13.- Hay que cuidarse, abrigarse de los malos designios; curarse en salud de las malas lenguas; hay que tener cuidado de los que sacan fuego de sus gargantas para achicharrar, requemar a quienes solo viven para servir sin esperar recompensa.

14.- Precisamente, para evitar que los malvados me calcinaran, fue que mi inolvidable madre procedió con suma precaución; se le adelanto a los perversos que ella suponía podía encontrarme en el curso de mi vida.

15.- Mi mama no se descuidó; supo guardarme las espaldas; demostró andar con ojo avizor; me curó en salud; con tiempo alejó de mi los peligros; me puso al abrigo de las lenguas sucias.


III.- La prevención de mamá

16.- Aunque han transcurrido casi cuatro décadas de haber fallecido, a mi madre la tengo siempre presente, fija en mi conciencia, con la misma admiración y veneración; cada día la glorifico más y más; sigue siendo mi ídolo y guía espiritual.

17.- Tengo más que justos motivos para ensalzar, mitificar por entero a mi progenitora; una mujer de origen campesino, analfabeta funcional, y con una inteligencia fuera de lo común, sumamente aguda, que expresaba en sus ojos su agilidad mental.

18.- Mi vieja era muy perspicaz. Me lo demostró porque un día estando sentado en la sala de nuestra casa, al observarme muy pensativo se acercó y me dijo:   “Negro te noto preocupado, al parecer algo te ha pasado, y tú no estás llamado a turbarte por nada en la vida”.

19.- Al escuchar a mamá, me llamó la atención que me dijera que no estoy llamado a preocuparme por nada en la vida, por lo que le pregunté, por qué me decía eso. De inmediato me respondió con algo que consideré una leyenda suya.

20.- La explicación que mamá me dio fue que cuando estaba embarazada de mí, al tercer mes de gestación procedió a inyectarse varias “vacunas” para que su criatura, que luego sería yo, fuera inmune a todas las cosas malas que podrían afectarla desde el nacimiento hasta su muerte.

21.- Luego de oír con mucha atención el relato de mamá, la cuestioné en el sentido de contra cuales enfermedades actuaban esas “vacunas” que se había aplicado durante el tiempo que permanecí en su vientre.

22.- Mi vieja no perdió el más mínimo tiempo para contestarme; lo hizo diciéndome que “las vacunas” que se inyectó servirían en el futuro   para librarme de todo, incluyendo los malos espíritus, y principalmente de las maldiciones que pudieran   lanzarme mis adversarios mientras viviera.
 
IV.- Mamá me preparó para resistirlo todo

23.- La leyenda de mi madre, de que estoy vacunado contra todo, incluyendo  insultos,  anatemas, injurias, envidia, difamación, descalificaciones,  acumulos y bellaquerías, es una realidad en mí, no por efecto de “las vacunas”, sino porque su preocupación me creó  la convicción y disposición de  soportar al maldiciente, malcriado y malvado descalificador profesional.

24.- Estoy formado para hacerle caso omiso a la condenación; soportar a los que sueltan sapos y culebras por sus bocas, a quienes me maldicen con barbaridades y a aquellos que me odian porque son escorias sociales. Me mantengo en paz espiritual, exento de las porquerías que anidan en su mente los mediocres de esta sociedad.

25.- Al ser  inexpugnable a la intención del asqueroso y perverso blasfemo, me muevo tranquilo a sabiendas de que despotricar contra  mí no es más que el maldiciente perder su tiempo,  arar en el mar, ladrarle a la luna, comportarse como un   mal encaminado, desnortado, en sí, un  despistado.

26.- La confianza y el amor que le guardo a mi madre, fortalece mi estado mental para vivir con  la creencia de que en verdad estoy liberado de que  sobre mi caiga algún perjuicio, agravio, injuria, ultraje o cualquier acción que se ponga en movimiento para lastimarme, mortificarme, sacarme de casilla, dañarme personal y moralmente.

27.- La alegría que me impregnó mi madre, para que por nada me amargue la vida y nunca la tristeza se apodere de mí; la congoja, la agonía ni el desaliento me rocen; vivo gozoso, no prisionero de pesares, y la consternación sólo la tomo en cuenta cuando alguien resulta afectado.

28.- Soy un hombre libre entero, nacido y formado para no guardar rencores; presto para dispensar y no condenar; excusar, no inculpar; comprender y no vengar. No conozco los resentimientos que sólo guían al ser humano a estigmatizar, satanizar, señalar con el dedo para deshonrar a quien ha llevado una vida digna.

29.- Hacer mía la leyenda de mamá me ha servido para no estar atado ni limitado por nada. Cuantas cuestiones expongo por medio de mis escritos es porque considero que al hacerlo contribuyo en algo a llevar a la opinión pública mi criterio sobre lo planteado, aunque puedo estar o no equivocado.

V.- Creo correcto defender las causas justas

30.- A los que quieren herirme les digo que las diatribas me tienen sin cuidado; no me quitan el sueño, me hago el desentendido, me encojo de hombros, porque estoy acostumbrado a escuchar ladridos y aullidos, y la murmuración venenosa me motivan risa.

32.- Mi formación personal, y criterio político e ideológico me permiten permanecer tranquilo frente a los desesperados que, ante la imposibilidad de enfrentarme directamente, recurren a querer, sin lograrlo, apenarme, pura y simplemente, que pierda mis cabales para satisfacer sus prejuicios.

33.- Solamente los enfermos de sectarismo, los dominados por el atavismo histórico pueden creer que con epítetos cargados de odio me van a intimidar, achicar mis ideas y amilanar mi voluntad. Apabullarme no lo lograrán, asustarme jamás, acorralarme, nunca.

34.- Mis ideas las expongo con la claridad que creo tener; me siento sano, nada de achacoso; saludable, no estoy trastornado en nada, en mi cuerpo no hay padecimiento y mi mente está despejada, libre de torpeza y confusión, listo para responderle a los descalificadores que buscan arrinconar a los que defienden  su derecho a la libertad sin cortapisas.

 35.- A los canallas que disfrutan con las granujadas, diabluras y travesuras, me permito decirles que vivo mentalmente confiado en la efectividad de “las vacunas” que me transmitió mi madre cuando me encontraba en su vientre. A ella agradezco la inteligencia que tuvo de hacerme sentir la prevención de las enfermedades que podrían contagiarme, transmitidas por especímenes raros de esta sociedad cochina,   en la que pululan descalificadores, discriminadores, farsantes, hipócritas, canallas y sinvergüenzas de todos los calibres.

36.- Porque resulta difícil convivir con deslenguados, y con los vagabundos que abundan en el medio social dominicano, “la vacuna” de mi madre se la debe aplicar toda persona que trata de ser decente y vivir libre de ingratitudes.





Santiago de los Caballeros,

22 de mayo de 2017.

martes, 16 de mayo de 2017

Que se imponga la prudencia en la lucha política

Dedico este artículo a los que insultan en política

Por: Ramón Antonio Veras.
I. Lo bonito de la política
1.- La política, dependiendo de la ideología de quien la lleva a la práctica, debe estar dirigida a cumplir una función sana en el seno de la sociedad, y con mucho más nobleza por aquel que se dedica a ella con fines sociales liberadores. El humanismo ha de guiar a todo aquel que en el accionar político abraza con hidalguía las ideas que sirven de orientación al actor de las transformaciones.
2.- Lo hermoso, lo bello de los ideales; lo precioso y maravilloso del pensamiento se pone de manifiesto cuando desarrollamos trabajo político con humildad, despojados de toda arrogancia, soberbia y desdén hacia los demás, por tal razón es que la actitud ante la vida define a los seres humanos.
3.- No hacemos nada con predicar la elevación de las convicciones que decimos defender si nos comportamos con bajezas, mezquindades y roñosos. No cuadra decir que asumimos ideas de decencia y dignidad, si nos comportamos como indignos, bajos y con vileza.
4.- Aquel que dice ser un político de buenos sentimientos, persona de paz y estar hecho de buena pasta, no puede comportarse maligno, malvado y avieso. Para hacerse digno de admiración; probarse de buena calidad humana, y gozar del respeto y consideración de adversarios y aliados, hay que sermonear con el ejemplo, criticar con base y regañar sin rencor.

II. El correcto proceder en el accionar político

5.- La seguridad de que más temprano que tarde nuestra prédica va a prevalecer, debe llevarnos a proceder imperturbables, serenos, sin caer en la diatriba; a actuar sin vacilaciones, demostrando constancia sin altanería ni petulancia.
6.- En el accionar político se necesita sencillez, y quien así se comporta prueba que está preparado, dispuesto a levantarse triunfante sin destruir anímicamente a sus oponentes recurriendo a la bajeza, la infamia y cuantas vías caen en la abyección. La actividad política debemos exaltarla, acrecentarla y erigirla en símbolo, como representación de lo que aspiramos materializar en provecho de nuestro pueblo.
7.- La emancipación de los oprimidos, la independencia y soberanía plena de nuestro país se logrará haciendo labor política abierta, libre de encubrimiento de las ideas que practicamos en favor de las cuales trabajamos y tratamos de que prendan en la conciencia popular. Lo que se persigue con buenos objetivos no necesita afrontarse con malas artes.
8.- El hombre o la mujer que se vincula con el ejercicio político tiene que estar convencida de que al actuar debe hacerlo con limpieza, porque no es posible higienizar la sociedad utilizando medios que en lugar de lavarla sirven para enlodarla. No hay posibilidad de corregir lo malo con actos nocivos.
9.- En política es posible pleitear sin utilizar la bellaquería para triunfar. Disputar, discutir enriquece el debate cuando se desarrolla con fervor, pero sin caer en impiedad. Lo horrible no debe formar parte del proceder de quien dice moverse por ideales que buscan construir la sociedad de la felicidad para la mayoría del pueblo.
10.- Para erradicar del medio social dominicano la indecencia política, el proceder de los renovadores, de los que desean el cambio, debe estar enmarcado en un accionar puro, decente, ausente de la porquería politiquera que no sirve como modelo de buen vivir. No se alcanza la pulcritud utilizando mezquindades y métodos bajunos.
11.- El debate político no se enriquece aplicando la venganza, desnaturalizando así los fines que se dicen perseguir para el bien de las grandes mayorías nacionales. La represalia demuestra odio en la conciencia de quien la aplica, y al actuar en semejante forma se le quita contenido humano al proceder político.

III. La irritación no debe llevarnos a la desesperación

12.- Por muy difícil que se torne la lucha política y social no hay motivos valederos para utilizar contra los adversarios métodos deleznables que siempre desdicen de la justeza que se esgrime para ponerlos en práctica. Las injusticias sociales no son bien combatidas cuando recurrimos a armas despreciables.
13.- Las masas populares, de tanto sufrir la explotación y el desprecio, jamás coinciden en que para defenderlas se haga uso de lo que entraña dolor, aflicción y perturbación innecesaria a sus contrarios clasistas. No es correcto hacer uso de medios ilegítimos para llegar a la legitimidad, como no es genuino lo que conseguimos con lo espurio.
14.- La utilización de la coerción a los fines de llevar miedo a los que nos adversan, no da validez a nuestra causa, sin importar lo plausible que sea. Reprimible y restrictivo no cuadran con un bello objetivo, aunque sea lo más elogiable y digno de encomio.
15.- Los intereses de los que sufren por la opresión social, deben ser defendidos; protegidos con la fuerza que da la justa causa para salvaguardar lo que debe estar correctamente auxiliado. El ataque artero, embaucador e innoble, rompe la lucha de igual a igual que reclamamos en los debates políticos y de cualquier índole.
16.- Es posible enfrentar a quienes nos oponemos en el plano ideológico, sin necesidad de caer en el insulto. La enemistad por cuestiones políticas genera indisposición que conduce directamente al choque personal infecundo para las causas en disputa. El enojo fruto del resentimiento creado por la utilización de palabras agraviantes, termina desagradablemente en discordias.
17.- La polémica que se suscita por la defensa, ataque político o clasista, es ineficaz, inútil para el fin perseguido, si no se desarrolla con decencia y respeto mutuo. Es estéril la controversia que busca infringir las reglas normales de los debates, los cuales deben estar enmarcados en los principios que sostienen los contendores.
IV. Debemos combatir la corrupción, pero con altura
18.- Si procuramos combatir el fenómeno de la corrupción, hay que destacar que es un fenómeno social inherente al sistema bajo el cual estamos viviendo desde siempre las dominicanas y los dominicanos, y para erradicarlo se impone cambiar la formación económica que lo genera.
19.- No impulsa la lucha social ni contribuye a desarrollar la conciencia de las masas populares, colocarle el marbete, la etiqueta de corrupto a todo aquel que se aprovecha del sistema en el sector privado, u ocupa un cargo en un órgano e institución del Estado, aunque ciertamente en esas áreas hay corruptores y corruptos.
20.- Se le hace un flaco servicio a la lucha contra las lacras del sistema si las mismas no se individualizan y denuncian, pero personalizar, particularizar los fenómenos nocivos haciendo de ellos causantes a personas, confunde, porque siembra la falsa creencia de que un sólo corrupto es el causante de toda la corrupción.
21.- No escapa a la inteligencia del pueblo dominicano que no son diez ni veinte los que integran el grupo de los corrompidos. De ese sector son muchos, y encuadrar el nombre de dos o tres, no hace otra cosa que hacer labor de purificación, limpieza, expurgar a los que aquí históricamente se han dedicado al ladronismo privado y público, de cuello blanco y cuello sucio.
22.- La podredumbre, la degradación que está viviendo el país no es causada por el proceder de un sujeto en particular, sino porque el sistema predominante ha generado y seguirá impulsando delincuentes a diestra y siniestra, a troche y moche, sin orden ni concierto.
23.- Una cosa es censurar, criticar el sistema que oprime, golpea y desprecia al ser humano, y otra muy distinta es flagelar, desacreditar y recriminar a sus representantes. No podemos condenar al adversario por el hecho de formar parte de una clase social contraria a la que con toda justeza defendemos.
24.- No podemos calificar como corrupto a todo aquel que ha hecho dinero dentro de las reglas del sistema social vigente que, aunque injusto y rapaz, tiene normas que le son propias, entre las que está generar ganancia con la compra de fuerza de trabajo y obteniendo plusvalía. No es lo mismo hacer fortuna económica con el contrabando y el narcotráfico, que explotando obreros. Hay diferencia entre el burgués y el rico sin costumbres.

V. Métodos correctos para enfrentar la corrupción

25.- Es correcta la lucha contra la corrupción y todos los flagelos que mantienen en estado de calamidad a la gran mayoría de nuestro pueblo. Carece de sensibilidad aquel que es indiferente al accionar frente a este orden social que castiga, que es un látigo en manos de la minoría nacional para lesionar a los que aquí son los más, el pueblo.
26.- Es una verdad de a puño que las tantas injusticias, las iniquidades e ilegalidades sin sanción, llevan a la desesperación a hombres y mujeres identificados con las mejores causas. La impunidad tiene hastiado, exasperado, ahíto de indignación a lo mejor del país, que busca la forma de como romper el   enojo que nos ha sacado de quicio.
27.- La justificada irritación no debe llevarnos a desviar hacia personas en particular el fastidio, el enfado popular y la rabia ante las acciones bochornosas. El rechazo generalizado al desastre social, económico y político, la preocupación por adecentar la vida pública, se logra con el apoyo y la movilización popular, no con términos punzantes, lacerantes a personas.
28.- Corresponde a los líderes orientar a los que están en disposición de moverse, accionar para erradicar las lacras que han hecho posible el pantano social donde nos movemos. Aquel que dirige debe interpretar el sentir de aquellos a quienes guía, y hacerlo en forma certera y con estatura política.
29.- Mientras más difícil, complicada y lastimosa se presenta la situación política, más profundidad de análisis y sensatez está en el deber de demostrar aquel que sirve de ejemplo en el accionar político decente. No importa lo fastidioso, lo pesado que esté el ambiente, lo áspero que se vea la brega política, siempre existe  el método adecuado para salir adelante con brillantez.
30.- Está comprobado hasta la saciedad que es posible desarrollar a profundidad la lucha social y política en diferentes escenarios, sin necesidad de agraviar, deshonrar o insultar a los contendientes. Al injuriar al competidor se demuestra que no se tienen argumentos persuasivos y creíbles para salir triunfante en una controversia.
31.- En la competencia se evidencia la grandeza cuando se prueba la capacidad y el talento al poner al rival a que acepte lo expuesto por su enemigo. A veces, del antagonismo salen las simpatías mutuas, siempre que las respuestas hayan sido hechas sin recurrir a las descalificaciones y a los insultos.
32.- El lenguaje político es lo suficientemente rico, por lo que no  hay necesidad de caer en expresiones que desvaloran a los que nos adversan. Criticar sin sentido demuestra insensatez y sectarismo demencial que desborda, rebasa los límites de la sana divergencia para caer en hostilidad aberrante.


Santiago de los Caballeros.
16 de mayo de 2017.


miércoles, 10 de mayo de 2017

Es malo educar al pueblo para pedir

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Pedir rebaja al ser humano

1.- Los pueblos se elevan, enaltecen y demuestran su hidalguía por la forma de comportarse para alcanzar los fines perseguidos, sin importar que sea en  el orden material o espiritual. Aquel que para triunfar desciende, se humilla, se reduce como persona, y la conquista debe verla como una derrota.

2.- Extender la mano para con ruego pedir es una actitud que indigna; es una prueba de deshonor que coloca a la persona en estado de ultraje, preparada para ser despreciada por su vileza, clara abyección y evidente servilismo.

3.- Cuantas veces el individuo actúa moviéndose de puerta en puerta implorando la caridad, es porque la mendicidad lo ha aniquilado, su voluntad se ha diluido y las necesidades lo han llevado a entregarse en lugar de luchar para, resistiendo, vencer el bochorno y las afrentas.

 4.- Pedir se ha convertido en nuestro medio en una cultura. La habitualidad de mendigar nos hace ver una comunidad de personas que viven de limosnas; indigentes que han hecho de la pedigüeñería su forma   normal de vida, comportándose como menesterosos profesionales.

5.- Nos debe avergonzar el hecho de observar diversos sectores de la sociedad dominicana actuando en forma afrentosa, haciendo del pedir una costumbre. Semejante proceder nos identifica como humillados, con falta de dignidad; de conducta averiada, permanentemente comportándonos como criaturas sinvergüenzas, desvergonzadas.

II.- Las consecuencias negativas de pedir

6.- Lo que se deriva del hecho de los nuestros acostumbrarse a pedir es funesto.  El desenlace, los resultados son altamente dañosos. Las consecuencias, las secuelas se convierten en taras que nos marcan, persiguen e identifican como naderías, insignificantes que no damos ni para remedio.

7.- El hecho de estar haciendo el papel de necios pedigones quita a los pueblos el deseo de luchar para liberarse de la opresión, de elevarse y convertirse en dueños de su propio destino. 

8.- La dádiva causa daño a la necesidad de triunfar por el esfuerzo propio; destruye la decisión de salir adelante con firme voluntad porque la marchita; perjudica al donatario haciéndole dependiente viciado del donante. Recibir por deprecación va en menoscabo, en detrimento de quien se cree beneficiado.

9.- Llevar a los pueblos a que todo lo reciban tranquilamente, sin sacrificio alguno, les condiciona, les induce al apagamiento, a la pasividad y desprecio al trabajo honrado.  Una vez el ser humano hace vida de parásito, se comporta en insustancial; en algo ineficaz para la sociedad; en un aprovechador. Pura y simplemente, en un buitre que solo sirve como diversión de los demás, un hazmerreir.

10.- Una vez a las masas populares se les motiva para que vivan de pedir, de esperar las migajas del poder, se despojan de todo lo que significa dinamismo; pierden la energía para movilizarse; olvidan  la eficacia y abrazan la inactividad, caen en la abulia y se identifican con la lentitud.

11.- La tranquilidad que lleva al individuo a pedir lo hace permanecer en desazón, porque está condicionándola para sentirse aliviado. La angustia por ser un despreocupado holgazán lo convierte en indolente; en un perfecto remolón, diseñado para estar todo el tiempo acariciando su barriga alimentada sin trabajar.

12.- Empujar, impulsar al pueblo a pedir es más nefasto que reprimirlo físicamente, porque las acciones despóticas son pasajeras, mientras que fijarle en la conciencia el hábito, la costumbre de vivir de las dádivas, les esclaviza para siempre, les somete al capricho de quienes les dan.

13.- Las donaciones condicionan al beneficiario subyugándole en forma indefinida, impidiéndole su independencia y la libertad de pensar. Una vez se doblega la mente, se tiraniza el cuerpo entero. El que acepta lo que pide por conmiseración deja de ser dueño de sí mismo para responder a los propósitos de aquel que algo entrega por compasión.

14.- Aquel que demuestra pena para pedir se despersonaliza convirtiéndose en un alienado, enajenado por lo que recibe, llegando a ser un alfeñique, acompañado de tristeza, abandonando lo que significa alegría, jovialidad y optimismo.

15.- Una persona acostumbrada a vivir de lo que pide, se comporta aletargada; preparada para estar siempre adecuada para aletargarse, y solamente despertar cuando va a recibir lo que ruega se le entregue. La súplica a los fines de recibir nulifica los deseos de salir adelante mediante el esfuerzo.


III.- El daño de educar al pueblo para pedir

16.- Educar a nuestro pueblo para que sea pedigón, le lleva a impedir que comprenda  que no saldrá  de la pobreza mientras esté subsistiendo por el ruego para recibir una suma de dinero mediante un cheque sin ejecutar labor alguna que lo justifique. Es algo indignante vivir de pasar la gorra, de extender la mano para recibir como un vulgar aprovechado.

17.- Adoctrinar a amplios sectores de la sociedad dominicana para que se conviertan en sacacuartos y gorrones indeseables, daña a más de una generación de nuestros conciudadanos que se van acostumbrando a ver la vida alrededor de lo que reciben de manos de los mismos que les mantienen en condición de puros vividores. Los magantes abundan en nuestro medio porque todos los gobiernos que hemos padecido se han interesado en hacer del pedidor una reserva electoral cautiva.

18.- La proliferación en el país de mujeres y hombres sinvergüenzas tiene su explicación, en parte, en que se ha estimulado la holgazanería, que contribuye a la ampliación de desvergonzados protegidos por mangoneadores que les atan por los pies, las manos y el cerebro. El manejador de amplios recursos económicos manipula, mangonea a los que piden como habituales pedigüeños.

19.- Aquí se ha creado todo un ejército de mujeres y hombres que de mangar han hecho una norma de permanecer sin esforzarse, porque mendigar es más fácil que bajar el lomo. Con el tiempo, el cuerpo de los pedigüeños se deforma, cambia por falta de ejercitarse, se desfigura por la vagancia y se tuerce por ausencia de actividad laboral.

20.- A quien se le entrega lo que con lamentos pide, resulta moldeado para que actué como interesa al que hace la entrega. Es educado para que se mueva en el momento que decide el que da. El pedigüeño está supeditado a la voluntad de otro, porque la limosna crea fatal subordinación que somete al que se dedica a pedir.

21.- A medida que transcurre el tiempo y se fija en la mente del pueblo que es bueno comportarse como un recibidor  de limosnas, se establece una indestructible ligazón, un vínculo deshonroso entre el que da y el que toma con agrado lo que pide. Admitir, coger en forma desvergonzada hace posible un enlace, una ligadura deshonrosa.

22.- La reciedumbre ética y moral no llega a la conciencia popular por medio de la entrega al pedilón de lo que busca, sino mediante la demanda firme y el reclamo con conciencia. La queja con exigencia y la reivindicación militante obliga a los opresores a respetar al pueblo.

23.- De la miseria nunca se han liberado los oprimidos mediante obsequios provenientes de quienes les mantienen dominados por la pobreza. Clamando pedazos de pan, recabando pequeñeces, mendigar con la cabeza inclinada, pordiosear con sumisión, mantiene a los humildes cada vez más sumidos en la mendicidad.

24.- Aquellos que se dedican a pedir, a veces ignoran que lo que reciben por caridad y como necios, nunca está rodeado de transparencia, ni es fruto de una voluntad inmaculada, sino que está envuelto, arropado, enrollado en algo sucio, turbio. En la envoltura está lo que compromete al pedigüeño y lo une al generoso aparente.

25.- Al satisfacer al hambriento con una dádiva no se busca eliminar la pobreza; que desaparezca la miseria, ni eliminar el sufrimiento de los marginados. Lo que se persigue es mantener a los necesitados, a los indigentes convertidos en tranquilos, viciados y eternos pordioseros.

26.- Aliviar la carga del que sufre; consolar al olvidado del progreso; mitigar el hambre que padece la mayoría del pueblo; suavizar penurias; lograr un respiro para que el que pide, nada de esto se logra complaciendo pedilones. La liberación se alcanza luchando, no pidiendo.

27.- Pedir se convierte para las personas en un lastre que las hiere; un inconveniente que las golpea anímicamente; una traba que la pone arrodilladas ante el donante. Es como un latigazo en el corazón; un rebencazo en su espalda mojada y un aldabonazo en su rostro.

28.- Quien pide desciende y es visto como insolente  incorregible; genera burla; motiva desplante. Se gana el calificativo de descarado; se presta al permanente desaire; cae en ser un individuo indelicado, descomedido y grosero, ser tratado como pájaro de mal agüero y de peores predicciones.


Reflexiones

a.- A la niñez dominicana conviene fijarle en su conciencia la idea de que pedir es dañino; que está en el deber de levantarse con orgullo, amor propio, alta estima y firme vergüenza; que el honor debe ser  la divisa del  correcto proceder; defender bajo cualquier circunstancia el honor, a los fines de merecer respeto como honorable, estimable e insigne.

b.- Ante los tantos pedigüeños indignos que hoy abundan, procede estimular a la juventud dominicana para que se comporte con honorabilidad para que se haga merecedora de renombre y respetabilidad. El buen crédito se gana en el seno de la sociedad cuando se actúa con nobleza.

c.- El ser pobre no da motivos ni justificación alguna para pedir, convirtiéndose en un necio pedigüeño, colocándose en el descrédito público. Por encima de las precariedades económicas, nuestro pueblo debe dar demostración de dignidad, integridad y probidad, que son las cualidades que enaltecen a las personas.

d.- El hombre o la mujer que forma parte de los desposeídos de la sociedad dominicana, puede vivir pobremente, sin necesidad de convertir la pobrería en una actividad degradante. Permanecer en estado de penuria no legítima ser un habitual pedigüeño, llegando a ser visto degradado como ser humano.

e.- La estrechez económica que sufre una gran parte de la población dominicana, no debe ser aprovechada para tomarla como consuetudinaria holgazana e inducirla al hábito de pedir, convirtiéndola en parásito, reduciéndola a la indignidad.

f.- Lo que en verdad se llama pueblo dominicano está en el deber de rechazar las dádivas condicionadas que han llevado a un amplio sector de la sociedad a adoptar la cultura de pedir y así  crearle la idea de la aceptación normal de la sumisión por la dependencia, la subordinación por limosnas.

g.- Aquellos que aquí no están degradados están en el deber de mantener la firme conducta de no ceder ante los halagos y beneficios que les ponen en sus manos para así reducirlos en su persona y convicciones.  El tiempo ha de demostrar que pedir ha aniquilado el deseo de liberarse a los que son los más, al pueblo.


Santiago de los Caballeros,

8 de mayo de 2017.

martes, 2 de mayo de 2017

A los 83 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi

  1. La tentativa de asesinato materializada en la persona de mi hijo Jordi, se llevó a cabo por una asociación criminal, dirigida y financiada por el hoy finado Adriano Román. Por tal motivo, al informarme del fallecimiento de éste dije, “en lo que a él respecta, con su muerte, para mi concluye un viacrucis procesal, me quedo sin ningún rencor. Que descanse en paz”.
  2. Al ser humano le tengo consideración sin importar el comportamiento bueno o malo que exhiba o haya mostrado en el curso de su existencia, porque para sancionar las acciones dañinas de los delincuentes están los tribunales, por lo que no debe ser obra de los particulares por muchas razones de peso que puedan tener.
  3. El expediente relacionado con los que procuraron matar a Jordi, y que todavía viven, estoy comprometido a darle seguimiento hasta que concluya con una sentencia definitiva e irrevocable y que cumplan totalmente las condenas que se les impongan, y en los recintos carcelarios que indique la decisión judicial.
  4. No tengo formación de perseguidor, acosador ni trato de acorralar a nadie, pero como padre de Jordi estoy en el deber de ser perseverante, mantenerme firme a los fines de que todos aquellos que se unieron para asesinar a mi hijo paguen por su acción criminal. No es un cazador ofensivo quien busca que la justicia impere.
  5. Diferentes factores hacen posible la impunidad, y uno de ellos es que ante la lentitud de los procesos judiciales penales, las víctimas directas e indirectas se cansan, lo que permite que la criminalidad siga presente en el país. En lo que al caso de Jordi se refiere he dicho y reitero que para mí es una cuestión de honor que todos los que se asociaron para eliminarlo, paguen por el hecho.
  6. Para los responsables de la operación criminal que fue objeto Jordi, no he aspirado a rigidez ni a estrictez, como tampoco tolerancia y complacencia. Solo deseo que se haga justicia; que se castigue en base a la ley, el derecho y de acuerdo con lo abominable, repugnante y vituperable que fue el hecho contra mi hijo.
  7. Aunque falleció Adriano Román, debo continuar dándole seguimiento al asunto con relación a los demás coautores, los cuales tienen deuda de sangre con mi familia y con la sociedad. La continuidad, la prolongación ininterrumpida en la búsqueda de la justicia no cesa, es en mi algo que no puedo abandonar ni por un segundo.
  8. Mientras tanto continuaré a la espera de que se decida el recurso de casación interpuesto por la generalidad de los autores del crimen, que se encuentra en estado de fallo ante la Suprema Corte de Justicia. Si he sabido aguantar sufrimientos, pesares con paciencia y calma, debo no desesperarme hasta que llegue la decisión final.

Negro Veras: Algunas de las ideas expuestas por el doctor Negro...

Negro Veras: Algunas de las ideas expuestas por el doctor Negro...: 1.- Si me preguntan cuál es el título con el cual identifico mentalmente este libro, de inmediato respondo que es el de los iguales en or...