Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
a.- En sociedades humanas como la nuestra en la que
convergen diferentes clases
sociales, éstas intervienen en cualquier actividad motivadas
por sus intereses. Sus actos encierran
provecho material o ideal, tangible o espiritual. En cada ocasión en su
accionar está la causa, el fundamento, el por qué ejecutan o dejan de realizar
algo.
b.- Las
personas físicas no actúan en política por atracción ni comiquerías, sino por
lo que les llega a su conciencia como una especie de mandato, y responden como
contestación a lo que en su medio circundante las mueve a proceder.
c.- Es pura ilusión creer que un individuo decide
intervenir en una actividad por simple deseo, así por así; él tiene en el fondo de su alma la esencia de
lo que le lleva a expresarse en una forma u otra, a comportarse pasiva o activamente,
contemplativo o dinámico, platónico o inquieto.
d.- La presencia de personas en un acto público, sin
importar su naturaleza, es su respuesta a lo que en su interior las llama a
presentarse, a cumplir con el dictado, con lo que su interés las motiva hacer,
independientemente de quienes las hayan convocado.
I.- Los que marchan, ¿por qué lo hacen?
1.- Amplios sectores de la sociedad dominicana están
respondiendo a un llamado a la protesta cívica contra la impunidad y la
corrupción. Evidentemente que no todos
los que acuden a la citación tienen igual motivación. La razón por la cual cada quien decide aceptar
el llamamiento es un asunto de conciencia y quizás por instinto.
2. En las marchas verdes están presentes hombres y
mujeres del pueblo, indignados por la degradación ética y moral que se
encuentra hoy la sociedad dominicana, y la infuncionalidad de las
instituciones. Manifiestan su enojo compartiendo un objetivo que mueve, une
voluntades muy diversas.
3.- En las marchas verdes caminan unidos diferentes
grupos de la sociedad dominicana, hastiados de la criminalidad, la
delincuencia, el crimen organizado y la indiferencia en torno a todo lo que
significa violación a la ley. Hay irritación porque se observa una especie de
dejar hacer a los delincuentes.
4.- Transitan por calles y avenidas, se mueven en las
marchas verdes quienes se sienten vivamente lesionados en sus condiciones
materiales y espirituales de subsistencia, porque la opresión social les
enfurece al no ver resueltos sus problemas cardinales. La miseria atiza,
incomoda a no pocos dominicanos y dominicanas.
5.- En las marchas verdes recorren amplios espacios, quienes se lanzan
en retirada unidos; los que quieren vivir en un país en el que se demuestre con
hechos que el pueblo merece disfrutar de un ambiente libre de lacras sociales
que se comportan intocables amparadas en la ausencia de sanción.
6.- La trayectoria de las marchas verdes la sigue el
abanico de fuerzas políticas y sociales con vocación democrática que en el país
han estado presentes cuantas veces ha sido necesario su concurso, el aporte
solidario y cívico.
7.- En cualquier lugar del mundo donde impera un
ordenamiento económico y social como el que lamentamos padecer, es propicio
para que los que están lesionados, la gran mayoría del pueblo, estén prestos,
listos para manifestar su repudio. Nadie se siente bien santificando lo que le
genera irritación.
8.- Sin mucho
esfuerzo se moviliza, se integra a las marchas verdes, el individuo enojado, o
de cualquier forma encolerizado por los padecimientos, desazón, pesadumbre, en
fin, por el viacrucis que le acongoja, aflige y le llena de pesares. Es
imposible dar demostración de gozo, de placer ante un sistema que invita al
enfado, pone a los de abajo de banderillas.
9.-No hay que ser un cientista de la política, ni un
sabihondo del comportamiento humano, para saber que nuestro país ha sido, históricamente, víctima de las maquinaciones
elaboradas por grupos políticos que no han hecho otra cosa que empobrecerlo,
arruinarlo; elaborar fórmulas para hambrientos esquilmarlo e invitarlo a la
tranquilidad, pasividad y tolerancia.
10.- En la vida de los pueblos llega un momento en el
cual la resignación ya no es posible, porque ocurren hechos que sirven de
acicate, estimulan, motivan a demostrar que no están dispuestos a continuar
pacientes aguantando encogidos de hombros.
11.- El llamado a la movilización contra la impunidad
y la corrupción, ha concitado, inspirado, atraído y despertado a miles y miles
de hombres y mujeres sensibles, la llama estaba ahí, solo faltaba que alguien,
ante el resplandor, soplará la mecha, y por eso están las masas infladas,
levantando sus consignas, revelando que han decidido darles riendas sueltas,
luz verde a sus hasta ahora frenados enfados.
12.- Aquí no es necesaria para las movilizaciones la
voz de un mesías, o un enviado especial, porque estamos viviendo en un basurero
social, marcado por hambre, miseria, insalubridad, desigualdad, analfabetismo y
degradación ética y moral.
13.- Está marchando lo que en nuestro país no se ha
contaminado por la corrupción pública y privada, ni está dispuesto a continuar
tranquilamente inhalando la hediondez y la pestilencia que constituye el
ambiente donde estamos. Es de esperar que estos movimientos se conviertan en el
motor que haga posible eliminar este orden establecido que, por generar desigualdad de oportunidades para
la mayoría del pueblo, tiene más de vertedero, de pocilga, que de un lugar donde
pueden habitar personas sanas, dignas, honradas y virtuosos.
II.- Marchando unidos en la diversidad
14.- Si es cierto que alrededor de las marchas verdes están
fuerzas activas y conscientes de nuestra sociedad que actúan por la sanidad del
país, no es menos cierto que también hacen acto de presencia los oportunistas,
sinvergüenzas y descarados de toda laya.
15.- No podemos desconocer que la sociedad dominicana
es heterogénea, caracterizada por la multiplicidad de grupos sociales,
pluralidad de conductas, diversidad de intereses, disparidad de criterios, en
fin, es una mezcla de clases, sectores y capas sociales que responden a las más
variadas conductas. En las marchas verdes hay un híbrido, una combinación de lo
que en su conjunto es el pueblo dominicano.
16.- Nadie puede pensar ni esperar que en las marchas verdes
se muevan químicamente puros, participantes idénticos en propósitos e iguales
en su proceder. La homogeneidad no existe ni en el seno de la familia de más consonancia
sanguínea, y mucho menos en una sociedad integrada por seres humanos con
motivaciones desiguales.
17.- En los movimientos de masas, y las marchas verdes
es uno de ellos, a los participantes no se les requiere documentos de identidad
ni se le cuestiona su criterio ideológico. Pura y simplemente se presume que
aquel que responde a la convocatoria se identifica con el mensaje de los
convocantes.
18.- En el caso específico de las marchas verdes se
invita a que participe toda persona que no esté de acuerdo con que en el país
siga imperando la impunidad, y el fenómeno de la corrupción se mantenga como
una lepra arropando a todos los órganos e instituciones del Estado.
19.- Un movimiento de masas difiere de un movimiento
democrático, porque éste tiene como línea política defender reivindicaciones
progresistas que interesan a trabajadoras y trabajadores, a las capas medias, a
la burguesía nacional, a los afectados por el sistema.
Reflexiones finales
20.- Activar, moverse, empujar para que lo mejor de
nuestro pueblo haga acto de presencia en la plaza pública, tome las calles como
escenario ideal para demostrar sus quejas justificadas, debe llenar de alegría,
regocijo a todos aquellos que aquí han
hecho causa común con las causas justas.
21.- Una vez las masas se acostumbran a llevar sus
quejas al seno de la sociedad mediante movilizaciones, se dan a respetar;
demuestran alto nivel de entendimiento de lo que les conviene; exhiben claridad
en el enfoque de lo que son sus intereses políticos, cívicos o sociales.
22.- Hay que hacer que los buenos y decentes hagan de
las movilizaciones, caminatas y marchas, una práctica de sus derechos como
ciudadanos y ciudadanas; un hábito, una
costumbre de la protesta contra los abusos; un método de lucha para que la ley
y la justicia sean iguales para todas y todos. Recurrir a la usanza del reclamo
popular público hace posible construir una vigorosa democracia, que surja de
las batallas, bregas y forcejeos de los que en el país desean vivir en un
ambiente de verdadera institucionalidad.
23.- En la coyuntura actual, con relación a las
marchas verdes, las mujeres y hombres
que aquí tienen convicciones
democráticas, lo que deben apreciar, independientemente de la justeza de luchar contra la impunidad y por el cese de la corrupción, es que amplios
sectores sociales se han ejercitado, han decidido movilizarse, algo que no
ejecutaban desde hace varios años.
24. – Tiene gran significado político cuando las masas
populares se ejercitan en busca de objetivos cívicos, económicos o sociales, porque
se educan al margen de las acciones politiqueras que solo interesan a los que
están en la actividad política para lucrarse. No es lo mismo la práctica social
para alcanzar el adecentamiento de la vida pública, que caravanear en los
procesos electorales para que resulte electo un truhan.
25.- La integración de diversos sectores de la población
a las marchas verdes en rechazo a la impunidad y a la corrupción, en la medida
que se manifiestan por el adecentar el medio donde vivimos, también demuestran
interés de tomar distancia de los partidos tradicionales. Al independizarse
hacen posible que se pueda crear una democracia diferente a la actual que no
sirve, o sirve muy poco.
26.- Las masas populares al desligarse de las
orientaciones negativas de los politiqueros, pueden trillar su propio camino y
destino. Al echarse andar, levantando su vuelo las víctimas de la opresión social
dejan de estar sometidas, atadas a organizaciones que en nada contribuyen a la
institucionalización y a limpiar el medio de las lacras que lo afectan con su
sucio proceder.
27.- Lo que se está viendo en las marchas verdes es
que ciudadanas y ciudadanos, ya cansados de las organizaciones políticas
tradicionales que les han engañado, han decidido confiar en sus propias
fuerzas, en su decisión de comenzar a actuar con eficacia; y acabar así con la
politiquería infecunda, inoperante e ineficiente.
28.- Las marchas verdes pueden servir para lograr no solamente
los puntos que se levantan censurando la deshonestidad, la indecencia, lo
impúdico y lo indecoroso, sino también alcanzar otras demandas de contenido
económico y social. La movilidad genera poder en las masas, las colocan a la
ofensiva, demostrando su determinación de acabar con la sujeción, y el control
en su contra.
Santiago de los caballeros,
20 de marzo de 2017.