miércoles, 19 de abril de 2017

Algunas de las ideas expuestas por el doctor Negro Veras, en Santiago, el día martes 18 de abril de 2017. Con relación al libro Mi vida entre dos monstruos


1.- Si me preguntan cuál es el título con el cual identifico mentalmente este libro, de inmediato respondo que es el de los iguales en origen social; de los idénticos en perseverancia; de los talentosos semejantes; de los batalladores análogos, y de los afines exitosos.

2.- En lo que respecta a cómo calificar al autor de Mi vida entre dos monstruos, basta con decir que es humilde por formación familiar; sencillo por temperamento; moderado por educación; llano en su trato personal. En él está ausente la soberbia, la vanidad y el orgullo vano.

3.- Tomar en sus manos el libro Mi vida entre dos monstruos, y proceder a leerlo es aprovechar enseñanza de lo que es vivir en un país extraño al suyo; educarse para ser brillante profesional; ilustrarse de como vencer dificultades de idioma, clima y enfermedades; disciplinarse para vivir como estudiante extranjero becado, e inmigrante taxista, bodeguero y obrero de factoría, y prepararse para pensar en el bienestar familiar antes que en el suyo.

4.- ¿En qué puede ayudar el libro “Mi Vida entre dos monstruos”, a la juventud dominicana? El texto que presentamos llega a la juventud dominicana en un buen momento, porque le permite reflexionar sobre su futuro; meditar sobre la realidad de nuestro país; deliberar de cómo ha de salir adelante; la forma como debe de contemplar el presente para prepararse viendo lo que podrá hacer en el porvenir.

5.- En el texto “Mi vida entre dos monstruos”,   descubrimos el aporte hecho por la clase obrera soviética a la formación personal, cultural y profesional de miles de jóvenes de escasos recursos económicos, de diferentes partes del mundo. La colaboración, la cooperación, el internacionalismo del socialismo soviético quedó expresado en la persona de Luis Amilkar Gómez. 

6.- El autor de Mi vida entre dos monstruos, ha permitido que se conozca en la realidad lo que es la fuga de cerebros desde un país pobre hacia otro rico; y cómo el emigrante, por su propio esfuerzo, logra insertarse, introducirse en un medio sumamente difícil, y ya injertado elevarse hasta ocupar una posición cimera como educador, contribuyendo a poner en alto el nombre de su país de origen, el nuestro.

7.- Sin lugar a dudas, la obra “Mi vida entre dos monstruos”, sirve como aliento al desalentado; incentivo al desmotivado; guía de reactivación al frustrado; para impulsar, empujar, sacudir al debilitado de espíritu; provocar entusiasmo  en el indiferente; exaltación en el desinteresado, en fin, hace posible sembrar fervor, pasión y vehemencia  en el frio, en desangelado.

8.- El libro Mi vida entre dos monstruos, puedo calificarlo como memorias o confesiones, episodios vividos, expresiones de recuerdos o remembranzas de un luchador haciendo vivir el pasado; pero me voy a limitar a decir que la obra   es la narración de una vida a tomar como muestra de perseverancia.


martes, 11 de abril de 2017

Puesta en circulación del libro: Mi vida entre dos monstruos.

Negro Veras:



El odio daña al ser humano

Por: Ramón Antonio Veras.


Escrito dedicado a las víctimas y victimarios del odio.


Introducción

a.- Causa espanto, da grima vivir aquí a cualquier persona con sano juicio. El ambiente en el cual nos movemos motiva a permanecer bajo estado de pavor y justificado terror. La serenidad se torna difícil donde la alarma predomina.

b.- Entre nosotros permanece aterrado no solo el miedoso, cobarde y asustadizo, sino también el valiente, animoso y tranquilo. El miedo transmite, la sensación de pavura, de pánico profundo que se siente y con facilidad se advierte.

c.- La situación está para sentirnos llenos de susto; con los pelos de punta; la sangre helada y las carnes temblando; cargados de psicosis y cobardía. Andamos por todas partes espantadizos, con mieditis aguda.

d.- Lo que se respira es para estar sobrecogido, consternado; con cara horrible; reflejando algo monstruoso, angustioso y de fobia; como si algo terrorífico se hubiere apoderado de lo que tenemos para ver la vida atractiva, agradable y llevadera.
  
I.- El odio presente aquí
 1.- Lo horrible en nuestro país no es la violencia que impera, la criminalidad que acecha, ni las diversas modalidades delincuenciales de factura nueva que han hecho acto de presencia en el cuerpo social dominicano. Lo peor es el odio en la conciencia de amplios grupos sociales.


2.- En el cerebro de muchos dominicanos y dominicanas está presente el odio como divisa; predomina como distintivo, algo así como un símbolo. Está pegado, es un logotipo mental; sello que caracteriza conductas viciadas, corrompidas.

3.- Practicar el aborrecimiento no es de un ser humano formado para la convivencia armoniosa y civilizada. Detestar, abominar, tener rencor se ha convertido en algo que divierte a muchos que aquí no tienen motivo alguno para vivir con rabia, enconos y repugnancia hacia los demás.

4.- Con notoriedad y aflicción observamos a diversos sectores que no están tranquilos, en paz, si no es expresando aversión contra alguien; destilando inquina con relación a individuos que ni conocen. Maldecir al desconocido, condenar a quien no ha tratado es algo cultural en el ambiente dominicano.

5.- Lo que sale de la boca de algunos fastidiosos es candela, puro fuego. La animadversión gratuita es un deleite para aquellos que prefieren no respirar, si no es para sacar de su garganta una expresión hiriente, denigrante contra un ser humano bondadoso.

6.- Estamos viviendo en una especie de jungla, en la que abundan caníbales dispuestos a menospreciar, quitar valor y devorar a cualquier ser humano con espíritu venenoso.  El odio es aplicado en la sociedad humana por el embustero, artista de la humillación y practicante del ningunear.

7.- El código de aquel  que odia está debidamente estructurado para que cada palabra surta efecto demoledor,  por lo que mancillar, manchar, oprobiar y sambenitar tiene víctimas específicas para colocarles etiquetas deshonrosas y en especial poner malas famas, oscurecerlas o enlodarlas. 

8.- El sentimiento de aversión lo tiene reservado el que acaricia la malquerencia y es aliado de la tirria, con el fin de desmigar a quien sea merecedor de respeto en la sociedad. Mientras más detesta y rencores acumula, mejor se siente el triturador de honras y méritos bien ganados.

9.- Aquel que se dedica a odiosear hace buena alianza, establece camaradería con el que fastidia, aborrece, enoja y hace de la mortificación el arte de jeringar.  Solamente los dañados de mente pueden comportarse como entes dañosos que contaminan y empañan hasta a los metales preciosos.

10.- El que disfruta con la antipatía siempre está moviéndose en el círculo social donde le celebran sus acciones perversas, dirigidas a hacer sentir desconsolado, deprimido, extenuado, afligido,  y en todo caso hundirlo, quitándole el ánimo,  y destrozarle el entusiasmo hasta convertirlo en un desilusionado, desesperanzado y frustrado.

11.- El medio dominicano está resultando propicio a los fines perseguidos por los que están educados para utilizar el descrédito contra  las personas de valía, la mala reputación, y todo calificativo que encierre, ignominia, deslustre, en sí, aplicarle al honorable todo lo que significa leyenda negra.

12.- La persona física con méritos que brilla o sobresale es un objetivo a ser destruida mediante la descalificación y la infamación, empañándole la fama, su buen nombre y respeto. Es misión del que odia exterminar, pulverizar a los seres humanos que se elevan, aniquilar al distinguido, hacer saltar, hacer añicos, estragos, echar abajo a todo aquel que es un triunfador.

13.- La inquina está fija en la conciencia de muchos de nuestros paisanos que se molestan con los triunfadores. La tirria, la perinquina se ha apoderado del corazón de los reducidos a la nada como persona, por lo que se mantienen afligidos, angustiados una vez conocen los éxitos de otros.

14.- Sorprende la forma como tantas personas están contagiadas por la malevolencia. Se ha hecho una práctica en determinados sectores de la sociedad dominicana, manifestar gratuitamente la malignidad, como si semejante tara hablara bien de los seres humanos. Pretenden desconocer que el malevolente, el malintencionado es visto como una rémora, un peligro social.

15.- La presencia en nuestro medio social del maldiciente cada día se está haciendo más notoria.  En la medida que se agrieta la sociedad, crecen los individuos malditos que disfrutan con los anatemas, lanzando reprobación a diestra y siniestra; andan endiablados por esas calles de Dios, en procura de injuriar a cualquiera que no sea de su agrado.

16.- El malvado que con su lengua odiosa daña a los demás, es de formación impertinente, proceder irrespetuoso y de trato malicioso. El descarado es hermano gemelo en inconductas de aquel que malacostumbrado, malvezado y grosero, se convierte en avinagrado que cultiva la astucia para, en unión de la picardía, ser insidioso, muy mal pensado.

17.- La situación que se presenta en nuestro país con las personas que lo que sacan de su boca para referirse a los otros es pura llama, su mala intención es quemar con sus descargas de odio y andanada de resabios, porque mientras en sus cerebros quede algo de combustión continuarán quemando a sus víctimas inocentes.

II.- Debemos vencer el odio
18.- Nuestro país no puede seguir siendo el ámbito propicio para odiar, aborrecer a los demás. Hay que cambiar el sentido de aversión y repugnancia, por el de amor, afecto, cariño, comprensión y tolerancia. La parte fea de la conducta humana no debe predominar sobre lo hermoso que puede dar la especie humana.

19.- Debemos sacar de nuestro cerebro todo lo que resulte ofensivo, repelente y fastidioso. Las diferencias de opiniones  políticas, la competencia empresarial o profesional, no puede llevarnos a permanecer armados para destruir al adversario con rabia agrediéndolo con calificativos arteros, solapados, taimados,  para  herir, reducir y difamar.

20.- Conviene motivar a los dominicanos y a las dominicanas para que hagan suya la idea de la tolerancia; suscitar la consideración y el respeto mutuo; incentivar la condescendencia; impulsar la flexibilidad ante la ilusión de resolver los conflictos por medio de acciones de sangre. Debemos eliminar la motivación que nos guía a querer destruir a los demás por medio del chisme, la difamación y las palabras hirientes.

21.- Debemos estar preparados para comportarnos con cariño, ser amables y mimosos. Lo áspero, desagradable y brusco nos hace ver ante los demás como personas indeseables, agrias, de mal vivir y peor trato. Sin necesidad de ser melosos, podemos exhibir delicadeza, decente compostura y demostrar que estamos formados como pueblo solidario para humanizar a los nuestros con el ejemplo, transmitiendo afectos y calor humano.

22.- Con las buenas actuaciones debemos probar que estamos en condiciones de eliminar el odio y con él el miedo, la sicosis de pánico y el estado de horror. Es posible desechar el espanto y dejar fuera de nuestro medio el susto. Suprimir de nuestras actuaciones todo lo que signifique agravio y pueda ponernos los pelos de punta, helar la sangre.

23.- Si los dominicanos y las dominicanas ponemos de nuestra parte de seguro que logramos cambiar la agresividad, la violencia y la provocación por el sano trato y el lenguaje bonito, y dejaríamos así  de ser provocadores, buscabroncas, bravucones y estimuladores de camorras, excitadores de pleitos y sugerentes de discordias. Es bueno alcanzar la concordia para evitar contrariedad, enemistad y desacuerdos dolorosos y trágicos.

24.- Algo hay que hacer para que no siga en el país estableciéndose como norma de vida la disensión innecesaria, la desconcordia provocada y el disentimiento sin sentido. La conducta de hacer contraste, andar dándole a la lengua y procediendo a sacar de sus cabales al decente, lo único que conduce es al debate estéril, al altercado, al pugilato infecundo.

25.- Moverse odiando a los demás lo que hace es identificar al autor como individuo de baja calaña, inclinado a la crueldad, atrocidad e imprudencia; y preparado para ser ubicado como bruto, cafre y ausente de civismo. La barbarie nos señala como pueblo subdesarrollado, adecuado a comportarse haciendo barrabasadas, tratadas y cuantos desaguisados sean posibles.

26.- Podemos accionar en política sin necesidad de agraviar a los contrarios haciéndoles sentir mal en su persona y a los suyos. Al perjudicar lesionando sin justificación alguna nos hacemos daño a la vez que debilitamos la justeza de la causa que defendemos.

27.- Las verdaderas transformaciones democráticas se logran con el apoyo de las masas populares, jamás con métodos que van en detrimento, en menoscabo de los objetivos perseguidos, sin importar lo loable que resulten ser. El insulto, la calumnia, el ultraje y zaherir no contribuye al desarrollo de la lucha social.

28.- Los hombres y mujeres de bien se reducen una vez dirigen su lucha política al campo personal, llevando al pueblo la falsa idea de que sembrando odio contra un individuo en particular se eliminarán las injusticias y las lacras que genera el sistema social bajo el cual estamos viviendo. No alcanzamos la felicidad por vías ilegitimas, injustas y utilizando los mismos tormentos que censuramos a nuestros antagonistas.

29.- Por muy áspera, ácida y tormentosa  que se presente la lucha social y política, la persona sensible y defensora de las causas justas, no debe caer en la politiquería que es propia de los que llevan a la práctica la política para lucrarse, y carecen de sólidos  argumentos  para sostener sus posiciones.

30.- La persona que interviene en actividades políticas y sociales se eleva y gana simpatía para la causa que defiende cuando recurre a razonamientos, tesis y juicios que resultan demostrativos. La claridad de pensamiento, encerrada en la elegancia de las ideas que defendemos, se evidencia sin necesidad de utilizar la mentira, el odio ni términos insignificantes.

31.- Por último, a la niñez dominicana debemos inculcarle que el ser humano no debe odiar, porque el que odia es malo como persona; un mal bicho en quien nunca podemos confiar.



Santiago de los Caballeros,
 10 de abril de 2017.


La democracia real y la aparente

Por: Ramón Antonio Veras.


I.- Democracia agradable para pocos, y desagradable para muchos

1.- Es posible que en un futuro lejano, mis bisnietas y mis bisnietos se interesen por saber la forma de democracia que predominaba en nuestro país cuando su bisabuelo contaba con setenta y cinco u ochenta años de edad.

2.- De la democracia creo que esa forma de gobierno, en los diversos períodos históricos, su contenido ha cambiado conforme a las transformaciones que se han operado en el régimen económico imperante. Así ha sido desde la Grecia y Roma antiguas donde predominó la democracia esclavista.

3.- La democracia que el pueblo dominicano ha soportado es la representativa de la minoría nacional, que disfrutan placenteramente sus beneficiarios; la han gozado a su anchura con tanta placidez, suavidad y tranquilidad que se han olvidado de cuidarla para que les sea duradera.

4.- Aquellos que se aprovechan de la democracia dominicana la ven bella, una preciosidad, algo así como un encanto,  pero la mayoría de nuestro pueblo la observa fea, desaliñada y desproporcionada; de mala pinta  y peor facha, la mira como algo insoportable a la vista de cualquier persona que ama la limpieza y la decencia.

5.- La democracia que agrada a un grupo insignificante de la sociedad dominicana, por el contrario es, para la gran mayoría de los dominicanos y las dominicanas, una real contrariedad, un percance que con el transcurso del tiempo va de complicaciones a tropiezos, de desventuras a fatalidad. Es un régimen que, a quienes son los más les genera pena y tristeza.

6.- Una democracia de obscenidades es la que aquí ha salido de las urnas cada cuatro años, porque han estado preñadas de deshonestidad, indecencia e impudicia. Lo sucio, procaz e indecoroso es engendrado en el vientre de una formación económica porno, como la hedionda democracia que tenemos con desconsuelo.

7.- Mientras unos pocos permanecen alegres, sumamente contentos con la vigente democracia, la mayoría de nuestro pueblo se mantiene melodramáticamente sentimental y penosa, por la infecta laguna donde se mueve, un medio inapropiado, desolador y pésimo.

 8.- La porquería de democracia bajo la cual politiqueros han puesto a vivir a dominicanos y dominicanas, se  torna inviable porque para aceptarla hay que estar preparado para degradarse, convertirse  en una inmundicia  altamente podrida; en una bazofia maloliente e irrespirable,  donde pululan los que están formados para sentirse bien hormigueando en este fango social.

9.- La democracia de aquí es considerada buena por los desfalcadores que bajo su sombra han arrastrado su vida de pillaje, mal vivir, fraudes, hurtos y delitos. El delincuente no se siente frustrado en un campo propicio para ejecutar acciones pecaminosas.

10.- El ambiente de la democracia dominicana de hoy es un edén, una gloria para quienes hacen de la política una actividad bien vista por aventureros, malandros, lunfardos y otros tantos facinerosos. Los bandoleros han simbolizado dignamente la democracia con la que aquí se han deleitado los antisociales.

 11.- La democracia que desde siempre hemos visto es la que ha contribuido a tener personas que dan demostración de entrega, debilitamiento y declinación; que marchita al ser humano, lo apaga, haciéndolo sentir desfallecido para que no luche por liberarse de las cadenas que les oprimen; para que no demuestre fortaleza, vigor para salir adelante.

12.-  Los que diseñaron esta democracia  la venden como maravillosa, y es la misma que procura formar individuos lastimeros, llorones, para que permanezcan suplicando y rogando; echados a los pies de los opresores; implorando y no exigiendo; demandando con deprecación y no reivindicando, tolerando y no reclamando; ser flexible y no firme requeriente.

13.- La democracia modelo para malvados, siniestros y malignos, es la que al pueblo dominicano le han vendido como que es, supuestamente para nobles, buenos y bondadosos por entero. Sembrar la confusión entre lo que queremos y lo que padecemos ha sido obra de los demócratas de pacotilla, los mismos que han querido fijar en nuestra conciencia la resignación dictada por mediocres.

14.- La añeja democracia dominicana, que sus defensores venden como joven, no ha sido capaz de crear instituciones fuertes, decentes y confiables.  Por el contrario, las que tenemos constituyen una afrenta, un bochorno, un insulto a las personas decentes del país. Los organismos estatales burlan, injurian, deshonran, ofenden a los hombres y mujeres que aspiran a vivir sin ultraje, vejaciones, ni oprobios institucionales.


II.- Una democracia de desigualdades

15.- El ordenamiento social y económico que pone a sufrir al pueblo dominicano, es el que ha parido la democracia que está entre nosotros enseñando desigualdad de oportunidades; disparidad de situación económica; disconformidad material y espiritual en el seno de las masas populares; distancia entre la minoría que lo tiene todo y el pueblo desilusionado que carece para vivir de lo esencial.

16.   El modelo económico actual, y su democracia, es el que ha traído la crisis ética y moral que nos hiere como país, nos degrada y hace sentir como que estamos viviendo en un pantano, en un espacio que tiene mucho de pocilga y poco o nada de sociedad humana.

17.- La democracia que ha dado a luz el sistema social que domina en nuestro país, ha hecho posible la formación de mujeres y hombres parlanchines, charlatanes y simuladores, listos para actuar inclinando la espina dorsal para decir si, doblar el espinazo como expresión de sumisión, entregarse en cuerpo y alma al que algo de dinero pone en sus manos.

 18.- En lugar de educar a la niñez dominicana en la honradez, integridad, honor y lealtad, la democracia dominicana manda el ejemplo de que lo que hace al ser humano distinguido es ser corrupto e indecente; al politiquero desleal; que el descrédito y la buena fama es la misma cosa; que la respetabilidad la da el dinero,   no el correcto proceder.

19.- La democracia limpia, que concita amplia simpatía en el alma popular, se ha convertido en espejismo, una quimera porque de la que somos testigos está degradada en todos los aspectos. La actitud delincuencial que observamos en diferentes capas sociales es el resultado de una forma de gobierno que ha predominado y en la que el robo se ve como formando parte de la cultura política nacional.
20.- La democracia dominicana está cimentada en un sistema que estimula la desigualdad de oportunidades, impide el desarrollo armónico e integral de la mayoría de los dominicanos y dominicanas, condenándola, hundiéndola en el hambre, la miseria, el desempleo y la infelicidad.
21.- En los marcos de la democracia representativa, la niñez, la juventud y los ancianos están abandonados a su propia suerte, porque el Estado no tiene para ellos una política que les proteja. El abandono, la mendicidad, la pobreza extrema condena, lleva a la marginación a todos aquellos que carecen de lo indispensable en el orden material y espiritual.

Reflexiones finales
22.- Las masas populares dominicanas, han aplicado todos métodos de lucha en procura de una democracia que les traiga alegría, paz, amor, comprensión, felicidad y, en general, grata vida material y espiritual; pero la que han encontrado es la democracia que genera tristeza, guerra, odio, desavenencia, infelicidad y desesperanza.

23.- Nuestro pueblo se ha interesado por disfrutar de una democracia que estimule desde el poder del Estado la moderación en los gastos, la sobriedad de los funcionarios, y la prudencia en el proceder oficial, pero ha tenido que sufrir el despilfarro de los dineros del erario, indecente derroche y ausencia de comedimiento.

24.- Un pueblo como el dominicano, que se ha interesado por gozar de seguridad, se ha encontrado con una democracia vulnerable, peligrosa, totalmente insegura. La tranquilidad, estar a mansalva, es puro deseo de la familia dominicana bajo una democracia en la que nadie da por seguro contar con vida ni en su propia casa, porque la criminalidad y la muerte andan en infernal alianza.

25.- Los mejores hijos de este país se han esforzado, sacrificando hasta sus propias   vidas con el objetivo de disfrutar de una democracia en la cual funcionen las instituciones, pero su esfuerzo ha sido en vano.  La institucionalidad no ha sido otra cosa que pura ficción, total apariencia; un deseo frustrado, una aspiración fallida; una sana voluntad desnaturalizada, falsificada y secuestrada.
26.- En distintas épocas, en nombre de preservar la democracia dominicana, desde el poder del Estado se han aplicado los métodos más odiosos y despóticos contra luchadores democráticos interesados en construir un ordenamiento económico y social justo y con una nueva democracia que esté basada en la voluntad libérrima de lo que en verdad es el pueblo.

27.- Hombres y mujeres sensibles del país, con abnegación y total desprendimiento, han hecho significativos aportes para que disfrutemos de una democracia con sentido social, pero su esfuerzo no ha dado los resultados esperados, porque la que tenemos es una democracia que solo favorece a grupos minoritarios que de ella se han aprovechado en forma miserable, con entera rapacidad.

28.- Las fuerzas democráticas y progresistas, a los fines de tener una democracia que genere confianza para salir adelante, han luchado con ahínco, tesón y alto fervor, pero lo que tenemos es un país rezagado, con un orden social demorado en el avance socioeconómico.

29.- Nuestro pueblo, en interés de disfrutar de una democracia de oro, la ha pagado con sudor, sangre y martirio, pero la que tiene no llega a ser ni de cobre, porque es frágil, sumamente endeble, altamente inconsistente y enfermiza. Está constituida por un material maleable, enteramente manipulable, adecuada para ser manejable por los peores intereses nacionales y extranjeros.

30.- Hemos invertido para tener una democracia honesta, pulcra, casta y de pura decencia, pero la que nos lamentamos disponer es una prostituta, ramera de poca monta; una golfa descarada, gamberra de orilla, que sirve a los chulos más contaminados por las enfermedades del sistema. Lamentablemente fracasamos haciendo fuertes contribuciones con la ilusión de sentirnos contentos con una niña recatada, pero históricamente lo que nos ha salido es una democracia degenerada incorregible. 


31.- Por último, aquellos que se sientan bien viviendo bajo la actual democracia, pues que la disfruten,  porque la realidad está diciendo  que la misma no durará por mucho tiempo, y que lo que en verdad se llama pueblo dominicano está dispuesto a construir una nueva democracia, la suya, totalmente diferente a la que ahora se lamenta tener. 



Santiago de los Caballeros,
3 de abril de 2017.

A los 82 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi

Por: Ramón Antonio Veras.


1.- Cuando precisamente hoy se cumplen 82 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi, en lo más profundo de mi corazón siento que un largo espacio de tiempo ha transcurrido.

2.- El plazo de la citada acción criminal ha tenido en mí  significación porque la tengo tan presente como el momento que fui informado de que mi hijo había sido objeto de un operativo criminal que luego se comprobó que tenía tipificación de sicariato.

3.- Las circunstancias en que se llevan a cabo los actos repugnantes quedan fijos en la conciencia de los que resultan directa o indirectamente lesionados. El crimen de que fue víctima Jordi permanecerá impreso en su cuerpo y mente, y clavado en el pensamiento de su familia entera.

4.- El repulsivo acto contra Jordi, en ningún momento nos impulsó a la venganza; recurrimos a los mecanismos legales para que fuera la justicia que determinara la situación de que se hicieron merecedores los que pagados por Adriano Román, se asociaron para quitarle la vida a mi hijo.

5.- El expediente relacionado con los imputados  que procuraron asesinar a Jordi, luego de haber sido decidido definitivamente en primer grado y en apelación, fue conocido ante la Suprema Corte de Justicia,  el 27 de marzo próximo pasado. De la misma forma que hemos esperado 82 meses para que la justicia decida, aguardamos sin desesperación el fallo del más alto tribunal del país.

6.- Los sinsabores, aflicciones y contrariedades que he pasado como consecuencia de lo sucedido a mi hijo, no me han quitado la convicción de que prevalecerá la justicia.  Las iniquidades, desafueros e ilegalidades no modifican mi forma de pensar y proceder.

7.- Con motivo del juicio seguido a los que ejecutaron la acción de sicariato pagado por Adriano Román, contra Jordi, siempre he dicho, y lo reitero ahora, que en ningún momento de mi  se ha apoderado la incertidumbre; ni la suspicacia me ha dominado.  He mantenido y mantengo  la confianza y seguridad en la probidad del material humano encargado de decidir la suerte del expediente.

8.- Aquellos que quisieron quitarle la vida a Jordi, en sus cálculos criminales perdieron de vista que el papá de su víctima   no conoce lo que es desplome, languidecer, decaer ni flojarse; que soy el escudo de mis hijos y  un  ataque a ellos lo tomo para mí,  y siempre estoy dispuesto a enfrentar a mis adversarios en el terreno que escojan.

9.- En mi condición de padre de Jordi, nunca me he desanimado, agotado ni desalentado, porque sé que todos los plazos se vencen, y por más maniobras que han hecho los imputados y sus defensores, el caso llegará a su final. Estoy hecho de un material adecuado para resistir, estar animado, vigorizado y fortalecido sin importar las circunstancias.



Santiago de los Caballeros,

2 de abril de 2017.

Marchas verdes como actividades cívicas y ciudadanas

Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Poner en acción los derechos

1.- La operatividad hace posible la eficacia, y convierte las prerrogativas en útiles y funcionales. Lo productivo de los derechos no depende de que figuren consagrados en la Constitución política, sino que sean llevados a la práctica por sus titulares.  En la medida que los pueblos se ejercitan, despliegan actividades públicas con sentido cívico o político; hacen uso de sus facultades y materializan sus atribuciones, fortalecen su capacidad de reclamo.

2.- De nada sirve tener el derecho constitucional a la alimentación, la salud y el empleo, si no hay posibilidad de adquirir empleo, comida y acudir a los servicios de la salud pública. Lo mismo ocurre con el derecho del pueblo a la protesta y a las manifestaciones públicas, si no las lleva a la práctica, no las hace realidad.

3.- Si a los derechos no se les da vida ejerciéndolos, se atrofian, anquilosan y llegan a consumirse. De ahí la necesidad de desarrollarlos, fomentarlos y acrecentarlos para que en sus poseedores se conserven robustos, con vitalidad. La debilidad y la impotencia se combinan en los órganos en desuso.

4.- El poder se construye mediante la ascendencia, la energía que le imprime su portador se convierte en un ente difícil de someter a la obediencia. Aquel que prueba poderío nunca cae en la subordinación de su adversario.

5.- Los pueblos permiten que los derechos se les oxiden cuando no los ejercen; llegan a enmohecerse por la falta de accionar en el medio donde están llamados a ejercitarlos. De igual manera se disminuyen nuestras facultades físicas o mentales, si no nos adiestramos, ensayamos y ejercitamos.

 II.- La educación cívica y ciudadana

6.- Un pueblo no resulta debidamente instruido de un día para otro, en un abrir y cerrar de ojos, sino que precisa de todo un proceso de instrucción para llegar a ser cortés, amable, correcto, considerado y de fino proceder. Con los buenos modales no se nace, se cultivan mediante la educación familiar y escolar.

7.- Para actuar necesitamos estar adiestrados en lo que vamos a ejecutar, por lo que los pueblos precisan tener formación, estar educados en el ejercicio cívico y ciudadano de sus derechos y libertades. El conocimiento teórico y práctico de lo que el ciudadano o la ciudadana debe hacer o no hacer, lo hace sujeto apto para defender accionando; no abandonar ni ceder lo que legítimamente le pertenece.

8.- A los fines de hacer de las dominicanas y los dominicanos una comunidad de mujeres y hombres indóciles ante la prepotencia, los desmanes y la violación de sus derechos, conviene comenzar por formar a la niñez de nuestro país para que sea inflexible frente a todo lo que significa atropello, ilegitimidad y degradación ética y moral.

9.- Corresponde a los padres preocuparse para que sus hijas y sus  hijos se formen en el hogar, en los centros escolares y en las actividades cívicas, porque solo así llegarán a estar preparados en la defensa de sus derechos y libertades. Los pueblos necesitan personas con disposición para enfrentar a los gobiernos despóticos inclinados a conculcar, vulnerar las atribuciones de los miembros de la comunidad.

10.- Es una garantía de vigencia democrática cuando los pueblos están educados para ser contestatarios; listos para replicar y objetar cualquier acción del régimen de turno contraria a la Constitución y al correcto proceder. Contribuyen al desarrollo armónico de la sociedad los hombres y las mujeres en condiciones de llevarles la contraria a los grupos marcados por utilizar la violencia institucionalizada y practicar el ladronismo.

11.- Las marchas verdes las veo como expresión de civismo y ejercicio ciudadano, demostración legítima de queja justificada contra todo lo que significa corrupción e impunidad; exhibición de valor en procura de edificar al pueblo para que exija el cese de las acciones pecaminosas que dañan a todo el país.

12.- Las marchas verdes sirven como espacio de protesta cívica, ejercicio de derechos ciudadanos y manifestación   contra lo degradante, degenerado, indecoroso, ignominioso y afrentoso. Moverse por lo sano y limpio ennoblece, enaltece, habla bien de quien acciona para elevar, no para reducir, envilecer y desacreditar.

13.- Las marchas verdes son escenarios propicios para que nuestro pueblo ponga en ejecución su legítimo derecho a expresarse en la plaza pública contra lo que considera lesiona su dignidad como comunidad que ama la decencia; hay que verlas como el ámbito ideal para en forma colectiva hacer escuchar la indignación popular contra lo que es un agravio a quienes repugna el  latrocinio  sin sanción.

14.- La lucha cívica es la expresión de hombres y mujeres conscientes que deciden ponerse en tensión para materializar las ideas que tienen con relación a una situación que lesiona a toda la sociedad. Las marchas verdes significan el conflicto, la pugna, la divergencia que hay en el medio dominicano entre los que quieren vivir en un ambiente degradado en lo ético y moral, y aquellos que han decidido marchar por la honestidad y contra la tolerancia a la delincuencia y el saqueo de los fondos públicos.

15.- Los reclamos de contenido cívico mueven  no solo a una  parte del pueblo, sino a las grandes mayorías nacionales no conformes con el estado de cosas que han indignado, enfurecido a las personas de bien que se sienten mal viviendo en  un  espacio corrupto. Aquellos que aquí se han integrado a las marchas verdes merecen que a su lado caminen todas y todos los exasperados, los ofendidos por la tolerancia al robo y a los actos ilícitos.

16.- Las marchas verdes se han convertido en acciones de animación que han alborotado a los dormidos, a la vez que han permitido expresividad; motivan para que aquellos que marchan lo hagan como en una fiesta, en  la celebración del despertar. El buen ánimo de los que se movilizan contra la corrupción y la impunidad está generando disposición, alborozo, empuje, aliento, hervor, capacidad y fuerza para luchar con eficacia.

17.- Las marchas verdes deben concitar apoyo porque son protesta y lamento de que estamos viviendo en un ambiente que no merecemos quienes aspiramos a vivir bajo un Estado de garantías, institucionalidad y decencia. Lo que es una afrenta, un agravio, nos daña y lesiona como comunidad humana laboriosa

18.- Son justificadas las marchas verdes porque permiten que amplios sectores de nuestro pueblo se expresen circulando y propagando, recorriendo y difundiendo, transitando y divulgando todo aquello que  afecta la dignidad, el decoro y la honra de lo mejor del país. Andar por calles y avenidas extendiendo las piernas y levantando unidos las voces de la vergüenza, nos eleva como mujeres y hombres amantes del correcto proceder e impugnadores de inconductas.

19.- Estar presente en las marchas verdes hace posible  enseñar, demostrar desagrado, repugnancia, fastidio y asco contra todo acto que denigra, deshonra, amancilla y desprestigia el accionar político limpio, decente y honorable. Se justifica hacer ostensible, mostrar protesta ante lo que ultraja y nos pone de vuelta y media.

 III.- Cuidemos las marchas verdes

20.- No hacen aportes positivos a las marchas verdes aquellos que las aprovechan para saciar sus malos sentimientos, personalizando la actividad lanzando palabras hirientes contra adversarios políticos de ocasión. Los chismes, los dimes y diretes reducen y empañan el valor de las jornadas cívicas.

21.- Las causas justas no pueden ser defendidas con métodos ilegítimos. La justeza, la razón y lo limpio, no necesitan de la diatriba, ni de las invectivas cargadas de inquina. La crítica fuera de tono, el lenguaje soez dirigido a un contrario, le convierte en una víctima del blasfemo.

22.- Alrededor de las marchas verdes, al igual que en toda actividad pública   de masas, se mueven los más diversos intereses económicos, políticos y sociales; convergen las aspiraciones más disímiles. Pero lo importante es que predominen, prevalezcan los mejores objetivos, aquellos que sirven de motivación a la actividad; que la mayoría de los integrantes de la sociedad hagan suyas las demandas planteadas contra la impunidad y la corrupción. Además, de que con las masas movilizadas es posible alcanzar otros fines de contenido social que van en provecho de los que aquí son los más.

23.- Partiendo   de que las marchas verdes son actividades que tienen por finalidad el adecentamiento de la vida pública, las mismas deben servir para que en ellas hagan acto de presencia las escuelas y colegios; núcleos familiares; clubes culturales, y otros órganos que simbolizan centros de formación ética y moral.

24.- Las marchas verdes reflejan un conflicto, choque social de conductas e inconductas, que pueden llegar a la ruptura de la pasividad que hasta ahora había mantenido un amplio sector de la sociedad dominicana ante el fenómeno de la corrupción y su tolerancia. La contienda, el enfrentamiento entre lo sano y lo nocivo conviene para erradicar lo que es perjudicial a todos y todas.

25.- Las marchas verdes debemos verlas como el deseo, las ansias, el sueño de nuestro pueblo por vivir en institucionalidad, respeto, decencia, integridad, es decir, como es debido; libre de impudicia, obscenidad y degradación ética y moral. Además, resulta reconfortante aceptarlas como prueba de que nos afanamos por liberarnos de las lacras sociales, y no desmayamos en construir un país diferente al actual que los perversos lo han convertido en un fango.

26.- Reclamar con firmeza y demandar lo que creemos es de justicia; exigir, solicitar movilizados; mediante quejas reivindicar la decencia y la institucionalidad perdida o secuestrada; reprochar demandando; solicitando, exigiendo a nivel de masas lo que individualmente no podemos lograr. Es correcto y conviene a la sociedad que ciudadanos y ciudadanas se conviertan en reclamantes, demandantes, querellantes públicos movilizados.

27.- Al aceptar las marchas verdes como actividad de civismo, su objetivo está al abrigo de toda crítica de que las mismas persiguen fines inconfesables que llevarían al país al desorden institucional, al desenfreno. Para propiciar el caos, el desbarajuste, hay que ser loco, sinvergüenza, un vencido por la insensatez, la irresponsabilidad, la ligereza y la más notaria insipiencia, algo que no han demostrado padecer los que, hasta ahora, están al frente del movimiento verde.

28.- Desde hace varios años conocemos personalmente a muchos de los hombres y las mujeres que inciden en la dirección de las marchas verdes, y podemos dar testimonio de sus firmes convicciones democráticas, y de haber estado siempre al lado de las mejores causas del país.  Nadie cambia de bueno a malo, de serio a vagabundo, en un abrir y cerrar de ojos.

29.- Al margen de toda mezquindad, resabio politiquero o miopía política, hay que reconocer que las marchas verdes han significado un aporte al accionar político a que aspiramos, y una contribución al adecentamiento de la vida pública del país.


Santiago de los Caballeros,

25 de marzo de 2017.

Las marchas verdes: una respuesta

Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción
a.- En sociedades humanas como la nuestra en la que convergen diferentes clases    sociales,   éstas intervienen en cualquier actividad motivadas por sus intereses.  Sus actos encierran provecho material o ideal, tangible o espiritual. En cada ocasión en su accionar está la causa, el fundamento, el por qué ejecutan o dejan de realizar algo.   

 b.- Las personas físicas no actúan en política por atracción ni comiquerías, sino por lo que les llega a su conciencia como una especie de mandato, y responden como contestación a lo que en su medio circundante las mueve a proceder. 

c.- Es pura ilusión creer que un individuo decide intervenir en una actividad por simple deseo, así por así; él   tiene en el fondo de su alma la esencia de lo que le lleva a expresarse en una forma u otra, a comportarse pasiva o activamente, contemplativo o dinámico, platónico o inquieto.

d.- La presencia de personas en un acto público, sin importar su naturaleza, es su respuesta a lo que en su interior las llama a presentarse, a cumplir con el dictado, con lo que su interés las motiva hacer, independientemente de quienes las hayan convocado.

I.- Los que marchan, ¿por qué   lo hacen?         
1.- Amplios sectores de la sociedad dominicana están respondiendo a un llamado a la protesta cívica contra la impunidad y la corrupción.  Evidentemente que no todos los que acuden a la citación tienen igual motivación.  La razón por la cual cada quien decide aceptar el llamamiento es un asunto de conciencia y quizás por instinto.

2. En las marchas verdes están presentes hombres y mujeres del pueblo, indignados por la degradación ética y moral que se encuentra hoy la sociedad dominicana, y la infuncionalidad de las instituciones. Manifiestan su enojo compartiendo un objetivo que mueve, une voluntades muy diversas.

3.- En las marchas verdes caminan unidos diferentes grupos de la sociedad dominicana, hastiados de la criminalidad, la delincuencia, el crimen organizado y la indiferencia en torno a todo lo que significa violación a la ley. Hay irritación porque se observa una especie de dejar hacer a los delincuentes.

4.- Transitan por calles y avenidas, se mueven en las marchas verdes quienes se sienten vivamente lesionados en sus condiciones materiales y espirituales de subsistencia, porque la opresión social les enfurece al no ver resueltos sus problemas cardinales. La miseria atiza, incomoda a no pocos dominicanos y dominicanas.

5.- En las marchas verdes   recorren amplios espacios, quienes se lanzan en retirada unidos; los que quieren vivir en un país en el que se demuestre con hechos que el pueblo merece disfrutar de un ambiente libre de lacras sociales que se comportan intocables amparadas en la ausencia de sanción.

6.- La trayectoria de las marchas verdes la sigue el abanico de fuerzas políticas y sociales con vocación democrática que en el país han estado presentes cuantas veces ha sido necesario su concurso, el aporte solidario y cívico.

7.- En cualquier lugar del mundo donde impera un ordenamiento económico y social como el que lamentamos padecer, es propicio para que los que están lesionados, la gran mayoría del pueblo, estén prestos, listos para manifestar su repudio. Nadie se siente bien santificando lo que le genera irritación.

 8.- Sin mucho esfuerzo se moviliza, se integra a las marchas verdes, el individuo enojado, o de cualquier forma encolerizado por los padecimientos, desazón, pesadumbre, en fin, por el viacrucis que le acongoja, aflige y le llena de pesares. Es imposible dar demostración de gozo, de placer ante un sistema que invita al enfado, pone a los de abajo de banderillas.

9.-No hay que ser un cientista de la política, ni un sabihondo del comportamiento humano, para saber que nuestro país ha sido,  históricamente, víctima de las maquinaciones elaboradas por grupos políticos que no han hecho otra cosa que empobrecerlo, arruinarlo; elaborar fórmulas para hambrientos esquilmarlo e invitarlo a la tranquilidad, pasividad y tolerancia.

10.- En la vida de los pueblos llega un momento en el cual la resignación ya no es posible, porque ocurren hechos que sirven de acicate, estimulan, motivan a demostrar que no están dispuestos a continuar pacientes aguantando encogidos de hombros.

11.- El llamado a la movilización contra la impunidad y la corrupción, ha concitado, inspirado, atraído y despertado a miles y miles de hombres y mujeres sensibles, la llama estaba ahí, solo faltaba que alguien, ante el resplandor, soplará la mecha, y por eso están las masas infladas, levantando sus consignas, revelando que han decidido darles riendas sueltas, luz verde a sus hasta ahora frenados enfados.

12.- Aquí no es necesaria para las movilizaciones la voz de un mesías, o un enviado especial, porque estamos viviendo en un basurero social, marcado por hambre, miseria, insalubridad, desigualdad, analfabetismo y degradación ética y moral.

13.- Está marchando lo que en nuestro país no se ha contaminado por la corrupción pública y privada, ni está dispuesto a continuar tranquilamente inhalando la hediondez y la pestilencia que constituye el ambiente donde estamos. Es de esperar que estos movimientos se conviertan en el motor que haga posible eliminar este orden establecido que,  por generar desigualdad de oportunidades para la mayoría del pueblo, tiene más de vertedero, de pocilga, que de un lugar donde pueden habitar personas sanas, dignas, honradas y virtuosos.

II.- Marchando unidos en la diversidad
14.- Si es cierto que alrededor de las marchas verdes están fuerzas activas y conscientes de nuestra sociedad que actúan por la sanidad del país, no es menos cierto que también hacen acto de presencia los oportunistas, sinvergüenzas y descarados de toda laya.

15.- No podemos desconocer que la sociedad dominicana es heterogénea, caracterizada por la multiplicidad de grupos sociales, pluralidad de conductas, diversidad de intereses, disparidad de criterios, en fin, es una mezcla de clases, sectores y capas sociales que responden a las más variadas conductas. En las marchas verdes hay un híbrido, una combinación de lo que en su conjunto es el pueblo dominicano.

16.- Nadie puede pensar ni esperar que en las marchas verdes se muevan químicamente puros, participantes idénticos en propósitos e iguales en su proceder. La homogeneidad no existe ni en   el seno de la familia de más consonancia sanguínea, y mucho menos en una sociedad integrada por seres humanos con motivaciones desiguales.

17.- En los movimientos de masas, y las marchas verdes es uno de ellos, a los participantes no se les requiere documentos de identidad ni se le cuestiona su criterio ideológico. Pura y simplemente se presume que aquel que responde a la convocatoria se identifica con el mensaje de los convocantes.

18.- En el caso específico de las marchas verdes se invita a que participe toda persona que no esté de acuerdo con que en el país siga imperando la impunidad, y el fenómeno de la corrupción se mantenga como una lepra arropando a todos los órganos e instituciones del Estado.

19.- Un movimiento de masas difiere de un movimiento democrático, porque éste tiene como línea política defender reivindicaciones progresistas que interesan a trabajadoras y trabajadores, a las capas medias, a la burguesía nacional, a los afectados por el sistema.

Reflexiones finales
20.- Activar, moverse, empujar para que lo mejor de nuestro pueblo haga acto de presencia en la plaza pública, tome las calles como escenario ideal para demostrar sus quejas justificadas, debe llenar de alegría, regocijo a todos aquellos que aquí   han hecho causa común con las causas justas.

21.- Una vez las masas se acostumbran a llevar sus quejas al seno de la sociedad mediante movilizaciones, se dan a respetar; demuestran alto nivel de entendimiento de lo que les conviene; exhiben claridad en el enfoque de lo que son sus intereses políticos, cívicos o sociales.

22.- Hay que hacer que los buenos y decentes hagan de las movilizaciones, caminatas y marchas, una práctica de sus derechos como ciudadanos y ciudadanas;   un hábito, una costumbre de la protesta contra los abusos; un método de lucha para que la ley y la justicia sean iguales para todas y todos. Recurrir a la usanza del reclamo popular público hace posible construir una vigorosa democracia, que surja de las batallas, bregas y forcejeos de los que en el país desean vivir en un ambiente de verdadera institucionalidad.

23.- En la coyuntura actual, con relación a las marchas verdes,  las mujeres y hombres que aquí tienen  convicciones democráticas, lo que deben apreciar, independientemente de  la justeza de luchar contra la impunidad  y por el cese de la corrupción, es que amplios sectores sociales se han ejercitado, han decidido movilizarse, algo que no ejecutaban desde hace varios años.

24. – Tiene gran significado político cuando las masas populares se ejercitan en busca de objetivos cívicos, económicos o sociales, porque se educan al margen de las acciones politiqueras que solo interesan a los que están en la actividad política para lucrarse. No es lo mismo la práctica social para alcanzar el adecentamiento de la vida pública, que caravanear en los procesos electorales para que resulte electo un truhan.

25.- La integración de diversos sectores de la población a las marchas verdes en rechazo a la impunidad y a la corrupción, en la medida que se manifiestan por el adecentar el medio donde vivimos, también demuestran interés de tomar distancia de los partidos tradicionales. Al independizarse hacen posible que se pueda crear una democracia diferente a la actual que no sirve, o sirve muy poco.

26.- Las masas populares al desligarse de las orientaciones negativas de los politiqueros, pueden trillar su propio camino y destino. Al echarse andar, levantando su vuelo las víctimas de la opresión social dejan de estar sometidas, atadas a organizaciones que en nada contribuyen a la institucionalización y a limpiar el medio de las lacras que lo afectan con su sucio proceder.

27.- Lo que se está viendo en las marchas verdes es que ciudadanas y ciudadanos, ya cansados de las organizaciones políticas tradicionales que les han engañado, han decidido confiar en sus propias fuerzas, en su decisión de comenzar a actuar con eficacia; y acabar así con la politiquería infecunda, inoperante e ineficiente.

28.- Las marchas verdes pueden servir para lograr no solamente los puntos que se levantan censurando la deshonestidad, la indecencia, lo impúdico y lo indecoroso, sino también alcanzar otras demandas de contenido económico y social. La movilidad genera poder en las masas, las colocan a la ofensiva, demostrando su determinación de acabar con la sujeción, y el control en su contra.

Santiago de los caballeros,

20 de marzo de 2017.