A
los 68 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi
Por:
Ramón Antonio Veras.
1.-
En la vida nada lo veo difícil ni complejo; estoy formado para lidiar con
las complicaciones, sin importar su
naturaleza; lo que se me presenta dificultoso trato de buscarle
solución; me he desarrollado en el ambiente dominicano que se mueve de complicación
a inconvenientes y de impases a contrariedades.
2.-
Por muy trabajosa que sea una situación me preocupo por hacerla fácil; no me
amilano por lo arduo, porque me impongo para hacerlo llevadero; busco la forma de no condicionarme ante los
obstáculos, me esfuerzo por elevarme sobre ellos para salir adelante y arribar
a la meta propuesta.
3.-
Aquellos que se asociaron para matar a mi hijo Jordi, no van a vencer mi decisión de que se les aplique la ley, de que sean
sancionados como merecen. El deseo de justicia me acompaña para que la acción
criminal no quede impune; y
prevalezca el derecho a la vida
de mi hijo Jordi y toda mi familia.
4.-
La criminalidad no va a rendirme por
cansancio ni desesperación. El tiempo no lo tomo en cuenta; todos los
plazos tienen vencimiento; poco importan las etapas que han transcurrido desde el 2 de junio de 2010, día
que en la cara de mi hijo penetraron dos
balas disparadas por el sicario pagado
por Adriano Román, y protegido por sus socios
en el crimen.
5.-
El pueblo dominicano no puede seguir viviendo bajo el miedo impuesto por el
crimen organizado; hay que hacerle frente a los asesinos en cualquier terreno.
El temor no puede arropar a la sociedad;
las personas de bien no pueden estar permanentemente bajo estado de horror, angustia y pánico. No
podemos arrodillarnos ante los antisociales que mueven los gatillos por el
dinero que les pagan los que, como
Adriano Román, tienen dinero para mandar a asesinar.
6.-
La realidad le está diciendo a los dominicanos y dominicanas que de seguir la
situación de inseguridad y criminalidad como hasta ahora, en corto tiempo el espacio que hoy ocupamos será dominado por
quien tenga dinero para pagar la tarifa
de los sicarios. Nadie tendrá su cabeza segura sobre sus hombros, porque
puede ser desprendida por cualquier desalmado, desaprensivo asesino a
sueldo.
7.-
El momento actual no es de lamentaciones ni quejas contra el crimen; hay que
accionar en su contra por todas las vías, para
que la delincuencia, indiferente a la sangre de sus víctimas, sepa que
no estamos para quejidos, desolación y
suplicas, sino en pie de lucha para enfrentarla con decisión, resolución, firme
voluntad y sin debilidad alguna. En los tribunales se está decidiendo el caso
de Jordi, y ahí estaremos siempre, como el primer día; sin vacilaciones, titubeos ni oscilación.
8.-
A los abusadores, aquellos que creen que
el hecho de tener intención criminal y dinero, les da derecho a mandar a
matar, hay que demostrarles
que su inclinación a las tropelías y el crimen tiene sus límites,
que los
miembros de la comunidad que se sienten
lesionados no están dispuestos a
tolerar sus desmanes, y que se disponga
de la vida de los demás
impunemente.
9.-
A los asesinos y a los que pagan
sicarios hay que mandarles claros mensajes en el sentido de que las personas
decentes y nobles del país, no van a comportarse indiferentes ni permisivas ante aquellos que han hecho posible la presencia de nuevas
“modalidades infracciónales…que marchitan la seguridad”, como dijo recientemente
el doctor Mariano Germán, Presidente de la Suprema Corte de Justicia.
10.- En lo que a mi respecta, a los que en nuestro país andan por esas
calles de Dios matando como chivo sin
ley, debo recordarles que soy el guachimán, celador custodio, velador, el vigilante; el
arma defensiva, el abrigo, salvaguarda, en si, el escudo de mi familia; y una
acción en su contra, de cualquier
naturaleza, venga de donde venga, la voy
a enfrentar por todos los medios a mi alcance y en el escenario que sea. Soy un hombre de paz, pero aquel que quiere lesionar a uno
cualquiera de los míos, me tendrá
de frente, lo interpreto que me ha declarado la guerra, y no voy a rehuir el enfrentamiento.
Santiago
de los Caballeros,
2
de febrero de 2016.