Por:
Ramón Antonio Veras.
I.-
Los intereses políticos siempre de por medio
1.- El ser humano acciona por una
motivación; no se mueve por simple
curiosidad, sino por lo que le ha de
generar satisfacción material o espiritual en el presente o en el futuro.
2.-
Partiendo de que en el fondo de su alma las personas actúan por una razón, un
móvil que las impulsa a algo, procede
con inteligencia aquel que en el
trato con los demás se preocupa por saber
donde reside, cuál es la razón
de sus actuaciones en uno u otro sentido.
3.-
Demuestra agilidad mental quien comprende con rapidez lo que persigue aquel con
el cual trata, porque no siempre el
interlocutor demuestra transparencia; no
resulta fácil a simple vista
conocer sus pretensiones; la sagacidad
hay que ponerla en juego para llegar a
descubrir el significado de su proceder.
4.- En cada sociedad heterogénea desde el
punto de vista clasista, existe todo un
mosaico de entes sociales, y cada segmento tiene sus aspiraciones
económicas, políticas y sociales, sustentadas en ideologías, creencias y
convicciones muy diversas.
5.-
No es cómodo unificar voluntades alrededor de
un sólo instrumento político, porque siempre están presentes intereses
opuestos; el antagonismo hace difícil la
unificación de los contrarios, pero les une
los intereses que priman entre
ellos.
6.- Es
posible la unidad en la diferencia;
basta que los actores estén conscientes de que
no son idénticos sus fines e ideología, que se tratarán con lealtad, y
que su acercamiento es fruto de la necesidad de
sumar fuerzas en torno a puntos comunes.
7.-
La conveniencia en la conexión ha de
guiar voluntades para hacer viable la
creación de un órgano que haga posible el objetivo propuesto; la asociación,
aunque sea momentánea, fortalece; la cohesión revela aspiración a triunfar; adjuntarse motiva la idea de integración para vencer.
8.-
De la misma forma que se entienden con suma facilidad aquellos que coinciden en
intereses y en lo ideológico, resulta dificultoso el trato entre los que sustentan convicciones
divergentes. A los iguales les es placentero concordar, no así a los que
discrepan, porque casi siempre están preparados para contradecir, impugnar a su
oponente político.
9.-
Aquellos que mutuamente se convocan para realizar pactos políticos programáticos,
deben afinar los puntos en base a los cuales están dispuestos
a llegar a acuerdos, así como también en los que bajo ninguna circunstancia habría avenencia.
II.-
El buen sentido y comportamiento de los negociadores
10.- No todas las personas reúnen condiciones para
sentarse a limar asperezas con el fin de
llegar a armonizar diferencias. Las
divergencias, a veces, impiden
comprender que en el accionar
político hay que revestirse de mucho
tacto, cuando se está ante un
interlocutor desemejante de
pensamiento, defensor de intereses
políticos disimiles, y que cree que concordar es ceder en sus principios.
11.-
Para pactar con adversarios políticos, por conveniencias coyunturales, no puede
ponerse por delante el individualismo, el personalismo ni la condición de supuesto liderazgo; hay
que proceder con ecuanimidad y sosiego, nada de apasionamiento, fogosidad e
intransigencia.
12.-
Resulta casi imposible que los que propugnan por un acuerdo político
programático tengan identidad de carácter, similitud en su forma de ser. De ahí que se impone despojarse de
petulancia, vanidad, y todas aquellas cualidades negativas que acompañan a los
seres humanos y sólo sirven para
dañar, generar desavenencias y enconos.
13.-
El deseo de llegar a acuerdos políticos sinceros, debe estar acompañado de humildad, trato
sencillo y actitud de abierto comedimiento. La arrogancia, el envanecimiento no
contribuye al acercamiento, al contacto agradable, a la proximidad deseada por
las partes negociadoras.
14.-
El lenguaje a utilizar en los encuentros
para llegar a la unidad coyuntural, y con posibilidad de que se extienda, ha de ser
respetuoso, comedido; en tono agradable y que, aunque acentuado, no
demuestre incomodidad para aceptar o rechazar.
15.-
El comportamiento exhibido por los que intervienen en una negociación política no puede ser
apresurado, de arrebato o estresado; la actitud debe ser en todo momento de reposo, tranquilidad,
centrarse en lo que une, no agobiarse
para provocar alejamiento.
16.-
Cada organización tiene que saber a cuál de sus miembros conviene escoger como
negociador político programático, porque aquel que actúa en forma áspera,
acerosa, no sirve como buen componedor,
impide cualquier conciliación, no sirve para conformar, sino como disolvente.
III.-
Alianzas que limitan
17.-
La voluntad está condicionada por
factores personales y ambientales, y cuando de política se trata se
torna algo difícil porque el más mínimo
gesto la modifica. Lo que en un principio en la persona se ve inclinada a aceptar, de un momento a otro lo rechaza; lo que se creía por ella deseado, en un abrir
y cerrar de ojos se comporta indiferente, desanimada, dominada por la abulia.
18.-
En política, como en todas las actividades de la vida, hay que actuar con sano
juicio, ser prudente; proceder poniendo
la finura por delante, porque cualquier desliz puede generar
inconvenientes no deseados. Un paso en
falso inhabilita, hace ineficaz gestiones fructíferas futuras.
19.-
En el medio dominicano nos encontramos con dirigentes políticos controlados por el sectarismo
que cultivan el dogmatismo; los
enloquece la intransigencia, ella es su
divisa; son intolerantes, permanecen
acompañados de la inflexibilidad.
20.-
También los hay quisquillosos por
formación personal, disfrutan la
susceptibilidad, por un quítame esta paja reaccionan chinchosos, están condicionados
para sentirse fastidiados, objetados o, de cualquier forma, censurados.
21.-
De ahí que para llegar a acuerdos, los dirigentes políticos tienen que estar
armados de mucha paciencia, meditar muy bien cualquier decisión a tomar; a la hora de hacer una negociación
política, una palabra tiene más valor que una onza de oro, por lo
que antes de iniciar una conversación con fines de un pacto político, conviene
pensar primero en una engorrosa partida
de ajedrez, elevarse hasta lo más alto
que pueda generar la inteligencia, el talento.
22.-
Conociendo la forma como reaccionan muchos dirigentes políticos de nuestro
país, hay acuerdos electorales que
limitan, acortan el espacio para
negociar con otras
organizaciones; reducen la capacidad para acordar; cercenan la oportunidad
negociadora desde el punto de vista de
la amplitud política. En sí, hacen difícil ampliar,
colocan un lindero.
23.- En el curso de un proceso electoral,
algunas organizaciones políticas participantes que necesitan de otras fuerzas para vencer,
caen en el error de hacer alianzas
complacientes que las inhabilitan para
concertar con otros sectores que rechazan
estar al lado de grupos con historial político repugnante, totalmente
reprochable.
24.-
En nuestro país hay toda una generación de hombres y mujeres, que no
comparten un espacio político con
sectores que en un pasado reciente burlaron
los derechos humanos y las libertades públicas; los consideran que
encarnan el pasado más oprobioso de la política dominicana contemporánea.
25.-
Las alianzas en base a principios tienen
sus limitaciones, porque hay grupos que no resisten acercamiento para acuerdos con otros,
ni con un pañuelo en la nariz, por su sucio historial politiquero,
porque apestan; son malolientes políticos.
IV.-
Gestiones políticas para la unidad
26.-
Los pasos para conquistar la unidad se articulan dependiendo de la ocasión, la
oportunidad, el buen momento. El estado, la situación circunstancial no se
presenta siempre, y cuando llega hay que aprovechar las condiciones, la sazón,
el punto.
27.- En el accionar político no siempre la
creencia responde a la realidad de las
cosas; la rigidez mental, la fascinación, la ofuscación nulifica el sano
discernimiento, impide que prime la lucidez, se imponga la sagacidad política.
28.-
Algunos dirigentes de organizaciones políticas democráticas consideran que la suya representa la verdad absoluta y
la única que sinceramente lucha por el pueblo dominicano, pero al razonar así
olvidan que, a veces, lo que se presume como verdad es fruto de una
equivocación. De ahí que se admite que
errar es de humanos.
29.-
En busca de la unidad programática, en el curso de las negociaciones hay que
dar los pasos necesarios para ubicar la brecha que haga posible el inicio de la
negociación, el agujero por el cual se
ha de comenzar a consensuar, el resquicio que sirva de aliento para lograr la
salida unitaria.
30.-
Cuando se quiere lograr la unidad política para beneficio del pueblo, no se
procede buscando detalles, sacando a relucir minucias. Las cosas
insignificantes se colocan a un lado; las pequeñeces no pueden estar por encima
de la esencia, de lo trascendente, la grandeza es lo que hay que retener.
31.-
En las gestiones políticas para convenir no hay que fijarse en la persona que
está de frente, sino la organización que representa coyunturalmente, lo
conveniente que es administrarse para que con lo que aporta políticamente vencer al adversario común de ese momento.
V.-
Los programas de partidos políticos con
objetivos comunes
32.-
Los programas de los partidos políticos no pueden ser una especie de catecismos cerrados; hay que verlos como documentos que se
elaboran para consagrar lo que se hará, en el futuro, en caso de alcanzar el poder del Estado. Son
los puntos que sirven de propuestas y en
un momento dado pueden ser conciliados con otros de iguales objetivos.
33.-
Las ofertas electorales, las promesas que hacen los partidos a electores
y electoras pueden llegar a
ser conciliadas con proposiciones
contenidas en otras demandas consignadas, diferentes a las propias elaboradas.
34.-
Los programas no son redactados para
impedir acuerdos electorales; se hacen
partiendo de realidades acordes
con la situación del país; no se presentan como
escritos con impedimentos
absolutos para concertar; no pueden vedar acuerdos, ni contener indicaciones
para privar a los dirigentes a negociar.
Se hacen para aceptar, rechazar o
adherirse a convenios de interés para
sumar aliados, aunque sean coyunturales.
35.- Desconozco, en lo absoluto, los programas políticos que
han elaborado los partidos de vocación democrática, con el fin de presentarlos
ante el electorado y el pueblo
dominicano en general; pero partiendo del discurso de sus más calificados dirigentes, las
diferencias, la diversidad entre esas plataformas no deben ser de una distancia
tal que haga imposible la unificación
entre las organizaciones sustentadoras.
36.- Así, por ejemplo, si las organizaciones
políticas Alianza País, Alianza por la
Democracia y Opción Democrática, creen que les conviene unirse, y consideran
que el programa suyo recoge
el sentir de lo que se llama pueblo dominicano, es una decisión inteligente que de mutuo
acuerdo sometan a un examen sus planes,
su agenda, a una comisión de tres personas, reconocidas como serias, honestas y
ecuánimes, para que los examinen y, luego de una ponderación sensata, emitan su opinión con relación a los puntos
comunes y aquellos que son diferentes.
VI.-
Reflexiones Finales
a.-
La vida le ha dicho a las fuerzas democráticas del país que no somos portadores de la verdad absoluta, que no podemos materializar nuestros
objetivos políticos y sociales, sin importar lo noble que sean, si no
abandonamos la falsa creencia de que
para llegar al poder del Estado basta
con la fuerza de la razón, la justeza de
la lucha y la pureza de las convicciones; pero sin contar con otros sectores
que puedan y deben ser nuestros aliados
en un largo trecho de la brega del pueblo dominicano por su liberación.
b.-
No es más que una testarudez, miopía
política, seguir dominados por una absurda y sectaria obstinación que sólo nos ha llevado a
convertirnos en enamorados de ideales no
materializados, por estar de tercos. La
tenacidad no puede llevarnos al aislamiento insensato, al encerramiento sin
posibilidad de contactarnos para comunicarnos con otros que puedan compartir
parte de nuestro pensamiento.
c.-
En el curso por alcanzar un pacto político hay que colocar en primer plano
aquello que está ausente de contradicción para concertar, y dejar para luego
los puntos conflictivos que pueden
constituir un obstáculo para avanzar.
d.-
Para llegar a la unidad hay que comprender que no se está tratando con
quien hay afinidad política, conformidad
ideológica, sino desigualdad de pensamientos, diferencia de intereses,
disparidad de fines estratégicos absolutos.
e.-El buen discernimiento contribuye al desarrollo
de la lucha social cuando se pone en práctica con el fin de, aun enfrentando
adversarios, vencer la ofuscación, demostrando perspicacia, olfato político, hasta lograr penetrar, por medio
del convencimiento; se llega a la
unidad mediante la sencillez, no con la prepotencia disolvente, la arrogancia
disonante.
f.-
Resulta posible un acuerdo programático entre fuerzas políticas que
defienden intereses adversos, si los
negociadores están conscientes de que
transigir no quiere decir claudicación, sino armonía en lo que conviene en una coyuntura política, por
pactos favorables a su táctica, para alcanzar su estrategia.
g.-
El ambiente político dominicano en ningún sentido es nítido; se presenta oscuro, muy opaco, y
el que crea que va a moverse en un campo libre de suciedad y opacidad, está
equivocado. Lo pulcro, transparente e intachable no se observa hoy, de ahí que las negociaciones
políticas en base a principios son sumamente
engorrosas, fastidiosas, un incordio.
h.-
Hay que explorar todas las vías
posibles a los fines de unir fuerzas;
hacer tanteos con sentido unificador; bucear
para ir al fondo de lo que conviene a cada contrincante; sondear a los
diferentes posibles aliados, en fin , hay que tomarle el pulso a todas aquellas
organizaciones interesadas en concertar
y que aportan.
I.-
Aquellos que quieren seriamente unir fuerzas
para avanzar y vencer están en el
deber de explicar con claridad su propósito;
desarrollar argumentos convincentes; estar en condiciones de dilucidar,
puntualizar con altura en lo que están dispuestos a ceder, a no transigir o armonizar.
Santiago
de los Caballeros,
5 de
febrero de 2016.