Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Ese es el oportunista
1.- En muchos círculos sociales del país,
es normal escuchar a algunas personas
expresarse en el sentido de que es
bueno vivir en la democracia
representativa dominicana, porque en
ella caben todos, buenos y malos, serios
y sinvergüenzas, sanos y podridos, honestos y
ladrones, coherentes e
incoherentes, en sí, la democracia de aquí es, algo así, como un
tutifruti, un combo de grupos de diferentes comportamientos.
2.- Partiendo de la idea anterior, en el
quehacer diario, en las distintas actividades nos encontramos con personas que se lamentan
al ver como marcha el país, mientras otras se muestran contentas porque, según
ellas, “mejor de ahí se daña”.
3.- Aquellos que tienen lo que se llama
sentido de la oportunidad, nunca están
descontentos, se manifiestan satisfechos,
conforme en todo momento; jamás dan querella, viven tranquilitos, nada
les perturba; lo de ellos es el momento,
la ocasión suya.
4.- Aquel que procede partiendo de lo que le
conviene, se presenta alegre, jovial, es llevadero; de fino hablar, cada una de
sus palabras la valora en una onza de oro; es
muy tratable; cuando tiene que
ser ceremonioso, lo es, y si le interesa
ser informal se adapta a esta posición.
No tiene problema de solemnidad; sabe cuándo conviene ser visto como importante
o insignificante.
5.- Esa persona que actúa conforme el
momento, es astuta; tiene todo
calculado, se mueve en base a una certera evaluación, sopesa cada paso que ha
de dar, siempre saca deducciones precisas; es premeditada, no deja nada al
azar, valora con lucidez.
6.- Esa figura de las ocasiones es toda mansedumbre, de una docilidad asombrosa;
se manifiesta con dulzura, plena suavidad; se comporta como oveja mansa, con
paciencia para lograr lo que persigue; no es iracunda ni alborotosa,
se mantiene sosegada.
7.- Ese individuo demuestra agilidad mental cuando cree que no puede
perder una oportunidad; saca de abajo, se convierte en un puro chupabolas; se siente acomodado para en ese instante ser un gran chupamedias.
8.- Su
deseo es estar siempre dándose la buena vida sin asumir responsabilidad
alguna; de vivebien sin el mayor
esfuerzo, llevando una vida sin oler ni heder, para nunca estar en olla, con su situación económica
siempre holgada.
9.- El sujeto que hemos reseñado, y que así se comporta es, pura y simplemente,
el oportunista, quien busca sacar provecho en el momento
adecuado, ventajas en la coyuntura
que le convenga, utilidad en cualquier
ocasión que sea necesaria a su interés muy particular.
II.- El oportunista, su amplio campo de
acción aquí, y forma de proceder
10.-
Aunque está consciente de que la forma más fácil y lucrativa de
desarrollarse es en la politiquería, el
oportunista tiene un amplio campo de acción en nuestro medio.
11.- El oportunista está presente en
todas las esferas de la vida nacional
dominicana, sin importar que sea
empresarial, profesional, cultural, comercial, profesoral, en fin, le vemos
trasladándose como una culebra de un lugar a otro, en busca del momento, sin
importarle llegar empujado, arrastrado, arrodillado o de pie, firme o
temblando; no le importa nada, lo que le interesa es aprovechar la ocasión.
12.- Para el oportunista hay una cuestión clave en su accionar, y es la
oportunidad para actuar, el
momento para intervenir, el instante adecuado. Ahí está lo suyo: sacar
ventaja de una circunstancia, de una
ocasión; hacer de un triunfo, un logro,
una ventaja; actualizarse con alguien
que ha de aportarle
beneficios económicos.
13.- El oportunista procura
resolver. A él no le importa
que el caso de su interés tenga solución al instante, más tarde, en un soplo, en un santiamén, o que lo logre al
trisito.
14.-El oportunista siempre se mantiene en
movimiento, no descansa, es sumamente ágil; hace de su movilidad un arte, y de su rapidez una
virtud; nadie le saca media pulgada, como ventajero es un ventajudo
aguerrido; le es
imposible estar quieto, desconoce la pasividad; no se cansa, se mantiene
en ajetreo.
15.- El oportunista cuando le conviene es un
ente de mucho vuelo, se mantiene alerta, esquivo; sabe sacar el pie, soslayar
una situación que le es indiferente, o enfrentarla si le va a sacar algún provecho; sabe sortear los momentos para, con un cálculo rápido, determinar si escapa o
permanece; no se pierde en la apreciación de la conveniencia.
16.- El olfato del oportunista es altamente
sensitivo y es poseedor de una gran intuición;
olfatea con facilidad el
ambiente para saber cómo procede; es un
artista husmeando las coyunturas; sabe observar, atisba en un segundo; tiene
una mirada incisiva; se mantiene al acecho de todo a su alrededor para en el momento adecuado dar el palo acechao que persigue.
17.- A los fines de confundir y aparentar lo
que no es, el oportunista se mantiene a la moda haciendo ostentación; sin poder
se mueve en distintos lugares haciendo
alarde de lujear. Le gusta lucírsela, aunque para lograrla tenga que dejar de
comer; es un presumido en procura de relumbrar.
III.- El oportunista: figura importante de la
politiquería dominicana
18.- El oportunista, en la coyuntura actual
que vive el país, caracterizada por el
deterioro económico, social, institucional y moral, su figura resulta útil a los objetivos perseguidos por politiqueros que necesitan de personas fácil
de doblar.
19.- La politiquería dominicana le ha caído
al oportunista como anillo al dedo, porque le ha permitido desarrollar al
máximo sus condiciones excepcionales de persona ideal para las truchimanerias;
sobresale como truchimán, un tumbapolvo refinado.
20.- El oportunista cuadra perfectamente en
la politiquería dominicana, porque se
acomoda a las circunstancias; se somete al capricho de quien tiene poder de decisión en el presupuesto
nacional; no tiene inconveniente en amoldarse a los dictados del mandamás del
momento, en fin, se siente bien entendiéndose con quien le favorezca en sus
ambiciones.
21.- El oportunista brilla en el accionar politiquero de nuestro
país porque está hecho del material del lambiscón, y lambisquear gana la simpatía de aquellos que
gozan con la adulación; el lambisquero cae bien porque
hace de lambón barato para el que se aprovecha de su servilismo. El servil de
la politiquería es complacido con los dineros del erario.
22.- Al oportunista, por la degradación de la
politiquería dominicana, se le tiene como persona distinguida porque por
sus tigueradas cumple a cabalidad para
lo que es requerido en el tigueraje politiquero. Es tratado como un tiguere binbin o, algo así, como un tiguerón de capa y espada.
23.- Cualquier guanajo que quiere sentirse un
politiquero importante le basta con rodearse de oportunistas saltapatràs, y de
inmediato recibe de ellos el mote de líder; aquel que está en la politiquería no le importa codearse
con personas decentes o lamparosas.
24.- El oportunista tiene un norte,
beneficiarse aunque para lograrlo tenga que convertirse en un estropajo
humano; ser favorecido, lograr
ganancia; sacar rendimiento, no importa
cómo ni qué, lo que procura es que su
lambonismo le dé utilidad.
25.- El oportunista, en sus tejemanejes se convierte en la persona
más sabrosa ante quien desea conseguir
algo; es un artista para sabrosear, porque tiene la falsa idea de que el sabrosón cae bien a los mentecatos metidos a políticos peplas.
26.- Cualquier mequetrefe politiquero, que se
mueve con mucho postín, le gusta tener a
su lado al oportunista porque en éste tiene a quien le sirve como buchipluma,
bufeador y cumbanchero.
27.- El oportunista, por lo insignificante que es, no se valora ni
se da a respetar; su precio depende de
lo que haga como politiquerito de
pacotilla; algunas veces recibe una pacochada, una alta suma de dinero; en otras ocasiones el pago es
paja de coco, algo material sin ningún valor económico.
28.- En cualquier espacio donde el
oportunista se mueve, trata de
comportarse coherente, porque no le
gusta sentirse que está haciendo algo
diferente a su esencia de persona
de dobleces. El que se aprovecha del
oportunismo no engaña, enseña, muestra su divisa, instruye para que se
le conozca.
IV.- El oportunista en los procesos
electorales dominicanos
29.- Para el oportunista dominicano, los procesos electorales son circunstancias
de mucha importancia para sacar ventajas; de ahí que se prepara para obtener el
mejor provecho posible. La orientación,
saber ubicarse, colocarse para no fallar, forma parte de la
preparación inicial del oportunista.
30.- El oportunista, comenzada en el país la
campaña electoral, estudia, analiza a
cuál candidato va hacerle galanteos; una vez lo identifica e
individualiza, le da riendas sueltas a la galantería, le lanza piropos cargados de lisonjas, se comporta como todo
un vulgar cobero, lo empalaga,
adulándolo se pasa de zalamero.
31.- El oportunista es certero en la
selección del posible ganador de los comicios; su sentido de la
oportunidad no da margen alguno a
errar; su habilidad, la confianza en su
olfato politiquero lleva al aprovechado a ser diestro, un experto en resultados electorales.
32.- Una vez la Junta Central Electoral, emite los cómputos finales favoreciendo el
candidato auspiciado por el oportunista, éste llega primero que nadie al domicilio del líder de ocasión a
felicitarlo, no sin antes recordarle que había confiado en su triunfo, que lo
había pronosticado por todos los medios de comunicación del país. Le precisa, además, que debe comenzar de inmediato a escoger el material humano para estructurar
el futuro gabinete, todo con el fin de colarse en el mismo.
33.- El oportunista, en lo adelante se convierte en un chicle,
siempre estará pegado del presidente
electo; no le pierde ni pie ni pisada, se cuela en todos los sitios visitados por el triunfador; se
comporta contagioso, viscoso. De tanto entrar y salir de la vivienda familiar del candidato ganador, la esposa de éste le
coloca al oportunista el mote de La Gaveta.
34.- El oportunista, habiendo resultado triunfador su
candidato presidencial, procura
ser beneficiado con una designación en
un cargo burocrático de mucho provecho y poco trabajo; en lo adelante se
beneficiará de amplias canonjías, lo que le convierte en un ciudadano nuevo,
que ha cambiado de mísero a rico, todo por obra y gracia de ser aprovechado,
tener sentido de la oportunidad.
Reflexiones finales
a.- El oportunista que conocemos se adapta
fácil a cualquier ambiente porque está preparado para ajustarse de acuerdo a como manda el momento;
se aclimata dependiendo del medio donde se encuentra para lograr su meta, y de
ahí nadie lo saca.
b.- La existencia del oportunista descansa en
una palabra: oportunidad, que es lo
mismo que decir ocasión, coyuntura o
momento. De ahí que tiene que estar
alerta, vigilante, para cuando llegue el instante adecuado accionar como más
convenga a su particular interés; por su
agudeza nunca pierde la situación
apropiada.
c.- El oportunista, para lograr lo que desea
da demostración de que está conforme con el ordenamiento social vigente,
aunque le repugne; se contenta con saber que va a lograr lo que persigue, aunque sea arrodillado; nada lo detiene para sentirse que ha vencido, aunque sea comportándose sumiso,
ridículo y degradado, siempre y cuando
su conformismo le dé felicidad.
d.- El
oportunista, como ente del statu quo, saca a flote su astucia malévola
para que no haya lucha entre los que quieren cambios verdaderos, y aquellos que están de acuerdo con que todo
siga igual como hasta ahora, que
se mantenga lo actual,
se afiance el sistema, aunque sea en base a la desigualdad, la
opresión social y el desprecio de la
minoría hacia la mayoría del pueblo.
e.- El oportunista es una retranca, un estorbo para las orientaciones de contenido democrático y
progresista, porque los cambios conspiran
en su contra. Los oportunistas se
oponen, en forma tajante, a la lucha social; a los métodos de acción política transformadora que ponen en
ejecución las fuerzas motrices
dispuestas a cambiar las actuales estructuras, por otras que hagan menos pesada la vida material y espiritual a
las grandes mayorías nacionales.
f.- El oportunista es, por esencia, conciliador,
busca avenencia con todo el mundo; se
pone de acuerdo hasta con sus más encarnizados adversarios, sin importarle que sea en el movimiento
revolucionario, sindical, gremial o partidista; su misión
es concordar para obtener beneficios, se aprovecha reconciliando,
unificando hasta a los santos con el demonio. El que hace de oportunista nunca
genera lucha social y democrática; se complace logrando la concordia, aunque
sea entre los buenos y los malos, el opresor y el oprimido.
g.- Cuando el oportunista no logra conciliar
adversarios, hace magia para concordar,
aunque sea en apariencia; sobre la marcha se la ingenia. El oportunista es un encantador de
diferencias, un malabarista; equilibrista para unificar contradicciones
diabólicas.
h.- El oportunista, en su afán por sobresalir
le gusta pantallear para sorprender a aquel
de quien se quiere aprovechar. El
pataleo le da resultados al oportunista pantallero porque hay politiqueros que se sienten bien con esos papeleros de la oportunidad.
i.- En los procesos electorales dominicanos,
el oportunista tiene acogida de principalía al lado de los candidatos
presidenciales, desde el momento que la política se convirtió en un lucrativo
negocio para personas de poca o ninguna valía; su aprobación ha servido para medir el nivel de la podredumbre
politiquera dominicana.
j.- En la medida que el sistema social
imperante en nuestro país, se ha hecho más
añejo e infuncional, el politiquero se ha habituado a servirse del
oportunista como pieza importante para sus fines de politiquería de baja
estofa, aunque luego le dé un trato de
parcho mal pegado; despreciarlo por pegarse de bombardino, de huele
fiesta.
k.- Lamentablemente, quiérase o no, el
oportunista es una realidad en nuestro medio, porque en las escuelas
dominicanas no se orienta a las niñas y niños, en el decoro, el honor y la
seriedad; a valorar la dignidad, y rechazar
la desvergüenza, la desfachatez y la procacidad.
l.- Por último, en lo que a mí respecta, por el hecho de haber tratado a muchos oportunistas me siento liberado de sus
sinvergüencerías; ellos contribuyeron a
hacer mía para siempre esta idea: En lo
que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero
sólo con el sincero, no con el falso;
quiero comentar, explicar posiciones,
pero con el que me escucha con sentido de seriedad, no con el
perverso; aspiro a razonar con el que es
leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la
verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de
existencia, que quiero sea largo y
fructífero.
Santiago de los Caballeros,
18 de septiembre de 2015.