viernes, 25 de septiembre de 2015

La envidia se desarrolla en sociedades enfermas

Por: Ramón Antonio Veras.


I.- El envidioso daña

1.- Genera satisfacción  hacer efectivo un proyecto, materializar una idea. La conclusión de una obra que había sido concebida produce alegría, crea un sentimiento que  llena de júbilo, pleno regocijo. Prosperar motiva agrado en toda persona;  el éxito impulsa a la delectación,  conduce a sentirnos agraciados, llenos de ánimo para continuar viviendo, porque el gozo alegra la vida.

2.- Conviene  mantener el estado de ánimo  con energía,  combinando bríos y esfuerzos  para alejar cualquier desanimo; la pusilanimidad es eliminada con la valentía, el arrojo y la firme gallardía.

3.- El desarrollo de nuestra  potencialidad, el empuje,  la plena resolución  de mantener el ánimo divertido, a veces resulta estropeado, no obstante la valentía y resistencia   que podamos desplegar para mantenernos animados y no nos toque el aburrimiento, el enfado y el fastidio para enojarnos.

4.- Es  legítima la aspiración de los seres humanos a vivir en un ambiente en el cual predomine la armonía, la comprensión y la conciliación por encima de la desavenencia. La compenetración hace llevadera la vida, pero el hecho de vivir en sociedad nos impone,  por más  liberados que  podamos estar, un modo de pensar   condicionado por el ambiente  donde  habitamos.

5.-  No podemos desconocer que en nuestro medio hay un sujeto que marchita hasta la alegría: el envidioso. Es un resentido en toda la extensión de la palabra;  siempre está enfadado, nada le  alegra el alma; es un inconforme patológico; genera y motiva amargura e insatisfacción; practica el odio   con disimulo, y se siente bien haciendo gestos que producen desavenencia.


II.- Algunas actitudes del envidioso

6.- Cada quien debe tener una idea clara de lo que es un envidioso, porque sólo así puede preparar la autodefensa que debe desarrollar para cuidarse de sus acciones venenosas, a las cuales está expuesta toda persona de buen proceder.

7.- Resulta sumamente difícil leer al envidioso, porque es un individuo que no deja observar con claridad su forma de actuar; la misma pose que toma para halagar,  la utiliza para, con sinuosidad, despreciar.  La naturalidad nunca lo acompaña.

8.- La fisonomía del envidioso no sirve para identificarlo, aunque su semblante permite a veces,   en parte,  conocerlo. El timbre de su voz es cambiante; calcula las palabras que ha de expresar, no las desperdicia; es preciso en el uso de términos.

9.- La personalidad del envidioso es tan enigmática que aunque se molesta con los triunfos  de los demás, se mantiene interesado en conocerlos; es inexplicable su proceder, pero esa línea de conducta introvertida lo caracteriza. De ahí que hay que ser muy avistado para descubrir el cambio del envidioso de cínico a cortés.

10.- El envidioso no ejecuta su sentir accediendo directamente a su víctima; primero hace una labor de ensayo mental para no crear  duda de su desazón por el triunfo ajeno; una vez hace su experimento, suelta su aparente agrado  que es como una especie de vómito para no callar su  amargura.

11.- El envidioso no saca las espuelas de inmediato; por su habilidad dañina se mueve pausadamente; no actúa a lo loco, en cada ocasión se mueve con certeza,  sabe lo que quiere hacer; dependiendo de su interés se muestra frio, cálido o apático; sereno o inquieto, cariñoso o rudo,  accesible o intratable.

12.- Para tener conocimiento de la vida de aquel a quien envidia, el envidioso indaga las actividades que realiza y si son o no exitosas; hace sondeos para saber como difamarlo; es un fino escudriñador y pendenciero perverso.

13.- En caso de que el envidioso no forme  parte del círculo  de amigas o amigos  de quien busca  detractar, hace labor de relambido con el  fin de ganarse la confianza como querendón, y aunque sus palabras son recibidas como de un relajón, el daño queda.

14.- A los fines de conocer la situación real de la persona a envidiar, el envidioso se presenta ante ella lo más atento, altamente complaciente; no muestra nada de grosería  ni de desprecio; demuestra zalamería y adulación empalagosa hasta estar debidamente informado  para luego iniciar  su campaña infamante.

15.- Por su propia formación, el envidioso vive con los oídos tumbados para una vez escuchar las palabras exitoso, progreso, triunfador, próspero y abrirse paso, averiguar el nombre de la persona a la cual se le atribuyen para iniciar su labor destructora.

16.- El envidioso tiene reservado un lenguaje punzante para aquel que tiene cualidades   bien valoradas en el medio donde vive. Con términos lacerantes, el que envidia trata de golpear al virtuoso; es mordaz cada expresión  de quien envidia  al referirse al que con virulencia  lastima.

17.- En su desenfreno por tener lo que tiene otro, el envidioso adopta posiciones diferentes  en su proceder; se presenta contemplativo, como también muy místico;  con facilidad cambia de religioso a impío,  de expresivo a hermético, de sociable a huraño,  y de agradable   a horripilante.

18.- El envidioso es un individuo sumamente cambiante; es común verlo con actitudes uniformes, homogéneas, y de un momento a otro se convierte en un ser  de proceder  variado, una mezcla de uniformidad  y complejidad, hasta parecer un hibrido  de puro  e impuro.

19.- El envidioso motiva preocupación porque saca de sus cabales al más inteligente; si no se adivina con rapidez su falsa actuación, con facilidad hace llorar de tristeza a quien está disfrutando un triunfo lleno de alegría; tiene el material suficiente para cumplir la función de encanto y rechazo.

20.- Aunque parezca un contrasentido, el que envidia a otro le olfatea su vida; le da seguimiento, a los fines de husmear hasta lo más mínimo  lo que hace o deja de hacer, porque sólo así puede estar debidamente alimentado para envidiar.

21.- El envidioso es un ser humano  que   crea  inquietud porque es un peligro social;    en apariencia  vive en completa paz con él y el prójimo, pero  su interior es una hoguera impulsada por un tizón de cuaba  con gasolina como combustión.

22.- Por permanecer ahíto de odio, el envidioso lo suelta poco a poco. Para mortificar con más saña a su víctima, gradualmente va desarrollando su inquina hasta que impone  por completo su tirria.

23.- El envidioso, con el fin de no servirle a nadie, siempre se muestra resbaloso; se caracteriza por no ser solidario, es huérfano de sensibilidad; abraza el individualismo y para llevarle la contraria a los demás se identifica como rosca izquierda. Es un antichévere consumado.

24.- La buena noticia que le transmite el amigo por un logro suyo,  el envidioso no  la celebra,  a lo sumo tímidamente sonríe; no expresa risa por el triunfo ajeno.  La carcajada es extraña a la celebración en la persona que envidia, solamente la saca para celebrar la derrota de otro.

25.- Como ponzoñoso al fin, el envidioso no distingue entre conocidos y desconocidos; envidia por igual al amigo que al enemigo,   aguijonea a todo aquel a quien envidia por su talento, progreso o consideración en el medio social donde vive; siempre está listo para lanzarle dardos, puyas a quien envidia. El veneno  que guarda el que   se enfada por los triunfos  de los demás está  listo para ser lanzado contra todo aquel que  por  su progreso molesta al envidioso.


III.- El envidioso lo quiere todo

26- El envidioso ofende  sin que se le haga nada, y para justificar su actitud se da por agraviado; procura darse por irritado imputándole la situación a otro para mortificarlo.

27.- El envidioso no se conforma con lo que tiene, es insaciable; además de lo suyo, ambiciona lo de otro; su codicia es enfermiza; la voracidad la lleva en las pupilas de sus ojos; sus pretensiones son ilimitadas, es insaciable de cosas materiales.

28.- El envidioso ríe hasta  que se  le ve la muela de atrás,  una vez sabe que “fulano de tal fracasó”; “está derrotado”; “ha caído en la ruina”; “no se levantará jamás”; “se le quemó la empresa y no la tiene asegurada”.

29.- En el envidioso, la ambición es ilimitada; en su afán por poseer  desarrolla hasta lo infinito  el sentido de tener; aunque no disfruta lo que adquiere,  se deleita inmensamente  con sólo saber  que lo tiene por puro capricho.

30.- El comportamiento de persona rencorosa lleva  al envidioso a vivir en estado de enojo permanente, lo que le convierte en una rémora; en un individuo que estimula dificultades entorpeciendo cualquier relación de cordialidad. 

31.- El envidioso vive  con la creencia de que  lo que existe sobre el planeta  tierra le pertenece; su concepción mezquina la lleva al extremo, y la exterioriza  con su apego a las cosas materiales. Para el que envidia todo es insuficiente para satisfacer  sus apetencias desmedidas; desconoce la nobleza porque su mundo es la avaricia.

32.- El envidioso,  para disfrutar como suyo lo que es de otro, y retenerlo para siempre, hace lo indecible para agarrar y no soltar bajo ninguna  circunstancia;  su deseo de apoderamiento  es exagerado llegando a simular escasez   de lo que tiene en abundancia; su exageración, su avidez codiciando lo de otro, lo lleva a hablar de carencia  de lo que tiene en demasía.

33.- El envidioso finge no desear nada, ser un desinteresado, pero de un momento a otro  lo abarca todo en avaricia incontrolable; aquel que en un principio se comportó tibio, luego se presenta apasionado, impetuoso por lo que busca  exasperadamente.



IV.-  La molestia del  envidioso 

34.- Constituye  una ofensa, un agravio a la persona de un envidioso, hablar en su presencia de las virtudes cívicas y ciudadanas  reconocidas  a un hombre o mujer  destacada de la comunidad; él  se siente ultrajado  en su forma de ser. Para el envidioso, en lugar de  honrar a alguien por sus méritos,  lo que procede  es el descrédito, el vituperio abierto o solapado.

35.- La gallardía  de aquellos que  no han vacilado para enfrentar  las situaciones políticas  difíciles que en  distintas  coyunturas   se han presentado en el país, y han requerido  el accionar  de hombres y mujeres de firmeza  y convicciones democráticas, motivan recelos, envidia, en quienes se han comportado como actores  o cómplices de actos despreciables.

36.- El  funcionario probo  motiva inquina  en el envidioso deshonesto, el cual ve con ojeriza  a quienes se comportan virtuosos, con probidad  en el manejo de los dineros del erario. Al mezquino le suena insultante  que se les reconozcan honores  a las mujeres y hombres honorables.

37.- Aquellos que con su dinamismo se elevan con su propio esfuerzo,  generan cólera a los envidiosos  que se  quedaron rezagados por haberse mantenido haraganes, abúlicos y ociosos necios. El progreso mortifica  y enloquece  a los que envidian el desarrollo  de los triunfadores.   

38.- La persona que por su seriedad se hace merecedora del cariño, distinción  y respeto de sus conciudadanos, tiene como contrario  al envidioso,   a ese  hazme reír que sólo sobresale  como bufón descarado,  que  sirve para inspirar  risa  con sus impertinencias inoportunas. 

39.- El ser humano de comportamiento humilde, se convierte en blanco predilecto de los ataques  de los envidiosos,   que para ser tomados en cuenta  tienen que hacerse sonar   como jactanciosos y  alardosos.

40.- Hablar de la conducta limpia de una persona a la cual  por su grandeza le tiene tirria el envidioso, es desafiar a éste perturbándolo en su engreimiento; su soberbia le impone reaccionar  desmoronando  la buena imagen  haciéndola polvo.

41.- El envidioso siente celos contra aquel que lo trata como amigo, y es persona distinguida; el ilustre, el sobresaliente por su sola condición lesiona al envidioso; éste procura presentar al descollante como un farsante, chabacano e insignificante.

42.- Aquel que tiene a su lado a un envidioso  está impedido de  ganar fama. La notoriedad, el prestigio, la celebridad en otro hace sentir mal al envidioso; lo deprime hasta hacerlo caer en estado de desánimo y angustia absoluta.

43.- El envidioso se siente rebajado si  guarda silencio cuando  en su presencia  se enaltece a  alguien;  buscará como reducirlo a la nada, desprestigiarlo o de cualquier forma  humillarlo. Su misión es la de envilecer, no la de ennoblecer.

44.- El envidioso acumula en su cerebro  una especie de diccionario diseñado para mermar  a quien es  reconocido por  méritos  y cualidades excepcionales; buscará la forma de  desacreditarlo, quebrantarlo en forma desmesurada hasta presentarlo  como un nada, ninguna cosa. 

45.- Aquel que hace mención de un  ser humano inteligente,  talentoso y de plena lucidez,   encontrará  de parte del envidioso  la impugnación, calificándolo de torpe, inepto y ausente de  grandes luces.

46.- El envidioso indecente se amarga cuando se habla del correcto proceder de aquel  que desarrolla sus actividades dentro de los marcos  de la decencia, integridad y limpieza. El decoro crea contrariedad mental  a quienes envidian a los recatados.

47.- La demostración de arrojo   en una persona  genera malquerencia en el envidioso cobarde que ve receloso  semejante comportamiento; el coraje en otro  genera molestia en el pusilánime  huérfano de valentía; la bizarría es  censurada por  el  falto de valor, el acoquinado.   

48.- Una vez el envidioso logra infamar, y comprueba que su amargue  ha surtido efecto, siente ejecutada su misión  y da por concluida su  operación  disociadora  y mezquina.


Reflexiones finales

a.- Para que una sociedad humana pueda dañarse al nivel que ha llegado la dominicana, en su seno tiene que haberse producido  una degradación tan precipitada que ha impedido  a sectores, clases y capas sociales sensibles, percatarse de los que estaba socavando su base.

b.- Solamente en una sociedad regida por un sistema social como el que impera en nuestro país, puede engendrar un espécimen con las bajas pasiones del envidioso.

c.- Hay que ser muy poca cosa como ser humano para compartir con los demás, y anidar en el cerebro resentimientos, odio, egoísmo y rivalidad. Por tal razón es que  el envidioso es un peligro social.

d.- La envidia ejerce tanto dominio sobre las personas  que  acompaña, que aunque quieran quitársela de encima,  liberarse, no pueden, porque les domina el corazón y el cerebro,  privándolas para siempre de libertad y paz.

e.- El envidioso,  durante todo el curso de su existencia permanece en una encrucijada de sufrimientos: afligido por la desgracia de la envidia y entristecido por la felicidad del envidiado.

f.- El envidioso es perseverante, no da tregua; persevera contra aquel que envidia; le da seguimiento hasta después de muerto, porque cuando fallece la víctima de la envidia, el envidioso va a la funeraria, no a darle el pésame a los  deudos, sino a comprobar el deceso del envidiado.

g.- El que a otro envidia no le celebra la  buena ni la mala acción: la primera se la aplaude con hipocresía, y por la segunda lo maldice.

h.- El envidioso no merece desprecio, solo conmiseración, porque aquel que nace con el sentimiento  de rivalizar  por gusto, no tiene sosiego, vive convulsionado, es un espíritu que permanece revuelto  y con el cual hay que tener clemencia.

i.-  Mi deseo es que la realidad dominicana  fuera otra, pero ella está ahí, como testigo de piedra, algo incontrovertible. Estamos viviendo en un medio social corrompido hasta el tuétano; cada día se acelera  más y más la podredumbre social; lo que se respira en el ambiente dominicano  está contaminado;  estamos presenciando un cuadro degradado, pervertido, y encanallado  con la presencia de  lacras,  como lo es el envidioso.

j.- Para  conservar  la tranquilidad espiritual resulta más conveniente no descubrir  la envidia de un ser querido hacia ti, porque  hasta  el momento que se advierte la envidia se conserva la devoción hacia el envidioso, pero luego en el envidiado viene, primero la duda, luego el afecto menguado y finalmente el abatimiento.

k.- Solamente aquel que ha descubierto que un amigo le envidia, sabe la frustración, el dolor que produce, es pasar por un momento sumamente difícil; uno se siente anímicamente hundido,  interiormente desbaratado, totalmente estropeado.

l.- Nos sentimos contentos, rebozados  de alegría al saber de los logros alcanzados por un amigo en el área donde se desempeña,  pero el envidioso se manifiesta abrumado, triste y apesadumbrado, lo que lo lleva al descontento, la infelicidad,  el pesimismo  y el aturdimiento.

ll.- Lo menos que podemos hacer por una persona  enferma, y que  ha gozado de nuestro aprecio,  es gestionar  su curación  por   un médico  para que  recupere su salud  y verla,  en lo adelante, saludable. Pero resulta  que el envidioso se resiste a tratarse, prefiere continuar decaído,  porque  se siente mejor siendo un envidioso.

m.- Personas a las cuales tratamos  en sincero afecto desde la niñez, hoy  observamos que se comportan evasivas, aburridas y algo retiradas; al averiguar el motivo de su actitud, nos han informado que esa forma de proceder  la están  adoptando frente a sus amigas y amigos de ayer  que han progresado.

n.- Preocupados por  el  estado  negativo  que lesiona a los envidiosos, la envidia,  hemos   decidido  averiguar,   y  confirmamos  que los envidiosos no tienen cura;  que la envidia es un padecimiento,  con el agravante  de que quien  la padece la disfruta; por tiempo el paciente se mejora, pero luego  la lesión se reactiva ampliada, y  la misma solo puede eliminarse  de dos formas: desapareciendo el paciente, o el sistema que genera la enfermedad.

 ñ.- Lo más conveniente para la sanidad y tranquilidad  de lo que en verdad se llama pueblo dominicano,  la solución para eliminar la envidia, y con ella la lacra  social que genera, el  envidioso, es luchar para acabar con el sistema,  o por lo menos, con el modelo que padecemos hoy   los dominicanos y dominicanas. La tarea no es fácil pero hay que  bregar para lograr el objetivo perseguido.

o.- El envidioso nace  y se desarrolla en un medio social en el cual no se educa al ser humano  para que sirva de ejemplo y motive a la virtud, pero  sí  a que esté condicionado en la codicia, el egoísmo, el individualismo, la inquina, los récores, el vituperio y el cinismo. La sociedad dominicana de hoy  anda por mal camino porque en nuestras escuelas  desapareció enseñar a  las niñas y niños  a tener cariño, a la solidaridad y a la comprensión mutua.

p.- Por último,  en lo que a mí respecta, por el  hecho de haber tratado a muchos  envidiosos  me siento curado de sus diabluras; ellos  contribuyeron a hacer  mía para siempre esta idea: En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo  con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones,  pero  con el que  me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar  con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quisiera que  sea largo y fructífero.

Santiago de los Caballeros,

25 de septiembre de 2015.

El oportunista figura relevante de la politiquería dominicana

Por: Ramón Antonio Veras.


I.- Ese es el oportunista

1.- En muchos círculos sociales del país, es   normal escuchar a algunas personas expresarse en el sentido de que es  bueno  vivir en la democracia representativa dominicana, porque    en ella caben todos, buenos y  malos, serios y sinvergüenzas, sanos y podridos, honestos y  ladrones, coherentes  e incoherentes,  en sí,   la democracia de aquí es, algo así, como un tutifruti, un combo de grupos de diferentes comportamientos.

2.- Partiendo de la idea anterior, en el quehacer diario, en  las distintas actividades  nos encontramos con personas que se lamentan al ver como marcha el país, mientras otras se muestran contentas porque, según ellas, “mejor de ahí se daña”.

3.- Aquellos que tienen lo que se llama sentido de la oportunidad,  nunca están descontentos, se manifiestan satisfechos,  conforme en todo momento; jamás dan querella, viven tranquilitos, nada les perturba; lo de ellos es el momento,  la ocasión suya.

4.- Aquel que procede partiendo de lo que le conviene, se presenta alegre, jovial, es llevadero; de fino hablar, cada una de sus palabras la valora en una onza de oro; es  muy tratable;  cuando tiene que ser ceremonioso, lo es, y si  le interesa ser informal se adapta a esta  posición. No tiene problema de solemnidad; sabe cuándo conviene ser visto como importante o insignificante.

5.- Esa persona que actúa conforme el momento,  es astuta; tiene todo calculado, se mueve en base a una certera evaluación, sopesa cada paso que ha de dar, siempre saca deducciones precisas; es premeditada, no deja nada al azar, valora con lucidez.

6.- Esa figura de las ocasiones es  toda mansedumbre, de una docilidad asombrosa; se manifiesta con dulzura, plena suavidad; se comporta como oveja mansa, con paciencia para lograr lo que persigue; no es iracunda ni  alborotosa,  se mantiene sosegada.

7.- Ese individuo demuestra  agilidad mental cuando cree que no puede perder una oportunidad; saca de abajo, se convierte en un  puro chupabolas; se siente acomodado para en  ese instante ser un gran chupamedias.

8.-  Su deseo es estar siempre dándose la buena vida sin asumir responsabilidad alguna;  de vivebien sin el mayor esfuerzo, llevando una vida sin oler ni heder, para nunca estar  en olla, con su situación  económica  siempre  holgada.

9.- El sujeto que hemos reseñado,  y que así se comporta es, pura y simplemente, el  oportunista,  quien busca sacar provecho en el momento adecuado, ventajas  en la coyuntura que  le convenga, utilidad en cualquier ocasión  que sea necesaria  a su interés muy particular.


II.- El oportunista, su amplio campo de acción aquí,  y   forma de proceder

10.-  Aunque está consciente de que la forma más fácil y lucrativa de desarrollarse es en la  politiquería, el oportunista tiene un amplio campo de acción en nuestro medio.

11.- El oportunista está presente en todas  las esferas de la vida nacional dominicana,  sin importar que sea empresarial, profesional, cultural, comercial, profesoral, en fin, le vemos trasladándose como una culebra de un lugar a otro, en busca del momento, sin importarle llegar empujado, arrastrado, arrodillado o de pie, firme o temblando; no le importa nada, lo que le interesa es aprovechar la ocasión.

12.- Para el oportunista hay una  cuestión clave en su accionar,  y es la  oportunidad para actuar, el  momento para intervenir, el instante adecuado. Ahí está lo suyo: sacar ventaja de una circunstancia, de  una ocasión; hacer de un  triunfo, un logro, una ventaja;  actualizarse con alguien que ha  de  aportarle  beneficios económicos.

13.- El oportunista  procura  resolver.  A él no le importa que  el caso de su interés  tenga solución al instante,  más tarde, en un  soplo, en un santiamén, o que lo logre al trisito.

14.-El oportunista siempre se mantiene en movimiento, no descansa, es sumamente ágil; hace de su  movilidad un arte, y de su rapidez una virtud; nadie le saca media pulgada, como ventajero es un ventajudo aguerrido;  le  es    imposible estar quieto, desconoce la pasividad; no se cansa, se mantiene en ajetreo.

15.- El oportunista cuando le conviene es un ente de mucho vuelo, se mantiene alerta, esquivo; sabe sacar el pie, soslayar una situación que le es indiferente, o enfrentarla si le va a sacar algún  provecho; sabe sortear los momentos para,  con un cálculo rápido, determinar si escapa o permanece; no se pierde en la apreciación de la conveniencia.

16.- El olfato del oportunista es altamente sensitivo y  es poseedor de una gran  intuición;  olfatea   con facilidad el ambiente  para saber cómo procede; es un artista husmeando las coyunturas; sabe observar, atisba en un segundo; tiene una mirada incisiva; se mantiene al acecho de todo a su alrededor para en  el momento adecuado dar el palo acechao  que persigue.

17.- A los fines de confundir y aparentar lo que no es, el oportunista se mantiene a la moda haciendo ostentación; sin poder se mueve  en distintos lugares haciendo alarde de lujear. Le gusta lucírsela, aunque para lograrla tenga que dejar de comer; es un presumido en procura de relumbrar.


III.- El oportunista: figura importante de la politiquería dominicana

18.- El oportunista, en la coyuntura actual que vive el país,  caracterizada por el deterioro económico, social, institucional y moral,  su figura resulta útil  a los objetivos perseguidos por  politiqueros que necesitan de personas fácil de doblar.

19.- La politiquería dominicana le ha caído al oportunista como anillo al dedo, porque le ha permitido desarrollar al máximo sus condiciones excepcionales de persona ideal para las truchimanerias; sobresale como truchimán, un tumbapolvo refinado.

20.- El oportunista cuadra perfectamente en la politiquería dominicana, porque  se acomoda a las circunstancias; se somete al capricho de quien  tiene poder de decisión en el presupuesto nacional; no tiene inconveniente en amoldarse a los dictados del mandamás del momento, en fin, se siente bien entendiéndose con quien le favorezca en sus ambiciones.

21.- El oportunista  brilla en el accionar politiquero de nuestro país porque está hecho del material del lambiscón, y   lambisquear gana la simpatía de aquellos que gozan  con  la adulación; el lambisquero cae bien porque hace de lambón barato para el que se aprovecha de su servilismo. El servil de la politiquería es complacido con los dineros del erario.

22.- Al oportunista, por la degradación de la politiquería dominicana, se le tiene como persona distinguida porque por sus  tigueradas cumple a cabalidad para lo que es  requerido en el tigueraje  politiquero. Es tratado como un  tiguere binbin o, algo así,  como un tiguerón de capa y espada.

23.- Cualquier guanajo que quiere sentirse un politiquero importante le basta con rodearse de oportunistas saltapatràs, y de inmediato recibe de ellos el mote de líder; aquel que está   en la politiquería no le importa codearse con personas decentes o lamparosas.

24.- El oportunista tiene un norte, beneficiarse aunque para lograrlo tenga que convertirse en un estropajo humano;  ser favorecido, lograr ganancia;  sacar rendimiento, no importa cómo ni qué, lo que procura es  que su lambonismo le dé utilidad.

25.- El oportunista,  en sus tejemanejes se convierte en la persona más sabrosa ante quien  desea conseguir algo; es un artista para sabrosear, porque tiene la falsa  idea de que el sabrosón cae bien  a los mentecatos metidos a políticos peplas.

26.- Cualquier mequetrefe politiquero, que se mueve con mucho postín, le gusta tener  a su lado al oportunista porque en éste tiene a quien le sirve como buchipluma, bufeador y  cumbanchero.

27.- El oportunista,  por lo insignificante que es, no se valora ni se da a respetar; su  precio depende de lo que  haga como politiquerito de pacotilla; algunas veces recibe una pacochada, una alta  suma de dinero; en otras ocasiones el pago es paja de coco, algo material sin ningún valor económico.

28.- En cualquier espacio donde el oportunista se mueve, trata  de comportarse coherente, porque  no le gusta sentirse que está   haciendo algo diferente a su esencia  de   persona  de dobleces. El que se aprovecha del  oportunismo no engaña, enseña, muestra su divisa, instruye para que se le conozca.

IV.- El oportunista en los procesos electorales dominicanos

29.- Para el oportunista dominicano,  los procesos electorales son circunstancias de mucha importancia para sacar ventajas; de ahí que se prepara para obtener el mejor provecho posible. La orientación,  saber ubicarse, colocarse para no fallar, forma parte de la preparación  inicial del oportunista.

30.- El oportunista, comenzada en el país la campaña electoral, estudia, analiza  a cuál  candidato va hacerle  galanteos; una vez lo identifica  e  individualiza,  le da riendas  sueltas a la galantería, le lanza piropos  cargados de lisonjas, se comporta como todo un vulgar cobero, lo empalaga,  adulándolo se pasa   de zalamero.

31.- El oportunista es certero en  la  selección del posible ganador de los comicios; su sentido de la oportunidad  no da margen alguno a errar;  su habilidad, la confianza en su olfato politiquero lleva al aprovechado a ser diestro, un experto  en resultados electorales.

32.- Una vez la Junta Central Electoral,  emite los cómputos finales favoreciendo el candidato auspiciado por el oportunista, éste llega primero que nadie  al domicilio del líder de ocasión a felicitarlo, no sin antes recordarle que había confiado en su triunfo, que lo había pronosticado por todos los medios de comunicación  del país. Le precisa, además,   que debe comenzar de inmediato  a escoger el material humano para estructurar el futuro gabinete, todo con el fin de colarse en el mismo.

33.- El oportunista,  en lo adelante se convierte en un chicle, siempre estará   pegado del presidente electo; no le pierde ni pie ni pisada, se cuela en todos los  sitios visitados por el triunfador; se comporta contagioso, viscoso. De tanto entrar y salir de  la vivienda familiar del  candidato ganador, la esposa de éste le coloca al oportunista el mote de La Gaveta.

34.- El oportunista, habiendo resultado  triunfador su  candidato presidencial,   procura ser  beneficiado con una designación en un cargo burocrático de mucho provecho y poco trabajo; en lo adelante se beneficiará de amplias canonjías, lo que le convierte en un ciudadano nuevo, que ha cambiado de mísero a rico, todo por obra y gracia de ser aprovechado, tener sentido de la oportunidad.


Reflexiones finales
a.- El oportunista que conocemos se adapta fácil a cualquier ambiente porque está preparado para  ajustarse de acuerdo a como manda el momento; se aclimata dependiendo del medio donde se encuentra para lograr su meta,  y  de ahí  nadie lo saca.

b.- La existencia del oportunista descansa en una palabra: oportunidad,  que es lo mismo que decir ocasión,  coyuntura o momento. De ahí que tiene que  estar alerta, vigilante, para cuando llegue el instante adecuado accionar como más convenga a su  particular interés; por su agudeza nunca pierde la situación  apropiada. 

c.- El oportunista, para lograr lo que desea da demostración de que está conforme con el ordenamiento social vigente, aunque  le repugne; se contenta con  saber que va a lograr lo que persigue,  aunque sea arrodillado; nada  lo detiene para sentirse que ha  vencido, aunque sea comportándose sumiso, ridículo y degradado, siempre y cuando  su  conformismo le dé felicidad.

d.- El  oportunista, como ente del statu quo, saca a flote su astucia malévola para que no haya lucha entre los que quieren cambios verdaderos,  y aquellos que están  de acuerdo con que  todo  siga igual como hasta ahora, que  se  mantenga  lo actual,   se afiance el sistema,  aunque  sea en base a la desigualdad, la opresión  social y el desprecio de la minoría hacia la mayoría del pueblo.

e.- El oportunista es  una retranca, un estorbo para  las orientaciones de contenido democrático y progresista, porque  los cambios conspiran en su contra. Los oportunistas  se oponen,  en forma tajante, a  la lucha social; a los métodos de acción  política transformadora  que ponen en  ejecución  las fuerzas motrices dispuestas a cambiar las actuales estructuras, por otras que hagan  menos pesada la vida material y espiritual a las grandes mayorías nacionales.

f.- El oportunista es, por esencia, conciliador, busca avenencia con todo el mundo;  se pone de acuerdo hasta con sus más encarnizados adversarios, sin  importarle que sea en el movimiento revolucionario, sindical,  gremial    o partidista;  su misión  es concordar para obtener beneficios, se aprovecha reconciliando, unificando hasta a los santos con el demonio. El que hace de oportunista nunca genera lucha social y democrática; se complace logrando la concordia, aunque sea entre los  buenos y  los malos, el opresor y el oprimido.

g.- Cuando el oportunista no logra conciliar adversarios, hace  magia para concordar, aunque sea en apariencia; sobre la marcha se la ingenia.  El oportunista es un encantador de diferencias, un malabarista; equilibrista para unificar contradicciones diabólicas.

h.- El oportunista, en su afán por sobresalir le gusta pantallear para sorprender a aquel  de quien se quiere  aprovechar. El pataleo le da resultados al oportunista pantallero porque  hay politiqueros que se sienten bien  con esos papeleros de la oportunidad.

i.- En los procesos electorales dominicanos, el oportunista tiene acogida de principalía al lado de los candidatos presidenciales, desde el momento que la política se convirtió en un lucrativo negocio para personas de poca o ninguna valía; su aprobación ha servido  para medir el nivel de la podredumbre politiquera dominicana.

j.- En la medida que el sistema social imperante en nuestro país, se ha hecho más  añejo e infuncional, el politiquero se ha habituado a servirse del oportunista como pieza importante para sus fines de politiquería de baja estofa, aunque luego le dé un trato de  parcho mal pegado; despreciarlo por pegarse de bombardino, de huele fiesta.

k.- Lamentablemente, quiérase o no, el oportunista es una realidad en nuestro medio, porque en las escuelas dominicanas no se orienta a las niñas y niños, en el decoro, el honor y la seriedad; a valorar la dignidad, y rechazar  la desvergüenza, la desfachatez y la procacidad.

l.- Por último,  en lo que a mí respecta, por el  hecho de haber tratado a muchos  oportunistas me siento liberado de sus sinvergüencerías; ellos  contribuyeron a hacer  mía para siempre esta idea: En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo  con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones,  pero  con el que  me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar  con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quiero    sea largo y fructífero.



Santiago de los Caballeros,
18 de septiembre de 2015.




sábado, 12 de septiembre de 2015

La nuestra, una sociedad de llamados pendejos y de verdaderos pendejos


 Por: Ramón Antonio Veras.

I.- El idioma español y su uso  en nuestro medio

1.-El español, el idioma que utiliza  nuestro pueblo para su comunicación,  es sumamente rico porque cuenta con una gran variedad para su empleo,   sin importar que sea en forma escrita u oral; su función cambia dependiendo del nivel educativo de la persona que de él se sirve.

2.- El hablante y su receptor,  en el curso de una  conversación  pueden utilizar palabras cuya real recepción sea únicamente comprendida por ellos en el sentido expresado; el alcance y significación será lo que ambos quisieron  identificar por medio del lenguaje, pero sin caer en idiomatismo.

3.- Por lo regular,  las frases de las cuales hacemos uso  son el fruto de construcciones gramaticales que responden a cuestiones especificas, muy  propias del medio social dominicano, sin que esto entrañe giro idiomático.

4.- Hemos hecho referencia a la amplitud del idioma español,  y las distintas funciones que  desempeña en la comunicación  entre dominicanas y dominicanos, para destacar que una palabra al ser  empleada  sólo el hablante sabe el sentido, el  significado que le ha dado,  como  ocurre con el vocablo pendejo.


II.- La palabra pendejo utilizada por un  corrompido  contra una persona seria y honesta

5.- En el curso de una conversación,  al escuchar la palabra pendejo debemos de ser lo suficientemente ágil  para comprender su esencia, la intención  de quien  la ha pronunciado.  El enlace, la articulación  de palabras puede servirnos para  una  correcta comprensión.

6.- La palabra pendejo, al margen de su definición   relacionada con la ubicación en  una parte del cuerpo humano, en nuestro medio  su uso se ha  desarrollado con la misma rapidez que se ha agrietado la sociedad dominicana. Su utilización es de gran  aplicación para hacer mención de características o particularidad  de alguien, primero enalteciéndolo y luego  rebajándolo. De ahí que  es común escuchar: «tú eres una persona buena, pero pendeja».

7.- Para hacer sentir mal anímicamente  a una persona honrada, aquel que cumpliendo con el sentido de la honradez no sustrae fondos públicos, se procura reducirle su autoestima diciéndole que es un tonto, un pendejo, porque   la estima de la dignidad y la consideración no tiene significación pecuniaria.

8.- La palabra pendejo  es empleada, casi siempre, por una persona de mala calaña, contra otra de correcto proceder,  para  estigmatizarla, deshonrarla reprochándole lo que hace en cumplimiento de su deber. Al infamar a quien honra con sus actuaciones, el canalla busca herir al ser humano honesto y noble a cabalidad.  Así, por ejemplo,  al juez honesto y laborioso,  aquel que administra una  sana justicia,  y no vende sentencias,  para golpearlo en su sentido de dignidad  le dice: “usted no es más que un pendejo,  porque dejó la magistratura y en ella no hizo fortuna económica”.

9.- En un medio de corruptos, el decente es considerado pendejo. El que fue burócrata toda su vida,   y hoy no  tiene una villa  en Casa de Campo, para herirlo se le dice que es  buen pendejo, que  por  estar de  pusilánime anda  a pie y sin casa de  veraneo.

10.- Para zaherir  al  brillante  abogado,  estudioso, respetuoso y leal con su  cliente y en los debates, se le identifica como pendejo porque  no resuelve los asuntos recurriendo a artimañas y triquiñuelas o   compartiendo  sus honorarios con los jueces que conocen de las  litis que lleva.

11.- En busca de  golpear al galeno sensible,  de él  se ponen a circular aviesos comentarios, tales como: «No hay lugar a dudas de que es un  brillante médico,  dedicado a su profesión y entregado a sus pacientes, pero por  pendejo lleva una vida modesta, por no comercializar con la medicina va a morir como nació, sin nada».

12.- Con el fin de denostar a un profesor digno, de él se pone a circular la especie de que: «fue un gran maestro, educador de varias generaciones de santiagueras y santiagueros; muy preparado y serio; nunca promovió  a un alumno por dinero,  pero,  por pendejo, ahora tiene que vivir en el extranjero,  porque en el país no tiene garantizada ni una aspirina para su salud».

13.- Los sinvergüenzas, para hacer creer que ser  digno carece de significación,  como crítica a los honrados, refiriéndose a un hombre honesto sueltan la idea  de: «Siempre ha actuado  con rectitud y honestidad; es un ciudadano ejemplar, pero no ha avanzado económicamente por estar de pendejo; ha vivido   de ilusiones, con la creencia de que  con pendejadas se puede vivir bien».

14.- Con el objetivo  de igualar a los evasores con los que pagan sus impuestos, el tigre metido a empresario comenta: «como empresario es muy destacado,  reconocido por su laboriosidad, perseverancia y organización; su empresa es modelo en su área, pero   no ha crecido en lo económico por estar de tonto; es un  pendejo que no se pone fácil con la aduana ni con impuestos internos; si boroneara a los funcionarios recaudadores, fuera de los más ricos del país».

15.- En procura  de  atacar a los periodistas que no alquilan ni venden su pluma, el gacetillero rastrero razona diciendo: «Es de los periodistas más talentosos, y siempre ha mantenido una conducta irreprochable, pero es muy cerrado, no acepta engrase, se maneja por lo correcto; es un pendejo, por eso ahora es que tiene un carrito  de medio uso».

16.- La opinión de un negociante mañoso, que ha  estafado a medio pueblo, al referirse al comerciante de bien  dice: «Creo que es el más viejo en la actividad comercial en esta plaza; sus compañeros en los  negocios  le reconocen como hombre  de palabra y buena paga, pero es un lelo, un buen pendejo, porque nunca ha comprado efectos  robados ni de contrabando».

17.- El mecánico vagabundo, para reducir a su compañero de oficio que es decente y honrado, lo califica así: «Lo  imbécil  que es el   mecánico fulano de tal,  lo ha llevado a vivir de pendejo; le dice a sus clientes con sinceridad  hasta  la pieza que le cambió a su vehículo, y para colmo   le guarda la factura; la falta  de sagacidad de  ese pobre mecánico lo mantiene, por pendejo, en la miseria».

18.- El politiquero ladrón, para deslustrar al político honrado, hace este comentario: «Está en la política desde hace tiempo y predicando con el ejemplo, pero morirá sin un centavo, porque es un buen pendejo; cree que con principios y decencia va a ocupar  una curul  de senador o diputado; si no se pone en la  onda y sigue  como hasta ahora, no alcanzará  a  ser ni regidor; la política no es para pendejos que creen  en tonterías; el que se pone a hacer tontadas, se queda como el rabo, atrás y para abajo».

19.-  Refiriéndose a un ciudadano que llevó  una vida de honradez y se puso  a hacer politiquerías, el politiquero comenta: «Ese perdió el dinero que se ganó trabajando porque, por estar de pendejo, se puso a competir con otro que hace  tiempo es senador  con su  barrilito;  no se puede actuar como pendango; las tonterías no cuadran en la politiquerías  de los despabilados; se le olvidó que no se puede actuar pendejamente en un medio como el nuestro, donde el más pendejo sirve como consultor de adivinos».

20.- Como  crítica del malvado a una persona noble, es  común escuchar: «Es un ser humano excepcional, con sentido de la solidaridad y apegado a las normas de la decencia y la lealtad, pero no da para  moverse en el círculo que está ahora; el luce ahí como un carajo, un pendejo a la vela».

21.- Para justificar su accionar politiquero, los negociantes de la política lanzan esta idea: «Los presidentes  más honestos y sensibles que ha tenido nuestro  país,  Ulises Francisco Espaillat y Juan Bosch, han salido del   poder sin cumplir un año de mandato;  no supieron gobernar, por estar de  pendejos  civilistas, demócratas sinceros y honestos; debieron manejarse como Báez, Santana, Lili, Trujillo, Balaguer y otros».

22.- Aquel que quiere santificar su vida de pillaje y negocios del bajo mundo en el ejercicio profesional, no pierde oportunidad para soltar esta idea: «Hay que dejarse de pendejá; tengo amigas y amigos a los  cuales les tiro su borona porque son profesionales muy buenos, excepcionales, pero por estar de pendejos se han quedado rezagados; el mundo es de los avispados, no de los pendejos e idiotas».

23.- En procura de encontrar cómplices en sus fechorías,  el profesional sin moral ni ética se contenta con decir: «Ese muchacho ha progresado como profesional, ha sabido moverse, es un diablo a caballo,  no un pendejo como muchos que se contentan con hablar de honestidad, pero no son más que unos pendejotes que creen en la ética y la moral; los zoquetes no van a la gloria ni conocen el progreso social».

24.- El corrupto se siente bien haciendo referencia a sus iguales en la corrupción. Es común escuchar a un tigre de baja estofa decir: «Me dijo que su vida ha cambiado en los últimos años porque se separó del grupo que formaba parte;  ahora tiene  otra forma de proceder, ya no es  un pendejo;  hace dinero y se olvidó de los demás; a diferencia de los  que  actúan como pendejos,  ha brincado por encima de los que proceden con tonterías».

25.- Aquel que se dedica a vivir al margen de la ley y las buenas costumbres,  se sorprende del buen comportamiento de quien ajusta sus actos al correcto proceder, y es por lo que  se arriesga a hacer comentarios como este: «Me siento confundido con ese muchacho a quien creía inteligente, pero ahora me doy cuenta que no lo es, porque me está hablando de honestidad; me luce un pendejote, un  bobo que no da para nada,  es un estúpido que no entiende la movilidad social a cualquier precio».

 26.- Como una crítica al que emigró porque no soportó el alto grado de podredumbre de la sociedad dominicana, el que se mueve al lado de la corrupción hace este comentario: «El se fue del país porque aunque tenía una buena preparación académica, correcta formación familiar y es de buenos modales, no cuadra en esta sociedad, es un pendejo;   no se puede actuar  pendejamente y   con tonterías; el pendejo no va a la gloria, sino al infierno; hay que saber sacar las uñas, aruñar y olvidarse de formalismos de decencia».

27.- Motivando a la gente buena a moverse en el mundo de las ilegalidades, el podrido razona diciendo: «En nuestro país todo está claramente definido; tú dejas que te cojan de pendejo, o decides pendejear a los demás;  esta sociedad  no es de moralistas ni de pendejadas; hay que aprovecharse de otro o te  lleva el diablo por estar de bobo».

28.- Al justificar el ascenso social, el  progreso  económico por medio de acciones delincuenciales, el delincuente se manifiesta  censurando  a quienes  rechazan las acciones corruptas: «Por estar de pendejo predicando la humildad, la modestia y la honestidad, se quedó atrás; sus amigas y amigos viven hoy con esplendidez, haciendo ostentación   de progreso, con muchas pompas; la humildad y la pendejá no sirven  de nada; la sencillez no es signo de progreso, sino de mentalidad de pendejos».

29.- El que lleva una vida desordenada y está dispuesto  a vivir del engaño, lanza críticas a las personas serias y responsables, y de ellas dice: «Supeditar la vida a estar de circunspecto, con suma discreción y prudencia, es comportamiento propio de los pendejos; hay que actuar en forma abierta, nada de frívolo ni de pendejo; el  que priva en mesurado  no es más  que un  tarado pendejón que sólo debe de estar arrinconado como una escoba vieja».

30.- Para censurar al que cumple y es  disciplinado, el vagabundo celebra el despido de un empleado  serio, y en ese sentido comenta: «Tenía un buen empleo como jefe auditor de una empresa, pero lo cancelaron porque no actuaba en provecho  de su empleadora;  se puso de pendejo, quiso trabajar  en los estados financieros por el librito; fue muy escrupuloso, serio por entero; le vino con pamplinas a los dueños y le dijeron que se fuera para otra parte con su escrúpulo trasnochado;  en este país  el  pendejo no tiene espacio por mesurado, veraz y honesto».

31.-  El que no sirve disfruta haciendo comentarios contra  aquellos  que no transigen con sus principios. He aquí lo que comentó un vagabundo por el fracaso de un hombre serio: «El es la persona  ideal para ser profesor de este colegio, por su comportamiento formal, noble, discreto y disciplinado, pero es un pendejo; le falta estar acorde con los tiempos, es un pendejon, trata a los  alumnos con dulzura y suavidad; lo que manda el momento es un individuo truculento, debe  demostrar  que es buen profesor y también que genera espanto por su truculencia».



III.- Algunos,  si no  somos  pendejos, actuamos  como tales

32.- Así como la palabra pendejo puede ser utilizada para establecer comparación en el comportamiento de una persona glorificándola  y humillándola, encumbrándola o denigrándola, también se utiliza para calificar a otro como  cobarde, necio, infeliz, idiota e imbécil.

33.- Al margen de las calificaciones que se relacionan con el pendejo, en el seno del pueblo dominicano, dentro de las  diferentes clases, sectores y capas sociales están presentes personas que,  a lo mejor sin darse cuenta, actúan como pendejos.

34.- Con tonterías y simplezas, los zaramagullones del accionar politiquero convierten  en puros zoquetes a los que,  por  estar de tuntunecos guardan silencio,  pasando de decentes a pendejos; las bobadas de muchos han hecho posible la incidencia de descalificados metidos a políticos.

35.- Lo que demuestra la realidad es que la generalidad de las dominicanas y dominicanos que ejercen su derecho al voto caen de pendejos por ser víctimas de las pendejadas de quienes se aprovechan de la buena fe de los electores y electoras.

36.- En nuestro país, muchos  votantes por ser crédulos  se dejan pendejear como  corderitos; van  a votar y luego son manejados pendejamente; su sana intención y voluntad política caen ante la viveza de candidatos que hacen de la truchimaneria una virtud.   La socarronería, la astucia politiquera dobla la sinceridad en base a pendejadas.

37.- La forma  ingenua como  se desplazan ciudadanas y ciudadanos dominicanos  hacia los colegios electorales,  a los fines de ejercer su derecho al voto en favor de un candidato, el cual  luego toma su elección  para  negocio;  en este caso la   decisión del elector o electora  puede calificarse de su parte como una pendejada.

38.- La forma  candorosa que impulsa al munícipe a votar en favor de un candidato a alcalde, quien  después de elegido se burla de la comunidad haciendo lo que le da la gana en la alcaldía, lo torna en un pendejo elector. 

39.- Como una tomada de pelo, pendejamente, en nuestra ciudad se crean rutas de vehículos del transporte  público urbano, por pura conveniencia económica y politiquera, y nos cogen de pendejos.  Con ese pendejear no llegaremos a tener una ciudad debidamente organizada.

40.- Aquel que llega a la presidencia de la República exhibiendo un programa de gobierno que motiva a los votantes a inclinarse por su candidatura, y luego en el poder hace todo lo contrario,  convierte  en cándidos, en pendejos,  a los que creyeron en su ofrecimiento electoral.

41.- Por su candidez, miles y miles de dominicanas y dominicanos, tranquilos  y religiosamente cumplimos con el pago del Impuestos Sobre la Renta;  caemos  de pendejos ante los  evasores que se pasan de listos, verdaderos maliciosos profesionales, y  frente a los recaudadores que no dan un uso correcto a nuestros tributos.

42.- Haciendo el papel de marrana, a millones de dominicanas y dominicanos que tenemos  vehículos de motor, cada viernes nos  imponen un impuesto por medio del consumo de la gasolina; nos comportamos  como pendejos;  dejándonos  tomar el pelo olímpicamente, sin protesta alguna.

43.- Comportándonos    como pendangos, en forma sumisa la mayoría de las dominicanas y dominicanos pagamos la energía eléctrica, sin comprobar si hemos consumido o no  lo indicado en la factura.

44.- Aquellas personas que en los lugares que expenden gas licuado  pagan por concepto de la compra del combustible cincuenta libras, pero el vendedor, aunque cobra por la cantidad pagada, sólo coloca en el tanque cuarenta; el bobo comprador sabe que lo han engañado tomándolo de pendejo.

44.- Bajo la creencia de que somos pendejos, al pueblo dominicano no se le ha informado en forma  pormenorizada, el destino de los dineros recaudados por concepto de la venta de los bienes incautados con motivo de los fraudes bancarios descubiertos en el 2003.

45.- Cada vez que se descubre un gran  fraude en un organismo del Estado, se busca la forma de personalizar el fenómeno de la corrupción en la persona de un  ladrón, para tomarnos el pelo, cogiéndonos de pendejos,   no explicando  que la corrupción es sistémica, que  forma  parte de las lacras que genera el sistema capitalista.

46.- Los defensores y beneficiados  del sistema imperante,  como si fuéramos imbéciles o pendejos, nos dicen  que la democracia que padecemos es del pueblo y para el pueblo, pretendiendo embaucarnos para que nos traguemos la píldora, y no   comprendamos que la  democracia que predomina aquí es la de la minoría nacional y los intereses extranjeros, que la han diseñado para su interés y conveniencia. La democracia en general no existe, ella siempre es clasista y gira alrededor de un sistema social determinado.


Reflexiones finales
a.- En nuestro medio, es común  la palabra pendejo salir de la garganta de aquel que identificamos como atrabanco;  esa persona que  no sirve o sirve muy poco, y trata de  igualarse con aquellos que merecen la estima y consideración de los hombres y mujeres de bien.

b.- La sutileza como se maneja quien dialoga con aquel que va a calificar de pendejo, no hace posible conocer de inmediato  las interioridades de lo que en esencia  persigue con el consejo en forma de  conversación sana,  pero  que en el fondo,  es una reprimenda, y en ocasiones una combinación de elogios y regaños.

c.- Aquel que recibe el calificativo de pendejo, su primera reacción es quedar estupefacto; la palabra lo   ha dejado atónito porque no la esperaba de su interlocutor; luego de pasar el aturdimiento, y ya en calma el ofendido, entonces es que se da cuenta que en un principio fue calurosamente enaltecido, para finalmente humillarlo, rebajarlo  en forma miserable.

d.- El que califica como pendejo a otro hace una  compilación de ideas que concluyen con el señalamiento que acumula a quien hace alusión; no deja nada de su intención dañosa dispersa, la unifica para que penetre en la conciencia de aquel a quien quiere fastidiar.

e.- Por lo regular, la calificación de pendeja  a una persona no se hace  desde el inicio del dialogo, sino al final; originalmente el escenario se prepara  con términos elogiosos, aprobando el comportamiento de quien  luego se  va  a condenar,   a sermonear en relación a su acción o forma de vida pública o privada.

f.- La murmuración es un importante componente de quien aplica a alguien la palabra pendejo. El murmurón hace de la difusión de rumores un arte; con comentarios, apostillas, contribuye a la formación de juicios falsos que, luego de tanto ser repetidos, toman viso de verdad.

g.- En su narración para introducir el término pendejo, y conseguir achicar la buena fama de otro, el referente rebusca palabras que le cuadren a un individuo a quien  se trata de desanimar y, a la vez, menguar y sembrarle un estado de abatimiento total, dejarlo como un trapo, un guiñapo  humano.

h.- En los razonamientos que hace aquel que califica a otro de pendejo, siempre está de por medio inferir, es decir, el que expone quiere sacar una consecuencia de una idea suya, deducir a su conveniencia lo que busca atribuir a alguien.

i- En forma consciente, algunos hacen uso de la palabra pendejo como forma de entretenerse y, a la vez, fastidiar a otro con términos que   encierran insinuaciones maliciosas, cargadas de malestar.

j.- Algunas veces el vocablo pendejo es aplicado a alguien que se le quiere reprochar su correcta forma de proceder, con el  fin  de generarle perturbación, conmoverlo para  que crea que ha actuado en forma incorrecta.

k.- Personas malvadas aplican la expresión  pendejo con sentido peyorativo, con el  fin de ofender a la persona a quien  va dirigida, para que se sienta desdeñada,  personalmente  menospreciada, provocando así inseguridad en la  persona estropeada en su ánimo.    Se busca  llenarla de angustia y desaliento.

l.- Por lo regular,  quien hace uso de la palabra pendejo se comporta insinuante, nunca va directo; usa un lenguaje desalentador y a  la vez persuasivo;  le gusta tirar puyas; cambia de adulador a desdeñoso.

m.- El hablante al usar la palabra pendejo siempre la acompaña, no la expresa sola;  le pone un acompañante que le sirve como una especie de comitiva. Precisamente,  en ese complemento agregado está   lo que el exponente quiere encerrar en la expresión pendejo; la adición es el  veneno  que busca el que tira la apalabra pendejo.

n.-  Con todo pesar debo admitir que, en ocasiones,  la persona que califica de pendejo al que no hace  uso indebido de los bienes del Estado,   resulta un  ser humano  de conducta decorosa,  movido por la distorsión de valores que existe en el país, que lo lleva a ver como algo normal y correcto el aprovechamiento de la cosa pública,   porque el ejemplo que se le da desde las alturas del poder al hombre del pueblo, es que son cosas de nadie, para el disfrute de todos. Hasta ahí  a llegado  nuestra descomposición social.

ñ.- Por último,  en lo que a mí respecta, por el  hecho de haber  conocido  a muchos  pendejos, y en algunas ocasiones comportarme como pendejo,  sigo aferrado  a esta idea:  En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo  con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones,  pero  con el que  me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar  con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia,  que quiero  sea largo y fructífero.

Santiago de los Caballeros,
12 de septiembre de 2015