miércoles, 12 de agosto de 2015

El trepador social aquí y algunos de sus rasgos


Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción
Es legitima la aspiración de todo ser humano desarrollarse  en el orden material y espiritual, en base a su esfuerzo; acrecentar  siguiendo el normal desenvolvimiento  es algo muy natural, y hay que aceptarlo como resultado del esfuerzo por alcanzar el progreso.
Es bien visto el empeño de una persona por ocupar un lugar de respeto  y consideración en el medio social, tomando como base el trabajo manual o intelectual, pero resulta penoso tratar de escalar socialmente en forma precipitada reduciéndose como persona en su dignidad.
En este escrito  vamos a referirnos  a algunos  rasgos que caracterizan a aquellos individuos que procuran ocupar un lugar que no les corresponde en los marcos del sistema económico predominante en el país.

I.-  Comportamiento de un segmento de la clase media
1.-  Las clases sociales, esos grupos humanos que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social, y  se determinan por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, tienen una actitud distinta ante los fenómenos sociales y la forma de enfrentarlos. De ahí que dependiendo de su ubicación social, en las sociedades humanas las personas que las componen reaccionan en forma diferente en procura de alcanzar sus objetivos.
2.- Al margen de las clases fundamentales de cada sistema, está la clase media, la cual por su propia naturaleza es inestable, se mueve entre los de abajo y los de arriba; se comporta cambiante e  insegura, a la vez que arrastra muchos vicios sociales.
3.- En el segmento de la clase media encontramos   todo tipo de conductas, sentimientos y aspiraciones; algunos de sus fragmentos se interesan por ocupar  el o los lugares de las clases altas; procuran  subir,   no por su desarrollo normal en la producción social, sino mediante   formas  variables de inconductas.
4.- Algunos grupos sociales están dispuestos a ejecutar las acciones más deleznables en interés de escalar  para ocupar un alto peldaño en la pirámide social y exhibir atributos exteriores pecuniarios  que  no pueden justificar. Para actuar en semejante forma  parten del falso razonamiento de que como en el medio social donde viven el pastel económico está ya muy repartido, si llegan tarde a la repartición  les tocará muy poco o nada y,  por tanto, tienen  que darle riendas sueltas a sus ambiciones.

I.- El afán del  trepador social por escalar
5.- La desesperación se apodera de los que buscan trepar socialmente; se la ingenian  para escalar; su objetivo es subir aunque sea eliminando a los que llegaron más temprano y se encaramaron primero en la escalera del sistema.
6.- La impaciencia de aquel  que se siente  muy alejado  del pastel que ofrece el ordenamiento vigente y cree que  se agota a medida que el tiempo avanza y no logra colocarse junto  o por  encima de los que  están sirviéndose del dulce desde hace tiempo, se muestra en estado exasperante, dominado por el tormento.
7.-  Los deseos excesivos  del  trepador social le dañan mentalmente; su apetito pecuniario lo traduce en  codicia ilimitada, su ansiedad por estar  un escalón  más alto en la escala social, la convierte en avidez, en un avaricioso enfermizo.
8.- Aquel que se mueve a velocidad exagerada por llegar al peldaño social que ambiciona, poco le importa como le llamen, el apodo o mote que le coloquen; acepta ser llamado burgués sin costumbres y buenos modales, o ricachón o ricacho; todo lo tiene sin cuidado, para él da lo mismo que lo tilden de advenedizo, plebeyo o villano, opulento o rico al vapor.
9.- En  su afán por llegar al tope de la escalinata social, el  trepador  acepta  hacer   de ridículo; servirle de diversión a los que llegaron primero a disfrutar el pastel; no le quita el  sueño ser identificado como bufón o pelele.
10.- La inquietud lleva al desesperado social a moverse en círculos sociales que están  en la cima de la  grada; busca destacar su presencia  convirtiéndose en empalagoso, aunque explorando el empalme social encuentra con su conversación repugnante el desprecio  desconcertante.
11.- El  trepador comienza trepando  con acciones normales, inofensivas en los marcos del sistema, sin lesionar a terceros; pero una vez comprueba que los métodos utilizados no le han dado los resultados  ambicionados, entonces cambia y se dedica a hacer diabluras.
12.- Si por la mente del  trepador pasa la idea de que para ponerse en el espacio social donde están los que primero se sirvieron del  bollo,  tiene  que jugar con  malas artes, hacer travesuras, diabluras, todas clases de trastadas, en lo adelante actuará sin miramiento alguno.
13.- Convencido el  trepador social de que está muy distante del lugar donde está lo que queda del bizcocho  que brinda el sistema, entonces hace una pausa, analiza la longitud y se dispone avanzar para no seguir alejado.

II.- El  trepador social acepta cualquier trato
14- Al  trepador le es indiferente sentirse deshonrado o respetado, odiado o estimado, lo que persigue es notoriedad social, aunque sea injuriado, vituperado  o  pongan  mala cara por su presencia; lo que procura es facilitar su penetración social aunque sea a puntapié.
15.- El  trepador no busca afecto sincero o aversión, amor o desamor, aflicción o repulsión; acepta todo  hacia su persona en nombre de llegar  al pináculo social. Le da lo  mismo recibir un trato de patán que de educado, refinado o tosco; de comprensivo que de intransigente.
16.- El  trepador, para formar parte de círculos sociales elevados, no se siente mal si es considerado un estúpido; acepta que  como  forma de burla se le hable disparates, majaderías y cuantas sandeces sirven  para zaherir a una persona en su inteligencia, sentido común y sano juicio;  no da demostración de sentirse ofendido, vejado, si  es con el fin de ascender.
17.- El  trepador, en su alucinación por estar en la altura social, se cree descollante, aunque sea tratado como ordinario, un corriente cualquiera. En nombre de estar encumbrado acepta ser humillado, menguado en su persona, un minúsculo humano, una minucia hecha persona
18.- Poco le importa al  trepador social que se le dé un trato de jefe o asistente, criado o amo, de señor o servidor; para él lo que cuenta es moverse en un ambiente en el cual tiene futuro para subir socialmente. La cortesía o deferencia  no la toma en cuenta, el tratamiento de desprecio,     amable o adusto  le es  indiferente  al  trepador.

III.- El  trepador social: un desenfrenado
19.- El  trepador social, como competidor desenfrenado no tiene límites; rivaliza con cualquiera sin importar el terreno ni los medios; no respeta contrincantes en su desesperada carrera por llegar a donde está la mesa que contiene lo que queda del pastel; lo que le interesa es que le corresponda algo.
20.- Los juegos sucios del  trepador social dan grima y generan inquietud, a la vez que repugnan; pero le da lo mismo con su proceder causar  sonrisa o llanto, ser visto como delicado o grosero, generar asco o gusto, aceptación o rechazo, ser visto como atento o despreciable .
21.- En su  alocada carrera hacia la cima, y en disposición de avasallar para satisfacer su apetencia de escala  social, el  trepador hace caso omiso a que le califiquen de probo o perverso; la virtud la coloca a un lado en nombre de trepar; se sube  al lomo de la inmoralidad; se encarama hasta en el espinazo de un lisiado para ascender socialmente.
22.- La suma de escalones  que el  trepador tiene que subir no le  importa. Su finalidad es ser de la alta escala social, ser un empingorotado; que se le considere un encopetado; pero nunca un pobrete desclasado.
23.- Quien busca la movilidad social a pura leña, no tiene reparo en nada; no persigue honra, estima ni distinción; no le importa ser despreciado, le basta estar al lado de los que legítimamente llegaron a la cúspide del ordenamiento social.
24.- Estar en el peldaño alto de la  sociedad, habiendo llegado sin esfuerzo alguno, da satisfacción al  trepador, aunque ocupe el lugar sabiendo que  es una persona de vida porqueriza.
25.- Todo aquel que se fija la idea de trepar en el medio social, es posible que llegue, aunque  sea arrastrándose como una culebra; lo que cuenta es el resultado; lo del  trepador es emprender la marcha hacia  la parte más alta de la escalera social; parte con el fin  de llegar; sale aunque tenga de por medio una muralla de acero, un paredón, una fortificación o una pared de concreto armado.
26.- Aunque el  trepador  es un chiflado social, un deschavetado, también es propenso a ilusionarse; en sus planes por escalar se comporta incoherente, moviéndose entre ser un soñador y un práctico, un fanático realista.
27.- El  trepador no toma en cuenta la altura de la escalera social; la altitud lo tiene sin cuidado; lo que le  importa es estar allá, en el pico clasista; la elevación carece de relevancia, a ella ha de llegar aunque sea como réptil o cucaracha; se ha propuesto estar a distancia de la llanura, en la cumbre, en lo más alto, en el vértice, pero jamás en el pie,  en la base social.
28.- En la mente del  trepador está sentirse socialmente aumentado, un  crecido social, considerarse un  prominente del medio, pero nunca un bajo o de abajo; el acrecentamiento en el medio social divierte  al  trepador,   sentirse que ha aumentado socialmente, en excelsitud.
29.- El sentido de la oportunidad lo demuestra el  trepador cuando se le requiere que adopte una posición de sinceridad; de inmediato  saca una  de sus armas favoritas: la simulación. Finge con una naturalidad asombrosa, combinando lo espontáneo con el disimulo, la naturalidad con la doblez,  la franqueza con la hipocresía, y lo de pérfido con leal.
30.- El escalador, el  trepador, en su actitud de indiferente ante lo que no es de su conveniencia para escalar socialmente, no se enfrenta con nadie; no choca ni con la brisa. Es un  apático  circunstancial; su despreocupación lo hace un individuo frio, aunque se pone caliente cuando se le presenta  la ocasión para escalar; está preparado para comportarse impasible o apasionado, participativo   o neutral.
31.- Resulta difícil adivinar la posición que ha de adoptar el  trepador  ante un  conflicto  en el cual se impugna  el sistema social; por su proceder ondulado puede optar entre tomar una decisión  flexuosa,  con la que no dice ni que sí,  ni que no. También puede ser   rígida,  si visualiza que en el curso de la crisis hay una brecha para subir    peldaños.
32.- Un momento difícil para el  trepador social es cuando uno  del grupo donde hace de bufón  le pide una acción  que entraña valentía. En ese momento el escalador se espanta;  trastabilla,   pero como es un naco, pusilánime y medroso, le sale a relucir el susto y escurre el bulto, diciéndole a su interlocutor: “después nos vemos”.

Reflexiones finales
a.- En la  medida que las sociedades humanas se van resquebrajando, como está ocurriendo ahora con la dominicana,  se reproducen en forma abundante los  trepadores sociales; ellos abundan en el sector  de los profesionales, intelectuales, pequeños empresarios y comerciantes y, fundamentalmente, entre los politiqueros corrompidos del sistema.
b.- Conviene precisar que no todos los sectores de la clase media se comportan de igual  forma que el  trepador social. En el seno de las capas medias  hay segmentos que adoptan posiciones consecuentes  como aliados de las fuerzas más democráticas y progresistas de la sociedad.
c.- El  trepador es un ser humano que  tiene un contorno especifico;  puede ser individualizado por su perfil, su  silueta le  ubica; sus aspectos, combinados con su accionar en el medio,  hacen de él una figura pintoresca.
d.- El  trepador no es una persona de cualquier edad; su ambición de escalar socialmente oscila entre los  veintiocho  (28) y cincuenta (50) años;  no es un niño ni un anciano; es un joven con todos los bríos, por lo regular jovial, de temperamento divertido, bullicioso. Tiene definidos sus objetivos para escalar;  no es un despistado, un desorientado cualquiera; sabe hacia donde dirige sus pasos;  su intención la encamina hacia la cúspide donde está el poder, las clases dominantes.
e.- El  trepador,  para hacerse sentir, ganar fama  y convertirse en una celebridad en los  ambientes donde se mueve, se comporta con servilismo;  un adulador descarado, lisonjero desvergonzado; se deleita haciendo de  pelotillero, de perfecto ridículo, extravagante, en sí, es  un  excéntrico.
f.- El  trepador calcula, hace una evaluación del lugar que le ha de  servir  como centro  de operaciones para su ascenso social de carajo a la vela, a persona de la alta sociedad.  Siempre se ubica  en los clubes de servicios, como directivo de gremios, asociaciones y entidades caritativas. Sobresalir en estos organismos catapulta, promociona, encumbra al  trepador;  por lo regular está en ellos como el  arroz en la dieta dominicana, en todas  las mesas y platos.
g.- El  trepador social no es difícil   de tratar,  se siente halagado con suma facilidad;  no le importa ser festejado o despreciado, agasajado o desdeñado.  Lo que le interesa es estar  infiltrado en el ambiente donde puede sobresalir, aunque tenga que adular; no se molesta si se le da un trato de ignorado o conocido,  mesurado o descomedido.
h.- Sobre la tierra no hay una figura que se comporte más sabrosona que el  trepador social; se muestra campechano, tierno y empalagoso con  el fin de medrar, y así acrecentarse socialmente; en busca de  ascender se convierte en un inspirador de sonrisas destinadas  a motivar simpatía en los todopoderosos del poder social, económico y político. Al actuar  así el  trepador se presenta como lo que más excita al cariño burlesco. 
i.- Para lograr algo del  trepador social no hay que coger  lucha,  porque cede con suma facilidad,  por su formación clasista blanda;  se comporta esponjoso en  interés de escalar;   se muestra fofo. Si estima  que está  compartiendo con un grupo que  considera le puede facilitar  ascender,  se  exhibe  como un lacayo; un ser humano manso,  servil,    entregado por entero  a quien cree le facilita el ascenso.
j.- La ascensión constituye para el  trepador un asunto de mucha significación personal; el avance le motiva, la promoción le hace un ser   de avanzada. Nunca aceptará el descenso, el declive social, sentirse un atrasado. En   los últimos años en el medio social dominicano es fácil  encontrarse con el  trepador, porque la suciedad está predominando y   la cochinada sobresale, se asimila la marranada  a  la exquisitez.
k.- La persona del  trepador social es la que más se asemeja a la ficción. Su proceder ante los demás es un simulacro; es un apócrifo en el medio social, un ser humano supuesto, inventado  de un autentico, con la particularidad  de que el verdadero  trepador es inverosímil. Con el  objetivo  de ubicarse en la sociedad en  una posición social más alta de la que ocupa, el  trepador busca encumbrarse aunque sea impulsado por un cañón del narcotráfico o del sicariato.
l.- En su preocupación por llegar, el tiempo es muy importante para el  trepador; está en condiciones de actuar en forma perturbada o reflexiva, con cordura o desatino, como un chiflado o equilibrado. Mientras más avanzan los días  sin el desesperado social trepar hasta lo  último, mayor es su privación de la razón, cae en la demencia.
ll.- Al  trepador no le quita el sueño la opinión que se formen de él los demás; le resbala que le llamen  sociable o huraño, expansivo o intratable, educado o mal educado. Su vida gira alrededor de escalar, estar allá, en la cumbre social, aunque se le considere una rata.
m.- La palabra escrúpulo no está en el  diccionario de conducta del  trepador social;  como atrevido que es, el que   busca escalar socialmente es un zafio;  aunque es un patán se vende como un refinado social; se ufana de ser culto, aunque es un ignorante que tiene una gran biblioteca  con libros que no lee ni  por  el forro.
n.- De los vicios sociales que acompañan al  trepador social el más característico en  él es el oportunismo; adaptarse a lo que le conviene, concilia con  los buenos y con los malos, colabora con los  de abajo y con los  de arriba. Se mantiene ligado indisolublemente con quienes hacen posible su marcha ascendente, hasta que llega a su destino, a  lo más alto de la estructura clasista.

Santiago de los Caballeros,

7 de agosto de 2015.