jueves, 30 de julio de 2015

Mis hijos, ustedes no son cinco, somos seis



Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción

1.- El ser humano, mientras tiene vida puede  aportar a la sociedad en general y a su círculo familiar  en particular; su contribución será positiva dependiendo de la experiencia acumulada y la conducta exhibida en el curso de su existencia; dependiendo de su proceder, luego de su fallecimiento puede ser tenido como ejemplo para las futuras generaciones. El  conjunto de sus actuaciones   va a posibilitar  la valoración  que hagan los miembros de la comunidad de  su  trajinar terrenal.

2.- Después  de la llegada inexorable de la muerte de una persona, lo que cuenta es la sensación producida en la conciencia de los demás del comportamiento, de la forma de  actuar en el medio social en el cual  vivió.
3.- Por proceder  atropelladamente en el medio social dominicano actual, algunos no se detienen a pensar que su permanencia aquí es limitada y su precipitación  va a concluir,  indefectiblemente,  con una pausa final: la muerte.

4.- En el curso  de encuentros informales con mis hijos, sus esposas, y sus descendientes, mis nietas y nietos, les he  hecho saber  que mi desaparición del mundo de los vivos quiero la acepten  como algo muy natural.

5.- A las gentes más estrechamente relacionadas  por vínculos sanguíneos, o afectivos de cualquier índole, estamos en el deber de darles a conocer quiénes somos, no en  nuestra imagen exterior, sino de nuestras actuaciones, para que retengan las acciones buenas y rechacen las malas.

6.- La transparencia en el proceder espontáneo  hace posible la comprensión  de lo que queremos transmitir para que sea asimilado, absorbido por quienes son  nuestros escogidos destinatarios. El pedazo hermoso de mi  existencia  lo he compartido con la generalidad de los míos, mis hijos y sus descendientes; por  tanto  es por ellos conocida; no tengo que explicársela porque la hemos disfrutado en común.

7.- El fragmento de mi vida que me interesa que mis hijos, nietas y nietos conozcan es   aquel en el cual  se me ha  golpeado en lo más profundo de mi alma. Quiero que  los míos aprendan de mis amargas experiencias, para que no experimenten los pesares que he padecido.

I.- Para mis hijos,  experiencias  como padre y profesional
8.- La práctica de la vida es lo que más enseña; el adiestramiento fruto del quehacer diario nos edifica, afina nuestro entendimiento;  una adecuada instrucción  hace posible que nos inclinemos a persuadir a quienes  procuramos aleccionar con nuestra prédica.

9.- Por haber vivido más que mis hijos, he tenido la oportunidad de adquirir, más que ellos,  el conocimiento de muchos de los fenómenos que se dan en ese laboratorio social que es la sociedad  donde nací y me he desarrollado como ser humano, y tengo la dicha de poder  transmitir  a mis descendientes  las experiencias  que he vivido.

10.- Como padre, y por haber ejercido por casi medio siglo una profesión, no es correcto de mi parte   guardar  en mi cerebro algunas vivencias que en la vida práctica pueden servirles como referencia  a mis hijos en el quehacer  diario  de su ejercicio  profesional.

11.-  Todos mis hijos  hicieron  carreras universitarias en diferentes disciplinas, y algunos son especialistas en sus aéreas profesionales; en sus  quehaceres tienen afines con otros que escogieron igual especialización, lo que   les llevará a encontrar compañeros de profesión que, en una u otra forma, manifiestan  celosía.

12.- La identidad de profesión no entraña cohesión de comportamiento. Una cosa es la identificación en el orden profesional, y otra la forma de ejercerla en el medio social. La diferencia suele ser   notoria, y tiene mucho que ver el origen  social y la formación familiar de cada profesional.

13.- La generalidad de los profesionales son individualistas, por su ubicación en el ordenamiento social en el cual desempeñan  su profesión; obran conforme su particular conveniencia sin tomar en cuenta los intereses colectivos;  su aislamiento laboral les crea un  criterio dominado  por el particularismo.

14.- Aquellos  profesionales de las diferentes disciplinas que carecen de sensibilidad, o provienen de hogares en los cuales no hay interés   por enfrentar las injusticias, se comportan en forma egoísta; para ellos el mundo comienza y termina en lo que  conviene a su  interés  particular.

15.- Por lo general, el segmento social de los profesionales no compite;  procura resolver sus diferencias mediante el trato desigual, el juicio ligero, la descalificación y la exclusión sin justificación alguna.

16.- Algunas veces, cualquier colega que sobresale por méritos   propios es visto  por sus iguales  con antagonismo; como un competidor al cual hay que hundir; un contrincante intruso, un rival  que ha llegado a importunar y  hay que cerrarle el paso para  que no avance,  y si logra avanzar  golpearlo hasta hacerlo añicos.

17.- En la actualidad,  el compañerismo  en las profesiones es algo que forma parte del pasado.  No cuenta la integración al mismo colegio;  el cofrade es visto como un  enemigo en potencia; al trato de amigo, compañero y camarada se  antepone la aversión sin sentido,  la malquerencia irracional, el rencor enfermizo  y la rivalidad estimulada.

18.- En mi caso particular, cuando comencé a ejercer mi profesión  de abogado el ambiente profesional del país  era otro, porque la  sociedad dominicana de la  época era diferente a la de hoy, que se ha convertido en un nido de  fieras; una cueva de serpientes agresivas y venenosas; una jungla en la que prolifera el canibalismo, la ferocidad, el trato de bestias.

19.- El medio en el cual nos estamos moviendo ha llegado a un grado tal de degradación que, al parecer, no hay espacio en muchos corazones para alojar el amor y aceptar la comprensión; ha desaparecido  todo aquello que eleva a la especie  humana, la  hace  portadora y símbolo del querer, lo deleitoso, ameno, encantador y agradable.

II.- A mis hijos,  algunas  advertencias 
20.- Por provenir de los marginados de la sociedad dominicana, y lograr superarme en base a estudios y trabajo, puedo decirle a mis hijos que en su accionar profesional se cuiden de los envidiosos, porque los  mezquinos  no aceptan que triunfen los hombres y mujeres de una sola pieza, de una sola conducta, de un solo proceder.

21.- Mis hijos están formados para lidiar con personas de bien,  con los que saben valorar a los demás, no así con   granujas,  picaros descalificados, y  truhanes de la peor ralea.

22.- Mis descendientes no fueron educados en las malas artes, en la mañosería artera y vulgar; en la  malevolencia disfrazada de ingenuidad; en lo nocivo con apariencia de inocuo, inofensivo.

23.- Es mi deseo  que  mis vástagos desarrollen  la agilidad mental suficiente para que descubran  a  tiempo a los simuladores, falsificados y ficticios; a esa cáfila de taimados que abunda en nuestro  medio; a la caterva de tunantes que se venden  como honrados y decentes, y no son más que zorros, con apariencia mansas ovejas.

24.- El agrietamiento de la sociedad dominicana exige que la gente buena y  de  correcta formación,  se mantenga despabilada porque está  expuesta  a tratar con tipejos de la peor estirpe;  con el hampa, las escorias sociales; con  los residuos  perfumados, con aquellos que no son más que sepulcros blanqueados.

25.- No están en el mismo plano de conducta  correcta los prominentes sensibles,  y  los que, en nombre de escalar socialmente, están dispuestos a desprenderle la cabeza a cualquier persona decente, sin  importarles el qué dirán.

26.- Que sepan mis hijos  que los pigmeos no están  preparados para competir en igualdad de condiciones con sus adversarios  sobresalientes; el anodino y deficiente enfrenta a los notables mediante las zancadillas, tratadas y truhanerías.

27.- Quiero que mis hijos pongan sus pies sobre la tierra y comprendan que  el medio social dominicano actual no está diseñado para la franqueza, sino para la falsedad; que ahora está de por medio  lo espurio, no lo  genuino; la simulación, no lo exacto; impera la  hipocresía,  no la sinceridad.

28.- Mis descendientes directos no deben pecar de ingenuos y creer que en su campo profesional siempre van a tratar  con gente formada para hablar en base  a la correcta y veraz información. El ambiente de hoy en el país se ajusta a la murmuración y el rumor; no se habla de “yo lo vi”, sino de “me dijeron”; no se expone con la verdad por delante,  sino predominando el susurro, el chismorreo y el murmullo. Es  cuestión del pasado el respeto a la palabra dada y honrar los compromisos; se destacan los farsantes, engañosos y embaucadores.

III.- Mis hijos y la competencia profesional
29.- Lo ideal fuera que la competencia profesional se pudiera dirimir mediante  la emulación  fraterna y en el  campo científico e  intelectual. La competición con altura eleva la persona de los contendores, pero la rivalidad basada en la perversidad de uno de los adversarios, reduce el certamen.

30.- A mis hijos les he dicho y reiterado que el profesional capacitado sobresale por su talento y honestidad;  el que está científicamente preparado puede concursar,  rivalizar, emular con respeto ante sus contendientes.

31.- Que no esperen  mis hijos ser enfrentados,    en sus respectivas especialidades como profesionales,  en forma leal,  franca y abierta; sus adversarios gratuitos recurrirán al ardid, a la treta perversa, al  artificio sucio, a la añagaza vulgar.    El solapado oculta su malicia, es artero para materializar la simulación.

32.- Pido a mis hijos que nunca se coloquen en el terreno de los que no están preparados para demostrar honradez, destreza e  idoneidad. Sólo los ineptos hacen uso de las malas artes para deslustrar a los que brillan en el campo profesional por meritos bien ganados.

IV.- Reflexiones  finales
a.-  Como padre me siento orgulloso de mis hijos porque no me han fallado como seres humanos. Estoy satisfecho de su comportamiento porque no obstante desarrollarse en este fango social que es la sociedad dominicana de hoy, dominada por el egoísmo, el individualismo y el fenómeno de la corrupción,   han conservado la sensibilidad, la solidaridad y la honestidad.

b.- Quiero que por muchas tratadas que les hagan  sus compañeros de profesión, no les respondan con iguales métodos; colóquense por encima de ellos demostrándoles que  no fueron educados como bribones, canallas y villanos, sino como hombres de bien.

c.- Manténganse apegados a la línea de conducta que recibieron en su hogar, de ser leales, honestos, francos y sinceros;  y al actuar así les dan como  respuesta un aldabonazo a quienes les enfrentan con la trampa, el engaño, la acechanza y cuantas maquinaciones pueden salir  de las mentes mezquinas.

d.- Nunca voy a poner en duda su rectitud en el correcto comportamiento profesional,  su  integridad ante los demás, y su probidad  en sus  vidas  como ciudadanos y padres de familias.

e.- Recuerden que están obligados a actuar  siempre con extrema prudencia,  porque un error, un desliz profesional en otro, a uno cualquiera de ustedes se lo tomarán como intencional. Les está prohibido equivocarse.

f.- Mis hijos,  no se amilanen por las bellaquerías que les hagan sus adversarios competidores  mezquinos; deben  seguir adelante, avanzando sin voltear la cara para ver a sus desleales y simulados colegas; adelanten sus pasos para  que sigan triunfando con dignidad, sin aprisionar a nadie, ni hollar  honras como es costumbre de  sus contrarios.

g.- Que mis descendientes retengan la idea de que el mundo es de los exitosos, de los que se levantan en base a su esfuerzo; la gloria es de los que se mueven de cara  al sol,  no de  los fracasados que se amargan en la oscuridad por su derrota y por los logros de los vencedores.

h.- La felonía de que sean víctimas mis hijos, les pido no las tomen en cuenta; recíbanlas como formando parte de los vicios que se anidan  en  los corazones de las personas incapaces de competir con lealtad, porque sólo conocen la alevosía, la acción canalla.

i.- Mis hijos, no se dejen amilanar; demuestren que las bellaquerías de quienes los adversan, les sirven  de motivación para acentuarse, elevarse, agrandarse más y más como hombres que sólo  creen  en superarse para servirles a la sociedad y vivir dignamente.

j.- A ustedes, mis hijos, les digo: sigan sus vidas como siempre, llena de alegría, transmitiendo afectos sinceros, ternura a los que la necesitan, querencia a los amigos leales; y aparten de su mente todo lo que significa odio, rencor, malevolencia y resentimientos.

k.- Quiero que siempre tengan presente que ustedes,   siendo mis hijos, nacieron marcados; con   un sello encima, el de un hombre que en el medio social dominicano no es un santo ni un demonio, que  desde siempre ha impugnado el orden social injusto, y  puede abrir sus manos y de ellas no cae una moneda obtenida mediante prácticas profesionales corruptas,   como tampoco fruto  del accionar político.

l.- Mis hijos, no olviden que   los profesionales con compromiso social, ético y moral, tienen que revestirse de un espíritu de sacrificio; saber que como miembros de la sociedad donde ejercen su profesión tienen que, además de su actividad profesional como medio de subsistencia, servirles a la comunidad, incidir en la vida pública, sin importar las circunstancias.

ll.- Mi deseo es que ustedes se mantengan unidos, y llenos de optimismo; que el entusiasmo sea su aliado; la confianza su inseparable acompañante, y mantener el ferviente deseo de progresar, pero sin  lesionar, sin dañar a nadie.

m.- Por último, quiero decirles que  pueden vivir convencidos de que  cuando les digo que soy su escudo, lo que quiero significarles es que cualquier acción en su contra la tomo para mí, sin importar las consecuencias. Por tanto, adelante,  ustedes no son cinco, somos seis.


                                                                                                         Santiago de los Caballeros,

                                                                                                            30 de julio de 2015.

La visita de una familia y una experiencia agradable


Por. Ramón Antonio Veras.

Este escrito está dedicado a: Rita, Luis, Luisito, Stanley y Lía, y con ellos a todas las familias buenas y  sensibles  del mundo.

I.- Llegada a mi hogar de personas agradables
1.- Muchas veces  nos sentimos bienaventurados sin proponérnoslo; nos creemos galardonados por la naturaleza; afortunados, bendecidos  por las circunstancias. Es pura coincidencia que, de un momento a otro, podamos, por accidente, tener a nuestro lado, en nuestra misma casa,  a un grupo humano con condiciones que causan alegría, regocijo permanente.
2.- En un medio social influenciado por lo nocivo,   no siempre tenemos la dicha de compartir con personas que con  su presencia traen alegría, alivian las penas, aplacan la indignación,  suavizan los malos momentos y hacen olvidar las amarguras.
3.-  La gente buena aromatizan los lugares donde hacen acto de presencia; su llegada está acompañada de fragancia, el ambiente   hogareño se perfuma, se siente olor, una esencia agradable,  algo así como que alguien vino a incensar el sitio que visita.
4.- Recientemente compartí en mi hogar con una familia compuesta por la esposa, el esposo, una niña y dos niños. Su llegada fue para mí un delicado gesto  que me hacían  por  venir a estar conmigo parte de sus merecidísimas vacaciones,  laborales para los padres,  y estudiantiles  para  sus  descendientes.
5.- Los cónyuges visitantes,  como seres humanos son excepcionales; las conversaciones las hacen amena e interesantes;  sumamente comunicativos y en sus expresivas sonrisas manifiestan pura sinceridad; generan calor humano, solidaridad y bondad,  con facilidad se advierte su humildad.
6.- Los tres niños son un  modelo de disciplina, educación y buenos modales;   exhiben un comportamiento, una conducta ejemplar. Durante los días que compartí  con los niños y la niña comprobé el gran papel que desempeñan los padres en la formación de los hijos y las hijas. 
7.- Compartiendo con la agradable familia me sentí agraciado; favorecido por tener la dicha de acoger en mi casa a personas que motivan  alegría; suertudo por la complacencia, el gusto que recibí por tenerlos a mi lado, conversando sin limitaciones ni malignidad.
8.- La oportuna y agradable visita de la aludida familia en mi hogar la encontré sumamente corta, limitada en el tiempo;  con personas como ellos las horas parecen minutos y los días horas;  hubiera querido  retenerlos  para continuar  disfrutándolos, pasándola bien, recreándome con  los maravillosos esposos  y sus vástagos.
9.- Al partir,  la agradable  familia dejó en mi hogar lo que es el ejemplo de  la afabilidad en el trato, el sentido fino de la bondad, la ternura en el   proceder y el dulzor como sello de su exquisita estadía.

II.- Una experiencia positiva de una visita  positiva
10.-  La familia que me honró con su visita llegó en un momento sumamente significativo para mí porque, precisamente ahora, en la presente etapa de mi existencia, estoy en un proceso de meditación y revisión, reflexionando en torno a lo que  es la amistad sincera, la forma como el sentido de la lealtad se ha agrietado en la misma proporción que se ha deteriorado la sociedad dominicana  en general.
11.- Los años que me quedan de vida aspiro compartirlos  con personas de la calidad humana de la visita que recibí hace unos días, es decir, que sean sanas, buenas, agradables,  comprensibles, sensibles; que generen bondad, inquietud por solucionar los problemas del país;   que motiven felicidad, gozo, complacencia, placer, confianza, seguridad y sinceras convicciones.
12.- Deseo mantenerme lo más alejado posible de quienes en su rostro reflejan pesares, desconfianza,  duda, desacierto, adversidad, disgustos, tristeza, complicaciones y dificultades; estar aislado de los azarosos,  acosadores tormentosos, chismosos, intrigantes insociables, insolentes y ofensivos.
 13.- Quiero compartir, tener a mi lado hombres y mujeres, jóvenes o ancianos, niños o niñas, gentes a las cuales al hablar les  vea a los ojos; que  impulsen a la sinceridad, sencillez y a la  plena franqueza; que al hablarme   comprenda que estoy de tú a tú con seres  humanos campechanos, sin reservas en sus expresiones.
14.-  Ante tantas dobleces y la  sinuosidad que se advierten en algunos, procuro acercarme a aquellos que   generan sinceridad, esa pureza que sólo sale de las almas nobles; busco apartarme por completo de los maliciosos que en cada expresión evidencian apego a los artificios, al eufemismo y a la socarronería.
 15.- Deseo reconfortarme compartiendo con quienes son auténticos, espontáneos,  francos en sus relaciones; sin  remilgo en sus comunicaciones; con aquellos que tienen a flor de labios la pureza de su pensamiento hecho palabras; donde está ausente lo apócrifo, lo adulterado  que daña lo verdadero.
16.- Aspiro tratar gente de bien,  que me motiven calma,  la quietud espiritual que necesitamos para sentir que estamos viviendo plácidamente la vida, libres  de cualquier excitación o desasosiego; liberados de tormentosas irritaciones causadas por los sufrimientos que nos llegan  violentando el deseo y derecho que tenemos a disfrutar  serenamente, en reposo.
17.- Las  personas nobles y de absoluta entereza me  transmiten  energía positiva; contribuyen a fortalecerme y afianzan  en mi la convicción de que los íntegros y sanos son los más; que los negativos  manchan, deslustran, mientras que los positivos honran   y dan brillo.

III.-  La visita de  esa  familia me alimenta  el espíritu
18.- Si el mundo está lleno de personas buenas,  como los integrantes de la familia que me visitó, quiero tener la dicha de seguir  topándome con seres humanos  como ellos,  formados para depositar confianza plena, entrega sin límites;  amistad, hermandad y apego con absoluta franqueza y lealtad auténtica, legítima.
19.- Si he tenido la voluntad firme de estar al lado de los que aspiran a construir un mundo mejor para toda la humanidad, en lo adelante sólo  quiero darle acogida en mi corazón y en mi hogar, a aquellos que,  como la familia que me visitó,  bien  merecen por ser mis aliados en procura de bienestar,  seguridad y prosperidad; para sentirme  dichoso, favorecido al tener la gracia de compartir con protectores, luchadores por las causas justas.
20.- Quiero estar al lado solamente de aquellos que tengan objetivos liberadores; personas sencillas como los  miembros de la familia que me visitó; con hombres y mujeres   que comprendan la necesidad de cambiar  nuestra realidad injusta; que estén dispuestos a llevar alegría y consuelo a los  atribulados, afligidos y tristes;  armonizando el deseo de justicia con la decisión de hacer el bien
21.- Para tener a mi lado a lo mejor del país, sé que  hay que escudriñar hasta lo último; sin importar los inconvenientes, escarbar con la decisión  de hallar a los que  están  formados para vencer obstáculos  hasta encontrar soluciones; porque  los victoriosos siempre encuentran las salidas convenientes y oportunas.
 22.- Si he pasado años y años de mi vida  tratando,  dentro de mis posibilidades, de encontrar un espacio para construir una mejor sociedad, no debo ahora abdicar  sin hacer esfuerzo por continuar adelante, con buena compañía, con aliados que, como la familia que me visitó,  transmitan energía, dinamismo e interés en crear, construir, impulsar fructíferos proyectos.
23.- Finalmente, anhelo amigas y amigos que me quieran y se dejen querer; valoren  a las personas por su conducta, sentimientos y proceder; relacionarme con quienes  sepan unirse por los lazos de la franqueza, no de la vileza; procuro unirme con los que respetan la camaradería, el compañerismo, la hermandad, el afecto reciproco.


Reflexiones  finales
a.- La vida en sociedad   nos dice que en el curso de cada espacio  de nuestra existencia  debemos estar en condiciones de saber como proceder, a los fines de que toda actuación resulte provechosa,  no infructuosa.
b.- Sin ser cientista,  sociólogo  ni psicólogo, después de haber alternado con personas de diferentes edades y condiciones clasistas, educativas, ideológicas y raciales, tengo la posibilidad de, luego de hacer un análisis sereno y  desapasionado, formarme una idea  que me permita  tomar una decisión sensata, ponderada,  que no me afecte ni lesione a terceros.
c.- Sin titubeos puedo decir que de bebé no tengo nada;  no soy un niño pequeño; por los años alcanzados soy adulto;  y  para tomar una determinación  la misma tiene que ser el resultado de algo muy bien pensado o de una experiencia vivida  con dulzura o amargura.
d.- Recientemente,  el compartir con la familia que con satisfacción  acogí en mi hogar, su trato abierto y sincero me permitió afianzar la idea de que es posible, no obstante el agrietamiento social del país, mantener contacto con  seres humanos buenos, y aislar a los malos, a los que dañan, lesionan y crean pesares. Por tanto:  
Único
En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo  con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones,  pero  con el que  me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar  con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quisiera que  sea largo y fructífero.

Santiago de los Caballeros,

                                                                                                                                                                    27 de julio de 2015.

viernes, 24 de julio de 2015



Ante el fallecimiento de mi amigo Héctor Aristy.

Por: Ramón Antonio Veras.

Ante el fallecimiento de Héctor Aristy, manifiesto mi pesar y extiendo condolencias a todos sus seres queridos.
Con Héctor Aristy, compartí en diferentes lugares del mundo;  mantuvimos relaciones de amistad y comunicación política. El país debe recordar a Héctor, por los aportes significativos que durante su existencia hizo en favor de la libertad y la democracia del pueblo dominicano.

A Héctor, siempre lo recordaré como el amigo solidario, generoso y valiente.

Paz a sus restos.

Santiago de los Caballeros,
24 de julio de 2015.

lunes, 20 de julio de 2015

Ante la acción del traidor, fortalecer la buena amistad


Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

Los  seres humanos no estamos formados para acumular pesares y agravios que sólo   generan mortificaciones,  sinsabores; lo más conveniente es buscar la forma  de descargar, expulsar de nuestra mente todo lo que significa perturbación.
No debemos aceptar en silencio aquello que desajuste  nuestro estado de tranquilidad espiritual, y contribuya a trastornar  el  normal  desenvolvimiento   de nuestras vidas.
Debemos   tratar de recobrar la calma lesionada por el acto de quien se siente mal  con la  paz  de  los que  creemos  en las cosas buenas y bonitas, como la lealtad, y no en las malas y  feas, como la traición. 
Así como  expresamos  por escrito  las cosas hermosas,  fruto de la convivencia civilizada y sincera,    también tenemos que estar dispuestos a  manifestar  aquello que, como la acción del traicionero,  vivamente nos lesiona.

I.- Firmeza y debilidades

1.- El  hecho de haber llegado a la tercera edad, vivo y viable, es para mí algo que aprecio, y  una satisfacción  porque,  dentro de mis posibilidades,  me ha  permitido  servirle a mi país, lo que  haré  con gusto  hasta que desaparezca del mundo de  los vivos.

2.- Si hago una evaluación de lo que ha sido mi existencia desde el momento de mi nacimiento hasta ahora, el balance que saco  es que la vida me ha dado más que lo que le he pedido; ella ha sido sumamente generosa conmigo, caritativa en extremo; sería un ingrato si no reconociera su nobleza.

3.- En la oscilación  de la supervivencia debo tomar en cuenta mi origen  social, el círculo familiar y la situación económica miserable en la que me tocó nacer y desarrollarme; sólo recordando ese  pasado amargo, puedo valorar dulce y positivamente el presente.

4.- De mi temperamento puedo decir que mi mamá me formó con una disciplina rígida en la que nunca han tenido espacio los lamentos; los momentos difíciles los enfrento con la firme determinación de salir airoso; no permito que me derrote la tristeza; en lugar  de  angustiado procuro sentirme gozoso; lo difícil trato de verlo fácil, lo aflictivo como agradable.

5.- Estoy preparado para resistir, soportar los peores martirios; afrontar cualquier adversidad; aguantar los peores dolores sin transigir en lo más mínimo, ni doblegarme ante la prepotencia. No estoy revestido de gran valor, pero no le temo a la muerte.

II.- La traición me golpea

6.- Como todo ser humano tengo mis debilidades, y una de ellas se presenta cuando me siento traicionado. Me transformo por completo, de una persona firme y segura me convierto en débil e inestable; de animado me presento apático.

7.- La traición cambia  mi estado de ánimo; me debilita; la decisión, los bríos, y el ímpetu decaen; el ardor se me apaga, la determinación la reduzco hasta sentirme decaído, desalentado por completo. No me explico  por qué la traición  ataca lo más profundo de mi alma, hasta el punto de que me siento destruido, aniquilado;  soy una persona, abatida, apabullada, rara, desazonada.

8.- La intensidad como quiero a las amigas y amigos  me   llevan a sentirme derrotado, golpeado, una vez compruebo que he  sido víctima de un traidor a quien creía leal;  la felonía la detesto; ante ella me siento otra persona; no estoy formado para lidiar con el felón  a quien  considero capaz de lo peor.

9.- La deslealtad no la digiero;  no la acepto bajo ninguna circunstancia; la desprecio sin atenuación alguna, porque sólo conozco la entrega, la sinceridad franca, abierta y sin dobleces; una relación entre amigos y amigas la veo contaminada desde que desaparece la sinceridad; en lo adelante no tiene razón de ser.

10.- Me resulta difícil aceptar que he sido traicionado por alguien a quien había profesado cariño, trato amable, devoción sin límites; un querer sin cortapisas, y  de un momento a otro, en un santiamén, hacia mi descubro, en la otra parte,  envidia, odio, aversión  y trato desdeñoso.

11.- La traición,  esa parte feísima  de la especie humana, la he venido a conocer ahora, en mi tercera edad; en mi niñez y juventud siempre me sentí rodeado de amigas y amigos sinceros, personas de una sola pieza,  me generaban absoluta confianza.

12.- Aquel que no me conoce no llega a comprender lo que para mí  significa un acto  de engaño; es algo  que no tengo en mi código mental.  De ahí lo duro que recibo el golpe del traidor.

13.- Para mí resultó sumamente difícil descubrir que personas a las cuales creía  sinceras, de un momento a otro me han sorprendido con una traición. Habría  preferido morir antes que saber de su traición hacia mí, aunque sé que es mucho pedirle a un traidor que   sea sincero.

III.- Algunos rasgos del traidor

14.-  He llegado a la conclusión  de que el traidor es un ser que nace con condiciones para la  falsedad, porque no es  posible  pasar de bueno a malo, de bondadoso a malvado, de benévolo  a egoísta, de piadoso a cruel y de provechoso a perjudicial.

15.- La sinceridad no  es algo que se pierde en un abrir y  cerrar de ojos; el falso, el hipócrita, el disimulado tiene fija en el fondo de su alma la sinuosidad, que es la base para poner en práctica vicios como la traición, la deslealtad y la retorcida condición de falso.

16.- El traidor  ejecuta la traición  en forma calculada, no actúa  en base a suposiciones ni conjeturas;  reflexiona para su proceder y así obtener el fin  perseguido; sabe cuándo  simular ser    ardoroso y cuándo lo hace en forma helada;  en qué momento  debe estar tranquilo,   sereno, y cuándo presentarse alborotado,  hacer ruido y  hacerse sentir.

17.-  Una de las actitudes más  hirientes del  traidor es el factor sorpresa por el hecho de siempre haber simulado  lealtad, impresiona, asombra cuando pone en práctica la traición; causa estupor,  siembra el desconcierto; se comporta calmado, sereno, lo que hace que  el traicionado se sienta confundido.

18.- La víctima de la traición  es atrapada  desprevenida, porque no la esperaba; ella proviene de aquel en quien había depositado confianza. El traicionero no avisa a quien simula ser su  amigo,  a quien caza impresionado, alarmándolo, creándole sobresaltos y consternación.

19.-  No podemos ignorar que desde el momento que el ser humano vive en sociedad está expuesto a la traición;  por muy inteligente y sagaz que usted sea,  puede llegar a ser víctima  del traidor, quien siempre se la ingenia para ejecutar su acción perversa.

20.-  Quien está formado en la sinceridad no puede pronosticar la traición; por muy fogueado que esté  en la vida, jamás puede vaticinar que será traicionado por aquel que tenía como la continuación suya.  El simulador de sincera amistad engaña por igual al perspicaz como al torpe.

IV.- Reflexiones finales

21.- Los farsantes en su accionar traicionero  van de la mano con los  que simulan  sinceridad. Los deshonestos no saben ni les importa  los daños  que  causan a sus víctimas a las cuales aparentan  amistad y,  finalmente,   las hieren con la perfidia y la alevosía de la traición.  

22.- No todas las personas estamos en condiciones de recibir, soportar la traición. Es imposible tranquilamente aceptar ser traicionado por aquel que creía era tu amiga o amigo.  Ninguna persona sana y sincera está  preparada para  sobrellevar los pesares que genera la deslealtad; nunca se espera de los amigos cosas deshonestas, miserables, ni mezquindades. 

23.- A medida que el tiempo  transcurre, y el medio social dominicano se agrieta,  en él se  desarrollan los que están  preparados para fingir y simular verdadera  amistad. La lealtad, la fidelidad escasea en el mismo grado que se prostituye el ambiente donde nos estamos moviendo.

24.- En lo que a mí respecta, los actos de traición en mi contra  los he  convertido en más afecto, devoción y apego hacia mis leales amigas y amigos, a los cuales les he    profundizado  querer,  predilección  y total inclinación.

25.- Al traidor no le guardo rencor alguno,   porque estoy educado para dar cariño, y no sé odiar a quien ha ocupado un espacio de afecto, gratitud en mi corazón, aunque después  me traicione; sólo le ignoro. El resentimiento, la inquina y la tirria, como taras que dañan,  no están en mi mente porque  no alimentan el alma.

26.- De los traidores me he olvidado; los he eliminado, borrado, desprendido de mi cerebro; de ellos procuro retener sólo su  despreciable acto de  traición, para recordarme que con  personas de su calaña no debo establecer ningún tipo de relación,  porque generan mala cizaña, discordia y contaminan la palabra amistad.

27.-  Luego de la traición y el decaimiento que ella me produce,  procedo a  levantarme con más fe y bríos para continuar la vida normal; me dispongo liberarme de los pesares,  prepararme  para no ser  nuevamente víctima de la traición; procuro no preocuparme ni sentirme  inquieto; olvido las mortificaciones y aflicciones; condiciono mi mente para estar despreocupado y tranquilo, libre en lo absoluto.

28.- Una vez salgo del tormento que me produce la traición, me armo para valorar más  y más a los amigos y amigas que me quedan; les veo en relieve, me lucen prominentes, llenos de grandeza. Siento que cada uno de ellos es, algo así, como un trofeo, un premio; me hago de cuenta que son victorias, logros que he alcanzado por conservarlos como camaradas puros.

29.- Luego de la perturbación que me produce el descubrimiento de la traición, aparece en mí  la tranquilidad espiritual. Se recompone el estado de ánimo estropeado  por el traidor;  logro restaurar la alegría y templar la voluntad debilitada.

30.- Luego de ser víctima de  la traición, a los leales amigos  y amigas les veo como una especie de consuelo, un  alivio después  del golpe,  lo que llega a fortalecer  mi  ánimo golpeado por el traidor; el aliento que hacía falta para vencer el desánimo.

31.- La traición me  lesiona, pero me trae  algo positivo: me  acerca más a los leales  amigos y amigas; me permite fortalecer  la armonía con ellos y  consolidar  los afectos; motivarme  más a la  afinidad e impulsarme a refrescar la perseverancia hacía las amigas y amigos  sinceros; entregarles más  mi  lealtad,  para que los vínculos afectivos  sean más nítidos, logrando así  aislar  cualquier disonancia;  todo con el fin de robustecer, afianzar  los vínculos de amistad.

32.- No obstante haber sido  víctima de la traición  de individuos a los cuales consideraba la prolongación  de mi persona, no he perdido el sentido de creer en la amistad, la camaradería y la confraternidad, acompañándola siempre del trato afectuoso, afable y franco.

33.- Finalmente, en lo adelante para mí todo será paz, la misma que desapareció al conocer de  la traición; la serenidad y el sosiego toman su imperio;  mi  alma disfrutará  quietud, ya no existirá  aturdimiento,   me sentiré imperturbable, como antes de descubrir que a quien toda mi vida creí era mi amigo, resultó ser un vulgar  traidor, resentido y envidioso.

Santiago de los Caballeros,
20 de julio de 2015.


martes, 14 de julio de 2015

Los que no sirven buscan igualdad en la diferencia



                                                                                                                    Por: Ramón Antonio Veras

I.-INTRODUCCIÓN
1. La igualdad por la que debemos luchar  es aquella que hace posible la creación de las premisas materiales indispensables para la estructuración de un sistema social en el cual los hombres y las mujeres gocen de los mismos  derechos y estén obligados  a cumplir iguales deberes.

2. Aquel que aspira a que en la sociedad impere la justicia; que cada persona tenga la posibilidad de satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, es un ser humano que se interesa para que prevalezca la igualdad con contenido social.

3. En cualquier lugar del planeta tierra donde habitan seres humanos nos encontramos con personas sanas, buenas e integras que se preocupan por el bien de los demás, y sus principios están dirigidos a alcanzar la igualdad de posibilidades para los miembros de la comunidad.

II.- EN BUSCA DE IGUALDAD EN LA DIFERENCIA.

4. Allí donde están presentes los benévolos y virtuosos, también abundan los intolerantes, malvados y nocivos, que orientan su accionar a buscar la igualdad en la perversidad, no la igualdad con sentido de equidad. 

5. Aquel que ha ligado su vida a la indecencia, la inmoralidad y la corrupción, convirtiéndose en una persona repugnante, procura igualarse con el limpio, decente, honesto y de recto proceder.

6. Para el pervertido sembrar la idea de que todos somos de igual conducta, comienza por justificar su propia forma de actuar, vende la idea de que da lo mismo ser sucio que pulcro; deshonesto, corrupto y prostituido, que honesto, recto y honrado.

7. En la medida que la persona que no sirve logra equiparar a buenos y malos, compara con igual argumento al honrado con el ladrón, coteja al sucio con el limpio, y  siembra  la confusión haciendo imposible establecer la diferencia entre sus inconductas y el recto proceder de los demás.

8. La indignación que generan las acciones ofensivas del sinvergüenza, éste trata de calmarla recurriendo a la justificación de que no ha hecho lo indebido; que su proceder es igual al de la generalidad, justificando así su actuación vergonzosa, afrentosa y oprobiosa.

9. El ignominioso y abyecto en su afán por compararse con el meritorio, hace  uso de su verborrea para endosar  su vileza y perversidad  a  quienes han llevado una vida digna; utiliza las expresiones de igualdad para denigrar, vilipendiar y deshonrar.

10. Cuantas veces el descalificado moralmente habla de que no hay que hacer distinción de conductas, que todos somos iguales, lo que persigue es sembrar la idea de la igualdad de los que sirven con los que no sirven, tratando de que sean vistos como iguales los honrados y los ladrones, el digno y el que practica la ruindad.

11. Mientras los hombres y mujeres de vida ejemplar se preocupan por rechazar las inconductas, el vagabundo se mantiene indiferente a todo, nada le preocupa; vive la vida a su manera, sin importarle el qué dirán, y siempre se presenta diciendo que “no hay que preocuparse por nada, vivimos en un medio donde no hay diversidad de comportamientos, aquí todos coincidimos en las vagabunderías y el tigueraje”. 

12. Una sociedad en la que abundan los truhanes, los descalificados desde el punto de vista moral quieren igualarse con las personas de bien; buscan sentirse próximos a los de valía que se distinguen por su accionar decente. 

13. Aquellos que encarnan la degeneración social se sienten bien cuando mediante subterfugios logran una apariencia afín con figuras de la sociedad símbolos de dignidad y aprecio por sus dotes de verticalidad cívica y apego a  las reglas  del buen vivir. Pero no debemos olvidar que el granuja nunca llega a ser pudoroso por más   posiciones que asuma para ser parecido a quien imita.

14. El sujeto que por su mal proceder no cultiva consideración, se afana por vender una imagen igual a la de la mujer o del  hombre ejemplo de respeto ganado por honrado, rescatado a toda prueba. El bribón nunca llega a ser semejante al decente; no puede haber comparación entre el descarado y el apreciado.

15. La unanimidad en la valoración positiva de las personas es el resultado de sus actuaciones en el medio donde viven, y aquel que quiere ser igualmente considerado como preciado ha de proceder  en igual sentido. Nunca llega a estar en el mismo plano el que sirve y el insignificante, el excelente y el inútil y vano.

16. En las sociedades agrietadas, dominadas por vicios sociales, aquellos que sólo se preocupan por hacer dinero por la vía fácil, hacen alarde de su influencia social comparándose, vanagloriándose de ser igual a los que sobresalen por su laboriosidad y honradez.

III.- REFLEXIONES FINALES.

17. La tesis de los iguales diferentes ha prosperado  en el medio social dominicano porque la cobardía de los honrados y decentes ha hecho alianza impúdica con la osadía, el atrevimiento y la desfachatez  de los ladrones, sinvergüenzas, corruptos y facinerosos.

18. La idea de los iguales diferentes ha calado en la conciencia de muchos dominicanos y dominicanas, porque se ha permitido que el obsceno, repugnante y perjudicial logre equipararse con el grato y la eminencia; el mentiroso y farsante, con el sincero y veraz.

19. Aquel que con sus inconductas prostituye la sociedad, no puede ser santificado por los que han llevado una vida digna; lo que sirve y lo nocivo no pueden  ser conexos; no pueden estar ligados los que contaminan el medio y los que procuran higienizarlo; la vinculación de mansos y cimarrones conduce a lo inexplicable e inconcebible.

20. Desde el momento que en el medio social dominicano se aceptó  que robar al erario es signo de destreza, comenzó a tolerarse la ilicitud y verla como algo normal; que era posible aceptar al contrabandista y al que pagó los impuestos, al correcto y al desconsiderado, al que cree en lo debido y el que practica lo indebido.

21. Una vez que una persona reconocida como seria contemporiza, acepta compartir de igual a igual con el indecente, le está abriendo  espacio  a la confusión de semejanza entre iguales y diferentes. La pusilanimidad no puede enterrar el arrojo; la valentía tiene que primar sobre el temor y el susto.

22. Aquí, en nuestro país,   los podridos, vagabundos y rastreros quieren ver igualdad de honra donde solo hay diferencia de conducta; uniformidad  de honradez, donde solo hay disparidad de honorabilidad; y coincidencia de buen proceder donde solo hay discrepancia en el correcto accionar público. 

23. Cada día es más y más notoria la inversión de valores en la sociedad dominicana, porque lo inconcebible se presenta como real; lo absurdo como algo común; lo invertido como derecho, lo trastornado se ve como ordenado y, finalmente, las personas de conductas ejemplares terminan aceptando ser imperfectas por la aceptación de la tesis de diferentes iguales.

24. Se   ha perdido el sentido de valorar a las personas por su actitud ante la vida, por el correcto proceder; ha desaparecido la desemejanza en el apreciar; diferenciar para distinguir ya está en desuso; con suma facilidad se acepta la semejanza entre el honrado y el ladrón; la lejanía entre dos conductas se presenta cercana para terminar en el orden de igualdad.

25. En el ambiente social dominicano se retuerce el historial de vidas ejemplares y dignas, con el fin de igualarlas a las de indecentes, logrando así la semejanza mediante falsedad. Con la dislocación se llega a la confusión hasta concluir con la igualdad en la diferencia o, por lo menos, la aproximación a la equivalencia.

26. En la actualidad, aquí, en vista  de que nadie es sancionado moralmente, aquellos  que hacen del dinero la razón de vivir, aunque lo adquirieran en forma ilícita, no pierden la oportunidad para que se acepte como norma el respeto que ha de merecer la persona de bien obrar, y a  la que hace del robo un hábito. 

27. En un medio social de iguales no hay forma de establecer diferencia; de ahí que el depravado se considera merecedor de la misma consideración que el probo; la crápula y el virtuoso, el vicioso y el moral, en fin, en la medida que la podredumbre social se mantiene sin sanción, la degeneración permanece como si nada.

28. La variedad de actuaciones de los integrantes de la sociedad dominicana no se distinguen unas de las otras porque la decadencia en el buen actuar llega a hacer imperceptible el proceder, de lo que se aprovecha el degenerado para justificarse como degenerado y obsceno, a la vez que quiere compararse  con el rescatado.

29. La frialdad, la sinuosidad como actúan los sinvergüenzas en  interés de hacer creer que todos los miembros de la sociedad somos iguales en conducta, impone que sus opiniones sean tomadas con toda reserva por provenir de alguien que no sirve y persigue similitud donde solo puede haber diferencia.

30. Ante la abundancia de sinvergüenzas en nuestro medio y la influencia que ejercen, no tienen que hacer mucho esfuerzo para hacer que prime la idea de que no hay paralelo alguno entre hacer dinero por medio del trabajo que lograrlo por el robo; que el tiempo hace posible la semejanza; que la desigualdad en el origen de fortunas se borra y luego llega la equivalencia.

31. La higienización que precisa la sociedad dominicana en el orden ético y moral impone una labor de purificación para hacer desaparecer ideas y conceptos que contribuyen a confundir al pueblo y acepte que no hay diferencia, sino igualdad entre el munícipe indiferente a los problemas de su comunidad y el que lucha para que se resuelvan.

32. Hay que hacerle comprender al pueblo dominicano que aquí no todos somos iguales en conducta, que aunque los saqueadores del patrimonio público quieren hacer creer que todos somos culpables de la tragedia nacional que nos hunde en la podredumbre social, eso no es cierto.

33. No hay semejanza entre quien ha robado al erario, y el pueblo que es la víctima; no hay igualdad entre el corrupto y aquel que lo denuncia y enfrenta; hay diferencia entre el que apoya la corrupción y el que la combate, en fin, hay oposición entre quien quiere ver iguales donde solo hay disconformidad, homogeneidad donde hay divergencia.

34. Algunas personas no se dan cuenta lo que encierra el hecho de aceptar la teoría de los diferentes iguales, la cual conduce a impulsar la falsa creencia de que en el pantano social dominicano que estamos viviendo, todos somos iguales, corresponsables de que la especulación se convierta en realidad con solo desvirtuar, adulterar la verdad, para  que se sobreponga el embrollo, la desfiguración, y el enredo.

35. La sociedad dominicana de hoy avergüenza, es un bochorno que sonroja; aquel que tiene cuentas pendientes con el pueblo ha encontrado un medio de defensa equiparándose moralmente con el diáfano, con el que ha actuado en forma transparente y cristalina, no en la opacidad, en  forma turbia y con dobleces.

36. En la medida que se acepte la conjetura entre los iguales diferentes, más  se acerca el ideario de aproximación al decente con el vagabundo, al laborioso con el vago, al honrado con el ladrón; adosar al “tigre” con el desclasado social, juntar al malhechor con el sano y sociable.

37. La sociedad dominicana está siendo orientada para que acepte que aquí no ha pasado nada; que somos iguales en comportamientos; que todo no es más que cháchara de civiles, palabreo de necios izquierdistas trasnochados   y hojarasca de pobres ideólogos derrotados; que debemos estar unidos las lacras sociales y los virtuosos.

38. La confusión imperante en el ambiente dominicano ha facilitado que la conducta ejemplar del ciudadano de bien se asimile a la del sinvergüenza; que el politiquero corrupto sea aceptado como calcado del limpio; que el vagabundo sea considerado como copiado del virtuoso; que no hay desigualdad entre aquel que se dedica a la política por convicción ideológica en procura de liberar el país, y el negociante politiquero.

39. Lo ideal sería que lo mejor del pueblo dominicano comprenda que no es nada sano para el país que se siga aceptando como buena y valida la tesis de los iguales diferentes, porque la misma conduce a que no haya distinción; que se minimicen las inconductas; y que la niñez se desarrolle con la errada percepción de que da lo mismo ser decente que indecente, honrado que ladrón, leal que traidor, y falso que sincero.

40. Finalmente,  a mis nietos y nietas  les digo que no presten atención, que ignoren por completo los mensajes que provienen de aquellos que por ser insignificantes, y haber trascendido solo por poseer dinero fruto de operaciones ilícitas, buscan ser importantes presentándose como semejantes, idénticos a quienes la sociedad reconoce y valora con gran estima por su correcto proceder, por sus comportamientos ajustados a la honestidad y a la vida pública diáfana.



 Santiago de los Caballeros,
14 de julio de 2015.

        

martes, 7 de julio de 2015

Carta de un abuelo a un amigo, padre



       Por: Ramón Antonio  Veras. 

1.- La última vez que hablamos me preguntaste la razón por la cual en muchos  de mis escritos hago hincapié en la necesidad de proteger a la niñez dominicana,  y  los consejos que dirijo a mis  nietas y nietos;  ante tu inquietud te prometí  que, oportunamente, por escrito te daría respuesta.  Porque sé que me formulaste  tu duda de buena fe, me  dispongo por medio de la presente  satisfacer tu preocupación.

2.- Al  igual que tú, estoy plenamente convencido del estado de descomposición  que en todos los órdenes se encuentra la sociedad dominicana, con el agravante de que todavía no ha tocado fondo, lo que quiere decir que lo peor no está presente, y esto te lo digo partiendo de  la  realidad, no de falsa percepción o subjetivismo.

3.- Porque bien me conoces, sabes que no me gusta ver las cosas del lado negativo, sino del positivo; pero por más optimista que sea no puedo sustraerme a lo que está a  mi vista  y   la de toda persona sensata y con sano juicio.

4.-  Mi amigo, no hay que  ser  muy inteligente para darse cuenta que  el medio social bajo el cual estamos viviendo desmoraliza, desanima a cualquiera que no sea cómplice de esta situación  que  día  tras día  genera más y más desilusión.

5.- Por muy alegre que te levantes de tu cama, una vez te mueves por tu ciudad,  te transformas en un ser humano tocado por la pesadumbre, golpeado por la desesperanza; influenciado  por la preocupación y el padecimiento que te lleva casi a la impotencia como hombre sensible.

6.- Al igual que tú, vivo enamorado de la vida, y para mi país deseo lo mejor en el orden material y espiritual, pero una cosa es a lo que aspiramos y otra, muy distinta, la  que pinta la realidad.

7.- Hay que estar privado totalmente de  la vista, o ser frío e indiferente, para no darse cuenta que nos estamos moviendo en una especie de selva, en una  jungla con calles y avenidas, habitada  por persona que  bien aceptan vivir como tribu.

8.- Sé que no desconoces  que la democracia que padecemos, diseñada al gusto  del imperio y la minoría nacional que le es dócil, es de hojalata, y tan frágil  que  se  dobla  por un mísero  peso devaluado,  y sus instituciones endebles  hasta el punto de  que  el vaho que despide la corrupción las cautiva.
9.- Sinceramente te lo digo, sin hacer mucho esfuerzo podemos llegar a la penosa conclusión  de que estamos moviéndonos en un fango social; transitando por un terreno encharcado, y al final del mismo  lo que se vislumbra es algo  legamoso. Lamentable, pero es así.

10.- Si quieres comprobar el cuadro feo que es el medio social dominicano,  basta que detenidamente te pongas a ver lo que a diario ocurre a nivel del fenómeno  de la corrupción  y la ausencia de institucionalidad; inseguridad personal y de bienes; mediocridad educativa; falta de civismo y orgullo ciudadano. En pocas palabras, el ambiente está contaminado, huele mal, apesta, está insufrible.

11.-  Lo expuesto anteriormente no es sorpresa para ti, ni procuro alarmarte; simplemente te estoy reseñando algo de lo que  a diario somos testigos y que, como te dije más arriba, aún lo peor no ha llegado.

12.- Quiero llamar tu atención de que ni por asomo  me ubiques como un pájaro de mal agüero; jamás me voy a convertir en un mensajero de malos presagios; lo que  ocurre es que las señales que envía el ordenamiento social y económico actual, no me hacen ver nada bueno en lo inmediato, aunque si espero y confío en un porvenir de buenos augurios  para nuestro pueblo.

13.- Sinceramente te lo digo, sin mucho esfuerzo podemos llegar a la conclusión de que el grado de enfermedad que padece la sociedad dominicana en lo económico, social, político y de decencia, sólo puede superarse  si la niñez dominicano de hoy es desarrollada con una  mentalidad nueva, diferente a la que predomina ahora,  la cual descansa en  el individualismo, el egoísmo,  la sed de dinero fácil, la ambición desmedida y cuantos vicios y taras convierten al ser humano en un instrumento de pretensiones insociable, en un lobo para el lobo.

14.-  Luego de hacerte una relación de algunos de los síntomas que identifican el cuadro de las  enfermedades que afectan al cuerpo social dominicano, paso a explicarte lo que motiva mi inquietud e  interés para que la niñez dominicana se levante sana, robusta; no contaminada;  para que ella pueda sanar, hacer posible que  nuestro pueblo recupere la perdida salud económica,  social, ética, cívica y ciudadana;  y evitamos que el país se convierta,  en el futuro, en un sanatorio, algo así como un establecimiento de enfermos sometidos a tratamientos para enfermedades terminales.

15.- Quiero significarte  que para depositar mi confianza en aquellos seres humanos que habitan en nuestro medio  y todavía están  en el primer período  de vida,  las niñas y los niños,  tomo en consideración  que los ya adultos estamos formados;  somos malos o buenos; el medio ya nos condicionó;  en la formación de nuestro comportamiento los vicios sociales penetraron en proporciones diferentes, dependiendo de la condición clasista y otros factores.

16.- Mi amigo, la percepción que tengo es que  la única forma de dejarle al país un mejor futuro es salvando a nuestras niñas y niños, educándolos para  que tengan una actitud, una conducta que les haga hombres y mujeres de bien para el porvenir.  El pasado y el  presente no han sido nada halagüeños para nuestro país, y si crees que no  tengo razón te invito a que lances  una mirada retrospectiva a nuestra historia.

17.- No sé lo que piensas, pero  sí  te digo que estoy convencido de que a nuestro país hay que relanzarlo,  a los fines de  que  recobre el civismo perdido; estimularlo para   que rescate  el correcto proceder;  haga suya  la necesidad de  que en él impere  la decencia, la hidalguía y el respeto perdido a la honestidad y a  la honradez; para que a la conciencia de las ciudadanas  y ciudadanos  retorne su actitud hacia  su pasado orgulloso   de ser  personas  confiables  por su integridad.

18.- Con franqueza te digo  que estoy convencido  de que sólo formando a la niñez de hoy en el actuar correctamente podemos recomponer el país, y  con ello eliminar cualquier posibilidad de mantener la enferma sociedad actual, bajo la cual grupos politiqueros en forma desenfrenada,  con avidez,  se han lanzado sobre el erario, desvalijándolo  impunemente.

19.-  No te puedo ocultar que pienso que  una de las tantas formas de perder el tiempo  es creer  que algo bueno  se puede obtener con  el  material politiquero actual, prostituido hasta el tuétano; teniendo  la política como negocio;  con ausencia total  de honestidad;  educado en la desfachatez,  y como línea normal de vida  la  sinvergonzonería   en su más alta expresión.

20.- Anido la concepción   de que para comenzar a formarle a la niñez una idea del medio social dominicano  hay que, de entrada, explicarle que el  sistema social  bajo el cual vivimos es  una especie  de trampa diseñada para  engatusar a la mayoría del pueblo dominicano; que es un instrumento para cazar a todos aquellos que caen como bobos, un cebo debidamente moldeado en manos de sus  ideólogos timadores.
21.- Aunque tú no lo creas, uno de los objetivos de los que manejan la trampa, los politiqueros tramposos, es mantener tranquilos,  en permanente quietud a sus víctimas, a la mayoría del pueblo; y luego serenarlo para hacer imposible cualquier excitación que pueda perturbar el orden establecido que le  oprime y margina.

22.- Todos aquellos que se  benefician   de la mansedumbre de las masas,  jamás quieren verlas movilizadas, en estado bravío, con gestos de valentía, sino como animales domesticados, amaestrados para que  hagan  de yunque, no de martillo.

23.- Lo mejor de nuestro  pueblo no llegará a ningún destino satisfactorio sirviéndole de tonto útil a quienes con la mayor desfachatez le engañan;  debemos cifrar positivas esperanzas en las niñas y niños que tenemos, apoyándonos en su ternura, mimándolos y haciéndoles saber que son la única esperanza sana y limpia con que cuenta el país; que de su formación va a depender que enterremos para siempre este asfixiante fango social  sobre el cual  estamos viviendo que genera pestilencia por dondequiera.

24.- Basta con que  hagas  una reflexión, y sin mucho esfuerzo  comprenderás  que el sistema educativo dominicano, si no fracasó por completo, está por esa vía, por lo menos eso es lo que  dicen las estadísticas. Mi objetivo no es alarmarte, pero la verdad es que la situación  que estamos viviendo es  grave a nivel de  instrucción, aunque se quiere presentar como muy leve, sin trascendencia.

25.- Creo que  hay que salvar a los que no  han quedado atrapados en la red  de formación  mediocre. Sin  una  educación  integral e   instrucción de calidad no vamos a tener hombres y mujeres educados  y, por vía de consecuencia,  el nuestro no será más que un Estado fallido.

26.- Mi buen amigo, no seas ingenuo, debes analizar  con detenimiento la situación  en que se encuentra  nuestro país desde hace tiempo, y comprenderás que el mal que padecemos en lo social, económico y político es sistémico; no es cuestión de poses,  de personas feas o bonitas, políticos jóvenes o viejos; el mal es de fondo, no de forma;  conviene que tú aprendas a distinguir, a  separar lo particular de lo general, en fin, que sepas lo que tenemos,  lo que merecemos y lo que debemos hacer para cambiar la realidad actual.

Mi querido  amigo, finalmente, quiero  retengas estas ideas que  te transmito como abuelo, pero  espero las asimiles como padre: 

a.- La crisis que padece la sociedad dominicana en el orden económico, social, institucional y moral, es sumamente preocupante; y lo peor es que todavía no ha tocado fondo. 

b.- El relajamiento en el seno de la familia ha conducido al desenfreno; la degradación ha sido aceptada por muchos padres con indiferencia, lo que lleva a que la depravación se vea como algo normal.

c.- Los padres de familias que delegan en la escuela la formación de sus hijos e hijas, proceden en forma equivocada, porque desconocen que    la educación en el hogar es la base fundamental para el comportamiento, en el futuro, de los adultos.

 d.- Hay que hacerle comprender a cada niña o niño dominicano  de hoy, que va a ser valorado en el futuro, no por su capacidad, talento y patrimonio económico, sino por la posición que haya asumido en cada coyuntura de la vida política y social del país, al lado de las causas justas.

e) Que las niñas y niños del futuro deben asumir con su país   un compromiso social, ético y moral; que  tienen que revestirse de un espíritu de sacrificio; saber que como miembros de la sociedad donde  han nacido, formado y desarrollado tienen que, además de su actividad  laboral como medio de subsistencia, servirles a la comunidad, incidir en la vida pública  sin importar las circunstancias.



Cincinnati,  6 de julio de 2015.