Por:
Ramón Antonio Veras.
I.- Lo
que a diario veo.
1.- Las circunstancias forman parte de la vida de los seres
humanos, y en determinadas coyunturas
hacen posible el conocimiento de
fenómenos sociales. A veces una situación ocasional incide para que `podamos valorar, en uno u otro
sentido, lo que está ocurriendo en el medio en el cual habitamos.
2.- Precisamente, por pura casualidad, mi bufete de abogado está ubicado en un área en la que también funcionan centros educativos a nivel
primario, intermedio, básico y universitario, lo que me permite observar y mantener
comunicación con niños, niñas, jóvenes y
adultos, que estudian asignaturas desde
grados inferiores hasta disciplinas de
alto nivel y calificación académica.
3.- En el permanente contacto con
chiquillos y personas ya maduras, no me
limito a observarlas pura y simplemente, sino que me detengo a percatarme de cómo se
comportan, los términos que utilizan en
su lenguaje; la actitud en sus
relaciones mutuas; el trato con las demás
personas; la forma de vestir; sus
opiniones en torno a la situación política y los problemas nacionales e
internacionales.
4.-En particular, me preocupa en grado
sumo lo que percibo en el comportamiento de las niñas y niños que a
diario se mueven por mi lugar de
trabajo; advierto que el sistema
educativo y el control de
algunos padres está fallando; me resulta penosa la forma como procede ese material humano que está en el primer
período de la vida humana.
5.- En este escrito expongo la
realidad que vivo a diario y me
llama a preocupación. No me lo han
contado, es la expresión de lo que he captado y comprobado en la
realidad; quisiera que lo que estoy
escribiendo en el orden educativo no sea
lo común, sino una particularidad; que lo que en forma permanente veo y escucho sea la excepción, no la
regularidad; que de lo que soy testigo permanente no sea la normalidad.
6- Escucho a niñas y niños,
cuando me pasan por el lado, en dirección a su escuela, y los temas que tratan resultan chocantes, desprovistos de contenido
útil; hacen mención a hechos sin importancia e intrascendentes para el ser
humano. La inutilidad de los asuntos
que abordan evidencia la ausencia de
formación escolar para en el futuro ser
personas que aporten, y no sean infecundos.
7.- Me genera pena ver a niños y
niñas que se preocupan muy poco, o
nada, por exhibir un comportamiento
propio de futuros ciudadanos educados para servir de modelo; con una conciencia elevada del honor; con
objetivos para una concepción nueva de
la vida y el mundo; con la idea fija de
servir de ejemplo por tener hábitos y actitudes nobles, conducta ejemplar.
8.- De lo que soy testigo
constante, de la forma de proceder de niñas y niños que a diario se mueven por el lugar donde permanezco ocho y hasta
diez horas al día, no quisiera que
ocurriera igual con mis nietas y nietos, los cuales
espero se estén desarrollando con la
diversidad de ideas y principios que elevan al ser humano; que sean capacitados
para servir con sentido humano y creatividad a la sociedad en general.
9.- Las niñas estudiantes, al
parecer, salen de sus hogares, no para
la escuela; sino para una pachanga; se exhiben debidamente decoradas; en su
cuerpo llevan adornos de todas clases; sus caritas están pintadas con maquillajes de diferentes
colores. En sí, parecen escenografías en movimiento.
10.- En su desenfrenado comportamiento los niños y niñas que a diario pasan por mi oficina en
dirección a sus escuelas, no conocen lo que es el respeto y la amabilidad. Las
veces que se les llama al buen proceder, lo que sale de sus bocas son
insultos, su lenguaje es soez, chocarrero
y sumamente bajo; hacen uso de
palabras agraviantes e
hirientes; procuran descargar sus afrentosas calificaciones para
ofender a quien sea.
11.- Al momento de abandonar sus respectivos centros escolares, las
niñas y niños a los cuales me refiero,
lo hacen
en forma bulliciosa; el escándalo que producen es insoportable; quieren
llevarse el mundo por delante; lo que se ve en movimiento no parecen seres humanos, sino algo así como una tromba, un torbellino, más o menos un tifón.
12.- Cuantas veces veo a esa niñez estudiantil convertida en una afrenta
social, sólo me limito a recordar la falta que hacen profesoras y directoras de la talla, la autoridad, el don de respeto y
disciplina de Blanca Mascaro, Ana Pepín de Gómez, Tàta Iglesias, Fela Santaella, que en
conjunto, en su momento, simbolizaron el educar con decencia, instruir
con altura y formar para que el país contara
en el futuro con ciudadanos y
ciudadanas ejemplares.
II.-
La formación que quisiera de mis nietas y nietos.
13.- Me sentiría bien como abuelo si mis nietas y nietos aprendieran a
distinguir de qué lado está lo justo, lo recto y lo virtuoso, y dónde la verdad, lo ilegitimo y dudoso; que los
subterfugios ideológicos no les lleven a
ocultar la realidad de las cosas; que la falacia no les motive a desconocer la
verdad por conveniencia. Que se
edifiquen en el sentido de que la
hidalguía resulta de actuar con sentido social,
y que lo demás es pura mezquindad.
14.- Quiero que mis nietas y nietos se formen para
servirles a los demás, impregnados de
conocimientos que descansen en valores
sociales; con la noción de que se han preparado
para serles útiles a su pueblo y a toda la humanidad, y convencidos de que la grandeza de ellos estará en su recto
proceder, en su actitud ante la vida.
15.- Mi aspiración es que mis nietas y nietos asimilen bien lo que
estudian, y la enseñanza que les
imparten; que abracen ideas
que les harán personas de bien, con
un comportamiento que sirva de ejemplo de lo
que debe ser el ciudadano o la
ciudadana que crea en el colectivismo; que retengan conceptos de fraternidad y
hermandad entre las personas; y rechacen el fatalismo y confíen
en el optimismo; aprender de los triunfos y también de los reveses.
16.- No quisiera que mis nietas y
nietos se eduquen en el individualismo,
que conduce directamente al egoísmo; que sepan que una persona que vive sólo para sí, carece de
valor como ser humano; que está desprovista de eficacia. Es algo
ultrajante para la sociedad un despreocupado que piensa para sí y no para la
colectividad.
17.- Es mi deseo que los padres y las madres de mis nietas y nietos permanezcan vigilantes para que comprueben si sus vástagos
están siendo educados para reconocer y defender los derechos de los
otros, con el mismo vigor que los propios, sin distinción de sexo, color,
raza, religión, inclinación sexual o
nacionalidad; y que están siendo formados para subordinar los derechos
generales a los particulares.
18.- Lo que cada día estoy
presenciando en el caso de estudiantes
imberbes, no quiero pensar que pueda ocurrir con mis nietas y nietos, cuyos
padres deben saber que la mayor epopeya de ellos será vigilar la educación de sus
descendientes; preocuparse para que se formen
con el espíritu inclinado al trabajo y el honor, que es lo
que ha de enriquecer para siempre su vida y será su mejor legado;
inculcarles la firme convicción a los
fines de que no se amilanen por nada, y
que piensen que si la resistencia
física tiene un límite que es la muerte, la resistencia moral no la
vence nadie.
19.- No podemos seguir como hasta ahora a nivel educativo. A las niñas y
niños hay que explicarles, por ejemplo,
la falsa idea de la preeminencia del
caudillo, del hombre providencial; hay que hacerle saber a nuestras
nietas y nietos que la historia no la hace un hombre milagroso, sino
las masas populares acorde con los acontecimientos, y que la voluntad
casual no tiene nada que ver con
la lucha social y política de los pueblos.
20.- Por el hecho de que la sociedad en que estamos viviendo está averiada, no podemos
permitir que nuestras nietas y nietos sean educados sin sentido de lo que debe ser el hombre y la mujer del
mañana, con una formación dirigida
a abrazar valores que los hagan
merecedores por su ejemplo de buen
proceder, acreedores de la
consideración de la sociedad por su limpio accionar en la vida
privada, familiar y pública.
21.- El irrespeto que observo en
las niñas y niños que están a mi vista todas las mañanas y las tardes, no lo
quiero ver ni por asomo
en uno cualquiera de mis nietas y nietos. El mejor regalo que
puedo recibir como abuelo es que mis nietas y nietos se formen con un carácter humanitario, demostrado en el accionar diario en el trato con los demás; quiero ver en
ellos calidez hacia todo ser humano que
traten; que demuestren entusiasmo en lo que hacen, absoluta vehemencia para llevar alegría a quien precisa de ella; quitar de su mente todo aquello que daña, pervierte
y quebranta la vida sana en sociedad. Que sepan que actuar de forma correcta
sirve para demostrar que el buen ejemplo es una fuerza moral.
III.- Mis reflexiones finales.
a.- La realidad está demostrando que en un ordenamiento social y
económico como el que predomina hoy en nuestro
país, no bastan los recursos económicos invertidos en el área de la educación
para formar hombres y mujeres con calidad humana; que
rechacen la tendencia al aislamiento, para no caer en el egoísmo y la falsa
superioridad.
b.- Las niñas y niños que a diario veo actuar en forma que desdice mucho
de una buena formación en el hogar y en la escuela, son víctimas
del medio social en el cual viven;
son la expresión de una sociedad
en descomposición y que cada día se agrieta
más. Lo que pinta la realidad dominicana
es un cuadro feo, y lo que ocurre con la enseñanza sirve para comprender que
vamos `por mal camino, por una ruta equivocada.
c.- Los padres y los maestros cumplen con su deber como formadores de los futuros
ciudadanos y ciudadanas, si comprenden
la complejidad y diversidad de
los fenómenos que se presentan en la
vida a nivel educativo, y que el periodo
de sólida formación comprende un
conjunto de procesos que han de abordar en conjunto y no en forma particular, con el fin
de inducir a las niñas y niños a
asimilar las buenas costumbres, los mensajes que se les dirijan para que sean
en el mañana hombres y mujeres de bien, formados para vivir en una sociedad de
personas libres, dignas y decentes.
d.- El Estado dominicano ha
perdido el sentido de responsabilidad en la formación integral; está desconociendo que el desarrollo de la
conciencia social de las niñas y niños es vital, porque es necesario para el avance progresivo de su apoyo a los
deberes como ciudadanos y ciudadanas del futuro, como miembros de la sociedad.
e.- El hecho del Estado no ocuparse de la educación y formación de nuestras niñas y
niños, ha fomentado en el seno de nuestro pueblo la claudicación y la concesión en los principios; el estímulo del lambonismo
y la práctica del oportunismo; el freno a la combatividad y la motivación al arribismo;
la santificación de la discriminación por el
calor de la piel, la edad o la inclinación sexual; y que el fenómeno de la corrupción se haya convertido
en una institución.
f.- Las niñas y niños que me motivan a
escribir este trabajo no están
perdidos; se pueden salvar si
cambia la forma como se están desarrollando, aunque para lograr una
modificación en su conducta se impone un cambio del modelo económico
predominante.
g.- La dinámica de la sociedad dominicana revela que, al parecer, la formación
de la niñez no es una prioridad estatal;
que es lo mismo un alfabetizado pleno y un analfabeto funcional, y que
la mala conducta, el negativo comportamiento
que exhiben las niñas y los niños estudiantes es coyuntural, no sistémico.
h.- Resulta penoso que en un medio social supuestamente civilizado como
el nuestro, se acepte con tranquilidad, como algo muy natural, que una niña o niño se forme con
el individualismo y el egoísmo;
que sean indiferentes por la suerte de los demás; que no tomen en cuenta la capacidad, la falta de
escrúpulos y el robo de los fondos
públicos, y vean como simple
mercancía los valores, las virtudes que adornan al ser humano, y se
impulsa a ignorar las reglas éticas y la armoniosa vida con las demás personas.
i.- En nuestro país debemos de estar convencidos que la educación depende
de la transformación social para hacer
posible un acercamiento entre las condiciones y necesidades de la vida social.
La educación no constituye un elemento de igualdad social, sino, por el
contrario, un factor de jerarquía
social.
j.- Cada uno de los niños y las niñas que transitan todas las mañanas y
las tardes frente a mi oficina, es la
expresión de la realidad de nuestro país en el sentido de que la formal igualdad política de todas las
dominicanas y dominicanos se convierte en algo ilusorio a causa de las reales
desigualdades sociales y se manifiesta en la enseñanza. Es pura ilusión creer que las mejoras de la enseñanza
general constituye una prueba del punto
de partida humanista del sistema.
Santiago de
los Caballeros,
11 mayo de
2015.