lunes, 11 de mayo de 2015

Un testimonio penoso y lo que aspiro para mis nietas y nietos


Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Lo que a diario veo.

1.- Las circunstancias forman parte de la vida de los seres humanos,   y en determinadas coyunturas hacen posible el conocimiento de   fenómenos sociales. A veces una situación  ocasional incide  para que `podamos valorar, en uno u otro sentido, lo que está ocurriendo en el medio en el cual habitamos.
2.- Precisamente, por pura casualidad, mi bufete de abogado está  ubicado en un área en la que también  funcionan centros educativos a nivel primario, intermedio, básico y universitario, lo que  me permite observar y mantener comunicación  con niños, niñas, jóvenes y adultos, que estudian  asignaturas desde grados  inferiores hasta disciplinas de alto nivel  y calificación académica.
3.-  En el permanente contacto con chiquillos y personas ya maduras,  no me limito a observarlas pura y simplemente, sino que me  detengo a percatarme de cómo se comportan,  los términos que utilizan en su lenguaje; la actitud en sus  relaciones mutuas; el trato con    las demás personas;  la forma de vestir; sus opiniones en torno a la situación política y los problemas nacionales e internacionales.
4.-En particular, me preocupa en grado  sumo lo que percibo en el comportamiento de las niñas y niños que a diario se mueven  por mi lugar de trabajo; advierto que  el sistema educativo y  el control  de  algunos padres está fallando; me resulta penosa   la forma como procede  ese material humano que está en el primer período de la vida humana.
5.- En este escrito expongo la  realidad    que vivo a diario y me llama  a preocupación. No me lo han contado,  es la expresión  de lo que he captado y comprobado en la realidad;  quisiera que lo que estoy escribiendo en el orden  educativo no sea lo común, sino una particularidad; que lo que en forma permanente   veo y escucho sea la excepción, no la regularidad; que de lo que soy testigo permanente  no sea  la normalidad.
6- Escucho a niñas y niños,  cuando me pasan por el lado, en dirección a su escuela, y  los temas que tratan  resultan chocantes, desprovistos de contenido útil; hacen mención a hechos sin importancia e intrascendentes para el ser humano. La inutilidad de   los asuntos que abordan  evidencia la ausencia de formación  escolar para en el futuro ser personas que aporten, y no sean infecundos.
7.- Me genera pena ver a niños  y niñas    que se preocupan muy poco, o nada, por exhibir un comportamiento  propio de futuros ciudadanos educados para servir de modelo;  con una conciencia elevada del honor; con objetivos para una concepción  nueva de la vida y el mundo; con la  idea fija de servir de ejemplo  por tener  hábitos y actitudes  nobles, conducta ejemplar.

8.- De lo que  soy testigo constante, de  la forma de proceder  de niñas y niños que a diario se mueven  por el lugar donde permanezco ocho y hasta diez horas al día,  no quisiera que ocurriera  igual  con mis nietas y nietos, los cuales espero  se estén desarrollando con la diversidad de ideas y principios que elevan al ser humano; que sean capacitados para servir con sentido humano y creatividad a la sociedad en general.
9.- Las niñas estudiantes,  al parecer,  salen de sus hogares, no para la escuela; sino para una pachanga; se exhiben debidamente decoradas; en su cuerpo llevan adornos de todas clases; sus caritas están  pintadas con maquillajes de diferentes colores. En sí, parecen escenografías en movimiento.
10.- En su desenfrenado comportamiento los niños y niñas  que a diario pasan por mi oficina en dirección a sus escuelas, no conocen lo que es el respeto y la amabilidad. Las veces que se  les llama  al buen proceder, lo que sale de sus  bocas  son insultos, su lenguaje es soez, chocarrero  y sumamente bajo; hacen uso de  palabras   agraviantes e hirientes;  procuran  descargar sus afrentosas calificaciones para ofender  a quien sea.
11.- Al momento de abandonar sus respectivos centros escolares, las niñas y niños a  los cuales me refiero, lo  hacen  en forma bulliciosa; el escándalo que producen es insoportable; quieren llevarse el mundo por  delante;  lo que se ve en movimiento no  parecen seres humanos, sino algo así como una  tromba, un torbellino, más o menos un tifón.
12.- Cuantas veces veo a esa niñez estudiantil convertida en una afrenta social, sólo me limito a recordar la falta que hacen profesoras y directoras  de la talla, la autoridad, el don de respeto y disciplina de Blanca Mascaro, Ana Pepín de Gómez, Tàta Iglesias,  Fela Santaella,  que en  conjunto, en su  momento,  simbolizaron el educar con decencia, instruir con altura y formar para que el país contara  en el  futuro con ciudadanos y ciudadanas ejemplares.

 II.- La formación que quisiera de mis nietas y nietos.
13.- Me sentiría bien como abuelo si mis nietas y nietos aprendieran a distinguir de qué lado está lo justo, lo recto y lo virtuoso, y dónde la  verdad, lo ilegitimo y dudoso; que los subterfugios ideológicos no les lleven  a ocultar la realidad de las cosas; que la falacia no les motive a desconocer la verdad  por conveniencia. Que se edifiquen en el sentido de que    la hidalguía resulta de actuar con sentido social,  y que lo demás es pura  mezquindad.
14.-  Quiero  que mis nietas y nietos se formen para servirles a los  demás, impregnados de conocimientos que descansen  en valores sociales; con la noción  de que se han preparado para serles   útiles   a su pueblo y a toda la humanidad, y  convencidos de que la  grandeza de ellos estará en su recto proceder, en su actitud ante la vida.
15.- Mi aspiración es que mis nietas y nietos asimilen bien lo que estudian, y la  enseñanza que les imparten;  que abracen  ideas  que les harán  personas de bien, con un comportamiento que sirva de ejemplo de lo  que debe  ser el ciudadano o la ciudadana que crea en el colectivismo; que retengan conceptos de fraternidad y hermandad entre las personas; y rechacen el fatalismo  y confíen  en el optimismo; aprender de los triunfos y también de los reveses.
16.-  No quisiera que mis nietas y nietos se eduquen en el individualismo,  que conduce directamente al egoísmo; que sepan que  una persona que vive sólo para sí, carece de valor como ser humano;  que  está desprovista de eficacia. Es algo ultrajante para la sociedad un despreocupado que piensa para sí y no para la colectividad.
17.- Es mi deseo que los padres y las madres de mis nietas y nietos  permanezcan vigilantes para que comprueben si  sus vástagos  están siendo educados para reconocer y defender los derechos de los otros, con  el mismo vigor que  los propios, sin distinción de sexo, color, raza, religión, inclinación sexual  o nacionalidad; y que están siendo formados para subordinar los derechos generales a los particulares.
18.-  Lo que cada día estoy presenciando en el caso de  estudiantes imberbes, no quiero pensar que pueda ocurrir con mis nietas y nietos, cuyos padres deben saber que la mayor epopeya de ellos será vigilar la educación de sus descendientes; preocuparse para que se formen  con el espíritu inclinado al trabajo y el honor, que  es lo  que ha de enriquecer para siempre su vida y será su mejor legado; inculcarles la firme  convicción a los fines de que no se  amilanen por nada, y que piensen que si la resistencia   física tiene un límite que es la muerte, la resistencia moral no la vence nadie.
19.- No podemos seguir como hasta ahora a nivel educativo. A las niñas y niños  hay que explicarles, por ejemplo, la falsa  idea de la preeminencia del caudillo, del hombre providencial;  hay que hacerle saber a nuestras  nietas y nietos que la historia no la hace un hombre milagroso, sino las masas populares acorde con los acontecimientos, y que  la voluntad  casual  no tiene nada que  ver con  la lucha social y política de los pueblos.
20.- Por el hecho de que la sociedad en que  estamos viviendo está averiada, no podemos permitir que nuestras nietas y nietos sean educados sin sentido de  lo que debe ser el hombre y la mujer del mañana, con  una formación dirigida a  abrazar valores que los hagan merecedores por su ejemplo de buen  proceder, acreedores de la  consideración  de la sociedad  por su limpio accionar en la vida privada,  familiar y pública. 
21.- El irrespeto que observo  en las niñas y niños que están a mi vista todas las mañanas y las tardes, no lo quiero  ver  ni por asomo  en uno  cualquiera  de mis nietas y nietos. El mejor regalo que puedo  recibir como abuelo es  que mis nietas y nietos se formen  con un carácter humanitario,  demostrado en el accionar diario  en el trato con los demás; quiero ver en ellos  calidez hacia todo ser humano que traten; que demuestren entusiasmo en lo que hacen, absoluta  vehemencia para llevar  alegría a quien precisa de ella; quitar  de su mente todo aquello que daña, pervierte y quebranta la vida sana en sociedad. Que sepan que actuar de forma correcta sirve para demostrar que el buen ejemplo es una fuerza moral.

III.-  Mis reflexiones finales.
a.- La realidad está demostrando que en un ordenamiento social y económico como el que predomina hoy en nuestro  país, no bastan los recursos económicos invertidos en el área de la  educación  para    formar   hombres y mujeres con calidad humana; que rechacen la tendencia al aislamiento, para no caer en el egoísmo y la falsa superioridad.
b.- Las niñas y niños que a diario veo actuar en forma que desdice mucho de una buena  formación  en el hogar y en la escuela, son víctimas del  medio social en el cual  viven;  son la expresión  de una sociedad en descomposición  y que cada día se agrieta más. Lo que pinta  la realidad dominicana es un cuadro feo, y lo que ocurre con la enseñanza sirve para comprender que vamos `por mal camino, por una ruta equivocada.
c.-  Los padres y  los maestros cumplen  con su deber como formadores de los futuros ciudadanos y ciudadanas, si comprenden  la complejidad  y diversidad de los fenómenos que se presentan  en la vida a nivel  educativo, y que el periodo de sólida formación  comprende un conjunto  de procesos que han  de abordar en conjunto y  no en forma particular,  con el fin  de inducir  a las niñas y niños a asimilar las buenas costumbres, los mensajes que se les dirijan para que sean en el mañana hombres y mujeres de  bien,  formados para vivir en una sociedad de personas libres, dignas y decentes.
d.- El Estado dominicano  ha perdido el sentido de responsabilidad en la formación integral;   está desconociendo que el desarrollo de la conciencia social de las niñas y niños es vital, porque es necesario  para el avance progresivo de su apoyo a los deberes como ciudadanos y ciudadanas del futuro, como miembros de la sociedad.
 e.- El hecho del  Estado no ocuparse de la  educación y formación de nuestras niñas y niños, ha fomentado en el seno de nuestro pueblo la claudicación  y la concesión  en los principios; el estímulo del lambonismo y la práctica del oportunismo; el freno a la combatividad y la motivación  al arribismo;  la santificación  de la discriminación  por  el calor de la piel, la edad o la inclinación sexual; y  que el fenómeno de la corrupción se haya convertido en una institución.
f.- Las niñas y niños que me motivan a  escribir este trabajo no están  perdidos;  se pueden salvar si cambia la forma como se están desarrollando, aunque para lograr una modificación en su conducta se impone un cambio del modelo económico predominante.
g.- La dinámica de la sociedad dominicana revela que, al parecer,   la formación  de la niñez no es una prioridad estatal;  que es lo mismo un alfabetizado pleno y un analfabeto funcional,  y  que la mala conducta,  el negativo comportamiento que exhiben las niñas y los niños estudiantes es coyuntural, no sistémico.
h.- Resulta penoso que en un medio social supuestamente civilizado como el nuestro,  se acepte con  tranquilidad,  como algo muy natural, que  una niña o niño  se forme con  el individualismo y el egoísmo;  que sean indiferentes por la suerte de los demás; que no tomen  en cuenta la capacidad, la falta de escrúpulos y el robo  de los fondos públicos, y vean  como   simple  mercancía los valores, las virtudes que adornan  al ser humano,  y  se impulsa a ignorar las reglas éticas y la armoniosa vida con las demás personas.
i.- En nuestro país debemos de estar convencidos que la educación depende de la transformación social para  hacer posible un  acercamiento entre las  condiciones y necesidades de la vida social. La educación no constituye un elemento de igualdad social, sino, por el contrario, un factor de  jerarquía social.
j.- Cada uno de los niños y las niñas que transitan todas las mañanas y las tardes frente a mi oficina,  es la expresión de la realidad de nuestro país en el sentido de que la formal igualdad política de todas las dominicanas y dominicanos se convierte en algo ilusorio a causa de las reales desigualdades sociales y se manifiesta en la enseñanza. Es pura  ilusión creer que las mejoras de la enseñanza general constituye una prueba del punto  de partida humanista del sistema.

Santiago de los Caballeros,
11 mayo de 2015.