Mis lágrimas
Por: Ramón Antonio Veras
La angustia, la zozobra que genera
un hecho repugnante como el que llegó a mi familia con el atentado a Jordi
mueve las fibras de todos los hombres y mujeres sensibles.
He sentido en lo más profundo de mi corazón
el operativo delincuencial de que fue víctima Jordi. De mi se han apoderado los
lamentos normales que motivan los hechos abominables, ante los cuales llega la aflicción
al doliente, la consternación al lastimado y la tribulación por el dolor
punzante.
En todo el curso de mi vida he sido
testigo de hechos lamentables; he pasado por episodios que me han motivado
quejidos; he llorado ante la tragedia de muchas familias, amigos y amigas. La
calamidad de cualquier ser humano me llega al alma; la indiferencia no está en
mi forma de ser ante el desventurado. De mis lágrimas puedo decir: “una vida en que no cae una lágrima es
como uno de esos desiertos en que no cae una gota de agua : solo engendra
serpientes”.
El caso de mi hijo Jordi me ha hecho
pasar por momentos difíciles, en el curso de los cuales me he sentido
acongojado ante la impotencia. Los investigadores policiales y judiciales del
atentado a mi hijo fueron testigos de
que Negro Veras, por momentos, el padre vigoroso y entusiasta, en un abrir y
cerrar de ojos se veía agotado y explotado, indignado, diciéndoles a ellos que
su vida emocionalmente se estaba convirtiendo en un yoyo, en un sube y baja.
En la medida que avanzaban los días
y la investigación del caso no arrojaba resultados positivos; los sicarios
materiales se mantenían tranquilos en la impunidad, mientras que los sicarios
morales en interés de lesionar a Jordi
y fastidiarme a mi y a mi familia, les daban riendas sueltas a sus
cerebros letrinos y lenguas venenosas, difundiendo con saña, inquina y
perversidad toda clase de comentarios dañinos con tintes ultrajantes.
Las lágrimas que de mis ojos han
brotado en el curso de las distintas audiencias del caso de mi hijo, son la expresión
de mi dolor por el espanto que me produce escuchar la frialdad como fue
planificado el asesinato; y el tono sarcástico, los gestos burlones, las poses irónicas y cínicas de la
generalidad de los que llevan como abogados y abogadas la defensa de los que
quisieron asesinar a Jordi.
Frente a todos aquellos que con sus actos despreciables
han motivado mis lágrimas, me dan fuerza las palabras que me remite Giannella
Perdomo, cuando me dice: “Llora, con el
valor que tienen los hombres ante la barbarie y la injusticia; llora! Que muchos también lloramos contigo”.
Finalmente, “las lágrimas son el sagrado derecho del dolor; el lenguaje noble de los
ojos es una lágrima; “lo mejor que el hombre puede dar es, después de la
sangre, una lágrima”. “Toda lágrima tiene su valor: es la hermana de la
sonrisa”.
Santiago de los Caballeros,
14 de Junio de 2014.