Es veneno ideológico mandar al pueblo a tocar puertas
I.- Negativa propaganda oficial
- Lo que nos ha impulsado a escribir este y dos artículos anteriores, es que por medio de diferentes canales de televisión, hemos escuchado una promoción oficial que nos ha llamado la atención por su contenido ausente de motivación a la elevación del dominicano y la dominicana.
- El anuncio al cual nos referimos dice así: “En República Dominicana los sueños se hacen realidad tocando puertas”.
- La línea que envía en cada nota la presidencia de la república, viene a ser una misiva presidencial para todo el pueblo, sin importar que sea con el fin de dar a conocer una ejecución o un acto de otra naturaleza. Cada vez que las ciudadanas y los ciudadanos reciben una información oficial, les ponen atención sin tomar en consideración que sea una verdad o una mentira piadosa.
- No hay que ser un gran conocedor de la política para saber que desde los órganos estatales, se envían los mensajes de orientación a la sociedad por medio de la palabra o por escrito.
- Dirigir o encaminar a la comunidad humana, se hace con el objetivo de conducirla para lograr en su provecho algo material o espiritual, siempre cuidándola para con la instrucción no resulte lesionada en su forma de accionar o pensar.
- En lugar de bien enfocar, se desorienta al pueblo cuando se le hace una recomendación que lo lleva a reducirse y no a elevarse por su proceder como ente social.
- La población resulta desorientada, si desde las instituciones del Estado, o el gobierno central se le aconseja llevándola a despistarse, o a estar confundida.
- Las mujeres y los hombres se elevan y ganan respetabilidad por su correcto proceder en el medio donde desarrollan sus actividades. La persona se hace honorable y gana méritos, por su dedicación al trabajo y por ser modelo de buena conducta. La deferencia se alcanza con la buena compostura.
II.- El pueblo llano no debe hacer caso a mensajes pesimistas
- No es nada sano, desde el centro del poder político oficial, motivar a los pobres para que vean como un logro, un éxito, alcanzar algo material por medio de la deshonra, implorando caridad, tocando puertas. Llegar a poseer recurriendo a súplicas e hincar las rodillas para obtener lo necesario, es caer en la pordiosería que degrada y no eleva.
- Los marginados de la sociedad resultan confundidos, cuando reciben informaciones que les hacen formar en su cabeza una mezcla ideológica; un surtido de propaganda que les enloquece con un popurrí de mensajes ideados para desorientarles.
- No es nada bueno decirle a un pueblo hambriento y oprimido que: “En República Dominicana los sueños se hacen realidad tocando puertas”. Esto no es más que condicionarlo para que se pase todo el tiempo pidiendo, que subordine su liberación a limosnas, someter su voluntad a que le abran una puerta para recibir un pedazo de pan.
- A los pueblos hay que motivarlos para que confíen en el trabajo; en el duro batallar para triunfar; combatir para salir adelante y creer en la laboriosidad para lograr éxitos. Nunca hacer caso a los que procuran que domine la cultura de la holgazanería, vaguear e ir pidiendo de puerta en puerta.
- A la gente del país hay que animarla para que se prepare para luchar por el desarrollo suyo y de toda la sociedad humana. Nunca desmayar, desanimarse ni dejarse disuadir para, en lugar de elevarse, andar arrastrándose, dando lástima, tocando puertas.
- Por muy golpeado que esté nuestro pueblo, por la crisis económica, social y sanitaria, no debe ser impulsado a que se sienta alicaído, ni nada entregado. Por el contrario, hay que estimularle para que se comporte enardecido y confiado de que es dueño de su propio destino.
- Hablarle a las masas depauperadas de que su porvenir está cifrado en tocar puertas, es reducirlas a la nada, demolerles su voluntad para resistir y vencer todas las adversidades que se les presentan.
- Es no confiar en la firmeza y potencialidad de los pobres, presentarles como que están en la imposibilidad de modificar su azarosa situación y que, por tanto, deben hacer realidad sus sueños tocando puertas.
- Los hombres y las mujeres del pueblo, no están para que les envíen mensajes de piedad, colocándoles como infecundos sociales, cargas de nulidades, ineficaces para contribuir al avance de la sociedad.
Ideas finales
- Aquellos que en el país son los más y no disponen hoy de lo indispensable para vivir, deben estar confiados en que, más temprano que tarde, saldrán adelante luchando y venciendo a sus adversarios, no tocando puertas.
- El pueblo dominicano hambriento, se liberará a la corta o a la larga, ahora o después, sin encomendarse a nadie, ni corto ni perezoso, sin detenerse a pensar y sin tomar en cuenta el anuncio: “En República Dominicana los sueños se hacen realidad tocando puertas”.
- El deseo de las dominicanas y de los dominicanos a liberarse, está por encima de la propaganda de cualquier naturaleza, sin tomar en cuenta lo que se difunda para confundirles, las muchas o pocas veces que se repita el anuncio confusionista, lo corto o extendido de la propaganda. Nada podrá contener las legítimas aspiraciones populares, que pesan más que cualquier propaganda hecha para engañar y apaciguar.
- Sin importar la promoción que se haga para inducir al pueblo a la pasividad, a los fines de que acepte resignado la opresión social, la inacción nunca será lograda, porque están más presentes sus necesidades, que el deseo de la minoría nacional a mantenerle detenido, inmovilizado, en total marasmo.
- A cada uno de los nuestros hay que llenarles de alegría, para que se mantengan regocijados y convencidos de que por sus propias fuerzas van a lograr mantenerse de buen humor, sin tener que tocar puertas para olvidar sus penas.
- Todos aquellos que aquí creemos que un mundo nuevo y de felicidad es posible, estamos en el deber de hacer que los de abajo, los de a pie, los que comen a veces, se mantengan decididos para liberarse de la pobreza, activos para lograr permanecer bienhumorados, sin tener que tocar puertas.
- El momento manda sembrarle a nuestro pueblo en la conciencia el entusiasmo, para que marche con alegría triunfante, dominado de optimismo y en ningún momento pensar en la desventura, en nada de mala suerte, como tampoco creer en que se hace realidad su porvenir tocando puertas.