Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Ser padre o madre una decisión voluntaria
1.- Lo que el ser humano ejecuta por su propia voluntad es una decisión
consciente en la que nada extraño ha intervenido; no se ha visto forzado a
realizar; en forma deliberada ha procedido. La libertad está presente en el
accionar de quien obra espontáneamente, sin cortapisas de ninguna clase porque
ha hecho o ha dejado hacer honrando el dictado de su conciencia.
2.- Lo voluntario está liberado de hacerse por obligación; es algo
optativo que no se nos manda a cumplir con obligatoriedad. El hombre o la mujer
tiene la posibilidad de tomar la determinación de ser padre o madre, pero
decidirse por tener esa calidad cambia la condición de los que no habían
procedido a la procreación ni a la adopción
y, por tanto, no tenían ninguna obligación a cumplir frente a
descendientes.
3.- El compromiso limita la voluntad, y aquellos que asumen la carga de
progenitores están en el deber de cumplirla con responsabilidad moral, social y
jurídica. Les incumbe a los padres responder de las actuaciones de sus niños
mientras estén bajo su control. La capacidad de criar la deben demostrar los
ascendientes en el cuidado, diligencia y esfuerzo que hagan durante todo el
tiempo que lleven a efecto la formación integral de sus retoños.
4.- El padre y la madre honran el acuerdo tácito formalizado con sus
descendientes y la sociedad, ejecutando sin esperar otra recompensa que la
promesa cumplida. Ligarse los ascendientes es como darle la palabra al medio
social donde viven de que llevarán a ejecución lo que asumieron ad libitum. Darse
por satisfechos de lo que han construido en el hogar con el trabajo instructivo
a sus niños es sentirse pagados por la obra realizada.
5.- Los deberes de los ascendientes con sus vástagos son comunes; no
corren como propios a cargo de uno o de otro, sino en una especie de asociación
de personas que viven con sentimientos y reglas que les sirven de guía, estando
de por medio la sangre y a veces solo lo afectivo. “El hijo no es del padre ni
es de la madre; es una unión de ambos personalizada y es afán de perfección
modelada en carne y alma”.
II.- Obligaciones a cargo del papá o de la mamá ante sus descendientes
6.- Una familia se levanta decente por la forma como los progenitores se
comportan cumpliendo con sus deberes, porque de su proceder va a depender el
futuro de la comunidad familiar; los hijos no llegarán a ser otra cosa que la
expresión de los padres. “No hay infecciones de la sangre peores que las que se
heredan de padres depravados”. Ciertamente, los ascendientes viciosos en sus
costumbres son los que llenan a las sociedades de corrompidos y pervertidos.
7.- En la conducta de las ciudadanas y de los ciudadanos es fundamental
la forma como sus padres les formaron, porque ellos son su obra y la señal de
si han cumplido o no con sus obligaciones. “Los padres, o por tener más
experiencia que los hijos, o por ser su hechura y conocer sus inclinaciones, o
por haberlos criado y conocer de qué pie cojean, o por el amor entrañable que
les tienen, son algo profetas de los bienes o de los males de los hijos”.
8.- Hoy está haciendo falta el papá y la mamá que antes de ocuparse de
hacer dinero de cualquier forma, se dediquen a darles una hermosa educación
familiar a los descendientes para que hagan suya aunque sea una parte de la
idea: “administrar su casa; en eso consiste la verdadera ciudadanía. Eso es
tomar verdaderamente parte en el gobierno general de la ciudad, y ejercitar los
hermosos derechos”.
9.- El hijo bien educado en la casa solariega, si en el curso de su vida
pierde resistencia educativa, la tacha no es culpa de sus padres; hay que
buscarla en una causa extraña a la orientación que le dieron. Un núcleo
familiar que recibió igual encarrilamiento debe conservar las mismas costumbres
e idéntico proceder en el seno de la sociedad, y aquel que falla debe
revisarse.
10.- La obligación material y espiritual que asumen los padres con los
hijos no desaparece por la separación convenida ni por la desavenencia que
pueda ocurrir en el curso de la niñez o la adultez, pero la instrucción estaría
a cargo de aquel que aceptó convivir con él o la adolescente. Esto no quiere
decir, en modo alguno, que la mamá o el papá separado del niño o de la niña se
comporte indiferente a su destino. La ruptura crea dificultades a los hijos
pequeños porque la experiencia dice que la conducta va a estar influenciada por
la individual orientación recibida del tutor que se mantuvo a su lado.
11.- Al margen de la situación que motive a los padres a romper la vida
en común y permanente, en nuestro país se advierte una total relajación en el
núcleo familiar. El aflojamiento, la debilitación se observa con facilidad; los
padres no están desempeñando la función que les corresponde una vez aceptaron
el compromiso ante sus hijos y la sociedad.
12.- Porque muchos padres se han ocupado de asuntos triviales, y no de
la responsabilidad que les incumbe, la sociedad dominicana de hoy es la
adecuada para que se desarrollen los pillos. “No debemos olvidar que la
sociedad no es más que el desarrollo de la familia; si el hombre o la mujer
sale corrompido de la familia, corrompido entrará a la sociedad”. Pura y
simplemente, si hoy padecemos de un medio social degradado en lo ético y moral
es porque muchos progenitores se ocuparon de formar hijos adecuados para ser
corruptos.
13.- De diferentes formas los hijos son afectados desde el seno
familiar, porque hay muchas maneras de corromper a un niño. “Se corrompe su
espíritu con la desconsiderada exageración en las alabanzas; se corrompe su
carácter dejándolo obrar a su antojo; se corrompe sus sentimientos ocupándose
de sus excesos y haciéndole objeto de adoración e idolatría”. Esa es la
realidad que en la actualidad estamos viviendo; la de los padres que quieren
cubrir su irresponsabilidad con atenciones inoportunas y cargadas de
informalidad para exculparse y a la vez hacerse los desentendidos no tomando
parte en el actuar de los hijos.
14.- La sociedad dominicana está moralmente degradada porque además de
estar sustentada en un sistema que genera desigualdad, el agrietamiento ha
llegado al seno familiar donde muchos padres soslayan cumplir con sus
responsabilidades contribuyendo así a hacer más calamitosa la situación de
descomposición social. El papá y la mamá irresponsables se sienten cómodos
aparentando ausentarse disimuladamente del escenario para escurrir el bulto,
mientras sus descendientes realizan las peores diabluras.
15.- El descalabro en la familia dominicana no es cuestión de castigo
celestial, maldición divina o diabólica, sino la combinación de lacras
sistémicas y la forma como las taras sociales dominan a los ascendientes hasta
llevarlos a ser indiferentes de las inconductas de sus vástagos. La creciente
violencia, el rebose de la criminalidad y el desborde de vicios de toda clase
guardan relación con una familia dirigida, en su generalidad, por
irresponsables.
16.- La desgracia que hoy afecta a muchas familias dominicanas es la
suma de la plaga que representa el modelo que padecemos, más las uniones
matrimoniales o simplemente sentimentales de personas educadas en la
desvergüenza, la desfachatez, la vileza, el impudor, el cinismo, el robo y
otras tachas que ligadas entre si lo único que aportan es lo que estamos
presenciando: pobreza, criminalidad, violencia generalizada y padres
irresponsables.
17.- Ser padre con sentido de
responsabilidad implica preocuparse por educar en el hogar, sobre la base de
principios éticos y morales, a los que en el futuro serán ejemplo de decencia,
laboriosidad e integridad. El esfuerzo, el empeño y los desvelos de hoy por una
adecuada orientación a los hijos van a ser compensados con la satisfacción del
deber cumplido. Abandonar el proceder de los descendientes a las costumbres que
asimilen en la calle, es una actitud irresponsable que hace a los ascendientes
culpables de los actos bochornosos de su prole.
III.- Reflexiones finales
18.- La obligación de bien criar no se cumple con los hijos poniendo a
su disposición y alcance todos los gustos. Hay que saber manejar los caprichos
de las niñas y los niños para que no se formen la falsa idea de que todo llega
por la vía fácil; educarlos y formarlos correctamente no significa hacerlos
depositarios de cuantos antojos se les venga a la mente. En cada hogar los
padres deben complacer a los suyos conforme las posibilidades económicas del
momento. Por desbordarse en los gastos para hacer reír a sus criaturas algunos
padres terminan formando lacras sociales.
19.- En los marcos de la responsabilidad compartida, los padres no deben
confundir la complacencia con el hijo digno de premio y la tolerancia con el
censurable que se ha convertido en un estorbo y afrenta familiar. Sacar del
hogar y enviarle a la comunidad un mal educado es contribuir a que el ambiente
se contamine con un antisocial que de mala manera e incorrectamente fue
educado. Aquel que fue mal hecho en su casa termina siendo un maleante,
facineroso, en sí, un delincuente.
20.- En nuestro país, por esas
calles de Dios, se mueven hijos cuyos padres permanecen llenos de culpas por
sus irresponsabilidades y porque saben que “el primer cuidado del hombre
debería ser evitar los reproches de su propio corazón. El castigo más
importante del culpable es nunca ser absuelto en el tribunal de su propia
conciencia”. Aquellos que se metieron a papi y mami se han portado irresponsables
dañando a sus descendientes convirtiéndoles en peligros sociales.
21.- No se exige de los padres que sean hoscos, ásperos ni mucho menos
herméticos. Crear el ambiente familiar amoroso y disciplinado no quiere decir
compartir en condición de intratables. Aquellos que dirigen la célula familiar
están en el deber de generar amor y comprensión, hacer la vida comunitaria y
sociable. Por muy ceñudos que sean los padres no lograrán disciplinar en el
hogar si no es enseñando a comprender con dulzura. Amedrentando se mete miedo,
no se obtiene la asimilación de las buenas costumbres. “No es la carne y la
sangre, sino el corazón lo que nos hace padres e hijos”.
22.- En forma equivocada, algunos progenitores creen que dando
demostración de afectos excesivos o sumisión por debilidad paternal van a
llegar a tener descendientes ejemplo para la sociedad. La responsabilidad del
padre y de la madre no se cumple adulando, festejando ni mimando con
hipocresía, sino mediante la correcta orientación que es la que va a servir de
guía en las actuaciones de los futuros adultos. Dirigir o encaminar a un hijo o
una hija es asesorarlo en lo que debe ejecutar o no; es colocarle en la mente
la recomendación adecuada, el encauzamiento que corresponde de acuerdo a las
normas de decencia en el medio donde viven.
23.- En los hogares de nuestro
país se hace necesario que el papá y la mamá piensen detenidamente si real y
efectivamente están cumpliendo con su responsabilidad de padres; que se
concentren y hagan un examen de su conciencia y se formulen la pregunta de si
han hecho honor a su compromiso con los hijos y con la sociedad; que
reflexionen para saber si han llevado a efecto el cometido que voluntariamente
se impusieron ante sus vástagos, en fin, que en cada domicilio los directores
traigan a la memoria si sus niños tienen hoy la buena formación para en el
futuro llegar a ser ciudadanas y ciudadanos honestos.
24.- Acomodar la responsabilidad
a las circunstancias equivale a someterla a factores coyunturales y a los deseos
de los actores. Los padres cumplen con la formación de sus hijos enseñándoles
los preceptos que sirven a las directrices éticas y morales. Ejecutar
honestamente es llevar de la mano a quien se debe hacer llegar por el buen
camino.
Santiago de los Caballeros,
17 de septiembre de 2018.