jueves, 4 de octubre de 2018

Cuidarnos de los mentirosos


Dedico este artículo a las víctimas de la mentira
Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Miedo a los ratones y a los mentirosos

1.- Aunque sea en forma circunstancial, históricamente, el ser humano ha estado bajo la influencia del miedo, sin que por esa situación se pueda calificar como miedoso; hasta el más valiente ha tenido momentos de temor. Aquellos que creen en alguna fuerza o influencia no explicable por la razón, los supersticiosos, difieren de los temerosos, porque fijan su cobardía en algo que no están en condiciones de explicar.

2.- Recientemente, en el curso de una entrevista que se me hizo en un programa de televisión que se origina en un canal en la ciudad de Santiago de los Caballeros, el entrevistador me preguntó a qué le tenía temor. No lo pensé dos veces para responderle que en mi vida me producen miedo los ratones y los chismosos. Mi actitud de rechazo a los roedores, me lleva a tener en mi hogar siempre, por lo menos, cinco gatos porque los considero sus más firmes adversarios. La turbación que me generan las ratas la ligo al espacio físico donde estaba ubicada la vivienda donde nací y permanecí los primeros años de mi niñez. En lo que se refiere a los murmuradores, mi aprensión hacia ellos es ocasionada por el proceder deslenguado que afecta a amplios segmentos sociales con los cuales me ha correspondido vivir en mi adultez.

3.- Debo admitir que me ha sido más fácil vencer el pánico hacia los ratones, que el horror que me causan los cizañeros. Los felinos se encargan de mantener alejados a los animalitos que me alarman, pero a los difamadores no hay forma de pararles sus lenguas cargadas de veneno. El ratón es, hasta cierto punto, inofensivo, porque solamente ataca cuando es colocado en una encrucijada. Pero el habitual chismorreador no se detiene nunca en su afán de despellejar al ser humano más noble. La mala impresión causada por la presencia del ratón, no se compara nunca con la irritación que motiva el chismoso que perturba hasta con la referencia que se hace de su perniciosa persona.

4.- El miedo que generan los ratones es circunstancial, pasajero y puede evitarse. Pero el pavor que motiva el chismoso es permanente, no efímero. Es posible eliminar una plaga de ratones fumigando su madriguera, pero para quitarse de encima a un difamador hay que higienizar a toda la sociedad, o una gran parte de ella, porque el calumniador está afectado de un quebranto sistémico que lo impulsa a ser perverso, haciendo de la censura maldita su pasatiempo favorito. El maldiciente se siente realizado cuantas veces ultraja a su víctima llevándola hasta el más profundo martirio.

5.- Dentro de mi temor a los ratones he llegado a ser con ellos mentalmente tolerante, al reconocer que en ocasiones han sido de provecho para la sociedad humana, porque han servido para investigaciones científicas favorables a la humanidad. Pero no puedo decir lo mismo de los aficionados al chismorreo que solo sirven para dañar a los demás. El liante está en el medio solo para traer pesares hasta a los que no conoce, porque como malévolo que es mortifica a inicuos y virtuosos.

II.- Proceder del mentiroso

6.- En el mentiroso están reunidas todas las condiciones perversas que colocan a las personas en estado agrio; tienen habilidades para que el mal humor llegue negativamente a la conciencia de aquellos a quienes procuran colocar permanentemente enfadados, ásperos, belicosos y de cualquier manera disgustado. El que miente busca con su malevolencia que a quien daña se sienta anímicamente enconoso, y nunca alegre.

7.- Para ganar confianza, el mentiroso actúa con simulación la que acompaña de zalamería, adulación y otras actitudes mimosas. No es fácil descubrir las bellaquerías de quién miente, porque ejecuta sus maldades envueltas de halagos, monerías y poses que maneja con suma hipocresía, fingimiento y cuantas trampas puede poner en su accionar de engañador y farsante.

8.- El embustero quebranta la fidelidad porque está hecho para la traición. Actuar con villanía es un deleite para el que hace gala de la falacia. El falso es un individuo ingrato, de dos caras, alevoso y jugador a dos bandos. Nunca práctica la franqueza porque no sabe ser fiel. Expresa sus mentiras con el vicio de menudear a fin de que la frecuencia de su falacia sea aceptada como veraz.

9.- Nadie escapa de las maquinaciones del mendaz, porque no se detiene ante nada ni ante nadie. Lo suyo es disminuir, menguar y como quiera poner en decadencia la honorabilidad de quien merece respeto y distinción en el medio donde vive. Busca causar perjuicio, hacer ver al decente como indecente, desacreditar para menoscabar al respetuoso, y manchar honras forma parte de su arsenal diabólico e infame.

10.- Porque el trolero está diseñado para motivar pesadez, se mantiene constantemente desarrollando conversaciones en las que destaca derrotismo, desesperanza, desánimo y negatividad. El patrañaso, embrollador e impostor no se cansa; permanece sin vacaciones con el objetivo de abrumar con sus mentiras generalmente mal intencionadas. Busca desmoralizar, llevando con acusaciones falsas e infamantes a la congoja y al remordimiento sin causa.

11.- Decir una cosa por otra, faltarle a la verdad forma parte de la conducta de aquel que con sofismas, embustería y ficción trata de hacerse merecedor de confianza, digno de ganarse la buena voluntad y acreedor de elogios de parte de la persona sincera y sin dobleces. Aquel que se mueve en el mundo de los trufadores y engañadizos no tiene la más mínimas condiciones para comportarse limpio y transparente porque está huérfano de claridad.

12.- El tramoyista es capaz de generar las peores diferencias entre personas que disfrutan la amistad sincera, y se encuentran unidas por afectos recíprocos. Por ser insidioso, el macaneador está en condiciones, con su espíritu rollista y ficticio, de crear desavenencia entre aliados ligados por la más sólida amistad y pura camaradería. Allí donde predomina la armonía, el que miente lleva la discordia.

13.- Aquel que tiene el hábito de hablar mentiras, por su postura fingida impide descubrir la forma de cómo reacciona ante un hecho. Con toda frialdad se muestra conformista e inflexible, adaptable e intransigente, rígido y maleable. El mentiroso posee el don de hacerse el débil; como el que está ya desfallecido, aunque conserva toda su fortaleza para en el momento oportuno exhibir su potencial de parlanchín, lenguaraz y gárrulo.

14.- El mentiroso, con el fin de alcanzar sus objetivos hace creer que es un ser humano fuera de serie; aparenta ser impresionante y de buen carácter; simula ser todo un emprendedor, listo para organizar, forjar y establecer lo que sea necesario para progresar. El falso, en su afán de confundir, hace suponer  que es muy educado, que está debidamente adiestrado, que es un ente social maduro, disciplinado para lo que sea, aunque en el fondo no es más que un irresponsable e informal.

III.- Temor justificado ante los mentirosos

15.- Aquel que tiene la oportunidad de estudiar detenidamente el conjunto de cualidades que distinguen al embustero, puede darse cuenta que es una persona caracterizada por la superficialidad; vive de la chismografía; es de naturaleza insustancial; se ocupa de asuntos sin trascendencia y gusta de abordar cuestiones irrelevantes. Su vocabulario es de poca significación y compuesto en su conjunto por trivialidades que emplea para menospreciar y quitar importancia a las virtudes ajenas.

 16.- Para hacer de la mentira un proceder normal hay que ser maligno por entero, abyecto de formación, malévolo por gusto y pérfido desde siempre. El que inventa perversidades contra alguien, no es de buen corazón ni de sanos sentimientos; no es un ángel, un bendito ni de buena pasta; no tiene nada de considerado ni mucho menos puede ser llamado un primor, una exquisitez de persona. El fabulador es perjudicial como ciudadano; deplorable como comunitario e inadecuado para compartir con los miembros de la sociedad que demuestran ser de buena calidad.

17.- Ante el mentiroso hay razón para mantenerse sobrecogido, lleno de espanto y horrorizado de pie a cabeza. No hay forma de ser atrevido, estar cargado de valentía ni de audacia. El accionar de aquel que se siente a gusto con la mentira, neutraliza cualquier gesto de bravura. No hay coraje, intrepidez ni temple frente al que hace de la mentira su arma preferida. El más audaz, brioso y denodado queda como cobarde frente al obrar del mentiroso.

18.- Para la paz espiritual lo que más conviene es mantener alejado al mentiroso, porque en la medida que se neutraliza su lengua, también se nulifica su obrar dañino. En verdad, lo determinante es suprimir toda relación con el embustero; hacerse de cuenta que desapareció; que dejó de existir, porque solo así se sabe que el ambiente se ha liberado de quien vive para deshonrar; empañar fama y oprobiar; deslustrar buena imagen y desprestigiar.

19.- Con el convencimiento que tengo de lo nocivo que es el mentiroso para la convivencia civilizada y la sana armonía, he llegado a formarme la idea de que mi temor hacia los ratones debe ser disminuido porque, en fin de cuentas, lo mío hacia ellos puede ser un miedo infundado, mientras que el justificado  horror cada día se afianza más en mi por las perversidades de los embusteros. Con respecto al ratón es posible que con el tiempo yo proceda, algo así, como echándole agua al vino, recogiendo velas, pero con el que habla mentiras debo actuar pensando siempre en el terror que me produce.

20.- Los ratones, históricamente, han sido tomados en cuenta positivamente, hasta el punto de que en la actualidad algunos seres humanos los tienen como animales a los que se les atribuye la virtud de traer buena suerte. Pero a ninguna persona con sano juicio se le puede ocurrir tener a un mentiroso como figura de cualidades para traer dicha. Por el contrario, el embustero es signo de desgracia, infortunio y desventura.

21.- En el medio social nuestro cualquier persona de sanos sentimientos y correcto proceder está llamada a resultar lesionada material o moralmente por un chismoso de los tantos que abundan y con los cuales, por una u otra razón, estamos llamados lamentablemente a compartir. El ser humano bondadoso es el más propicio a ser perjudicado por el embustero porque, como se ha dicho, “los propósitos que hace la persona sana de no engañar nunca a nadie, la exponen a ser engañada con frecuencia”.

22.- Al tratar con el mentiroso hay que ser sumamente ágil de mente porque: “Habla él con tan gentiles palabras, y tiene tal aire, promete con tanta pasión y jura con tanta gracia, que el ser engañado por él sabe a gloria”. Debemos cuidarnos de los mentirosos.


Santiago de los Caballeros,
1 de octubre de 2018.

Ante una distinción internacional, gracias





Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

1.- Aunque no se lo proponga, en todo el curso de su existencia el ser humano permanece de sorpresa en sorpresa; en estado de asombro a pesar su interés por vivir sin sobresaltos. De un momento a otro ocurre un hecho que nos cae como una bomba, hasta el punto de que quedamos con la boca abierta. Nunca estamos preparados para lo que es distinto a lo acostumbrado. Lo chocante llega como extraño y nos impulsa a reaccionar desconcertados.

2.- Aquel que ejecuta algo sin esperar recompensa se mantiene sin ofuscación; conserva todo su tiempo libre de ocuparlo en expectativas. El que acciona realizando lo que su voluntad le ordena, lo hace por convicción. Darle cumplimiento a lo que nos inclinamos sin aferrarnos a lo material, es prueba de que nos domina el idealismo, que procedemos actuando por encima de la práctica materialista. Solo el que hace algo a la espera de retribución se mantiene confiado de que le llegará lo que lo ha ilusionado a moverse. El optimismo sirve de aliento al crédulo, a la vez que le da tranquilidad espiritual.

3.- Porque no me creo merecedor de gratificación por lo que he hecho cumpliendo con mi deber, siempre será para mí una extrañeza cuantas veces soy informado de que seré objeto de un reconocimiento. Los galardones que he recibido en mi paso por el mundo de los vivos, los acepto como un halago, más que como algo que se me da por una buena acción o servicio, porque nunca estoy a la espera de retribución por lo que mi forma de pensar me manda hacer en mi lar nativo o en el extranjero.

I.- Ante un reconocimiento. Por la paz y contra la guerra

4.- La introducción anterior está motivada porque el día 3 del mes de julio del año en curso, 2018, en horas de la noche quedé estupefacto porque de improvisto recibí, vía mail, una carta en la cual se me informaba que el Comité Gestor de los Premios Ilustres del Instituto para Estudios Latinos, con sede en New Jersey, había acordado concederme el Ilustre por mis Aportes de Trayectoria de Vida en Justicia Social.

5.- La misiva me cogió de sorpresa, primero, por la distinción y, segundo, por el señalamiento de elogios de los cuales no me siento ser acreedor. De todas maneras, debo reconocer que el asombro valió la pena porque cuando recibo un regalo lo tomo como que proviene de alguien que no espera nada a cambio; que lo hace como una manifestación de afecto, y las expresiones de cariño deben ser recibidas con sentido de grata aprobación.

6.- Luego de leer el aviso del reconocimiento, he considerado que al ser de naturaleza internacional el organismo que me hace la distinción, tomó en cuenta entre otras consideraciones, mi participación en entidades como el Consejo Mundial de la Paz, y otras de iguales fines. Por tal razón considero oportuno ahora hacer mención de dos intervenciones que hice, fuera de mi país, manifestando mi preocupación para que se preserve la paz como patrimonio universal.

7.- El 4 de septiembre de 1980, en el Parlamento de Los Pueblos Por La Paz, instalado en Sofía, capital de la República Popular de Bulgaria, intervine planteando:  “La guerra fría contribuye a limitar la lucha por las libertades públicas y los derechos democráticos; impide la solución de los problemas sociales y económicos en cada país, haciendo la vida más pesada para las grandes mayorías nacionales; genera la desconfianza y estimula temores en los seres humanos; hace imposible la cooperación económica y política entre los pueblos y Estados”. Como oposición a la guerra fría creo en la distensión que es, ante todo, el paso a unas relaciones normales y en pie de igualdad entre los Estados. Ella implica la disposición a resolver las divergencias y los litigios sin recurrir a la fuerza ni a las amenazas, sino por medios pacíficos y en la mesa de las negociaciones.

8.- Al preocuparme por el desarrollo de la carrera armamentista buscaba destacar que la vía para construir un nuevo orden económico para el desarrollo mundial debía de ser con base en principios de igualdad de oportunidades y soberanía plena de cada país sobre sus riquezas naturales, así como la cooperación de sana vecindad y reciprocidad, beneficiosa para los pueblos sin distinción de tamaño o sistemas sociales. Procede hacer todos los esfuerzos para impedir aquellos conflictos que en nada benefician el buen entendimiento que es el que guía y motiva el respeto mutuo para la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados. Siempre es bueno recurrir al acercamiento sincero, renunciando a la enemistad entre naciones y procurar la conversación franca para alcanzar la integridad territorial de los países, el desarrollo de relaciones económicas y culturales en plano de igualdad y mutuo beneficio.

9.- En otra ocasión, en el curso de la Sesión del Consejo Mundial de la Paz, efectuado el 5 de marzo de 1985, en Moscú, vigente la administración de Ronald Reagan, intervine puntualizando, “En estos momentos, la humanidad tiene en Ronald Reagan, a un enemigo de la paz, a un estimulador de la guerra y a un adversario de los ideales de progreso y prosperidad. En su abierta disposición de incentivar la carrera armamentista y favorecer la gran industria de la guerra, la administración Reagan ha estimulado los gastos militares en cifras verdaderamente alarmantes, hasta el punto de que las asignaciones presupuestarias para fines militares aumentaron de casi 160,000 millones en 1981 a 232,000 millones de dólares en 1983”.

10.- No podría ser indiferente a los datos estadísticos que me dicen que “cien millones de personas estaban vinculadas en el mundo, en 1980, de manera directa o indirecta, a actividades militares, sin utilidad económica efectiva para la sociedad. Este número es en la actualidad superior que el total de maestros y médicos en todo el planeta tierra. Medio millón de científicos e ingenieros entregan su potencial creador a las actividades de investigación con fines militares y desarrollo de armamentos, para las cuales se invierten al año en el mundo más de 50 mil millones de dólares. Con los recursos que se destinan en un solo día a gastos militares, podría sufragarse el gasto anual del programa de eliminación total del paludismo. El mundo invierte en 5 horas en gastos militares el equivalente del total del presupuesto anual de Unicef para programas de atención a la infancia. En los países subdesarrollados en su conjunto hay actualmente un soldado por cada 250 habitantes y un médico por cada 3,700. El mundo gasta hoy día un promedio de 19,300 dólares al año por cada soldado, mientras que los gastos públicos destinados a la educación promedian tan solo 380 dólares por cada niño de edad escolar. Por cada 100, 000 habitante del planeta hay 556 soldados y 85 médicos. Los presupuestos de los Estados Unidos y los países de la Comunidad Económica Europea, asignan 45 dólares per cápita a la investigación con fines militares, y 11 dólares a las investigaciones relacionadas con la salud de los seres humanos. Además, los fondos asignados a escala mundial a los armamentos bastarían para duplicar los gastos públicos totales en la enseñanza o para triplicar los aportes a la protección de la salud. La carrera de armamentos absorbe cada día más de mil millones de dólares, mientras más de mil millones de persona en el mundo entero sufren hambre”.

11.- Durante mi permanencia en las organizaciones que a nivel mundial se interesaban por la paz, me preocupé por destacar las causas verdaderas que engendran las guerras, señalando que en las condiciones actuales, cuando los intereses monopolistas armamentistas se ocupan por mantener a la humanidad en estado de permanente tirantez en las relaciones internacionales; en la preparación de guerras directas; en el fomento del terrorismo y métodos de imposición y de presión que día a día hacen posible las guerras regionales. Es mi creencia que, ayer como hoy, manifestarse y accionar por la paz y contra de la guerra, es contribuir a que la especie humana lleve una vida de sosiego dentro de la tribulación causada por el tormento que le impone un sistema social injusto.

II.- Mi impresión del acto

12.- Ante la distinción internacional que se me hizo me sentí en el deber de traer a la memoria los puntos de vista que desarrollé en mi paso por distintos foros mundiales donde hice hincapié de los daños que genera la guerra y la necesidad de defender la paz. Compartiendo con personas que, al igual que yo, fueron objeto de distinciones, me alegré al rememorar fragmentos de los discursos que pronuncie en épocas pasadas pero que todavía mantienen vigencia.

13.- La mayor satisfacción que puede sentir un ente social cualquiera es ser halagado por aportar voluntariamente a la sociedad humana, y más aún cuando procede a ejecutar sin esperar retribución de ninguna índole. Lo que se hace como un mandato de conciencia, si es reconocido por los demás genera buen humor, motiva animación y crea júbilo contagioso.

14.- Aprecio mucho participar sanamente con otras personas en cualquier actividad que sirva para estrechar lazos o de cualquier forma cooperar con sentido de camaradería para conmemorar un hecho de importancia, como es homenajear a quienes apartado del interés personal han puesto en alto su arte u oficio.

15.- Sentirse comprometido con una causa impone estar allí donde la obligación manda a accionar como demostración de respeto a lo que se procura materializar. Abrazar una doctrina sirve de motivación para comportarse con ella desinteresadamente; es actuar apartado de todo lucro, lo que entraña no buscar adulación, coba, ni beneficio de ninguna clase. Luchar por un mundo mejor no da motivo para engreimiento, ni mucho menos creerse que se está por encima del bien y el mal.

16.- Ante la demostración de afecto de que fui objeto el pasado viernes en acto efectuado en The Harold M. Proshansky Auditorium de la Universidad de Berkeley College, New York, quiero reiterar mi agradecimiento a los que hicieron posible el homenaje, y a la vez testimoniar mi apego a la paz porque creo que “la guerra es el hambre, la peste, el robo, el asesinato, el sacrificio, el olvido de todo los deberes, la violación de todos los derechos, la destrucción erigida en arte, el imperio de la fuerza, el verdugo de la ley, el escarnio del dolor; una cosa ciega como la materia, feroz como un tigre, todos los malos instintos tomando consejo de la ira, las pasiones sin freno, la desolación sin límites, la perversidad sin castigo, y el crimen sin remordimientos. ¡Esa es la guerra!”.

Santiago de los Caballeros,
23 de septiembre de 2018.

La paternidad responsable y la irresponsable


Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Ser padre o madre una decisión voluntaria

1.- Lo que el ser humano ejecuta por su propia voluntad es una decisión consciente en la que nada extraño ha intervenido; no se ha visto forzado a realizar; en forma deliberada ha procedido. La libertad está presente en el accionar de quien obra espontáneamente, sin cortapisas de ninguna clase porque ha hecho o ha dejado hacer honrando el dictado de su conciencia.

2.- Lo voluntario está liberado de hacerse por obligación; es algo optativo que no se nos manda a cumplir con obligatoriedad. El hombre o la mujer tiene la posibilidad de tomar la determinación de ser padre o madre, pero decidirse por tener esa calidad cambia la condición de los que no habían procedido a la procreación ni a la adopción  y, por tanto, no tenían ninguna obligación a cumplir frente a descendientes.

3.- El compromiso limita la voluntad, y aquellos que asumen la carga de progenitores están en el deber de cumplirla con responsabilidad moral, social y jurídica. Les incumbe a los padres responder de las actuaciones de sus niños mientras estén bajo su control. La capacidad de criar la deben demostrar los ascendientes en el cuidado, diligencia y esfuerzo que hagan durante todo el tiempo que lleven a efecto la formación integral de sus retoños.

4.- El padre y la madre honran el acuerdo tácito formalizado con sus descendientes y la sociedad, ejecutando sin esperar otra recompensa que la promesa cumplida. Ligarse los ascendientes es como darle la palabra al medio social donde viven de que llevarán a ejecución lo que asumieron ad libitum. Darse por satisfechos de lo que han construido en el hogar con el trabajo instructivo a sus niños es sentirse pagados por la obra realizada.

5.- Los deberes de los ascendientes con sus vástagos son comunes; no corren como propios a cargo de uno o de otro, sino en una especie de asociación de personas que viven con sentimientos y reglas que les sirven de guía, estando de por medio la sangre y a veces solo lo afectivo. “El hijo no es del padre ni es de la madre; es una unión de ambos personalizada y es afán de perfección modelada en carne y alma”.


II.- Obligaciones a cargo del papá o de la mamá ante sus descendientes

6.- Una familia se levanta decente por la forma como los progenitores se comportan cumpliendo con sus deberes, porque de su proceder va a depender el futuro de la comunidad familiar; los hijos no llegarán a ser otra cosa que la expresión de los padres. “No hay infecciones de la sangre peores que las que se heredan de padres depravados”. Ciertamente, los ascendientes viciosos en sus costumbres son los que llenan a las sociedades de corrompidos y pervertidos.

7.- En la conducta de las ciudadanas y de los ciudadanos es fundamental la forma como sus padres les formaron, porque ellos son su obra y la señal de si han cumplido o no con sus obligaciones. “Los padres, o por tener más experiencia que los hijos, o por ser su hechura y conocer sus inclinaciones, o por haberlos criado y conocer de qué pie cojean, o por el amor entrañable que les tienen, son algo profetas de los bienes o de los males de los hijos”.

8.- Hoy está haciendo falta el papá y la mamá que antes de ocuparse de hacer dinero de cualquier forma, se dediquen a darles una hermosa educación familiar a los descendientes para que hagan suya aunque sea una parte de la idea: “administrar su casa; en eso consiste la verdadera ciudadanía. Eso es tomar verdaderamente parte en el gobierno general de la ciudad, y ejercitar los hermosos derechos”.

9.- El hijo bien educado en la casa solariega, si en el curso de su vida pierde resistencia educativa, la tacha no es culpa de sus padres; hay que buscarla en una causa extraña a la orientación que le dieron. Un núcleo familiar que recibió igual encarrilamiento debe conservar las mismas costumbres e idéntico proceder en el seno de la sociedad, y aquel que falla debe revisarse.

10.- La obligación material y espiritual que asumen los padres con los hijos no desaparece por la separación convenida ni por la desavenencia que pueda ocurrir en el curso de la niñez o la adultez, pero la instrucción estaría a cargo de aquel que aceptó convivir con él o la adolescente. Esto no quiere decir, en modo alguno, que la mamá o el papá separado del niño o de la niña se comporte indiferente a su destino. La ruptura crea dificultades a los hijos pequeños porque la experiencia dice que la conducta va a estar influenciada por la individual orientación recibida del tutor que se mantuvo a su lado.

11.- Al margen de la situación que motive a los padres a romper la vida en común y permanente, en nuestro país se advierte una total relajación en el núcleo familiar. El aflojamiento, la debilitación se observa con facilidad; los padres no están desempeñando la función que les corresponde una vez aceptaron el compromiso ante sus hijos y la sociedad.

12.- Porque muchos padres se han ocupado de asuntos triviales, y no de la responsabilidad que les incumbe, la sociedad dominicana de hoy es la adecuada para que se desarrollen los pillos. “No debemos olvidar que la sociedad no es más que el desarrollo de la familia; si el hombre o la mujer sale corrompido de la familia, corrompido entrará a la sociedad”. Pura y simplemente, si hoy padecemos de un medio social degradado en lo ético y moral es porque muchos progenitores se ocuparon de formar hijos adecuados para ser corruptos.

13.- De diferentes formas los hijos son afectados desde el seno familiar, porque hay muchas maneras de corromper a un niño. “Se corrompe su espíritu con la desconsiderada exageración en las alabanzas; se corrompe su carácter dejándolo obrar a su antojo; se corrompe sus sentimientos ocupándose de sus excesos y haciéndole objeto de adoración e idolatría”. Esa es la realidad que en la actualidad estamos viviendo; la de los padres que quieren cubrir su irresponsabilidad con atenciones inoportunas y cargadas de informalidad para exculparse y a la vez hacerse los desentendidos no tomando parte en el actuar de los hijos.

14.- La sociedad dominicana está moralmente degradada porque además de estar sustentada en un sistema que genera desigualdad, el agrietamiento ha llegado al seno familiar donde muchos padres soslayan cumplir con sus responsabilidades contribuyendo así a hacer más calamitosa la situación de descomposición social. El papá y la mamá irresponsables se sienten cómodos aparentando ausentarse disimuladamente del escenario para escurrir el bulto, mientras sus descendientes realizan las peores diabluras.
15.- El descalabro en la familia dominicana no es cuestión de castigo celestial, maldición divina o diabólica, sino la combinación de lacras sistémicas y la forma como las taras sociales dominan a los ascendientes hasta llevarlos a ser indiferentes de las inconductas de sus vástagos. La creciente violencia, el rebose de la criminalidad y el desborde de vicios de toda clase guardan relación con una familia dirigida, en su generalidad, por irresponsables.

16.- La desgracia que hoy afecta a muchas familias dominicanas es la suma de la plaga que representa el modelo que padecemos, más las uniones matrimoniales o simplemente sentimentales de personas educadas en la desvergüenza, la desfachatez, la vileza, el impudor, el cinismo, el robo y otras tachas que ligadas entre si lo único que aportan es lo que estamos presenciando: pobreza, criminalidad, violencia generalizada y padres irresponsables.

 17.- Ser padre con sentido de responsabilidad implica preocuparse por educar en el hogar, sobre la base de principios éticos y morales, a los que en el futuro serán ejemplo de decencia, laboriosidad e integridad. El esfuerzo, el empeño y los desvelos de hoy por una adecuada orientación a los hijos van a ser compensados con la satisfacción del deber cumplido. Abandonar el proceder de los descendientes a las costumbres que asimilen en la calle, es una actitud irresponsable que hace a los ascendientes culpables de los actos bochornosos de su prole.

III.- Reflexiones finales

18.- La obligación de bien criar no se cumple con los hijos poniendo a su disposición y alcance todos los gustos. Hay que saber manejar los caprichos de las niñas y los niños para que no se formen la falsa idea de que todo llega por la vía fácil; educarlos y formarlos correctamente no significa hacerlos depositarios de cuantos antojos se les venga a la mente. En cada hogar los padres deben complacer a los suyos conforme las posibilidades económicas del momento. Por desbordarse en los gastos para hacer reír a sus criaturas algunos padres terminan formando lacras sociales.

19.- En los marcos de la responsabilidad compartida, los padres no deben confundir la complacencia con el hijo digno de premio y la tolerancia con el censurable que se ha convertido en un estorbo y afrenta familiar. Sacar del hogar y enviarle a la comunidad un mal educado es contribuir a que el ambiente se contamine con un antisocial que de mala manera e incorrectamente fue educado. Aquel que fue mal hecho en su casa termina siendo un maleante, facineroso, en sí, un delincuente.

 20.- En nuestro país, por esas calles de Dios, se mueven hijos cuyos padres permanecen llenos de culpas por sus irresponsabilidades y porque saben que “el primer cuidado del hombre debería ser evitar los reproches de su propio corazón. El castigo más importante del culpable es nunca ser absuelto en el tribunal de su propia conciencia”. Aquellos que se metieron a papi y mami se han portado irresponsables dañando a sus descendientes convirtiéndoles en peligros sociales.

21.- No se exige de los padres que sean hoscos, ásperos ni mucho menos herméticos. Crear el ambiente familiar amoroso y disciplinado no quiere decir compartir en condición de intratables. Aquellos que dirigen la célula familiar están en el deber de generar amor y comprensión, hacer la vida comunitaria y sociable. Por muy ceñudos que sean los padres no lograrán disciplinar en el hogar si no es enseñando a comprender con dulzura. Amedrentando se mete miedo, no se obtiene la asimilación de las buenas costumbres. “No es la carne y la sangre, sino el corazón lo que nos hace padres e hijos”.

22.- En forma equivocada, algunos progenitores creen que dando demostración de afectos excesivos o sumisión por debilidad paternal van a llegar a tener descendientes ejemplo para la sociedad. La responsabilidad del padre y de la madre no se cumple adulando, festejando ni mimando con hipocresía, sino mediante la correcta orientación que es la que va a servir de guía en las actuaciones de los futuros adultos. Dirigir o encaminar a un hijo o una hija es asesorarlo en lo que debe ejecutar o no; es colocarle en la mente la recomendación adecuada, el encauzamiento que corresponde de acuerdo a las normas de decencia en el medio donde viven.

 23.- En los hogares de nuestro país se hace necesario que el papá y la mamá piensen detenidamente si real y efectivamente están cumpliendo con su responsabilidad de padres; que se concentren y hagan un examen de su conciencia y se formulen la pregunta de si han hecho honor a su compromiso con los hijos y con la sociedad; que reflexionen para saber si han llevado a efecto el cometido que voluntariamente se impusieron ante sus vástagos, en fin, que en cada domicilio los directores traigan a la memoria si sus niños tienen hoy la buena formación para en el futuro llegar a ser ciudadanas y ciudadanos honestos.

 24.- Acomodar la responsabilidad a las circunstancias equivale a someterla a factores coyunturales y a los deseos de los actores. Los padres cumplen con la formación de sus hijos enseñándoles los preceptos que sirven a las directrices éticas y morales. Ejecutar honestamente es llevar de la mano a quien se debe hacer llegar por el buen camino.


Santiago de los Caballeros,
17 de septiembre de 2018.

El ambiente nuestro y el accionar político


Por: Ramón Antonio Veras.

I.- El deterioro social y la actividad política

1.- El deterioro de la sociedad dominicana comienza con el sistema social imperante, sigue con la familia, continua con las instituciones del Estado, hasta llegar a la degradación en el proceder de amplios sectores, clases y capas sociales que con sus actuaciones revelan la forma negativa como asimilan las taras que genera el orden establecido. La manera de ser de una persona identifica su personalidad y sirve para conocer su conducta.

2.- Para algunos dominicanos y dominicanas da lo mismo entregarse a costumbres licenciosas que mantenerse honestos. En la mente de los obscenos que aquí abundan, darle riendas sueltas a las acciones censurables da lo mismo que actuar en forma virtuosa. Estamos viviendo la época en la cual sobresalen los que tienen poca o ninguna vergüenza, los caraduras, impúdicos y desvergonzados. El ambiente está ideal para desfachatados e insolentes.

3.- La situación de agrietamiento ético y moral que padece el país sintoniza, hace buena liga con aquellos que poco les importa el qué dirán, que son los mismos que han contribuido a que se haya diluido, echado por tierra y reducido a la nada el proceder respetuoso que nos caracterizaba, muy diferente al actuar de muchos que, ahora, por el hundimiento moral se manejan como quien no quiere la cosa, lo que digan les da un pito.

4.- La política es la actividad en la cual más fácil se comprueba la plasticidad de diferentes segmentos de la sociedad dominicana de hoy, lo que se evidencia por lo maleable que actúan. La reciedumbre en las posiciones escasea en la mayoría de aquellos que han hecho del accionar político una habitualidad. Se comportan con una flexibilidad que revela la ausencia de solidez en los principios que dicen sustentar.

5.- Para la mayoría de los que están como profesionales de la política en los partidos tradicionales, su participación la hacen como un pasatiempo; ejecutan para estar en la chercha recreándose, llevando una vida solaz. De ahí que ellos dejan pasar por alto y se hacen de la vista gorda ante cualquier asunto de trascendencia para el país, sin importar que sea de naturaleza económica, social o que afecte a la soberanía nacional. Ellos son los que hablan mucho y sin sentido, demostrando que tienen más de impostores que de políticos veraces.

6.- El trabajo político con seriedad se ha desnaturalizado porque la inmensa mayoría de los que se identifican como líderes y se hacen llamar dirigentes llegan a la política sin el menor sentido de responsabilidad. Se insertan en el quehacer de sus organizaciones con el único fin de ocupar un espacio en procura de que algo les corresponda en la repartición del presupuesto nacional. Cualquier persona que no quiere trabajar se ha llegado a creer, y le ha dado buenos resultados, que conviene mantenerse como un zángano de la política.

7.- El vago político le ha hecho tanto daño a la política que cualquier hombre o mujer que por su conducta merece el respeto y la consideración de los demás se espanta cuantas veces se le sugiere que intervenga como miembro de una organización. El conjunto de cualidades morales que ensalza al dominicano o la dominicana quedan melladas una vez se juntan con muchos de los que han probado vivir como un pachá, pero sin bajar el lomo porque están en la lista de los políticos que trabajan como vociferantes.

8.- Los que se la dan de políticos y no son más que comediantes de ella, le han quitado brillo hasta el punto de afearla de tal manera que cada día se hace menos atractiva a la vista de las personas de bien. El panorama político nacional luce enturbiado porque las actuaciones de los que no sienten la política con decencia, la mantienen al margen de toda diafanidad. Aquí la política no motiva gracia, carece de encanto por las inconductas que exhiben muchos actores políticos tradicionales.

9.- La realidad política del país ha puesto de manifiesto que para un pueblo quitarse de encima a un ordenamiento injusto no bastan las iniquidades que genera e irritan, sino que es necesario que tenga como adversarias a fuerzas motrices que motiven confianza en el pueblo por ser personas íntegras en las cuales se puede confiar por el coherente accionar político.

10.- La inteligencia de nuestro pueblo le va a permitir, más temprano que tarde, convencerse de que debe zafarse de la influencia que ejercen aquellos que lo han dominado políticamente y lo han mantenido retenido ideológicamente convirtiéndolo en una especie de rehén. Liberarse de la politiquería permite a las masas populares convertirse en dueñas de su propio destino.

11.- Llegar a la política para servirse de ella forma parte de la trampa que los aprovechados del deterioro social han utilizado para que lo mejor de nuestro pueblo permanezca atado a viejas prácticas de hacer labor política para lucrarse y a la vez agarrar, mediante el oscurantismo, a los cautivos que solo resultan emancipados luego de los procesos electorales. Los motivos que mueven a los políticos de ocasión a accionar en política guardan relación directa con el beneficio que obtienen. El lucro sirve de aliciente a quien va a la política con el único objetivo de que le sea de utilidad.

12.- El día llegará, que es de esperar que no esté lejos, cuando mujeres y hombres humildes de aquí procedan a cuestionar a los que han estado haciendo política de engaño; se decidirán por inquirir a los beneficiados de los recursos del Estado; se lanzarán con firmeza a interpelar a todos aquellos que se han burlado de las buenas intenciones de los que han ido a las urnas a ejercer su derecho a elegir condicionados por promesas que nunca han sido cumplidas. De seguro que los sinvergüenzas metidos a políticos no van a tener respuestas a los cuestionamientos que les hagan sus víctimas, que no son otros que los que ingenuamente han confiado en políticos de argumentación sutil y falsa.

13.- La política que saben hacer los que hasta ahora la han manchado con su mal comportamiento, no debe seguir siendo la que sirve de base para alcanzar el poder del Estado. Se impone higienizarla para quitarle de encima el lastre que la está haciendo desagradable, y ser vista como algo en lo que solo saben obrar para lastimar y afrentar, no para alegrar. Aquellos que por su escasa formación ética y moral se dedican a la política, porque consideran que para estar en ella basta con servir poco o nada, hay que aislarlos para que no continúen con sus actos haciendo insoportable el ambiente en el cual nos estamos moviendo.

II.- La política ejercida por personas íntegras

14.- La idea que muchos dominicanos y dominicanas tenemos de la política es que debe ser ejercida por personas sensibles, íntegras y decentes con el fin de tomar el poder y desde las distintas instituciones y órganos del Estado, hacer labores en beneficio del pueblo. El trabajo social ha de expresar o determinar las cualidades distintivas de quien abraza la actividad política pensando en ir al gobierno central o municipal a cumplir una función con sentido cívico y ciudadano. Entregarse por completo a lo que es útil a la comunidad es demostración de estar ejecutando para bien de su país, ser provechoso a sus conciudadanos.

15.- La propensión de un ser humano a identificarse con las causas justas, cuadra perfectamente con el proceder de aquellos que históricamente lo han dado todo para ver materializados sus ideales, y solo han buscado como recompensa el deber cumplido. Este es el perfil de los que se mueven en política para que sirva de sana motivación a la presente y futuras generaciones. Engalanan la política quienes la realizan para hacerla bonita e importante; elevándola como todo lo que se hace con el corazón y afianzadas convicciones. El ciudadano ejecutante de labores políticas y sociales destinadas a contribuir con el desarrollo de su país, crea entusiasmo, anima a los demás a hacer trabajo productivo.

16.- Lo mejor del pueblo dominicano, que no está contaminado por las taras presentes que nos reducen como país de gente buena y laboriosa, hay que motivarlo y convencerlo de que todavía aquí hay gente con calidad humana y moral para hacer política; que no todo está perdido. La frustración no debe apoderarse de aquellos que han aspirado y aspiran que el accionar político no sea deshonroso, denigrante y oprobioso. El ambiente político nacional hay que rodearlo de aquellos que creen en el trabajo y enaltecen por sus actuaciones dignas de encomio.

17.- Ante el medio social mugriento que han creado aquellos que llegaron a la política por oportunismo, hay que procurar asearlo con una incidencia política diferente llevada a cabo por grupos limpios, no dañadas por los vicios sociales que, como la corrupción, han degradado el espacio donde todas y todos estamos llamados a convivir libres de quienes han creado una cultura propia de truhanes. Nuestro pueblo es digno de contar con políticos que se destaquen por su correcto proceder; que prevalezcan por sus actuaciones apegadas a la sinceridad y no al cinismo; a la franqueza y no a la astucia y disimulo acompañados de burla encubierta contra las grandes mayorías nacionales.

18.- El político que necesita y merece nuestro país es aquel “que no debe fingir ignorar lo que sabe y fingir que sabe lo que ignora; fingir entender lo que no comprende, no oír lo que escucha, y poder más de lo que está en sus propias fuerzas; mantener como secreto la falta de secretos; parecer profundo cuando no hay otra cosa que vacuidad e inanidad; representar mejor o peor el papel de un personaje; sembrar espías y poner traidores a sueldo; esforzarse en ennoblecer la pobreza de los medios con la importancia de los fines”.

19.- Aunque la política es una actividad decente para gente decente, la gran mayoría de nuestro pueblo tiene la creencia de que: “los políticos son gente semifracasada en sus particulares negocios y profesiones, de mentalidad mediocre, dudosa moral y portentosa vulgaridad”.

20.- Por muy feo que se presente el accionar político no podemos sentirnos decepcionados. Debemos razonar partiendo de que tenemos que mantenernos ilusionados y no descorazonados; llenos de alegría y confiando que un futuro mejor es necesario y posible. Aunque la politiquería cada vez es más desalentadora, hay que armarse de confianza, creer en la potencialidad de los que son los más. Estar sin ánimo no forma parte del proceder de aquellos que llegaron a la política a batallar sin importar espacio físico ni adversarios.


Santiago  de los Caballeros,
10 de septiembre 2018.

martes, 2 de octubre de 2018

La vulgaridad no da liderazgo político


Por: Ramón Antonio Veras.

I.- La decencia en la política

1.- La actividad política llevada con altura y respeto se enriquece y eleva a quienes en ella intervienen con objetivos que persiguen cambios sociales. Discutir criterios ideológicos con elegancia prueba decencia en los contendores, a la vez que contribuye a embellecer la polémica. Demuestra vigor en sus alegatos aquel que no cede ante la diatriba que le lanza el rival que solo sabe impugnar sin razonar. Argumentar sin base es propio de quien está huérfano de alegatos convincentes.

2.- La política hay que hacerla con gusto, imprimirle gracia. El que la ejerce debe dar demostración de que está en ella para hacerla atractiva, libre de grosería y rudeza; la desnaturaliza aquel que la utiliza para satisfacer sus deseos de dañar y desquitarse de quien cree que lo ha lesionado. La venganza no debe tener espacio en el corazón de los que tienen como motivo para luchar el bienestar colectivo.

3.- Solo aquel que está en política barata recurre a palabras sin esencia, hace exposición vacía y ausente de contenido, diferente al que habla con solidez que con un discurso explicito enseña que se comporta paladinamente probando sin rodeos lo que encierra su proposición. Quien no domina los temas objeto de sus planteamientos está expuesto a hacer el ridículo y la manera de esbozar los asuntos le lleva a ser visto como un extravagante merecedor de escarnio.

4.- El que participa en la política y es portador de la verdad, no necesita utilizar la falsedad como refuerzo porque entonces desnaturaliza la fidelidad de sus ideas. La proposición basada en principios se hace admirable por la certeza que le imprime el exponente que saca de la realidad viva la fundamentación que justifica lo que procura probar. Para demostrar lo auténtico no hay que armarse de artificios.

5.- El trabajo político debe realizarse lleno de gracia para hacerlo atractivo. La agilidad mental la demuestra el que interviene discutiendo con gallardía, analiza los temas deduciéndolos de hechos concretos y prueba lo que quiere justificar sin tergiversaciones ni expresiones ofensivas.

6.- Cualquier labor que se haga con fines nobles, no puede ser hecha recurriendo a la mortificación de los demás. Por muy áspera que se presente la contienda política, al margen de ella hay que mantener las habladurías, porque los díceres solo contribuyen a crear malos entendidos, resentimientos y conflictos personales que en nada enriquecen la controversia sobre la materia que sea. El intercambio de ideas es elegante cuando se da entre individuos con fortaleza ideológica.

7.- La persona de buena formación familiar, educativa e ideológica aporta a la disputa política, porque está hecha para cambiar de impresiones e impugnar sin tener que llegar a hastiar a su antagonista. Aquel que escribe o de cualquier forma trata asuntos de controversiales  debe ser lo suficientemente ecuánime para comprender que encontrará litigantes que le van a contestar sus opiniones. La porfía ideológica impone compostura y comedimiento entre los polemistas.

II.- Pobreza en el debate político en nuestro país

8.- En el medio social dominicano la discusión política  no se ha enriquecido; por el contrario, se ha empobrecido, porque los actores no se han comportado como mandan las circunstancias en el empleo de los métodos que hacen la lucha por la toma del poder un ejercicio propio de calificados contrincantes. El peleador que domina la política decente no hiere a su contrario en lo personal o familiar.

9.- No es política sana aquella que se lleva a cabo entre individuos que lo único que saben es causar afrenta. Precisamente, muchos de los que hacen politiquería en nuestro país se han caracterizado por agraviar a los que no se identifican con su proceder. Demuestra estar limitado de cultura política el que se aprovecha de cualquier circunstancia para deshonrar a quien no puede vencer en buena lid.

10.- En lugar de confrontar ideas, lo que aquí se hace es lanzar consignas huecas para sembrar confusión. El que no cree en su credo lo fundamenta en pequeñeces para que no prime la discusión doctrinaria y se imponga la chismografía que conduce a la habladuría que no produce otra cosa que disputa entre chinchosos.

11.- Lo que hemos visto en el ambiente político nuestro son discusiones fuera de tono, llenas de jocosidades para motivar risas. Las diferencias entre politiqueros no generan análisis porque nada enseñan; solo sirven para romper el aburrimiento tomándolas como ocurrencias propias de los graciosos metidos a políticos.

12.- La política que atrae, aquella que descansa en una ideología determinada, está hecha para ser ejercida por personas que creen en determinados principios, aunque los mismos no se ajusten a la realidad. Cualquier persona puede abrazar un conjunto de ideas absurdas y defenderlas con argumentos que le den viso de sensatez porque, a veces, hasta lo opuesto a la razón llega a sostenerse  con inteligencia. Pero entre nosotros, los que hacen de la política un negocio, ante la ausencia de dominio, no tienen capacidad para ser defensores de sus desatinos.

13.- En nuestro país, la generalidad del material humano bruto que hace política basada en la conveniencia personal, no tiene las más elementales consideraciones que esa actividad impone. La persona inteligente, aunque no tenga una gran cultura política, demuestra agudeza al razonar y exponer los conceptos con los cuales justifica sus argumentos. El que se está destacando en la política dominicana es el necio insoportable que es incapaz de mantener un diálogo sin ofender a su contrincante.

14.- La política no es complicada, sucia ni dañina. Está comprobado que quienes la degradan son aquellos que aquí por sus limitaciones para pensar la ven como algo complejo, y para salir de su laberinto ideológico recurren a cuantos términos ofensivos tienen en su cabeza. Aquel que no sabe de política la hace repugnante ante las personas de bien que quisieran incidir en ella para contribuir aportando desde distintas áreas.

15.- Lo que impone la realidad social dominicana es que no se le debe dejar el campo abierto a los que solo están en condiciones de accionar en política con los insultos. Las palabras o acciones que ofenden y humillan hay que eliminarlas de los debates, y para lograr semejante objetivo hay que sacar del quehacer político a los que están armados de un lenguaje de improperios y provocación.

III.- Necesidad de enviar mensajes de civilidad

16.- Aquel que cree firmemente en sus ideas políticas no necesita aplicar términos urticantes para descalificar a quien busca convencer. No se triunfa en lo ideológico al rivalizar colocando al contrincante en posición defensiva con epítetos que tienen por objetivo eliminarlo anímicamente. El calificativo insultante demuestra en quien lo utiliza ausencia de talento y razón en lo que argumenta.

17.- Es propio de quien hace de la acción vil e indigna su comportamiento político, partidista o ideológico recurrir al ataque personal. Es inexcusable cualquier acto contra un contrario político dirigido a dañar a su círculo familiar. Es deleznable la conducta de aquel que solo sabe denostar para escalar en la vida política y social.

18.- La hidalguía de quienes se dedican a la política debe ser el resultado de su elegante proceder en la vida pública, y una actitud a destacar ha de ser la trascendencia ganada por defender sus convicciones sin fastidiar a sus adversarios. No hay que herir, denigrar ni sonrojar a quienes se manifiestan opuestos a nuestro ideario para procurar adeptos, granjearse simpatía, crear conciencia cívica y ciudadana y demostrar lo justo del mensaje que enviamos,

19.- Aquel ciudadano o ciudadana que decide intervenir en la política de su país debe hacerlo por convicción; tomar parte respetando el pensamiento y las ideas de sus contrarios; mezclarse en los asuntos, pero con criterios ajustados a los temas controvertidos y sin caer nunca en lo personal; interponer alegatos acordes con lo que se está debatiendo, sin ir más allá de lo que es de interés dilucidar. Por muy apasionada que se torne la polémica, siempre hay que conservar la prudencia para no caer en actitudes irracionales.

20.- Para que la lucha política resulte provechosa, los que en ella accionan deben tratar cuestiones de trascendencia para el país, porque solo lo que es de importancia enriquece el proceso social y hace posible los cambios requeridos por la sociedad. Carece de sentido ocupar el tiempo abordando cuestiones superficiales que no conducen a nada positivo y casi siempre terminan la conversación en trivialidades.

21.- Demuestra poseer formación ideológica aquel que tiene la suficiente capacidad y serenidad para defender su creencia política sin causar malestar a otro. El intolerante y dogmático con facilidad cae en la impaciencia que lo guía por el camino de la obstinación que está a un paso de los insultos que tanto mal producen a la buena imagen de quien está en la brega política.

22.- En el trabajo político hay que combinar la destreza con la pulcritud, porque pierde su esencia noble cualquier actividad con sentido social una vez cae en la suciedad, sin importar que sea con el lenguaje soez o con métodos llenos de vileza. Las causas justas no necesitan de mezquindades para ser alcanzadas, porque entonces se desnaturalizan haciéndose impuras. Lo bueno y bonito para el bien del país no lo vamos a obtener combatiendo a los que se oponen a los cambios lanzándoles palabras venenosas, ponzoñosas y dañinas con el único fin de mortificarlos.

23.- Sin importar las diferencias ideológicas, la discusión política debe ser llevada con delicadeza, porque la rugosidad no aporta razón. La abruptez la demuestra el polemista débil de argumentos, lo que le motiva a hacer uso de la hosquedad en los debates. Ante el encono que exhibe el político estúpido hay que responderle con dulzura para bajarle el enojo y hacerlo entrar en una posición civilizada.

24.- La altanería no debe acompañar a quien decide participar en la contienda política, porque quien se comporta presuntuoso cree que su opinión debe ser aceptada sin contemplación. En el medio dominicano abundan aquellos que accionan en política con posiciones arrogantes, con lo que prueban sus limitaciones para dirimir asuntos que requieren, además de talento, dominio de la política.

25.- Sería sumamente positivo para el adecentamiento del debate político en el país que aquellos que inciden ante la opinión pública decidan enviar mensajes de civilidad con el fin  de rodear las polémicas de sociabilidad. El proceder político bueno no se prueba recurriendo a la tosquedad, sembrando cizaña, ni poniendo la zafiedad por encima del respeto que merece todo ser humano sin importar su ideario. La vulgaridad no da liderazgo ni motiva reconocimiento de talento; solo sirve para probar la bajeza de aquel que la utiliza como coraza para cubrir su mediocridad.



Santiago de los Caballeros,
3 de septiembre de 2018.

El calificativo de corrupto


Ramón Antonio Veras
 
Este artículo se lo dedico al doctor Roberto Cassá, y en su persona a todos los que han sido y son funcionarios honestos.

I.- Tomar con pinzas comentarios afrentosos

1.- Apreciar la realidad exterior a través de los sentidos nos permite comprobar la presencia de un fenómeno social y su grado de incidencia, así como descubrir si el mismo es de tal persistencia que llega a ejercer influencia en la conducta de la mayoría de los miembros de la sociedad.

2.- En nuestro país, en los últimos años la expresión usada con más pasión es corrupción, con la que se busca identificar, por lo regular, al funcionario público que actúa con deshonestidad. La frase de corrupto es colocada como una marca dañina.

3.- En un ambiente como el nuestro, donde cualquier desaprensivo tiene la posibilidad de hacer uso de un medio de comunicación sin control alguno, no se debe proceder en forma alocada y tomar como cierta una información servida con relación a inconductas porque a veces no sabemos si es o no real para causar afrenta contra aquel a quien se procura ultrajar. La calificación de corrupto hay que tomarla partiendo de quién la lanza y a quién se busca estigmatizar.

4.- Porque la perversidad se ha impuesto en el proceder de muchos de los nuestros, ante un comentario contra alguien calificándolo de corrupto, hay que actuar con indecisión de ánimo; suponer varias posibilidades hasta saber si lo que ha llegado a nuestros oídos es la expresión de la verdad. Muchas veces es preferible dudar que dar como cierta una falsedad, porque “donde faltan las pruebas irrefragables, la prudencia estriba en dudar; la duda representa la situación más luminosa del alma, el estado en que de todos lados recibe diferentes luces, no dejándose deslumbrar por ninguna”.

5.- El ser humano que no quiere ser cómplice de los difamadores, está en el deber de no ser muy candoroso porque termina siendo víctima del mentiroso, y mucho más en un ambiente donde el chisme es, según el profesor Juan Bosch, una industria. “Todos los que han creído las mentiras de un charlatán se ven obligados a sostenerlas, para no confesar que han sido imbéciles. Creer una verdad es un acto natural que nos compromete; creer una mentira es una simpleza que cuesta trabajo reconocer”.

6.- Por simples comentarios es difícil ubicar a los que en cualquier actividad se comportan con decencia. La noticia no confirmada que corre de boca en boca nunca será la verdad cuando es fruto de una murmuración para dañar la buena opinión general que se tiene de un individuo.

II.- La expresión corrupción como arma venenosa

7.- El concepto corrupción ha llegado a apoderarse de los dominicanos y las dominicanas a un grado tal que la falta de confianza en la honradez se ve en cualquier persona, sin importar que sea limpia de conducta. Aquí la sospecha está predominando sobre la certeza; la indecisión se está imponiendo a la seguridad cuando se habla de la probidad de uno de nuestros coterráneos. Se le hace caso hasta lo que diga un malvado de un funcionario que actúa correctamente. Se ha olvidado que: “La mediocridad pesa siempre rectamente, pero su balanza es falsa”.

8.- La percepción que hoy tiene la comunidad dominicana con relación a la corrupción, es que el país está compuesto por ladrones, y que nadie actúa muy distinto a la costumbre del robo, olvidando que por muy apegada que esté la deshonestidad en amplios sectores de la sociedad dominicana, hay muchos de los nuestros que no están tocados por los vicios que degradan.

9.- Aunque el ambiente dominicano está sumamente contaminado por diversas lacras que corroen la decencia de una gran mayoría del pueblo, la fatalidad no se puede apoderar de nosotros y llevarnos a pensar que la corrupción ha llegado a un grado tal que no hay posibilidad de señalar a persona alguna que se comporte con honradez. Razonar en semejante forma nos lleva a la falsa creencia de que el país es, algo así, como un lugar de mala reputación.

10.- A pesar de que no resulta fácil ubicar a mujeres y hombres calificados por su moderación en la conducta moral y social, en la administración pública, que es el lugar donde con más énfasis se hace del ladronismo, hay funcionarios que por sus actuaciones pueden ser señalados como probos. “Herir con un mismo golpe al inocente y al culpable, obra es de la demencia o la barbarie”. Aunque en nuestro entorno no son muchos, dentro de la ladronera aparecen algunos honorables.

11.- Si no a los jóvenes y a los adultos, por lo menos a los niños dominicanos hay que decirles que se están moviendo en un fangal social, pero que todavía hay ciudadanos y ciudadanas ejemplos de dignidad y decoro a los cuales hay que imitar; que las actuaciones de ellos deben servirles para saber cómo obrar. A la niñez hay que decirle que los señalados como honrados deben ser los imitables.

12.- En las diferentes etapas de crisis ética y moral que ha sufrido nuestro país, han estado presentes aquellos que han marcado la diferencia por sus actuaciones apegadas a la decencia, lo que prueba que la podredumbre que daña a un cuerpo social no se extiende a la comunidad entera, porque siempre están al margen de la purulencia los que se conservan puros.

13.- En el curso de los diferentes gobiernos que ha padecido nuestro país, contra el servicio judicial se han lanzado las críticas más despiadadas, siempre cargadas de los calificativos más acentuados de que es un órgano vendible, altamente sobornable y plagado de corruptos en todos los departamentos judiciales. Sin embargo, siempre se hacen las excepciones mencionando magistrados que simbolizan la justicia íntegra e incorruptible. Hoy como ayer se hace la salvedad de que en el desorden de corruptos están los que sirven de contención a las censuras.

14.- No tiene nada de justo creer que por el hecho de la sociedad dominicana estar enferma desde el punto de vista ético y moral, en su seno no hay personas que ajustan sus actos al proceder correcto. Por ahí andan miles de munícipes que en su oportunidad desempeñaron la función de juez o fiscal y a nadie le ha pasado por la cabeza señalarlos como corruptos. Ellos viven dentro de muchas limitaciones económicas, pero con el respeto de sus conciudadanos.

15.- Por muy contaminada que esté la sociedad dominicana por los aficionados a chismear, aquellos que ajustan sus actuaciones al honesto proceder siempre serán reconocidos por su excelsitud, porque han demostrado su notabilidad, no obstante estarse moviendo en un ambiente propicio para todo aquel que quiera corromperse con la mercancía dinero. Sin importar lo que digan, el honrado será siempre honrado, mientras que el ladrón tiene que simularlo.

III.- Precisiones finales

16.- Los países llegan a estar organizados bajo sistemas sociales que generan modelos económicos en los cuales se desarrollan vicios que degradan el comportamiento de la mayoría de los integrantes de la sociedad, llegando su afianzamiento a un grado tal que se convierten en el proceder de la mayoría de los individuos. Pero hay que hacer la salvedad de que en un mismo círculo social abundan los sanos y los podridos.

17.- La corrupción como fenómeno social vigente en el país, permite pluralizar con respecto a los que en el sector público y privado hacen de la deshonestidad una habitualidad, pero también es posible especificar a quienes se manejan con pulcritud. Nadie puede adjudicarse la calidad de árbitro de la moralidad, para separar a los que actúan bien de los que proceden mal.

18.- Es algo engorroso juzgar la honestidad en un medio donde predomina la falta de decencia, el delincuente sobresale como ciudadano y la mujer o el hombre honrado es considerado escaso de virtudes. Allí donde son normales las actuaciones censurables, comportarse con limpieza se ve como insólito.

19.- Accionar aquí de conformidad con los principios de moralidad que rigen una sociedad basada en el trabajo honrado, así como exaltar la honestidad, choca con la imperante amoralidad, y con todo aquello que guarda relación con la cualidad de vendible o sobornable.

20.- En nuestro país, porque el robo ha dejado de ser un insulto, se acepta como natural que un ciudadano o una ciudadana se haga de un fuerte patrimonio económico sin que lo pueda justificar, por lo que se ha llegado hasta el punto de que el ladrón en lugar de sentirse abochornado, se cree afortunado porque sustraer lo ajeno no es objeto de sanción.

21.- Es una falsedad decir que son corruptos todos los funcionarios que han tenido los gobiernos en los últimos años, pero no se le falta a la verdad si se afirma que son muy pocos los que han exhibido un proceder honesto, y lo poco común nos dice que escasean los honrados.

22.- En este ambiente donde nos ha correspondido vivir, abundan los sicarios morales, por lo que hay que respirar detenidamente y pensar profundo para no dar cabida a quienes tratan de tomar como caja de resonancia a personas con credibilidad para que difundan díceres venenosos. Las opiniones de los chismosos no debemos aceptarlas y difundirlas como verídicas; hay que saber manejar los criterios de los demás porque “es inútil combatir las opiniones ajenas; a veces se llega a vencer en una discusión a otros, pero a convencerlos, jamás. Las opiniones son como los clavos: cuanto más se las golpea, más profundamente penetran”.

23.- Con todo pesar hay que reconocer que el escenario donde vivimos es el adecuado para el dañino que permanece preñado de odio, rencor, rabia y animadversión, lo que lo lleva a despotricar gratuitamente; poner de vuelta y media al más honorable, y despacharse a gusto señalando como corruptos, agusanados, pervertidos, viciados y depravados a los seres humanos acrisolados, incontaminados y de vida impecable. Ante los deslenguados que utilizan el sambenito para demoler honras, hay que comportarse metido para adentro, algo reconcentrado.

24.- Por suerte nuestro pueblo es muy inteligente y sabe distinguir dos o más cosas como diferentes y con su sano discernimiento ha aprendido a ver las interioridades de los fenómenos; por muy tufoso que quiera presentarse aquel que hizo fortuna con los dineros del erario, su arrogancia no le dará méritos para gozar del apoyo de lo mejor de la sociedad.

25.- Antes de darle crédito a la calificación afrentosa contra alguien debemos proceder con sensatez y hacer nuestra la idea de: “¡Cuántas cosas que ayer las teníamos por artículos de fe, hoy no son más que fábulas!”.


Santiago de los Caballeros,
26 de agosto 2018.