Por: Ramón Antonio
Veras.
I.- Un ser humano
nuevo en la política
1.- Para una
persona elaborar una idea y alojarla en su conciencia debe haberla extraído de
la realidad, de donde resulta que para escribir diciendo que lo único que le
queda salvable a nuestro país desde el punto de vista ético y moral es la
niñez, debí haberme formado semejante percepción tomando como base la realidad
objetiva del país.
2.- Al exponer la
opinión anterior creo no haber descubierto nada nuevo ni desconocido; lo que he
planteado con relación a la niñez como única reserva moral en nuestro país, no
es una creación fruto de mi imaginación ni es una falsedad. El criterio
desarrollado lo he sacado de lo que enseña la cotidianidad, está a la vista de
todos y de todas y no entraña nada de artificio, cuento o fábula.
3.- El medio
social desde el cual saqué la idea de que la única esperanza de moralidad que
le queda al país es la niñez, es el mismo que me ha servido de fuente y
motivación para sostener que en el accionar político del país se hace necesaria
la presencia de un material humano nuevo.
4.- Un ambiente
fresco se alcanza remozando el trabajo político para que no descanse en lo
personal, sino en ideas. Hay que actualizar el concepto de militante y luchador
social, para aislar a aquellos que se quedaron atrás y solo saben hacer
politiquería basada en el personalismo. El trabajo político no se le debe
confiar a quien se mantiene abrazado al inmovilismo que lo único que trae es lo
retrógrado.
5.- Nadie con sano
juicio discute la necesidad en el país de cambios verdaderamente democráticos,
en interés de sectores sociales afectados hoy por el control que grupos
minoritarios nacionales y extranjeros tienen del aparato económico y político.
No hay que ser un cientista ni sabihondo
de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad, para saber que por
las condiciones materiales y espirituales que se encuentra viviendo la gran
mayoría de nuestro pueblo, las transformaciones que precisamos resultan
impostergables.
6.- Un sistema
social no deja de existir porque sea injusto y aunque tenga dentro de sí a sus
propios sepultureros; es necesario impulsar la lucha en su contra para que sea
derrotado. Además, la brega debe estar bajo la dirección de luchadores
consecuentes con el accionar político, es decir, por dirigentes que sepan
interpretar sincera y correctamente la función que les corresponde. Por muy
degradado que sea un sistema no desaparece a no ser por el impulso de fuerzas
motrices que les sean verdaderamente adversas.
7.- Si estamos
convencidos de que nuestro pueblo no debe continuar viviendo como hasta ahora,
lo que procede es cambiar de rumbo para procurar cambios que sirvan de estímulo
a las clases, sectores y capas sociales insatisfechas con el ordenamiento
establecido. Este modelo conviene sustituirlo por otro diferente y para tales fines
se hace necesaria la intervención de personas con una visión de la política
distinta a la que se ha mantenido.
8.- No basta con
saber que la vida material y espiritual que padece la mayoría de nuestro pueblo
no se ajusta a una existencia digna, como tampoco hay que pensar en resucitar
prácticas políticas ya superadas. Hay que hacer florecer un nuevo método de
dirección, actualizar el pensamiento rompiendo los viejos moldes de la
politiquería arcaizante.
9.- El ambiente
político nacional hay que hacerlo adecuado para el hombre o la mujer que tenga
las cualidades de aquel que prueba ser íntegro por su entereza ética y moral; y
puede servir de modelo para formar parte de cualquier institución del Estado
porque se supone que se manejará con pulcritud, rectitud y honorabilidad.
10.- La
participación en la política está necesitando de un ser humano nuevo que venga
a ella con un criterio distinto a como se ha ejecutado hasta ahora, que no es
el más conveniente por lo menos para lo que se llama pueblo. Se requiere la
presencia de actores que vean la política con desprendimiento; capaz de
despojarse de ambiciones personales, algo así como aquella persona con
sensibilidad para quitarse la comida de la boca para entregársela a otro.
Desentrañarse de la mente el individualismo para inclinarse al colectivismo.
11.- El país
quiere sentirse satisfecho con la presencia en la política de grupos humanos
que sean coherentes en su prédica y práctica; que demuestren ser consecuentes
en su proceder. Aquí la política ha estado huérfana de activistas que exhiban
conformidad en su actitud ante la vida.
12.- Los hechos
están demostrando que el pueblo llano está deseoso de encontrarse en el medio
social dominicano con políticos que puedan ser comparados unos y otros y del
careo resulte algo diferente, que el mensaje político que envíen no sea para
turbar. Se impone el debate político con lucidez, no como el que hemos padecido
que solo ha servido para el confusionismo que lleva a la equivocación.
13.- No todos los
seres humanos reúnen condiciones para dirigir las actividades políticas. Es
necesario que el dirigente sea sensible y se identifique con la causa de
aquellos que procura conducir a los fines de que logren los objetivos que
persiguen. La buena intención no basta para llevar por buen camino las demandas
de los representados; hay que orientar, aleccionar, bien llevar a quienes se
busca disciplinar para que sean dueños de su propio destino. Sabe llevar la
batuta aquel que aconseja, encamina y guía para que se liberen los dirigidos
ejecutando sus propias acciones.
14.- Carece de
relevancia en el que aspira dirigir en política el solo hecho de ser
carismático por cautivador a las masas. Además de identificarse con los que les
siguen por simple encanto, el que hace de conductor político debe ser
eficiente, demostrar capacidad de acción, ponerle energía a sus tareas y tener poder de
decisión. En todo momento probar que conoce la realidad del país, que la sabe
interpretar, en sí, demostrar que es conocedor del medio donde se desenvuelve.
15.-El hombre o la
mujer que decide hacer labor de dirigente debe estar inclinado para arrojar luz
en los momentos más oscuros del quehacer político, porque al pueblo hay que
ponerle las situaciones en claro para que las acepte o las rechace. El
dirigente que expone con sinceridad se gana la confianza de aquellos a quienes
orienta. Es de sana dirección política desenmarañar los asuntos políticos más
complicados para no sembrar ilusiones que luego se convierten en desaliento.
16.- Hay que
buscar la forma de aislar a los hombres y a las mujeres que se quedaron atrás
en el accionar político; procede tomar el trabajo directo confiando que los
cambios van a venir, pero no desde el cielo, sino impulsados desde la tierra
por los verdaderos transformadores que no son otros que aquellos que se
mantienen con sus ideas rejuvenecidas, oxigenadas, aunque ya estén en la
tercera edad. El tiempo vivido no cuenta en las ideas de los que permanecen
actualizados en la acción social liberadora.
17.- Hay que hacer
que el ambicioso en la política ceda su espacio para que lo ocupe la mujer o el
hombre modesto. Aquel que está formado para codiciar no aporta con sentido
social, porque su anhelo por tener cosas materiales le impide renunciar a sus pretensiones de
acumular sin límites. El que ambiciona se mantiene con la mente fija en
atesorar sin que su voluntad permita que le pase por su conciencia el
desprendimiento. La concentración de lo que significa mercancía dinero
enloquece a quien solo vive para acaparar.
18.- Es una
necesidad que a las organizaciones políticas vayan ciudadanos y ciudadanas que
en su vida pública y privada han demostrado que de ellos pueden esperarse
resultados positivos, porque con su proceder han probado que a su cargo pueden
ser depositados recursos del erario porque han revelado ser entes sociales de
fiar.
II.- Para cambiar
la realidad de hoy
19.- El ser humano
consecuente con las ideas que abraza, nunca renuncia a ellas porque forman
parte de su propia vida. El que llegó a la contienda política con ideales de
justicia e igualdad de oportunidades para todos y todas, jamás se aparta de
ellos; le es imposible desistir de lo que ha tomado como conducta y por lo que
ha jurado llegar hasta el sacrificio. De lo que se forma voluntariamente, jamás
se puede abdicar.
20.- Aquel que se
hizo político con sentido de luchador social está impedido de descansar, porque su deber de conciencia
le manda a permanecer impugnando, echando rapapolvos a quienes procuran
aniquilarlo por su forma de pensar. Ante las injusticias hay que mantenerse
irreconciliable, con una posición encontrada, disputando con la fuerza que
genera la razón de lo que se defiende por sentido de justicia, honor y
dignidad. Cuantas veces hacemos uso de la verdad debemos estar dispuestos a
distanciarnos, lo mismo que reconciliarnos, hacer las paces, pero sin ceder en
los principios.
21.- Hacerle honor
a los ideales no quiere decir ser dogmático. Siempre hay que estar dispuesto a
la discusión política de altura, sin agraviar al adversario con términos
hirientes. En las posiciones que defendemos es posible reñir y no ceder, a no
ser que estemos plenamente convencidos de que no nos asiste la razón. Lo
correcto es llevar el debate sin perder la sensatez; conservarse asistido de
ella para probar que estamos en lo cierto; llevando a nuestro contrincante a
desengañarse para que se meta en la cabeza la verdad logrando mentalizarlo.
22.- La
modificación que necesita el país no puede ser obra de los que están
contaminados por los fenómenos nocivos presentes en la sociedad actual. Procede
cambiar el ordenamiento económico social y político, pero eso impone una
concepción nueva, una visión de la política que descanse en el accionar para
reemplazar las añejas estructuras por otras que respondan a las aspiraciones de
sustitución de lo viejo por la presencia de lo nuevo.
23.- Si en verdad
queremos adecentar la vida pública y que las instituciones del Estado funcionen
acorde con la Constitución y las leyes, debemos impedir la incidencia en la
política de aquellos que por sus inconductas están descalificados para
intervenir en el debate en procura de solucionar problemas que nos lesionan y
dan justos motivos para que se nos vea como un país dirigido por grupos con
moral de cafres, la cual descansa en las reglas que sirven de guía a los
truhanes.
24.- Por muy
deteriorada que esté la sociedad dominicana, ella cuenta con mujeres y hombres
no contaminados por el fenómeno de la corrupción. Todavía es posible higienizar
algo del medio social donde estamos viviendo, pero debemos contar con un
activista político de conducta nueva.
Santiago de los
Caballeros,
10 de julio de
2018.