Por: Ramón Antonio Veras.
1.- El afecto recíproco entre dos
personas es resultado del tiempo que han permanecido compartiendo, tratándose y
demostrándose cariño mutuo. La confraternidad y franca simpatía se unen para
hacer posible la armonía que se ha de mantener con el paso de los años. Las
épocas compartidas, y libres de suspicacia, traen amigos y amigas para siempre.
2.- En el seno de nuestro pueblo
hay toda una generación de mujeres y hombres que desde hace décadas
construyeron una sólida relación de amistad que han conservado sin sufrir
ninguna clase de fisura. Los vínculos que nacieron en la niñez están hoy,
todavía en la tercera edad, con los mismos sanos sentimientos que se fraguaron.
Nada dañino ha tocado aquella relación que se ha extendido hasta por más de
ochenta años.
3.- El barrio donde nací y me
desarrollé en la ciudad de Santiago de los Caballeros, estaba compuesto por
personas de escasos recursos económicos y con un gran sentido de la amistad,
probando así que la limitación en lo material no impiden hacerle honor a los
principios en los cuales descansa la cordialidad y la lealtad. La camaradería
que se origina participando en forma compartida en su estructuración resiste
las acciones de los que gozan distanciando a los amigos.
4.- Aquellos que nos hicimos
amiguitos y amiguitas en los primeros años de nuestras vidas, nos conocemos
perfectamente; no nos andamos con rodeos; estamos convencidos de las
deficiencias que adolecemos y las escasas virtudes de que somos acreedores; no
nos creemos santos ni demonios. Los verdaderos amigos se quieren por entero,
completos, tal como son. A mis camaradas les tengo un lugar reservado en lo más
profundo de mi corazón, y en los hechos trascendentes de mi vida les pongo en
primer lugar.
5.- A los amigos de infancia les
asigno tareas que para mí son de mucha significación. De ahí que luego de
elaborar el manuscrito de lo que llegaría a ser el libro: “Parte de mi vida,
para mis hijos, nietas y nietos”, que es una especie de testimonio y mensajes
dirigidos a mis descendientes, una de las primeras personas en conocer el
original fue Danilo de los Santos, a quien le solicité hiciera un comentario
del texto. Me complació y escribió lo
siguiente:
“Autobiografía para todos los míos”
“Con una escritura clara,
directa, franca y testimonial, Negro Veras, nombre emblemático de nuestra
Ciudad del Yaque, nos hace entrar en su pasado o el tiempo ido; y nos envuelve
con el trazado de los rieles por donde movía su cuerpo de enganchados vagones
el Ferrocarril Central, inaugurado en 1897”.
“Alrededor de la fecha en que
ambos nacimos, más o menos hace 70 años, todavía prestaba sus servicios
públicos “la locomotora de los aullidos”, como le decíamos; recordando que la
abordé para un viaje a Altamira que fue alucinante y vomitivo. También el
primero y el único abordaje de un vagón en ida y vuelta que repitió el
desahogado vértigo estomacal”.
“Los rieles eran una frontera
tal, como el barrancón de la cuenca del Yaque, donde quedaban las calles
extremas del casco urbano y donde vivían honorables familias, entre ellas,
descendientes de Fernando Valerio y Juan Antonio Alix. Los muchachos no
alcanzábamos a despejar esos nombres, desenvolviéndonos, sobre todo, en las
cuadras que identifica Ramón Antonio, cuando fue bautizado, no en la pila de
nuestra catedral, ni en el presente cercado con barrotes, sino en la antigua y
modesta Iglesia de la Altagracia; donde el Padre Fortín ungió cristiano tanto a
él, como a una de sus hermanas”.
“Ramón Antonio “Negro” Veras
deslindó el perimetraje de cuando niño, púber y adolescente, anotando los
lugares donde su familia encontró diversas cobijas para vivir en medio de
precariedades e invenciones culinarias de una madre que lo marcó con la
instintiva preferencia entre toda su prole”.
“Las tizanas y diversos remedios
del recetario natural de antaño, incluso platos culinarios como el majarete,
afloran en las anotaciones de una lúcida historia autobiográfica, matizada de
amor crudo, honesto y vertical, para ejemplarizar la vida. Desde la angustia
que marcó a la madre con el trauma de las interminables mudanzas, y que
reencarnó en Negro cuando ya, con familia propia creada con la inolvidable
esposa Carmen Rodríguez, la adquisición de un techo propio fue una verdadera
obsesión”.
“Los amigos barriales de cuando
muchachos; las familias que le ofrecieron a los Veras sus manos solidarias
incondicionalmente, fluyen con nombres propios desde el agradecimiento. En el
apretado y testimonial trazado de su vida ejemplar que se alcanza a leer sin
interferencia de sombras, la claridad rampante como toda luz directa, se siente
el sabor como el sabor de la vida de un autor con narrativa sin
rebuscamientos”.
“Hasta cuando tiene que contar la
dura posición de la madre, en lecho de muerte, en relación a la entrañable
Carmen; el autor desahoga un perdón como ser humano cuya penitencia existencial
fue crecer descalzo, hasta alcanzar la dignidad que acrisoló su camino llegando
y siendo una columna ciudadana, ejemplar en su vocación doctrinal, filosófica
existencial, ejercicio jurídico y radicalismo sin titubeo, sin miedo”.
“Solamente para mis hijos, nietos
y nietas” es la intención titular que mueve el texto de Negro Veras, para
contarles a tales descendientes directos las verdades que no son amargas sino,
contrariamente, balsámicas: aromáticas, consoladoras y resinosas. Es un texto
en el otoño de una vida que escribe un Pater familiar no solo para su
descendencia sanguínea y parentela, sino también para sus muchos amigos. Y
porque no, para los hipócritas y rivales que muchas veces se han resentido de
su aliento, de su voz y de sus palabras sin rodeos”.
“Yo me atrevo a definir este
texto apretado, breve y honesto: “Autobiografía para todos los míos”, que
incluye a la descendencia, a sus camaradas y coetáneos; sin olvido de
admiradores y ascendentes”.
“Autobiografía para todos los
míos o “Solamente para mis Hijos, Nietos y Nietas”, es un relato autobiográfico
que se constituye en un retrato de lo pasado proyectado hacia el hoy. Un
retrato que despierta nuestro admirable respeto hacia el Negro Veras de siempre
y que funciona como espejo ejemplar para nosotros”. Hasta aquí el comentario de
Danilo al libro de mi autoría.
6.- El viernes día 6 de julio del
año en curso, luego de recibir la fatídica noticia de la muerte de Danilo de
los Santos, escribí: “Por allá, en los primeros años de la década del 50 del
siglo pasado, conocí a Danilo cuando este residía, conjuntamente con sus
padres, hermanos y hermanas, en la calle Salvador Cucurullo, muy cerca de la 30
de Marzo. Los vínculos de amistad entre Danilo y yo siempre fueron fraternos;
nos dimos un trato de hermanos lo que me permitió valorarlo como una gran
persona. Él fue talentoso, manejó con donaire el pincel, y llegó a ser profesor
universitario y conocedor de la historia dominicana, plasmando sus
conocimientos de esta materia en obras que han servido de consulta a muchos
investigadores de las ciencias sociales”.
7.- De Danilo hay que decir que
vivió para aportarle a la sociedad, y fue de los ciudadanos con los cuales cada
país necesita contar; con cualidades estimables que entregó a la colectividad,
lo que le permitió elevarse, ser meritorio y digno de elogios.
8.- Danilo fue un ser humano
sumamente necesario para su país; merecedor de mucha estimación; importante por
sus buenas obras y calificado como útil porque contribuyó con las causas
nobles, lo que nos impone tomarlo en consideración como ciudadano de
significación social por lo que hizo y nos lleva a identificarlo como
acreditado y sobresaliente por su sensibilidad, brillante como intelectual,
profesor y ejemplo de lo que es un ente social preocupado por lo que es
conveniente para su país.
9.- Danilo, por su accionar
social debe ser recordado como un hombre que en todo el curso de su vida se
mantuvo interesado en colaborar; asistir a los demás; extender la mano
solidaria; prestarle concurso a quien necesita ayuda y coadyuvar en forma
desinteresada. Precisamente, nuestro país necesita de seres humanos formados
para prestar servicios, empleando el tiempo y atendiendo a lo que sea
constructivo; haciendo labores que sirvan como demostración de lo que es el
espíritu creador y edificante.
10.- Es una necesidad contar con
personas como Danilo de los Santos, que con su talento se multiplican, se hacen
abundantes, y por ser diligentes logran expandirse, incrementando el deseo de
superación de sus compatriotas. La vida nos ha enseñado que aquel que le es
productivo a la sociedad llega a ser merecedor de consideración, y con el
tiempo se hace notable por su laboriosidad; destacado y distinguido porque
sirve como paradigma a la comunidad.
11.- Su alto nivel de conciencia
llevó a Danilo de los Santos, a sentirse comprometido y a contribuir para crear
un ambiente adecuado a la sana convivencia para todas y todos, probando así que
aquel que emprende con decisión y voluntad tiene por fin último crear un activo
valioso de la sociedad que cree en el trabajo para con dinamismo producir obras
de arte y educar en los centros educativos.
12.- La práctica de vida de
Danilo debe servir como orientación a los dominicanos y a las dominicanas
interesados en que el país salga adelante y rompa con las trabas que impone el
subdesarrollo, y aprendan que solo aquellos que son resueltos para cambiar el
atraso por el progreso dan vida y esplendor a la sociedad donde viven. Él dio
demostración de entrega a su comunidad cediendo su tiempo para que diferentes
sectores adquirieran conocimientos. Facilita la buena instrucción aquel que
pone su inteligencia al servicio de la especie humana.
13.- La personas que como Danilo
de los Santos, llegan a formar parte del mundo de los vivos resultan
convenientes a la sociedad donde viven por la obra realizada, porque de lo
contrario su existencia no tiene razón de ser como entes sociales. Danilo probó
que para bien enseñar se requiere tener el don de preparar, dirigir y
civilizar, algo de lo que solo son poseedores aquellos que como él llegan a ser
pedagogos por vocación; los que demuestran inclinación para enseñar con el
esmero que impone quitarle la tosquedad hasta el más rudo puliéndolo. Para
refinar mediante la instrucción hay que tener gusto, disposición.
14.- A Danilo, ya en su tumba,
debemos decirle: “Las lágrimas que se vierten por las personas que nos fueron
queridas, son saludables y aceptadas, y avezan el alma a no olvidarse
fácilmente de las virtudes y sagrada imagen de los muertos. Él duerme un sueño
sagrado; no digas nunca que los buenos mueren. Su vida perdurará en la memoria
de los vivos”.
Santiago de los Caballeros,
15 de julio de 2018.