Por: Ramón Antonio Veras.
I.- La realidad viva del país
1.- Las clases sociales dominantes de cada país
debidamente organizadas, están en el deber de garantizarle al pueblo, aunque
sea mínimamente, lo indispensable para vivir y servirle al sistema, porque en
la medida que los oprimidos de la sociedad se sienten tímidamente conformes,
con más docilidad aceptan la dominación.
2.- Comer, educarse, descansar y mantenerse en
salud hace posible al ser humano aportar, contribuir con la producción,
cooperar en forma eficiente a la generación de plusvalía y, por vía de consecuencia,
al enriquecimiento de los grupos que controlan el poder económico, social y
político.
3.- Corresponde a los que se benefician del sistema
social imperante, asegurarle al pueblo el funcionamiento de las instituciones
que conforman el Estado, y un ambiente en el cual viva sin sobresaltos, temor y
espanto; en estado de
zozobra no puede mantenerse la
sociedad humana.
4.- Los sectores
sociales que se aprovechan
del actual ordenamiento económico y
social del país, no se han preocupado por el ser humano dominicano, que es la
principal fuerza productiva que les
posibilita el mantenimiento de su vigencia como clases dominantes y el funcionamiento del sistema.
5.- Un pueblo sin garantía de comida permanece
desnutrido e imposibilitado de ejecutar labores manuales o intelectuales.
Comer, ingerir alimentos hace posible disponer de energía para trabajar; la ausencia de
nutrientes imposibilita la actividad productiva. Una gran mayoría de
dominicanas y dominicanos no tiene asegurado el desayuno, el almuerzo ni la
cena.
6.- Para
aquellos que se benefician del pueblo trabajador carece de relevancia que
quienes les sirven tengan seguridad de comida para continuar aportándoles
riqueza, ignorando que si aniquilan esa
máquina productiva, fecunda, no pueden prolongar su poder económico. Solo los
trabajadores imprimen valor, ganancia, generan utilidad, ventajas a quienes
venden su fuerza de trabajo.
7.- De la misma forma que el sistema predominante
en nuestro país no garantiza la comida a los humildes, tampoco les asegura un
servicio de salud pública efectiva. Aunque permanece azotado por diferentes
epidemias, lo que en verdad se llama pueblo dominicano está abandonado a su suerte en lo que se refiere a la sanidad
proveniente del Estado. Mantenerse saludable
es algo que aquí cada quien debe resolverlo
por su cuenta y riesgo.
8.- El hecho que el ser humano, la principal fuerza productiva, no pueda
conseguir lo que le es indispensable para llevar una vida con garantía, revela que está
moviéndose en un orden social donde no puede agenciarse lo que le es
imprescindible para laborar, producir y existir en condiciones decorosas.
9.- La persona
física se prepara, trabaja con la perspectiva de disfrutar de una
vida feliz, pero allí donde las probabilidades de una existencia saludable y
duradera no están garantizadas, la
posibilidad se le hace incierta, dudosa; y la inseguridad predomina aniquilando
la esperanza que, entonces, se vislumbra oscura.
10.- La ilusión se convierte en desesperanza cuando
el individuo vive en medio que no genera confianza. En el
ambiente dominicano actual, los hombres y mujeres del pueblo trabajador permanecen huérfanos
de protección y nada les
salvaguarda una larga vida. La realidad se
presenta para ellos sin garantizador alguno que les responda.
11.- Quienes en nuestro país viven de la venta de
su fuerza de trabajo, tienen más
posibilidades de sucumbir, morir a más temprana edad que aquellos se benefician
del producto de su labor. El mucho aportar a otros el esfuerzo laboral no se traduce para las trabajadoras y los trabajadores en la
prolongación de sus vidas.
12.- Aguardar,
extender la existencia en un medio que no garantiza lo que el ser humano
precisa para aumentar las probabilidades de vivir, es una espera fallida; es tener aguante,
sobrellevar la espera hasta fastidiarse y terminar impaciente y vencido, estropeado
por la resignación.
13.- Sin
hacer mucho esfuerzo se comprende que lo
mejor de nuestro pueblo está abandonado, desatendido; convertido en un
estropajo, un despojo lanzado a la orfandad;
sin atención ni protección luce
una comunidad humana desatendida, desharrapada por entero.
14.- Porque
el modelo económico que padecemos está diseñado para que se multipliquen los
pobres, infelices, desnutridos y famélicos,
nuestro país ocupa el puesto 28 en equidad entre 79 naciones en vías de
desarrollo, y la expectativa de vida no muestra buen rumbo,
15.- Para el país nuestro alcanzar la alegría que
no ha tenido nunca, el sosiego de que es merecedor, y la satisfacción a que aspira
en el orden material y espiritual,
necesariamente debe revertir, dar la vuelta al ordenamiento económico y
social injusto que le ha correspondido
malvivir, arrastrando una existencia pesarosa, de abatimiento.
16.- Las privaciones a que condena a la gran mayoría del pueblo dominicano el
presente sistema social, es la razón por la cual aquí está presente pobreza, insalubridad, criminalidad,
corrupción y otras lacras que le son
inherentes, y van a estar lesionándonos
como país atrasado, azotado por una formación económica ya caduca, imposible de
generar felicidad.
17.-
Aquellos que en forma directa e indirecta son los aprovechados del
actual modelo económico, están
moviéndose en un lodazal, en un pantano social que no sólo es injusto, sino que también
está degradado moralmente,
infectado por los peores vicios que acumula una comunidad humana enferma.
18.- Por mucha riqueza que exhiban, por alto bienestar que enseñen, las fortunas de los que
se benefician del sistema que padecemos no pueden cubrir, esconder, de ninguna forma hacer desaparecer la pobreza, la miseria y opresión en que vive la gran mayoría del
pueblo dominicano.
19.- Los que disfrutan del poder económico, político y social, están
totalmente equivocados si creen que hay
posibilidad de que estén juntas la
opulencia y la escasez, el lujo y la austeridad, la suntuosidad y la miseria.
20.- Aunque
no lo son, se comportan como estúpidos aquellos que aquí se preocupan por
llevar una vida cargada de ostentaciones, lujos, fastuosidades y alardes, ante
un pueblo lleno de pobreza, calamidades,
privaciones y austeridad permanente.
21.- El
desenfreno de gustos, el inmoderado proceder de la minoría nacional, mantiene
irritado a amplios sectores del país
que se sienten burlados por la
insolencia, el descaro de quienes no
tienen el menor sentido de la prudencia y
la moderación. Se ve como una afrenta, un ultraje a los pobres, una
vejación a los oprimidos, proceder
divertidos y festivos ante los tristes, angustiados y abatidos.
II.- Los ideólogos del sistema
22.- En cada país los grupos que tienen el dominio
del poder no actúan solos; ellos están
acompañados de sus ideólogos que les asesoran con relación a distintos temas
de su interés, sin distinguir que sean
económicos o políticos.
23.- Los consejeros se comportan, actúan como
cerebros de sus directores, de sus jefes, a los cuales orientan, adiestran,
guían en torno a cuestiones que ocurren o pueden
suceder en el futuro. Sin ser magos, los mentores piensan, razonan, especulan, reflexionan para
proyectarles opiniones a quienes se deben por estar supeditados
económicas y políticamente.
24. Los
ideólogos que hacen de orientadores por lo general tienen un conocimiento real, objetivo, de la
realidad nacional; no pierden el más
mínimo detalle con el fin de
darles a sus jefes la información más precisa posible. No se pierden en
detalles, en simples particularidades, se preocupan por llevarles a quienes sirven una especie de radiografía del medio
social objeto de análisis.
25.- Al destacar a los ideólogos del sistema y sus
funciones hemos querido precisar que mientras los grupos de poder, las clases
dominantes, están ocupadas de sus asuntos empresariales,, comerciales de toda
índole, vinculados con sus quehaceres
habituales, otros razonan,
tranquilamente piensan, enjuician los distintos fenómenos sociales, y luego
emiten su opinión a sus superiores.
26.- Partiendo de que los beneficiados del actual ordenamiento social disponen de
sus asesores, de seguro están debidamente informados de que los males de que
adolece el país, los sufrimientos que lesionan al pueblo dominicano, tienen su
razón de ser en el sistema injusto que sobrellevamos y lamentamos padecer. No
hay que buscar las causas más allá de la realidad que sufrimos.
27.- El modelo económico y social del cual se aprovecha, favorece y enriquece
una minoría de la sociedad dominicana, es el mismo que hace posible que
nuestro país esté en el último lugar en ciencias, matemáticas y
lectura, lo que evidencia que en esta tierra de nuestros amores y sinsabores,
coexiste la alegría en unos pocos, y la aflicción en muchos.
28.- Si a la situación calamitosa que sufrimos a
nivel educativo, le sumamos lo que es el desastre institucional, la tragedia en
el sistema de salud, la inseguridad
personal y de bienes, la debacle en el medio ambiente, la desnutrición crónica
en la niñez, le adicionamos el estado
de degradación ético y moral expresado en la corrupción, llegamos a la
conclusión de que las clases dominantes del país están viviendo de un sistema
que avergüenza, es un bochorno, ruboriza hasta a los más insensibles.
Reflexiones finales
a.- Los grupos de poder del país, al igual que sus
ideólogos, saben que las dominicanas y
los dominicanos estamos viviendo bajo un sistema débil, flojo, enfermo,
ya gastado; que perdió su razón de ser, y su declinación total es inexorable;
no tiene salvación alguna por más maniobras
que hagan sus beneficiarios y aliados. Cada día son más los que están
llamados a convertirse en los sepultureros, enterradores del actual orden
social.
b.- No hay que ser muy inteligente para
comprender que miseria, hambre,
insalubridad, corrupción, inseguridad, educación mediocre, degradación moral e
institucional, no tiene nada que ver con Dios, divinidad, ni nada etéreo. Los
males que padece el pueblo dominicano son sistémicos, terrenales, obra de
mujeres y hombres que están aquí, aferrados a un modelo económico decadente,
desprovisto de humanismo, despojado de
todo lo que significa bondad,
generosidad y justicia.
c.- No es
cuestión de querer o no querer; no depende de la voluntad de los que se aprovechan del sistema. Poco importa el
deseo de los que aman, idolatran el presente modo de dirigir el país. Las contradicciones que aloja en su seno el modelo que padecemos
están por encima del ansia, las ambiciones desmedidas de la minoría que
históricamente han sojuzgado, aplastado, humillado, despreciado y avasallado a
los que nuestro país son los más.
d.- Lo antes
expuesto no es fruto de un ejercicio intelectual, es, pura y simplemente, la
realidad viva del país, la misma materialidad conocida por los ideólogos del
sistema, pero que por conveniencia no
expresan la verdad que hemos vivido,
pasando por la independencia de
febrero de 1844, la Restauración de 1863, hasta nuestros días.
Santiago de los Caballeros,
3 de marzo de 2017.