domingo, 5 de marzo de 2017

El predominante aquí, un sistema que avergüenza


Por: Ramón Antonio Veras.
  I.- La realidad viva del país

1.- Las clases sociales dominantes de cada país debidamente organizadas, están en el deber de garantizarle al pueblo, aunque sea mínimamente, lo indispensable para vivir y servirle al sistema, porque en la medida que los oprimidos de la sociedad se sienten tímidamente conformes, con más docilidad aceptan la dominación.

2.- Comer, educarse, descansar y mantenerse en salud hace posible al ser humano aportar, contribuir con la producción, cooperar en forma eficiente a la generación de plusvalía y, por vía de consecuencia, al enriquecimiento de los grupos que controlan el poder económico, social y político.

3.- Corresponde a los que se benefician del sistema social imperante, asegurarle al pueblo el funcionamiento de las instituciones que conforman el Estado, y un ambiente en el cual viva sin sobresaltos, temor y espanto;  en  estado de  zozobra   no puede mantenerse la sociedad humana.

4.- Los sectores  sociales  que se aprovechan del  actual ordenamiento económico y social del país, no se han preocupado por el ser humano dominicano, que es la principal fuerza productiva  que les posibilita el mantenimiento de su vigencia como clases dominantes y el  funcionamiento del sistema.

5.- Un pueblo sin garantía de comida permanece desnutrido e imposibilitado de ejecutar labores manuales o intelectuales. Comer, ingerir alimentos hace posible disponer de  energía para trabajar; la ausencia de nutrientes imposibilita la actividad productiva. Una gran mayoría de dominicanas y dominicanos no tiene asegurado el desayuno, el almuerzo ni la cena.

6.-  Para aquellos que se benefician del pueblo trabajador carece de relevancia que quienes les sirven tengan seguridad de comida para continuar aportándoles riqueza, ignorando  que si aniquilan esa máquina productiva, fecunda, no pueden prolongar su poder económico. Solo los trabajadores imprimen valor, ganancia, generan utilidad, ventajas a quienes venden su fuerza de trabajo.

7.- De la misma forma que el sistema predominante en nuestro país no garantiza la comida a los humildes, tampoco les asegura un servicio de salud pública efectiva. Aunque permanece azotado por diferentes epidemias, lo que en verdad se llama pueblo dominicano está abandonado  a su suerte en lo que se refiere a la sanidad proveniente  del Estado. Mantenerse saludable es algo que aquí cada quien debe resolverlo  por su cuenta y riesgo.

8.- El hecho que el ser humano,   la principal fuerza productiva, no pueda conseguir lo que le es indispensable para llevar  una vida con garantía, revela que está moviéndose en un orden social donde no puede agenciarse lo que le es imprescindible para laborar, producir y existir en condiciones decorosas.

9.- La persona  física se prepara, trabaja con la perspectiva de disfrutar de una vida  feliz, pero allí donde las  probabilidades de una existencia saludable y duradera no están  garantizadas, la posibilidad se le hace incierta, dudosa; y la inseguridad predomina aniquilando la esperanza que,  entonces,  se vislumbra oscura.

10.- La ilusión se convierte en desesperanza cuando el  individuo  vive en medio que no genera confianza. En el ambiente dominicano actual, los hombres y mujeres  del pueblo trabajador permanecen  huérfanos  de protección y  nada les salvaguarda una larga vida. La realidad se  presenta para ellos sin garantizador alguno que les  responda.

11.- Quienes en nuestro país viven de la venta de su fuerza de trabajo, tienen  más posibilidades de sucumbir, morir a más temprana edad que aquellos se benefician del producto de su labor. El mucho aportar a otros el esfuerzo  laboral no se traduce para   las trabajadoras y los trabajadores en la prolongación de sus vidas.

12.- Aguardar,  extender la existencia en un medio que no garantiza lo que el ser humano precisa para aumentar las probabilidades de vivir,  es una espera fallida; es tener aguante, sobrellevar la espera hasta fastidiarse y terminar impaciente y vencido, estropeado por la resignación.

13.- Sin  hacer mucho esfuerzo se comprende que lo  mejor de nuestro pueblo está abandonado, desatendido; convertido en un estropajo, un despojo lanzado a la orfandad;  sin atención ni protección  luce una comunidad humana desatendida, desharrapada por entero.

14.-  Porque el modelo económico que padecemos está diseñado para que se multipliquen los pobres, infelices, desnutridos y famélicos,  nuestro país ocupa el puesto 28 en equidad entre 79 naciones en vías de desarrollo, y la expectativa de vida no muestra buen rumbo,

15.- Para el país nuestro alcanzar la alegría que no ha tenido nunca, el sosiego de que es merecedor, y la satisfacción  a que aspira  en el orden material y espiritual,  necesariamente debe revertir, dar la vuelta al ordenamiento económico y social injusto que  le ha correspondido malvivir, arrastrando una existencia pesarosa, de abatimiento.

16.- Las privaciones a que condena  a la gran mayoría del pueblo dominicano el presente sistema social,  es la razón  por la cual aquí está presente  pobreza, insalubridad, criminalidad, corrupción  y otras lacras que le son inherentes,  y van a estar lesionándonos como país atrasado, azotado por una formación económica ya caduca, imposible de generar felicidad.

17.-  Aquellos que en forma directa e indirecta son los aprovechados del actual modelo económico,  están moviéndose  en un lodazal, en un  pantano social que no sólo  es injusto, sino  que también  está  degradado moralmente, infectado por los peores vicios que acumula una comunidad humana enferma.

18.- Por mucha riqueza que exhiban, por  alto bienestar que enseñen, las fortunas  de los que  se benefician del sistema que padecemos no pueden  cubrir, esconder, de ninguna forma  hacer desaparecer la pobreza, la miseria  y opresión en que vive la gran mayoría del pueblo dominicano.

19.- Los que disfrutan del poder  económico, político y social, están totalmente equivocados si creen  que hay posibilidad de que estén  juntas la opulencia y la escasez, el lujo y la austeridad, la suntuosidad y la miseria.

20.-  Aunque no lo son, se comportan como estúpidos aquellos que aquí se preocupan por llevar una vida cargada de ostentaciones, lujos, fastuosidades y alardes, ante un pueblo lleno de pobreza,  calamidades, privaciones y austeridad permanente.

21.-  El desenfreno de gustos, el inmoderado proceder de la minoría nacional, mantiene irritado a  amplios sectores del país que  se sienten burlados por la insolencia, el descaro de quienes  no tienen el menor sentido de la prudencia y  la moderación. Se ve como una afrenta, un ultraje a los pobres, una vejación a  los oprimidos,  proceder  divertidos y festivos  ante  los tristes, angustiados y abatidos.


II.- Los ideólogos del sistema

22.- En cada país los grupos que tienen el dominio del poder no actúan solos; ellos  están acompañados de sus ideólogos que les asesoran con relación a distintos temas de  su interés, sin distinguir que sean económicos o políticos.

23.- Los consejeros se comportan, actúan como cerebros de sus directores, de sus jefes, a los cuales orientan, adiestran, guían en torno  a   cuestiones que ocurren  o pueden  suceder en el futuro. Sin ser magos, los mentores  piensan, razonan, especulan, reflexionan para proyectarles  opiniones a  quienes se deben por estar supeditados económicas y políticamente.

 24. Los ideólogos que hacen de orientadores por lo general  tienen un conocimiento real, objetivo, de la realidad nacional; no pierden el más  mínimo detalle con el fin  de darles a sus jefes la información más precisa posible. No se pierden en detalles, en simples particularidades, se preocupan  por llevarles a quienes  sirven una especie de radiografía del medio social objeto de análisis.

25.- Al destacar a los ideólogos del sistema y sus funciones hemos querido precisar que mientras los grupos de poder, las clases dominantes, están ocupadas de sus asuntos empresariales,, comerciales de toda índole, vinculados con sus quehaceres  habituales,  otros razonan, tranquilamente piensan, enjuician los distintos fenómenos sociales, y luego emiten su opinión a sus superiores.

26.- Partiendo de que los beneficiados  del actual ordenamiento social disponen de sus asesores, de seguro están debidamente informados de que los males de que adolece el país, los sufrimientos que lesionan al pueblo dominicano, tienen su razón de ser en el sistema injusto que sobrellevamos y lamentamos padecer. No hay que buscar las causas más allá de la realidad que sufrimos.

27.- El modelo económico y social  del cual se aprovecha, favorece y enriquece una minoría de la sociedad dominicana, es el mismo que hace posible que nuestro  país esté  en el último lugar en ciencias, matemáticas y lectura, lo que evidencia que en esta tierra de nuestros amores y sinsabores, coexiste la alegría en unos pocos, y la aflicción en muchos.

28.- Si a la situación calamitosa que sufrimos a nivel educativo, le sumamos lo que es el desastre institucional, la tragedia en el sistema de salud,  la inseguridad personal y de bienes, la debacle en el medio ambiente, la desnutrición crónica en la niñez,   le adicionamos el estado de degradación ético y moral expresado en la corrupción, llegamos a la conclusión de que las clases dominantes del país están viviendo de un sistema que avergüenza, es un bochorno, ruboriza hasta a los más insensibles.

Reflexiones finales

a.- Los grupos de poder del país, al igual que sus ideólogos, saben que las dominicanas y  los dominicanos estamos viviendo bajo un sistema débil, flojo, enfermo, ya gastado; que perdió su razón de ser, y su declinación total es inexorable; no tiene salvación alguna por más maniobras   que hagan sus beneficiarios y aliados. Cada día son más los que están llamados a convertirse en los sepultureros, enterradores del actual orden social.

b.- No hay que ser muy inteligente para comprender  que miseria, hambre, insalubridad, corrupción, inseguridad, educación mediocre, degradación moral e institucional, no tiene nada que ver con Dios, divinidad, ni nada etéreo. Los males que padece el pueblo dominicano son sistémicos, terrenales, obra de mujeres y hombres que están aquí, aferrados a un modelo económico decadente, desprovisto de  humanismo, despojado de todo lo que significa bondad,  generosidad y justicia.


c.-  No es cuestión de querer o no querer; no depende de la voluntad de los que  se aprovechan del sistema. Poco importa el deseo de los que aman, idolatran el presente modo de dirigir el país. Las  contradicciones  que aloja en su seno el modelo que padecemos están por encima del ansia, las ambiciones desmedidas de la minoría que históricamente han sojuzgado, aplastado, humillado, despreciado y avasallado a los que nuestro país son los más.

d.-  Lo antes expuesto no es fruto de un ejercicio intelectual, es, pura y simplemente, la realidad viva del país, la misma materialidad conocida por los ideólogos del sistema, pero  que por conveniencia no expresan la verdad que hemos vivido,  pasando por la  independencia de febrero de 1844, la Restauración de 1863, hasta nuestros días.


Santiago de los Caballeros,

3 de marzo de 2017.