viernes, 17 de marzo de 2017

Marchas y recoger firmas: un despertar alentador

Por: Ramón Antonio Veras.

a.- En ninguna parte del mundo los seres humanos  se movilizan a no ser por algo que les impulsa a accionar en uno u otro sentido. Lo que es el fundamento, lo que les llama a actuar está en su conciencia, en  lo  que han asimilado en el  medio  donde viven.

b.- La señal de letargo, el estado de sopor lo rompe el pueblo de un momento a otro cuando decide ponerle fin al aturdimiento  político, cambiándolo de  soñolencia por el despertar.

c.- En nuestro país, en los últimos tiempos la lucha de masas a nivel de movilizaciones  se ha visto limitada evidenciándose  una parálisis, algo así como un agotamiento  que revela estancamiento. Es notorio como se  ha detenido el movimiento obrero, gremial, estudiantil y sindical, incluyendo a los intelectuales más conscientes y comprometidos con los cambios sociales.

d.- En lugar de avance, adelanto, lo que se ha observado es marcha atrás; un  recular  de lo que en otra época fue fogoso adelanto, un rebase para triunfar. Hoy hay un rezago  de la movilización popular


I.- Bien recibidas las movilizaciones 

1.- Los verdaderos demócratas, aquellos que históricamente han estado identificados con los mejores intereses, demuestran alegría cuantas veces advierten el despertar de los oprimidos. La animación trae regocijo, contagioso gozo y sentido de diversión. 

2- En los momentos de justos reclamos es cuando salen a la luz los verdaderos intérpretes del sentir  popular, aquellos que creen en el poder de las masas para decidir su propio destino. El retiro, abstenerse no cuadra en quienes están formados para accionar codo con codo con los que en cada país son los más.

3.- El avance de la lucha popular crea buen humor en los sectores progresistas, que se sienten motivados a continuar contentos  al lado del pueblo. Una vez  las fuerzas motrices se activan ponen de grato carácter a quienes han abrazado en forma sincera la lucha popular.

4.- Es aleccionador observar a  hombres y mujeres moviéndose en una misma línea reclamando  iguales  puntos, poniendo por delante semejantes  reclamos. Las masas populares unidas demuestran disposición de hacer exigencias, invocar idénticas pretensiones y por el mismo camino llegar hasta el final.

5.- El deseo del pueblo por  hacer realidad sus conquistas lo mueve  a trillar unido la  misma ruta; su aspiración de alcanzar el fin perseguido en lo político y social, le genera el ánimo para afianzarse y confiar en sus propias fuerzas.

6.- La acción unitaria prueba consolidación, afianzamiento; robustece las reclamaciones, colocando en posición de debilidad a los adversarios, que se tambalean demostrando flaqueza. La unificación va en consonancia con la armonía de los que se activan por igual objetivo cívico o político.

7.-Las marchas unitarias con sentido de fraternidad envían un buen mensaje porque revelan unificación de propósitos. La hermandad entraña consenso y aleja toda idea de desaprobación y distanciamiento, que tanto daño han hecho a los proyectos de unificación que se han gestado  en distintas etapas de la vida política del país. 

8.- Los pueblos dan demostración de que desean elevarse, ponerse de pie, estirarse para despegar, cuantas veces sacan a flote romper la quietud que habían mantenido. La insumisión es signo de cambiar   el  sometimiento  por un nuevo modo de comportamiento para acabar con el acatamiento, el  obedecer que solo conduce al descalabro, al derrotismo, al pesimismo.

9.- Hombres y mujeres accionando, levantando sus consignas a una sola voz, expresan cohesión, lo que le da resistencia, vigor y gran solidez para mantenerse forcejeando sin claudicar ni rajarse, para no  llegar a  una deshonrosa transacción. No hay espacio para la renuncia, la rendición cuando existe la voluntad de insistir  hasta vencer.


II.- El despertar de las masas populares

10.- El despertar de las masas populares es un buen signo, porque  al moverse dan demostración de que se han sacudido, animado, que están  despabiladas; que han decidido olvidar el adormecimiento y ponerse en tensión, romper con el apaciguamiento, excitarse con plena fogosidad y permanente jaleo. El deseo del pueblo a sacudirse pone  a temblar a sus contrarios porque revela que  la paralización que mantenía,   como un absurdo reposo, ha desaparecido.

11.- El hecho de que amplios sectores del conglomerado nacional marchen con sentido cívico es un logro porque solo movilizadas pueden las masas avanzar y materializar sus demandas. En el arranque está el impulso, la resolución de comenzar a recorrer el camino del triunfo.

12.- Cuantas veces la comunidad, o de ella los comprometidos con  las mejores causas se ponen en marcha y convocan planteando las reivindicaciones más sentidas  de las masas, a su lado deben caminar las clases y capas sociales identificadas con las ideas progresistas y los cambios sociales, para que solo queden  atrás las fuerzas identificadas  con  el  atraso,  el  pasado de opresión y desprecio al progreso.

13.- Los trabajos colectivos para  alcanzar lo que conviene a  la mayoría  de la sociedad, deben ejecutarse de manera constante, en forma incesante y sostenida;  persistentes para mantener el calor de la lucha, la vigencia de las demandas y colocar en  situación de debilidad a los contrarios.

14.- Debe existir la armonía entre los que luchan por una misma causa, porque  la coherencia  da fuerza, la concordancia evidencia la unidad en la acción de lo que se persigue lograr. El desacuerdo, la disconformidad debilita la lucha popular y favorece a los enemigos.

15.- Pero los que marchan por las buenas causas no deben olvidar que está comprobado que los grupos retardatarios que controlan los resortes del poder del Estado, se manejan sumamente bien cuando las masas están controladas por políticos  oxidados, acostumbrados a transigir; enmohecidos de tanto aceptar dejar pasar; que muestran tener el aguante que necesita la minoría nacional para sojuzgar a la mayoría del pueblo. El contemporizador  político hace de retranca, ataharre de los movimientos sociales.

16.- Es evidente que el entorpecimiento a las acciones de los de abajo, impedir o hacer colapsar su decisión de activarse por  ver materializadas  sus más sentidas aspiraciones,  es un objetivo de los que  están al asecho y  trabajan para estorbar, atenazar,  atrofiar el ímpetu de las fuerzas que con brío procuran romper la calma, la pasividad a la que la han  condenado  sus enemigos tradicionales.

17.- Los sectores contrarios a los cambios sociales se sienten gananciosos, fortalecidos  en la medida que logran frenar, entumecer a los sectores más activo de la sociedad. El estatismo, la inmovilización conspira contra el espíritu de cambio, al deseo de salir delante de los que están al margen del poder político, del dominio del Estado. El pueblo se ve inválido, en estado de embotamiento, aniquilado, atado por los  pies y por las  manos  cuando evidencia marasmo, ausencia de ánimo.


Reflexiones finales

18.- En las movilizaciones de los pueblos siempre hay que tomar en cuenta el contenido, la esencia, el fondo político y social que sirve de motivación a las mismas. Resulta determinante que los más calificados y lucidos dirigentes mantengan su reloj político histórico en hora, para que la buena fe y voluntad del pueblo no sean burladas por aquellos politiqueros que procuran pescar en río revuelto.

19.- Conviene   saber el fondo que sirve de motivación a la convocatoria, porque solamente una causa con sentido social justifica la citación a un encuentro popular. Lo pertinente, lo provechoso para la comunidad, lo  prueba la validez para un llamado a la movilización.

20.- La participación de ciudadanas y ciudadanos en actividades cívicas, sociales o políticas deben responder a objetivos concretos a alcanzar en una determinada coyuntura histórica. Un reclamo vacío conduce a resultados fallidos que se traducen luego en frustración,  aniquilando el espíritu, el dinamismo  de todo lo que significa diligencia, celeridad para triunfar, dándole paso a la abulia, dejadez y quietud.
 21.- El clamor popular, el fragor de las masas debe tener respuesta a los fines de que no se marchite el entusiasmo que les sirve de motivación y las impulsa a mantener vivo el deseo de obtener lo que se han propuesto con su brega. Mover al pueblo con el único fin de mantenerlo en la calle no conduce ni resuelve nada desde el punto de vista de la lucha social.
 22.- La actividad política debe responder a un programa previamente concebido, el cual ha de recoger los objetivos que se proponen alcanzar sus sostenedores. Aquellos que  tratan de  movilizar  a las masas populares están en el deber de explicarles el alcance de lo que se procura con el accionar.  La táctica y la estrategia tienen que ser orientadas y ejecutadas atendiendo a lo que se persigue en el momento del accionar.
 23.- El trabajo político dirigido a las masas populares debe ser lo suficientemente claro para que sea comprendido y aceptado por los mejores hombres y mujeres de la sociedad, los cuales responden con su presencia cuantas veces se les explica con claridad, en forma nítida el alcance de los puntos contenidos en la proclama que sirve de fundamento programático a la convocatoria.
24.- Los métodos de lucha política se elaboraron tomando en consideración los escenarios donde se han de aplicar, los actores que los han de llevar a la práctica y frente a quienes se van a oponer. Todo esto impone un trabajo prudente, sumamente cauteloso y reflexivo para que sea coronado con el éxito.
 25.- En política, la euforia, el optimismo no puede guiarnos al entusiasmo absurdo de subestimar al adversario, porque la prematura efervescencia   a veces lleva al fracaso convirtiéndose la ilusión en postración y depresión. Hay que sopesar, tantear de triunfo, así como también la posibilidad derrota. 
 26.- Poner en movimiento a una gran parte del pueblo entraña motivación a que se ponga en tensión con la finalidad de lograr un objetivo que con su pasividad no había alcanzado, de donde resulta que al ser estimulada responde a la exaltación persuadida de halagüeños resultados. Moverse por ilusiones no tiene sentido en la política, la cual se nutre de realidades, nunca de abstracciones.
 27.- La pasividad no contribuye a los cambios requeridos en el seno de la sociedad; la inacción sólo favorece a los que se aprovechan del estatus quo. El dinamismo, el accionar coordinado y consciente contribuye a romper la indiferencia, la inercia que aniquila la justeza de la resistencia, la beligerancia hacia la combatividad.
28.- No se puede olvidar que la realización de un proyecto político que aspira a ser distinto a los existentes en lo que a método y programa se refiere, debe ser dirigido para actuar con suma inteligencia, sentido objetivo y práctico; y en ningún momento perder la lucidez para mover con razonamientos convincentes, argumentos concluyentes y fines loables y alcanzables. 

Santiago de los Caballeros,

17 de marzo de 2017.

domingo, 5 de marzo de 2017

El predominante aquí, un sistema que avergüenza


Por: Ramón Antonio Veras.
  I.- La realidad viva del país

1.- Las clases sociales dominantes de cada país debidamente organizadas, están en el deber de garantizarle al pueblo, aunque sea mínimamente, lo indispensable para vivir y servirle al sistema, porque en la medida que los oprimidos de la sociedad se sienten tímidamente conformes, con más docilidad aceptan la dominación.

2.- Comer, educarse, descansar y mantenerse en salud hace posible al ser humano aportar, contribuir con la producción, cooperar en forma eficiente a la generación de plusvalía y, por vía de consecuencia, al enriquecimiento de los grupos que controlan el poder económico, social y político.

3.- Corresponde a los que se benefician del sistema social imperante, asegurarle al pueblo el funcionamiento de las instituciones que conforman el Estado, y un ambiente en el cual viva sin sobresaltos, temor y espanto;  en  estado de  zozobra   no puede mantenerse la sociedad humana.

4.- Los sectores  sociales  que se aprovechan del  actual ordenamiento económico y social del país, no se han preocupado por el ser humano dominicano, que es la principal fuerza productiva  que les posibilita el mantenimiento de su vigencia como clases dominantes y el  funcionamiento del sistema.

5.- Un pueblo sin garantía de comida permanece desnutrido e imposibilitado de ejecutar labores manuales o intelectuales. Comer, ingerir alimentos hace posible disponer de  energía para trabajar; la ausencia de nutrientes imposibilita la actividad productiva. Una gran mayoría de dominicanas y dominicanos no tiene asegurado el desayuno, el almuerzo ni la cena.

6.-  Para aquellos que se benefician del pueblo trabajador carece de relevancia que quienes les sirven tengan seguridad de comida para continuar aportándoles riqueza, ignorando  que si aniquilan esa máquina productiva, fecunda, no pueden prolongar su poder económico. Solo los trabajadores imprimen valor, ganancia, generan utilidad, ventajas a quienes venden su fuerza de trabajo.

7.- De la misma forma que el sistema predominante en nuestro país no garantiza la comida a los humildes, tampoco les asegura un servicio de salud pública efectiva. Aunque permanece azotado por diferentes epidemias, lo que en verdad se llama pueblo dominicano está abandonado  a su suerte en lo que se refiere a la sanidad proveniente  del Estado. Mantenerse saludable es algo que aquí cada quien debe resolverlo  por su cuenta y riesgo.

8.- El hecho que el ser humano,   la principal fuerza productiva, no pueda conseguir lo que le es indispensable para llevar  una vida con garantía, revela que está moviéndose en un orden social donde no puede agenciarse lo que le es imprescindible para laborar, producir y existir en condiciones decorosas.

9.- La persona  física se prepara, trabaja con la perspectiva de disfrutar de una vida  feliz, pero allí donde las  probabilidades de una existencia saludable y duradera no están  garantizadas, la posibilidad se le hace incierta, dudosa; y la inseguridad predomina aniquilando la esperanza que,  entonces,  se vislumbra oscura.

10.- La ilusión se convierte en desesperanza cuando el  individuo  vive en medio que no genera confianza. En el ambiente dominicano actual, los hombres y mujeres  del pueblo trabajador permanecen  huérfanos  de protección y  nada les salvaguarda una larga vida. La realidad se  presenta para ellos sin garantizador alguno que les  responda.

11.- Quienes en nuestro país viven de la venta de su fuerza de trabajo, tienen  más posibilidades de sucumbir, morir a más temprana edad que aquellos se benefician del producto de su labor. El mucho aportar a otros el esfuerzo  laboral no se traduce para   las trabajadoras y los trabajadores en la prolongación de sus vidas.

12.- Aguardar,  extender la existencia en un medio que no garantiza lo que el ser humano precisa para aumentar las probabilidades de vivir,  es una espera fallida; es tener aguante, sobrellevar la espera hasta fastidiarse y terminar impaciente y vencido, estropeado por la resignación.

13.- Sin  hacer mucho esfuerzo se comprende que lo  mejor de nuestro pueblo está abandonado, desatendido; convertido en un estropajo, un despojo lanzado a la orfandad;  sin atención ni protección  luce una comunidad humana desatendida, desharrapada por entero.

14.-  Porque el modelo económico que padecemos está diseñado para que se multipliquen los pobres, infelices, desnutridos y famélicos,  nuestro país ocupa el puesto 28 en equidad entre 79 naciones en vías de desarrollo, y la expectativa de vida no muestra buen rumbo,

15.- Para el país nuestro alcanzar la alegría que no ha tenido nunca, el sosiego de que es merecedor, y la satisfacción  a que aspira  en el orden material y espiritual,  necesariamente debe revertir, dar la vuelta al ordenamiento económico y social injusto que  le ha correspondido malvivir, arrastrando una existencia pesarosa, de abatimiento.

16.- Las privaciones a que condena  a la gran mayoría del pueblo dominicano el presente sistema social,  es la razón  por la cual aquí está presente  pobreza, insalubridad, criminalidad, corrupción  y otras lacras que le son inherentes,  y van a estar lesionándonos como país atrasado, azotado por una formación económica ya caduca, imposible de generar felicidad.

17.-  Aquellos que en forma directa e indirecta son los aprovechados del actual modelo económico,  están moviéndose  en un lodazal, en un  pantano social que no sólo  es injusto, sino  que también  está  degradado moralmente, infectado por los peores vicios que acumula una comunidad humana enferma.

18.- Por mucha riqueza que exhiban, por  alto bienestar que enseñen, las fortunas  de los que  se benefician del sistema que padecemos no pueden  cubrir, esconder, de ninguna forma  hacer desaparecer la pobreza, la miseria  y opresión en que vive la gran mayoría del pueblo dominicano.

19.- Los que disfrutan del poder  económico, político y social, están totalmente equivocados si creen  que hay posibilidad de que estén  juntas la opulencia y la escasez, el lujo y la austeridad, la suntuosidad y la miseria.

20.-  Aunque no lo son, se comportan como estúpidos aquellos que aquí se preocupan por llevar una vida cargada de ostentaciones, lujos, fastuosidades y alardes, ante un pueblo lleno de pobreza,  calamidades, privaciones y austeridad permanente.

21.-  El desenfreno de gustos, el inmoderado proceder de la minoría nacional, mantiene irritado a  amplios sectores del país que  se sienten burlados por la insolencia, el descaro de quienes  no tienen el menor sentido de la prudencia y  la moderación. Se ve como una afrenta, un ultraje a los pobres, una vejación a  los oprimidos,  proceder  divertidos y festivos  ante  los tristes, angustiados y abatidos.


II.- Los ideólogos del sistema

22.- En cada país los grupos que tienen el dominio del poder no actúan solos; ellos  están acompañados de sus ideólogos que les asesoran con relación a distintos temas de  su interés, sin distinguir que sean económicos o políticos.

23.- Los consejeros se comportan, actúan como cerebros de sus directores, de sus jefes, a los cuales orientan, adiestran, guían en torno  a   cuestiones que ocurren  o pueden  suceder en el futuro. Sin ser magos, los mentores  piensan, razonan, especulan, reflexionan para proyectarles  opiniones a  quienes se deben por estar supeditados económicas y políticamente.

 24. Los ideólogos que hacen de orientadores por lo general  tienen un conocimiento real, objetivo, de la realidad nacional; no pierden el más  mínimo detalle con el fin  de darles a sus jefes la información más precisa posible. No se pierden en detalles, en simples particularidades, se preocupan  por llevarles a quienes  sirven una especie de radiografía del medio social objeto de análisis.

25.- Al destacar a los ideólogos del sistema y sus funciones hemos querido precisar que mientras los grupos de poder, las clases dominantes, están ocupadas de sus asuntos empresariales,, comerciales de toda índole, vinculados con sus quehaceres  habituales,  otros razonan, tranquilamente piensan, enjuician los distintos fenómenos sociales, y luego emiten su opinión a sus superiores.

26.- Partiendo de que los beneficiados  del actual ordenamiento social disponen de sus asesores, de seguro están debidamente informados de que los males de que adolece el país, los sufrimientos que lesionan al pueblo dominicano, tienen su razón de ser en el sistema injusto que sobrellevamos y lamentamos padecer. No hay que buscar las causas más allá de la realidad que sufrimos.

27.- El modelo económico y social  del cual se aprovecha, favorece y enriquece una minoría de la sociedad dominicana, es el mismo que hace posible que nuestro  país esté  en el último lugar en ciencias, matemáticas y lectura, lo que evidencia que en esta tierra de nuestros amores y sinsabores, coexiste la alegría en unos pocos, y la aflicción en muchos.

28.- Si a la situación calamitosa que sufrimos a nivel educativo, le sumamos lo que es el desastre institucional, la tragedia en el sistema de salud,  la inseguridad personal y de bienes, la debacle en el medio ambiente, la desnutrición crónica en la niñez,   le adicionamos el estado de degradación ético y moral expresado en la corrupción, llegamos a la conclusión de que las clases dominantes del país están viviendo de un sistema que avergüenza, es un bochorno, ruboriza hasta a los más insensibles.

Reflexiones finales

a.- Los grupos de poder del país, al igual que sus ideólogos, saben que las dominicanas y  los dominicanos estamos viviendo bajo un sistema débil, flojo, enfermo, ya gastado; que perdió su razón de ser, y su declinación total es inexorable; no tiene salvación alguna por más maniobras   que hagan sus beneficiarios y aliados. Cada día son más los que están llamados a convertirse en los sepultureros, enterradores del actual orden social.

b.- No hay que ser muy inteligente para comprender  que miseria, hambre, insalubridad, corrupción, inseguridad, educación mediocre, degradación moral e institucional, no tiene nada que ver con Dios, divinidad, ni nada etéreo. Los males que padece el pueblo dominicano son sistémicos, terrenales, obra de mujeres y hombres que están aquí, aferrados a un modelo económico decadente, desprovisto de  humanismo, despojado de todo lo que significa bondad,  generosidad y justicia.


c.-  No es cuestión de querer o no querer; no depende de la voluntad de los que  se aprovechan del sistema. Poco importa el deseo de los que aman, idolatran el presente modo de dirigir el país. Las  contradicciones  que aloja en su seno el modelo que padecemos están por encima del ansia, las ambiciones desmedidas de la minoría que históricamente han sojuzgado, aplastado, humillado, despreciado y avasallado a los que nuestro país son los más.

d.-  Lo antes expuesto no es fruto de un ejercicio intelectual, es, pura y simplemente, la realidad viva del país, la misma materialidad conocida por los ideólogos del sistema, pero  que por conveniencia no expresan la verdad que hemos vivido,  pasando por la  independencia de febrero de 1844, la Restauración de 1863, hasta nuestros días.


Santiago de los Caballeros,

3 de marzo de 2017.

jueves, 2 de marzo de 2017

A los 81 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi

  1. Por formación familiar e ideológica no estoy formado para odiar, desdeñar, ni en forma alguna aborrecer a ningún ser humano, aunque contra mi haya ejecutado una acción despreciable. En mi corazón solo hay espacio para amar, estimar y el sentido de la solidaridad. Tener y expresar cariño a los demás me hacen sentir bien.
  2. Cuantas veces he sufrido por la maldad que me hace otra persona, reacciono indignado, me ofendo, pero no le guardo rencor, ni elaboro maquinaciones en su contra, la ignoro, me hago de cuenta que no existe. No pierdo mi tiempo pensando en que me lesionó; en lo adelante borro su figura y de mi mente se esfuma el agravio.
  3. Mis adversarios políticos, a los enemigos gratuitos y aquellos que han fingido ser amigos y luego compruebo su falsía, no tienen en mí un acosador mental, necio hostigador ni difamador gratuito. Hasta con mis contrarios me manejo con lealtad, no sé ser falaz, artero, ni perverso.
  4. Una vez fue descubierto el caso de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi, fui convocado a la fiscalía de Santiago para que conociera a los autores. Cuando les vi lloré de pena, y solicité a sus custodios retirarles las esposas. De ellos, Francisco Carela Castro, el organizador de los sicarios, al yo observar que daba muestras de dolor en la rodilla de su pierna izquierda, le dije a la Magistrada Yeni Berenice, que le mandara a comprar un calmante similar a uno que uso cuando me ataca la artritis.
  5. No hay aspiración de venganza cuando la víctima recurre a los mecanismos legales, jurisdiccionales e institucionales a los fines de que sus victimarios respondan de sus hechos y paguen las consecuencias. Una sociedad que se supone civilizada no puede vivir a merced de la criminalidad.
  6. En el caso particular de Adriano Román, en todo momento he dicho que en su contra no anido odio ni rencores, que lo único que deseo, al igual que Jordi y toda mi familia, es que cumpla en la cárcel las sanciones de las que se ha hecho merecedor por los crímenes ejecutados contra Miguelina Llaverías y mi hijo.
  7. Precisamente, en estos momentos cuando se ha convertido en un clamor nacional que cese la impunidad, se castigue a los delincuentes, que la ley tome su imperio y resplandezca la justicia, no se puede permitir que Adriano Román, burle las sentencias dictadas en su contra.
  8. Constituye un impudor, pura indecencia, una bofetada a lo mejor de la sociedad dominicana, en nombre del dinero santificar los actos criminales llevados a cabo por Adriano Román, quien ha hecho de la criminalidad un hábito y de la burla a la justicia una broma, una jarana, diversión de mal gusto.
  9. Somos partidarios de que se le garantice y dé total protección a la salud de Adriano Román, para que saludable acate las condenas de que se ha hecho merecedor, tal como lo dispusieron los tribunales. Solo cuando cumpla con las penas impuestas puede Adriano irse a su casa. 
  10. Soy respetuoso de la vida, derechos y libertades de cualquier ser humano, aunque sea un consuetudinario criminal como Adriano Román, pero mi vocación de miramiento hacia los demás no llega a tolerar irrespeto a mi familia, a mi persona y a lo que todavía sirve en el seno de la sociedad dominicana.
  11. A los que procuran acomodar y proteger a Adriano Román, les advierto que para mí es una cuestión de honor que éste complete sus merecidas condenas en Rafey, no en su casa, ni en una clínica estando sano. 
  12. Aquellos que por paga hacen de padrinos de delincuentes, deben saber que no todo el dinero se puede coger; que hay billetes de bancos que queman bolsillos, y que entre el cielo y la tierra no hay nada oculto. La transigencia, la tolerancia pagada por el delincuente es familia directa de la corrupción.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Por vocación llegué a la abogacía


Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Al momento de mi nacimiento,  por la situación calamitosa de mis padres,  el porvenir me era incierto, se presentaba dudoso, sumamente  confuso; se movía de lo vacilante a lo problemático. En mis primeros años la existencia me fue, con mira al futuro, borrosa, no tenía nada claro ni seguro. Pero una vez  entré en razón,   al actuar con  discernimiento  comprendí que solamente estudiando podía salir adelante, que no tenía otra alternativa.

 2.- La necesidad de  trabajar me sacó de la actividad de estudiar como un niño normal en sus primeros años. Al concluir el sexto curso abandoné la escuela primaria para comenzar a hacer labores de mensajería  en  una farmacia.   Luego,  al continuar  estudiando  en la  Academia Santiago, alcancé los títulos de Contador Mercantil, Mecanógrafo y Taquígrafo.

3.- Pero no me limité a los estudios comerciales;  me dispuse  continuar en la escuela secundaria en la que alcancé hacerme Bachiller en Filosofía y Letras, Matemáticas y Naturales. Con la idea fija de que sólo los estudios podían cambiarme la vida, trabajé para ahorrar unos pesos para pagar el primer año de inscripción en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo, así como  los gastos de alimentación y vivienda en la ciudad capital. Los recursos económicos se me agotaron al concluir mi primer año de la carrera universitaria, pero por las calificaciones que había obtenido logré una beca que  por mi alto índice conservé hasta mi graduación.

4.- Al momento de recibir el título de doctor en derecho en la UASD en 1967, se me presentó la oportunidad de aceptar  una beca que me otorgó la universidad como premio por mis altas calificaciones;   quedarme en la ciudad capital ejerciendo  única  y exclusivamente, o regresar  a  Santiago  a desempeñarme  como profesional en la abogacía y vincularme con el accionar político y social.  Esta última fue mi elección y decisión.

5.- Siempre he resaltado el hecho de haberme graduado de doctor en derecho, porque el ejercicio de esta profesión me ha permitido ser un hombre libre en la práctica de mis ideas políticas y concepción ideológica. Manejarme en la abogacía sintiéndome totalmente liberado, ha contribuido a que devuelva a mi pueblo  parte de lo que aportó para continuar y concluir mis estudios universitarios

6.- Ejerciendo la profesión he puesto mis servicios profesionales a disposición y alcance  de todos los dominicanos  y dominicanas que han acudido a mí para que les defienda ante sus derechos burlados o sus libertades  conculcadas.

7.- Nada me ha impedido actuar como abogado y conservar mi autonomía, no depender de nadie; ser abierto, franco, proceder sin cortapisas. Solamente siendo independiente de pensamiento y no estar atado económicamente a nadie, me ha permitido hacerme cargo de asuntos sumamente delicados en el orden político, lo mismo que rechazar casos que  me habrían representado jugosos honorarios. He ejercido como un abogado absolutamente emancipado, sin sumisión de ninguna clase.

8.- Por ligar el ejercicio  de la profesión de abogado con mi forma de pensar y actuar, he enfrentado situaciones embrolladas que  me han llevado a estar en complicaciones, serias dificultades con el poder político, económico y social del país. Procesos penales peliagudos en ocasiones me han colocado al borde de la muerte.

9.- Por haber ejercido consciente del medio donde vivo y los intereses que me adversan, nunca me he lamentado de lo que me ha ocurrido. Los quejidos, la posición lastimosa no  le cuadra a quien procede convencido de lo que hace y la justeza de lo que defiende.

10.-  Por el hecho de haber concluido los tres bachilleratos de la época, tenía la posibilidad de estudiar ingeniería, medicina o derecho, pero me decidí por esta última. Mi inclinación al derecho no fue por capricho, sino por vocación; la afición a defender lo justo me impulsó a ser abogado. En la abogacía he actuado defendiendo, protegiendo al que ha sido lesionado o pretenden agraviar. Me he   formado la idea de que debo interceder por aquel  al que se le violan sus derechos  o libertades.

11.- Cuando estudiaba en la universidad siempre pensé que cuando fuera abogado me sentiría bien en los estrados apoyando con la ley y el derecho a quien reclamaba y merecía justicia. Me imaginaba desempeñando el papel de abogado defensor, sostenedor de quien era la víctima, el perjudicado, el agredido.

12.- Porque mi aspiración  fue ser abogado, vi mis objetivos cumplidos cuando el 25 de febrero de 1967, fui investido como doctor en derecho. Mi pretensión de estar  en condición de defender lo justo;  se había materializado el sueño de colocarme la toga y el birrete haciendo causa común con aquel que sufría un daño por causa de otro  o le querían conculcar sus derechos y libertades.

13.- De mi profesión viví enamorado; de ella me sentía encariñado en lo más profundo de mi alma; prendado cuando la ejercía,  y de ahí la vehemencia que expresaba en la defensa que hacía en favor de aquel a quien procuraban herir  o de cualquier forma dañar; y más feliz cuando lograba liberar, descargar al político que le habían hecho una acusación infamante para deshonrarlo y encerrarlo.

14.- La vida me ha permitido demostrar en los hechos que mi afición  por ser abogado no fue pensando en  emolumentos, utilidades, en los beneficios económicos que por ella podía recibir. No procuré ser abogado para conseguir dinero, alcanzar fama ni escalar socialmente. A la abogacía llegué para servir, asistir, ir en auxilio de quien necesitaba que se le extienda la mano solidaria.

15.- Me sentía realizado, complacido, satisfecho de la vida, altamente copado, cuantas veces asistí a hombres y mujeres apresados por la intolerancia política, por el  despotismo imperante. Me resultaba gratificante utilizar todos los mecanismos legales para lograr convencer al juez de la infamia, la canallada  urdida contra mi defendido inocente.


16.-  Por  la vocación de ser abogado, defendí a José Antonio  López-El Che-  y demás acusados falsamente de asesinar al capitán Salvador Vinicio Polanco; por  responsabilidad profesional, con entusiasmo defendí a Lorenzo Vargas- El Sombrerero- y a Jorge Puello Soriano- El Men-, con un expediente amañado  inculpados    de asesinar a José María Álvarez-Boyoyo-; por cumplir con mis convicciones de combatir la injusticia asistí en su defensa a Onelio Espaillat, Julio de  Peña Valdez, Fafa Taveras, Leopoldo Gullón, Narciso isa Conde, Cocuyo Báez, Pablo Liberato, Delfino Núñez y  cientos de mujeres y hombres víctimas de acusaciones de factura política.

17.- Por mi deber como abogado y compromiso social, asumí la defensa en estrados de los   periodistas  corresponsales Guillermo Quiñones, Antonio Espinal, Erasmo Ulloa, Miguel Noboa, Restituyo Torres, y muchos otros más. Mi criterio político libre de sectarismo, me llevó a defender ante acusaciones políticas  a don Antonio Guzmán Fernández, Silvano Lora, y  varios  políticos nacionales y extranjeros.

18.- Hoy, cuando en el país existe un ambiente de tolerancia a nivel de derechos humanos y libertades públicas, los abogados y las abogadas que nos comprometimos en la defensa de los perseguidos y los presos políticos de los 12 años del doctor Balaguer, sabemos que la profesión nuestra tiene momentos de atrevimientos, de echarse al agua, meterse en la boca del lobo.

19.- Nunca me he arrepentido, jamás pensé darme  con la cabeza contra la pared, ni mucho menos morderme las manos de remordimientos. Lo que he hecho en mí accionar profesional es el resultado de mi libre pensamiento. No hay espacio en mi cerebro para remordimientos, compunción ni retractación. Mis actuaciones profesionales las ratifico, reafirmo y de ellas vivo orgulloso.

20.-  La vida de los seres humanos transcurre entre momentos de alegría y tristeza, gozos y pesares, aflicción y regocijo. A veces, por más que procuramos la felicidad, en un abrir y cerrar de ojos nos cambia  el estado de ánimo.

21.- La profesión que escogí por vocación, con mucho entusiasmo, total apasionamiento, absolutamente magnetizado, ya hoy no me cautiva, ha dejado de encantarme, me es indiferente, no la siento porque el ambiente para ejercerla  está, como la sociedad, degradado.

22.- No estoy formado para la trampa, la fullería ni el argumento embaucador, y lamentablemente hoy el que predomina es el trampista, chocarrero y jugador de ventajas. Este es el medio ideal para quien carece de talento para defender el caso de su cliente con altura, al margen de la estratagema, la argucia y las malas artes. La profesión de abogado hoy,   al igual que todo lo que se mueve  en el medio social donde vivimos,  hay que ejercerla apoyándose en el ventajismo y comadreo, algo para lo que no debe prestarse quien respeta la ley, el derecho y  la justicia.

23.- La sociedad dominicana tenía que llegar a un alto grado de  degradación, de  envilecimiento,  y el fenómeno de la corrupción arroparla por entero, para que una actividad enaltecedora como la abogacía se rebajara, se desacreditara hasta el punto que asquea a quienes  por vocación  llegamos a ella venerándola.

24.- Hoy 25 de febrero de 2017, al cumplir 50 años de ser investido como doctor en derecho el 25 de febrero de 1967, puedo decir que en mi ejercicio profesional he pasado momentos enojosos, fastidiosos, como el día 1 de mayo de 1972,  que me vi al borde de la muerte; pero también he vivido episodios agradables como los fueron aquellos cuando lograba la libertad de un acusado o una imputada apresada por sus ideas políticas.

25.- Debo precisar que en mi vida profesional la ocasión de más  emoción la viví el 15 de febrero del año en curso: a.-)  al momento de recibir el documento de reconocimiento emitido por el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo,  en mi condición de miembro de la Promoción de la Libertad;  b.-)  por ser escogido para pronunciar el discurso  central  a nombre de todas  y todos  mis compañeros; y, c.-)   la satisfacción de expresar, desde lo más profundo de mi corazón,  que uno de mis compañeros, el doctor Julio Aníbal Suárez,  al  momento de desempeñar el cargo de Magistrado de la Suprema Corte de Justicia, demostró  ser arquetipo de la honestidad, prototipo del sentido de lo justo, pura y simplemente el juez honorable, insigne, el modelo de árbitro que merece nuestro pueblo y cualquier sociedad que aspira a vivir bajo la decencia, la justicia y la institucionalidad.

26.- Ciertamente, el pasado 15 de febrero lo pasé de mil amores; me sentí el ser humano más feliz  sobre la tierra al confraternizar con familiares, amigas, amigos y amistades. Al intimidar con personas sanas que me transmitieron ternura, me sentí que estaba en  un  mundo de querencia,  de pura dulzura.

Santiago de los Caballeros,

25 de febrero de 2017.

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